
✘ ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴠᴇɪɴᴛᴇ
Permanecieron inmóviles un momento, apuntándose mutuamente al pecho con sus respectivas pistolas. Ninguno abrió la boca para hablar, en cambio, se hallaban enzarzados en una especie de careo, viéndose directamente a los ojos, analizándose, casi retándose el uno al otro.
Jungkook respiró un poco más despacio y oscureció su mirada mientras veía al oponente por debajo de las pestañas largas. Tenía su misma altura con la diferencia que él contaba con más masa muscular en el cuerpo, por el contrario, aquel hombre de cabello marrón y piel color canela tenía una apariencia desaliñada, anímica y mugrienta... Y por alguna razón esto le parecía demasiado familiar.
No había civilización en estos lejanos lares, no había nada más que naturaleza, no había refugios... solamente uno. Aunque eran completos desconocidos, la tensión cortaba el aire entre ellos como si inconscientemente supieran quien era el otro.
Tal vez, lo sabían o al menos lo suponían, Jungkook lo hacía.
El desconocido también lo escaneaba de arriba hacia abajo con ojos entrecerrados y la nariz arrugada. El desagrado no le era indiferente a Jungkook, todos ponían esa misma expresión cuando veían su rostro por primera vez, sin embargo, había otra emoción oculta ahí; cólera.
Después, aquel miró detrás de él, hacia el bosque, claramente buscando otra cosa que no era Byron, y Jungkook podía suponer lo que era. Al no encontrarlo allí, la decepción dominó su semblante y bajo el mentón.
—Taemin diríjanse a mi posición, ahora... —presionó un botón en la radio sujetada de su chaleco militar.
Estaba pidiendo refuerzos y el pelinegro en seguida reconoció el intercomunicador que llevaba encima... era igual al que tenía Jimin y eso terminó por confirmar sus dudas.
Este era el tipo que intentaba comunicarse con Jimin todas las malditas noches, su amante. Jungkook no era ningún tonto, estuvo al pendiente de la línea abierta en la radio para saber los movimientos del grupo enemigo. Los escuchó contar sus planes, las rutas que habían recorrido en su búsqueda, además de las confesiones íntimas de este sujeto hacía Jimin que tenía la esperanza de recibir una respuesta, lo cual era patético tomando en cuenta que era él quien lo oía.
Admitía que era un cabrón enamorado muy persistente. El pelinegro nunca pensó que realmente lograría encontrarlos en estos rumbos desolados y boscosos, sin embargo, sus esfuerzos serían en vano.
Para conseguir lo que tanto buscaba, primero tendría que pasar por encima de él y eso no estaba en los planes de Jungkook. No le daría lo que quería.
Llegar a Jimin no le resultaría tan sencillo.
—Reporte —una voz masculina respondió su mensaje un segundo más tarde y el desconocido se quedó en silencio un instante, completamente ensimismado en el pelinegro casi como si fuese un errante que lo amenazaba con morderlo —. Jongin. Reportate, ¿qué está sucediendo por allá?
El hombre que ahora reconocía como Jongin le devolvió la mirada antes de volver a hablar con la garganta seca —. Lo encontré — avisó de forma lenta.
Una mezcla de voces y preguntas desesperadas retumbaron en la línea rasposa. Taemin exigía saber cuál era su ubicación exacta, no obstante, el azabache simplemente terminó por apagar la radio para enfocarse meramente en Jungkook silencioso. Ambos estaban en posición de ataque.
Al parecer, ninguno tenía intención de hacer esto del modo pacífico y si hablaban de refuerzos, este tipo definitivamente no quería conocer a los seguidores de Dakho que debían estar acampando no muy lejos de aquí.
Sin embargo, Jungkook no los necesitaba, él mismo se encargaría de eliminar el problema...
—Te he hecho una pregunta — dijo Jongin, la hostilidad y desconfianza goteando de su voz al mismo tiempo que empezaron a moverse en un círculo imaginario como si fuesen dos poderosos tigres encerrados en una jaula, esperando quien haría el primer movimiento y sacaría las garras para atacar —. ¿Por qué tienes a mi perro contigo? ¿Quién eres tú? — prosiguió ante el silencio prolongado de Jungkook que frunció las cejas negras por el "mi" en su pregunta.
¿Por qué sentía que no se estaba refiriendo únicamente al perro?
Los dos sabían cuál era el verdadero motivo de este duelo, y no era Byron precisamente.
Jungkook agudizó su mirada y reguló sus pulsaciones, manteniendo el suspenso.
—¿No vas a responder? — demandó aquel, tenso —. ¿Eres mudo o qué te sucede?
Impertérrito, Jungkook lo interrumpió, emitiendo un silbido sencillo y rápidamente el perro que se encontraba en tierra de nadie entre ambos hombres, se encaminó hasta él mientras agitaba el rabo, tomando por sorpresa al contrario que abrió los ojos un segundo.
El desconcierto en su cara fue incluso satisfactorio, ver a Byron ponerse de su lado y frotarse contra su pierna a modo de cariño.
—No me parece que sea tuyo—una sonrisa socarrona estiró la comisura de sus labios una vez que la lealtad del perro había quedado clara —. Debería preguntarte lo mismo.
Las cejas de aquel se fruncieron y la mandíbula se contrajo por su mordacidad, no obstante, mantuvo la compostura.
—Ese perro le pertenece a alguien muy cercano a mi y que desapareció hace semanas sin dejar rastro — explicó con recelo, su voz tembló al decirlo —. Lo encontré aterrado en la copa de un árbol y por alguna razón, fue directamente hacia ti a penas te escucho. ¿Lo robaste? — lo acusó.
El pelinegro tuvo ganas de bufar.
—¿Ignoras el mundo a tu alrededor? — encaró una ceja mientras se movía sigilosamente hacia delante y el azabache reaccionó a sus movimientos, retrocediendo con un respingo —. Todo es de todos y nada es de nadie, así son las cosas ahora — le respondió con ironía.
—Cada quien sobrevive como puede y no me interesa si eres un carroñero o un simple ladrón — espetó, juzgando su apariencia no tan agraciada, mostrando una lástima que no le agrado a Jungkook —. Solo quiero saber en dónde está el hombre que lo acompañaba. Debiste conocerlo, pues no hay otra explicación del por qué sepas el nombre de su mascota — sostuvo mejor su pistola en una especie de amenaza, tal vez pensando que había matado a Jimin para quitarle al rottweiler.
Jungkook le sostuvo la mirada sin perder la calma.
El hombre estaba claramente desesperado, se notaba por la manera en que sostenía el fusil entre sus manos temblorosas y sus ojos guardaban lágrimas. Las personas así no implicaban un riesgo. Cuando una persona está desesperada, aún peor, desesperada y enamorada, es vulnerable porque es capaz de hacer cualquier cosa y Jungkook no desaprovecharía la ventaja.
Pasados unos segundos, Jungkook dijo con astucia: —Ah por supuesto, un chico como él es imposible de olvidar en estos tiempos. Ya no hay gente así, sabes a qué me refiero —torció la boca, mofándose.
Jongin pareció sorprendido por su respuesta, luego enfadado por el comentario en doble sentido acerca de Jimin, sin embargo, su interés porque hablara era más grande que todo y lo dejó pasar.
—¿Dónde... está... él? ¿Está... vivo? — cuestionó con fuerza de voluntad.
Jungkook hizo una pausa con la intención de crear incertidumbre en el otro que esperaba su respuesta. Le gustaba verlo desesperarse —. Sí, Jimin está vivo.
