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✘ ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴏᴄʜᴏ

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Miércoles 12 de abril del 2023

Seúl, Corea del Sur.
13:20 p.m.

Un año, un mes y un día después del primer contagio.

...

Jimin abrió sus ojos con pesadez y decaído, miró a los alrededores. No sabía en qué momento se quedó dormido. Todavía acostado en la cama de Seokjin, tenía la foto familiar entre sus manos y podía sentir la humedad de la almohada como consecuencia de sus lágrimas derramadas durante la noche.

Lo primero que observo fue al causante de su despertar, cantándole una melodía en la ventana. Conectaron miradas antes de que el íngrimo pajarillo saliera volando, posiblemente huyendo de su apariencia parecida a la de un auténtico muerto viviente.

Jimin parpadeó pesadamente, su visión estaba borrosa debido a la noche agitada y luego, se dio cuenta que la puerta del cuarto se encontraba entre-abierta, lo cual le hizo recomponerse rápidamente.

—¿Seokjin? — preguntó adormilado, viendo atentamente hacia la puerta y esperando a que una cabellera rubia hiciese su dramática aparición —. ¿Eres tú? ¿Has regresado?

No hubo nada.

—¿Jinie...? 

El silencio que reinaba la vivienda de los hermanos Park permaneció como todos los días.

"Tal vez se ha ido al hospital" se dijo a sí mismo un poco mas tranquilo. "Si, lo había olvidado, va a regresar antes de la cena", "Ya no tardará en volver."

Jimin volvió a cerrar sus ojos hinchados, deseando dormir y no despertar hasta que su hermano volviera a su hogar, sin embargo, muy dentro de él sabía la cruel verdad, sabía que eso nunca sucedería, pues ya habían transcurrido 393 días repitiendo el mismo bucle maldito y al final del día seguía siendo únicamente él.

Parecía que fue ayer cuando las cosas estaban bien, cuando la vida era normal, pero una tacha más se agregaba en el calendario, comenzaba un día más, que bien podría ser el último de todos, un jodido día más en el cual se sentía mas muerto que los mismísimos engendros.

Siempre despertaba con esa ridícula esperanza de que todo fuese un mal sueño y su vida estuviese de regreso; su familia. Anhelaba salir de su habitación y encontrar a Seokjin desayunando en el comedor, extrañaba reír de cosas banales y después irse a su entrenamiento matutino mientras leía los mensajes de Chaeyoung y sus compañeros de equipo en su celular.

La pesadilla continuaba y no terminaría. A cada despertar el dolor, la tortura y el sentimiento de desvalecimiento era más grande, como una bola de nieve que iba rodando cuesta abajo. Con cada maldito día sus ganas de ponerse de pie iban disminuyendo. Estaba muerto en vida. Era un errante más deambulando entre las paredes de su casa.

¿Qué estaba esperando que ocurriera? ¿Cuál era el propósito de seguir viviendo? Mejor dicho, ¿por qué no había muerto todavía cuando todos los demás lo habían hecho? Eso era lo primero que Jimin se preguntaba todos los días a penas sus ojos se abrían.

Esto no era vivir, solamente era no morir.

Pero entonces, llegó oportunamente la respuesta a esa pregunta. Como todas las mañanas, su único amor por la vida saltó bruscamente a la cama, aterrizando con sus aproximadamente 50 kilogramos sobre él, repartiendo lamidas por todo su rostro hasta dejarlo completamente babeado.

—¡Byron, basta! ¡Estas mojando a papi! — intentó sacarse al perro de encima, pero éste era increíblemente pesado y tenía una fuerza brutalmente efusiva —. ¡Detente o no hay atún para ti!

Byron escuchó la palabra mágica "atún" y se detuvo de inmediato, sentándose encima del castaño, viéndolo con sus ojitos negros de canica. El chico le dio un abrazo y después, Byron se dejó caer sobre sus piernas para que le masajeara la barriga.

