
✘ ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ꜱɪᴇᴛᴇ ⚠️
⚠️ Capítulo largo con sadismo, violencia explícita y vocabulario soez/vulgar.
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Lunes 11 de Julio del 2022
Busan, Corea del Sur.
17: 23 p.m.
Cuatro meses después del primer contagio
...
El viento soplaba con firmeza en dirección al oeste, serpenteando entre los edificios abandonados, haciendo girar remolinos de hojas verdes recién caídas de los árboles y una capa de polvo que se levantaba del asfalto agrietado. Era pleno verano. Hacía calor. En otro tiempo, sería una estación que habría traído consigo carcajadas en los parques, familias preparando maletas para las vacaciones, tardes de helado derritiéndose bajo el sol...
Sin embargo, ya no era así.
Todo se había ido junto con el mundo que conocían.
Era parte de una vida extinguida.
Desde el techo del autoservicio, podía contemplar el horizonte desolado frente a él. Las edificaciones se extendían como esqueletos de concreto, la mayoría estaban en pésimas condiciones, muchos se estaban cayendo a pedazos, otros calcinados hasta los cimientos. Todo estaba destruido como consecuencia de la primera y definitiva oleada del virus.
El mundo estaba vacío. No había coches circulando, fábricas activas, conversaciones triviales o ladridos. Ni siquiera el zumbido de una mosca. Solo el susurro constante del viento y, a veces, muy de vez en cuando, un gemido que rompía la calma. Pero por lo general, era como estar en un mundo sin sonido.
Pero no todo era "malo".
Desde que inició la hecatombe hace cuatro meses el medio ambiente había comenzado a cambiar. El cielo se veía más limpio, más azulado que antes. Sin el humo de los autos, las industrias y las ciudades abarrotadas, el ambiente comenzaba a purificarse.
Con el paso del tiempo, todo se iría acomodando en su respectivo lugar. La naturaleza se iría recuperando lentamente de todo el daño que alguna vez le habían causado. Era paradójico. En medio de tanta muerte, el mundo estaba sanando, se estaba reordenando, reconstruyendo... pero sin los humanos.
El silbido del viento se escuchaba como una melodía, la cual se colaba entre las ruinas para traer, aunque fuera por un instante, un atisbo de paz y serenidad.
Jungkook cerró los ojos, dejando que el aire fresco rozara su piel con delicadeza. Su cabello negro, el cual había crecido bastante, danzaba con la brisa.
Hacía mucho que no se permitía sentir algo tan simple como la serenidad. Por un instante, el caos dejó de existir. No había muertos, no había hambre. Solo él, el viento, y el recuerdo de una vida normal.
Para este punto, había olvidado como eran las cosas buenas que había en la tierra. Solo cuatro meses y parecía que el mundo siempre había sido así.
—Jungkook, ¿qué haces ahí arriba? — le preguntó Wonho desde la calle desértica.
Jungkook abrió los ojos y suspiró largamente. Entonces, abrió la lata de Coca Cola que encontró y la tomó de un solo trago. También había olvidado lo deliciosa que sabía una bebida energética. Durante los últimos meses habían sobrevivido a base de agua y alimentos chatarra e inclusive caducados.
—Hey, no me ignores y baja tu trasero de ahí — le ordenó Wonho.
—No estés molestando ahora, Wonho. Estoy disfrutando de la vista, ¿acaso no ves? — Jungkook se acabó su bebida y la arrojó al vacío. Basura más, basura menos, ¿a quién carajo le importaba? Solo deseaba un momento tranquilo como este.
—Pues déjalo para después, debemos irnos. ¡Oscurecerá pronto! — anunció.
El pelinegro hizo una mueca frustrada al ver que efectivamente el sol estaba por ocultarse. Se levantó de mala gana y bajó por la oxidada escalera de metal que estaba en un costado de la tienda.
—¿Encontraste lo que necesitamos? — le preguntó.
Su compañero le arrojó una de las mochilas que llevaba colgada en los hombros y Jungkook la atrapó ágilmente con sus reflejos de felino. Un alivio se plantó en su pecho al ver los productos: agua y comida enlatada, que era igual a la gloria misma.
Había pasado tiempo desde la última vez que encontraron tantos productos en una sola tienda de conveniencia. En general, quedaban bastantes suministros en la ciudad, pues el contagio ocurrió tan rápido que la mayoría de la gente murió y ni siquiera tuvieron oportunidad de saquear las tiendas. El problema era llegar a esas minas de oro, que siempre estaban en los puntos más riesgosos.
—Aún quedan muchas cosas. Podemos regresar la siguiente semana y llevarnos más — propuso Wonho y Jungkook asintió, estando de acuerdo —. Bien, hay que irnos antes de que el sol se oculte... a menos que quieras dormir allá arriba esta noche — señaló el techo.
—No me molestaría dormir viendo las estrellas. Tal vez así, al menos, consiga hacerlo — respondió él pelinegro, considerándolo de verdad.
Las ojeras bajo sus ojos delataban el insomnio que lo atacaba noche tras noche. Conciliar el sueño se había vuelto casi imposible. Y aquellos días cuando lograba cerrar los ojos, no encontraba descanso. Tenía pesadillas grotescas, llenas de sangre y gritos.
Wonho le dio un golpe en el hombro.
—Deja de pensar estupideces.
Jungkook rió un poco.
—Yo conduzco, grandote — dijo, quitándole las llaves de la mano.
—Demonios, ¿otra vez? No me gusta ir abrazándote por la espalda — Wonho hizo una mueca asqueada.
—Y a mí no me gusta que me arrimes tus miserias, pero siempre he manejado mejor que tú. Es lo que hay —finalizó el pelinegro.
Wonho gruñó y subió a regañadientes en la parte trasera de la motocicleta. Una vez montado, colocó las manos sobre los costados de Jungkook sin demasiado entusiasmo. El pelinegro se colocó los guantes y puso las manos sobre el acelerador.
