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✘ ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴠᴇɪɴᴛɪᴅᴏꜱ

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Miércoles 20 de Mayo del 2023

Busan, Corea del Sur.
04:00 a.m.

Un año, tres meses y nueve días después del primer contagio.

...

En medio de la oscuridad, Jimin daba vueltas y vueltas sobre su cama debido a la ansiedad que se lo estaba comiendo vivo. Su cabeza estaba hecha un enredo. Estaba agitado, pero sobre todo asustado. Escuchaba los latigazos de su corazón en los oídos y no podía dejar de moverse entre las sábanas mientras observaba el reloj de la pared que aún no marcaba la hora esperada. Había sentido miedo en muchas de sus formas y colores, conocía la sensación, el temblor en su cuerpo, el ardor en su estómago y el sudor frío goteando por su columna vertebral, no obstante, este sentimiento era superior a todo lo anterior.

Se sentía como si estuviera perdiendo el aire de sus pulmones al mismo tiempo que su corazón bombeaba con rapidez. La paranoia lo hacía pensar en ilusiones terroríficas para nada sensatas, pues entre más se acercaba la hora de la verdad y más pensaba, más analizaba los riesgos y las cosas que podrían salir mal en este temerario intento de escape, las cuales eran demasiadas.

Las cosas malas siempre eclipsan las buenas. En lo único que podía pensar era en la forma en que iba a ser capturado, maltratado y aniquilado.

Desde aquel día que hizo el pacto con Seungmin la ansiedad fue en aumento y ya había transcurrido un amanecer desde aquel entonces, veinticuatro horas, para ser exactos, las cuales se vivieron con un filtro lento y tortuoso color grisáceo, dedicados a planear, simular, evitar y esperar...

A esperar este momento.

Seungmin y él repasaron el plan cientos de veces, de inicio a fin, para no cometer ningún error. Conocían los riesgos, así como las ganancias. Jugaban por todo o nada, y aunque el miedo de perder estaba presente y Jimin tuviera destellos de cobardía que lo hacían querer retractarse y rendirse ante la oscuridad, simplemente quedarse sujeto a su destino en la Capital, las palabras de Seungmin lo volvían a mantenerse firme en la decisión tomada, pues aquel tenía razón en absolutamente todo lo que dijo.

Debía dejar de tener miedo a lo que podría salir mal y comenzar a emocionarse por lo que podría salir bien con esta oportunidad dorada que cualquiera de los pobres esclavos quisiera tomar. Aunque fuera una locura, la fe y la esperanza era la certeza de que esto tenía sentido, independientemente de cómo fuese el resultado. Valía la pena luchar por su vida hasta la muerte, valía la pena hacerlo por Sunoo, por Byron, por sus amigos... Esto iba más allá de su propio bienestar, englobaba muchas cosas más y ya no había razón o amenaza suficiente que lo detuviera.

No había marcha atrás.

Sin embargo, a pesar de tener claro lo que iba hacer, todavía había algo que inconscientemente lo estaba frenando y aumentaba su deseo de flaquear. Una persona que no se podía sacar de la bendita cabeza.

—Tal vez cambie de opinión si ambos tratamos de persuadirlo — le había dicho Jimin a Seungmin esa misma tarde.

—Lo conozco mejor que tú, Jimin. Creeme que no cambiara de opinión y una vez le digamos lo que planeamos hacer, va a mantenernos encerrados por querer cometer algo tan estúpido — contestó el azabache al instante —. Tenemos que hacerlo sin él.

Jimin vaciló un poco y respiró profundamente mientras se agarraba las manos sudoríficas.

La idea de hacerlo a espaldas de Jeon se sentía fatal, como una puñalada trapera y Jimin no podía evitar sentirse agobiado, aunque querer hacerlo no fuera su culpa. Era un maldito cautivo que fue traído aquí por la fuerza y ahora quería pelear por su libertad.

Si seguía las palabras del mismo Jungkook; debía preocuparse por él mismo y hacer lo que le convenía para sobrevivir. Jungkook era otro obstáculo en el camino, cualquiera que se interpusiera lo era y por esa razón, Jimin tampoco le había anticipado a Sunoo lo que iban cometer, pues no quería que se lo dijera a los gemelos o las cosas se complicarían más de lo que ya eran.

Cualquier error podía ser determinante para su victoria o derrota.

—De acuerdo — Jimin asintió con un movimiento de cabeza —. ¿Qué crees que ocurrirá cuando se entere? — pensar en esa parte aún le causaba escalofríos.

El azabache hizo un mohín y se encogió de hombros —. No lo sé — confesó y el castaño pudo también identificar su miedo, hacer algo de este calibre los tenía con las emociones a flor de piel—. Hay que estar preparados para cualquier cosa, asimilar que después de hacerlo no podremos confiar en nadie, siquiera en él.

El castaño exhaló por sus palabras.

No le gustaba la idea de que Jungkook se volviera contra ellos y siguiera siendo el títere de ese bastardo, pero no quiso pensar nuevamente en el pelinegro porque sería más complicado.

—No confiaré en nadie — repitió con prudencia.

—Si, y una cosa más — intervino Seungmin, de repente, su semblante se ensombreció y miró al castaño con una seriedad que lo puso nervioso —. En caso de que las cosas no salgan conforme al plan y estén a punto de atraparnos... No dudes en usarla—le extendió una pistola automática cargada con un cartucho —. Es mejor morir a que nos capturen con vida y nos traigan de vuelta, puedo asegurarlo. De esa manera, nadie gana.

Jimin se mordió los labios afelpados y aceptó el arma con un temblor en el cuerpo entero, provocado por el miedo de tener que llegar a extremos de quitarse la vida y a los suyos, pero sabía que era una salida factible. Tampoco estaba dispuesto a regresar a la Capital, no les daría ese placer de capturarlo y que hicieran con él lo que quisieran a modo de expiación.

Este era el inicio o era el fin. Estaba decidido.

—Lo lograremos, llegaremos allá — le dijo con una abrupta seguridad mientras le agarraba las manos lastimadas y Seungmin curvó sus labios amenamente. Jimin le decía los ánimos que en el fondo deseaba escuchar —. Estaré esperando la señal — concluyó.

Luego de esa última plática que tuvieron, Jimin salió de la habitación del azabache para dirigirse a la suya y esperar a que la noche finalmente cayera.

El caos estaba apunto de desatarse. Durante todo el dia trató de mantenerse sereno frente a los demás chicos, fingiendo que nada extraño ocurría. Cuidó de Wonho algunas horas en su habitación, platicaron y después comió en el comedor junto a todo el grupo. Nadie había sospechado nada, por suerte. Jimin se esforzó por actuar con normalidad a pesar de estar cagándose por dentro.

No levantó la mirada de su lata de sardinas a la hora de la cena porque Jungkook estaba del otro lado del mesón con esa expresión de mierda mientras Ryujin parloteaba a su izquierda. Se sentía incómodo, además, también estaba nervioso luego de lo que Seungmin y él se traían entre manos y el pelinegro no podía descubrir.

Luego de eso, el último día aquí parecía acabar bien, sin embargo, justamente antes de ir a su habitación Jimin se encontró con Jungkook a mitad del pasillo, quien iba caminando directamente hacia él.

El destino estaba obstinado a que se vieran las caras cuando se evitaban como a la peste negra.

Jimin automáticamente bajó los ojos y se agarró las manos sudoríficas para ocultar su nerviosismo. Por su parte, Jungkook le dio una mirada hosca y pasó por su costado casi rozando sus hombros. Por un pequeño segundo, Jimin se imaginó a Jeon tomándolo por la muñeca y estampándolo contra la pared mientras le gritaba que ya sabía lo que estaban tramando.

Aquel era tan irritablemente inteligente que no se le escapaba nada y desde que Jungkook le confesó que siempre tenía sus ojos puestos sobre él, Jimin se sentía observado e inquieto a todas horas del día. A veces imaginaba a Jungkook viéndolo o siguiéndolo desde la oscuridad como una pantera negra, por las noches mientras dormía, e incluso lo había perseguido hasta en sus sueños.

Fragmentos de ellos corriendo por el bosque, luchando contra los errantes, sentados viendo el bello atardecer, hasta sueños más sórdidos y vergonzosos como el encuentro que tuvieron la última ocasión...

Pensar en eso lo hacía sonrojar.

Entonces, su ensoñación desapareció cuando la puerta se cerró detrás de él.

El castaño se dio la vuelta en medio del pasillo y se quedó mirando la habitación de Jungkook, tal vez, más tiempo del que debería. La exasperación podía con él porque finalmente caía en cuenta que sus caminos iban por diferentes caminos y esta sería su última oportunidad de decir o hacer cualquier cosa que quisiera...

En un momento de desconcierto, hizo un amago de levantar su mano y llamar su puerta, decir su nombre, no obstante, las palabras se quedaron en su bailando en su lengua y solamente pudo murmurar para sí mismo: —Adiós...

Algo en su interior se sentía fatal, ya que a pesar de los disgustos, Jimin seguía sintiendo ese extraño sentimiento hacia Jungkook y una vez que se fuera, no volverían a verse jamás.

Pero entendía que era lo mejor.

Y Jimin siguió de largo.

Cuando llegó la temida hora y el reloj antiguo marcó las cuatro de la mañana, Jimin preparó sus pertenencias que estaban escondidas debajo de la cama y luego se acercó a Sunoo, quien estaba dormido abrazando una almohada. Tocó su cabello sedoso con ternura antes de zarandear su hombro suavemente. Aquel se quejó un poco antes de abrir sus ojos hinchados con dificultad y mirar al castaño visiblemente enérgico parado delante suyo.

—Mmm... hyung, ¿qué sucede? — somnoliento, levantó un poco la cabeza con sus cabellos negros despeinados.

