ʜᴏᴛᴇʟ ᴘᴀʀᴛʏ
ʜᴏᴛᴇʟ ᴘᴀʀᴛʏ
SEUNGMIN'S POV:
Hoy me he despertado de la mejor manera. Ayer pasé la noche con Bangchan, y ha sido una experiencia incomparable, superando incluso nuestras veces anteriores. Además, ayer vencí a Jeongin en una partida de beer pong, y como recompensa, me dio cien dólares. Para completar el día, Bangchan me sorprendió con una cachorra a la que llamamos Berry.
Vivir en Estados Unidos es una de las mejores decisiones que he tomado. La gente aquí es amable y cálida, y he notado que algunos, al saber que soy coreano, me tratan con un respeto especial, sobre todo por ser un omega puro. A veces pienso que esto es lo que se siente tener ciertos privilegios. Vine a este país para continuar mis estudios de medicina, y lo hice junto a Bangchan, quien está cursando derecho. Los dos y nuestros amigos estudiamos en la Universidad de California, Maple Hills.
Nuestra relación funciona de manera excepcional, ya que ambos llevamos vidas ocupadas. Esta independencia nos permite tener una relación sin ataduras ni presiones, algo que apreciamos profundamente. Bangchan tiene muchas metas que cumplir, y yo, con mis estudios y responsabilidades, también me mantengo ocupado. Esa dinámica nos da el espacio necesario para funcionar bien juntos.
Cuando finalmente tenemos tiempo libre y sentimos la necesidad de relajarnos, solemos asistir a fiestas, ya sea en Honeypot o en la barra libre de nuestro complejo de apartamentos, Maple Tower, que se encuentra a las afueras del campus, y nuestro apartamento tiene unas vistas increíbles y un montón de luz.
El edificio no es exclusivo para estudiantes, así que es un sitio tranquilo y cómodo para vivir, pero está lo bastante cerca de todo como para que sea lo suficientemente fácil llegar a casa a pie después de fiestas.
Hoy es el cumpleaños de Sunggie, un amigo de la infancia que celebra sus 21 años siendo un omega atrevido y malcriado, pero lindo y amable. Me ha invitado a su fiesta, que comenzará en Honeypot y luego continuará en el hotel más exclusivo de Maple Hills, propiedad de su padre. La fiesta comienza a las 8 de la noche, y no me sorprende que la temática sea de Las Vegas. El año pasado se organizó una fiesta con una temática bastante peculiar llamada "The Idol", en la que todos tuvimos que usar máscaras de los integrantes de sus grupos favoritos de Kpop, Enhypen y TXT.
Recuerdo ese día con cierta vergüenza. Aunque soy fan del K-pop, la idea de llevar una máscara no me encantó. Sin embargo, lo importante fue que Sunggie se sintió feliz, especialmente porque acababa de perder a su abuela materna. Uno de los invitados, Lee Felix, un amigo que vino desde Sídney, se conmovió hasta las lágrimas junto a Sunggie, ya que ambos son muy sensibles.
Bangchan me ha prometido que hoy me llevará de compras para elegir ropa acorde a la temática de la fiesta. Él también aprovechará para comprarse algo, y como siempre, me pedirá mi opinión. No es que sea pretencioso o envidioso, simplemente me gusta ser sincero, y eso ha formado parte de mi personalidad.
Forjar esta personalidad me ha costado innumerables horas de fanfics y AU's, así que quien intente copiarla, al menos debería darme crédito. Además, he dedicado dos años como fan de Enhypen y Stray Kids, mis grupos favoritos de K-pop, y ese nivel de devoción no se consigue de la noche a la mañana.
Bangchan trabaja medio tiempo en una cafetería, donde recibe una buena paga por su esfuerzo. Su dedicación y compromiso le han permitido ser ascendido en más de una ocasión, e incluso ha sido nombrado empleado del mes varias veces. Este reconocimiento es resultado de su arduo trabajo, ya que anteriormente atravesaba dificultades financieras y estaba cerca de la quiebra.