El azabache no pudo ocultar el tremendo brillo de sus ojos apenas mencionó el nombre del castaño. Su postura defensiva flaqueo, la mirilla de su pistola bajo un poco como Jungkook esperaba que sucediera. Dejó escapar el aire de sus pulmones con tanto sosiego y felicidad.
—¿Dónde está? ¿Se encuentra cerca de aquí? — volvió a preguntar con más entusiasmo —. Llévame con él, necesito hablar con Jimin — demandó mientras daba un paso adelante que fue interrumpido por Jeon que no había bajado su arma.
—No tan rápido — advirtió por lo bajo sin dejar de señalarlo con su fusil que lo apuntaba a la cara—. Mis encuentros con los sobrevivientes no han sido muy, pacíficos, precisamente —ladeó la cara para mostrar mejor su rostro, la fea cicatriz y aquel se estremeció —. Primero tendrás que darme el arma.
En seguida, la felicidad se desvaneció en el azabache e volvió a ponerse a la defensiva por su demanda.
—Eso no pasará, no te daré mi arma —Jongin se negó con un chistido —. ¿Qué asegura que no me robaras y te irás luego de dartela? — preguntó, aferrándose a ella.
Jungkook reprimió una risa. ¿Robar? En verdad creía que era un estúpido carroñero.
—Tendrás que correr el riesgo — dijo como si fuese demasiado fácil hacerlo —. Nada es gratis en este mundo. Si quieres saber dónde está Jimin y el pequeño Sunoo, primero tendrás que bajar el arma y hacer todo lo que te diga — añadió con sagacidad.
El azabache abrió los ojos en grande y sus fosas nasales se dilataron debido a la impotencia porque ahora mencionara al adolescente. De repente la rudeza y seguridad que había estado mostrando antes se esfumó con unos simples nombres. Jongin no contestó, permaneció inmovil y Jungkook comprendió que lo tenía totalmente acorralado, a su merced, retenido por su saber sobre el paradero de sus compañeros.
—¿Cómo sé que ellos están bien? — insistió al mismo tiempo que el ángulo de sus brazos disminuyó como no queriendo.
Realmente cayendo en la desesperación. Jungkook lo tenía justo donde quería, contra la espalda y la pared, en la palma de su mano que podía apretarla y hacerlo crujir en cualquier momento. Tenía razón en desconfiar de él, pero no por las razones que creía.
—Están mejor que cuando los encontré desnutridos hasta los huesos y apunto de morir por los errantes. Están vivos gracias a mi — mencionó y eso no era mentira.
Aquel se agitó en su sitio por su declaración y se quedó pensativo un momento. Entonces, resopló con fuerza hasta decidirse.
—Está bien, ¡está bien!... Haré lo que dices — afirmó con poca convicción, sin embargo, su discurso no acabó ahí —. Únicamente deseo verlos, es lo único que pido, por favor. Ellos son muy importantes para mí — dijo este vez de forma genuina, en un ridículo intento por obtener algo de caridad.
Claramente no sabía con qué clase de gente estaba tratando, ni lo que eran capaz de hacer.
Ingenuo. En eso se parecía a Jimin.
Sin inmutarse, Jungkook lo barrió con su mirada adusta y simplemente indicó con el mentón que se arrodillara ante él.
—Ponte de rodillas —finalizó seriamente.
Todavía dudando en hacerlo, el azabache apretó los labios con fuerza y cerrando los ojos, arrojó su fusil alargado a los pies del pelinegro y después, se dejó caer lentamente sobre sus rodillas. Levantó las palmas al cielo, ocasionando que Jungkook levantara las cejas, pues pensó que el hombre no sería capaz de renunciar a su única protección, al menos no tan rápido y fácil, no sin luchar, mínimo negociar.
Era un imbécil.
Jungkook recogió el arma con suma tranquilidad sin perder de vista al hombre arrodillado.
—Está hecho. Ya tienes el arma — Jongin habló todavía con las manos al aire, esperando la respuesta del pelinegro que no decía nada y empezó a ponerse nervioso —. Ahora llévame con ellos — pidió haciendo un gesto de ponerse de pie, sin embargo, Jungkook lo detuvo cuando levantó la pistola para apuntarle a la frente, lo cual lo dejó congelado.
—Para ser un sobreviviente, eres demasiado imbécil — siseó dando una negación —. ¿Todos en tu grupo son así de ingenuos o nunca han interactuado con gente de afuera?
—¿Q-qué diablos estás haciendo? — trastrabilló entre dientes sin poder moverse de su sitio al tener a su propia arma apuntando su cuerpo —. ¡Dijiste que me llevarías con Jimin!
—¿Y de verdad lo creíste? — Jungkook rechistó al tiempo que esbozaba una sonrisa frívola, una sonrisa que era todo menos amigable —. Jamás confíes en las personas, mucho menos si se ven iguales a mí—más que un consejo, fue una burla.
—Bastardo infeliz —Jongin berreó con fuerza mientras sus puños se apretaban a sus piernas —. ¿Quién rayos eres tú? ¡¿Qué demonios le hiciste a Jimin?! — vociferó, frunciendo las cejas, cada vez más furioso.
Jungkook no perdió la calma, al contrario, lo miró aburrido —. ¿Hacerle? — tarareó simulando una candidez que no tenía —. No le he hecho nada, pero... no prometo que siga siendo así y no porque sea yo quien tenga ganas. Pero es bonito, admito eso — dijo con saña.
El impacto recorrió el rostro de Jongin antes de que volviera a fruncir el ceño mientras temblaba completamente encolerizado.
Su respuesta dio justo donde Jungkook quería que golpeara. No le importaba ser malévolo, nunca dijo que no lo era. Siempre aclaró que no era una buena persona. Aprendió de la peor calaña en donde atacar al oponente, directamente a la yugular, a su punto débil.
Jongin apretó la quijada antes de vociferar: —. Ponle un dedo encima y te juro que-
—Será mejor que guardes tus amenazas para alguien que le importen —Jungkook colocó el arma delante de su frente, justo en medio de sus ojos —. Así no debían terminar las cosas, pero desencadenaste los hechos antes de lo planeado y ahora habrá un hombre menos — mencionó aunque el azabache no entendiera a qué se refería.
Jungkook quitó el seguro de la pistola con su pulgar al mismo tiempo que aquel lo miraba con desprecio.
—No sabes lo que estás haciendo. Te arrepentirás de hacer esto —Jongin lo amenazó con una mezcla de cólera y aberración.
El pelinegro hizo un ronco sonido gutural —. Arrepentirse no está en mi vocabulario — finalizó.
Jungkook apretó el cañón del arma contra Jongin, sin vacilar.
El remordimiento o la bondad no hicieron efecto cuando disparó. Disparó sin importarle quien era esta persona o lo que significaría para Jimin, solamente era un obstáculo más que estaba complicando la situación y debía ser quitado de en medio.
No obstante, el destino siempre tenía sus propios planes...
Jongin abrió los ojos impactados porque el pelinegro realmente tuvo la intención de aniquilarlo al mismo tiempo que Jungkook frunció el ceño, echándole un vistazo a la pistola sin municiones. Gruñó con irritación y desconcierto. Todo este tiempo el muy astuto había estado fingiendo tan bien y su pistola estaba vacía.
—Hijo de perra — graznó Jungkook y ambos se vieron a los ojos un segundo que determinó todo.