—Levántate y ponte esto — puso su ropa nueva sobre sus piernas al igual que una mochila que tenía todo lo que necesitaba para el viaje —, date prisa.

—¿Qué? ¿Por qué? — Sunoo se desprendió del sueño por completo al notar que todavía era de madrugada, pero Jimin estaba vestido con ropa ajustada, una mochila colgaba de su hombro al igual que su bate de béisbol. Algo saltó dentro de él, alguna intuición mortífera cuando estaban acostumbrados a vivir al acecho —. ¿Qué está pasando? ¿Nos están atacando? — dio un brinco sobre la cama.

—Shhhh... no hagas ruido — Jimin siseó y le tomó las manos para tranquilizarlo, pero aquel no se relajo del todo, intentando ver en la penumbra —. Todo está bien, tranquilo, pero necesito que te cambies ahora mismo, ¿de acuerdo? — repitió —No hagas preguntas porque hay poco tiempo. Vamos.

Aún confundido y un tanto adormilado, Sunoo hizo lo que Jimin le pidió y comenzó a cambiarse velozmente. Mientras tanto, el castaño se asomó por el corredor vacío, las luces estaban apagadas, todos estaban durmiendo y le hizo una señal a Seungmin que también se asomó desde la puerta de su habitación encendida como habían acordado.

—Ven, tenemos que irnos, muchacho — Jimin empuñó el mecate que simulaba la correa de Byron, quien también estaba preparado con su típica mochila y collar puntiagudo —. Trae tus cosas y no olvides el bastón, Sunoo.

—¿A dónde vamos? — preguntó el adolescente que no entendía lo que estaba ocurriendo, pero aun así se colgó sus pertenencias sobre el hombro. Estaba agitado y claramente espantado —. Dígame qué está sucediendo, ¿qué hay mal?

Jimin se detuvo un momento y se volteo al joven —. Te prometo que te explicaré luego, pero ahora mismo necesito que hagas todo lo que te diga sin rechistar, ¿entiendes? — comenzó a explicarle con rapidez, intentando no verse demasiado ansioso aunque lo estuviera —. Nos iremos de aquí, vamos a escapar.

Sunoo abrió sus ojos en grande como si Jimin hubiese dicho algo impresionante y sacudió la cabeza, posiblemente pensaba que seguía durmiendo y esto era un sueño mágico porque lo que dijo el mayor no tenía sentido alguno.

En ese momento, Seungmin llegó a la habitación de los chicos, cargando con sus propias pertenencias y armas largas que tenían sus respectivas correas. Le pasó un fusil a Jimin y otro al adolescente que seguía estupefacto en su sitio.

—Sabes usarla, ¿cierto? — le cuestionó el hombre.

—S-sí —respondió con un hilo de voz.

—Perfecto — dijo un poco más aliviado —. Debemos ser muy sigilosos al momento de salir.

—¿Qué pasará si Jungkook despierta? — interrumpió el castaño con preocupación, cada vez estaba más ansioso.

En su cabeza únicamente estaba Jungkook, Jungkook, Jungkook...

—Tal vez le puse algo en su té de manzanilla — Seungmin se encogió de hombros imperturbable —, pero si cualquiera de los demás despierta, el plan se termina aquí, ¿comprenden? — les dijo a ambos —. ¿Están listos?

Jimin prefirió ignorar lo primero y asintió —. Te seguiremos — respondió con una firmeza forzada mientras que Sunoo deslizó su mirada de uno a otro.

El adolescente estaba en shock por lo que estaba escuchando, así que Jimin lo tomó por la mano para guiarlo. No había tiempo que perder en explicaciones y entre menos supiera de toda la mierda por la que estaban a punto de pasar, era mucho mejor.

Con cautela, salieron de la habitación por la oscura vivienda en la cual reinaba el silencio. La madera vieja crujía con el peso y tuvieron que andar en puntillas cuando pasaron delante de la habitación de los gemelos, Ryujin y por último, Jungkook... Jimin sentía tanto miedo porque el pelinegro despertara y se diera cuenta que estaban intentando escapar. La puerta de su habitación se veía gigantesca y retumbaba como si fuese una bocina, imaginaba que en cualquier momento iba a ser azotada por el hombre envuelto en furia, no obstante, únicamente se trataba de los nervios histéricos de Jimin. Los leves ronquidos que se escuchaban dentro aseguraban que el hombre estaba plenamente sedado, lo cual no le dio a Jimin el alivio que esperaba.

... Muy en el fondo, todavía quería que Jungkook se uniera a él.

Porque ya no se trataba de su dignidad sino de que quería que ambos escaparan sin importar los problemas que hubieran entre ellos.

El problema era que Jungkook no lo haría jamás, menos porque él se lo pidiera. ¿Quién era él para influir en Jungkook y cambiar sus decisiones luego de tanto tiempo viviendo así?

Bajaron por las escaleras y Seungmin dejó una carta sobre la encimera de la cocina, la cual decía el motivo de su partida y explicaba cuál era su plan detallado. Era una explicación de mierda cuando prácticamente los estaban abandonando y en momentos tan crudos, pero no había alternativa.

—Síganme —les dijo Seungmin.

La luna menguante los recibió desde el cielo al salir de la vivienda y antes de que caminaran entre la zona de condominios en los cuales la gente seguía dormida debido a la hora, el adolescente los detuvo en seco.

—¿Pero qué hay de los demás? ¿No vendrán con nosotros? — hizo la gran pregunta cuando su conmoción había pasado.

Ninguno de los dos hombres le contestó, pero la respuesta era clara y Jimin simplemente siguió estirando su mano para hacerlo caminar.

—Sigue caminando — fue su respuesta evasiva.

—No podemos dejarlos en este lugar, tenemos que regresar por Woojung y Sarang. ¿Y qué pasará con Wonho? — cuestionó, indignado —. Hay que volver.

Sunoo estiró la mano de Jimin para regresar de nuevo a la vivienda, pero el castaño lo devolvió a su sitio de un jalón y le dio una mirada contundente.

—A partir de ahora seremos nosotros tres, Sunoo — le dijo firmemente al mismo tiempo que Seungmin observaba ansioso como se detenían en un lugar tan expuesto —. Tenemos la oportunidad de escapar, pero para hacerlo tienes que seguir el plan al pie del cañón o nos van a matar. Nos van a torturar si nos atrapan y nadie nos va a salvar, ¿entiendes. Haz lo que te indiquemos y no seas imprudente por una jodida vez — el adolescente no respondió, estaba petrificado, asombrado, espantado por su rudeza —. Entiendo que esos chicos fueron de tu agrado, pero tienes que seguir adelante si quieres sobrevivir. Dime, ¿quieres irte de aquí?

Sunoo hizo un puchero cuando sus ojos se llenaron de lágrimas por la manera en que Jimin le estaba hablando, sin embargo, el joven meramente asintió al no poder hablar.

—Entonces no te separes de mí — sentenció.

Jimin volvió a relajarse con un poco de culpa mientras Seungmin le dio un asentimiento porque controló bien la situación. No podía ser blando  en estas instancias.

Entonces, comenzaron a caminar en dirección a la zona oeste de la ciudadela, yendo más allá de los condominios, los almacenes y el área central donde había mayor movimiento. Aún era de madrugada, las calles estaban vacías y el cielo color negro escondía las imponentes murallas en la lejanía que siempre sobresalían de las estructuras. No había nadie. Los únicos de los que debían cuidarse eran de los centinelas que estaban en sus posiciones de halcones las veinticuatro horas del día, vigilando tanto el exterior como el interior. Los enormes faroles redondos de las torres de vigilancia llegaban a distancias largas y recónditas, por lo que debían irse cubriendo con los vehículos, árboles o cualquier obstáculo que hubiera en el camino. No tener la cicatriz era razón suficiente para ser interceptados y cuestionados por andar tan libremente a altas horas de la noche.

Sin encontrarse con alguien, consiguieron llegar al vertedero ubicado en la zona oeste en donde se venía a tirar la basura, así como automóviles descompuestos, metales oxidados y otros materiales de la obra de construcción. Seungmin los fue guiando como si conociera el camino al derecho y al revés. Indudablemente había hecho esto antes.

Más allá de las pilas de mierda y desechos olorosos llenos de moscas que se veían exactamente igual, había un desnivel por el cual tuvieron que bajar cuidadosamente por la tierra húmeda.

Acá casi no llegaba la luz de la ciudad, la tierra estaba lleno de charcos de agua y Jimin pronto se dio cuenta que era la entrada a las cloacas.

Unas vallas de hierro formaban una especie de barricada a la entrada circular del alcantarillado cuyo acceso estaba bloqueado por una tapa de piedra. El alambre de púas supuestamente impedía el paso, pero su función era para bloquear la entrada a cualquier muerto que consiguiera colarse.

"INGRESO AL INFIERNO AQUÍ" decía un letrero sarcástico que estaba hecho con sangre seca y de este colgaba una cabeza momificada, evidentemente intentando ahuyentar a cualquiera que tuviera pensado a escapar por ahí.

Es el Igor que encontró esta entrada — sin prestarle atención, Seungmin comenzó a cortar el alambre de púas con sus herramientas e hizo un espacio grande para que pudieran acceder —. Adelante.

Sunoo hizo una mueca vomitiva y simplemente se agachó para pasar por el alambre de púas abierto, seguido por Jimin y Byron.

—Ahora ayúdenme a mover la roca — pidió el azabache.

Algunas cucarachas emergieron de allí dentro ante el contacto con el gran pedazo de roca lleno de moho y Jimin luchó con su asco. Con un resoplido, hicieron un esfuerzo por desplazar el gran trozo de piedra que estaba cubriendo la salida de la alcantarilla. Era terriblemente pesada y muy apenas lograron abrir una rendija de algunos centímetros de ancho que era lo suficientemente grande para que sus cuerpos pasarán.