—¿Quién es el perro más apuesto del mundo, eh? — le dijo con voz más aguda de lo normal, mientras le hacía masajes en la panza —. Claro que eres tú porque no hay otro perro en el mundo—Jimin se rió—. Ay. Santo Dios. De verdad estas pesado. Ya arriba, muchacho — ordenó cuando sus piernas estuvieron entumecidas.

Jimin no se había dado cuenta en que momento el rottweiler había crecido de tamaño. Era un perro imponente y eso que su alimentación no era la mejor.

—Anda, vamos a comer. Debes tener mucha hambre — Byron movió la colita en respuesta y saltó de la cama al suelo enérgicamente para correr escaleras abajo—. ¿Desde que hora estás despierto, eh? Tienes mucha energía. ¿O es qué yo dormí mucho?

Jimin se levantó fingiendo que tenía fuerzas y ganas para hacerlo. Fue al tocador para lavar su rostro hinchado y accidentalmente observó su esquelético y pálido reflejo en el espejo. Su manta se había caído.

—Carajo...—exhaló con fuerza, sosteniéndose del lavabo.

No le gustaba verse en el espejo porque no era capaz de reconocerse. Ya no era el chico apuesto, jovial y seguro de si mismo que fue alguna vez. Al que le gustaba coquetear con el público en sus partidos de béisbol, el que salía de fiesta los sábados después de una victoria. 

Había perdido muchos kilos, haciéndolo lucir verdaderamente delgado tanto del cuerpo como del rostro, huecos en sus mejillas, bolsas negras marcadas debajo de los ojos, labios partidos y piel seca. Su apariencia en general era lamentable, también como consecuencia de su estado anímico, el cual no podía estar peor.

No había mucho que hacer en su día a día, luego de comer, salió al patio trasero a lavar la ropa que utilizo cuando asesinó al engendro que lo había seguido a casa en su última búsqueda por suministros que realizó justamente el día anterior.

Durante un año completo, Jimin y Byron lograron sobrevivir porque descifraron el código de supervivencia. Los aspectos básicos de los muertos vivientes, esa debilidad disfrazada. Las reglas de supervivencia les habían sido de ayuda cuando se veían obligados por el hambre a salir a las mortíferas calles de la ciudad.

—Byron, es hora de tu baño — le dijo al perro que estaba acostado en una esquina mordiendo uno de sus peluches, sin embargo, al escuchar la palabra "baño" salió disparado al interior de la casa —. Perro sucio — soltó un suspiro. Suponía podía hacerlo al día siguiente.

Cuando cayó la noche estaban sentados en el sofá. Byron comía sus croquetas más a parte una lata de atún mientras que Jimin esta vez tenía una lata de frijoles. Ahora que Byron había crecido en musculatura se preocupaba más por conseguir latas de comida para él que para sí mismo. Lo menos que quería era que se enfermera y estuviera hasta los huesos como él. Byron era su foquito de luz, el cual no quería que se apagase.

Su mascota era su única razón de vivir.

Pero así como era su razon de vida al mismo tiempo era su impedimento de no acabar con ella de una vez por todas. Acto que ya había intentado en muchas ocasiones, sin embargo, nunca concluía y se veía reflejado en las marcas trazadas en sus brazos. Su cuerpo estaba lleno de surcos color carmesí, algunos cercanos a sus muñecas... incluso uno alargado en el cuello.

Si seguía allí era por Byron, porque no podía abandonarlo ahí como tampoco quería que Byron lo dejara a él.

Ese era su mayor miedo.

Jimin le daba gracias a la señora Kim por haberle dado a Byron aquel día, porque no sabía que hubiese hecho sin su mascota los últimos meses, bueno, lo sabía, seguramente su cuerpo se hallaría colgado y putrefacto en medio de la sala en la cual estaban descansando ahora mismo.