—Agárrate —le dijo con burla —. No quiero que te caigas y me hagas regresar a recogerte.
Wonho resopló por la nariz.
—Cierra la boca y conduce — le dijo.
Jungkook giró el acelerador y la motocicleta salió disparada como un relámpago, deslizándose por las calles. Ya no existían reglas de tránsito, ni luces que obedecer, ni peatones que esquivar... al menos, no vivos. El rugido del motor rompía la quietud del pueblo, atrayendo a los muertos como tiburones.
Aquellos emergieron de los callejones, de las tiendas y de los rincones más oscuros, corriendo tras ellos con movimientos torpes y descoordinados. Tenían las bocas abiertas y brazos estirados mientras los perseguían con una hambrienta desesperación. Sin embargo, no importaba cuán rápido se movieran, un par de piernas descompuestas jamás podrían competir con la potencia del motor.
La motocicleta serpenteaba entre los autos muertos, la basura y escombros sin perder potencia, como si el apocalipsis fuera una pista de carreras.
Los perdieron en cuestión de minutos. Los muertos quedaron atrás. Finalmente, llegaron al edificio y se detuvieron frente a las puertas automáticas, que se abrieron de inmediato para darles paso al estacionamiento subterráneo.
Aparcaron, cubiertos de polvo. Jungkook apagó el motor y bajó, cargando las provisiones.
Sarang, quien había estado monitoreando la entrada, se acercó con el ceño fruncido y el rostro tenso,
—Tardaron más de lo habitual —dijo con voz preocupada —. El sol casi se pone. Empezaba a preocuparme, pero no quise alarmar a los demás.
Hizo una pausa, mirando a ambos con atención.
—¿Qué pasó allá afuera?
—Lo que pasa es que cada vez hay más muertos. Algo debe estar atrayéndolos hacia aquí y en verdad espero que no seamos nosotros — respondió Jungkook con su usual sinceridad —. Cuando menos lo esperemos la zona estará infestada. Creo que ya viene siendo hora de buscar otro refugio. Debemos retomar el plan inicial e ir hacía Gimhae — anunció.
Ante el anuncio, el gemelo bajo la mirada sin decir nada. Apenas habían conseguido instalarse en el edificio, lo habían adecuado y asegurado durante los últimos meses, justo terminaron hace dos días.
—Bueno —su mejor amigo lo interrumpió, dándole una mirada desaprobatoria por su comentario —, traemos algunas cosas. Además, encontramos una tienda nueva con muchos suministros. Volveremos la siguiente semana por más de ellos, no tenemos de que preocuparnos por la comida durante un tiempo.
Wonho abrió la mochila dejándole ver el contenido.
—¡Oh, my God! — Sarang dio un salto —. Esto es una excelente noticia. Los demás estarán más que felices con estas cosas y yo también. ¡Gracias! — eufórico, le dio un abrazo a Wonho y después uno a Jungkook, pero mas reservado.
Eufórico, Sarang le dio un abrazo a Wonho y después uno a Jungkook, pero más reservado.
Mientras el gemelo los abrazaba, Jungkook le lanzó una mirada determinante a Wonho, dejándole en claro que dejarían la conversación para más tarde.
Subieron por las escaleras de emergencia hasta la primera planta que solía ser el antiguo piso de oficinas, pero ahora se había convertido en su refugio improvisado. Al abrir la puerta, el ambiente estaba impregnado con el olor del polvo y soledad. En el suelo, sobre un par de mantas extendidas, estaban Seungmin, Woojung y Ryujin.
Los tres levantaron la vista al mismo tiempo, como si hubieran estado esperando este momento. Sus rostros se iluminaron con una mezcla de alivio y esperanza al verlos, cubiertos de sudor, tierra y con cansancio, pero vivos.
—Bueno, ¿quién pondrá la mesa? — preguntó Wonho mientras les enseñaba las provisiones y eso fue suficiente para que el resto suspirara con alivio.
Repartieron las latas de comida y demás suministros personales. Wonho le extendió unos lentes a Seungmin, sin embargo, este sacudió con la cabeza, ya que esos tampoco eran de su misma graduación. Luego, le dio un pepto bismol a Woojung, el cual seguramente estaba vencido, pero suponía no podía hacer más daño que las sardinas podridas... ¿o si?
Jungkook vació su mochila. Sacó sus sobres de proteína, un rollo de vendas y medicamentos. Pero al fondo, entre los objetos, quedó un producto que él no había tomado, y que, evidentemente, no era para ninguno de los hombres del grupo.
—¿Pero qué es...?
De repente, Ryujin llegó hasta Jungkook y le arrebató bruscamente las toallas sanitarias de las manos para esconderlas a sus espaldas.
—Gracias, Wonho — le dijo a Wonho antes de salir de la habitación azotando la puerta detrás suyo sin ver en ningún momento a Jungkook, quien no le dio la mínima atención al berrinche, mientras que los otros presentes se dieron una mirada desconcertada ante la actitud agresiva de la única mujer del grupo.
—¿Te volviste a enfadar con ella? — le preguntó Seungmin al estar en medio de la incómoda escena.
—Yo no me enfade con ella — contestó Jungkook, despreocupado.
—Pero al parecer ella contigo sí —Wonho suspiró con una sonrisa —. ¿Por qué fue esta vez? — preguntó, mientras seguía acomodando la despensa en el almacén con la ayuda de los chicos más jóvenes que esperaban curiosos la respuesta de Jungkook.
—Quería ir con nosotros a la ciudad y evidentemente le dije que no — contestó con simpleza —. No puedo estar detrás de ella, cuidándola y al mismo tiempo buscar los productos que necesitamos, ni tu tampoco, —señaló a Wonho —sabes como funciona esto. Y no me importa si esta molesta por ello. Ya se le pasará.