Antes de ingresar, Seungmin sacó las linternas y unas máscaras faciales de su mochila. No haría mucha diferencia, pero podrían bloquear un poco el aroma que habría adentro.

—Esto será lo más difícil que tendremos que enfrentar. El plan es no hacer ruido, estarán dormidos, pero bastará con que uno de ellos despierte para que se vuelva el maldito túnel del infierno — dijo sin pelos en la lengua, su intención no era asustarlos sino que se prepararan física y mentalmente para entrar ahí —. Si alguno está en medio del camino, lo mejor es rodearlo o a menos que no haya otra opción, acabarlo en silencio — les entregó un cuchillo afilado.

Jimin asintió y lo guardó en la funda de su muslo.

—¿Estás diciendo que evitemos matarlos? — nervioso, le preguntó Sunoo.

—Sino despiertan es como si nunca hubiéramos estado aquí — levantó las cejas hacia él y luego continuó hacia Jimin —. Una vez que salgamos a la superficie tenemos que ser rápidos en buscar un vehículo y cuando hayamos logrado hacerlo con éxito, podrás comunicarte con tu grupo.

Esta vez, sacó del bolsillo su intercomunicador y se lo entregó. El castaño no sabía cómo demonios consiguió quitárselo a Jungkook, probablemente cuando aquel cayó sedado como animal salvaje.

Asintió al mismo tiempo que pasaba saliva —. ¿Alguna otra cosa? — cuestionó aunque habían repasado el plan cientos de veces.

—No se separen — concluyó el azabache.

Sin más que agregar, Seungmin se lanzó hacia adentro por la abertura estrecha, metiendo su cuerpo de lado. Luego, Sunoo le dio una mirada asustada a Jimin antes de hacerlo también, inflando las mejillas para contener la respiración. Cuando fue su turno, Jimin le echó un último vistazo al terreno de la Capital para asegurarse que nadie los hubiera seguido.

Tomó aire fresco mientras veía el exterior, puesto que sería la última vez que vería el interior de la Capital.

Moriría antes de regresar aquí y finalmente, se introdujo a la alcantarilla arrastrando a Byron consigo.

La oscuridad reinaba en aquella cloaca. Las luces de las linternas los ayudaban a observar lo que había unos cuantos metros por delante; paredes de concreto y un largo conducto de profundidad desconocida. Hacía frío debido a la humedad y la corriente de aire soplaba de forma escalofriante por el largo túnel. La claustrofobia se cerraba con sigilo alrededor de su cabeza y la penumbra empezaba a estrujarle las sienes debido a lo estrecho que era el lugar. Entraron a otro mundo bajo tierra, totalmente silencioso, en la lejanía se escuchaban las tétricas gotas de agua caer del techo cada tres segundos.

Esto era mucho peor de lo que había previsto. El hedor del excremento y la carne putrefacta eran asfixiantes, debía estar lleno de errantes aquí abajo. El suelo bajo sus zapatos era una inmundicia de tacto barroso; había huellas de zapatos marcadas.

Carajo.

De repente, sonó un sutil y extraño aleteo sobre sus cabezas y con ayuda de las linternas, se dieron cuenta que las paredes estaban llenas de cucarachas gigantes y Jimin tuvo que murmurarle a Sunoo que no pasaba nada cuando lo vio llevarse una mano a la boca mientras sus ojos se querían salir de sus órbitas.

El adolescente estaba totalmente aterrado, Jimin tampoco era inmune al miedo de este pasadizo de la muerte, pero era muy tarde para flaquear. La idea de volver era inconcebible, y debían continuar.

Seungmin les hizo un amago con la cabeza y comenzaron a caminar de forma lenta por el túnel de concreto que parecía no tener final debido a la oscuridad plena. No había ruido, más que sus pisadas contra los charcos de agua y los chillidos de una que otra rata que pasaba corriendo por los pasadizos. Con su fusil en mano, el azabache se guiaba a través de los tubos prolongados de hierro oxidado que estaban en el techo. Aparentemente sabía a donde se dirigen o al menos eso era lo que Jimin quería creer.

Cada cierto tiempo, el túnel se partía en tres conductos, uno hacia la izquierda y otro hacia la derecha, caminos vacíos y tenebrosos. En algunos se encontraban con restos humanos, ropas desgarradas o zapatos.

Las alcantarillas eran un laberinto subterráneo en el cual podían perderse y jamás volver a ver la luz del día, convertirse en otro errante que vagaba por la oscuridad de estos túneles.

Tomaron uno de esos caminos, sin embargo, Byron se quedó mirando hacia la oscuridad, más allá de lo que la linterna alcanzaba a vislumbrar y después, arrugó el hocico, gruñendo. Seungmin miró a Jimin y éste negó con la cabeza.

Retrocedieron lentamente, tomando esta vez el corredor contrario. La idea de toparse a un montón de errantes agrupados en este conducto sin salida era aterradora, quedarse encerrado y terminar devorado.

Siguiendo el camino de ese conducto, encontraron unas escaleras verticales que terminaban en un agujero cerrado en el techo, el cual daba salida al exterior, sin embargo, aún no caminaban lo suficiente para abandonar el perímetro de la Capital. Si salían en este punto, terminarían emergiendo en alguna calle al azar dentro de la ciudadela y todo el plan sería en vano.

También encontraron rejillas metálicas que servían para colar el agua de lluvia y daban poca visión hacia afuera.

Con cuidado, el castaño se subió a un tubo oxidado para observar la superficie y como suponían, seguían dentro del territorio de la Capital. Miró a escasos centímetros las monstruosas llantas de un camión de volteo que transitaba por la calle e hizo retumbar todo el techo por el rugido del motor.

La gente madrugadora se había despertado... Jungkook lo haría una vez se le pasará el sedante.

Siguieron caminando lo que pareció una eternidad, pero en realidad fue menos de una hora. Aún no se topaban con ningún engendro, lo cual los tenía a la expectativa y con los vellos en punta. El mínimo sonido los exaltaba y hacía detenerse. A veces parecía que alguien caminaba por encima de los charcos de agua en las zonas oscuras o que la oscuridad emitía ligeros gruñidos ahogados.

Sabían que en alguna parte debían estar escondidos, pero Jimin quería creer en la mágica idea de que podían salir sin toparse con ninguno de ellos.

Unos cincuenta metros más adelante, encontraron un túnel ancho con calzadas a ambos lados de las aguas tóxicas que eran de un color café verdoso. En las paredes había muchas cuencas de cemento que escurrían sustancias nauseabundas que venían de todas partes de la ciudad y desembocaban en este río. Lentamente, Jimin se acercó a la orilla mientras iluminaba con su linterna aquellas aguas negras y sospechosas. Era asqueroso. El olor era tan intenso que le hizo arrugar la nariz y fruncir el ceño. Había mucha basura nadando por allí, así como también divisó unas marañas de hilo negro flotando por el agua.

¿Qué demonios era esto?

Jimin se inclinó un poco más para ver mejor y entonces, empuñó su pistola velozmente al darle forma a lo que había en el agua.

Al igual que él, Byron se tensó mientras asomaba la cabeza ligeramente al estanque y Jimin lo hizo retroceder para evitar que resbalara al río.

Allí estaban.

Había varios a lo largo del río, separados por unos cuantos metros de distancia. Los cuerpos estaban sumergidos en el estanque, algunos flotaban con la espalda en dirección a la superficie y otros solamente tenían una parte de la cabeza en la superficie. El color de sus pieles era extraña, totalmente blanca sin color debido a que estuvieron ahogados durante meses. Realmente parecían cadáveres.

Seungmin les hizo una señal silenciosa para que redujeran la velocidad de sus pasos. Cualquier sonido, por más pequeño que fuese, provocaba que un poderoso eco rebotara por las paredes del túnel y viajara por la oscuridad hasta llegar a los oídos de todas las bestias.

Jimin tomó una respiración profunda, combatiendo con la primera reacción del ser humano que era echarse a correr y huir. No debía alterarse y no debía caer en pánico en este momento, así que comenzó a caminar cautelosamente por la calzada de la izquierda unos metros por detrás de Seungmin y Sunoo.

Sus ojos no se despegaban de los cuerpos flotantes, pensando que en cualquier momento despertarían y saldrían del agua como cocodrilos salvajes. Reconocía que era una buena artimaña de Dakho usar a los engendros como feroces guardianes que tenían la misión de exterminar a todos los que intentaran escapar. Uno de ellos tenía la mitad del cuerpo fuera del agua, el cabello mojado cubriendo su rostro y sus brazos estaban extendidos por la calzada en donde tenían que caminar. Aunque estaba dormido, hacía sonidos extraños, se estremecía, su cuerpo secretaba agua ponzoñosa que formaba un charco a su alrededor.

Con una tremenda gallardía, Seungmin saltó por encima del muerto e incitó a Sunoo a que hiciera lo mismo, pues no había otro lugar factible por el cual seguir. A unos metros más adelante, había otras escaleras verticales que conducían a una tapa de salida, y si los cálculos no fallaban, podían finalmente salir por ahí.

Mientras veía como Sunoo totalmente nervioso tomaba su bastón y se preparaba para pasar encima por el muerto viviente, esquivando sus extremidades, Jimin se colgó el arma en el hombro e hizo un esfuerzo por cargar a Byron en brazos, ya que de otra forma no podrían pasar y después, subir por aquellas escaleras.

Intentó no jadear por el tremendo peso del animal y aguantó, apretando la mandíbula.

Por lo menos Byron estaba increíblemente tranquilo y no se alteró, al contrario, le dio un lenguetazo en la cara que desconcentró a Jimin.

Byron, no — pronunció con los labios silenciosos —. Vamos— le dijo a los hombres.

Entoces, Jimin cruzó después de Sunoo, estando a punto de pisar el brazo del ente dormido. El muerto no se levantó, únicamente movió el dedo índice, lo cual los dejó a todos estáticos un minuto entero.