Byron llegó hasta el castaño para darle su cepillo de pelo con el hocico y Jimin empezó a acicalarlo delicadamente mientras aquel permaneció manso. Eran los últimos dos seres vivos en el mundo o al menos eso creía.

Entonces, Jimin no pudo contenerse más y se rompió, dejando escapar sus lágrimas de melancolía y dolor sobre aquel lomo cubierto de pelaje negro. Comenzó a sollozar con tanta fuerza que temía sus gritos fuesen escuchados por los muertos. Abrazó a Byron, quien no sabía porque su dueño estaba sufriendo tanto. No había día de la semana que no rompiera en llanto.

—Y-ya no puedo seguir, no puedo. Esto es muy difícil para mí... m-me duele estar vivo — dijo entrecortado y Byron lloriqueo de igual manera antes de lamer su barbilla —. No se que haría si no estuvieras conmigo, Byron —abrazó con más fuerza a ese único soporte que lo salvaba de ahogarse en la profundidad del mar.

Jimin no podía más.

Ya no quería seguir viviendo.

Entonces, abandonó cualquier ápice de cordura y cogió el cuchillo afilado que tenía sobre el mesón por cualquier ataque imprevisto. Con la mano temblorosa colocó la hoja del cuchillo en el cuello de Byron que yacía acostado en sus piernas ajeno a sus intenciones.

Con los ojos abiertos como un completo desquiciado y respirando fuertemente por la boca, Jimin apretó el cuchillo en su puño dispuesto a esta vez llegar al final y acabar con todo... con el dolor. Primero Byron y después él, sería rápido... se irían juntos de ese mundo sin más dolor del debido. Acabaría con el sufrimiento. Ya no más tortura y soledad, por fin estaría en paz.

Cada vez más convencido en hacerlo.

Byron movió la cabecita para olfatear con su nariz mojada el cuchillo cercano a su garganta y comenzó a lamer la mano de Jimin.

Ese gesto lo hizo reaccionar, Jimin volvió en sí y aventó el cuchillo —. Puedo hacerlo conmigo, pero no contigo — murmuró por lo bajo y se acostó mientras usaba el cuerpo del perro como una almohada —. No lo haré... No lo haré... No lo haré...

Estaba temblando exageradamente porque seguía viendo insistentemente el cuchillo delante suyo, diciéndose a sí mismo que no lo hiciese, que no quería hacerlo. No obstante, su locura y desesperación le decía que lo hiciera de una buena vez, pues pasaría de igual manera algún día cercano. Estaba posponiendo lo inevitable, sus muertes.

Jimin estaba muy dañado, levantó su mirada hacia el frente y divisó dos siluetas sentadas en el sofá delante suyo, quienes lo veían seriamente y robaron completamente su atención, haciéndole olvidar lo que estaba pensando cometer.

—¿Seokjin? ¿Namjoon...? — preguntó en un hilo de voz.

—Realmente no quieres hacer eso, hermanito. Tienes que resistir un poco más — le dijo SeokJin con voz cálida, viéndolo de igual manera —. No pienses más y duerme, que ya hemos llegado.

El castaño lo vio entre sus lágrimas sin poder creerlo y después, deslizo su mirada al hombre trajeado cuyo semblante era recto y taciturno.

—Puedes ir a dormir tranquilo, Jimin. Nosotros te cuidaremos al igual que siempre lo hemos hecho — le dijo Namjoon con una diminuta sonrisa.

Jimin les sonrió ampliamente afligido pero feliz... más aliviado de lo que pudo haber estado en mucho tiempo.

—¿Escuchaste, Byron? Todo estará bien, podemos dormir tranquilos... — acaricio el pelaje de Byron con sus dedos y sin darse cuenta se dejó caer en los brazos de morfeo.

Su cabeza inconscientemente de alguna u otra forma encontró un modo de mantenerse con vida

[...]

