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✘ ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴠᴇɪɴᴛɪᴄᴜᴀᴛʀᴏ

El suelo se sacudió con fuerza cuando una súbita explosión resonó en alguna parte de la fábrica, acaparando la atención de todos los presentes que se giraron sobre sus ejes para averiguar qué había provocado semejante conmoción que los hizo tambalearse sobre sus sitios. Los cimientos ya se encontraban demasiado débiles por el ataque anterior. El techo se desquebrajó como si fueran oscuras ramificaciones, conectando con las columnas de concreto que se te partieron y algunos pedazos de yeso cayeron sobre ellos, hechos polvo blanco.

Tambaleándose sobre sus pies, Jungkook miró a su alrededor mientras que Jimin volvió a respirar por la intervención que lo salvó momentáneamente. El suelo estaba moviéndose bajo las palmas de sus manos. Algo había hecho explosión por la zona de máquinas, una muy fuerte que logró asustarlo. No entendía qué estaba ocurriendo y a juzgar por las expresiones desencajadas, aquellos hombres tampoco lo sabían.

—¿Qué putas fue eso? — interrogó Dakho con el ceño fruncido. Por un segundo pareció asustarse por el estruendo, sin embargo, rápidamente volvió a retomar su actitud irónica —. Esos gilipollas —escupió—. Les dije que detuvieran el fuego, yo estoy aquí parado. ¿Acaso me quieren volar en pedazos, jodidos descerebrados?

Cabreado, el líder se giró a todos sus hombres que estaban alineados contra la pared, olvidándose de Jimin y Jungkook por un instante. Ninguno se atrevió a decir nada porque también estaban desconcertados. A lo lejos se alcanzaron a oír disparos, no eran esporádicos sino más bien continuos, lo cual les hizo alertarse. Por alguna inusual razón, las tropas estaban disparando otra vez e inmediatamente, Taeyang tomó la radio colgada de su chaleco para comunicarse con los pelotones del exterior.

—Aquí Alfa a nueve. ¿Qué demonios está sucediendo allá? ¿A qué le están disparando? — interrogó, usando un tono de voz enfadado —. No dimos permiso para disparar. El líder está en el edificio, detengan el fuego — ordenó.

Pero no hubo respuesta por parte de ninguno de sus hombres y frunció sus cejas antes de repetir el mensaje con más claridad, recibiendo la misma respuesta nula.

—¿Qué mierda? — Taeyang maldijo en voz alta y miró a su compinche de bandana.

Minho dio un paso adelante —. Ustedes, vayan a ver qué está ocurriendo allá y denle un tiro al pendejo que disparó sin una buena razón — dijo con cara dura.

Los pelotones número cinco y seis asintieron y rápidamente salieron a verificar lo que estaba ocurriendo en el otro bloque de la instalación mientras ellos se quedaron allí, custodiados. Jimin estaba temblando sobre sus rodillas. Algo no andaba bien, incluso él lo presentía, y miró a Jungkook que estaba muy tenso; su cuerpo no se movía, pero sus ojos oscuros se deslizaban por todas partes.

Comenzó con la cuenta regresiva...

—Alguien que conteste, ¿qué demonios está ocurriendo allá? — dijo Taeyang casi gritando y por fin obtuvo respuesta.

¡Aquí nueve a Alfa, necesitamos apoyo urgente en el estacionamiento, jefe! — le contestó un hombre del pelotón nueve a través de la radio que hacía interferencia por el ruido de la batalla armada —. ¡Alguien se apoderó de uno de nuestros convoyes equipados! — avisó, agitado. En ese preciso momento, se escucharon disparos en la radio al mismo tiempo que en el mundo real —. ¡Tienen algunas de nuestras armas y nos están disparando! ¡El edificio se está incendiando en el ala oeste!

—¿Qué? — Taeyang frunció el ceño y se apartó un poco del grupo para escuchar mejor —. Repítelo otra vez.

—¡Se colaron sin que nos diéramos cuenta y tomaron el convoy! — repitió en un grito —. ¡Lo tenían todo preparado! ¡Nos traicionaron, señor! ¡Esos desgraciados nos traicionaron!

Hubo un inminente silencio después de que aquellas palabras fueron pronunciadas.

Traición.

En cámara lenta, Taeyang levantó la mirada a su hermano que esperaba una respuesta urgente, pero no le prestó atención porque instantáneamente, por puro instinto, sus ojos fueron a parar en Jeon Jungkook que seguía con su pistola levantada, apuntando a la cabeza de Jimin... Jeon lo miró de vuelta un instante, fingiendo su típica seriedad, pero la máscara que había usado tanto tiempo terminó por caer y torció sus labios hacia arriba en una sonrisa astuta.

Ahora sí había llegado la maldita hora.

—¡Se dirigen a su posición!

Cuando menos lo esperaron, una ráfaga de balas entró desde el exterior. De un movimiento rápido, Jungkook se agachó y se tiró encima de Jimin para cubrirlo con su cuerpo. Los hombres restantes se escudaron con lo que pudieron del ataque sorpresa que no tenía objetivo en específico, era un ataque a ciegas; Yoongi, Taemin, Hyungsik y Sunoo se agacharon sobre sus sitios mientras que los soldados que estaban de pie detrás suyo fueron acribillados sin piedad.

El baño de sangre comenzó. Muchos cuerpos al azar fueron cayendo. Estaban siendo masacrados desde afuera y no veían quién les disparaba. La furiosa ráfaga de balas siguió su trayecto horizontal para arrasar con todo lo que había a su paso, traspasando paredes, muebles y dejando cuantiosos hoyos en las maderas. Taeyang cayó de espaldas gracias a sus reflejos y Minho corrió hacia el jefe, quien fue tomado por sorpresa, y lo derribó, recibiendo un disparo en su lugar que le atravesó el hombro izquierdo.

El revuelo se intensificó luego de aquel suceso.

El líder de la Capital casi fue asesinado.

—¡Nos atacan! — gritó Gunwook por encima del ruido ensordecedor mientras se cubría en uno de los tanques industriales de acero en el cual rebotaban las municiones creando chispas —. ¡Protejan al jefe! ¡Llevenlo a un lugar seguro!

Los escoltas arriesgaron sus vidas para llegar a Dakho y levantarlo del suelo, quien parecía aturdido por su inminente muerte. Lo llevaron fuera de la zona de ataque al igual que arrastraban a Minho herido, quien bramaba de agonía.

El líder fue sacado de la estancia al mismo tiempo que vociferaba con ira: —¡Matenlos! ¡Matenlos a todos! ¡No dejen a nadie vivo! — ordenó.

Los soldados restantes tomaron posiciones detrás de la pared de ladrillos había terminado por caer y devolver el ataque al convoy blindado que cruzó a toda velocidad por el estacionamiento, el cual era el causante de todo el maldito alboroto. Las balas rebotaban contra el material del coche y en cambio, la metralleta que sobresalía del sunroof les devolvió un segundo ataque, frenético e imparable, obligándolos a esconderse entre los escombros e impidiendoles moverse de lugar por la amenaza de ser llenado de agujeros.

—¡¿Quién está manejando ese camión infernal?! ¡Detengan el fuego! — exclamó Gunwook en su propia radio, que traía colgada en el bolsillo de su chaleco.

Sin embargo, nadie le contestó y los disparos tampoco se detuvieron.

Con la respiración acelerada y los ojos bien abiertos, Jimin observó a Jungkook que estaba encima suyo, protegiéndolo en forma de capullo. Las municiones y escombros pasaban silbando por encima de aquel como si fuese un Angel bizarro. Jimin no entendía absolutamente nada, creía estar alucinando esto, sin embargo, no era así y sabía que Jungkook tenía que ver con el caos que se había desatado tan repentinamente.

Realmente llegó para salvarlo.

No se había equivocado con respecto a él.