Al confirmar que el errante no despertaría, se apresuraron a llegar a la escalera que ascendía a la superficie.

El castaño sonrió para sus adentros al igual que Sunoo cuando Seungmin comenzó a subir por la escalera antigua.

Estaban apunto de alcanzar la libertad...

Debieron haber notado que el metal estaba oxidado, carcomido y débil que temblaba cada vez que el hombre subía un peldaño, pero la falta de iluminación, concentración y las ganas de salir lo hicieron imposible. De pronto, un crujido metálico se escuchó y un segundo más tarde, los tornillos de la estructura se botaron. La mitad de la escalera se vino abajo aún con Seungmin arriba, quien cayó con todo y los pedazos de hierros al suelo creando un fuerte estruendo.

A partir de ahí todo pasó demasiado rápido. El primer muerto en pegar un áspero aullido fue el que tenía la mitad del cuerpo fuera del agua y Jimin estaba seguro que un muerto jamás le había causado tanto asco como éste cuando lo vio levantar la cabeza abruptamente.

Entre los mechones mojados de su cabello negro, su carne tenía un aspecto blanco y húmedo de aspecto jabonoso, su mirada nublada llena de despiadada maldad. Cada que gruñía un poco de agua verde caía de su boca, haciendo despertar a los otros muertos que estaban en el río. Las burbujas se hicieron presentes en aquellas aguas y de varias partes emergieron los errantes, salpicando las aguas negras por todas partes.

Jimin disparó a su cabeza cuando se arrastró hacia fuera del estanque como un puto caimán al igual que Sunoo abría fuego contra los que estaban en el agua. Los estruendos eran ensordecedores en aquel espacio cerrado, así como las luces centelleantes de los detonantes daban imágenes cuadro por cuadro y las balas rebotaban contra las paredes.

Seungmin se recompuso de la fea caída con dificultad mientras alcanzaba su arma que cayó a un metro de distancia.

—¡Corran a la siguiente salida! — les gritó por encima del ruido.

Sunoo se echó a correr por la calzada, siguiendo al perro que ladraba a los cadáveres de piel blanca, quienes los perseguían por el agua dando manotazos desesperados. Eran torpes al hacerlo y en ese momento, Jimin se dio cuenta que carecían de la psicomotricidad adecuada para nadar y sus intentos por alcanzarlos eran escasos, gruñían ásperamente e intentaban moverse con la misma ferocidad de siempre, pero no les funcionaba muy bien.

—Hijos de puta, no saben nadar — dijo Jimin con una genuina mofa. Ahora recordaba que Jungkook ya se lo había dicho antes.

Dio tiros certeros a sus cabezas, volándoles una tercera parte de la carne que por dentro era negra y brillante. Uno de ellos llegó a la orilla e intentó subir, pero le dio una patada a la cabeza, haciéndolo caer al agua nuevamente. Volvió a recargar el cartucho, impulsándolo con su muslo y siguió combatiendo a los engendros para darles tiempo a sus compañeros de encontrar la salida.

Seungmin y Sunoo llegaron a la siguiente escalera, el adolescente vaciló en subir pensando que se volvería a caer, estas también se notaban en mal estado, pero el azabache no le dio lugar a dudas.

—¡Sube rápido, Sunoo! — le gritó el azabache desesperado. Disparó a otro engendro, pero la mayoría se estaban dirigiendo a Jimin que era la principal fuente de sonido —. ¡Nosotros te cubrimos!

Horrorizado, Sunoo se apresuró en subir por las escaleras verticales para llegar arriba y abrir la tapa de la alcantarilla que resplandecía. Había una luz que se filtraba por la circunferencia indicando que el sol ya había salido, no obstante, ni siquiera sabían con certeza si ya habían recorrido lo suficiente para salir de los terrenos de la Capital.

Era salir ahora mismo o morir devorado por estas criaturas.

Al mirar que el joven tembloroso ya casi llegaba a la cima y el castaño estaba deteniendo a los engendros del drenaje, Seungmin se agacho para coger al rottweiler que claramente no podía subir por sí mismo.

—Joder, no podías ser un poodle — el chico apoyó las patas delanteras del perro sobre sus hombros y lo rodeo con un brazo mientras usaba el otro para subir peldaño por peldaño con dificultad mientras el animal temblaba del miedo —. ¡Abre por el amor de Dios, Sunoo! ¡Este perro pesa!

—¡Eso hago! — exclamó Sunoo mientras intentaba abrir sin éxito. Sus brazos estaban escuálidos y con cada esfuerzo que hacía, parecía que los tornillos de la escalera se estaban aflojando —. ¡Mierda!

Exasperado, el adolescente tomó fuerza de quien sabe donde e hizo saltar la tapa de piedra con un fuerte empujón de manos. La luz entró por el agujero y rápidamente se deslizó hacia afuera para luego ayudar a Seungmin quitándole a Byron que venía asustado por subir en esa posición vertiginosa. Era malo alegrarse de que el perro estuviera flaco hasta las costillas.

Seungmin también logró salir de aquella cloaca un suspiro más tarde y rápidamente se asomó al interior —. ¡Jimin! — le gritó con la respiración acelerada.

—¡Hyung! — también chilló Sunoo de manera desgarradora al ver que Jimin seguía adentro —. ¡Salga rápido de ahí!

Jimin volteó una fracción de segundo hacia arriba y miró las cabezas de sus compañeros asomándose por el agujero de la alcantarilla abierta, los cuales le hacían señas para que subiera. Ya estaban a salvo. Disparó una bala al cerebro del muerto que intentaba emerger de las aguas negras escalando por encima de los otros errantes. Se habían aglomerado demasiados de ellos y ya no podía frenarlos.

Las decenas de aullidos lo perseguían de cerca además del chapoteo del agua. Una vez que subió a la maltrecha escalera, sintió como el metal temblaba fuertemente por los muertos endemoniados que se aferraron a la base para alcanzarlo. Uno de ellos consiguió tomar su pie y Jimin gritó horrorizado, pensando que iba a caer encima de la horda. El engendro no lo quería soltar a pesar de las fuertes patadas que le daba a su cara ominosa.

—¡Seungmin, ayúdame! — le gritó, abrazando la escalera que amenazaba con despedazarse en cualquier momento.

—¡Aparta la cabeza!

Después de escuchar eso, una bala pasó silbando por la cabeza del castaño e impactó contra el errante que se dejó caer completamente muerto, pero llevándose su zapato consigo. Finalmente, Jimin se deslizó hacia afuera del alcantarillado con la ayuda de sus compañeros que le jalaron por las ropas y se quedó tirado en el suelo caliente de la avenida.

Su visión se puso blanca después de haber estado tanto tiempo en la oscuridad absoluta al mismo tiempo que una suave brisa de aire fresco lo golpeaba. Su respiración estaba acelerada, el corazón galopando contra su pecho y su frente llena de sudor. No tuvo tiempo para descansar y alegrarse de no haber muerto porque velozmente se recompuso en su sitio para mirar a los alrededores, dándose cuenta que estaban en una calle desértica; coches abandonados en confusas aglomeraciones y las estructuras de los edificios en ruinas.

Aturdido, el castaño se puso de pie y fijó su mirada hacia el horizonte en donde la imponente muralla de concreto se levantaba de la tierra, sin embargo, esta vez no la estaba viendo desde la perspectiva del interior.

Lo lograron.

Sunoo chilló de felicidad y abrazó a Jimin que seguía conmocionado.

—¡Salimos, hyung! — exclamó mientras el mayor le devolvió el abrazo sintiéndose mareado.

Tenía la adrenalina a tope y quería vomitar. Parecía una ilusión, un sueño hecho realidad, Jimin no podía creer que realmente lo habían conseguido, habían escapado aunque perdió un zapato.

—¡No se queden viendo, tenemos que irnos rápido! Busquen un coche — el grito de Seungmin lo sacó de su ensoñación y Sunoo se alejó del mayor para echarse a correr por la calle apocalíptica —.  ¡Andando, Jimin!

Con un extraño sentimiento en su pecho, Jimin le dio una última mirada al muro y corrió detrás del grupo por la avenida. Aunque una parte de él se sentía contenta, aliviada, emocionada y orgullosa por haber escapado con éxito de la Capital, por haber logrado con éxito la primera fase del plan y demostrado que era un verdadero sobreviviente, otra parte de él no lo dejaba disfrutar completamente de la victoria.

No cuando había dejado a una persona atrás y probablemente nunca volvería a ver...

Debieron trotar mínimo una hora entre las calles de Busan en busca de un vehículo. Había pasado mucho tiempo desde el día cero y no quedaba nada funcional. Las baterías estaban muertas o simplemente los coches estaban arruinados. La ciudad en general era un desastre, seca, amarilla y desértica, muy diferente al interior de la Capital. Parecía que un terremoto había pasado por el sector y abolido todo a su paso, únicamente dejando escombros por doquier.

Cuando Jimin revisaba el cofre de una camioneta vieja que yacía sobre la banqueta, escuchó los silbidos de Seungmin y Sunoo que estaban agachados detrás de un camión de bomberos. Ambos le hicieron unas señas extrañas y el castaño se acercó sigilosamente a ellos, pensando que se trataba de los muertos vivientes.

—¿Qué ocurre? —hablando en voz baja, se agachó junto a la pareja.

—Mira por allá — Seungmin salió de su escondite un poco para señalar algo que había en la curvatura de la calle.

Entonces, el castaño divisó un camión pesado de convoy militar. Las puertas traseras del vehículo estaban abiertas, exponiendo un majestuoso botín de suministros apilado en cajas.

¿Era lo que estaba pensando?

Hipnotizado por aquella imagen, Jimin hizo un ademán de acercarse para ver mejor, sin embargo, se detuvo en seco cuando un hombre que silbaba rítmicamente rodeó el vehículo y se sentó en la cajuela para comer de aquellas provisiones... Por supuesto, tenía que tener una cicatriz en su rostro.

—Pelotón número ocho — indicó Seungmin en voz baja.

—¿Qué están haciendo aquí? — preguntó el castaño sin quitar la mirada del vehículo.

—Suelen hacer paradas para disfrutar de las provisiones antes de llevarlas a la Capital, porque una vez que es entregado al almacén se reparte para todos los habitantes — contestó él —. Aparte de todo, son unos malditos egoístas. Los soldados son quien mejor se alimentan.

Jimin hizo un mohín y asintió en silencio. Esto era lo último que les faltaba, encontrarse de frente con los hombres de los que escaparon. Por lo que alcanzaba a ver, eran dos de ellos, uno estaba en el frente checando el aceite del vehículo y el otro estaba sentado en la cajuela.

—¿Esperaremos a que se marchen? — interrogó ahora el adolescente, pero Seungmin se quedó en silencio, pensativo.

—De hecho, estaba pensando en otra cosa — avisó, volteandose a Jimin que se tensó en su sitio por la mirada suplicante de aquel, pues ya suponía a donde se dirigía —. Necesitamos un vehículo e incluso tu sabes que esas provisiones nos serían de mucha ayuda.

—¿Qué planeas hacer? — cuestionó con algo de temor.

—Matarlos — contestó, directo y firme.

Tanto Jimin como Sunoo abrieron sus ojos como canicas.

—¿Q-qué? — tartamudeo el mayor.

—Sabías que nos enfrentaríamos a este tipo de situaciones, Jimin. Ellos tienen lo que necesitamos y la única manera de obtenerlo es quitarlos del camino — sentenció aquel sin remordimiento en su semblante —. Así que, por favor, no me digas que no puedes porque-

—Está bien — interrumpió repentinamente, lo cual sorprendió al azabache. Jimin se lamió los labios con nerviosismo y dijo antes de arrepentirse: —Dime que hay que hacer.

—Yo haré el trabajo pesado. Tengo un plan en mente, pero— esta vez se volteó particularmente a Sunoo que estaba recargado en la llanta del camión de bomberos, sosteniendo el mecate atado al cuello de Byron —necesito que el más inocente de nosotros participe.

—¿Yo...? — preguntó el chico, titiriteando.

—No — interrumpió Jimin y sostuvo el antebrazo de Seungmin con molestia para que se girara otra vez a sí mismo —. Yo haré cualquier cosa, pero no lo pondré en riesgo a él.

—Te prometo que no le pasara nada, nosotros lo cubriremos en todo momento. Es al único que no reconocerán — explicó, sin embargo, Jimin volvió a negar al instante —. ¿Quieres que esto funcione, Jimin?

—¡Es un niño! — recalcó y fue Sunoo quien se metió en la conversación.

—No soy un niño. ¿Recuerda lo que pasó la última vez que me subestimó? — indignado le preguntó y el castaño guardó silencio para seguidamente resoplar. Tenía razón, por supuesto que lo recordaba, pero aún así era arriesgado. Entonces, el adolescente dio un paso al frente y miró fijamente al azabache —. Explicame que tengo que hacer.

[...]

Sentado en la orilla de la cajuela, el hombre se llevó una sardina a la boca mientras se rascaba la parte inferior del estómago con acidia y luego, se olfateaba los dedos —. Minjoon, ¿todavía queda cerveza? — cuestionó, dándole un último trago a la cuarta lata de cerveza que aplastó y tiró sobre el pavimento.

—¿Qué dices, bribón? — preguntó el hombre que cerró el cofre del camión de un porrazo enojado —. Tenías que ser un maldito puerco, ¡debían durarnos mínimo una semana, una! — se quejó con un gruñido malhumorado —. Si el resto del grupo decide golpearte por acabarte el alcohol no meteré las manos por ti.

—Después encontraremos más, siempre lo hacemos — aquel hizo un movimiento con la mano, quitándole importancia y se levantó de la cajuela, estirando los brazos hacia el frente —. Necesito orinar, cuando vuelva nos iremos — le avisó a su compañero que no le prestó atención y se sentó en el asiento del piloto.

—¡No te tardes, panzon! — exclamó mientras se llevaba un cigarrillo a los labios y ponía los pies sobre el cofre de piel —. El jefe solicitó una reunión al medio día.

Dejó escapar un largo bostezo —. Espero que sea porque nos dará un banquete.

—Nada de eso — bufó con gracia mientras dejaba escapar el humo de la boca —. Es la iniciación del hombre que trajo Jeon, le harán la cicatriz delante de todos.

—Ah, esa mierda no me importa — finalizó con simpleza.

—¡No te tardes! — volvió a repetir el contrario y su respuesta fue un "entendido".

Silbando, el hombre se dirigió a un pequeño macetero seco que había en la banqueta de la calle y se bajó la bragueta de los pantalones para hacer sus necesidades primarias. El área estaba bastante tranquila. Una vez acabó y se volvió a subir los pantalones de mezclilla, dio un respingo del susto cuando de la nada, un niño delgado salió detrás de aquella jardinera y se desplomó al suelo mientras gemía del dolor.

—¡Que carajos! — exclamó mientras sacaba rápidamente la pistola de su cinturón y apuntaba al joven desorientado —. ¡No te muevas!

—E-espere, señor — dijo Sunoo, levantando su mano temblorosa en dirección al hombre parado delante suyo —. Necesito ayuda, por favor.

—Dije que no te movieras — lo amenazó nuevamente al mismo tiempo que lo analizaba de pies a cabeza, asegurándose que no estuviera infectado —. ¿Tú de dónde carajos saliste? El área está muerta que mi abuela.

—L-los letreros sobre la comunidad, entramos a la ciudad hace varios días, pero no pudimos llegar al muro — explicó mientras sollozaba, sus ojos estaban pequeños y sus mejillas sonrojadas —. Mi hermana mayor se rompió el tobillo y no puede caminar, necesita de su ayuda, por favor... — se arrastró lentamente —. Se lo suplicó, no se vaya, no nos deje solos... Tengo miedo de estar solo en la ciudad.

Sunoo volvió a romper en un llanto desconsolado y el hombre hizo una mueca cuando el chico se arrastró hasta sus pies para aferrarse a la tela de su pantalón. Ahora que lo veía mejor, era un chico bonito y joven, estaba solo, desarmado y herido, tenía las rodillas raspadas y algunos rasguños en los brazos. Lo miró nuevamente. Lo miró más tiempo del que debería y entonces bajó un poco la boca de la pistola para acariciarle los cabellos negros.

Después, miró el convoy a lo lejos y devolvió su mirada al adolescente.

—Tienes suerte de encontrarme, pequeño — le dijo con voz más suave y una pequeña sonrisa —. ¿Dónde está tu hermanita? Espero que se vea igual de linda que tú.

Aquel guardó la pistola en la parte trasera de sus pantalones y se inclinó al chico para enroscar sus dedos en la barbilla fina y así poder ver sus facciones. Sunoo se puso de pie temblorosamente al mismo tiempo que se limpiaba las mejillas sucias por la tierra, simulando que ese toque no le disgustaba.

—Está por acá — señaló con su dedo índice la tienda que estaba enfrente —. Le dije que se escondiera mientras buscaba ayuda.

—Bien, llévame con ella — le dijo con una amabilidad divina.

Sunoo le dio una mirada tímida al extraño sujeto que seguía sonriendo ampliamente, entendiendo sus intenciones ocultas y caminó por delante de él para guiarlo al interior de la tienda abandonada. Había polvo y telarañas por todas partes. Se notaba que nadie entraba en años. Los estantes estaban volcados y únicamente quedaban algunos productos inservibles regados por el suelo entero.

Seguidamente, el adolescente señaló detrás del mostrador.

—Miyeon, vinieron ayudarnos — señaló y se giró al hombre —. Allá está. ¿Podría cargarla? No puede caminar sola.

Viendo a ambos lados de la tienda, el hombre cruzó por la entrada que estaba en ruinas y con una mueca dubitativa, se asomó detrás del mostrador, encontrándose con una criatura peluda que le enseñó los incisivos afilados y lanzó una feroz mordida a una de sus pantorrillas.

El hombre cayó de espaldas en el mostrador y después dio un azotón contra el suelo por el tremendo susto. Pareció más conmocionado de lo que hubieran suponido. Aparentemente la primera impresión que tuvo fue de un animal infectado y su primera reacción fue correr despavorido.

Aturdido, el hombre se puso sobre sus rodillas para intentar levantarse al mismo tiempo que buscaba con la mirada al adolescente que ya no estaba por ningún sitio y lo único que encontró fue la cara del rottweiler que le gruñía a escasos centímetros, dejando escapar hilos de baba blanca de su gran hocico.

Antes de que pudiera alcanzar su pistola ubicada en la parte trasera de sus pantalones, Seungmin apareció detrás de un estante y se abalanzó sobre el hombre desprevenido, a quien le rodeó el cuello con su brazo para mantenerlo en su sitio cuando le encajó el cuchillo en la sien como si fuese un engendro. Sacó el arma afilada con fuerza junto a un hilo de sangre y el hombre se desplomó al suelo.

Byron se acercó a la escena para olfatear la sangre derramándose del cuerpo inerte y Jimin también salió detrás de otro estante —. Dios mío... Eso fue...

—No te sientas culpable. No era muy diferente a las otras otras personas de la Capital. Todos son una mierda — le dijo Seungmin como perdido en sus pensamientos, viendo el cadáver intensamente.

Por su parte, Jimin todavía sintió remordimiento al ver los ojos saltones del hombre fallecido —. ¿Es la primera vez que asesinas?

—En mi cabeza... no, no es la primera vez — respondió él —. Cuando aceptas que no todas las personas merecen vivir, es más fácil para ti ser un hijo de puta y-

—¡Jiho! — una tercera voz ronca se escuchó en la tienda, velozmente Seungmin y Jimin voltearon hacia el hombre alterado que sostenía un fusil y los apuntaba —. ¡¿Qué hicieron, malditos bastardos?! ¡Levanten las manos! — exclamó furioso al ver a su compañero muerto antes de pasar a la sorpresa en el momento que reconoció los rostros de los hombres —. ¿Ustedes qué carajo están haciendo aquí afuera?

Jimin y Seungmin se dieron una mirada breve, el primer hombre comenzando asustarse al ser atrapados e hicieron lo que el soldado les ordenó, poniendo las manos sobre sus cabezas en son de rendición.

—Minjoon, estoy seguro que podemos llegar a un acuerdo — le dijo Seungmin con plena serenidad.

—Cierra el hocico, Seungmin. ¿Qué estás tratando de hacer? ¿Quieres escapar? — interrogó, soltando una risa maníaca y sacó la radio de su bolsillo para comunicarse con los centinelas del muro —. Pobres idiotas. ¡Nadie escapa de nosotros! ¡Ahora, arrojen sus armas a mis pies y no se-

El hombre dejó de hablar abruptamente cuando un impacto atravesó su cuerpo. Una mancha de sangre se fue expandiendo por su camiseta y se dejó caer al suelo pesadamente al igual que la radio cayó de su mano. Tanto Jimin como Seungmin no pudieron con su conmoción al ver a Sunoo parado unos metros detrás suyo mientras empuñaba un arma automática en sus manos temblorosas.

—Lo maté... — dijo en voz baja, sus ojos llenos de lágrimas mientras que su respiración se entrecortó —. Oh, por Dios, lo mate. ¡Lo mate!

Jimin rápidamente corrió hasta el adolescente que comenzó a llorar del susto y dejó caer la pistola homicida. El castaño lo tomó por las mejillas para que hiciera contacto visual con él y dejara de observar al hombre agonizando.

—Está bien, está bien — repitió varias veces —. Esa cosa no era una persona, ¿de acuerdo? Era un malnacido que iba a matarnos y tú nos salvaste, ¿escuchaste? Nos salvaste — le dijo mientras lo acariciaba, pero aquel no parecía creerlo —. Lo hiciste bien, tranquilo...

—¿N-no me iré al infierno? — trastabilló con los ojos en grande.

—Oh, chico, acabamos de salir de el — interrumpió el azabache dándole un apretón en el hombro para reconfortarlo —. Buen trabajo — le dijo con una inoportuna sonrisa e hizo un movimiento a la salida —. Tenemos que irnos rápido porque cuando ellos no lleguen, saldrán a buscarlos — tomó las llaves del camión que estaban en el bolsillo de Minjoon.

Entonces, salieron corriendo de la tienda de conveniencia abandonada, dejando atrás el cuerpo moribundo del seguidor de Dakho. El botín de suministros que cargaba el convoy era impresionante, les serviría para alimentarse sin preocupaciones algunas semanas de viaje hasta que llegaran a la nueva comunidad. Jimin aprovechó para agarrar un montón porque estaban hambrientos.

Seungmin arrancó por la carretera central y una vez habían recorrido varios kilómetros se volteo a Jimin que iba sentado en el asiento del copiloto.

—Es hora, Jimin —le avisó y aquel asintió vagamente.

Tomando una gran bocanada de valor, prendió la radio que estaba guardada en su mochila y la acercó a su boca.

—Hola... Aquí Jimin... ¿Hay alguien ahí? Hola... ¿Alguien me escucha? — interrogó con poca convicción en sus palabras, casi como si anhelara que nadie le contestara del otro lado. No quería enfrentar a sus antiguos compañeros, sinceramente. Tenía miedo de sus reacciones —. ¿Yoongi? ¿Taemin? ¿Hyungsik? — respiró profundamente y luego dijo su nombre —¿Jongin...? ¿Jongin estás ahí? — lo llamó mientras dejaba pasar los segundos lentos y silenciosos que eran un martirio —. Jongin, por favor, responde... Sé que no lo merezco, pero por favor, coje este mensaje.

Los segundos siguieron pasando y nadie respondió el llamado.

El castaño negó con la cabeza y dejó caer su mano, rindiéndose muy rápidamente.

—No me contestaran aunque estén escuchando — les dijo a los hombres que lo esperaban expectantes.

—¿Qué? ¿Por qué no lo harían? — Sunoo fue el que preguntó con sus cejas fruncidas.

Jimin lo miró con tristeza, por un momento olvidó que el adolescente ignoraba lo que había sucedido entre Jongin y Jungkook en el bosque. Tuvo que contárselo y afortunadamente, Sunoo no debatió su forma de actuar, al contrario, lo comprendió, incluso el menor lo consoló por tomar una decisión tan difícil.

—Déjeme intentarlo, ¿si? — le pidió el intercomunicador y el castaño se lo entregó, interesado por lo que haría el menor del grupo. Carraspeó —. Habla Sunoo — anunció de entrada y espero un instante —. Hyungs, por favor, necesito que alguien responda este mensaje lo antes posible, es una emergencia, ¿escucharon? Es una emergencia, repito — anunció con dramatismo.

Esperaron un minuto en silencio.

—Nuestras vidas están en peligro y necesitamos su ayuda, ¿hay alguien ahí? Cambio.

Silencio absoluto.

—Aquí Sunoo, por favor, alguien que responda este mensaje... Los necesitamos, por favor — volvió a intentarlo.

Jimin suspiró y agachó la cabeza, sintiéndose inmensamente culpable de que sus antiguos compañeros los odiaran y no quisieran hacer contacto con ellos, siquiera con Sunoo que era ajeno a todos los problemas. Él no tenía la culpa de lo que había hecho.

Los ojos del joven comenzaron a llenarse de lágrimas porque sus hyungs no le respondieran, sin embargo, no estaba dispuesto a rendirse.

—Hyungs, los necesitamos. Jimin y yo los necesitamos, la vida de todos nosotros están en peligro. Nos está persiguiendo un grupo enemigo y quieren asesinarnos — dijo con sus labios pegados al aparato que temblaba en su mano —. Así que si hay alguien escuchando, le suplico responda...

Los segundos pasaron lentamente, Jimin simplemente miró su regazo e incluso Seungmin suspiró con pesadez, pensando que los hombres de Seúl no responderían, no obstante, el aparato emitió un sonido rasposo.

¿Sunoo? — preguntó una voz a través de la radio y todos en el automóvil dieron un salto de emoción al escuchar a Yoongi —. Sunoo, ¿dónde estás? Aquí Yoongi.

—¡Hyung! — exclamó el adolescente —. ¡Hyung necesitamos su ayuda!

—Escuche todo, explicame qué está sucediendo allá. Cambio — le preguntó inmediatamente.

—Vamos camino al refugio — avisó Sunoo y miró a Jimin que iba a su costado, el cual le dio un asentimiento de cabeza para que prosiguiera en la explicación —. Necesitamos que se preparen, una guerra va en camino...

[...]

Ժ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴

La cólera, la desesperación y el miedo se apoderaron de cada fibra de su ser cuando leyó la carta. No recordaba cuando fue la última vez que se sintió tan alterado que su corazón golpeó contra su caja torácica y su respiración se cortó un instante. Todo a su alrededor se volvió borroso, el suelo se sacudió como un terremoto, el mundo de repente se vio de distinto color, como si nubes negras lo hubieran cubierto por completo.

Enloquecido por la angustia, ingresó en las habitaciones de sus compañeros con la esperanza de que esas letras no fueran ciertas. Buscó a Jimin por todas partes, gritó su nombre con desespero, pero ya era demasiado tarde, se llevaron todo lo que necesitaban, ropas, armas y una parte de las raciones de comida. La habitación estaba vacía y ahora lo único que quedaba de él era su recuerdo, lo cual le hizo caer en pánico.

Como si Jimin hubiese sido un fantasma que jamás estuvo aquí, algo que meramente ocurrió en su cabeza y jamás ocurrió... Una persona ideal que su cabeza construyó porque ya no podía con su malestar.

No obstante, sus recuerdos seguían frescos en su mente; la imagen de Jimin durmiendo sobre su cama mientras abrazaba a Byron apenas la noche anterior.

Durante las últimas noches las pesadillas habían sido demasiado tormentosas para soportarlas, eran las pesadillas más horribles que cualquiera pudiera imaginar, y Jungkook tuvo que ir a buscar lo único que lograba distraerlo de las cosas negativas. Lo único que lo hacía olvidar. Lo único bueno que quedaba por admirar, así que no lo pensó demasiado cuando se escabulló a mitad de la noche a la habitación del castaño únicamente para verlo dormir, recargado en el umbral de la puerta mientras bebía un poco de ron.

Su cara bonita, su voz dulce, su persistente bondad y moralidad, su genuina e incomprensible preocupación por él, sus toques que eran demasiados tímidos en comparación con los que Jungkook fantaseaba con darle... incluso ese cachorro durmiendo entre sus brazos como si fuese un niño, le daban cierta paz a la marea en su interior.

Todo Jimin era como una luz blanca, una luz que nunca había visto, sin embargo, éste ya no estaba y una vez más, todo pareció oscurecerse en un santiamén. Se volvió a sentir enojado, perdido y vacío...

El pelinegro gruñó roncamente haciendo vibrar su pecho. Maldijo en voz alta antes de golpear la puerta de madera delante de los gemelos que despertaron al escuchar el alboroto y se acercaron a la escena todavía en pijamas.

—¡¿Pero qué está pasando?! — preguntó Woojung en un grito asustado y se asomó al interior de la habitación —. ¿Dónde están los demás? ¿Qué ha ocurrido, Jungkook?

Con los ojos cerrados, Jungkook tomó una gran bocanada de aire para tranquilizarse al mismo tiempo que se recargaba contra la pared: —Se fueron.

—¿De qué estás hablando? ¿A dónde se fueron? — Sarang lo miró con el entrecejo fruncido al no comprender la magnitud de sus palabras.

—¡Escaparon! — aclaró, volviéndose alterar al decirlo en voz alta —. Seungmin, Jimin y el niño escaparon. ¡Se fueron mientras dormíamos y lo único que dejaron fue esta maldita carta! — gritó encolerizado mientras apretaba la carta en su puño y la arrojaba al suelo.

Los gemelos fueron tomados por sorpresa y no pudieron asimilarlo en un primer momento. Woojung no dijo absolutamente nada, y sencillamente corrió desesperado a la habitación en busca de Sunoo. Por su parte, Sarang levantó la carta arrugada para leerla por sí mismo.

—No puede ser cierto, ellos no nos abandonarían — Sarang se rehusó a aceptarlo al mismo tiempo que el mayor que seguía luchando contra sus emociones caóticas, él también quisiese que fuera mentira, pero la firma estaba allí —. ¿Por qué Seungmin no nos lo dijo? ¿Por qué nos hizo esto?

—Sabía que no lo permitiría porque es una estupida idea. ¡No saben lo que han hecho, maldición! ¡Un infierno se desatará sobre todos nosotros! — contestó él al instante —. Si no mueren a manos de los muertos lo harán por causa de los vivos. Capaz siquiera consiguieron salir con vida de las alcantarillas — soltó sin pensarlo.

Y esa posibilidad lo aterró.

La idea de que hayan muerto lo aterró profundamente.

Sarang se mordió los labios por sus palabras y miró al pelinegro con urgencia —. Tenemos que ir por ellos, Jungkook. Tenemos que ir con ellos — corrigió, empezando alterarse demasiado—. Hay que ayudarlos, no podemos dejar que les ocurra nada malo. ¡No quiero que mueran!

El gemelo agarró su brazo para zarandearle con fuerza.

Al mismo tiempo, Woojung volvió al corredor mientras gritaba —. ¡Es verdad, no están en la casa! ¿Como pudieron hacerlo a nuestras espaldas? ¿En qué estaban pensando? — acusó con dolor y se acercó con rapidez al pelinegro —. ¿Ahora que vamos hacer, Jungkook?

—Déjenme pensar un momento, joder — dijo Jungkook con un gruñido malhumorado, su cabeza iba hacer explosión por los gritos.

Todos estaban cayendo en la desesperación.

—No tienes nada que pensar. ¡Son nuestros amigos, Jungkook! —le reclamó, ya anticipando lo que diría aquel.

—¡Lo sé! ¡¿Crees que no me importan?! — exclamó dejándose llevar por sus emociones, también estaba muy alterado  —. Pero sabes cómo se maneja esto... ¡Me tienen con las manos atadas! ¡¿En que posición me ponen a mi?! — completó con pesar y el gemelo cerró sus ojos azules llenos de lágrimas.

Todos sabían lo que esto significaba.

Jungkook se quedó en silencio, demasiado conmocionado para pensar con claridad y no cometer la imprudencia que estaba pensando. A decir verdad, nunca creyó que una cosa así ocurriría. Después de todo lo que había hecho por ellos, le pagaron de esta manera tan terriblemente desleal. Se sentía traicionado y burlado, además de furioso con kim Seungmin porque sabía con certeza que aquel fue la mente maestra del plan.

Además, en el rincón más oscuro de su ser estaba dolido porque Jimin también se fuera, mucho más por la manera en que lo hizo. Jungkook se estaba retorciendo por dentro. Su decepción con él era más fuerte de lo que hubiera imaginado, sin embargo, aunque le disgustara, era capaz de entender las razones de éste.

Definitivamente, esta no era la vida que Jimin merecía.

Y por una vez, reconocía que tuvo los cojones suficientes para hacer algo arriesgado aunque no precisamente listo.

Era un escape suicida, el exterior era indómito, peligroso y mortal, y estando lejos ya no podía protegerlos, estaban expuestos, además de que Dakho no perdonaría que hayan desertado. Se convirtieron en prófugos una vez que decidieron poner un pie fuera y no había vuelta atrás, lo cual lo dejaba a él contra la espada y la pared.

Tendría que tomar decisiones importantes, decisiones culminantes.

Estaba en medio de los dos bandos, su parte racional estaba fija en un extremo, pero su corazón lo estaba estirando con fuerza hacia el otro...

Entonces, tal como si hubiese invocado al mismísimo diablo, un fuerte portazo los interrumpió. Jungkook brincó cuando la puerta de su condominio fue abierta. De repente, los hombres del pelotón número dos liderados por Minho irrumpieron en su pequeña vivienda como unos vándalos armados.

—¡Visita sorpresa! — gritó aquel y le hizo una señal a sus hombres que se dirigieron directamente hacia ellos —. ¡Llevenselos!

Todo ocurrió muy rápido. Jungkook se removió con fuerza e intentó zafarse de los mastodontes que sostuvieron sus brazos para sacarlo a rastras de su casa. No podía luchar acorde a su rabia interior porque sus heridas seguían muy recientes y estaba seguro que alguna de ellas había empezado a sangrar luego de los golpes que le dieron en el tórax para conseguir someterlo. Sentía la sangre goteando y ardor en sus cuatro extremidades. Escuchó a Sarang y Woojung chillar detrás suyo, gritar su nombre, quienes también estaban siendo arrastrados a los almacenes de la ciudadela, lo cual únicamente aumentó su coraje y sus inmensas ganas de pelear contra la multitud.

—¡¿Qué mierda creen que están haciendo?! — berreó mientras seguía luchando.

—Tienes algunas explicaciones que darle a nuestro líder — le dijo el hombre de bandana con cierta malicia, Gunwook —. No se que carajos fue lo que hiciste, pero te deseo suerte porque no está contento. Serás conejo rostizado para la cena.

Los hombres comenzaron a reír a su alrededor, incrementando su furia.

—No saben lo que están haciendo, ¡sueltenme! — exigió en vano porque seguían arrastrando su cuerpo sin piedad, sus piernas frotándose contra el pavimento —. ¡Se van a arrepentir, lo prometo! ¡Los voy a matar!

Divirtiendose con la situación, Minho se acercó a su rostro y murmuró: —Esta vez si estás muy jodido, Jeon, y nada de lo que hagas te va a salvar, así que puedes tragarte tus amenazas-

El pelinegro le dio un fuerte cabezazo en la nariz, provocándole una hemorragia nasal.

—Trágate esta, hijo de perra — Jungkook escupió con coraje.

Colérico, Minho le regresó el puñetazo y le indicó a los otros hombres que siguieran por delante mientras se limpiaba la nariz. Una vez que llegaron a la bodega, lo derribaron de un fuerte golpe en la espalda que se resintió mucho más debido a sus heridas abiertas. Los gemelos fueron arrojados como costales de papas unos metros por detrás de él y Sarang gateó hasta su hermano adolorido para calmar su pánico en un abrazo.

Jungkook levantó la mirada oscura a los hombres parados en un círculo a su alrededor, sus hombros subían y bajaban por su respiración agitada, traía la jodida testosterona hasta arriba por instinto. Los pelotones le veían como si fuesen un espectáculo del cual disfrutar, tal como lo hacían con los esclavos maltratados. Minho, que ahora tenía un moretón en la cara, llegó hasta Taeyang para susurrarle algo al oído y unas grotescas sonrisas brillaron en sus rostros. Por supuesto, estaban contentos por su humillación y por lo que pasaría a continuación...

Un momento más tarde, Dakho salió del almacén y se abrió paso entre sus hombres armados para ponerse delante de Jungkook arrodillado. Inmediatamente entendió que esto no iría por buen camino cuando notó su claro disgusto, tenía el entrecejo fruncido y le dio una mirada fulgurante apenas lo miró en el suelo.

Esto únicamente podría tratarse de una cosa, claro estaba.

Los soldados se quedaron en silencio, esperando a que el líder hablara.

Hubo un largo momento de incertidumbre en donde el hombre caminaba de un lado hacia otro y el pelinegro apretó la mandíbula, preparado para el puñetazo que vio venir en su dirección y le hizo voltear la cabeza del impacto. Los cabellos negros le cayeron sobre el rostro y Jungkook lo miró entre ellos ardiendo en coraje, sin importarle el dolor que tenía en todo el cuerpo, pues era como un subidón de adrenalina que lo hacia más resistente.

—Pensé que eras inteligente, Jeon, pero me has decepcionado — dijo Dakho para comenzar, con voz monótona, rasposa y fría mientras aquel guardaba silencio —. Desde que te traje nunca me habías fallado, siempre haz hecho lo que te pido y por esa razón eres mi mano derecha. Eres casi como un hijo para mi, sabes que perdí al mío al principio de la miseria.

El pelinegro apretó la boca en una línea fina, ya que sus labios ensangrentados temblaban. Escucharlo decir aquello le enfadaba en lugar de hacerlo sentir orgulloso. Jamás vería en este hombre algo parecido a un padre. Quería contestar tantas cosas, sacar sus genuinos pensamientos a relucir, mandar todo al carajo de una vez por todas, -pues ya estaban jodidos de igual modo-, pero este no era el momento.

Todavía no...

—Por esa razón te daré una oportunidad — continuó aquel y Jungkook tragó saliva —. Solamente quiero que me digas porque uno de mis hombres del exterior se comunicó con la torre de vigilancia diciendo que fue atacado por Kim Seungmin, miembro de tu pelotón, quien iba acompañado con nuestro grandioso amigo Park Jimin — enfatizó en el nombre —. Tú estabas encargado de él, ¿o me equivoco? ¿Acaso no se suponía que estaba de nuestro lado? Si era así, ¡entonces explícame porque putas está afuera escapando con uno de nuestros convoyes llenos de suministros!

Jungkook tensó la mandíbula por la acusación y guardó silencio. ¿Cómo mierda arreglaba este lío? Él tampoco esperaba este osado movimiento de sus propios compañeros, aquellos que siquiera se detuvieron a pensar en ellos, que dejarían al resto expuestos a algo así, pues obviamente pensarían que estaban coludidos.

—No tenía idea de que planeaban un escape — respondió con la simple verdad aunque sabía que no se escuchaba creíble.

—Ah, ¿no tenías idea? — repitió el líder con sarcasmo y desdén, por supuesto no creyéndolo —. ¿Me crees gilipollas? — espetó con enojo —. Dime, ¿cuál es su maldito plan? ¿Los ayudaste a escapar? Contesta con la verdad, tienes dos oportunidades.

Iracundo, hizo una señal con su mano y los soldados se acercaron a los gemelos para ponerles una pistola detrás de la cabeza. Los chicos comenzaron a sollozar silenciosamente en el suelo al mismo tiempo que Jungkook comenzó a respirar con más fuerza porque, por una vez, estaba diciendo la jodida verdad.

Con una inhalación profunda, intentó mantener la serenidad: —Señor, si estuviera involucrado en este absurdo plan, siquiera estaría delante de usted. Sé cuál es el lado vencedor como para desafiarlo. Mi lealtad está con usted y siempre se lo he demostrado — Jungkook agachó la cabeza como reverencia como un maldito lame huevos y el hombre mayor lo observó por un pequeño momento —. Escaparon a mis espaldas porque sabían que no lo permitiría — contestó.

—¿Fuiste engañado por tu propio amiguito? — Taeyang levantó ambas cejas negras y rechistó incrédulo —. Yo no me trago ese cuento.

El pelinegro se mordió el interior de la mejilla para evitar mandarlo a callar, lo menos que necesitaba en este momento era que este imbecil se metiera en el asunto o acabaría peor.

—Dime quien fue la mente maestra de este plan — ordenó el líder, no obstante, Jungkook era incapaz de decir un nombre en especifico. No iba delatarlos.

—¿Fue Kim Seungmin o tal vez fue el chico bonito quien consiguió joderte?  — esta vez interrumpió Minho con una risa mal contenida —. ¿Se escapó por la mañana después de follar?

El pelinegro fulminó con la mirada al hombre por señalar directamente a Jimin al mismo tiempo que Dakho se volteó a Minho, intrigado por sus palabras.

—Explica lo que acabas de decir, Minho — demandó, encarando una ceja.

—Oh, ¿no lo sabe, jefe? — le preguntó fingiendo inocencia. Entonces, las miradas de Minho y Jungkook se cruzaron por un segundo fugaz, éste último advirtiéndole que no siguiera por ahí, pero Minho sonrió con cinismo —. Lo que pasa es que Jeon no se dio cuenta de lo que estaba planeando el cabrón del bate de béisbol por estarlo follando. Lo supe durante nuestro viaje a Gimhae, Gunwook y Kamden están de testigos.

El líder abrió los ojos sorprendidos mientras que Jungkook temblaba de la rabia, veía a Minho con cuchillos afilados en los ojos por exponer esta parte a Dakho. La situación se estaba saliendo completamente de control, todo se le estaba yendo de las manos y no podía alcanzarlo.

Con una extraña lentitud, el líder se agachó a Jungkook para quedar cerca de su cara y carcajeó histéricamente —. ¿Me estás diciendo que todo esto pasó porque un jodido mocoso con pene logró engatusarte solo por tener una cara bonita y luego se deslizó entre tus malditos dedos? — le preguntó haciendo énfasis mientras le agarraba el cabello con fuerza e impulsaba su rostro hacia arriba.

El pelinegro le sostuvo la mirada fulminante, esta vez no pudo decir nada coherente, creíble o seguro y simplemente se quedó callado. La desesperación lo estaba dominando y el líder lo soltó con fuerza para comenzar a caminar frente al resto de sus hombres.

—Una maldita perra esta jodiendo nuestros planes y ha echo quedar a mi mejor hombre como un reverendo idiota. ¿Vamos a permitirlo? ¿Vamos a permitir que alguien se burle de nosotros e intente pasar por encima? — cuestionó, fuerte y claro, y los soldados negaron fuertemente—. Tomaron uno de nuestros convoyes llenos de suministros y puedo apostar a donde se dirigen ahora mismo. ¿Vamos a dejar que escapen, uh? ¡¿Vamos a dejarlos ganar?!

La multitud enojada le respondió un "NO" al unísono mientras alzaba las pistolas al aire y Jungkook tembló en su sitio mientras la gente a su alrededor se volvía loca.

Gracias a la carta sabía todo el plan de sus compañeros, sin embargo, no revelaría esa parte aunque lo mataran a golpes. Si realmente iban al refugio de Seúl, tendrían el tiempo muy limitado para conseguir escapar.

—Terminen de cargar los vehículos, tomen todas las armas y prepárense porque nos adelantamos un día según lo planeado — pidió sin mirar atrás —. Taeyang, dirige la caravana.

Orgulloso, el hombre de cicatriz dio un paso al frente —. Como ordenes, hermano — sonrió viendo fijamente a Jungkook que seguía en el suelo plenamente conmocionado —. Andando, muchachos. ¡Hay un refugio que tomar y unas cuentas que saldar!

El hombre exclamó a los cuatro vientos como si fuese un jefe de tribu, aumentando el éxtasis del resto. La multitud comenzó a dispersarse, quedando el líder delante de Jungkook que estaba completamente aturdido al mismo tiempo que los gemelos seguían sollozando por lo que les pasaría ahora a ellos. Todavía tenían a los soldados armados a sus espaldas, impidiéndoles moverse.

—Mis compañeros no tienen nada que ver con esto, quien cometió el error fui yo — pidió Jungkook, tragándose los restos de su dignidad.

El líder le dio una mirada desde arriba e hizo una mueca aparentemente compasiva.

—Sigues siendo mi mejor hombre, Jeon — le dijo en voz baja al mismo tiempo que agarraba su mentón perfilado —. Tendrás la oportunidad de demostrarme tu lealtad otra vez, hijo, y para hacerlo, quiero que me traigas la cabeza del hombre que nos engañó colgada en una estaca.

Por un momento, Jungkook no pudo creer lo que acababa de oír. Su corazón se detuvo. Fue incapaz de disimular la sorpresa en sus ojos redondos y un nudo se formó en su garganta que le impidió hablar.

—Hazlo y fingiré que nada ha pasado aquí. Los que quedan de tu grupo continuarán como si nada hubiese ocurrido, así que agradece que estoy siendo muy considerado — le dijo con una ligera sonrisa, como si estuviera diciendo algo verdaderamente sensato —. Prepárense para partir con nosotros, todos ustedes.

Dicho eso, el líder los pasó de largo y el resto de sus guardias lo siguieron, dejando a los tres hombres tirados en el suelo. Inmediatamente, Woojung gateó hasta Jungkook y Sarang hizo lo mismo para abrazarlo con fuerza, no obstante, Jungkook parecía ido, estaba totalmente petrificado en su sitio. Su expresión daba escalofríos, sus ojos salían de sus órbitas y el color de su rostro se había esfumado debido a la conmoción, parecía que siquiera estaba respirando.

Sus pesadillas se habían vuelto realidad, sus mayores miedos. Esto era precisamente lo que había querido evitar con tanto esfuerzo, pero terminó siendo en vano. Una de las razones porque quería a Jimin lejos, porque no quería que lo involucraran con él y se convirtiera en un arma que pudieran usar en su contra.

—¿Q-qué vamos hacer, Jungkook? — le preguntaron los hermanos desgarrados.

—Tienen que prepararse — Jungkook intento sosegar sus emociones y se alejó de los gemelos para verlos directamente a la cara. Aquellos le dieron una mirada perturbada y Sarang sollozó mientras negaba con la cabeza —. Pase lo que pase, tienen que ser fuertes, ¿escucharon? No importa quién de nosotros... no lo logre, sigan adelante. Estamos en guerra y debemos escoger un bando.

—¿A-asesinaras a Jimin? — Woojung cuestionó con un hilo de voz.

Jungkook les dio una mirada larga, una mirada profunda como la noche que dijo todo pero a la vez no dijo nada, dejándolos con la intriga. No responderia a través de palabras sino de acciones. Entonces, abrazó a los gemelos entre sus brazos al mismo tiempo que veía un punto lejano de la muralla de concreto.

La hora de la verdad finalmente había llegado.

Por supuesto que les daré lo que quieren...

[...]

Ժ

Hice algunas imágenes en IA para que se den una idea de más o menos como visualizo lo que está pasando en mi cabeza. Les recomiendo que vean los capítulos anteriores porque puse unas imágenes que ufff, preciosas, están al principio y al final de cada capítulo 🖤

Este esta dedicado a otras dos bellas personitas que me animan con sus comentarios: NatalyMedina2013 y jimin_081117 lxs quiero, por ustedes le hecho ganas jaja.

Dios está imagen, Jungkook todo guapo y poderoso, ¡nadie podrá contigo, amor! Cuando ustedes van, Jungkook ya vino dos veces:)

Comentarios acerca de este capítulo:

La parte de la alcantarilla creo que es una de las escenas que más me ha gustado escribir hasta ahora. Aunque me gusto, quisiera poder escribir todo como lo imagino en mi cabeza.

Ahora, Jimin logró escapar, al menos eso consiguieron hacer bien, pero por supuesto no todo podía salir perfecto y aún quedan MUCHAS cosas que tendrán que enfrentar.

Una guerrilla los va persiguiendo y todos saben que en las guerras hay bajas.

Por otro lado... ¿Qué hará Jungkook?

Ahora muchas cosas dependen de él y aveces es un hombre impredecible.

Descubran esto y más en el siguiente capitulo. Besos a todos 🖤

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