☁️09: estrellas fugaces☁️
Jimin estaba sentado frente al espejo y solamente se dedicaba a observar el ajetreo que las personas tenían a su alrededor.
Esa noche era la fiesta de cumpleaños de su primo Chanyeol, dicha celebración sería en la mansión de sus tíos y el pelirosa se encontraba más que encantado con la idea de pasar un momento agradable con sus amigos.
Sus padres también confirmaron su asistencia, aunque ellos solamente participarían en la cena formal, ya que debían tomar un vuelo hacia Roma por un asunto de negocios.
—Quiero los pendientes de zafiro —pidió a su asesor de imagen.
Leo era un hombre encantador que desde hace varios años se había encargado de resaltar la belleza de Jimin. Los dos eran buenos amigos, y el omega confiaba plenamente en el gusto del mayor.
—Me leíste la mente, cariño —aseguró el hombre, quien con entusiasmo le estaba colocando dichos pendientes—. Harán resaltar tu atuendo.
Los siguientes minutos pasaron en medio de masajes que humectaban la delicadeza de su piel, le maquillaron y sus labios fueron bañados por el rojo vino de un labial que le hacía relucir esa faceta sensual que sabía tenía.
—Eres una completa obra de arte, cariño —halagó Leo, mirando con fascinación al omega que ya se encontraba completamente listo.
Para esa noche Jimin llevaba puesto un short de cuero de la marca Valentino que mostraba con orgullo sus muslos gruesos y piernas firmes, un delicado bralette Chanel de un rosa pálido que hacía notar la delicadeza de su piel, dejando al descubierto ese lunar coqueto que estaba por encima de su clavícula, un blazer color negro Hermès y unos botines de tacón alto y cuadrado que le agregaban varios centímetros de altura.
Leo se acercó por detrás y posó ambas manos en la cintura diminuta del omega, le hizo cejitas a través del cristal, desencadenando las risas divertidas por parte de Jimin.
—Mira esta cinturita de cristal —murmuró mirándole con atención—. Clama ser tomada por un par de manos fuertes y posesivas.
—¿Cómo las tuyas? —inquirió el omega.
—Oh no, cariño —el mayor apoyó el mentón en el hombro derecho del más pequeño—. Me refiero a un alfa en toda la extensión de la palabra.
—No hay nada parecido a eso —dijo convencido—. Así que lamento decepcionarte.
—Mírate Jimin —respondió el mayor—. Sólo eso basta para que tenga la certeza que sí hay alguien.
El mencionado resopló divertido. —Terminé el cortejo que Joohyuk había iniciado, así que créeme cuando te digo que no hay alguien.
—¿Quién hablaba de ese intento de alfa? —preguntó Leo con un borde alarmado que causó más risas en Jimin—. Te dije un alfa en toda la extensión de la palabra, cariño.
—Las posibilidades son escasas —murmuró, mirando su imagen a través del espejo.
—Pero están presentes —respondió el mayor, luego hizo que el omega lo mirara—. Diviértete y vive aventuras —sonrió—. También haz travesuras y no te olvides de contarme como la pasaste.
Jimin sonrió y luego asintió en respuesta. Besó ambas mejillas de su fiel amigo y finalmente salió de su habitación para dirigirse hacia el salón donde sus padres aguardaban por él.
—Luces precioso, pequeño —dijo su padre con una sonrisa sincera que ablandó sus facciones.
El omega agradeció y luego miró a su madre en espera de su aprobación. La mujer le sonrió cálidamente y sin mencionar palabras besó la frente de su hijo para finalmente salir de la mansión.
—Nosotros nos iremos a las diez de la noche al aeropuerto. Sergey será el encargado de llevarte a casa —informó Sehun a su hijo cuando ya estaban en el auto.
—¿Tardarán mucho en volver? —preguntó, sus manos apretaban el móvil más de la cuenta en un intento vano de calmar su ansiedad.
No le gustaba quedarse solo por tanto tiempo, y la fecha de su examen para la universidad estaba próxima. Jimin quería a sus padres presentes durante ese día tan importante para él, pero tampoco lograba conseguir el valor suficiente para decirlo en voz alta.
—Un par de semanas —respondió su madre, más atenta en la tablet que sostenía que en su hijo.