Todo pasó demasiado rápido. Jungkook levantó su propio fusil para terminar lo que había comenzado y lo apuntó hacia el azabache, quien se abalanzó sobre él en un centellear y desvió el disparo hacia el cielo en donde se propagó el fuerte estruendo. Los pájaros asustados salieron volando entre los árboles y Byron comenzó a ladrar al ver a los hombres comenzar a luchar salvajemente.
En medio del forcejeo, chocaron contra el tronco de un árbol y el arma cargada cayó a un lado de la escena. Jungkook bloqueo el puñetazo de Jongin con su antebrazo y luego, contraatacó echando su fuerza hacia delante. Los hombres terminaron azotando sobre el suelo terroso que levantó una capa de polvo. Hubo golpes sordos de ambas partes mientras rodaban uno sobre el otro por la pequeña colina que iba cuesta abajo. Tenían la misma estructura corporal, sin embargo, el azabache estaba desnutrido a diferencia de Jungkook que tenía músculos por doquier y una fuerza bruta; su carácter propiamente agresivo, lo hacía más fuerte y resistente.
Sentir dolor lo hacía esforzarse más.
Furioso, Jungkook le devolvió un fuerte derechazo que descolocó a Jongin por completo y cayó hacia atrás. Aprovechando que aquel estaba desorientado, consiguió quedar encima de su oponente, presionando su espinilla contra la parte trasera de la nuca del azabache y alcanzó el arma que estaba en su flanco derecho para ponerla contra su sien.
Jongin emitió un gruñido al ser vencido.
—No debiste meter la nariz donde no te llaman — masculló Jungkook con enfado y aquel se removió con fuerza, tratando salir de su sometimiento —. Debiste dejar de buscarlo hace mucho tiempo.
—Maldito infeliz — gruñó aquel —. ¿Cuál es tu jodido problema? ¿Qué es lo que quieres? Esto debe ser un malentendido. ¡Jimin sabe quien soy!
—Oh, créeme que Jimin no te va a extrañar — le dijo lleno de crueldad y empujó el metal frío contra su piel sudada —. Le diré que mandas saludos.
Jungkook estuvo apunto de presionar el gatillo para finalmente acabar con la vida del hombre cuando una voz aguda que reconocía perfectamente bien lo detuvo y maldijo para sus adentros. Levantó la mirada; Jimin apareció entre la línea de árboles mientras corría velozmente, sus ojos repletos de pavor al mirar lo que estaba ocurriendo entre ellos.
—¡No, por favor! ¡Deténganse! — les gritó a unos metros de distancia.
—¡¿Jimin?! — exclamó Jongin que seguía totalmente sometido por el peso de Jungkook e intentaba ver hacia el frente —. ¡Jimin, corre! ¡Vete de aquí! — le gritó ingenuo, escupiendo la tierra que se le estaba metiendo a la boca.
—¡Jungkook, basta! ¡Detente!— le gritó directamente al pelinegro, ignorando a su pobre compañero que no había visto en semanas.
El castaño se acercó a la escena enloquecido y fue directamente al pelinegro para terminar el enfrentamiento. Colocó sus manos sobre la parte superior de su brazo para zarandearlo, pero Jungkook apenas se movía, estaba furioso, y cualquier movimiento brusco que hiciera para alejarlo, podía provocar la muerte de su amigo. La pistola seguía puesta sobre su sien, lista para ser disparada.
—¡No lo hagas, por favor! ¡No lo mates! ¡Es mi amigo! — rogó en un grito exasperado.
—No te metas en esto, Jimin — le advirtió Jungkook completamente enfadado mientras seguía sometiendo a Jongin sin piedad, aplastando el lateral de su rostro contra el suelo —. Regresa al lago y llévate a Byron. No tienes por qué ver esto.
—Jungkook, por favor—dijo en voz baja, intentando mantener la calma —. Déjame a mi, solamente déjame hablar a mi — le suplicó mientras apretaba el músculo de su brazo, conteniendo las lágrimas en sus ojos lleno de pánico —. Yo me encargaré de esto. Confía en mí, pero no lo asesines... Te lo suplico y después haré lo que quieras.
—Jimin — pronunció Jungkook con una determinación que el castaño jamás le había escuchado y quiso gritar de desesperación porque no lograba persuadirlo de cambiar su decisión. No quería que Jongin muriera —. Te he dicho que regreses al puto lago o veras como le vuelo la tapa de los sesos en este mismo-
Presa del pánico, Jimin no lo pensó dos veces y abrazó a Jungkook por la espalda mientras. El pelinegro pareció sorprenderse en un primer instante y las palabras se quedaron en su garganta porque Jimin lo estaba abrazando con tal de que no asesinara a su amigo.
Sin embargo, la sorpresa pasó rápidamente y Jungkook intentó quitarse a Jimin de encima, pero el chico estaba aferrándose completamente a él con la esperanza de que tuviera un poco de compasión por él, siquiera por Jongin, por él.
—Jimin, quítate de encima —le ordenó con un gruñido.
Entre más se resistía, Jimin más se aferraba a él y no iba a moverse. Jungkook estaba respirando con mucha fuerza, la adrenalina corriendo por sus venas que estaban saltando por lo largo de su cuello debido a la fuerza que estaba aplicando. Los músculos contraídos de su abdomen cosquillearon al tener los brazos delgados de Jimin alrededor de su torso y su cabeza apoyada contra la suya.
—Por favor, yo sé que no eres tan malo — repitió Jimin en un hilo de voz, con una voz tan débil que el pelinegro parpadeo varias veces.
El bosque se quedó en silencio un momento, a excepción por los jadeos de Jongin que todavía intentaba quitarse a Jungkook de encima. El pelinegro comenzó a respirar más lento y le dio una mirada por encima del hombro al pequeño hombre que estaba aferrado a él como si su vida dependiera de ello. Sabía que si quería podía aventar a Jimin lejos y disparar, no obstante, de alguna forma, la jodida artimaña tuvo un efecto en él.
Un efecto que no sabía como catalogar.
Jungkook apretó la quijada con fuerza y soltó una maldición antes de levantarse bruscamente, quitándose a Jimin de encima y dejando libre el cuerpo magullado de Jongin, quien apenas sintió que el peso de su espalda desapareció, se levantó de un brinco lleno de adrenalina y tomó a Jimin por el brazo para ponerlo detrás suyo en un gesto protector.
Protegerlo de Jungkook.
Inhalando y exhalando profundamente, Jungkook miró a Jimin que de un momento a otro se encontraba en las espaldas de Jongin como alguna vez lo estuvo con él. Originalmente así deberían ser las cosas.
Él era el villano aquí, y nunca lo había negado.
No buscaba hacerse el santo porque no lo era.
—Detrás de mí, Jimin — dijo el azabache, planteándose delante del pelinegro.
Otra vez estaban cara a cara, viéndose más furiosos que antes, con la diferencia que ahora Jimin estaba aquí como la manzana de la discordia.
El corazón de Jimin tartamudeó por la confusión por de pronto tener a Jongin junto a él, protegiéndolo como tanto había anhelado e imaginado. Parecía irreal. Finalmente, lo habían rescatado, sin embargo, el castaño no entendía porque no se sentía aliviado.
Y era porque se sentía mal estar en contra de Jungkook, en lugar de a su lado. Tal vez se acostumbró o no tenía ni puta idea.
Además, sabía perfectamente que si no controlaba la situación y ponía un alto, terminaría mal para todos. Sunoo seguía en peligro. Las vidas de muchas personas estaban en juego y Jungkook confío en él para arreglarlo a su manera. Él era el único con el poder de mover los hilos.