El mayor asintió levemente, pues estaba de acuerdo con Jungkook en que solo ellos dos salieran a buscar los suministros y los demás se quedaran en el hotel.
El exterior se había vuelto bastante crudo, mortífero y no era apto para todos. Por eso mismo, cada uno tenía un rol específico en el grupo y el papel de Ryujin no incluía salir en las expediciones. Siempre le daban las tareas menos pesadas y peligrosas, no porque fuese débil sino porque al ser la única chica todos naturalmente la protegían aún más.
Incluido Jungkook, que si, al principio la rechazó de todas las maneras posibles, pero las circunstancias hicieron que la aceptara como parte del grupo. Tampoco es que quisiera que algo malo le sucediera.
—No entiendo, ¿por qué quiere salir en lugar de quedarse aquí donde está segura? — cuestionó Sarang.
—Será porque ya sabes... está en sus días y eso la pone... no sé, sensible. Un tanto loca — susurró Woojung —. Mom used to be like this — soltó una risita melancólica al igual que Sarang.
—Dudo que sea por esa razón— les respondió Wonho —. Tal vez quiere ser de ayuda o simplemente está estresada por la situación. Por pasar tanto tiempo aquí encerrada, por ser la única chica del grupo... muchas pueden ser las razones.
El chico se quedó pensativo al igual que el resto de integrantes masculinos.
—Creo que alguien debería hablar con ella para saber si podemos ayudarla — propuso Seungmin.
—Si, alguien debería ir — enfatizó Sarang e inevitablemente todos se giraron a la persona que tenía el entrecejo fruncido y los brazos cruzados sobre el pecho.
—Si quieren hablar con ella entonces vayan ustedes mismos — sentenció Jungkook de inmediato, sin embargo, los cuatro chicos siguieron observándolo con mucha insistencia —. Yo no voy a ir y dejen de verme así — gruñó, malhumorado.
[...]
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—Idiotas.
Jungkook se dispuso a ir hacia la habitación de la señorita enfurruñada. Consistía en un cuarto con mantas simulando una cama y un escritorio de oficina lleno de sus pertenencias. Ryujin era quien tenía más artículos personales, pues los hombres siempre le daban las mejores cosas.
Jungkook observó la espalda de Ryujin, quien yacía sentada en el suelo frente al gran ventanal que daba vista a la ciudad nocturna. Dudó unos segundos antes de finalmente acercarse. Luego, se dejó caer a su lado, adoptando la misma postura mientras veían silencio el horizonte oscuro.
Ninguno dijo nada durante unos minutos, solo se quedaron ahí, observando la oscuridad.
—Sabes porque no puedo dejarte ir con nosotros — dijo rompiendo el silencio que parecía eterno.
—Porque soy un estorbo — respondió ella velozmente.
—No dije eso.
—Pero lo piensas. Desde que me uní al grupo lo has pensado, ni siquiera me querías aquí, ¿te atreves a negarlo? — le cuestionó seriamente.
Jungkook soltó un largo suspiro.
—Es cierto. También creo que eres demasiado débil para enfrentarte a los muertos, les bastaría derribarte para terminar contigo — respondió directo como solía hacerlo. A Jungkook no le gustaban las mentiras, por eso no las decía ni tampoco quería que se las dijeran a él —. Por esa razón no puedo dejar que salgas y corras riesgo de ser infectada, pues entonces sería mi culpa por no haberte cuidado. Los demás no soportarían que algo malo te sucediera.
—Los demás... — Ryujin asintió mientras sonreía con melancolía —. Pero a ti no. A ti no te afectaría que algo malo me pasara-
—Joder, ¿quieres escucharme decirlo? — interrumpió Jungkook con molestia —. Todos ustedes me importan. Me importan tanto que no permito que salgan a las calles cuando puedo hacerlo yo... No quiero perderlos — dijo él —. Si vieras lo que hay afuera lo entenderías y muy probablemente no quisieras volver a salir jamás de este jodido edificio.
Jungkook dejó salir un suspiro y cerró los ojos, frustrado. Lo último que necesitaba era discutir, sin embargo, volvió a abrir sus ojos después de sentir la mano de Ryujin colocarse encima de la suya.
—Lo siento. No debí haberme molestado por eso, es solo que... — resopló fuerte —pones demasiada responsabilidad en tus hombros, Jungkook —dijo ella—. Por eso quiero ayudarte, no hacerte las cosas mas complicadas. Wonho me ha estado entrenando para saber como defenderme de los muertos, ¿sabías?
Jungkook la vio un segundo, serio.
—No necesito tu ayuda.
—Todos alguna vez necesitamos ayuda — dijo ella.
Jungkook hizo un sonido gutural y miró al frente.
—Mereces que alguien te cuide y se preocupe por ti, así como tú lo haces con todos nosotros — Ryujin acarició la mejilla de Jungkook quien permaneció en silencio ante sus palabras y luego volteó el rostro de este hacia si misma —. Por favor, déjame ser esa persona...
Ryujin le sonrió suavemente mientras el pelinegro permanecía igual.
Por supuesto, Jungkook sabía sobre los sentimientos de la chica hacía él porque ésta era bastante obvia y él no era pendejo como para no darse cuenta de sus acercamientos nada sutiles durante los últimos cuatro meses. No había hecho nada que le diera a entender que tenía interés en ella, pero por alguna razón, la chica se aferró a él.
Ryujin se inclinó hacia él para posar sus labios contra los suyos en un beso tranquilo y aunque el pelinegro no le correspondió tampoco lo detuvo y después de unos segundos, se dejo llevar por la necesidad meramente carnal. Toda su frustración y estrés debía descargarlo de algún modo que no fuese asesinando errantes.
No paso mucho tiempo cuando el beso y la situación fue subiendo de nivel a uno más intenso. Ryujin se puso a horcajadas sobre él sin dejar de besarlo mientras le comenzaba a quitar los botones de la camiseta con desesperación, pero frunció las cejas cuando Jungkook la alejó de su cuerpo —. Suficiente — dijo contundente.
