하나
Era realmente normal ver las calles de Seúl llenos de adornos de corazón o de cualquier cosa que tuviera que ver con el amor una noche de "San Valentín", después de todo, para la mayoría de las personas, aquello sería totalmente normal.
Pero no para Park Chaeyoung.
Ella realmente odiaba ese día en especial, pero aún más odiaba tener que ir a su trabajo a cantar tontas cancioncitas de amor, mientras veía a las personas darse afecto en público.
Ella realmente odiaba toda esa mierda.
En cuánto llegó a su trabajo, saludó a su jefe de forma seca e ignoró la rosa que el hombre le tendía. Su humor era realmente una porquería, pero nadie podía culparla. Ella odiaba todo lo que tuviera que ver con el amor.
Intercambió unas pocas palabras de cortesía con algunas personas y caminó hasta su camerino, tomándose las molestias de tomar la gran cantidad de cartas que habían deslizado por debajo de la puerta y tirarlas a la basura mientras decía algunas palabras en voz baja por las que estaba totalmente segura de que si su madre la escuchara, no dudaría nada en lavarle la boca con jabón y cloro.
Hizo lo mismo de todas las noches. Afinó su guitarra, se dio un pequeño retoque en su maquillaje y se dedicó a ver su teléfono y, de nuevo, insultar a sus amigos y a sus parejas.
Ah, ella realmente odiaba todo lo que tuviera que ver con el amor.
—Sales en cinco. – escuchó la voz de su jefe, seguido de un par de toques en la puerta.
Se levantó del puff que tenía allí, arreglando un poco su ropa mientras se miraba al espejo. Caminó un poco más cerca de este, viéndose a sí misma y preguntándose quién era aquella chica que estaba en el reflejo, sin embargo, no tenía ninguna respuesta.
Soltó un suspiro, tomando su guitarra del estuche y saliendo de su camerino, caminando por el pasillo hacia el pequeño escenario en el que normalmente cantaba. Saludó a las personas que pasaban por su lado con pequeños movimientos de cabeza, tratando de contenerse en insultarlos cada vez que le decían filiz díi.
En cuánto llegó a las pequeñas escaleras que la llevaban al escenario, su jefe le entregó un pequeño papel con todas las canciones que debería cantar aquella noche. No pudo evitar poner una mueca de desagrado en cuanto notó, obviamente, tontas canciones de amor.
—Realmente recibirás buenas propinas está noche, Chae. – le dijo el hombre, colocando una de sus manos en el hombro derecho de la castaña y darle un suave apretón, sonriendo de forma paternal. — Buena suerte.
—Sí. – respondió secamente, dando una pequeña sonrisa falsa. — Gracias.
Subió al escenario, yendo de inmediato hasta la silla que había en medio de este y la cual era alumbrada por los reflectores. Tuvo que cerrar un poco los ojos ante el repentino brillo, sin embargo, dio una mirada por todo el bar, notando que estaba realmente lleno.
Se aclaró la garganta, llamando la atención del público, se presentó a sí misma brevemente y comenzó a tocar los acordes de la primera canción.
¿Saben aquella sensación de desagrado que te invade al hacer algo que no te gusta y realmente no quieres hacer? Bueno, así se sentía al cantar las tontas canciones de amor de Camila Cabello; Dream of You, Used to This, Easy, Never be the Same, y obviamente la que no podía faltar, All of Me, de John Legend. Ella realmente preferiría cantar, no lo sé, tal vez This Love o Consequences.
Ah, cualquier canción que no fuera sobre lo bonito y hermoso que era el amor.
Su trabajo estaba por terminar luego de un par de horas, el bar seguía casi lleno y seguían llegando personas, quienes estaban más concentradas en darse amor mutuamente que en lo que Chaeyoung estaba cantando.
Terminó la última canción de la noche y estaba a punto de bajarse del escenario en cuanto la puerta principal del bar se abrió, revelando a una pareja de chicas sonrientes quienes entraban al bar agarradas de la mano.
Un nudo se formó en la garganta de Chaeyoung en cuanto se fijó en ellas, más precisamente en una de ellas.
Y ahí estaba la razón del porqué odiaba el amor.
La última vez que había visto a Jennie Kim fue el mismo día en el que su padre había muerto. Y lo recordaba. Jodidamente lo hacía.
¿Qué clase de persona que decía amarte terminaba contigo luego de una relación de tres años a tan solo unos cinco minutos de haber muerto tu padre? Solo aquella estúpida pelinegra a la cual odiaba con su alma.