Tomando una bocanada de aire, Jimin rechazó la protección y quitó el brazo de Jongin de su estómago, lo cual sorprendió al azabache. El castaño se colocó en medio de ambos hombres altos que se miraban como si fuesen a matarse apenas se quitara de en medio.
—¿Qué estás haciendo aquí, Jongin? — cuestionó, obligándose a sostener la mirada estupefacta de su amigo que claramente no entendían lo que estaba sucediendo, no entendía su serenidad ante la situación.
—¿Qué estoy haciendo aquí? ¿Debes estar bromeando, no es así? — lo miró con ojos grandes, buscando un indicio de burla de mal gusto en el rostro de Jimin que estaba totalmente serio —. ¡Estábamos buscándote, Jimin! Más bien, ¿tú qué estás haciendo aquí... con este hombre? — espetó con la necesidad de decir aquello último con aberración de por medio.
Jungkook estuvo a punto de responderle, pero Jimin se adelantó.
—He estado con Jungkook desde el día en que me fui — confesó Jimin y definitivamente, esa no era la respuesta que esperaba el azabache, pues su cólera se desvaneció, convirtiéndose en desconcierto —. Ese día tuve un problema con los infectados y él me ayudó. Él me salvó la vida.
—¡Él casi me asesina a mi, por buscarte Jimin! — intervino viendo al pelinegro que estaba parado detrás y Jimin tuvo que levantar las manos para interrumpir su duelo de miradas asesinas.
—¡Jungkook solamente me estaba protegiendo...! —exclamó Jimin y eso fue capaz de apaciguar a todos—Hemos lidiado con gente no tan agradable antes — descendió la mirada.
Anonadado, Jongin le dio otra mirada rápida a Jungkook que tenía su típica expresión de mierda y después, observó al castaño, pues no podía creer que lo estuviera defendiendo cuando hace un minuto casi le vuela la cabeza sin remordimiento. No parecía creerlo por completo y tendría razón en hacerlo.
—¿Y por qué no volviste al refugio luego de eso? ¿Por qué no avisaste por la radio que estabas bien? ¿Qué te pasaba por la cabeza? Todos estábamos muy preocupados — interrumpió, visiblemente desesperado por respuestas a todas sus preguntas —. Sabes cuánto tiempo hemos estado buscándote, cuántos kilómetros hemos recorrido, cuántos engendros hemos asesinado... cuántas personas del grupo hemos perdido — dijo lo último con tristeza, con agotamiento en su semblante.
Jimin se mordió los labios. Las lágrimas amenazando con caer de sus ojos porque no quería saber a quienes habían perdido además de la señora Jungie. Si rompía en un llanto desconsolado, Jongin descubriría que algo no estaba bien, la situación ya era bastante compleja.
—Yo... no creía que fueran a buscarme — dijo encogiéndose de hombros y seguidamente, tomó una bocanada de aire para tomar valor —. A decir verdad, esperaba que no lo hicieran — dijo arrancándose las palabras de la garganta.
La expresión que puso Jongin fue un sacrilegio de emociones y como si hubiera recibido un puñetazo más fuerte que el que le dio Jungkook, avanzó un paso inconexo al castaño.
—¿Q-qué quieres decir, Jimin? — preguntó mientras ladeaba un poco la cabeza.
—Jongin, no quería tener que decirlo de esta forma porque no quería hacerte daño — Jimin agachó la cabeza y cerró los ojos un momento por lo difícil que sería hacer esto. Pedía fuerza —. La verdad es que no quería seguir con ustedes, pasando hambre todos los malditos días y encargándome de las personas del grupo. Asumiendo una responsabilidad que no era mía y aunque les estoy agradecido por traerme a Busan. Decidí tomar un camino diferente al suyo — le dijo con firmeza.
El azabache pareció tomado por sorpresa, pero un segundo más tarde herido, por las crueles y francas palabras de Jimin que no tuvieron tacto alguno. Sacudió la cabeza.
—Pudimos haber arreglado eso como el grupo que éramos — dijo con simpleza y sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas que hicieron que el corazón de Jimin se oprimiera en su pecho, pero se mantuvo intacto en su postura —. Te hemos buscado días enteros, poniendo nuestra vida en riesgo porque eres alguien importante para nosotros. ¿Quieres decir que nosotros nunca significamos nada para ti? ¿Tan fácil fue dejarnos? — preguntó—. La solución no era escapar de nosotros sin decir nada.
Jimin quería decirle que por supuesto que le importaban, todos, que quería volver con ellos y hacía esto porque no tenía elección, prácticamente lo tenían amenazado.
En cambio, lo miró fríamente a los ojos.
—Apenas me conocían y yo a ustedes, no tendrían motivo para arriesgar tanto por mi — le dijo sin titubear, sabía que estaba siendo un hijo de puta —. Fue su culpa por confiar en un desconocido.
El azabache claramente estaba alucinando con su actitud, este no era el Jimin que había rescatado aquella vez y en el fondo de su alma, Jimin esperaba que no se tragara su mentira.
—¿Y Sunoo, piensa lo mismo que tú? ¿Dónde está él? — intervino, tragándose su desilusión—. Es apenas un chico, no entiende muchas cosas.
—Sunoo está bien. No te preocupes por él —le contestó rápidamente aunque fuese la mentira más grande del universo. Nadie aquí estaba bien —. Él está mejor que nunca. Está feliz, con chicos de su edad. Comiendo bien y durmiendo en una cama. Él no los necesita... y yo tampoco —añadió sin alterarse, .
Hubo un pequeño silencio por el duelo del momento, la traición, el desencanto y la decepción que estaba teniendo Jongin, no obstante, no parecía querer aceptar sus palabras y rendirse todavía, aunque eso le costará perder la dignidad que le quedaba.
—Jimin, por favor...— dio un paso tosco al frente para acercarse a Jimin y en automático, Jungkook también avanzó para hacerle frente.
Aquel estaba esperando el mínimo desliz para atacar y Jimin tuvo que poner una mano en su pecho para hacerlo retroceder para indicarle que estaba bien. Si no hacía que Jongin se fuera y los dejara, Jungkook se encargaría del asunto como iba hacerlo desde el inicio.
El azabache lo miró con odio antes de devolverse a Jimin.
—Jimin te estas apresurando, no estás pensando bien las cosas —le dijo con un hilo de voz temblorosa, era tan lamentable que Jimin solamente quería que se detuviera —. No puedes dejarnos así, sé que podemos arreglar esto y estar todos juntos, pero no te vayas, por favor — suplicó.
Jimin tenía ganas de llorar por la mirada de su amigo y tuvo que sorber la nariz para evitarlo. Únicamente quería que se fueran y lo soltara, su insistencia estaba complicando aún más las cosas, así como aumentando el pesar en Jimin que hacía esto contra su voluntad.
¿De verdad estaba haciendo lo correcto?
Ahora que era consciente de los sentimientos de Jongin por él, era todavía más difícil hacerle esto y Jimin agradecía profundamente que Taemin no estuviese aquí u otra historia sería.
—Jongin, por favor. Solo vete... Vete — dijo casi suplicándole y agachó un poco la mirada cuando finalmente estaba apunto de llorar.
El azabache se acercó a Jimin sin importarle qué Jungkook estuviera a su costado. El pelinegro hizo una mueca cuando Jongin junto su frente contra la de Jimin, el cual puso sus manos sobre las de Jongin un segundo, un pequeño segundo que anheló y le dio un poco de conforte.
Lamentaba no haber aprovechado el tiempo que estuvieron juntos.
Nunca hubiera querido lastimarlo.