—Está bien —aceptó en voz baja, mientras su mirada se perdía en las luces de la ciudad.
Durante el resto del camino, ninguno de ellos se atrevió a romper el silencio que se había formado.
—¡Chan! —gritó un Jimin feliz de ver a su primo favorito.
El alfa que estaba de cumpleaños giró en busca de aquella voz que conocía bastante bien. Sonrió enormemente y abrió los brazos justo a tiempo para que el omega se estrellara con fuerza contra su cuerpo en un abrazo fuerte que prometía durar.
—¡Viniste! —exclamó el alfa, mientras levantaba el cuerpo del más pequeño y los hacía girar con energía.
—No podría perdérmelo —musitó Jimin, sonriendo tiernamente a su primo—. Feliz cumpleaños, Chan.
El mencionado besó con cariño la frente del omega y con sumo cuidado lo fue soltando hasta que los pies del menor volvieron a tocar el suelo.
—Ahora si es un feliz cumpleaños —afirmó sonriente, mirando a sus tíos acercarse a él con sonrisas pequeñas.
—Feliz cumpleaños, querido —dijo Lía, mientras dejaba un beso en la mejilla del homenajeado.
—Gracias, tía —respondió, en ningún momento soltó la mano de Jimin y así mismo recibió las felicitaciones por parte de Sehun.
Cuando los intercambios familiares llegaron a su final, Chanyeol haló de la mano que sostenía hasta que se perdieron en el segundo piso de la mansión, lugar donde se encontraban sus amigos.
Los ojitos de Jimin brillaron felices cuando miró a sus dos mejores amigos. Taehyung y Momo.
—El trío está completo —anunció Chanyeol cuando miró a los amigos de su primo acercarse con sonrisas felices.
—Los invitaste por mí —susurró el omega, mirando al mayor que aún le sostenía la mano.
Chanyeol se encogió de hombros. —Me agradan, y sabía que tarde o temprano te aburrirías si no estabas con ellos.
El pelirosa besó la mejilla del alfa y le sonrió una vez más antes de ir con sus amigos que ya le estaban esperando con ganas de estrujarlo fuerte entre sus brazos.
—¡¿Dónde has estado metido?! —chilló Momo, mientras se encargaba de abrazarlo con fuerza.
Taehyung se limitó a besar la cabellera rosa de su amigo con cariño, sabía que era suficiente con los reclamos de la omega para que Jimin también tuviera que lidiar con los suyos.
—En casa, no he hecho gran cosa —respondió Jimin.
Momo lo soltó a regañadientes. —Han sido los peores cinco días de mi vida. Te he extrañado, tonto.
—Yo también —confesó, sus manos tomando la de sus amigos—. A ambos.
—Entonces vamos a bailar —animó Taehyung, aprovechando que estaba sonando su canción favorita.
Los tres compartieron una mirada cómplice y entre risas escandalosas comenzaron a moverse en la pista de baile. Ignoraron todo a su alrededor, rechazaron propuestas de baile de personas ajenas a ellos, negándose por completo a separarse y solamente disfrutar del momento.
Jimin no sabía cuánto tiempo llevaba bailando, pero supuso que era bastante debido al calor alojado en su cuerpo y la agitación en su respiración. A la lejanía pudo ver la imagen de sus padres que parecían buscarlo, así que sin pensarlo mucho decidió dejar de bailar y caminar hasta ellos.
—Nosotros ya nos vamos —informó su padre en voz alta para hacerse escuchar.
—Yo me quedaré un tiempo más —avisó Jimin, se estaba divirtiendo bastante.
—Quédate todo lo que quieras, ya le di indicaciones a Sergey para que cuide de ti —avisó Sehun.
Jimin asintió y recibió gustoso el beso que su padre depositó en su cabeza. Miró a su madre quien se acercó a él con una sonrisa.
—Disfruta de la fiesta, cariño —dijo, dándole un abrazo que el omega se encargó de disfrutar.
Lía acunó el rostro de su hijo entre sus manos para mirarlo directamente. —Hablé con Joohyuk hace unos minutos, me dijo lo que pasó entre ustedes.
Entonces el mundo de Jimin se vino abajo. Hizo una mueca y trató de separarse del toque de su madre, pero ella insistía en todo lo contrario, mirándole con una intensidad que le estaba obligando a pensar en cosas que realmente no valían la pena, al menos para él.
—Lo arruinó, madre —fue todo lo que dijo, y realmente no tenía mucho para contar.
—Lo sé cariño, y está bastante arrepentido —aseguró como si ella realmente conociera los sentimientos de Joohyuk—. Deberías darle otra oportunidad.
—Ya se la di y no la supo aprovechar.
La omega suspiró. Jimin sabía que su madre estaba molesta con su decisión y que estaba tratando de no entrometerse, pero también sabía que eso no duraría mucho; ella siempre encontraba la manera de cambiar sus decisiones.
Sonrió con amargura, a veces dudaba de ser completamente auténtico. Al menos en compañía de sus padres.
—Joohyuk es todo lo que tu padre y yo queremos para ti —dijo Lía, sabiendo perfectamente la presión que causaban sus palabras—. Habla con él, verás que todo se resolverá para bien.
El pelirosa desvió la mirada de aquellos ojos que conocía tan bien. En su lugar observó a su alrededor, sonriendo sin pizca de gracia cuando miró al alfa que su madre y padre querían para él.
Joohyuk estaba más que encantado con Suzan, la misma omega con la que se enredaba aún cuando pretendía cortejarlo. Ambos estaban en una de las esquinas del gran salón, sonreían y se toqueteaban, causando que todo su interior se revolviera en náuseas.
Quería explotar, gritar y mostrarle a su madre el prospecto de alfa que deseaba para su hijo único; sin embargo, su orgullo podía más con él, y no deseaba que nadie, mucho menos ese hombre supiera lo que su familia trataba de imponerle a la fuerza.
—Lo pensaré —respondió con simpleza y notando como su madre estaba por replicar rápidamente agregó—: deberían irse ya o perderán el vuelo.
Mentira. Sus padres siempre viajaban en jet privado, pero esperaba que sus palabras fueran suficientes para hacer entender el mensaje.
—Está bien —accedió no muy convencida—. Te veremos en un par de semanas.
Jimin se mantuvo en silencio mientras sus padres abandonaban la mansión. Sintió un poco de libertad minutos después y decidido a no amargarse la noche volvió a la pista de baile con sus amigos.
Yoongi bajó de la motocicleta y tras sacarse el casco observó la lujosa mansión donde se estaba llevando a cabo la fiesta a la que pensaba asistir.
SeokJin trabajaba en esa casa, y al parecer los dueños lo tenían en muy alta estima, pues le habían permitido que invitara a algunos amigos para que se reunieran en el cumpleaños número veinte del hijo mayor de esa familia.
Sonrió ladino porque él sabía perfectamente quienes eran los anfitriones del lugar, así como también podía imaginar lo que podría encontrar una vez decidiera ingresar.
—Debo estar loco —murmuró.
A los pocos minutos dos motocicletas más arribaron. NamJoon y Hoseok se quitaron los cascos y bajaron de ellas para reunirse con el pelinaranja que luchaba por arreglar su rebelde cabello.
—Deberías cortarlo —aconsejó Hoseok.
Los tres comenzaron a caminar hacia el interior del lujoso lugar, escuchando la música amortiguada y los gritos de desorden que los invitados soltaban.
—¿Estás seguro que es buena idea venir aquí, NamJoon? —preguntó Yoongi.
—Somos invitados de Jinnie —simplificó el moreno—. Lo que aún no me explico es tu idea de emborracharte antes de venir.
El pelinaranja sonrió ladino. —No es fiesta para mí si no hay alcohol, y no estoy seguro que estas personas tengan lo que me gusta beber.
—Igual podías esperar —mencionó Nam, mirando a su ebrio amigo—. Ten, para el aliento de dragón.
Yoongi tomó el chicle de menta y lo llevó a su boca sin decir otra palabra. Juntos ingresaron al lugar lleno de luces y chicos y chicas que corrían de un lado a otro, compartiendo risas, besos y caricias que no eran recomendables para dar en público.
SeokJin bajó las escaleras con precisión, no tardando en rodear el cuello de su alfa para besarlo con pasión y ser correspondido con las mismas ansias.
Hoseok sonrió burlón y Yoongi rodó los ojos.
—Hobi —saludó Jin al rubio, luego miró al otro alfa con una mueca de sorpresa—. Me sorprende que vinieras, Suga.
—Yo también me sorprendí —dijo Yoongi—. Aunque esto pinta mejor de lo que imaginé.
—Las fiestas que hace Park Chanyeol son las mejores y sus padres siempre se van a su otra mansión en compañía de sus hermanos para dejarle el ambiente libre.
—Así que no hay viejos millonarios, ¿eh? —supuso el pelinaranja, mientras subía las escaleras que lo llevarían al segundo piso en compañía de sus amigos.
SeokJin sonrió. —Supones bien. Ahora disfruten de la fiesta y no me causen problemas.
NamJoon les guiñó el ojo a sus amigos para luego perderse en compañía de su novio. Hoseok caminó hasta la pista de baile donde no perdió tiempo en sacar a bailar a una chica que llevaba un apretado vestido blanco, mientras que Yoongi paseaba los ojos por el lugar buscando al algodón de azúcar que aseguraba se encontraba en esa fiesta.
<<¿Por qué mierda lo estoy buscando?>> se preguntó. No tuvo respuesta y al final culpó al alcohol que tenía en la sangre.
Se desplazó por el lugar ganándose varias miradas sugestivas de los omegas que estaban presentes. En otro momento Yoongi los hubiera apreciado, y aunque no se acostara con ninguno de ellos bien podría besar a más de alguno y pasar un momento agradable que está seguro combinaría a la perfección con la sensación que el alcohol dejaba en su cuerpo.
Sin embargo, no podía siquiera mirarlos, pues sus ojos por fin habían encontrado lo que desde el principio estuvo buscando.
Jimin estaba alejado de cualquier bullicio, apoyado en el barandal del balcón que daba vista al cielo estrellado y las múltiples luces de la ciudad nocturna.
La imagen que se creó en la mente de Yoongi hizo estragos en su cuerpo hasta calentarle la sangre. El omega lucía tan sensual como nunca antes lo había visto, y sus ojos no podían parar de devorarlo hasta desear consumirlo por completo.
Su entrepierna se endureció en cuestión de segundos, provocando que un gruñido se atorara en su garganta hasta provocarle incomodidad.
En ese momento los ojos azules le miraron, Yoongi pudo notar la sorpresa pintada en ellos pero sólo duró un par de segundos ya que luego el omega desvió la mirada y fingió no conocerlo.
Y mierda, a Yoongi no debería prenderle tanto ese comportamiento altanero y esquivo, pero lo hacía, malditamente le atraía, y una vez más se encontró culpando al alcohol en su sistema.
Permaneció quieto en su lugar, mirándole como un jodido acosador. Sus ojos se movían inquietos por todo el cuerpo del omega, costándole creer que el chiquillo insolente del que se había estado burlando durante los últimos días fuese capaz de mostrarse tan sexy y seguro de sí mismo, pareciendo inalcanzable al permanecer alejado de la fiesta.
<<No lo hagas, imbécil>> se riñó cuando un pensamiento peligroso formó parte de su mente.
Quizá lo mejor sería buscar alguna conquista pasajera y llevarla a algún rincón de esa casa para hacerle de todo menos follarla, pero como si de una conexión invisible se tratase aquellos ojos azules volvieron a mirarle, esta vez más detalladamente, provocando que Yoongi olvidara sus ideas de buscarse a alguien más.
Y sólo segundos después Jimin le regaló una sonrisa cargada de coquetería.
—Jodida mierda —gruñó con necesidad, sus manos cerrándose en puños fuertes a cada lado de su cuerpo.
Esperó algunos segundos más y finalmente no pudo soportar sus instintos y deseos.
Cuando menos lo esperó ya estaba caminando en dirección al omega que no le había quitado la mirada de encima.
Volví por estos lares. 🫶🏻
Voten y comenten, con eso me ayudan para que mi motivación no se pierda y pueda continuar por aquí. 💖
¿Qué les pareció el capítulo? Déjenme saber.
Nos leeremos el próximo viernes o sábado. Trataré de volver a las actualizaciones semanales.
☁️Yoon~
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