Cada vez que recibe su salario mensual de 500 dólares, me lleva al supermercado para comprar víveres y algo de ropa para ambos. Mientras él prefiere prendas en tonos neutros, yo suelo inclinarme por colores cálidos que contrastan con el otoño y el verano, y por tonos fríos que complementan el invierno y la primavera. Nuestros estilos, aunque diferentes, se complementan de una manera única.
Aún recuerdo aquellos días en los que nuestras vidas no se habían cruzado. Yo trabajaba en un prostíbulo exclusivo para alfas adinerados, un lugar donde, aunque ganaba buen dinero, el trato que recibíamos no era precisamente el mejor. Un día, Bangchan llegó como cliente y se interesó en mí, no solo por mi apariencia, sino por la forma en que interactuaba con los alfas, especialmente los puros.
Bangchan fue mi primer cliente alfa puro, y rápidamente se distinguió de los demás. Había algo en su forma de ser que lo hacía especial, y pronto me di cuenta de que él no veía en mí lo que los otros alfas veían. Con el tiempo, le conté sobre las condiciones del prostíbulo, sobre el trato que recibíamos allí, y su reacción fue inmediata: decidió sacarme de ese lugar y denunció las injusticias que ocurrían tras esas puertas cerradas. Si no hubiera sido por él, probablemente seguiría atrapado en esa vida, enfrentando alfas con intenciones mucho menos nobles.
Después de liberarme de aquella situación, Bangchan me llevó a terapia, ayudándome a sanar de lo que había vivido. Me presentó a sus amigos, quienes se convirtieron en mi círculo cercano, y cuando comencé la universidad, me pidió que fuera su novio. Desde ese momento, mi vida cambió por completo, y he vivido felizmente a su lado.
Siempre me esfuerzo por mantenerme a la moda, aunque no quiero sonar pretencioso. Me gusta estar al tanto de las tendencias, comprando ropa de temporada que encuentro en Shein o que veo en TikTok. Me divierte la idea de "mejor a la moda que muerto", aunque sé que es solo una broma. Es una pequeña vanidad que tengo.
Nuestra perrita, Berry, es otro gran pilar en nuestras vidas. Es cariñosa y juguetona, y cada vez que Bangchan se va a trabajar, me quedo en casa con ella, viendo películas o simplemente jugando. Berry sufre cada vez que Channie se va, llorando porque no quiere estar lejos de él. Aun así, siempre le damos el cariño y la atención que merece, ofreciéndole una vida de calidad, incluso cuando nuestras finanzas no son las más holgadas. Al final del día, lo más importante es su felicidad, aunque, claro, sería ideal poder tener ambas: felicidad y estabilidad financiera.
Hoy he recibido una llamada de Jeongin, un omega con una personalidad atrevida y uno de mis amigos más cercanos. Jeongin es patinador artístico y mantiene una relación muy cercana con Seo Changbin, un jugador de baloncesto que, sorprendentemente, es casi tres veces más grande que él. Changbin, un alfa con una complexión envidiable, mide 1.82 metros, mientras que Jeongin alcanza apenas los 1.68 metros. A pesar de esta diferencia, y aunque no son oficialmente pareja, su cercanía y compatibilidad son innegables, lo que me lleva a preguntarme cómo Jeongin logra "manejar" a alguien tan imponente como Changbin.
Jeongin solía patinar en solitario, destacándose por su habilidad y técnica en la pista. Sin embargo, una lesión grave lo obligó a cambiar su enfoque. Casi se ve obligado a retirarse del patinaje, pero en lugar de eso, comenzó a patinar en pareja, lo que en teoría le ofrece más apoyo físico, aunque sigue siendo quien lleva la delantera. Su compañera actual es Hwang Yeji, una beta que no solo es extremadamente talentosa, sino también muy competitiva y celosa. Para añadir más a la dinámica, Yeji es la hermana menor de Hyunjin, compañero de clase de Bangchan y jugador clave en el equipo de hockey de nuestra universidad.
Cada vez que veo una de las rutinas de Jeongin y Yeji, me deja sin palabras. Me resulta increíble cómo Jeongin logra manejar las vueltas vertiginosas y movimientos arriesgados sin que Yeji, a quien en broma llamamos "Yoshi", salga volando al otro lado de la pista. Sin embargo, Jeongin siempre la atrapa con una precisión impecable. Finalmente, tras varios intentos, decidí atender la llamada de Jeongin.