Jungkook se acomodó su camiseta y obligó a Ryujin a bajarse de su regazo. El pelinegro se puso de pie dispuesto a salir de la habitación, pero Ryujin lo sujetó de la mano para retenerlo.
—¿Por qué lo detienes? — le preguntó con los ojos llenos de lágrimas —. Si hice o dije algo malo, no lo volveré hacer, pero no te vayas... ¿O es que no quieres hacerlo conmigo?
Jungkook suspiró, manteniendo la compostura.
—Ryujin, no se trata de eso. Sencillamente queremos cosas muy distintas del otro — mencionó, mientras quitaba la mano de Ryujin de su antebrazo.
—P-pero ambos queremos estar juntos, ¿no es así? — interrogó ella.
—No —Jungkook contestó —. Tú quieres que corresponda a tus sentimientos y yo únicamente quiero follar porque estoy frustrado por toda esta mierda — aclaró no pudiendo ser mas sincero —. Conmigo no tendrás otra cosa mas que eso, ¿estas dispuesta a aceptarlo? — Ryujin se quedo callada —. Si, eso creí. Así que sera mejor que vayas con Wonho o alguno de los otros hombres, que estoy seguro estarían mas que contentos de ser tu pareja.
—¡Pero yo no quiero ir con ningún otro hombre! Me gustas tú. ¡Tú! Con quien quiero estar es contigo — exclamó ella.
Y eso fue suficiente para que Jungkook estallara.
Jungkook abrió los ojos —. ¿Pero qué estás diciendo? ¡Mira en donde estamos, Ryujin! — gritó, dejando de lado su falsa delicadeza —. ¿Qué piensas? ¿Qué vamos a vivir felices en una casa con hijos y un perro? No, aquí no hay lugar para esas pendejadas. Aquí no hay cabida para el amor. Algún día no volveré por esa puerta y la única que va a sufrir en ese entonces serás tú. Así que deja de fantasear e intentar algo que solamente te va a lastimar — concluyó provocando que la chica no pudiera contener las lágrimas.
—E-eres muy cruel — dijo entre sollozos.
—Si, la vida es cruel. Es momento de que te des cuenta de ello — sentenció.
En ese lugar no había cupo para el amor, ni siquiera tenían un futuro asegurado, podían morir al dia siguiente y todo se terminaría.
En aquel lugar, el amor no tenía cabida. No cuando el futuro era algo que podía desmoronarse en cuestión de horas. Vivían al filo de la muerte. Podían morir al día siguiente, y todo se terminaría como si nunca hubiese existido. Solo habría dolor.
Enfadado, Jungkook se dispuso salir e ir devuelta con el grupo, sin embargo, frente a él, una cosa capturó su atención e hizo que regresara y se acercara al ventanal al mismo tiempo que Ryujin se limpiaba las lágrimas y también guió su mirada al punto donde Jungkook estaba viendo ensimismado.
De un momento a otro, Jungkook salió corriendo de la habitación cuando reaccionó. Ryujin fue tras él, impulsada por la misma emoción. Bajaron las escaleras a toda prisa hasta llegar al balcón oxidado que daba hacia la carretera.
Allí, entre la negrura, comenzaron a surgir destellos de luz. Faroles. Muchos. Avanzaban en línea, como un desfile de luciérnagas. Las siluetas de los vehículos se distinguían vagamente, pero eran coches, camionetas, e incluso motocicletas.
Sobrevivientes.
Durante un segundo, no se atrevieron a moverse. Jungkook entrecerró los ojos, como si temiera que fuera una alucinación provocada por el cansancio o el hambre.
Pero no. Después de creer que estaban solos en el mundo. Más personas estaban allí. Acercándose cada vez más. Finalmente, la ayuda venía por ellos.
Los habían encontrado.
—¡Wonho! ¡Personas se acercan! ¡Rápido, enciendan las señales! —le gritó a su amigo mientras Ryujin prendía por sí misma la lámpara de largo alcance para llamar la atención de los automóviles que venían por la carretera —. ¡Seungmin! ¡Uno y dos! ¿Me escuchan? — Jungkook llamó a sus compañeros, sin embargo, nadie le respondía.
Llego al salón principal, pero no estaban allí, solamente quedaban las latas de comida sin terminar en el suelo.
Fueron rápidamente a las habitaciones de los chicos para que se preparan para salir y tomaran toda la comida y objetos esenciales, pero tampoco estaban ahí, lo que le hizo fruncir el entrecejo al hombre.
—¿Sarang? ¿Woojung? — preguntó cautelosamente viendo la habitación vacía de los gemelos.
Entonces, Jungkook frenó abruptamente cuando se percató del desorden en la habitación. Bajó la mirada y sus ojos recorrieron el suelo en donde había huellas frescas de lodo marcando un camino irregular a través del cuarto.
Desconcertado, las siguió hasta el almacén de comida que improvisaron con varios estantes, donde vio un rastro de sangre, el cual daba camino hacia el sótano. Era como si alguien hubiese sido arrastrado hacia allá abajo.
Jungkook se quedó inmóvil.
—Ryujin... escóndete — le dijo a la chica en un leve murmullo, pero cuando se dio media vuelta hacia ella, un hombre ya la tenía amordazada con su mano. Un hombre de cabello negro con mechones rojizos, mirada feroz y cicatriz a lo largo de su mejilla.
Ambos se miraron fijamente.
—Suéltala — demandó Jungkook, clavado en su posición y apretando sus puños con fuerza.
El sujeto sonrió de soslayo, burlándose del pelinegro.
—¿La quieres? Tendrás que venir y quitármela, conejito — lo desafió, sosteniendo a Ryujin cerca suyo, la cual trataba de zafarse sin éxito alguno —. Te ves bastante rudo, supongo habrá que comprobarlo. El que gane se la queda.