Jimin despertó de un brinco sobre el sofá al igual que Byron cuando se escuchó un estruendo en las afueras de su hogar. Peligro, muerte, huir, ahora, fue lo primero que pensó. El rottweiler saltó del sillón y se colocó en posición de ataque clavando su mirada en la puerta de la entrada; arrugó el hocico mostrando los incisivos afilados, pero el castaño puso su dedo índice sobre sus labios, indicando que hiciese silencio.

No sabía que estaba sucediendo, pero distinguió el característico gruñido de los muertos.

Se obligó a despabilar e inmediatamente se acercó a la puerta para asomarse por el pestillo; varios engendros caminaban erráticamente por su jardín como si buscaran un bocadillo de media noche. Como acto reflejo, Jimin retrocedió con susto, pero tratando de mantener la calma. Nunca habían aparecido tantos en el vecindario, mucho menos afuera de su propia casa.

No se movían sin motivación. Algo debió atraerlos hasta allí, pero no fue él, entonces ¿qué diablos ocurrió mientras dormía? Eran los suficientes para derribar la puerta si escuchaban que había alguien adentro.

Sigilosamente, trató de arrastrar un mueble para ganar tiempo, no obstante, los muertos gritaron al unísono y las sombras grotescas pasaron corriendo a través de las cortinas. Habían detectado un estímulo... definitivamente había algo allí que ellos querían alcanzar, pero a Jimin no le importó que los estuviera moviendo. Lo único que sabía era que estaban en peligro aquí y debían moverse.

—Arma — le dijo al rottweiler y éste corrió en busca de ella mientras fue rápidamente por la mochila con suministros que tenía lista para casos de emergencia.

Tanto tiempo aquí le hizo prepararse.

Byron consiguió su bate de béisbol entre sus fauces y seguidamente, salieron por el patio trasero para escapar antes de que los muertos intentaran entrar a la vivienda o no podría acabar con todos ellos. Irían a la residencia de un costado. Estuvo a punto de sellar el paso con el refrigerador descompuesto, no obstante, se detuvo al recordar que había olvidado algo fundamental.

—Sentado — le ordenó a Byron y éste lo hizo —. No te muevas. Quédate aquí, Byron.

Jimin entró una vez más y encontró la fotografía familiar sobre su mueble de madera. Estuvo a punto de irse tan rápido como regresó, pero los muertos no intentaron entrar, siquiera golpearon la puerta.

De repente había silencio.

El alboroto se había terminado muy prontamente.

¿Ya no estaban? ¿Realmente se habían ido? ¿Qué había sido todo eso?

Jimin creyó que los muertos se habían marchado y por esa razón no espero que el exterior de la ventana fuese salpicada por sangre podrida. Casi se le escapa un grito y se giró sobre sus talones hacía la salida trasera, no obstante, de pronto, retumbó el timbre de la residencia y luego varios toquidos en la puerta, unos bastante delicados, no como si quisieran tirarla abajo.

¿Alguien... estaba llamando a la puerta?

El castaño siquiera recordaba que tenían un jodido timbre. Debía estar oyendo mal. Desconcertado, se acercó precavidamente a ella, empuñando el bate de béisbol entre sus manos temblorosas y con su respiración irregular.

—Psssst... se que estas ahí dentro — se escuchó una voz baja y agitada al otro lado de la puerta —. ¿Me dejarías entrar, por favor? Ya he acabado con todos ellos.

Jimin se quedó congelado al escuchar la voz de una persona después de tantos meses en la soledad absoluta. ¿Era otra alucinación? En un primer momento en verdad creyó que estaba alucinando, pero al darse cuenta que no era así se acercó a la puerta y la abrió sin pensarlo o medir las posibles consecuencias.

La puerta se abrió bruscamente, dándole acceso a un hombre agitado que la cerró a sus espaldas. Espantado, Jimin apunto su bate de béisbol hacia el desconocido que había irrumpido en la tranquilidad de su hogar.

Ambos se miraron bastante asombrados.