JEONG
—¡Seung! ¡Al fin contestas! —exclamó con evidente frustración en su voz— ¡Te he estado llamando durante horas!
—¿De verdad? —pregunté con sorpresa— No he visto ninguna llamada perdida, Yang.
—Bueno —siguió Jeongin, con un tono más relajado— Te llamaba para preguntarte si vas a ir al cumpleaños de Sunggie esta noche.
—Por supuesto, no me lo perdería por nada del mundo.
—¿Vas a ir de compras con Bangchan antes? Si es así, ¡llévame! —dijo con ese toque de entusiasmo característico.
—Sí, voy a ir, pero no te voy a llevar —respondí en tono burlón.
—Aish, siempre tan amargo, Seung.
—Sí, sí, como digas. De todos modos, te dejo porque voy a ver el partido de Hyunjin con Sunggie.
—¿¡Hoy es el partido!? —gritó Jeongin, claramente sorprendido.
—Sí, ¿no lo sabías?
—Tengo entradas, pero había olvidado que era hoy. Le pediré a Changbin que me lleve. De paso, podemos recogerlos a ustedes.
—Perfecto, gracias, Jeong.
—No te preocupes, te veo más tarde.
—Ok, nos vemos.
Cuelgo la llamada y me apresuro a prepararme. Rápidamente reviso mi armario para encontrar algo adecuado para la ocasión y me ducho con rapidez.
Hoy es el partido de hockey de Hyunjin, quien no solo es el capitán del equipo, sino también su jugador estrella. Como base del equipo de la Universidad de California, Maple Hills (UCMH), Hyunjin se toma muy en serio su rol. Rara vez lo vemos socializar fuera del equipo o del gimnasio, siempre concentrado en sus entrenamientos y en mantener la disciplina necesaria para liderar al equipo.
Después de ducharme, me visto con un jersey gris, una camisa de mangas cortas blanca, unas Converse negras y unos pantalones cargo beige. Como siempre, me pongo mi pulsera de estrellas, la cual tiene un valor sentimental para mí. Me recuerda a un amigo cercano que falleció hace dos meses y seis días. Aún es una pérdida reciente y dolorosa, como si hubiera ocurrido ayer.
Intentando cambiar de tema en mi mente, miro por la ventana y veo que el auto de Changbin se ha estacionado frente a nuestro edificio. Bajo rápidamente y me encuentro con Ji Sung y Jeongin ya sentados en el coche.
—¡Hola, chicos! —les saludo alegremente mientras me acomodo en los asientos traseros.
La tarde promete ser entretenida: primero el partido de hockey de Hyunjin, y luego la celebración del cumpleaños de Sunggie, quien siempre sabe cómo organizar eventos memorables. Sin duda, será un día lleno de emociones y sorpresas.
Nada puede salir mal, ¿no?
SEUNGMIN'S POV:
El partido de hockey ha terminado, y, como era de esperarse, el equipo de Hyunjin salió victorioso. Para celebrar, decidieron ir al Honeypot, un lugar popular entre los jugadores y su círculo cercano. Probablemente los encontremos allí más tarde. Jeongin, siempre rápido para organizar todo, pidió un Uber, ya que Changbin tuvo que ir de urgencia al hospital a ver a uno de sus compañeros de equipo, quien sufrió una lesión grave durante un partido.
Inicialmente, pensé en pedirle a Bangchan que nos llevara de compras. Él me había depositado dinero para que comprara algo tanto para él como para mí. Sin embargo, preferí no molestarlo, ya que actualmente está trabajando en la cafetería y no quería interrumpirlo. Así que decidimos ir nosotros mismos a Victoria Gardens, nuestro habitual centro de compras.
El Uber llegó en poco tiempo, y nos subimos al vehículo todavía con los restos de canchita y gaseosa en las manos, los cuales Han se encargó de "robar" después del partido. No podía ser de otra forma; Han es ese tipo de amigo que siempre está buscando la forma de divertirse, incluso a costa de pequeñas travesuras, como robarnos los teléfonos para intentar sacarnos una foto grupal sin que lo notáramos. Afortunadamente, logramos borrar la foto a tiempo, aunque no sin una pequeña lucha.