—Por favor, no me dejes a mi... —musitó en voz baja —. Yo te quiero, Jimin. Lamento no haberlo dicho antes, pero todavía estamos a tiempo si vuelves — confesó directamente, usando la última carta que tenía para hacerlo cambiar de opinión. Sabia que si no lo hacía ahora, no tendría otra oportunidad.
Jimin reprimió un sollozo que fue audible. Esto era lo que más había temido que pasará y con todo el dolor de su corazón, alejó las manos de Jongin de su rostro ruborizado. Éste abrió sus ojos tristes.
—Lo lamento tanto, Jongin... — con poca convicción, retrocedió un paso mientras guardaba sus lágrimas —. Escuche tu mensaje en la radio y mi respuesta es que no siento lo mismo por ti y n-nunca lo sentiré — contestó él —. Ahora tengo a alguien que es capaz de protegerme.
Sabía que esto sería un golpe bajo, pero si esto haría que el azabache renunciara a él para siempre, lo haría.
Jimin retrocedió un paso para quedar a la misma altura que Jungkook y entrelazar sus manos. El rostro de Jongin se crispó al verlo tomar la mano del pelinegro e incluso el mismo Jungkook se sorprendió por su acción imprevista, sin embargo, le respondió apretando su mano devuelta.
No supo si lo hizo solamente para enfurecer a Jongin y aumentar su ego de macho alfa o porque de cierta forma, le quería dar un poco de consuelo.
Eso era lo que Jimin necesitaba justo ahora.
Ese fue el golpe final, Jongin dejó caer las manos derrotado. Las lágrimas gordas cayeron de sus ojos sin poder evitarlo y simplemente retrocedió como si estuviera desorientado, en otro planeta, al mismo tiempo que se atragantaba con sus súplicas. Abrió y cerró la boca varias veces, pero las palabras no salían de su garganta. Literalmente, Jimin le había disparado.
Él lo había matado con su rechazo.
Sin decir nada, Jongin le dio una última mirada a Jimin casi como si estuviera delante de un monstruo, alguien a quien era incapaz de reconocer. La decepción que lo envolvía era más grande que su humillación. No obstante, cuando miró a Jungkook fue otro cuento. Lo vio con tanta rabia que incluso sus ojos se encarnaron, como si fuese el desgraciado que le había robado una de sus posesiones más preciadas.
Jimin miró a su compañero irse completamente destrozado, herido como un animal atropellado. Jamás se había sentido peor ser humano. Por un momento se imaginó corriendo detrás de él y decirle la verdad, luego escapar con él y que todo volviera a la "normalidad", pero no lo hizo.
Una vez que lo perdió de vista entre el verde del bosque, se dejó caer al suelo mientras finalmente rompía en llanto, en tanto Jungkook permanecía en silencio parado detrás suyo.
[...]
Ժ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴
Continuaron el camino de regreso a la Capital durante días exhaustivos, peligrosos y abrumantes. El bosque, las ciudades destruidas y el refugio de Seúl habían quedado kilómetros atrás, dando paso a interminables extensiones de tierra amarilla en donde fue prudente hacer una parada en el arcén de la autopista árida. No habían tenido un descanso decente y una comida tranquila desde que salieron de la hondura del bosque a la carretera debido a que iban retrasados en tiempo por lo ocurrido.
Minho y sus hombres estaban teniendo un descanso en sus coches seguramente bebiendo mientras Jungkook y Jimin compartían la camioneta en completo silencio. Apenas y se dirigían una pequeña mirada cuando pensaban que el otro no estaba prestando atención.
La situación entre ellos había empeorado bastante desde aquel día. Luego de todo el maldito caos que habían vivido juntos en el bosque de los horrores, su relación retrocedía en lugar de avanzar...
Por algún motivo que Jimin no comprendía, Jungkook lo había estado ignora. Su actitud malhumorada, grosera y huraña había regresado con creces después del encuentro inesperado con el hombre de Seúlndo cuando no le había reprochado absolutamente nada de lo sucedido.
No hablaban, no hacían nada más que seguir el camino como si estuviesen operando en modo automático.
Nadie esperaba que los hechos sucedieran así y sinceramente, Jimin hubiese preferido nunca reencontrarse con su antiguo compañero, ya que únicamente vino a desestabilizar sus sentimientos.
Si no hubiera llegado a tiempo e intervenido se hubiesen asesinado entre ellos y Jimin no quería que nadie saliera lastimado.
Fue doloroso hacer lo que hizo. Fue doloroso alejar y rechazar a Jongin, aún más, cuando sabía los sentimientos de éste por él. Se sentía como la peor persona del mundo; traicionera y frívola. Y Jungkook debería estar contento porque hizo todo lo que se hubiese esperado que hiciera, pero siquiera eso.
No importaba lo que hiciera, nada resultaba bien.
Jimin todavía no podía creer que tuvo la valentía o la terrible estupidez de haber hecho eso. Su mente se quedó estancada en la incógnita de si había actuado correctamente o no...
¿Qué hubiera ocurrido si hubiese decidido irse con Jongin y dejar a Jungkook?
De todas formas, cualquiera que fuese su resolución ya era demasiado tarde para revertirlo. Su corazón lloraba cuando recordaba las hirientes palabras que le dijo a su compañero y las expresiones dolorosas en su rostro. Nunca lo perdonaría por esto y con justa razón. Jongin siquiera se había enfadado... se había quebrado, Jimin lo vio en sus ojos.
Jongin no se merecían esto.
Jimin no merecía esto.
Nadie merecía esto.
La insistente idea de haberse equivocado, no cesaba en su cabeza.
El castaño recargo su cabeza contra el asiento duro de la camioneta mientras abrazaba sus rodillas flexionadas hasta su pecho y sus dientes se aferraban a su labio inferior tembloroso. Sus mejillas ruborizadas estaban empapadas. Había comenzado a llorar sin darse cuenta y solamente fue consciente cuando Byron aulló en el asiento trasero.
—Estoy bien, amor. Estoy... bien... — le dijo e inmediatamente se limpió el rostro con la manga de su suéter.
Se hizo pequeño en su lugar para no molestar a Jeon con sus lloriqueos, al final de cuentas, no eran amigos que se consolaran y se dedicó a ver el panorámico viejo y abollado que estaba a unos cuarenta metros de distancia; un vaquerito feliz anunciaba un motel a cinco kilómetros al oeste.
—¿Te arrepientes? — cuestionó el pelinegro en medio del silencio. Confundido, Jimin se dio la vuelta y observó a Jungkook que tenía insomnio y era incapaz de acomodarse en el asiento extendido mientras veía el techo de tela. Parecía pensativo, su boca estirada en una línea fina —. Pudiste luchar contra mi y haberte ido con él.
Jimin suspiró con melancolía.
—Si digo que si, ¿me llevarías de vuelta? — preguntó en voz baja.
Silencio.
La conversación que apenas comenzaba murió ahí y esa fue la respuesta que Jimin buscaba y esperaba porque no importaba lo bueno que fuese Jungkook con él, jamás lo dejaría escapar por las buenas.
El resto de la madrugada, Jimin prefirió ignorar sus pensamientos contradictorios, ignorar sus propias emociones, ignorar a Jungkook, ignorar todo lo que sucediera a su alrededor hasta que los gigantescos muros de piedra sobresalieron en el confín a la mañana siguiente y se fueron acercando hasta quedar delante de las puertas de la Capital en donde ingresaron.
El castaño aisló de su cabeza y oídos lo que estaba ocurriendo al llegar. Esta vez ya sabía lo que le esperaba. En ningún momento volteó a ver a los buitres que cuidaban el muro o a los otros pelotones, e ignoró cualquier comentario que viniera de sus bocas sucias.