Jungkook levantó la cabeza lo suficiente para unirse al revuelo y dar tiros certeros desde su posición; atinó al sujeto musculoso del pelotón número cuatro que estaba escondido en una columna de concreto y enseguida, le disparó a otros dos que estaban detrás de los muebles, los cuales no supieron desde qué lugar les dieron el tiro de gracia. Cuando el convoy robado dejó de disparar y se alejó vertiginosamente por el estacionamiento al ser perseguido por otros vehículos, Jungkook se enfocó en Jimin, pero fue por cinco segundos cuando mucho, deprisa cortó la cinta envuelta en sus manos con un cuchillo táctico y una vez que el castaño estuvo libre de ataduras, dejó el arma blanca sobre su palma.

—Liberarlos — fue lo único que alcanzó a decir.

Jungkook gruñó y rodó a un costado de Jimin cuando un pie conectó con su cuerpo, casi dejándolo sin aliento. Quejándose, intentó ponerse erguido lo más rápido que pudo, pero el pie volvió a aterrizar justamente en medio de su pecho, dejándolo inmóvil debido al terrible escozor en las heridas viejas.

—¡Tú, desgraciado! Sabía que nos traicionarías algún día, ¡lo sabía! — gritó Taeyang con coraje latente, echaba humo por las orejas, mientras se colocaba delante de Jungkook para darle un puñetazo en el lateral de la quijada —. ¡La buena noticia es que ahora ya puedo matarte sin impedimentos!

Jimin chilló cuando vio a Jungkook caer de nuevo y escupir sangre por la boca. Sabía que estaba muy lastimado aún, no tenía la fuerza para pelear igual que siempre, e hizo un ademán para acercarse a ayudarlo, pero éste le dio una mirada de advertencia para que NO lo hiciera.

A pesar del dolor que tenía, Jungkook se las ingenió para ponerse de pie con orgullo y pasó la lengua por sus dientes, saboreando el néctar de su sangre —. Me alegro de que pensemos igual — contestó cansado pero decidido, porque él también estuvo esperando mucho tiempo por este momento, lo había ansiado tanto —. Esto se acaba aquí — sentenció —. Suelta la puta arma, hagamos esto como hombres.

Taeyang rechistó por el desafío y sin titubeos, se deshizo de su pistola, arrojándola a un costado como si fuese basura. Levantó las palmas vacías y con los dedos hizo una seña burlona para que se acercara. Por soberbia, testosterona u odio, ambos estaban de acuerdo en terminar esto con sus propias manos.

Lleno de furia, Jungkook se lanzó adelante en un pestañear y cargó contra Taeyang, levantándolo del suelo y ​​tirándolo contra un mueble de madera que se destrozó por el impacto. Una vez allí, lo sostuvo con una mano por la garganta y con la otra le asestó una serie de puñetazos bestiales, sobre la nariz, las mejillas, abriéndole la ceja derecha mientras el otro trataba de esquivar. No había nada de misericordia o remordimiento en sus golpes. Iban a matar.

Jungkook había esperado tanto tiempo precisamente por esto y por fin podía descargar toda la ira que llevaba dentro.

Tendría una parte de su venganza.

Agitado, Jimin dejó a Jungkook luchar y se escabulló por detrás de la pelea, aprovechando que dejó de ser el centro de atención y ahora parecía que era lo último que importaba en el mundo. Nadie lo estaba viendo. Los gemelos también se habían unido a la batalla para luchar contra los soldados degenerados y saldar unas cuentas pendientes. Se arrastró hasta sus compañeros amarrados, los cuales lo llamaban exasperados y cortó las cintas de sus manos lo más rápido que pudo, terminando con Hyungsik, el cual se veía demasiado pálido por toda la sangre que había perdido. Le dijo que estaría bien a pesar de que veía el hueso de su brazo saliendo de la carne.

—Sunoo, llévalo a la esquina y cúbrete — le dijo y el adolescente asintió mientras arrastraba a Hyungsik que gimoteaba levemente —. ¡Tomen armas! ¡Hay que ayudarlos y pelear! — avisó a sus dos compañeros que seguían enteros, no eran muchos pero si gallardos.

—Esos hijos de puta van a arrepentirse de venir aquí — exclamó el piloto.

Taemin se deslizó por el suelo y hurtó las armas de los cadáveres frescos al igual que Yoongi para unirse a la batalla contra los hombres con cicatrices. La situación había dado un tremendo giro en un simple pestañear. Todos estaban peleando contra todos, dejando en claro que aún no se habían rendido, esto todavía no terminaba y no lo harían hasta que estuvieran muertos.

En tanto los demás se abatían con todo, Jimin buscó al pelinegro entre el caos.

Fue ahí cuando Jungkook cayó al suelo luego de recibir un puñetazo con un pedazo de escombro que le volteó toda la cabeza. Taeyang aprovechó su juego sucio y se colocó a horcajadas sobre el pecho del pelinegro desorientado. Con ambas manos, comenzó a estrangularlo con fuerza mientras le golpeaba la cabeza contra el linóleo sucio. Jungkook se removió bajo el peso del contrario, sus piernas patalearon desesperadas, pero éste estaba aplastando la herida reciente de su tórax y le quitaba todas las fuerzas para cambiar posiciones.

—Voy a colgar tu cabeza en mi pared, Jeon — le dijo Taeyang con una sonrisa desquiciada mientras tenía sus manos enroscadas en su garganta —, y en cuanto a tu protegido, lo mantendré vivo, encadenado a un lado de mi cama para cuando lo quiera ocupar.

Jungkook se sacudió con fuerza, más furioso que nunca al imaginar lo que le harían a Jimin si él ya no estaba aquí, pero no podía moverse de lugar. Sus ojos llenos de venas rojas estaban apunto de estallar fuera de sus órbitas mientras que su cara se estaba poniendo morada por la obstrucción del aire.

Jimin gritó cuando vio la escena. Un torbellino de emociones eclipsaron su mente, su buen juicio se nubló, y su cuerpo reaccionó en automático cuando se abalanzó sobre Taeyang para quitárselo de encima a Jungkook. Le encajó el cuchillo táctico en la espalda como un maníaco desesperado y enfurecido, puñalada tras puñalada, sobre los omóplatos y trapecios, mientras escuchaba como el filo se enterraba en la carne y volvía a salir junto a hilos de sangre.

—¡¡Ya déjanos en paz!! — le gritó furioso, incluso su voz se hizo más gruesa e irreconocible.

El hombre soltó un tremendo alarido, se tambaleó con Jimin colgado en su espalda y dieron varias vueltas sobre un mismo lugar mientras Taeyang intentaba quitarse al castaño de encima, el cual no le daba tregua y seguía enterrando el cuchillo por todas partes. Sentía que se había vuelto completamente loco. Quería matarlo con todas sus fuerzas. Quería vengarse por todos los males que les habían hecho. Quería hacerlo pagar.

En medio del forcejeo, el codo de Taeyang golpeó el rostro de Jimin, quien cayó sobre su trasero, desorientado. Con los ojos inyectados de cólera, el hermano del líder se olvidó totalmente de Jungkook que se esforzaba por tomar aire y se giró hacia el castaño, dándole una mirada de los mil demonios, la cual le decía que lo haría pagar con creces. Tenía tajos de piel abierta por todos lados y sus extremidades estaban goteando sangre.

Agitado, Jimin miró de reojo el arma del hombre que estaba a cuatro metros de distancia y gateó atropelladamente hasta ella, sin embargo, Taeyang la pateó hasta el otro extremo de la habitación cuando estuvo a punto de alcanzarla.

—Eres... Eres un pequeña mierda astuta — escupió con una pequeña risa de dolor y después lo apuntó, tambaleándose sobre sus pies —. ¿Quién pensaría que alguien como tu podía desatar todo esto? Te subestimamos, lo admito — carcajeo, volviéndose loco, parecía que no sentía las heridas, pero eran letales —. No mereces morir de forma rápida, de eso me encargare yo — lo amenazó mientras se acercaba como un depredador.

Jimin lo miró desde el suelo, recostado sobre sus manos mientras comenzaba a retroceder con cada paso torpe que avanzaba el contrario, apenas podía caminar derecho.

Sin embargo, esta vez no sintió miedo por sus amenazas, ni por él, no, nunca más volvería a temerles...