Nuestra conductora, Jisoo, una beta que parece seria, apenas nos prestó atención a pesar del alboroto que hacíamos en el coche. El nivel de ruido debió haber sido molesto para ella, pero no dijo nada, lo que, sin duda, merecía cinco estrellas de nuestra parte. Además, nos ganó por completo cuando puso Cruel Summer de Taylor Swift en la radio. Fue la banda sonora perfecta para el trayecto.
Cuando llegamos a Victoria Gardens, agradecimos a Jisoo y, como habíamos prometido, le dimos la máxima calificación. El centro comercial estaba abarrotado de gente. El caos era evidente: niños corriendo de un lado a otro mientras sus madres intentaban atraparlos sin éxito, y otros simplemente concentrados en sus compras, ignorando por completo lo que sucedía a su alrededor.
Entramos a una de nuestras tiendas favoritas y, como siempre, comenzamos a seleccionar lo mejor para cada uno de nosotros. Mientras Jeongin y Han están ocupados en la caja pagando sus compras, aproveché el tiempo para elegir un conjunto especial para Bangchan. Opté por una combinación clásica pero moderna: una camisa blanca impecable, un chaleco de cuero negro que le daría un toque sofisticado, un reloj elegante pero económico, unos zapatos de cuero y una corbata que complementaba perfectamente el look. Sabía que a Channie le encantaría, ya que siempre aprecia cuando me esfuerzo por elegir algo que se ajuste a su estilo.
Para mí, también escogí algo que me hiciera destacar. Elegí una camisa blanca, una corbata negra, unos pantalones de cuero ajustados y unas botas negras altas que le daban un aire rebelde al conjunto. Cuando me fui a probar la ropa, el pantalón me sorprendió. Quedaba tan ajustado que parecía una segunda piel. En ese momento, no pude evitar sonreír al pensar en la reacción de Bangchan al verme así; seguramente se desmayaría o, al menos, se quedaría sin palabras.
Satisfecho con mi elección, me dirigí a la caja registradora. Una beta muy amable se encargó de registrar mis compras y, tras darme todo cuidadosamente empaquetado, le agradecí por su servicio con una sonrisa. Me reuní rápidamente con los chicos, quienes ya me esperaban, listos para continuar con nuestra tarde.
Después de un día lleno de momentos agradables, decidimos detenernos a comprar unas hamburguesas antes de regresar. También le compré una a Bangchan, pensando en lo mucho que disfruta este tipo de detalles. Pedimos un Uber y nos dirigimos hacia Maple Tower. Al llegar, los chicos me dejaron en la entrada con una sonrisa en los labios, reflejo del bonito día que habíamos compartido.
Entré al edificio y saludé al recepcionista, un alfa mayor que siempre me ha tratado con especial afecto. Desde que sus hijos se mudaron a Corea del Sur para estudiar, hemos desarrollado una relación cercana, casi paternal, ya que solía visitarlo con frecuencia para conversar y hacerle compañía. Su calidez siempre ha sido reconfortante, y cada vez que paso por la recepción, me recuerda que, en cierto modo, formo parte de su vida cotidiana.
Subí hasta mi apartamento, y al entrar, me di cuenta de que Bangchan ya estaba en casa. No parecía notar mi presencia, completamente absorto en una partida de League of Legends, como suele hacer cuando tiene algo de tiempo libre. Decidí no interrumpir su concentración y me dirigí discretamente a la habitación para dejarle la ropa que le había comprado. Sabía que apreciaría el gesto, aunque preferí esperar hasta el momento adecuado para mostrársela.
Después, fui a mi habitación para probarme el conjunto que había escogido para mí. La camisa blanca, la corbata negra, los pantalones de cuero y las botas altas me quedaban como imaginé. Al mirarme en el espejo, no pude evitar sonreír pensando en cómo reaccionaría Bangchan al verme vestido de esta forma. El pantalón, tan ajustado que parecía una segunda piel, seguramente no pasaría desapercibido para él.