—Chaeyoung. – escuchó la voz de su jefe. Levantó la vista y notó que él la miraba con preocupación. — ¿Todo bien?
Ella miró hacia las mesas, notando como su ex y la otra persona ya se habían sentado en la mesa justo frente al escenario. Asintió lentamente.
—Solo una canción más. – susurró. El hombre la miró dudoso, sin embargo, terminó cediendo. Chaeyoung hizo un pequeño movimiento de cabeza en forma de agradecimiento. Se volvió que aclarar la garganta, llamando la atención de las personas. — Uh, bueno, alguien acaba de realizar un pedido sobre una canción algo... triste. – dijo, sintiendo la garganta quemarle por la pequeña mentira. — Por favor, disfrutenla, esto es "The one that got away" de Katy Perry.
Se sentó de nuevo en la silla y comenzó a tocar los acordes, mirando hacia las personas frente a ella y notando que la mayoría la ignoraba, incluyendo aquella persona. Miró a un lado, notando que su jefe la miraba extrañado. Ella simplemente se encogió de hombros.
Los recuerdos comenzaron a llegar a ella en cuanto comenzó a cantar, cerró los ojos y simplemente se dejó llevar por el sentimiento. No entendía como era que aquella canción realmente describía el cómo se había sentido en aquel entonces y el como se sentía hora, viendo por primera vez en muchos años a quién fue su primer amor.
A la misma persona a la que se lo había entregado todo para hacerla feliz y la misma persona que simplemente había decidido terminar con todo por un mensaje de texto cuando más la necesitaba.
Recordaba a la perfección aquel verano en el que la había conocido. Su mejor amiga en ese entonces había organizado una fiesta para celebrar que era el último día de clases y allí había conocido a Jennie.
[○●○]
—No te quita la mirada de encima. – dijo Lisa, codeando de broma a una avergonzada Chaeyoung que realmente quería que la tierra la tragara en ese momento.
Su mejor amiga había organizado aquella fiesta en donde se encontraban la mayoría de los estudiantes del colegio, bebiendo, bailando y haciendo otras cosas que la mayoría sabía que no eran aptas para su edad.
—Ni siquiera sé quién es. – respondió Chaeyoung, llevándose su vaso a la boca, tomando un pequeño trago de alcohol.
—Yah, no te preocupes por eso, puede resolverse. – fue lo único que dijo la tailandesa, tomando a Chaeyoung del brazo y comenzando a arrastrarla a través del patio y de los cuerpos sudorosos de los estudiantes ebrios que se encontraban bailando al borde de la piscina.
Chaeyoung colocó resistencia, negándose a darle el gusto a su mejor amiga, sin embargo, un par de chicos pasaron corriendo a su lado, terminando empujándolas a ambas a la piscina.
En cuanto la fría agua tocó el cuerpo de Chaeyoung, la rubia comenzó a mover sus brazos de un lado a otro para tratar de salir a la superficie ¡No sabía nadar, joder! Sin embargo, sus bruscos movimientos lo que hicieron fue hundirla cada vez más.
Desesperada, abrió la boca para tratar de gritar. Lo único que hizo fue tragar una gran cantidad de agua que la hizo toser y que tragara más. Sintió que comenzaban a jalarla hacia arriba.
—¡Yah, tengan cuidado! – escuchó a alguien gritar, mientras la cargaban para sacarla de la piscina. Su vista estaba nublada, por lo que no podía ver exactamente quién era, solo una gran mancha negra.
Seguía tosiendo, sintiendo como salía agua por su boca y aún se le dificultaba respirar. Sintió un par de palmadas en su rostro, trató de enfocar su vista, haciendo por algunos segundos y luego volvía a ver todo borroso.
—Hey, ¿estás bien? – escuchó, notando que la persona frente a ella chasqueaba los dedos, tratando de llamar su atención.
En cuanto su vista se enfocó debidamente, miró a su alrededor, notando que la mayoría de las personas la miraban y otras seguían en lo suyo. Ella asintió lentamente, intentando sentarse correctamente en el suelo, sin embargo, un par de manos en sus hombros se lo impidieron.
—Quédate así un rato. – dijo la chica pelinegra que, según Lisa, no le había quitado la vista de encima. — Soy Jennie Kim, por cierto.
—P-Park Ch-Chaeyoung. – dijo como pudo, notando como una pequeña sonrisa ladina crecía en el rostro de la pelinegra.
Miró hacia atrás, notando a su mejor amiga levantar ambos pulgares mientras le sonreía radiante.