Ahora las cosas eran distintas.

Jimin tuvo un déjà vu cuando deslizó su mirada a las espaldas de Taeyang y una sonrisa se plantó en su cara.

Ahora ya no estaba solo...

—Hiciste enojar a la persona equivocada — canturreo.

Entonces, Jungkook llegó y cogió a Taeyang por el cuello desde atrás. Los músculos de sus brazos se hincharon al inmovilizarlo en una llave, la cual amenazaba con partirle el cuello de un solo movimiento. Taeyang le arañó el brazo sin muchas fuerzas, sin embargo, Jimin se levantó de un salto y aprovechando que Jungkook lo tenía inmovilizado, le dio el golpe final, enterrando el cuchillo en su estómago para que dejara de moverse.

—Te metes con uno, te metes con los dos — mencionó Jimin cerca de su cara.

Taeyang hizo una espantosa mueca de dolor, sus músculos se contrajeron y solo se mantuvo en pie porque Jungkook lo tenía aprisionado, medio ahogado.

—Se acabó, infeliz. Dile a tus hombres que bajen las armas — le ordenó Jungkook rechinando los dientes y apretó su brazo con más fuerza al cuello de Taeyang, quien tenía el rostro ruborizado y las venas saltadas de la frente —. ¡Vamos, diles que lo hagan o te voy a voltear la maldita cabeza!

Jimin impulsó el mango hacia dentro como amenaza —. ¡Haz lo que te dice! — demandó.

—B-bajen las armas — dijo Taeyang con la voz entrecortada y luego, gritó lo más fuerte que pudo para que se detuviera el enfrentamiento —. ¡T-todos bajen las armas ya! — gimoteó casi llorando, llamando la atención de sus hombres que estaban luchando.

—Pero señor, no podemos hacerlo-

—¡Que bajen las putas armas! — Taeyang interrumpió a Gunwook que tenía a Sarang contra la pared, listo para asesinarlo de un balazo en la cabeza.

Los soldados se dieron una mirada dubitativa. Era el hermano del líder a quien tenían retenido, no cualquier soldado. Gunwook apretó la mandíbula debido a la impotencia antes de bajar su pistola de forma lenta al igual que el resto de hombres que siguieron su ejemplo. Sarang tosió y rápidamente alcanzó la katana que había perdido para apuntar a la yugular de Gunwook, cambiando las posiciones en un abrir y cerrar de ojos.

—No vas a hacerlo, niño — le dijo al gemelo de baja estatura y un segundo más tarde, Gunwook tenía dos espadas apuntando a su garganta.

—¿Quieres probar la suerte dos veces? — sentenció Woojung, poniéndose a un lado de Sarang.

Del otro lado, Taemin, Yoongi y Sunoo se encargaron del resto de hombres que ahora estaban desarmados y los obligaron a ponerse sobre sus rodillas.

—¿Quién ríe ahora, pedazo de mierda? — le preguntó Yoongi a uno de ellos.

—N-no sabes lo que vas a provocar haciendo esto, Jeon — le dijo Taeyang bajo su poderoso agarre del cual ya siquiera trataba de salir debido a lo débil que se encontraba. Sabía que estaba muerto —. Mi hermano no lo dejará pasar. ¡Nunca te dejarán en paz! Te perseguirán hasta matarte, ¿escuchaste? —observó a Jimin que estaba delante suyo, respirando con fuerza —. Perderán lo que más quieren proteger...

Con las cejas fruncidas, Jungkook se acercó a la oreja del hombre para murmurar con firmeza: —Ya veremos quienes son los primeros en caer.

De un movimiento limpio, Jungkook volteó la cabeza de Taeyang ciento ochenta grados, el cual cayó al suelo con los ojos desorbitados y las cervicales rotas. Esa fue la señal que los demás necesitaban para acabar con lo que daría comienzo a la verdadera guerra. Sarang levantó la espada afilada y sin remordimientos, decapitó a Gunwook al mismo tiempo que decía "FOR SEUNGMIN", mientras que el resto de soldados fueron asesinados por el grupo de Seúl.

Derrotaron a los mejores hombres de la capital y no había marcha atrás. Lo que acababan de hacer era una declaración de guerra contra Dakho y sus secuaces. Ahora todos tenían sangre ajena sobre sus manos, incluso Jimin con ese cuchillo empuñado en su mano y entendían las consecuencias, lo que vendría después, pero ya no les importaba, de igual forma, ya podían darse por muertos.

Siempre habían estado en guerra, pero ahora estaban dispuestos a defenderse.

Los sobrevivientes agitados deslizaron sus miradas de unos a otros, reconociéndose como posibles aliados o posibles enemigos... Todos estaban a la defensiva, con la adrenalina alta, preparados para atacar apenas alguien hiciera el mínimo gesto brusco. Nadie confiaba en nadie, veían meros asesinos unos en los otros. Yoongi vigilaba a los gemelos y estos de vuelta a él con las espadas ensangrentadas direccionadas hacia su pecho. Luego, Taemin apuntaba a Jungkook con su arma y éste lo miraba a aquél con su mirada amenazante mientras se limpiaba los rostros de sangre de la cara.

—¿Me estás apuntando cuando acabamos de salvarlos? — cuestionó Jungkook respirando pesadamente.

—No se quien carajo eres — le contestó Taemin con los ojos entrecerrados.

—Bajen las armas, todos nosotros estamos del mismo lado — se metió Jimin, viendo a todos y cada uno de los presentes, y se colocó en medio para que vieran que ninguno era una amenaza —. Somos aliados. Estamos luchando contra las mismas personas, contra las personas de allá afuera. Confíen en mí, bajen las armas — repitió serenamente.

Todos dudaron un poco.

Jimin se volteó directamente a Jungkook, pues sabía que cuando él flaqueara todos los demás lo seguirían por ser la cabeza. El pelinegro le dio una mirada taciturna y un poco obligado por la cara suplicante de aquel, levantó las manos en son de paz. Sarang y Woojung bajaron las armas un segundo después de Jeon, dándole la confianza suficiente al grupo de Seúl para hacerlo también.

—Quienes sean no importa ahora — continuó Jimin dirigiéndose en general, pues era la verdad, no había tiempo para las presentaciones —. ¿Cómo vamos a escapar? Están por todo el edificio — le dijo a Jungkook.

Éste le dio una última mirada a los compañeros de Jimin, que no parecían muy confiados y siguió —. El frente está protegido por la caravana, es imposible ir por allí — contestó —. Tenemos que salir por la parte trasera, acordamos vernos con el convoy blindado en una salida aislada. Deben estar distrayendo al equipo pesado ahora mismo.

—¿El que nos disparó? — cuestionó Jimin con sorpresa, pero casi enseguida cayó en cuenta —. ¿Y qué pasa sino está ahí?

Jungkook volteo todo su cuerpo a Jimin con seriedad —. Lo estarán — aseguró —, hay que movernos ahora — finalizó sin perturbarse.

Jimin terminó por asentir frenéticamente y los presentes comenzaron a agilizar la situación. Lo más importante era salir con vida y en eso estaban de acuerdo. El edificio estaba cayendo en ruinas. Tomaron las armas de los hombres muertos y Woojung le entregó a Jungkook la carrillera porta granadas que había hurtado de la armería antes de salir de la Capital.

Aquellos rufianes no eran los únicos que se habían preparado para la batalla...

Se dispusieron a salir por la puerta formados en una alineación. Tenían un herido entre ellos; Taemin tuvo que cargar a Hyungsik sobre sus espaldas, el cual estaba más dormido que despierto y se quejó con un balbuceo inconexo. Una vez listos, el pelinegro se asomó por el pasillo lleno de humo grisáceo debido al incendio que estaba consumiendo la estructura y después, se volteó a Jimin, el cual estaba temblando ligeramente.

—Quédate cerca de mí, Jimin — murmuró, viéndolo con suavidad.

Jimin lo miró de vuelta, sintiéndose reconfortado y dio un asentimiento firme.

Ahora mismo tenía un montón de sentimientos encontrados y muchas palabras queriendo salir de su boca, tenía tanto por decir, pero no era el momento. Si sobrevivían a la mierda de este día, estaba seguro que tendrían mucho tiempo después...

A mitad del corredor, el ambiente comenzó a sentirse caliente y sofocante. Casi no se veía nada debido a la cortina de humo, la cual Jungkook intentó alejar de su nariz agitando la mano. Había escombros por doquier, algunas partes del techo habían colapsado, las puertas estaban tiradas y las ventanas astilladas que dejaron cristales regados por el suelo entero, los cuales crujían bajo sus pisadas. Estaban yendo directamente al incendio, sin embargo, no había otra alternativa, tenía que seguir en línea recta para dirigirse a la parte posterior de la instalación y huir por ahí.

Jungkook caminó por el pasillo en posición de ataque con el arma levantada y antes de doblar en una esquina, recargó la espalda contra la pared cuando escuchó unos pasos muy cerca y automáticamente los demás imitaron sus movimientos para no ser vistos. Los hombres con cicatriz estaban por todas partes, los escuchaban. Jimin aguantó la respiración y se quedó arrimado al brazo del pelinegro.

Aquel tuvo cuidado al momento de asomarse y distinguió a un pelotón completo a mitad del corredor.

—¡Busquenlos, deben estar cerca! ¡No nos iremos hasta ver sus cadáveres! — dijo uno de ellos, tosiendo por el humo invasivo.

Jungkook volvió a su sitio contra la pared y tomó una respiración profunda para relajarse. Eran muchos de ellos y disparar no acabaría con todos. A su costado, Jimin observó impresionado como el pelinegro cogió una de las granadas de la bandolera antes de asomarse nuevamente. Aquellos estaban distraídos. Jungkook estiró la hebilla de seguridad y después, arrojó la granada por el pasillo, la cual rodó con un sonido metálico hasta los pies del primer hombre. El bastardo tardó un segundo en reconocer el artefacto explosivo, pero cuando abrió los ojos horrorizados e intentó echarse hacia atrás para correr fue demasiado tarde.

El cuarto se oscureció cuando la bomba estalló; pedazos de carne achicharrada y envueltas en humo salieron disparadas por todas partes. Tres hombres habían hecho explosión de tripas y extremidades, y quienes quedaron vivos contraatacaron con disparos a ciegas por el corredor lleno de humo grisáceo mientras gritaban como locos por las muertes de sus compañeros. Jungkook arrojó otra granada para no darles tiempo de acercarse y el estallido provocó que una de las columnas de concreto se viniera abajo junto a los paneles de yeso, cables de luz y un pesado ducto de ventilación que hizo un espantoso estruendo cuando se desplomó encima de un sujeto.

Aprovechando el caos, Jungkook rodó osado en medio de los disparos para llegar al primer centinela, al cual golpeó en la espinilla con su arma y luego le disparó en el hueco debajo de la mandíbula, haciendo que los sesos salieran volando desde abajo. Alguien le disparó desde un corredor alterno, rozando su bícep derecho, y Jungkook utilizó un tren superior que tenía colgando hilos de vísceras como escudo para devolverle un disparo justamente entre los ojos.

Al escuchar el ruido de la batalla, Jimin lo siguió para apoyarlo, no obstante, Jungkook no estaba necesitando ayuda de nadie para acabar con el pelotón. Los hombres estaban cayendo uno por uno con muertes terribles.

—Carajo, ¿de dónde sacaste a ese tipo, Jimin? — interrogó Yoongi con expresión perturbada que en otro contexto hubiera sido cómica.

Jimin sonrió un poco hacia Jungkook que terminó con el último de aquellos.

Era alguien sorprendente al momento de la contienda. La diferencia entre él y el resto era que peleaba sin miedo a morir. Además, peleaba con tanta ira y resentimiento guardado. Se notaba que estuvo esperando este momento.

—Es nuestro hermano mayor — se metió Woojung con mucho orgullo.

—¡Apresúrense y dejen de hablar! — les gritó Jungkook cuando el pasillo quedó totalmente libre de enemigos.

La salida de emergencias ya estaba muy cerca, por suerte, ya que no podrían seguir inhalando el humo intoxicado por mucho tiempo más. La garganta comenzaba a picar y los ojos a lagrimear. Jungkook dejó que todos los sobrevivientes pasaran delante suyo para cerciorarse de que nadie se quedara atrás o que un enemigo los atacara por las espaldas.

Lograron salir al exterior en donde fueron libres del aire contaminado y pudieron respirar. La mitad de la fábrica estaba en llamas y la otra cayéndose a pedazos. Su refugio había dejado de existir. El convoy con suministros seguía estacionado allí y Sunoo se apresuró a gritar el nombre de Byron, quien prontamente asomó la cabeza peluda entre las cajas apiladas de comida e hizo que algunas cayeran.

—¡Buen chico! — le dijo mientras se subía a la cajuela —. ¡Suban rápido, hyungs! ¡Tengo las llaves!

Byron las tenía colgadas de la cadena. Sunoo se las arrojó a Yoongi que las atrapó en el aire y se subió al asiento del piloto para encender el convoy. Seguidamente, Taemin acomodó a Hyungsik en el asiento de al lado, quien hizo un sonido gutural extraño y seguidamente, se subió a la cajuela. El grupo de Seúl ya estaba a bordo, no pensaban quedarse más tiempo en la guerra. Jimin hubiera subido con ellos de no ser porque Jungkook y los gemelos estaban agitados y desesperados, buscando al convoy blindado que no había hecho aparición.

—No los veo por ningún lado — dijo Jungkook, mirando hacia todas partes del estacionamiento.

—¿Y si los atraparon? — preguntó Sarang con miedo.

Jeon sacudió la cabeza varias veces, cayendo en la desesperación. Aquellos fueron los que prácticamente les habían salvado el trasero y no iban a dejarlos atrás, sin embargo, de pronto, se escuchó un motor acercarse a toda velocidad y en la curvatura del edificio, apareció el convoy blindado, el cual iba chocando contra los viejos vehículos aparcados y presionaba el claxon de forma frenética. Quien fuera manejando era un jodido desastre. El vehículo derrapó, echando humo por los neumáticos y se detuvo delante de ellos, casi arrollando a Jungkook.

Entonces, Ryujin sacó la cabeza por la ventana del piloto mientras Wonho se asomó desde el capo, apoyándose en la metralleta que tenía un escudo delantero de acero. Aquel pobre hombre estaba pálido, raquítico y muy escuálido a comparación de como era antes. Los vendajes de sus heridas se alcanzaban a ver por la ranura de la chaqueta improvisada que seguramente se puso al salir de la Capital y pese a aquello, estaba de pie en medio de la confrontación.

La puerta trasera se abrió de golpe y Sunmi les dio la bienvenida con una pistola pesada, la cual empuñaba de una manera algo peligrosa. A Jimin realmente le dio gusto verla allí.

—¡¿Qué están esperando?! ¡Suban sus traseros al auto! ¡Vienen detrás de nosotros! — les gritó Wonho haciendo señas.

Los gemelos se lanzaron al vehículo uno detrás del otro y cuando Jimin tenía un pie adentro se detuvo al notar que Jungkook se quedó atrás intencionalmente.

—¿Qué estás haciendo? ¡Andando! — le dijo, pero aquel no se movió de su sitio y el castaño enseguida supo que algo andaba mal.

—Alguien tiene que distraerlos o la caravana nos perseguirá de todas formas, no podemos escapar de ella — avisó con una serenidad que parecía surrealista —. Yo... no sé qué haré, pero mantendré su atención sobre mí y les daré tiempo para que se vayan muy lejos de aquí.

Por supuesto todos sus compañeros objetaron de inmediato y comenzaron a gritar un sin fin de cosas, exigiendo que subiera al auto, mientras que Jimin sintió un golpe directo en el corazón. Jungkook no tenía un plan, simplemente se iba a sacrificar para que ellos pudieran escapar. Dominado por el pánico, Jimin se negó a que eso pasara e inmediatamente bajó del vehículo porque la idea de abandonar a Jungkook era imposible.

NO volvería a separarse de él. No cometería ese error otra vez.

Eran ambos o ninguno.

—Me quedaré contigo — le dijo con firmeza, pero Jungkook de inmediato se negó.

—No, debes irte. Vayan a esa comunidad — Jungkook se acercó al castaño con severidad —. Necesito que te vayas, Jimin.

—¡No voy a dejarte aquí! — exclamó con locura.

—¡Si, lo harás! — Jungkook lo tomó por el brazo para obligarlo a subir de vuelta al convoy al mismo tiempo que se oía como varios vehículos se acercaban por la curvatura del edificio, los cuales traían a hombres carcajeando y disparando hacia el cielo. Ya venían —. ¡Maldita sea, Jimin! ¡Por favor, sube al jodido auto! ¡Tienes que irte!

—¡Rayos, suban ya, por favor! ¡Ahí vienen! — chilló Ryujin con las manos puestas sobre el volante.

Jimin se aferró a la mano de Jungkook que estaba sobre su brazo superior y lo sentenció con la mirada dura: —Te dije que estabas juntos en esto, ¿recuerdas? Así que me quedaré contigo y voy a ayudarte. ¡No estoy preguntando!

Jungkook tembló por causa de la impotencia, pero cuando sintió a los vehículos detrás de ellos y los sonidos de los claxon le levantaron los vellos de la nuca, haló a Jimin hacia él para caer detrás de los contenedores de basura.

Ryujin no tuvo otra opción más que arrancar el motor cuando comenzaron a dispararles con fuerza. Les estaban dando con todo. Aceleró con un rechinido agudo de llantas al igual que avanzó el convoy de suministros en el cual iban los hombres de Seúl. Jimin se recompuso sobre la tierra y sintió que su estómago se estrujaba cuando Sunoo lo miró con terror desde la cajuela y abrazaba el cuerpo de Byron que comenzó a ladrar con desesperación entre más se alejaban de ellos. Hubiera saltado sino trajera la correa puesta.

Se estaban yendo sin él y Jimin gritó horrorizado cuando los enemigos acribillaron el convoy. Sunoo muy apenas alcanzó a agacharse entre las cajas de suministros que iban tambaleándose por el movimiento. Detrás de aquellos, salió como un maldito cohete un monster truck de cuatro llantas gigantes, pintado con una calavera y una frase que decía "Dirty Boy". Varias motocicletas iban a su alrededor, conducidas por hombres dementes que silbaban en sintonía y el copiloto detrás e de éstos atacaba con pistolas normales.

Wonho disparó con la metralleta hacia aquellos, provocando que una de las motocicletas diera un giro precipitado y se volcara con los dos hombres que iban montados en ella, no obstante, el camión monstruoso se defendió en su lugar, arremetiendo con potencia contra sus amigos. Había ráfagas de balas por doquier. Todos estaban disparando para defenderse. Los coches traspasaron la verja tirada sobre el pavimento, echando humo por los escapes y con los motores rugiendo.

Abandonaron la instalación en ruinas, conduciendo por la carretera flanqueada por el bosque verde y siguiendo con el enfrentamiento sobre ruedas.

Sus compañeros ya no podían regresar y ellos tampoco podían ir a ayudarlos.

Se fueron. Ahora lo único que podían hacer era confiar en que podrían acabar con los hombres que los alcanzaron a perseguir y ellos encargarse del resto.

Jungkook tomó la mano de Jimin para estirarlo con él y corrieron hacia la motocicleta que estaba tirada sobre el asfalto. El hombre que había caído de ella aterrizó unos metros por delante y estaba intentando recuperarse de los raspones infernales en sus piernas hasta que Jungkook le disparó en la cabeza.

—Ayúdame a levantarla — indicó con prisa.

Entre los dos levantaron la moto para comprobar el estado y por fortuna el golpe no había dañado nada; el manillar, las cadenas y los aceites estaban en buenas condiciones. La motocicleta estaba mejorada con protección resistente al igual que todos los vehículos de la Capital. Eran vehículos de guerra. Jungkook se quedó dubitativo un instante.

—¿En qué estás pensando? — cuestionó Jimin, ya que con simplemente ver la cara fruncida de Jeon era evidente que se le ocurrió un plan.

—Ponte esto — de pronto, aquel se quitó el chaleco antibalas y se lo pasó a Jimin, quien hizo un mohín, sin embargo, no lo contradijo al ver su expresión adusta y se lo colocó encima de su camiseta —. ¿Sabes cómo usar una granada? — le preguntó después.

—¿H-hablas en serio? — balbuceó, con el sudor helado bajando por su cuerpo.

Jungkook le pasó la bandolera porta granadas indicando que era muy en serio. Quedaban cinco proyectiles y Jimin la sostuvo con especial cuidado. Ese gesto fue suficiente para responder a su pregunta anterior, jamás había cogido una granada en toda su vida y Jungkook tuvo que explicarle con rapidez como jalar la hebilla y arrojarla a tiempo sin vacilar, sin detenerse o le explotaría en la cara.

—De acuerdo, lo entiendo — asintió, viendo todo el ágil movimiento de manos del pelinegro y tomó aire en sus pulmones —. ¿Qué vamos hacer?

Jungkook le quitó el casco de la motocicleta al cadáver y se lo colocó en la cabeza, dejando la ranura de los ojos abierta.

—Vamos a destruir sus jodidos vehículos, pasaremos delante de ellos y vas a mandarlos directo al cielo — Jungkook pasó una pierna por encima del asiento y encendió la moto para calentar el motor que rugió. Sin transporte, no podían perseguirlos —. Tendrás que ser certero y atinar justo debajo del chasis — dijo mientras probaba el acelerador y luego, le hizo un gesto con las cejas negras para que se subiera detrás suyo.

Jimin abrió los ojos perplejos. Debía estarlo jodiendo. Hacer eso era una locura sin sentido. Los asesinarían antes de conseguirlo.

No podía creer como Jungkook había ideado ese descabellado plan en tan poco tiempo, sin embargo, no había un plan B y estaba dispuesto a hacer lo que fuera necesario para acabar con esto, por esa razón se quedó con él.

—A la mierda.

Sin darle más vueltas, Jimin alzó su pierna por encima de la motocicleta para sentarse detrás. Con un brazo tuvo que sostener la bandolera y con el otro aferrarse al abdomen de Jungkook, quien se encorvó sobre el depósito de gasolina. Luego de un rugido, la motocicleta arrancó veloz, con furia, dando un salto hacia delante. Salieron volando por el aire, rodeando el edificio destruido y dirigiéndose al frente en donde estaba la caravana estacionada.

El maldito infierno lleno de demonios los esperaba con ansias.

Jungkook no escatimó en descubrir el poder del kilometraje y acelerar sin temor alguno. Eran un monstruo sobre dos ruedas. El motor enojado estaba vibrando debajo de ellos mientras que el viento golpeaba con fuerza a Jimin, despeinándole el cabello castaño y haciéndole entrecerrar los ojos para poder ver. Sentía el corazón a tres mil, el estómago en la garganta, el ritmo cardíaco aumentando y la adrenalina corriendo por sus venas... al igual que el estresante miedo.

Pero no tenía miedo a morir, sobrevivir era intrascendente ahora, ambos lo sabían, esto iba más allá de sus vidas, sino tenía miedo de fallar. El objetivo era destruir sus transportes al costo que fuera.

Todo dependía de él, tenía que ser rápido y certero o podía darlo por perdido.

Solamente tenían una oportunidad de lograrlo.

El estacionamiento estaba infestado de coches olvidados y entre ellos, había varios engendros, los cuales llegaron al refugio atraídos por el ruido de la batalla. Jungkook no bajó la velocidad, no podían, y la motocicleta se meneó entre todo el desastre, esquivando los múltiples obstáculos hasta llegar a los convoyes estacionados un poco más adelante. Había un pelotón allí, luchando contra los muertos vivientes y se dirigieron hacia ellos con confianza, aquellos no pudieron reconocerlos porque Jungkook tenía el casco del hombre muerto y Jimin se escondía a espaldas de éste.

Además, como imaginarían que los tontos vendrían directamente hacia ellos únicamente para destruir sus medios de transporte.

Jimin se mordió los labios e hizo mucha fuerza con sus piernas para no caer de la moto en el momento que cogió la primera granada. Supo que era el momento de hacerlo cuando se fueron acercando al primer convoy estacionado. Iban demasiado rápido. Midió la distancia, estiró la hebilla y arrojó la granada con todas sus fuerzas, diseccionando lo mejor que pudo. El artefacto metálico rodó con rapidez y se metió debajo del chasis. La motocicleta se adelantó como una bala y en menos de cinco segundos una explosión de oleajes negros y anaranjados nacieron debajo del vehículo y lo mandó a volar hacia el cielo con un sonido espantoso. Los neumáticos, los vidrios de las ventanas y cientos de pedazos saltaron por los aires antes de ser consumidos por el infierno en llamas.

Había dado en el blanco, sin embargo, eso solamente encendió las sirenas de alerta.

—¡Son ellos, señor! ¡Por allá, en la motocicleta! — avisó uno de los hombres cuando pasaron por delante suyo a la velocidad del rayo.

Dakho, quien estaba en la entrada del edificio esperando a que salieran por allí en compañía de su hermano, se recompuso de un salto al escuchar el anuncio. Su cara era un poema. No podía creerlo, sus ojos se abrieron cuando alcanzó a ver a Park Jimin y Jeon Jungkook montados en la motocicleta robada, los cuales habían destruido uno de sus preciados convoyes con semejante descaro. Verlos juntos hizo que todo se esclareciera en un santiamén. Por fin las piezas conectaron y se dio cuenta de lo que sucedió allá dentro... Su expresión se transformó en oscuridad pura y tembló exageradamente de rabia.

—¡Disparen! ¡Disparenle a esos desgraciados! — ordenó a gritos desesperados mientras hacía señas y empujaba a sus hombres que iniciaron el fuego —. ¡Quiero que los derriben! ¡Ahora! ¡Matenlos a los dos! ¡Los quiero muertos! 

Exasperado, el mismísimo líder le quitó una Ak a uno de sus secuaces para comenzar a disparar como un loco desenfrenado. Las balas pasaron silbando, paralelas a la motocicleta, casi los golpeaban y Jimin sintió un dolor agudo en su espalda, pero alcanzó a arrojar la siguiente granada bajo el chasis de un camión con remolque de varios metros de largo. Transcurrieron cinco segundos, cinco benditos segundos que fueron decisivos, antes de que el camión hiciera una explosión colosal, gigantesca, creando una onda expansiva. La motocicleta se desestabilizó y estuvieron apunto de caer cuando el suelo dio una tremenda sacudida al mismo tiempo que los hombres de Dakho salieron volando hacia atrás por el estallido.

Todo pasó muy rápido. Sin saberlo, Jimin le dio al pez gordo. Aquel camión tenía guardados todos los artefactos explosivos de la Capital. Las llamas intensificadas por los kilos de pólvora se expandieron en un radio inimaginable, alcanzando a los otros vehículos que estaban estacionados a sus costados, los cuales fueron explotando uno por uno en un efecto carambola. El suelo comenzó a sacudirse cual terremoto y el cielo tronaba cual huracán cada tres tantos. Pedazos de automóvil envueltos en llamas caían a su alrededor como lluvia.

Era una escena de película. Los engendros estaban siendo sus mayores aliados, corriendo enrollados en llamas hacia los hombres de Dakho que no podían hacer nada por salvar sus coches que estaban detonando en cadena. Había un desastre digno de un Apocalipsis.

La motocicleta dio una vuelta precipitada y Jimin arrojó las granadas que le quedaban, fallando la última debido a los furiosos oleajes y el humo negro que los estaba rodeando como niebla. No podía ver absolutamente nada, de pronto, habían quedado justamente en medio del fuego. Tuvo mucho pánico. Sentía que la lumbre lo estaba alcanzando y se iba a incendiar en cualquier instante, casi no podía respirar, el calor lo estaba asfixiando y quemando su piel, se aferró a Jungkook que tampoco podía ver la escapatoria entre la nube negra.

Las tropas se estaban volviendo cenizas, la mayor parte de los coches estaban volcados mientras que no podían saber qué sucedió con los pelotones que estaban del otro lado de la llamarada. No había salida e iban a morir calcinados.

A ciegas, arriesgándose, Jungkook se abrió paso entre el fuego hacia donde supuso estaba la salida del estacionamiento, casi chocaron contra un poste de luz, pero de pronto, el infierno ardiente desapareció, el panorama se volvió claro, dejaron atrás el ensordecedor bramido de la lumbre consumiendo todo y el aire limpio les llenó los pulmones. Con los ojos irritados, Jimin miró por encima de su hombro y su corazón cayó al suelo por lo que vio. Lo que antes era su refugio ahora literalmente ya no existía, se encontraba envuelto en una gran llamarada de fuego, la cual medía unos cuantos metros de altura.

Nadie los persiguió a través del humo, solamente ellos consiguieron salir de la instalación, lo que significaba una cosa: —Lo logramos... — murmuró en voz baja con la respiración entrecortada. Jimin tardó un instante en darle crédito a lo que había ocurrido unos minutos atrás, fue demasiado intenso, y lo repitió en voz alta para poder creerlo —. ¡Jungkook, lo logramos!

Nadie había ido detrás de ellos y estaba claro que no lo harían, escaparon de las garras de la muerte o mejor dicho de las brasas de la muerte, estaban ilesos, ¡vivos!, tal vez tenía una bala incrustada en el chaleco pero la adrenalina le nubló el coñazo del golpe. Consiguieron destruir sus medios de transporte y dejarlos varados en medio del desastre.

Jimin ni siquiera sabía cómo lo habían hecho o en qué momento cambió la situación tan drásticamente. Era un milagro. Cuando todo parecía perdido, el destino les dio una oportunidad de defenderse, atacar, y lo consiguieron.

Ganaron una batalla.

—¡Ardan en el infierno, cabrones hijos de puta! — Jimin gritó con todas sus fuerzas y sacó el tercer dedo, apuntando a las llamas que se iban haciendo más lejanas conforme avanzaban por la carretera. Estaba llorando de alegría sin darse cuenta —. ¡Jungkook, lo hicimos! ¡No puedo creer que seguimos vivos!

Jimin abrazo el torso de Jungkook con ambos brazos y cuando estuvieron lo suficientemente lejos, aquel detuvo la motocicleta a mitad de la autopista con un derrape para voltear hacia la nube de humo negro que viajaba por el cielo. Se quitó el molesto casco y lo aventó sobre el pavimento para ver los estragos de la quemazón, que se percibía a grandes distancias, sobresaliendo por los árboles del bosque frondoso.

Sus ojos reflejaron su impresión, incluso más que Jimin. Lo que tanto tiempo había anhelado finalmente se había vuelto realidad. Los derrotaron. Tal vez así no fue como lo había planeado y no consiguió todo lo que quería, es decir, acabar con toda la Capital, con Dakho, pero se sentía bien dejarlos tan vulnerables. Sinceramente tampoco creyó que llegarían tan lejos. Hizo todo esto sin saber si funcionaria.

Miró al castaño que lo seguía abrazando con euforia y su bella sonrisa provocó una reacción similar en Jungkook que también sonrió ampliamente.

Si hizo todo esto fue porque alguien lo había motivado a hacerlo.

Jungkook vio a Jimin una última vez y con una mano aceleró, haciendo música con el motor mientras la llanta trasera arrojaba humo por la fricción contra el pavimento. Arrancaron hacia delante con un brinco. Aceleró apesar de que no estaban siendo perseguidos, viajando por la carretera vacía como si fuese un paseo causal de chicos rebeldes, ya que por primera vez, luego de tanto tiempo, Jungkook se sintió libre, en paz y con una compañía que... hacía sentir su alma tranquila.

Apreció el horizonte azul y respiró el aire fresco.

La piedra que llevaba cargando sobre sus hombros había caído. Finalmente, se había quitado la cadena del cuello y era libre.

Al verlo tan contento, Jimin se inclinó hacia delante y apoyó la mejilla sobre la espalda de Jungkook, dejándose mecer por los movimientos de la motocicleta. Había una inexplicable sensación de paz asentada en su estómago. Cerró los ojos mientras sus manos se apretaron contra los músculos bien delineados de Jungkook para estar más cerca, como si éste fuese la fuente de su bienestar. El viento le acariciaba las mejillas sonrosadas y el cabello castaño se ondeaba en el aire frío del bosque. Sentía que estaba volando y el corazón le empezó a latir enloquecido.

Todavía no habían ganado, ambos lo sabían, pero por alguna razón todo se sentía como si estuviera bien.

Unidos eran más fuertes, separados eran débiles, estaban más seguros ahora que tenían a alguien que les cubría la espalda sin importar nada, sobre su vida misma.

[...]

Sin detenerse, recorrieron muchos kilómetros al sur de Gimhae colindando con Changwon, pues tenían que poner buena distancia entre ellos y la gente de Dakho. Sus compañeros se fueron por otra dirección que desconocían, no debían estar lejos, pero no podían buscarlos ahora cuando los enemigos seguían por la zona. Sabían que no iban a perseguirlos porque el golpe que recibieron fue duro, ahora mismo debían estar vueltos locos buscando vehículos para moverse, pero era mejor prevenir y esconderse por al menos una o dos noches.

Luego de grandes extensiones de bosque, perdieron velocidad cuando entraron en un humilde poblado de viviendas pequeñas. Las calles eran angostas y las llantas de la moto hacían mucho ruido por la terracería que levantaba capas de polvo. Se notaba que este sitio había estado deshabitado durante mucho tiempo, las estructuras estaban dañadas y lo único que yacía intacto era la catedral color hueso que estaba a lo lejos, en la cual se distinguía un campanario alto.

Bajaron de la motocicleta y la empujaron mientras caminaban por las calles desérticas para encontrar una cabaña en la cual pudieran descansar algunas horas. Parecía un pueblo fantasma, había una vibra extraña, daba escalofríos. Una rueda de paja giró frente a Jimin con el viento silbante, recordándole al viejo oeste abandonado y luego, se asomó por la ventana de una vivienda encontrándose con una estancia vieja y polvorienta.

Recorrió el lugar con la mirada para verificar si era buena opción hasta que notó la mancha de podredumbre sobre el suelo de madera rodeada de moscas y prefirió alejarse antes de ver más.

Por su parte, Jungkook se asomó por la puerta de madera que tenía un enorme agujero en el centro. Embistieron la puerta con fuerza; había marcas de sangre. Frunciendo las cejas, Jungkook se acercó un poco mas cuando notó los arañazos en el suelo y estiró su mano para coger un mechón de pelo duro que era de color naranja opaco, el cual se había quedado enredado en la madera astillada.

Su respiración se cortó y dejó caer el mechón al percibir que olía bastante mal.

Maldición.

Cosas horribles habían ocurrido en estas tierras.

A veces olvidaba la razón por la que el mundo se había ido al carajo. Los grupos humanos eran una cosa, pero tampoco podían olvidar la principal amenaza. Esta era la realidad del mundo y debían mantenerse alerta a partir de ahora porque eran forasteros y también desertores. Si en las ciudades fue muy malo, no podía imaginar cómo fue en los pueblos cercanos a la naturaleza salvaje del bosque.

—¿Qué viste, Jungkook? — le preguntó Jimin apenas notó su expresión perturbada.

—Busquemos otra — dijo brevemente y siguió caminando como si nada por el pedregal.

Un poco más adelante encontraron una pequeña cabaña que parecía ser la más decente de todas y escondieron la moto entre los arbustos de la entrada.

—¿Estás seguro que está bien detenernos aquí? — interrogó con algo de nerviosismo.

—Estaremos bien — contestó Jeon antes de romper la perilla de una patada y levantaron sus pistolas al interior —. No van a buscarnos ahora. Volverán a la Capital para retomar fuerzas. Se mantendrán en silencio por un tiempo, pero se van a preparar con un jodido arsenal para que la próxima vez que nos veamos, sea la última. Ganamos una batalla, no la guerra — hizo una pequeña pausa y detuvo sus acciones para mirar a Jimin por encima del hombro, había una seriedad en su gesto —... Asesiné a su hermano — dijo como si eso resumiera todo —. Esto no acabará hasta que alguno de nosotros muera.

Jimin titiriteó en su lugar cuando dijo eso y entró a la cabaña luego de que Jungkook se aseguró que no había engendros dentro. Era un espacio reducido, añejo y helado, pero suficiente para pasar un corto tiempo.

—Tenemos que llegar a la comunidad de la que habló Seungmin — mencionó, ignorando el dolor en su corazón por la pérdida de su compañero. Aquel no logró salir con vida de allí y lo lamentaba porque era su plan, fue quien lo motivó a hacerlo en primer lugar —. Tuvimos suerte esta vez, sobrevivimos, pero la próxima vez no será así. Conseguir refugio en esa comunidad es la única opción que nos queda.

Jimin estaba decidido. Iría allá a cómo diera lugar, no solo por él sino por todos sus compañeros en general quienes merecían descansar. Tenía mucha fé de que esa comunidad fuese lo que anhelaba, debía aferrarse a esa idea para no volverse loco.

Jungkook suspiró con pesadez mientras dejaba su arma sobre el mesón e hizo una mueca por el dolor en su cuerpo magullado. Tenía tanta sangre encima que era imposible saber cuál era suya y aunque se esforzaba por no demostrar dolor, era evidente que estaba sufriendo.

Entonces, Jimin se acercó a Jungkook con pasos tímidos y colocó una mano sobre su mejilla cuando lo vio quejarse en voz baja mientras se apoyaba contra la encimera. Su pulgar lo acarició suavemente.

Jungkook lo miró con ojos cansados, parpadeó con lentitud y la caricia de Jimin hizo que la tensión disminuyera de sus hombros. Aquí no estaban en peligro y solamente frente a Jimin podía permitirse verse vulnerable. Jungkook se dejó llevar por la suavidad de su tacto y cerró los ojos con un suspiro. El contacto físico dejó de ser incómodo entre ellos, al contrario, ahora era reconfortante.

—Espero que tengas razón o no sé qué haremos sino es así — exhaló con poca fe.

A Jungkook claramente no le agradaba del todo la idea de ir a esa comunidad misteriosa, pero incluso él sabía que sus opciones se habían acabado. Estaban recurriendo a medidas desesperadas. No podían vivir huyendo, moviéndose de un lado a otro porque llegaría el día en que los encontrarían y los harían pagar por lo que habían hecho. Literalmente se habían burlado de su poder, los derrotaron porque aquellos se confiaron y los subestimaron.

Pero ahora venía el siguiente desafío.

Arriesgarse no era algo nuevo para ellos, no obstante, acababan de salir de la cueva de lobos como para meterse a otra.

—Tienes que tener un poco de esperanza, Jungkook. Aún no está todo perdido... — contestó Jimin en voz baja, tal vez de pronto parecía todo muy malo, pero no era así y dudó un poco antes de decir: —Aún... aún estamos juntos.

Sin pensarlo demasiado, Jimin se lanzó hacia delante y abrazó a Jungkook. No se detuvo a pensar si estaba bien o mal, solamente sentía la urgente necesidad de hacerlo. Lo abrazó con fuerza porque era su salvador. Jungkook abrió los ojos redondos y se quedo estático mientras Jimin lo envolvía con sus brazos para acurrucarse contra su cuerpo y recargó la mejilla en su hombro, quedándose allí, como si finalmente pudiera descansar.

—Gracias por salvarme. Gracias por todo, Jungkook — susurró con voz dulce mientras descansaba su cabeza contra el hombro de Jeon y miraba a la nada —. No sé por qué razón hiciste lo que hiciste, pero jamás olvidaré todo lo que has hecho por mi. Admito que al comienzo te juzgue mal, pero eres un buen hombre, puedo verlo.

Algo perplejo, Jungkook bajo su mirada para ver a Jimin aferrado a él como si fuese un peluche gigante. Nunca pensó verlo allí con tanto gusto. Al principio sintió duda, pero lentamente deslizó sus brazos por el cuerpo esbelto de Jimin para abrazarlo contra su torso y recibir un poco de su calor. No sabía que estaba haciendo, sin embargo, se sentía reconfortante.

No podía resistirse y fingir que no le provocaba nada porque estaría mintiendo.

Olvidándose de la vergüenza y sobrepasando sus propios límites, Jungkook abrazó a Jimin con más fuerza y enterró la nariz helada en su cabello castaño mientras cerraba los ojos. Solamente hizo lo que quería hacer en ese momento, además, nadie los estaba viendo. La sensación de paz que le daba Jimin no la tenía en ninguna otra parte.

Simplemente no existía la paz.

No sabía qué le pasaba cuando estaba cerca de él. El suelo se movía. Estar junto a Jimin era estar en otro mundo diferente, entender las cosas de otra manera, ver colores que antes no existían, sentir cosas extrañas. Eran personas muy distintas, vivían el apocalipsis de diferentes formas. Jimin era tan gentil a pesar de todo y de algún modo su compañía le hacía sentir... más humano, que era una mejor persona de lo que se creía y con una gran gama de emociones fuera del odio...

No lo entendía.

Jungkook nunca había sido bueno con las palabras, pero sus acciones hablaban por sí solas y por esa razón le desconcertaba el poder que tenía Jimin sobre sus acciones sin siquiera haberlo planeado.

Y pudo darse cuenta de ello cuando Dakho le ordenó asesinar a Park Jimin.

Desde ese instante, Jungkook tuvo muy claro lo que haría y así lo hizo.

—No vuelvas a irte, Jimin — murmuró mientras seguía apretando al chico contra su cuerpo y sentía la respiración caliente de Jimin contra su cuello. No quería soltarlo porque sabía que solo así no estaría en riesgo —. Promételo.

Jimin reprimió una sonrisa, algo hizo cosquillas en su estómago, colocó su mano sobre el pecho de Jungkook y se alejó un poco.

Si era sincero consigo mismo, le gustaba que Jungkook lo protegiera, lo siguiera y ahora saber que si no estaba allí, entonces realmente le importaba.

—No me iré de nuevo — prometió con firmeza —. Lamento haber escapado sin decir nada, no fue justo para ti dejarte en esa situación... pero pensé que te opondrías porque dijiste que jamás te irías de allí.

Jungkook escuchó con atención sus palabras y luego de un silencio dijo: —Antes no tenía un buen motivo que me ayudara a salir de allí.

No solamente Jungkook había salvado a Jimin de ese sitio sino también Jimin había salvado a Jungkook.

El castaño abrió los ojos. Su corazón dio un salto en su pecho porque creía saber cuál era ese motivo.

—¿Y ese motivo es? — se atrevió a cuestionar con tranquilidad.

Jungkook levantó las comisuras de sus labios —. ¿No estoy siendo demasiado obvio? — interrogó, juguetón —. Increible que me pueda sentir más patético.

—Patético no es como te describiría—contestó en seguida.

Entonces, Jungkook también se alejó un poco de Jimin y sostuvo su rostro con una sola mano. Su mano era grande y rasposa, y lo mantuvo a unas cuantas pulgadas de distancia. Jimin aguantó la respiración, un cosquilleo se plantó en la parte baja de su estómago cuando el pulgar áspero de Jungkook acarició su mejilla. Aquel lo estaba viendo de una manera que lo ponía a temblar. Jimin se quedó muy quieto, parpadeó varias veces con sus pestañas largas y tragó saliva, barriendo el rostro de Jungkook.

—Tienes ceniza en el cabello y en las mejillas, límpiate — mencionó el pelinegro con su usual tono despectivo y terminó por alejarse, tal vez para desviar la atención de lo que estaba haciendo.

Jimin soltó una pequeña risa y entornó los ojos.

Desde que comenzó el Apocalipsis, su corazón nunca había latido tan fuerte por algo que no fuera el miedo. Jimin no sabía que estaba pasando entre ellos. No sabía si era la tragedia o el desamparo, el casi haber muerto hoy o porque podían morir el día de mañana. Estaban viviendo al límite, con las emociones intensas a flor de piel, pero no quería que este momento terminara o que Jungkook volviera a ser indiferente como siempre.

Precisamente no quería que esto fuera sólo porque pensaban que iban a morir y no tenía importancia.

Jimin quisiera hacer mucho más que abrazarlo y tocarlo con sutileza, quería atreverse a desaparecer la distancia, pero tampoco entendía porque Jungkook no lo hacía si estaba dispuesto a arriesgar tanto por él. Sus luchas internas se basaban en proteger pero al mismo tiempo rechazar cualquier emoción significativa.

No obstante, Jimin estaba dispuesto a seguir esta línea, a ser paciente, porque ya no veía su futuro lejos de Jungkook o mejor dicho, sin Jungkook.

[...]

Ժ


Capítulo dedicado a AndreaMartinez369070 quien siempre me deja bonitos mensajes de apoyo y me hace sentir muy feliz. Gracias linda ❤️🥺

*GRITOS INTERNOS* Fue una travesía escribir este capítulo, estaba muy emocionada y ansiosa, lo leí y releí y volví a leer, cambié cosas, hice un pinche desastre hasta que me dije ¡basta Rubi, súbelo de una buena vez que la gente espera!

Pasaron demasiadas cosas en un capítulo, MUERTES que cambiaran todo. Como dijo Jungkook ganaron una pequeña batalla, pero no la guerra. Ahora son "libres", pero a qué costo. Los grupos de Jimin y Jungkook finalmente se han unido aunque siguen estando muy vulnerables ahora en el Apocalipsis. ¿En dónde acabaron Jimin y Jungkook? ¿Qué pasó con el resto? ¿Funcionará el plan de ir a la comunidad? ¿Los ayudarán? ¿Quien será el siguiente en caer?

Para las que llegaron a desconfiar de Jungkook, ¡TRAKA! 🦅 A Jungkook se le bota la canica cuando se trata de Jimin. Todavía quedan obstáculos por superar, pero el kookmin cada vez más cerca, así como las cosas que todas nosotras hemos estado esperando. 😏

PREGUNTA RANDOM DE LA SEMANA: ¿Quien es su personaje favorito? Ese que les causa más sentimientos o les remueve algo en su interior. Empiezo yo, Jungkook.

Por cierto quiero agradecer que la historia llego a las 50k de lecturas, eso es muchísimo para mi porque recuerdo que cuando la subí, dije con suerte y esfuerzo llega a 10k. No tenía muchas esperanzas de que la gente leyera. Lloro 😭

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IMPORTANTE

NECESITO SU AYUDA CON DOS COSAS Y PARA ESO VAN A VOTAR AQUÍ MISMO

1) NOMBRE DE LOS ANIMALES INFECTADOS. Alimañas, bestias, sanguijuelas, parásitos, roedores, necrovitos, depredadores

USTEDES YA ME HABÍAN DADO UNAS IDEAS, ASÍ QUE PONDRÉ MIS OPCIONES EN LOS COMENTARIOS Y LA QUE TENGA MÁS LIKES SERÁ LA QUE ESCOGERÉ O SI QUIEREN SUGERIR ALGO NUEVO Y ME GUSTA, LO USARÉ.

2) NOMBRE DEL GRUPO DE DAKHO.

CON ESTA ME HE QUEBRADO LA CABEZA Y NADA ME CONVENCE DEMASIADO. NADA QUE SE ME OCURRA EXPRESA BIEN LA MALDAD DE ESTA GENTE. SI SON TAN AMABLES DE SUGERIR IDEAS, POR FAVOR.

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