Al notar que el sujeto no portaba ningún tipo de arma, solamente sostenía a Ryujin con sus manos, Jungkook no lo pensó dos veces y se lanzó contra él con la fuerza de un león. Sin embargo, apenas se aproximó, una patada impactó en su espalda baja, haciéndolo caer de rodillas con un jadeo ahogado.
El dolor lo dejó paralizado, y fue entonces cuando un poderoso brazo se enrolló alrededor de su cuello, apretandolo con fuerza. Jungkook forcejeó, tratando de liberarse, pero antes de que pudiera conseguirlo, otro hombre cayó desde lo alto de un estante, aterrizando con agilidad frente a él. De pronto, más figuras emergieron de las sombras, saliendo por detrás de la puerta como si hubieran estado esperando el momento exacto para atacar.
En cuestión de segundos, estaba rodeado. Hombres con miradas frías y manos rápidas que lo sujetaron por los brazos, inmovilizándolo con facilidad.
Jungkook gruñó, furioso.
El hombre que tenía a Ryujin sujetada soltó una carcajada áspera al ver cómo todos los hombres intentaban someter a Jungkook, que se defendía con la fuerza y la ferocidad de una bestia enojada. Pero, al fin y al cabo, eran todos contra uno.
—¡Vaya, sí que es bastante rudo! — exclamó aquel.
Sin piedad, le propinaron un golpe en el hueco detrás de la rodilla, logrando que perdiera el equilibrio y cayera al suelo. Apenas tuvo un respiro cuando un puñetazo directo al rostro le hizo estallar la rabia, y siguieron llegando más golpes de todas partes, mientras luchaba con todo lo que le quedaba.
—Uy, parece que vamos a arruinar esta linda carita. ¡Qué pena! —uno de ellos le dio otro puñetazo que dejó aturdido al pelinegro.
De repente, su visión se puso borrosa y su respiración se volvió pesada. Los golpes seguían cayendo sobre su cuerpo, pero Jungkook ya ni siquiera los sentía debido al aturdimiento.
—¡Pónganle la soga a nuestra nueva mascota! — exclamó el hombre sin dejar de reír.
Pasaron una cuerda rasposa por el cuello de Jungkook que seguía desorientado por la golpiza inhumana y lo arrastraron a lo largo de la habitación cual perro rabioso mientras los demás lo pateaban por todas las direcciones existentes sin darle oportunidad de levantarse y defenderse.
—¡Jungkook! ¡No, no lo lastimen! — escuchaba a Ryujin gritar su nombre.
Escuchar los gritos le hizo reaccionar un poco.
Desesperado, Jungkook estiró la soga que lo estaba asfixiando, no obstante, sus manos fueron sometidas sobre su espalda baja y su cabeza fue cubierta por una capucha negra. El agarre nunca aflojó, al contrario, cada vez fue cerrando más su garganta hasta robarle el aire por completo y finalmente Jungkook se dejo caer al sentir agonía en todo el cuerpo.
Sus fuerzas lo abandonaron después de percibir las risas graves de los hombres y los gritos desesperados de Ryujin llamándolo.
[...]
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Jungkook despertó al sentir el dolor estallar contra su mejilla y después, saborear su sangre metálica. Abrió los ojos con dificultad, sin poder enfocar a su alrededor, pues no podía asegurar cuantos golpes había recibido hasta ese momento. Se removió exasperado, pero sus manos y pies estaban atados con unas sogas a la silla en la cual estaba sentado.
Cuando finalmente consiguió enfocar el panorama, se dio cuenta que estaba en una bodega. Había un grupo de mínimo cuarenta hombres armados delante suyo, los cuales expresaban en todo su esplendor la diversión que les causaba verlo en ese estado. Le chiflaban, le hablaban y saludaban con la mano, mofándose.
—Miren, ya ha despertado el último. Avísenle al jefe —le dijo un hombre robusto a un chico que salió del cuarto velozmente.
—Buenas noches, conejo.
—Ay, mírenlo, está enojado.
Le decían los hombres riendo.
Jungkook gruñó con furia, mordiendo la soga que lo tenía amordazado y trato de librarse de las ataduras con todas sus fuerzas al ver a Wonho, Seungmin, Sarang, Woojung y Ryujin amarrados en sillas formando un círculo.
Todos los integrantes masculinos de su grupo tenían sangre y heridas abiertas en sus rostros, sin embargo, quien lucía peor era Wonho, pues muy probablemente el chico se defendió con todo lo que pudo contra los atacantes. Tenia el rostro horriblemente hinchado, deforme, y a penas podía seguir con los ojos abiertos.
La única que parecía intacta era Ryujin, la cual lloraba a mares mientras mordía el pañuelo que la tenía amordazada.
—Ya cierra la maldita boca, zorra. Me tienen harto tus lloriqueos — uno de los hombres le colocó la boca de su pistola en la frente y Ryujin cerró los ojos, intentando calmar sus sollozos.
El pelinegro enfureció mucho más al ver esa escena, pero era incapaz de hacer algo para defenderla.
De pronto, lo bulla cesó.
Entonces, todos los hombres guardaron silencio abruptamente y se acomodaron en sus posiciones cuando se abrió una puerta ubicada en el enfrente. Le hicieron espacio a un hombre que caminaba tranquilamente por en medio, vestido con un abrigo de piel, cadenas de oro cayendo sobre su pecho desnudo y portador de una metralleta. Tenía una gran cicatriz cruzando la mitad de su cara; un rasgo que compartía con todos los integrantes de su grupo como si fuese una especie de simbología grupal.
—Bien, ahora que todos están despiertos podemos iniciar — anunció, esbozando una sonrisa que dejó al descubierto su diente delantero de plata. Le hizo una señal a sus secuaces para que les quitaran las vendas de las bocas a los jóvenes alterados —. No hablen, no griten, no lloren, a menos de que tengan mi permiso o tendré que cortarles la lengua y agregarla al caldo... ¿no es así, mi querido Woo? — señaló a uno de sus hombres armados.