[○●○]
Un nudo se formó en su garganta en cuanto abrió los ojos y miró hacia aquella mesa, notando aquellos ojos de los que se había enamorado alguna vez, la miraban fijamente. Tuvo la intensión de apartar la mirada, sin embargo, su orgullo no la dejó.
Otra oleada de recuerdos la invadió en cuanto cantó la segunda línea.
[○●○]
—Sigo sin creer que este auto sea tuyo. – se burló Chaeyoung, bajando del auto de Jennie en cuanto está estacionó en la cima de aquella colina en las afueras de Seúl.
—¿Por qué? – preguntó la mayor, siguiendo a la rubia y caminando hasta ella, sentándose en el capó del Mustang.
—Tienes 17 años, Jennie, ¿cómo puedes siquiera tener un auto?
La mayor soltó una carcajada.
—Va, es de mi hermano Taehyung. – confesó la mayor, ladeando la cabeza y mirando a Chaeyoung con una sonrisa ladina en el rostro. — Lo he tomado prestado porque de verdad quería traerte aquí.
La menor abrió la boca sorprendida y caminó hasta Jennie, colocándose en medio de sus piernas y mirarla a sus ojos.
—¿Lo has tomado sin permiso?
—Ah-ah. – negó Jennie. — Las llaves estaban en mi habitación, y no importa si no es mío, mientras esté en mi habitación puedo tomarlo cuando quiera.
Chaeyoung la miró estupefacta, notando como una sonrisa llena de suficiencia aparecia en el rostro de Jennie.
—Tú realmente eres...
—¿Jodidamente increíble? Mierda, lo sé. – se burló, bajando la cabeza hasta plantar sus labios con los de la menor en un suave beso.
El sol comenzaba a caer, dejando ver un hermoso atardecer que ambas se dedicaron a apreciar en total silencio, compartiendo pequeños besos de vez en cuando. Chaeyoung estaba de pie, entre los brazos y las piernas de Jennie mientras que la mayor descansaba su cabeza en el hombro de la menor.
—Gracias por traerme aquí. – susurró Chaeyoung, girando un poco la cabeza para ver el rostro de Jennie. La mayor sonrió, plantando un beso en la coronilla de la rubia antes de dejar ir un pequeño suspiro.
—Gracias por venir conmigo. – respondió Jennie con su voz ronca debido a la brisa fresca de la noche.
El lugar estaba totalmente silencioso, solo el leve murmullo de la radio encendida dentro del auto y el de los grillos entre el corto pasto. Estaba iluminado gracias a las farolas del auto y a la brillante luna en su punto más alto en el cielo, siendo acompañadas por millones de estrellas.
Chaeyoung siguió mirando a Jennie, apreciando el perfecto perfil de la mayor y pasando sus dedos suavemente por esté, causando que pequeños escalofríos recorrieron su cuerpo.
Estuvieron mirándose por un largo rato hasta que sus labios comenzaron a implorarles que se unieran en un beso, que sin duda no sería el último de la noche.
Chaeyoung simplemente dejó que Jennie se hiciera cargo de la situación. Era su primera vez, y sin duda había sido memorable.
La mayor había sido tan gentil y amorosa con ella, recorriendo todo su cuerpo con pequeños besos, embistiendo suavemente dentro de ella y susurrando lo perfecta que era y lo gratificante que era verla de aquella forma, con su respiración errática, el cabello desordenado, los labios hinchados y su desnudo cuerpo brillando debido al sudor a pesar de que era una noche fresca.
Ella realmente disfrutó aquella noche, haciendo el amor con su primer amor en el capó del auto de su cuñado, con el murmullo de la radio y viendo las estrellas en más de una forma.
[○●○]
Sintió que una lágrima corría por su mejilla al recordar aquello. Comenzó a sentirse pequeña al notar que aquella persona no le quitaba la mirada de encima, a pesar de tener a su nueva pareja al lado.
Comenzó a sentirse como una idiota al estar cantando aquella canción, pero ya no podía no quería dejar de hacerlo. Había comenzado a sentir que un gran peso comenzaba a quitarsele de los hombros.
Tal vez... solo aquello era lo único que le faltaba por hacer para por fin soltar el pasado.
En cuanto cantó la siguiente línea, volvió a mirar a aquellos ojos que alguna vez la hicieron sentir amada.
[○●○]
—¿Esto en que momento te pareció una buena idea, eh? – regañó Chaeyoung, mirando a su alrededor para ver si alguien, cualquier persona, se acercaba mientras Jennie estaba metiendo botellas de alcohol en su mochila. — Dios, tu madre ya me odia, con esto no querrá verme ni en pintura.