Esta sería su vida a partir de ahora y tenía que lidiar con ella. Aceptarla, o al menos, hacerla menos terrible. Lamentarse no serviría de nada. Si había de sobrevivir aquí, que así sea. Jimin les demostraría que no era alguien débil del cual se podían aprovechar, ya no.
Estaba tan enfadado con este régimen y comía ansias por que llegara el día en que fuera destruido; los muros cayendo en ruinas, la ciudadela ardiendo en llamas, la gente derrotada y la cabeza del líder, alías la mente maestra de todo este calvario clavada en una estaca...
Pero hasta que eso sucediera, debía soportar.
Aunque sintiera tanta impotencia, se las arregló para mantener la boca cerrada cuando fueron al despacho de Dakho para dar registro de la expedición y preparar la emboscada al grupo de Seúl. El líder estaba extasiado al saber que no había mentido y ahora tenía lo que quería al alcance de su mano.
—Ha escogido el bando correcto, Park Jimin. Bienvenido a bordo — le había dicho el líder y Jimin únicamente apretó los labios. Le daba asco ser felicitado por ganarse un lugar aquí traicionando a sus amigos.
Después de la reunión, se encaminaron de vuelta a los condominios con los pies pesados; estaban físicamente sucios, sus cuerpos doliendo por los múltiples golpes y el mal sueño, sus ropas hechas jirones, y mentalmente agotados en todos los sentidos. Estaban hechos mierda, pero más que una ducha profunda y una siesta, Jimin ansiaba ver a Sunoo, asegurarse que estaba bien.
Garantizar que, de algún modo retorcido, lo que hizo valió la pena. No estaba canjeando vidas para no aprovechar esta nueva oportunidad y ganar algún tiempo.
Eso era lo que Jimin pedía; tiempo. Tiempo para enmendar las cosas.
Entraron a la vivienda que por dentro yacía tranquila. Este era el hogar de Jungkook, su pequeña guarida, se percibía en su expresión sosegada y hombros flojos apenas puso un pie en el interior. Dentro de estas cuatro paredes existía un poco de paz, ya que aquí no serían molestados por los horrores del exterior.
Pasaban de las doce de la noche y todos los chicos estaban durmiendo o al menos eso suponían. Jeon los llamó mientras recargaba su fusil contra la pared y dejaba caer la mochila pesada al suelo.
Tardaron un poco, pero la primera en aparecer fue Ryujin, mostrándose por el barandal de la segunda planta e inmediatamente corriendo escaleras abajo cuando los vio parados en el marco de la puerta. La mujer fue directamente a Jungkook para estamparse contra él en un fuerte abrazo necesitado que dejó a Jimin sorprendido en un primer instante.
Ella chilló nostálgica, casi llorando, y deslizó sus brazos delgados por su cuello para acercarlo y Jungkook le devolvió el gesto un tanto rígido.
—Estoy bien, Ryujin — dijo él, pero la chica no parecía tener intención de alejarse y soltarlo pronto.
—¿Por qué tardaste tanto? — cuestiono Ryujin, aferrada al pelinegro —. No sabes cuanta falta hiciste aquí.
—Ya estoy devuelta — le contestó al mismo tiempo que la mujer le susurraba otra cosa contra su oído.
Jimin retrocedió un paso para darle espacio a la pareja que se abrazaba estrechamente.
Jamás pensó ver "gentileza" en lugar de rudeza en el trato de Jungkook hacia alguien. Una gentileza que él no conocía, ni lo haría jamás. En su caso, solamente le había tocado ver el lado rudo, impasible y escalofriante de Jungkook. El Jungkook que pertenecía a la batalla.
Estaban tan conmocionados por el encuentro que olvidaron que él se encontraba justo a sus espaldas y Jimin desvió la mirada a otro lado, incómodo, ya que sus ojos no se separaban de la manera en que la hermosa chica ponía sus manos sobre Jungkook tan libremente y él se lo permitía.
Parecían ser muy íntimos.
—¿Los demás están durmiendo? — preguntó Jungkook con alivio por finalmente estar en la seguridad de su casa, pero recibió como respuesta un extraño silencio.
De repente, la felicidad desapareció del rostro de Ryujin y agacho la mirada, manteniendo el silencio.
—¿Ryujin? — cuestionó Jeon, alejándose del cuerpo femenino.
Entonces, las lágrimas que cayeron de los ojos irritados de Ryujin y su expresión perturbada comunicaron una sola cosa; los mayores terrores de Jungkook.
Con un ligero temblor, la mujer agarró las manos de Jungkook entre las suyas como si buscara consolarlo por alguna razón y vaciló antes de decir lo que ocurría, lo cual inquietó a Jungkook y también a Jimin, quien finalmente se concentró en lo importante.
—Es Wonho — avisó ella con la voz temblorosa, soportando no llorar.
Los ojos de Jungkook se abrieron de par en par —. ¿Qué sucedió, Ryujin? — interrogó al comprender inmediatamente y miró a diferentes partes de la casa solitaria y helada. Las luces estaban apagadas. Sus amigos todavía no habían hecho aparición, lo cual era inusual, había tanto silencio —. ¿Qué sucedió, Ryujin? ¿Dónde está Wonho? — repitió aún guardando la calma falsa.
—F-fue castigado... por romper las reglas — trastabilló, bajando el tono de su voz.
—¿Qué?— Jungkook pego un brinco, los cascajos de su tranquilidad se esfumaron en un santiamén —. ¿Cómo mierda sucedió eso? ¿De qué reglas estás hablando? ¿Dónde está? ¿Y los demás? ¿Los gemelos están bien? ¿Seungmin? — cuestionó alzando su voz desesperada con cada pregunta.
—¿Y Sunoo? ¡¿Sunoo está bien?! — interrumpió el castaño con la misma desesperación que Jungkook.
—Los demás están bien, están a-arriba, pero no creo que deban ver—la chica apenas pronunció aquello y Jungkook la soltó bruscamente para correr a las escaleras.
Dejándose llevar por el pánico y la incertidumbre de la posible tragedia, Jimin siguió a Jungkook pasando de largo a Ryujin que no consiguió detenerlos. Había escuchado historias sobre dichos castigos y no eran conocidos por ser lindos.
En este lugar pensabas en lo peor y siempre acertarías.
Subieron a la segunda planta y todo estaba totalmente a oscuras, casi parecía abandonado. La única luz amarilla provenía de una habitación al final del corredor que iluminaba el piso de madera y subía a la pared en forma rectangular. El ambiente se sentía pesado desde ya. Algo no estaba bien. En el interior se escucharon diversos sollozos que hicieron estremecer a Jimin, llantos desconsolados de aflicción.
Dios, no.
Agitado, Jungkook se adentro en ella rápidamente y con el corazón latiendo a mil Jimin también lo iba hacer, pero se detuvo en seco cuando alguien tomó su mano por detrás.
—Espera un momento aquí. Será un golpe fuerte para Jungkook y cuando se altera le es difícil controlarse...—mencionó con gesto abatido y seguidamente, la chica también se adentró en aquella habitación.
Perturbado, Jimin no supo qué demonios hacer parado allí afuera y fue cuando escuchó el poderoso grito de Jungkook en el interior de aquella habitación que comprendió: —Wonho... él está... ¡¿Quien mierda le hizo esto?!