El nombrado dio un paso al frente muy obedientemente y abrió la boca, exponiendo su cavidad bucal carente de lengua, lo que provocó que los jóvenes ahogaran un grito de terror.
Sosegado, el hombre comenzó a caminar en círculos, analizando a los jóvenes que estaban cautivos en las sillas y lo miraban con temor en sus ojos.
—Vaya, son el mejor grupo que he visto hasta ahora. Todos son jóvenes y tienen buenos rostros... e incluso hay un par por aquí que se repite — el hombre se acercó a los gemelos, que no dejaban de temblar —. Hello — les saludó con gracia —. Más les vale que hablen coreano o los asesino ya mismo. No es divertido sino entienden las amenazas. ¿Lo hacen? — interrogó.
—S-si, lo hacemos — le respondió Woojung trastabillando.
—¡Magnífico! — exclamó él —. Siempre he tenido una inquietud muy banal. Dime, ¿no te molesta que este infeliz tenga tu misma cara, eh? — le preguntó frívolo mientras agarraba a Sarang por la barbilla, quien apretó los ojos para evitar llorar.
Asustado, Woojung evitó mirar mientras que Jungkook gruñó al ver como el hombre acercaba el filo del cuchillo al rostro del gemelo más pequeño.
—Bueno, no se preocupen que al final del día todos ustedes estarán irreconocibles. Ya verán, van a verse peor que los malditos mordedores — soltó una risotada y sus hombres rieron en consecuencia.
—¿Quiénes son ustedes? — intervino Jungkook para llamar la atención del mafioso y funcionó, pues el hombre dejó libre a Sarang abruptamente para ponerse cara a cara con el pelinegro, que mantenía su expresión fruncida y colérica.
—Parece que alguien no entendió la parte de no hablar — aquel lo señaló con su cuchillo, pero aún así se colocó en una posición erguida y se acomodó su abrigo de piel con un supuesto gesto elegante —. Mi nombre es Dakho; gobernador de Busan y sus alrededores. Dueño de todo lo que aquí se encuentra, incluyendo este edificio, la motocicleta, las provisiones que encontraron en esa tienda, ¡la misma tienda de conveniencia!, y ahora de sus putas vidas. Absolutamente todo me pertenece, es mío — decía al tiempo que los jóvenes se miraron totalmente conmocionados al escuchar el anuncio.
—¿Tuyo? — Jungkook bufó —. Puedes irte mucho al infierno, desgraciado infeliz — se atrevió a vociferar gruñendo entre sus dientes ensangrentados.
El hombre llamado Dakho sonrió por el comentario de Jungkook y seguidamente, se dio la media vuelta con bastante tranquilidad antes de propiciarle un puñetazo a Wonho, quien soltó un gemido y escupió sangre por la boca. Jungkook abrió los ojos de par en par e intentó zafarse cada vez más desesperado al ver como su compañero era golpeado.
—Supongo que tú eres el líder porque eres el menos marica de este grupo de primaria. Entonces, cada que cometas un error o digas una idiotez como esa, tus hombres recibirán el castigo, incluyendo la nena — sentenció el hombre, sacudiendo su mano con sangre.
Jungkook tembló del coraje y apretó los dientes hasta hacerlos crujir.
—Será mejor que te controles — advirtió Dakho, señalandole con diversión —. En verdad no quiero matarlos, no voy a matarlos... o bueno, al menos no a todos. Les traigo una propuesta interesante y es que quiero que formen parte de mi grupo.
Dakho comenzó a caminar en círculos, pasando por enfrente de los seis miembros del grupo.
—Cuando la peste llegó por consecuencia el régimen cambió — continuó hablando pausadamente —. Y para que vean que soy muy buena onda les voy a explicar en qué consiste la nueva monarquía, niños. A partir de ahora todo lo que consigan será para mí, no me importa sino tienen nada, deben conseguirlo cueste lo que cueste y tiene que ser lo suficiente para satisfacerme, ¿van entendiendo? — preguntó, viendo sucesivamente a todos los jóvenes y por último a Jungkook quien lo veía lleno de rabia —. Deben de saber que a partir de ahora solamente viven para obedecerme. Si les digo que construyan lo hacen, si les digo que roben lo hacen, si les digo que secuestren lo hacen, si les digo que asesinen lo hacen, si les digo que mueran lo hacen porque ahora están en el último nivel de la jerarquía...
Jungkook quiso maldecir, pero apretó los dientes cuando el hombre le dio una mirada de advertencia.
—Pueden subir en esa jerarquía si me complacen lo suficiente...
Entonces, Dakho dejó de hablar repentinamente al ver como Wonho luchaba por permanecer despierto.
—¡Hey despierta, idiota! ¡Dakho está hablando!
Uno de los hombres tomó el cabello de Wonho con fuerza, obligándolo a levantar la mirada y después, tomó un botellón con agua para vaciarlo sobre la cabeza de este. Wonho pareció reaccionar un poco y se recompuso lo mejor que pudo, observando a Dakho con ojos perdidos.
—Definitivamente este de aquí será un buen soldado, sin embargo, hay unos cuántos eslabones débiles y esos siempre son un lastre — dijo viendo al resto de chicos, los cuales se veían más pequeños y esbeltos, pero sobre todo temerosos. Dakho acarició el filo del cuchillo con su pulgar —. Tal vez hay que liberar la carga. ¿O tú qué piensas, Taeyang? — le preguntó al hombre con cabello de mechones rojizos al cual Jungkook identificó como el hombre que había retenido a Ryujin.
Taeyang se acercó al centro de la habitación para inspeccionar a los integrantes con un gesto de mofa.
—Este par no aguantaría ni un día allá afuera sin cagarse en los pantalones —señaló a los gemelos que seguían temblando—, este bizco se ve demasiado estúpido como para saber usar un cuchillo sin cortarse un dedo — ahora señaló a Seungmin—. No servirán para nada más que para ser la carnada o para ser los Igores. De hecho, nos faltan algunos en la construcción norte.
Taeyang pasó de largo a los dos mayores sin decir ningún comentario, como si les estuviera dando su visto bueno. Jungkook y Taeyang se dieron una mirada fija y penetrante mientras el último le sonreía con descaro hasta finalmente volver con Ryujin.
—Y qué decir de la chica... — aquel sonrió, viéndola intensamente de arriba hacia abajo —Pero si no te molesta, hermano, quisiera quedarme con ella.
Ryujin abrió los ojos asustada al escuchar eso y negó frenéticamente con la cabeza mientras que los integrantes de su grupo, incluido Jungkook se alteraron en demasía y trataron de zafarse de las ataduras para poder abalanzarse sobre Taeyang por sus depravadas intenciones, no obstante, todos recibieron un puñetazo para que dejasen de moverse.
—Demonios, ¿viste eso? Es el gran poder que tienen unos simples senos en estos tiempos de escasez — mencionó Dakho, mofándose del enfado de los jóvenes —. Aun así, estos tres siguen siendo muy débiles... De acuerdo, lo he decidido, dejen a uno vivo para que se una a la construcción y diviértanse con los restantes. Hagan lo qué quieran con ellos.
Dakho retrocedió un paso y en su lugar, un hombre con barba larga avanzó.
—Así que, ¿con quién empezamos, eh? ¿contigo, pequeño? — acercó el cuchillo al rostro de Seungmin, quien estaba enfrente suyo —. El primero siempre es el que sufre menos — anunció.
—Yo quiero al gemelo más chiquito. Su cara es bonita — dijo alguien dirigiéndose a Sarang.
—No, ese es mío porque yo lo capture.
—Tú puedes tener al otro. Este será mi Igor.
Los hombres comenzaron a discutir los entre ellos, tomando diversos artículos que no tenían la menor idea de para que servían. Probablemente de tortura.
Jungkook jadeo, totalmente exasperado al ver como estaban apunto de asesinar a sus amigos de las peores y más macabras maneras. Mientras que Taeyang se hincó delante de Ryujin para jugar con su cabello, acomodando un mechón detrás de su oreja y luego comenzó a cortar sus ataduras para llevársela consigo.
Esto no podía estar sucediendo.
Jungkook les prometió que los cuidaría, les prometió una vida larga y lo más buena posible, no podía dejar que murieran mucho menos de esta forma tan sádica y cruel. Si es qué en realidad querían matarlos y no hacerles otras cosas incluso peores.
Jungkook miró a su líder fijamente, quién estaba contento admirando la escena.
No importaba lo que tuviese que hacer o el precio que tuviese que pagar. Jungkook no perdería a nadie más. La historia no se repetiría. No le importaba condensarse así mismo, así que habló.
—Crees que estos chicos no son capaces de sobrevivir y lidiar con lo que hay afuera, ¿pero tus hombres si? — Jungkook soltó con una risa amarga —. Míralos bien, todos son viejos y el estómago les llega casi hasta las rodillas. Si los muertos no los asesinan, un paro cardíaco lo hará muy pronto.
Todos en la sala se giraron hacia él inmediatamente, dejando de hacer sus cosas. Sus amigos lo miraron horrorizados, sin comprender que intentaba hacer diciendo semejante barbaridad. Mientras tanto, los hombres de Dakho gruñeron, visiblemente ofendidos, apretando los puños y rechinando los dientes. La tensión en el aire se volvió insoportable.
Uno de ellos, un sujeto barrigón con mirada desquiciada y molesta, se adelantó con paso determinado, empuñando un machete oxidado.
—Veamos si sigues pensando eso cuando te falte una jodida mano — sentenció.
Sin embargo, el líder les hizo una señal con la mano para que todos retrocedieran y bajaran las armas. Sus secuaces lo hicieron, molestos, gruñendo.
Bastante interesado, Dakho volvió a inclinarse sobre el pelinegro.
—Parece que tienes mucho qué decir — le dijo.
—Haces esto porque quieres soldados, sangre fresca, ¿no es así? Todos nosotros te podemos ser de mucha ayuda, somos deportistas, podemos conseguir los suministros que quieres, abastecerte. Yo puedo hacer todo lo que tú quieras... siempre y cuando nos des armas para defendernos de los errantes — dijo y Dakho soltó una risa genuina al escucharlo.
—Eres un bocón, ¿sabías eso? ¿En verdad crees que le daría mis armas a un grupo de adolescentes? — interrogó sin dejar de carcajear.
—Juventud no es sinónimo de incompetencia — dijo Jungkook con la mirada fija en los ojos del hombre —. He sobrevivido sin armas todo este tiempo... imagina todo lo que podría lograr con una.
Dakho encaró una ceja, con media sonrisa.
—Pareces un hombre diligente y razonable. Es impresionante todo lo que has conseguido en tan poco tiempo — dijo como halago y el hombre infló el pecho, ególatra —. Puedes ponernos a prueba o también puedes asesinarnos de una vez, que sería más sencillo. Aunque... tú mismo lo dijiste; somos el mejor grupo que has encontrado hasta ahora y sinceramente ya no creo que encuentres a muchos más en estos tiempos. Cuando tus hombres empiecen a morir, porque lo harán... y te des cuenta del error, ya estarás solo entre los muertos vivientes sin nadie que te cuide las espaldas — concluyó.
Sus palabras debieron tener algún efecto porque el líder se quedó callado durante un rato, pensativo.
—Eres bastante manipulador, me gusta — lo señaló con su cuchillo afilado —. Debo admitir que eres el hombre más inteligente que he visto desde el viejo mundo... y más valiente que esta bola de gilipollas. Ellos no dejaron de suplicar cuando estuvieron en tu lugar — dijo cambiando su expresión, fulminado con la mirada a sus propios hombres quienes bajaron la vista —. En el pasado hubieses sido un buen colega. Dime, ¿cuál es tu nombre?
—Mi nombre es Jeon Jungkook — digno, se presentó.
—Bien, niño con nombre de galleta. Te voy a proponer algo porque sorprendentemente has conseguido agradarme y eso no lo consigue cualquiera; dejaré que tú y tus amigos vivan y sirvan directamente para mi, pero sino veo los resultados prometidos o intentan traicionarme de alguna manera—acercó su machete al cuello del pelinegro, quien se mantenía inmutable en su semblante—, voy a asesinar a todos tus amiguitos lentamente delante de ti y luego, te lanzaré a los muertos para que te descuarticen. ¿Te parece bien? — interrogó y ambos se vieron directamente a los ojos.
—Hecho — Jungkook acepto sin dudar, reteniendo la mirada maliciosa del mafioso —. Pero que quede claro; mi mujer se queda conmigo. No pueden tocarla, a nadie de los míos — agregó con voz firme.
—Por mi quédense con esa vieja inútil. Comprendo que todos ustedes necesitan un hoyo donde derramar la gota — dijo Dakho burlón y el pelinegro simplemente apretó la mandíbula, conteniendose —. Tenemos un trato, pero aún falta el sello de confirmación — mencionó y sin previo aviso sacó una navaja del bolsillo de su pantalón y se acercó a Jungkook dándole a conocer sus malévolas intenciones —. ¿Sigues estando de acuerdo? — río con malicia.
Jungkook trago saliva.
—No cualquiera tiene el honor de recibir la marca, así que no quiero verte berrear como niña.
Jungkook apretó la mandíbula, puesto que su boca comenzó a temblar, pero aún así asintió.
—Hazlo.
El arrepentimiento no era válido cuando el trato se había cerrado.
Jungkook soltó un grito ahogado cuando sintió el filo del cuchillo hundirse en su piel, abriéndose camino a través de la carne de su mejilla con una lentitud perversa. El dolor fue inmediato, total, abrasador, insoportable, y el sabor metálico de la sangre se le metió en la boca asquerosamente.
Pataleó, forcejeó con desesperación, pero era inútil, estaba inmovilizado ante las cuerdas y ante el ardor. Dakho, con una sonrisa diabólica, continuó su trabajo meticulosamente, casi como si disfrutara hacerlo de forma lenta para escucharlo bramar.
—Será mejor que no te muevas o te cortaré el ojo — fue lo último que dijo.
Su corazón comenzó a golpear con furia dentro de su pecho, como si quisiera escapar. Las manos atadas detrás de su espalda se cerraron en puños, tan fuerte que sintió las uñas clavarse en las palmas. Tenía que resistir. Aferrarse a algo, lo que fuera, hasta que todo terminara. Pero el dolor era demasiado. Ardía como nunca había sé todo y cada segundo que el cuchillo atravesaba su piel era una eternidad.
Jungkook tuvo un espasmo. Un estremecimiento brutal del cuerpo que no pudo controlar... y el filo cortante se deslizó justo hacia su ojo izquierdo.
El grito que salió de su garganta fue escalofriante. El dolor era desgarrador, pero más aterrador aún fue lo que vino después: la oscuridad. Un velo negro cubrió su campo de visión. Y no era sangre.
Sarang no aguanto más y se echó a llorar al igual que Ryujin, mientras que los demás solamente cerraron los ojos para evitar ver lo que ese hombre le estaba haciendo a Jungkook, aunque sus perturbadores alaridos de dolor les inundaron la cabeza y no cesaron hasta que Dakho terminó de trazar la cortadura quebrada que daba inicio arriba de la ceja cruzando por el centro del ojo dañado que secretaba sangre y terminando a mitad de la mejilla.
Era una marca eterna.
—Creo que lo ha dejado tuerto, jefe—el hombre obeso lo señaló con una sonrisota.
—Debo decir que ahora te ves mas rudo, niño. No te preocupes que seguirás siendo apuesto para las chicas —le sonrió ampliamente—. Oficialmente son parte de nuestro grupo. No me decepcionen, niños. Sobre todo tú, mi querido Jeon Jungkook.
Aturdido, con el dolor nublando sus sentidos, Jungkook dejó caer la cabeza hacia delante, dejando que la sangre caliente se deslizara desde su rostro hasta empapar su ropa. El ardor en su ojo era un tormento vivo, y solo pudo apretar los párpados, tratando de encerrar el dolor en la oscuridad.
En ese instante, algo dentro de él se quebró. La melancolía que había estado arraigada en su corazón durante tantos días comenzó a mutar... a retorcerse... a brotar raíces espinosas de odio y furia. Lo que sintió era hondo, espeso, venenoso.
Y de esa semilla brotó algo más: propósito.
Jungkook ahora tenía un propósito en esta vida.
Con la respiración entrecortada, Jungkook alzó lentamente el rostro ensangrentado. Su ojo derecho, cubierto por el rojo viscoso, centelleó con furia. Observó al hombre frente a él, a ese monstruo con una sonrisa torcida y Jungkook lo marcó con una equis en la frente.
[...]
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Créditos a la autora del fanart.
Dios, qué cosa mas bárbara acabo de escribir jsjs. ¿Ustedes que harían si hubiesen estado en esa situación? ¿Jungkook lo hizo bien? ¿Qué creen que pasará ahora con Jungkook y también con Jimin?
Please, sean empáticos con la actitud que tendrá Jungkook de ahora en adelante. Va a estar canijo, si antes era complicado ahora pfff.
El personaje de Dakho inspirado en Negan jsjs ♡
Pd. Después de este capítulo habrá un saltó grande en el tiempo. Nos estamos acercando al encuentro de los noviecitos.
NOTA: ESTA ES MI VERSION SIN CENSURA DE COMO JUNGKOOK SI PIERDE EL OJO.
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