Era una persona. ¡Una persona sana! Era el primer sobreviviente que veía desde el día cero.

—¿Q-quién eres tú? — cuestionó Jimin, observando fijamente la catana con sangre de engendro que empuñaba el hombre.

Él fue quien atrajo a los engendros, ya lo entendía.

—Tranquilo, no quiero hacerte daño — aseguró el desconocido tratando de respirar con normalidad.

Era un tipo alto y de rostro agradable, pero era indudablemente más fuerte que él. Ni en broma le ganaría un combate por si intentase atacarlo.

—Primero desliza la catana hacía mi — ordenó Jimin y el chico obedeció sin rechistar. Se agachó lentamente y deslizó su catana por el suelo hacía el castaño, quien se sintió un poco más seguro —. ¿Quién eres tú? ¿Cómo sabías que estaba aquí? — volvió a preguntar a la defensiva.

—Esta bien, cálmate. Déjame explicarte — el hombre levantó las manos por su propia voluntad —. Mi nombre es Jongin, tengo un refugio con otros sobrevivientes a una hora de aquí. He estado merodeando esta zona desde las últimas semanas en busca de rezagados y el día de ayer te vi cuando salías del supermercado ubicado al norte, así que te seguí — dijo con franqueza, a lo que Jimin parpadeo varias veces sin procesar correctamente lo que acababa de decir.

—¿Sobrevivientes? — repitió, olvidando el resto de lo que dijo —. ¿Cuántos?

—Un grupo de treinta, aproximadamente. Estamos refugiados en un supermercado desde hace meses — completó Jongin velozmente al notar su interés —. Debo decir que me sorprendiste, pensé que ya no quedaba nadie más que nosotros.

Jimin lo miró devuelta porque el sentimiento era mutuo. Creyó por mucho tiempo que ya no había nadie más en Seúl. ¡Fue un estúpido año totalmente solo! Tuvo fe los primeros meses, pero en un punto se canso de buscar y siguió con su vida solitaria.

Y éste hombre se veía físicamente mucho mejor que él, más saludable y en forma, lo que le indicaba que vivía en mejores condiciones, lo cual le causaba envidia y un poco de enojo.

—¿Hay militares con ustedes? ¿Son la supuesta ayuda que venía en camino? — interrogó con sus pulsaciones subiendo a mil.

—No, somos personas normales — dijo él—. Nunca hubo tal ayuda por parte del gobierno, de hecho.

—¿Cómo sabes eso? — interrumpió Jimin aunque la respuesta fuese un tanto evidente.

—Estuvimos en la base militar de la capital o en lo que quedaba de ella — Jongin sacudió con la cabeza, alicaído —. Conseguimos algunas cosas de allí, armas, y por eso logramos sobrevivir. Contamos con lo necesario para defendernos de los errantes.

Jimin le observó, interesado —. ¿Quieres decir que tienen un refugio seguro? — inquirió.

—Ningún sitio es seguro. He recorrido Seúl más que cualquiera y todo está... infestado.

Eso no era un secreto, pero debía preguntar.

—¿Por qué me seguiste?—Jimin retomó el tema principal. ¿Qué pretendía exactamente?

—Bueno— de pronto, Jongin se puso nervioso—, hicimos contacto con alguien en Busan a través de la radio. Ellos son militares y dijeron que tienen refugios nucleares bajo tierra en donde está mucha gente resguardada — avisó —. Mi grupo esta apunto de viajar hacia allá esta misma noche y por esa razón he venido. Vine a llevarte con nosotros. Sabía que estabas aquí desde ayer, no quise molestarte, pero cuando supe que qué nos marcharíamos no podía hacerlo sabiendo que dejaría a otro sobreviviente en esta ciudad perdida — explicó aún bastante agitado.

—Entonces, ¿quieres que vaya con ustedes? — interrogó Jimin, sinceramente perplejo, ya que no esperaba eso —. Llegaste aquí de pronto, siquiera te conozco o tú a mi. ¿Por qué lo haría?