—¡Fue mi culpa, Jungkook! — Jimin reconoció la voz asustada de Seungmin en medio de sus sollozos entrecortados e hipidos —. Cometí un error, fui yo quien rompió las reglas y no quería que él se ofreciera en mi lugar... Lo lamento... Lo lamento tanto... Y-yo no sabía que esto pasaría...—repitió sin cesar seguido de varias incoherencias.
El castaño no entendía de qué estaba hablando, pero era espeluznante la forma desgarradora en que pedía perdón mientras sollozaba.
—Lo lastimaron mucho, Jungkook. Casi lo matan delante nuestro — esta vez habló uno de los gemelos, Sarang, gimiendo más fuerte que los demás chicos —. Él no tenía nada que ver. N-no es justo — dijo él.
—Tenemos miedo. Amenazaron con asesinarlo la próxima vez si volvía a romper alguna regla — dijo Woojung en el mismo estado que los demás.
—¿Quién hizo esto? — preguntó Jungkook en medio de los lloriqueos desconsolados de sus amigos que parecían una orquesta de lamentos. Ninguno le dio una respuesta, solo balbuceos incoherentes —. ¡¿Quién lo hizo?! ¡Diganme! ¡¿Quién mierda lo hizo?! — su grito desesperado fue capaz de provocar que el corazón de Jimin temblara y las esquinas de sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.
Jamás lo había escuchado así, tan frágil, con ganas de estallar en llanto. El estómago de Jimin se comprimió completamente, como si estuviera siendo aplastado por el puño de alguien. Comenzó a sudar helado y pegajoso, pero se fue acercando lentamente a la puerta, a pesar de no querer ver directamente lo que contenía. Podía imaginarlo solo por la reacción del pelinegro.
—Es del pelotón número tres... Cicatriz ovalada — Seungmin fue quien le respondió con firmeza, con clara sed de venganza y sus amigos lo regañaron por hacerlo.
—Por favor, Jungkook, ya no tiene caso... — dijo Sarang con la intención de persuadirlo —.S-solamente quédate con nosotros, con Wonho. Te necesitamos aquí.
—No—sentenció Jungkook —. Ninguno de ellos se va a meter con nosotros — dijo en conclusión.
—¡No! ¡No vayas, Jungkook! — exclamó Ryujin, quien de pronto volvió a salir de la habitación aferrada al brazo de Jungkook para retenerlo, pero el pelinegro estaba furioso y no midió su fuerza. La obligó a soltarlo de un fuerte jalón que la hizo tambalearse —. ¡Jungkook, no! ¡Por favor!
Ella siguió gritando, pero no intentó detenerlo otra vez, sabía que no podía frenarlo y rompió en llanto, recargándose contra la pared.
Jungkook se aproximó por el pasillo en el que estaba Jimin petrificado del miedo. Los viejos peldaños de madera vibraron bajo sus pies por las fuertes zancadas que daba. El castaño no sabía cómo reaccionar. Detenerlo o no. Jungkook estaba completamente fuera de sus cabales, sus ojos estaban inyectados en sangre y su mandíbula apretada temblaba de coraje. Respiraba como un maldito toro, que podía embestir a la primera persona que se le pusiera enfrente.
—Jungkook... —fue lo único que pudo salir de sus labios, y Jimin se echó a un lado justo antes de que Jungkook lo arrollara.
El hombre bajó las escaleras aceleradamente para dirigirse a la salida —. No te muevas de aquí, Jimin. Espera mi regreso — sentenció viéndolo desde el marco de la entrada y la casa entera se sacudió por el azote de la puerta principal detrás suyo.
Byron ladró roncamente en la ventana mientras veía al hombre marcharse.
Conmocionado, Jimin no sabía qué diablos hacer en medio de esta escena desastrosa. Una nueva tempestad les había caído encima antes de que cayeran en cuenta. Tardó un minuto en armarse de valor y redirigirse a la habitación iluminada en donde los chicos seguían sollozando luego del arrebato de Jungkook.
No queriendo hacerlo, el castaño traspasó el umbral de la puerta y sus piernas simplemente flaquearon. Comprendió la reacción de Jungkook. El corazón se le cayó hasta el suelo cuando vio a Wonho acostado boca abajo en la cama matrimonial. Su espalda era un trozo de carne roja, despellejada y ensangrentada. Las líneas inclinadas de piel abierta cruzaban desde los omoplatos hasta la zona lumbar. Las sábanas estaban llenas de sangre y había una cazuela con agua del mismo color.
Sus amigos estaban rodeando la cama. El ambiente era horrible. Sunoo también estaba ahí, sentado en una orilla de la pieza mientras limpiaba con cuidado la carne mutilada de Wonho con ayuda de los gemelos. Por su parte, Seungmin estaba sentado en una silla en la esquina de la habitación, con las manos aferradas a los cabellos castaños de su cabeza agachada. Estaba rezando una plegaria o tal vez pidiendo perdón al aire.
Ansioso, Jimin se acercó con cautela a la escena. No sabía qué decir o qué hacer en esta situación. Apenas conocía a estas personas, sin embargo, eso no significaba que no pudiera empatizar y sentir su dolor.
—Hyung... Ha vuelto — Sunoo levantó la mirada cuando vio a Jimin allí parado en estado de shock, con las palabras atoradas en la garganta.
El adolescente estaba llorando, su cara ruborizada e hinchada, sus ojos se encontraban más pequeños de lo normal, lo cual hizo que Jimin se sintiera terrible.
—¿Cómo está Wonho?—fue lo más atinado que pudo preguntar.
—Mejor de lo que se ve. El primer día fue el peor, pero ahora está estable — le dijo Woojung tragándose sus bramidos y después, colocó su mano sobre la de Sunoo —. Si quieres puedes ir a descansar. Gracias por ayudarnos —el chico intentó sonreír pero falló.
—Nosotros nos encargaremos — reiteró Sarang.
Sunoo asintió hacia los hermanos y agarró un bastón que estaba sobre el mueble de madera para ponerse de pie e ir hasta Jimin. Rápidamente el mayor lo ayudó pasando un brazo por sus hombros mientras le daba una última mirada compasiva al hombre inconsciente.
Sencillamente no podía creer lo que veía.
Apenas llegaron a la habitación donde estuvieron cautivos la primera vez, Sunoo se echó a llorar en los brazos de Jimin —. Shhh... Tranquilo, no pasa nada. Estoy aquí — le acarició la espalda con delicadeza.
—Este lugar es horrible, hyung. Las personas aquí son muy malas — dijo el adolescente enterrando la cara en su cuello.
El castaño tarareó para arrullarlo —. ¿Quieres contarme lo que sucedió?
El menor se separó un poco y tomó una bocanada de aire —. Seungmin se hizo cercano a una chica de este lugar y su poseedor se enteró. Pensó que lo habían engañado y cuando vinieron a buscarlo, Wonho se echó la culpa de todo — explicó —. Fue sometido a latigazos como castigo por romper las reglas y meterse con una mujer que no era suya — Jimin asintió levemente mientras escuchaba la historia que le hizo apretar la boca del enojo —. Nos obligaron a los cinco a verlo como una advertencia para que no se volviera a repetir.
El castaño lo abrazó más fuerte cuando Sunoo volvió a quebrarse al recordarlo —. Lamento tanto que hayas tenido que pasar por eso...—dijo él—Todo es mi culpa. Yo nos metí en esto, si hubiese sido más cuidadoso aquel día. Perdoname.
Con esto podía ver que siquiera cumpliendo con todo lo que les pedían, estaban a salvo.
—Quiero irme. Extraño a Yoongi hyung y a los demás, quiero volver con ellos — le dijo desconsolado.