Con la emoción de ver su reacción, bajé a la sala, donde lo encontré sirviéndose un vaso de agua. Caminé con cautela y, con un toque suave en su hombro, lo hice girar hacia mí. Su reacción fue inmediata: sus ojos se abrieron con sorpresa y, en cuestión de segundos, su rostro se tornó de un suave tono rosado, visiblemente sonrojado.
—Seung...—intentó decir, pero no pudo terminar la frase.
Como tantas otras veces, las palabras quedaron en segundo plano cuando nuestras feromonas crearon esa conexión tan poderosa entre nosotros. Antes de que pudiera articular otra palabra, me tomó por sorpresa y, sin dudarlo, comenzó a besarme con una intensidad que siempre emerge cuando nuestras emociones se encuentran en esa íntima sincronía.
Era un gesto que Bangchan repetía cada vez que mis feromonas se volvían más intensas, como si fueran una señal a la que no podía resistirse. Y aunque siempre me tomaba por sorpresa, su calidez y afecto eran algo que jamás podría rechazar.
Sentí sus manos deslizarse lentamente hasta mi cintura, como si cada caricia trazara una línea invisible que nos conectaba de manera aún más profunda. Sus dedos eran firmes, pero al mismo tiempo suaves, mientras recorrían mi piel con una seguridad que solo él podía tener. No tardé en notar cómo sus labios dejaban rastros en mi cuello, pequeñas marcas que ardían ligeramente al contacto, pero que al mismo tiempo despertaban en mí un deseo que iba más allá de lo físico.
Su respiración se volvió más pesada, y fue entonces cuando susurró, con esa voz baja que siempre lograba hacerme perder el control:
—Kim Seungmin, quedémonos en casa...—su murmullo cerca de mi oído resonó como una súplica que no podía ignorar—Por favor.
Negué con la cabeza, consciente de que su propuesta era tentadora, pero la idea de perderme la fiesta no me agradaba en absoluto.
—Channie, tenemos una fiesta a la cual ir, y por tus caprichos no me voy a quedar aquí.
—Amargo igual que el café —respondió él, con una sonrisa traviesa en los labios, sabiendo exactamente cómo provocarme.
—Y tú viejo como los dinosaurios —le contesté, con un tono burlón que sacó una risa suave de sus labios.
La tensión que había en el aire comenzó a desvanecerse, transformándose en un juego ligero entre nosotros. A pesar de lo que decía, su mirada tenía ese brillo que siempre me hacía cuestionar si realmente quería salir o si solo disfrutaba de hacerme rabiar un poco.
—¿Viejo yo? Apuesto a que los dinosaurios se sentirían celosos de mi juventud —replicó, levantando una ceja y adoptando una pose exageradamente altiva.
Era difícil no sonreír ante su actitud, esa mezcla de confianza y ternura que lo hacía irresistible.
—Puede que sí, pero por lo menos ellos no tienen que soportar tus constantes quejas —dije mientras me cruzaba de brazos, intentando mantener una fachada seria. Pero en el fondo, me divertía.—Ven, que te mostraré algo —le dije, con una sonrisa en el rostro mientras giraba sobre mis talones para caminar hacia su habitación.
Él, curioso, me siguió con paso ligero, sus ojos brillando con intriga. Al abrir la puerta, lo sorprendí con el conjunto que le había comprado. La luz suave de la habitación iluminó la ropa cuidadosamente seleccionada: una camisa blanca que contrastaba con el chaleco de cuero negro, junto con el reloj que parecía haber sido diseñado específicamente para él.
—¡Wow! —exclamó, acercándose para inspeccionar cada detalle. Su sorpresa era palpable, y no podía evitar sentirme satisfecho al ver su reacción.
—Espero que te guste —dije, un poco nervioso, pero tratando de mantener la confianza.
—¿Te gusta? —preguntó, alzando una ceja mientras sostenía la camisa en su mano. La forma en que su mirada se iluminaba con cada prenda me llenó de alegría.
—Es perfecto, realmente lo es —respondió, sintiéndome orgulloso de mi elección.
—No puedo esperar para probarlo —dijo, con una sonrisa que iluminó su rostro. Su entusiasmo era contagioso, y me sentí emocionado al imaginar cómo se vería con el conjunto puesto.
—Y no te olvides de la corbata —agregué, señalando el accesorio que completaba el atuendo. La idea de verlo vestido así me hizo sonreír aún más.
—¡Lo llevaré! —respondió, haciendo gestos exagerados de felicidad mientras se apresuraba a vestirse.
Este hombre parece serio, casi como un dinosaurio, pero en realidad es dulce, como un muffin de chocolate. Es un alfa puro con un aroma a chocolate que me hace caer ante su encanto. Su apariencia podría hacer llorar a un dios griego: es alto, musculoso, y tiene tantos abdominales que no soy capaz de contarlos.
¿Qué digo de un dios griego? ¡Él me hace llorar a mí!
Cuando termina de vestirse, me pregunta cómo le queda el outfit. Le doy una mirada de aprobación, hasta que me doy cuenta de que, una vez más, la corbata está mal puesta. Me levanto de la cama para acomodársela, y mientras lo hago, sus manos descienden a mi cintura, apretándome suavemente.
Una vez que termino, nuestras miradas se encuentran, y él me roba un beso. Lo miro con una expresión seria pero divertida, y en su rostro se dibuja una sonrisa encantadora. Salimos del apartamento y nos dirigimos hacia Honeypot.
Me subo a la moto de Chris y me pongo el casco para protegerme. Él también se coloca el suyo y juntos nos dirigimos a la fiesta. La ciudad brilla con colores neón, mostrando su lado más hermoso. Me agarro a su cintura para evitar caer.
Apenas llegamos, el guardia nos pide el carnet. Amablemente se lo entregamos y entramos. El lugar está repleto de gente; algunos están bailando, otros bebiendo, y algunos ligando con betas, omegas y alfas. Nos dirigimos al reservado donde estarán Ji Sung y su novio, Minho.
Al llegar, efectivamente, ahí están, dándose mimos. Minho me saluda al igual que Han.
—¡Viniste! —exclamó Ji Sung—. Te estábamos esperando.
—Obvio, cariño —respondo con un tono juguetón—. Ya sabes que soy el alma de la fiesta, cielo.
Me encanta usar apodos como "cariño", "cielo" o "amor". A Han, Jeong y a mí nos parece divertido, ya que eso forma parte de nuestra amistad.
—Ni yo me piropeo así con él —añadió Sunggie, señalando a Minho.
Minho es un gran alfa puro, al igual que Bang. Tiene el cabello morado, usa gafas, tiene piel blanca y un cuerpo esculpido por los dioses. A diferencia de los demás, no estudia, pues fue expulsado y desde entonces no ha vuelto a tocar ningún instituto o universidad.
Lo sorprendente es que, aunque no esté en la universidad, es muy inteligente y sabe cocinar una gran variedad de platos. Él es ese amigo que siempre se encarga de la cocina en nuestras reuniones, ya que el resto no sabe ni hacer huevos revueltos, como Bangchan, por ejemplo.
Sabe cocinar, pero cada vez que intenta batir los huevos, termina aplastándolos con la batidora —¡qué desastre! La última vez que cocinamos juntos, la comida salió tan mal que decidimos pedir un delivery.
Recuerdo que cuando entramos a la UCMH, Bangchan formaba parte del equipo de baloncesto, pero fue expulsado tras ser acusado de "lastimar" a un jugador de la UCLA, cuando claramente no era él. Tiempo después, se descubrió que no fue su culpa. Actualmente, se le permite volver al equipo, pero compaginar el estudio de derecho y estar en el equipo de baloncesto no es fácil.
De regreso a la fiesta, Han me invita a probar un trago, un cóctel de uva. Me sorprende un poco, ya que nunca había visto una combinación así. Me echó la bendición para que el cóctel no me lleve a la camilla de un hospital, lo que provocó risas en el grupo.
Lo saboreo un poco y me doy cuenta de lo bien que sabe. Pido dos tragos más: uno para mí y otro para Bangchan, que apenas lo toma y ya está embriagado. Chan no tiene mucha tolerancia al alcohol, lo cual me encanta, porque cuando se emborracha, su forma de tratarme se vuelve más especial.
Después de unos tragos más, Minho y Han ya están en el centro de la pista, bailando al ritmo de la música. En cuanto Bangchan los ve, me dirige hacia la pista para bailar. Empieza a sonar mi canción favorita de Morat, "Cómo te atreves".
Nos movemos hacia una zona algo oscura cerca del baño. Allí, parecemos dos personas en nuestro propio mundo, bailando al ritmo de la música. Una de las manos de Chan se posa en mi cintura, mientras la otra sostiene mi mano izquierda.
Nuestros cuerpos se acercan más, intensificando mis feromonas. Cada vez que esto sucede, a Bangchan le da por intentar hacer algo más que un beso, como llevarme a la cama, pero estamos en Honeypot, y no le voy a dar esa satisfacción... al menos no aquí.
Su rostro se acerca al mío, y puedo sentir su respiración profunda cerca de mí. Estamos en nuestro propio mundo, disfrutando de la tranquilidad de la oscuridad, que nos brinda una confianza desmedida.
Como un día dijo Jeongin: "Disfruta la vida, es una".
SEUNGMIN'S POV:
Bangchan me quita la camisa que llevo puesta, dejando un rastro de chupetones en mi piel... Espera, ¿cómo llegamos hasta aquí?
Vamos a hacer una recapitulación...
Después de que la fiesta en Honeypot terminó, decidimos ir al hotel del padre de Ji Sung. Tras haber bebido tanto esa noche, Bangchan pidió una habitación para dos, pero una especial para parejas, lo que significaba que iba a estar equipada con artículos para una noche de pasión.
Y así es como terminamos aquí.
El aire está cargado de electricidad, y puedo sentir cómo su mirada se detiene en cada centímetro de mi piel expuesta. Sus dedos, cálidos y delicados, recorren mi torso mientras su aliento se vuelve más entrecortado.
—No puedo creer que hayamos llegado a esto —susurró, una mezcla de sorpresa y deseo en su voz.
Su mirada se encuentra con la mía, y en ese instante, el mundo exterior se desvanece. El suave brillo de las luces del hotel ilumina su rostro, resaltando la intensidad de sus ojos. Me acerco un poco más, sintiendo la calidez de su cuerpo contra el mío, y sin pensarlo, atrapo su labio inferior entre mis dientes, provocando una risa suave que me hace temblar.
—Esto es solo el principio —dice, apenas reconociendo el desafío en su voz.
Él sonríe, un brillo travieso en su mirada, y me empuja suavemente hacia la cama. La colcha se siente suave y fresca bajo mí, y la anticipación se apodera de la habitación mientras su figura se inclina sobre mí, acercándose más, como si el tiempo se hubiera detenido.
Con un movimiento decidido, él se inclina hacia abajo, sus labios buscando los míos con urgencia. Este beso no es tierno; es feroz y apasionado, lleno de un hambre que apenas podemos controlar. Su lengua se desliza entre mis labios, explorando y reclamando, mientras mis manos se enredan en su cabello, tirando de él para acercarlo más.
La calidez de su cuerpo se mezcla con la mía, y cada roce de su piel provoca escalofríos. Sus manos, que antes recorrían mi torso, ahora bajan, deslizándose por mis caderas y apretando con firmeza, como si quisiera marcarme.
—Eres irresistible —murmura, sus ojos ardiendo con una mezcla de deseo y adoración.
Sus palabras me encienden. Me siento expuesto y vulnerable, pero a la vez increíblemente deseado. Le devuelvo la mirada, sabiendo que no hay vuelta atrás. La tensión en la habitación se intensifica, y cada susurro, cada roce, nos empuja más allá de nuestros límites, creando un espacio donde solo existimos él y yo.
Con un nuevo impulso de pasión, le atraigo hacia mí, empujándolo hacia atrás en la cama, haciéndolo caer sobre mí. Me gusta el poder que siento, el control momentáneo.
—Ahora es mi turno —digo con una sonrisa traviesa, y la noche apenas comienza.
Mientras lo tengo bajo mí, su respiración se acelera, y esa chispa en sus ojos se convierte en un fuego incontrolable. Deslizo mis manos por su pecho, disfrutando de la forma en que su cuerpo se arquea bajo mi toque, la piel caliente y suave.
—¿Así que quieres jugar? —pregunta con una sonrisa desafiante.
Sin responder, me inclino hacia él, dejando que mis labios rasguen su piel, bajando por su cuello, disfrutando del sabor de su piel y de los suspiros que escapan de sus labios. Cada beso deja una marca, un recuerdo de esta noche que no quiero que se desvanezca.
Sus manos recorren mi espalda, dibujando caminos de fuego que me hacen estremecer. Él tira de mí, llevándome más cerca, mientras nuestras respiraciones se entrelazan en una melodía de deseo. Cada roce se vuelve más desesperado, más anhelante, como si el mundo que nos rodea estuviera a punto de desvanecerse.
—Bangchan... —susurro, sintiendo cómo su nombre se convierte en una invocación.
—Sí... —responde, su voz grave y llena de promesas.
Decido dejarme llevar por la corriente de la pasión. Mis manos bajan, desabotonando su camisa con un movimiento ágil, revelando su torso musculoso. La vista es suficiente para que mi corazón se acelere aún más. Me inclino para besar su pecho, sintiendo el latido de su corazón resonar bajo mis labios.
—Eres tan perfecto... —murmuró, mientras sus manos encuentran mis caderas, empujándome más cerca, como si no pudiera obtener suficiente de mí.
La atmósfera se vuelve densa con deseo. Bangchan me mira con una mezcla de admiración y anhelo, y me doy cuenta de que ambos estamos en este momento, entregados el uno al otro, sin restricciones.
Con un movimiento ágil, me coloca de nuevo bajo él, sus ojos fijos en mí, la determinación brillando en su mirada.
—Ahora, déjame mostrarte lo que siento —dice, su voz un susurro cálido que me hace estremecer.
Rápidamente me pone en cuatro, y sin usar protección, se adentra en mí, dilatándome. De la nada, pasamos de la ternura a la agresividad. Todo se queda en silencio, excepto el sonido de nuestros jadeos y mi gemido cuando vuelve a embestir.
Se queda quieto, para que me adapte al tamaño. Aunque tengamos tres años de relación, no puedo con lo grande que es su polla. Le rodeó las caderas con las piernas. Cruzó los tobillos por detrás de su espalda y apretó para que no se mueva mientras está dentro de mí.
Deja caer la cabeza sobre mi hombro y suspira cerca de mi oreja, haciendo que se me estremezca todo el cuerpo. Sus embestidas se vuelven más agresivas, mientras que yo grito su nombre cerca de su hombro. La vista se me nubla, y me siento como si me fuera a desmayar.
Me tira sobre la cama y empieza a besarme, y sus besos bajaron hacia mi cuello y torso. Siento cada parte de sus labios explorar cada parte de mi cuerpo. Me siento como si fuera a desmayarme. La ola de sensaciones me atrapa, así haciendo que me abalancé hacia él y vuelva a penetrarse dentro de mí.
No soy capaz de hablar ni pensar. Apoyó las manos sobre su abdomen, sintiendo cada vez más su polla dentro de mí. Me da unas embestidas más, hasta que me corro. Me tira a la cama y, aún dentro de mí, empieza a besarme, haciendo que me corra de nuevo.
Dios...Nunca pensé terminar en esto...
Me doy la vuelta de nuevo y me desplomó en su pecho y me engancha del pelo. Me balanceo contra sus embestidas, que se vuelven más fuertes. El satisfactorio sonido de nuestra piel chocando resuena por toda la habitación. De pronto, agradezco que haya una fiesta al lado.
Reduce la velocidad, pero de la nada, vuelve a embestir, haciendo que grite su nombre. En cada embestida que da, respondo, así haciendo que me corra unas veces más.
Y así pasa la noche, no sé realmente si me desmayé o no, ya que cerré los ojos y me dejé llevar por Chan, el cual solo daba más fuerte.
Bueno... ¿Qué digo yo? Este hombre es una persona de otro mundo...
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"Pastilla del día siguiente"
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-Aly
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