—¡Sh! – la calló la mayor, pensando que bebida sería mejor. — ¿Whisky o Vodka? – preguntó, mirando a Chaeyoung mientras tenía ambas botellas en sus manos.
La menor la miró como si estuviera a punto de perder la cabeza. Jennie gruñó.
—Vodka será, entonces. – metió la última botella en la mochila y por fin la cerró, colocandosela en la espalda, causando un tintineo fuerte que hizo que la menor la mirará con temor.
—Actua normal. – dijo, saliendo de la oficina de su padre con la rubia detrás, pasando por el vacío pasillo y caminando en dirección a las escaleras para salir de su casa.
Chaeyoung miraba a todos lados, nerviosa. Sintió que el alma se le escapaba del cuerpo en cuanto llegaron a pasar frente a la sala de estar, escuchando a la madre de su novia llamarla.
—¿Sí, madre? – preguntó Jennie, tratando de no hacerse pis encima. Chaeyoung se quedó detrás de su novia.
—¿A dónde vas, cariño? – preguntó la mujer, mirando con desagrado a la niña detrás de su hija. — Ya te he dicho miles de veces que no me agrada que subas a tu habitación con tu... amiga.
Jennie soltó un suspiró.
—Estaba ayudando a Rosie con algunas cosas de química. – respondió secamente, mirando a Chaeyoung en espera de que asintiera, dándole la razón. — Y ahora vamos a la casa del árbol.
Jennie tomó la mano de la menor y comenzó a caminar hasta alejarse lo suficiente de su madre, sin embargo, debió suponer que aquella mujer que amaba con su alma pero que a veces detestaba, no se daría por vencida tan rápido.
—¿Qué llevas en la mochila? – preguntó. Y la sangre de Jennie se congeló mientras que Chaeyoung comenzaba a rezarle a todos los santos habidos y por haber que las ayudaran a salir de aquellos ilesos.
—Ah- – comenzó Jennie, su mente trabajando a mil por segundo para encontrar algo lo suficientemente bueno para que madre la deje ir. — Uh, pasaremos la noche en la casita, llevamos comida y bebidas y la compu... – dijo, tratando de sonar lo más sincera posible. — Y eso.
La mujer entrecerró los ojos, mirando con duda a su hija y a la otra chica. Jennie y Chaeyoung sintieron como si aquella mujer estuviera estudiandole el alma, buscando sus más horribles pecados.
—De acuerdo. – dijo la mujer, luego de un minuto. — Abrigate bien, cariño, no quiero que te enfermes.
Jennie suspiro, frunciendo el ceño.
—Mamá, tengo 17, casi 18, sé cuidarme sola. – gruñó, dando media vuelta y tomar la mano de Chaeyoung para salir de su casa.
La menor soltó un pesado suspiro lleno de alivio en cuanto salieron de la casa y comenzaron a subir por las escaleras hacia la casita del árbol de Jennie.
—Realmente pensé que nos descubriría. – se quejó Chaeyoung, dejándose caer en el puff que su novia tenía allí.
Jennie rió, comenzando a sacar las botellas de alcohol de su mochila y sirviendo el líquido en un par de vasos de vidrio, tomando por completo el líquido de uno de inmediato.
—Pero no lo hizo. – se burló Jennie, ofreciéndole el otro vaso a su novia. — Vamos, toma conmigo.
[○●○]
Justo en ese momento, para completar el recuerdo, vio a Jennie llevar tomar un poco de lo que fuera que estuviera bebiendo, notando como aquella manzana de Adam que tanto había adorado bajaba y subía.
Apartó la mirada de su ex-novia, dejándola en su muñeca izquierda, notando aquel tatuaje que seguía en su piel. El mismo que se había hecho el día en el que había cumplido 18 años.
El mismo que Jennie se había borrado.
[○●○]
—Recuerdo que lo único que dije fue que quería hacerme un tatuaje. – renegó Chaeyoung, cruzándose de brazos y dejando sobresalir un adorable puchero. — Y agradezco que quieras darmelo como regalo, pero realmente prefiero pagarlo por mí misma.
—Ah, cállate que nadie pidió tu opinión, sangre sucia inmunda. – se burló Jennie, dejando un pequeño beso en los labios de la cumpleañera. Chaeyoung puso los ojos en blanco. Su novia últimamente tenía esta pequeña obsesión con Harry Potter. — Además, planeo tatuarme también y escuché que aquí hay descuento por ser tatuaje de pareja.