—Lo sé, lo sé... — Jimin apoyó su cabeza contra la contraria mientras se mecían juntos, las lágrimas empapando su hombro. No tuvo el valor para decirle lo que había sucedido con Jongin —. Pero aún me tienes a mi y te prometo que haré todo lo que esté a mi alcance para mantenerte a salvo, Sunoo. Dime, ¿confías en mí? — le preguntó al mismo tiempo que lo alejaba y le limpiaba las lágrimas de las mejillas regordetas.
Sunoo lo miró con tristeza y asintió —. C-confío en usted — trastabilló.
—De acuerdo—se abrazaron una última vez y Jimin acurrucó la cabeza de Sunoo contra su pecho para seguir dándole consuelo —. Estaremos bien, Sunoo. Déjame todo a mi. No se que hare, pero nos sacare de aqui.
[...]
Ժ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴
Sunoo regreso a la habitación de Wonho luego de haber gastado todas sus lágrimas sobre Jimin, pues quería seguir cuidando las heridas del hombre. Parecía un chico totalmente diferente desde la última vez que Jimin lo vio, más diligente, sensato y empático. Indudablemente el golpe de realidad aunado a las desgracias estaban influyendo en su maduración, lo cual era una lástima cuando todavía tenía catorce años.
Además, le intentaba ocultar a Jimin su deseo desesperado por apoyar emocionalmente a los chicos afligidos, aún cuando era demasiado evidente que deseaba estar junto a ellos en estos momentos difíciles.
Jimin no sabía qué sucedió exactamente en su ausencia, sin embargo, inmediatamente se dio cuenta que en poco tiempo el adolescente formó algún tipo de apego emocional a esta gente, específicamente con Woojung y Sarang. Lo notaba por la forma en que se miraban y tocaban con bonita inocencia. Los gemelos eran chicos gentiles y era bueno que Sunoo se relacionara con personas cercanas a su rango de edad.
Por su puesto que Jimin no lo culpaba por buscar consuelo en ellos porque era natural querer calor humano cuando estabas sufriendo.
Lo comprendía de cierto modo.
Ambos atravesaron por situaciones difíciles el tiempo que estuvieron separados y la complejidad de la situación los había orillado a formar vínculos con personas que posiblemente antes nunca hubiese congeniado por sus diferentes personalidades.
La única diferencia era que Jimin no tenía esa figura que lo abrazara y diera consuelo, mínimo le diera una palabra de aliento.
Jimin no tenía a nadie en quien apoyarse.
El ánimo en general estaba por los drenajes. Todo el mundo se encontraban en la habitación de Wonho, rezando por su salud. Jimin todavía no era tan cercano al grupo y no quería que su presencia ahí incomodara a nadie, así que prefirió tomar su distancia y ver la situación desde lejos.
Se dio una ducha en la habitación de huéspedes por recomendación de Woojung cuando lo miró lleno de mugre y con mal olor. El gemelo fue muy amable al darle ropa que ya no utilizaban para que se cambiara.
—Creo que estos te quedarán bien — Woojung le extendió unos tenis deportivos. No eran nuevos, pero sí decentes en comparación con los suyos que tenían la suela despegada luego de caminar tanto —. Eran de Jungkook, pero ya no los usa — comentó —. Si lo necesitas puedes tomar cualquier cosa del armario. También comida de la alacena.
—Gracias — Jimin le agradeció con una reverencia tímida —... ¿Pero a él no se molestará si uso algunas cosas suyas? ¿Sus camisetas? — interrogó.
—A Jungkook no le importan este tipo de cosas. Él podría usar la misma camiseta por más de una semana — contestó el gemelo y se quedó en silencio mientras doblaba la ropa del pelinegro que no había vuelto a casa.
El reloj marcaba las tres en punto.
Aunque nadie lo dijera, todos estaban preocupados por Jungkook. Su ausencia se sentía, incluso para Jimin que se había acostumbrado a su compañía, el cual mentiría si dijese que no estuvo pensado en él desde que se fue.
Jimin nunca lo había visto reaccionar así, tan colérico e impulsivo, y no sabía que sería capaz de hacer en ese estado. Jungkook no estaba pensando con claridad y temía que cometiera una locura.
—¿Estará bien? — cuestionó con sutileza y Woojung mantuvo la mirada agachada.
—Jungkook sabe lo que hace, esta vez no será diferente. Es un tipo difícil de persuadir — respondió Woojung aunque sus palabras carecían de seguridad y Jimin se mordió los labios con ansiedad. Esto definitivamente no estaba bien. Aquel notó la genuina preocupación y le sonrió suavemente al castaño —. No es tan malo como aparentaba, ¿verdad? Incluso parece que le cogiste cariño durante el viaje.
—¿Q-qué? —Jimin abrió los ojos —No, yo...
Inmediatamente el pelirrojo carcajeó por la cara que puso el castaño debido a su mal chiste y no le dio chance de defenderse antes de darle un apretón en el hombro a modo de consuelo e irse de regreso a la habitación de Wonho, dejándolo avergonzado.
Jimin no sabía cómo definir lo que Jungkook le provocaba.
Admitía que resultó ser completamente diferente a como imaginó en un primer momento, era protector y leal a su propia moral, razones por la que Jimin comenzó a confiar en él.
Si, pese a lo malo, confiaba en Jungkook.
Tal vez si le tenia aunque sea un poco de estima, muy poca. De no ser así, Jimin no hallaba otra forma de explicar porque estaba esperándolo en la ventana.
No podía ir a descansar u hacer otra cosa por la sensación de agitación en el corazón.
La incertidumbre lo estaba matando.
—Volverá — Jimin acarició la cabeza de Byron que estaba parado sobre sus dos patas traseras para ver por la ventana.
El humano recargó su sien contra el vidrio y suspiró, viendo los minutos correr lentamente. Las luces de los otros condominios en donde vivían más personas seguían encendidas y en el exterior había sonido urbano como si fuese una ciudad normal.
Parecía un sueño, una ilusión, una simulación de un mundo ideal y fue inevitable no recordar la infinidad de veces que estuvo parado en la ventana de su habitación observando el vecindario oscuro, viejo, desalojado y muerto, mientras se iba pudriendo en su soledad...
Y ahora estaba aquí, esperando a Jungkook...
En un punto de la madrugada cuando Jimin estaba haciendo un intento por dormir en el sofá, Byron lo despertó cuando comenzó a ladrar en la ventana y seguidamente, la puerta se abrió de un golpe sordo, dejando ver una silueta masculina parada en el umbral.
Jimin brincó de su asiento como un corcho y gritó. Sangre fue lo primero que observó goteando del rostro fruncido de Jungkook. El cabello alborotado le caía en la cara cubriendo el hematoma alrededor de su ojo y su labio inferior roto. Tenía su brazo alrededor del tórax, su mano hacía presión contra una herida en el costado derecho mientras se apoyaba contra el marco de madera, jadeando roncamente.
—¡Dios mío, Jungkook!
[...]
Ժ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴
Esta primera parte va dedicada a otra persona que siempre comenta un montón: LachimolalaJM13 ❤️🩹
Decidí dividir el capítulo porque era muy extenso, ya había llegado a las 20 mil palabras. Ahí dejaré mis comentarios y explicaciones.
Subire la siguiente parte pronto, y solo dire, agarrense fuerte 😏
QUITENME LA IA. TENGO QUE PONER TODAS ESTAS FOTOS PORQUE JUNGKOOK SE VE TAN GUAPOOO. TE ENTIENDO JIMIN, TAMBIEN ME ENAMORARIA
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro