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ᴇᴘɪꜱᴏᴅᴇ 14: ᴛʜɪꜱ ᴀɪɴ'ᴛ ᴛʜᴇ ᴇɴᴅ.

"We are family

On our own
In the darkness
Our blood still strong
When they try to
Drift our souls
Then it hurts me much
When you fall"

"We are warriors

You and I
Our legacy
Would never die
Hold me tight with
All your might
I don't want the truth
Not tonight"

This ain't the end de Maya Lavelle.

Aquella noche con Lucille fue algo increíble, el estar con ella y nuestra conversación después de ello fue algo que disfruté demasiado. Y el dormir a su lado fue como aquella solución que tanto anhelaba.

Definitivamente había amado aquel momento con ella, pero, como siempre, algo malo tenía que aterrizar sobre mí quitando lo poco hermoso que tenía. Por eso al despertar, no había nadie junto a mí.

Al instante, me alcé del suelo y de las sábanas, me coloqué rápidamente mi ropa y salí corriendo de la cabaña, sin camisa, esperando que no fuera demasiado tarde.

No me importo el frío de la mañana ni nada, lo importante era que había salido en el momento adecuado cuando Lucille apenas estaba huyendo del lugar.

—¡Lucille!

Grité su nombre notando como ella dejaba de caminar y daba la vuelta, viéndome con vergüenza. Aun así, fui corriendo para estar frente a ella, notando claramente sus planes al notar la mochila que cargaba.

—¿A dónde ibas? —cuestioné asombrado, sin dejar de ver su mochila y su rostro, notando como ella desviaba la mirada de mí.

—Este lugar ya no es seguro —murmuró casi inaudible, aún sin querer verme.

—Ven conmigo —susurré tratando de buscar su mirada, pero ella no me la daba.

Se mostraba arrepentida e incómoda, pero no entendía la razón de eso, pues hace tan sólo unas horas se mostraba muy feliz.

—No. Rick... —susurró con voz quebrada, siguiendo aún con su vista al suelo—, siempre observo. Y no quiero encontrarme a personas.

Silencio. Sólo obtuve eso, pues ahora quedaba más en claro lo que me había dicho ayer y lo que sabía de ella, y era cierto, sí ella se unía a las comunidades se encontraría con personas que quizá para ella sea muy duro observar y no podía obligarla a vivir algo que ella no estaba cómoda, por eso me dejó sin palabras de nuevo.

—Bueno... creí...

Intenté hablar, pero la mujer tomó de mis mejillas y junto nuestros labios en un sutil y rápido beso, separando de los mismos de manera rápida para después animarse a verme a los ojos y sonreír.

—Disfruté mucho nuestra noche —admitió con ternura, sin dejar de sonreír, pero con una sonrisa triste—. Hace años no me sentía tan querida en ese momento tan íntimo, y mucho menos tan deseada a pesar de que estoy enferma.

Al instante, entre cerré los ojos e incliné la cabeza a la izquierda, confuso ante sus palabras. Acumulando molestias contra Negan.

—¿Negan te menospreciaba? —solté molesto, a lo cual ella estalló en lágrimas molesta.

—Antes de todo, Negan y yo casi no lo hacíamos —admitió apenada limpiando sus lágrimas—. Supongo que se satisfacía mucho con Janine. Y cuando descubrió que tenía cáncer... creo que el deseo disminuyó —aclaró aún apenada, desviando la mirada—. Pero gracias por hacerme sentir querida por un hombre de esa manera —declaró volviendo a verme a los ojos—, deseada más que nada. Hasta en el sexo he tenido mala suerte. No era virgen cuando me casé con Negan, pero mi primera vez fue con un patán. Fui su gran apuesta.

—Lucille... —murmuré limpiando sus mejillas con la yema de mis pulgares, tratando de contener el llanto al verla muy desbastada y sufriendo con ella cada una de sus penas—, pero tú eres muy hermosa. ¿Cómo las personas se atreven a ser tan crueles contigo?

Y nuevamente la besé, con tantas ansias y tanto dolor, sintiendo lo salado de sus lágrimas mientras me hundía en sus labios. Al finalizar todo aquello, junté mi frente con la suya sin soltar su rostro ni dejar de acariciarlo, no queriendo romper aquel momento que sabía ahora más que nada, que era una despedida.

—Rick... —susurró con pesar, aún entre sollozos—, te amo. Definitivamente lo hago. No hemos vivido muchas cosas juntos, pero sé tanto de ti que, con eso es suficiente para saber que eras lo que siempre quise para mí...

Y desvió su rostro a mi mejilla, colocando un pequeño beso, haciendo lo que yo no quería porque tenía miedo. Tenía miedo de volver a sufrir lo que había sufrido al recordarla, podía sonar egoísta, pero temía seguir sufriendo y dejar este pequeño momento o este momento de luz. Temía que este sea el adiós definitivo, y más por su estado de salud.

—No te vayas... —rogué comenzando el llanto—. Si te alejas, volveré a creer que eres un fantasma.

—Pero no lo soy —indicó con voz pacifica—. Por ahora.

Y era lo que temía.

Al instante me aparté de ella y la miré incrédulo, temiendo de mis sospechas.

—¿Qué...?

—Volvió mi cáncer.

Lo sabía.

Aquel bulto que sentí cerca de su falta de seno, era eso. Y era lo que más temía.

—Lo sé —admití con dolor—. Vamos a mi comunidad. Ahí estarás mejor.

—Creí que no te habías dado cuenta... —murmuró avergonzada haciendo aquello que tanto me molestaba: desviar la mirada como si se sintiera inferior.

—Claro que lo hice —dije con una pequeña sonrisa—. Sólo no te quise incomodar, pero estaba en mis planes despertar y llevarte a mi comunidad. Ahí trataras tu cáncer.

—¿Para qué? —soltó alzando la voz con rabia—. Está siempre vuelve.

—No, amor. Escúchame...

—Rick, déjame ir... —rogó entre lágrimas—. Una vez más, por favor.

Las lágrimas eran parte de mí, empecé a negar rápidamente con la cabeza y con mis palabras, no queriendo aceptar la petición de Lucille. Mientras ella lloraba tapando su rostro con sus pequeñas manos, negándose a ver. Sin esperar más, caminé hacia ella y la estreché en mis brazos con fuerza, no queriéndome despegar de ella. Lucille me recibió en sus brazos y le di un beso en la cabeza sin querer dejarla ir.

No quería acabar con el momento. Sabía que no me merecía estar con ella por haberla abandonado tantas veces, pero me negaba a no estar más tiempo con Lucille, o mínimo darle una vida mejor, porque ella ya había sufrido demasiado.

Quizá por eso prefería estar sola, como un escudo para dejar de sufrir.

Era eso.

La castaña tomó distancia y me sonrió con delicadeza, dejando ver sus ojos rojos y llorosos.

—Haz tu vida —pidió en un hilo de voz—. Encuentra una mujer buena, o cría a tu hija solo —indicó—. Ella te necesita.

Y acarició mi mejilla haciéndome cerrar los ojos ante su dulce tacto.

—Lucille...

—Rick —llamó, pero no quise abrir los ojos—. Déjame ir. Si estamos destinados, nos volveremos a ver. Sólo... —soltó volviéndose a quebrar—, si muero, quiero hacerlo sola.

—Lucille...

—Rick... —llamó y ahora sí abrí los ojos porque era claro que no podía hacer nada para convencerla—. La gente... tu gente todavía te necesita, y tienes que seguir haciendo lo que haces —aclaró acumulando las lágrimas en sus ojos, incapaz de derramar una sola lágrima más—. ¡Tienes que mantenerte fuerte! —exclamó con una amplia sonrisa—. De lo contrario todo esto fue por nada, porque si todo esto se derrumba... y lo hará sin ti... ¿por qué luchaste tanto? —cuestionó sin eliminar su sonrisa haciendo que cerrara de nuevo los ojos por sus palabras—. Has construido algo importante y tienes que seguir luchando por eso sin importar qué, porque esas personas que viven contigo, cuentan contigo.

Y tenía razón.

Ella claramente estaba usando mis palabras de anoche para convencerme en volver a mi hogar y dejarla ir. Porque ella, quizá no sobreviviría esta vez con su cáncer, quizá ella ya no tenía esperanzas e igual podría tratarse en Alexandria, pero era mucho peso y recursos. Ella sabía que sería duro, por eso prefería morir sola.

—Has sido un faro de luz... en un mundo de oscuridad. Haz hecho un oasis en un mundo de mierda. Hiciste posible que las personas trabajen juntas... para ser una comunidad... para ser más fuertes, y eso te hace más fuerte —continuó con su discurso haciéndome sonreír mientras abría los ojos para grabarme su rostro y el momento. Sabía que no podía hacer nada más, así que disfrutaría este momento—. Sigue adelante. Tienes que hacerlo porque eso es lo que las personas de tu comunidad necesitan: eso es lo que este mundo necesita. Y eso es... eso es justo lo que haces —dijo ella con una amplia sonrisa, aun acariciando mi mejilla para después acercarse a mí y darme un casto beso, sin dejar de sonreír—. Tranquilo, ambos somos supervivientes. Nunca moriremos.

Y eso era cruel, porque ella quizá morirá mañana y yo no sabría nada. Aun así, no dije nada, ni hice nada, sólo cerré los ojos y junté mi frente con la suya.

Ella sólo me dio un beso en los labios y se apartó de mí, pero no abrí los ojos por varios minutos porque no me quería dar cuenta ni quería ver como ella se alejaba de mí.

Entre caminantes, Mad-ClepGirl (Dianessa)🐧

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