Y sin más, bajó del Mustang de su hermano para comenzar a caminar hacia el local de tatuajes, dejando a Chaeyoung atrás. La menor abrió la boca sorprendida, bajando del auto tan rápido que en tan solo un par de segundos alcanzó a su novia, entrelazando sus manos.
—¿Estás bromeando, no? – frunció el ceño. Jennie negó. — Dijiste que odias los tatuajes, incluso no me hablaste por un par de días cuando te dije que quería hacerme uno.
—Bueno, lo hacía, pero luego lo pensé bien y me parece una genial idea tener algo igual que el amor de mi vida. – fue lo único que respondió, encogiéndose de hombros.
Chaeyoung sintió que su corazón latía rápido.
—¿Y si en algún momentos terminamos con esta locura? – preguntó Chaeyoung con burla. — Realmente no creo poder aguantarte otro par de años más.
Jennie abrió la boca, indignada. Soltó su mano y se cruzó de brazos. Chaeyoung soltó una risita.
—Entonces vendeme y comprate un conejo. – gruñó, haciendo que Chaeyoung soltara una risita mientras apoyaba su cabeza en el hombro derecho de Jennie.
—Hablo en serio, Nini. – murmuró la rubia, tomando la mano de su novia para comenzar a jugar con sus dedos. — ¿Qué tal si en algún momento...? - un dolor invadió su pecho, haciéndola incapaz de terminar aquella frase. Jennie giró su cabeza para verla al rostro.
—Yah, déjate de idioteces. – gruñó, tomando la mano de su novia y dándole un suave apretón antes de llevársela a la boca para dejar un par de pequeños besos. — Si estoy tan segura de hacerme este tatuaje es porque estoy cien por ciento segura de que estaré a tu lado toda mi vida.
[○●○]
Chaeyoung sonrió con amargura, recordando aquello. A pesar de haberse enterado un par de meses después de su ruptura con Jennie que la mayor se había borrado aquel tatuaje, ella nunca había logrado reunir la suficiente valentía como para hacerlo también.
Ahora, actualmente, ese parte había pasado de ser un estorbo y algo que odiaba, a ser una marca que había dejado el final de una etapa importante en su vida.
Levantó la mirada, notando que la mayoría de las personas en el público la miraban fijamente, incluyendo Jennie, con su tonto rostro tan serio que se le hacía imposible a Chaeyoung leer que era lo que pensaba.
Y siguió cantando, notando que su primer había cambiado un poco demasiado. Sus facciones ahora eran mucho más maduras y fuertes, su cuerpo se había encargado de eliminar aquella grasa de bebé en sus mejillas que Chaeyoung tanto había adorado.
—But in another life, I would be your girl. – el nudo volvió a aparecer en su garganta, haciendo que su voz comenzara a sonar temblorosa. — We'd keep all our promises, be us against the world. – cerró los ojos, sintiendo como un dolor que hace mucho tiempo no sentía aparecía en su pecho al notar también que el labio inferior de Jennie comenzaba a temblar a pesar de la distancia. — In another life, I would make you stay, So I don't have to say you were. – abrió los ojos justo a tiempo para notar como una de las lágrimas caía en su muñeca, justo en el lugar en donde aún tenía aquel tatuaje que, de la nada, comenzaba a quemarle la piel. — The one that got away.
Cantó lo último, sintiendo como el gran peso que había sentido sobre sus hombros durante años, desaparecía mágicamente de sus hombros.
Levantó la mirada, y bueno, deseo no hacerlo ya que vio a Jennie levantandose de la mesa de la mano de su pareja y con billetera en mano, dispuesta a pagar lo que habían consumido.
Soltó un suspiro, sintiéndose una total tonta en cuando la realidad la golpeó con fuerza. Se despidió de forma breve de quienes la habían escuchado. Ignoró las preguntas de su jefe y con calma, camino hasta su camerino, encerrándose en este, totalmente sumida en sus pensamientos.
Aún recordaba como había finalizado todo. Ah, aquella noche había sido sin duda la peor de toda su vida.
Había perdido a las dos personas que más amaba en su vida.
Una de ellas le había dado la vida.
Y la otra, le había enseñado a vivirla.
[○●○]
Sus ojos comenzaron a cerrarse por sí solos debido al sueño que sentía en ese momento. Se llevó las manos al rostro, pasandoselas por este mientras soltaba un gruñido lleno de frustración.
Se encontraba en el hospital en compañía de su madre y hermana. ¿La razón? Su padre.
Él siempre había tenido estos problemas en el corazón, sin embargo, últimamente habían empeorado demasiado. Ahora se la pasaba metida en el hospital unas dos o tres veces a la semana, cambiando por completo su rutina, además de que sus estudios y la temporada de exámenes no le hacían las cosas fáciles.
Ah, ¿por qué los profesores no podía entender lo que estaba viviendo con su padre y que esa era la razón por la que su cabeza no daba para nada más que no fuera la salud de su padre?
Y precisamente aquello era la razón de sus peleas con su novia. Jennie simplemente había comenzado a discutir y a quejarse por todo, y bueno, Chaeyoung no tenía tiempo para soportar reclamos ni discusiones estúpidas y sin sentido de su novia.
Aunque... al parecer eso era lo único que últimamente hacían. Solo discutir, ignorarse, medio arreglar las cosas y volver a discutir.
—Ah. – se quejó, levantándose de la silla metálica y estirando su cuerpo, haciendo que sus huesos de la espalda tronaran. Sacó su teléfono del bolsillo, buscando el número de su novia en la lista de contactos para llamarla, sin embargo, el hecho de que un pequeño grupo de enfermeras pasaran corriendo frente a ella en dirección a la habitación de su padre... bueno, aquello le pareció mucho, pero demasiado, más importante. — ¿Qué sucede? – preguntó, entrando en la habitación de su padre seguida por su madre y hermana.
—Deben retirarse. – fue lo único que escuchó, porque en cuanto la máquina comenzó a sonar con un horrible pitido, una enferma se encargó de empujarla fuera de la habitación.
Y ahí fue cuando el tiempo se detuvo por completo.
Podía ver a las enfermeras ir de un lado a otro en la habitación mientras que una de ellas presionaba el pecho de su padre y otra colocaba la máquina de reanimación en funcionamiento. Vio el cuerpo del único hombre que amaba ser sacudido debido a las descargas, pero lo que más le dolió fue cuando notó la tristeza reflejada en la enfermera que había intentado reanimar a su padre.
Luego de unos minutos, la enfermera salió, con la pena reflejada en su rostro.
—Lo siento tanto. – fue lo único que dijo, y aquello bastó para que Chaeyoung cayera de rodillas al suelo, sintiendo como una gran parte de su mundo se iba abajo.
Realmente no supo cuánto tiempo estuvo en aquella posición, sin moverse, solo sintió su teléfono vibrar en su teléfono, por lo que lo sacó, notando el nombre de su novia en una llamada entrante. Rápidamente la aceptó, llevándose el aparato a la oreja.
—Jen- – fue lo único que alcanzó a decir antes de que su novia la cortara.
—No, Chae, escúchame. – dijo su novia a través del otro lado de la línea. — Creo que lo mejor es terminar con esto. – Chaeyoung abrió los ojos lo más que pudo, sintiendo como sus ojos se llenaban de lágrimas y como la otra parte de su mundo también se iba abajo. — No doy para más. – dijo Jennie. — Realmente te deseo todo lo mejor y toda la felicidad del mundo, pero hasta aquí llega lo nuestro.
[○●○]
—¿Señorita Chaeyoung? – escuchó, seguido de unos toques en su puerta. Decidió ignorarlos, pero luego de unos segundos en los que estos no pararon, se levantó.
—¿Qué? – preguntó bruscamente, tratando de controlar su lengua para que no comenzara a lanzar insultos a diestra y siniestra. Chaeyoung notó la rosa que el chico tenía en las manos junto con un pequeño papel doblado. — ¿Cuantas veces tengo que decirte que no me interesa recibir regalos durante días como estos?
—Lo sé, señorita. – dijo el chico avergonzado. — Pero una mujer de cabello negro me dijo que se lo diera, dijo que le dijera que era parte de... ¿Nini? – preguntó él, confundido. — Realmente no lo sé, lo siento. – se disculpó, haciendo una pequeña reverencia. — Debo seguir con mis labores, disculpe.
Él le tendió las cosas a Chaeyoung y se fue, dejándola a ella mirando al papel y a la rosa con el ceño fruncido. Volvió a entrar en su camerino, cerrando la puerta y caminar hasta su puff para lanzarse sobre él.
Abrió primero la nota, sintiendo un millón de sentimientos aparecer en su interior.
"Tal vez en otra vida seas mi chica, solo hay que hacer las cosas bien.
Feliz San Valentín, Rosie. "
-J.R.J.K.
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