—Porque te aseguro que no vas a conocer a nadie más que a mi o alguien de mi grupo si te quedas en Seúl — respondió directamente —. Aunque tal vez te gusta estar solo, no lo sé.

Jimin sintió su corazón apachurrarse... Por supuesto que no le gustaba estar solo, pero no se lo dijo. No le dijo el martirio que vivía aquí y que estaba apunto de rendirse.

—Me dieron una hora para convencerte — dijo Jongin cuando vio a Jimin con un debate interno—, nos reuniremos y después nos iremos. Si no estamos en el punto de encuentro para ese entonces nos dejaran... a ambos —puntualizó.

—Espera. Espera un momento —Jimin lo interrumpió de forma tajante —. ¿Cómo piensan llegar a Busan cuando todo el país esta infectado? No se puede, eso es imposible — lo vio dubitativo.

—Tal vez en coche seria imposible, pero encontramos una aeronave de transporte en esa base y tenemos un piloto — explicó de inmediato —. Busan ahora es nuestra mayor esperanza de vivir. Ven con nosotros porque una vez que nos vayamos no regresaremos. Seúl esta perdida y solo basta un poco de tiempo para que no haya ningún tipo de recurso.

Jimin lo miró un segundo más, sintiendo su corazón latir al mil por hora, era demasiada información de golpe. No podía creer la situación, era irreal, siquiera podía creer que él estuviera aquí. Quería tocarlo para asegurarse que no era una alucinación más.

¿En qué momento había sucedido esto? ¿Cómo sabia que era verdad?

El último año su vida había estado encerrado en un bucle, que se rompió esta noche.

—Y sino me crees puedes confirmarlo por ti mismo, acompañándome. Es tu decisión — finalizó Jongin.

Jimin se mordió los labios. Un sin fin de emociones zarandeaban su cuerpo, en verdad no podía creer lo que estaba diciendo porque era demasiado bueno. Era como en uno de sus sueños en donde por fin era rescatado como en cuento de hadas. Sus palabras lo estaba abrumando, dándole algo que había perdido hace mucho; esperanza.

Era una buena propuesta, él quería creer esto, pues su mente solo pudo relacionar que Busan era igual a Namjoon.

Finalmente, Jimin bajo el bate de béisbol tratando de guardar la compostura y asintió en respuesta —. ¡Byron! Falsa alarma, ven aquí —lo llamó con un silbido.

—¿Tienes un hermano...? — preguntó Jongin, sin embargo, se calló de inmediato cuando un gruñido amenazador sonó a sus espaldas.

Inmediatamente se mantuvo estático ante la mirada asesina de la criatura peluda que estaba en una clara posición de ataque, mostrando los colmillos largos y afilados.

—No... te... muevas... — le advirtió Jimin antes de volverse a su mascota enfadada —¿Tú también puedes verlo, verdad amigo? ¿No es cosa mía? — le preguntó al animal que observaba fijamente a Jongin, gruñendo feroz con la baba saliendo de su hocico.

—Estoy muy seguro de que puede verme — mencionó Jongin moviendo únicamente la boca.

Jimin casi se sonríe porque confirmaba que no lo estaba imaginando.

—Deja que te olfatee. Nunca había visto a una persona además de mí — le contó.

El azabache maldijo en un susurro y simplemente permaneció estático hasta que el animal se alejo por si solo al reconocer su olor no descompuesto y volvió a un costado de Jimin.

—No había visto un perro desde que todo inició. Los animales también están escaseando — mencionó él—. Y bueno, sé que su nombre es Byron. ¿Puedo saber cual es el tuyo?

—Mi nombre es Park Jimin—se presentó el castaño.

—Bueno, Jimin, mi grupo no debe de tardar en llegar al punto de encuentro, así que toma las cosas más importantes y prepárate para salir. Tenemos que ir a la avenida en menos de media hora o nos dejaran varados — observó el reloj de su mano —. Vamos, te espero. 

Velozmente Jimin lleno una mochila grande con la despensa que le quedaba y otra mochila con sus objetos personales. Guardo una foto familiar en su cartera y por último, le abrochó a Byron su propia mochilita con sus juguetes en la espalda y le puso la cadena.

Mientras lo hacía no podía creer que se marcharían de casa, que abandonarían su sitio seguro para reunirse con más sobrevivientes. Estaban dejando ese estilo de vida relativamente estable y funcional para viajar a lo desconocido y con desconocidos. Todo estaba pasando tan rápido que todavía no caía en cuenta de ello. No creyó que realmente llegarían a rescatarlos algún día. Hace mucho tiempo que se había resignado.

Jimin esperaba estar tomando una buena decisión. Estaba confiando en alguien que llego repentinamente hasta la puerta de su casa con muchas esperanzas, las cuales necesitaba desesperadamente, pero sino estaba esperando esto, entonces ¿qué?

Una vez que estuvo listo, salieron de la vivienda y Jimin le dio una última mirada sin poder procesar que esa sería la última vez que estaría ahí. Despedirse de su hogar significaba también despedirse de Seokjin y la esperanza de que algún día volvería...

Era hora de dejarlo ir y seguir adelante.

Aún tenía otro hermano, el cual podía estar vivo e iría con él.

Con linternas en mano, caminaron entre la oscuridad  de la ciudad en un lapso de varias manzanas para llegar al punto de encuentro que no estaba muy alejado de allí. Los tres eran silenciosos, pues sabían como desplazarse, incluido Byron que avanzaba cautelosamente con sus cuatro patas y nariz pegada al suelo, alerta a cualquier estímulo maligno. Era inclusive más sigiloso que los dos humanos y gracias a sus sentidos detectaba el peligro antes que cualquiera.

Jimin tenía miedo de estar en las afueras de madrugada, era una de sus reglas, sin embargo, Jongin los iba guiando con bastante serenidad, parecía estar habituado y también sabía cuales calles eran más seguras.

Llegaron al punto de encuentro en una intersección, lo sabía por la gigantesca cruz tachada en el suelo con pintura fosforescente, la cual a penas se percibía. Quería preguntar muchas cosas, pero prefirió no hacer ruido y quedarse callado por el momento.

Luego de minutos de incertidumbre en medio de las tinieblas, Jimin comenzó a temblar al creer que había sido engañado y realmente no vendría nadie por ellos. ¿Qué diantres estaban haciendo aquí parados? Iba a devolverse a su casa en cualquier segundo, pero antes de hacerlo retumbó el sonido de un motor que se acercaba lejanamente entre tanto silencio.

Tal y como Jongin lo dijo, un autobús dio vuelta en la intersección. Si, allí estaba y el castaño no podía creerlo cuando se detuvo justamente frente a ellos.

—¡Rápido, los muertos deben estar siguiéndolos! — exclamó Jongin, quien se echo a correr hasta llegar al camión y subirse, siendo recibido por un hombre con pistola.

Jimin se quedo conmocionado un instante, pero los gritos de los engendros lo regresaron a la realidad. Corrió hacía el autobús, estirando la cadena de Byron y subieron al vehículo que arranco a penas pusieron un pie adentro mientras los infectados corrían desesperados detrás de ellos.

—Él es el sobreviviente del que cual te hablé. Su nombre es Park Jimin — le dijo Jongin al hombre ceñudo que portaba el arma de fuego.

—Dijiste un hombre, ¿pero qué es esta... cosa? — cuestionó el armado en tono desaprobatorio, viendo a Byron, quien no tardó en mostrarle los colmillos.

Jimin lo estiró hacia atrás y rápidamente le corrigió en voz baja. Byron estaba confundido al igual que él. No era su culpa estar a la defensiva. Debía ser impactante para el animal ver a personas sanas luego de estar acostumbrado solamente a Jimin y a los muertos.

—Oh, es su perro —dijo Jongin nervioso —. Pero no te preocupes, Yoongi, esta entrenado. No será un problema para nadie.

El hombre llamado Yoongi le dio una mirada severa tanto a Jimin como al perro y después, viró los ojos —. Que vayan a la parte de en medio y tú ve a tu posición — termino por decir.

Jongin asistió a la orden y rápidamente los guió al mismo tiempo que Jimin veía impresionado a las demás personas que iban en el camión. Había gente de diferentes edades, algunas se abrazaban mutuamente dando consuelo y otras se tapaban los oídos por el disturbio que había afuera del camión.

Pero de repente pareció que vieron un fantasma. Todos lo miraron. Fue incómodo para Jimin tener tanta atención humana. Las personas se quedaron boquiabiertos cuando los vieron llegar, pero sobre todo por el rottweiler, tal vez vez si fuese un chihuahua pasaría más inadvertido. Los diversos cuestionamientos sobre quiénes eran no tardaron en realizarse, no obstante, Jongin solamente les respondía que eran nuevos integrantes.

Al igual que ellos, Jimin no podía creer lo que veían sus ojos. ¿Dónde estuvo esta gente todo ese tiempo? ¿Por qué no los encontró antes? Byron también estaba conmocionado e intentaba olfatear desesperadamente a todas las partes y personas del autobús.

—No, ven para acá, Byron — lo estiró, aunque Byron era bastante fuerte y Jimin a duras penas pudo guiarlo hasta los asientos traseros.

—Dime que si está entrenando, por favor —interrogó Jongin visiblemente preocupado.

—Él no será un problema — aclaró Jimin entendiendo la intención de su pregunta —. Solamente esta ansioso porque no esta acostumbrado a ver a más personas ni a salir de noche, pero te aseguro que no atacará a nadie a menos de que sea un engendro — mencionó y el perro automáticamente levanto las orejas al escuchar esa palabra.

—Bien... solamente vigílalo — mencionó y Jimin asintió.

—Gracias, Jongin — le dijo después —. Gracias por no dejarnos atrás.

El chico esbozó una linda sonrisa —. Hice lo que tenía que hacer. Todavía somos seres humanos y tenemos que ayudarnos entre nosotros pese a las circunstancias — dijo y Jimin le sonrió de igual manera.

—¡Kai deja de hacerte güey y trae tu trasero acá, pero ya mismo! — gritó molesto uno de los hombres armados que iban en la retaguardia del vehículo.

—¡Si, después puedes darle la bienvenida al nuevo! ¡Necesitamos más manos aquí atrás! — dijo otro de ellos irritado.

—¡Voy! — exclamó Jongin —. Tengo que ayudar a Hyungsik y Wooshik, pero volveré con ustedes al llegar a la base militar y tranquilo, que no te intimiden — señaló a los ciudadanos cotillas de los asientos delanteros que no los dejaban de mirar —. Son buena gente. Además, seguramente ustedes dos los intimidan más a ellos — le dijo antes de reunirse con sus compañeros en la parte trasera del camión quienes le pasaron un fusil.

Los otros hombres armados estaban en los ventanales traseros disparando a los engendros del exterior. Sus armas tenían silenciador, de esa manera no iban generando más ruido del necesario. Se notaba que se habían preparado bien para este viaje porque las ventanas estaban aseguradas con tablas de madera.

Ahora que Jimin estaba solo, se limitó a bajar la mirada ansiosa cuando iniciaron los murmullos acerca de su persona. No sabía si era por ser el nuevo o por su apariencia física, posiblemente lo último. Sabía que no se veía muy saludable.

Dios. Definitivamente esto no era lo que esperaba sentir cuando se reencontrara con más personas. Se sentía tan vulnerable y cohibido. No le gustaba en lo absoluto.

Al parecer Byron no era el único que debía aprender a socializar, pues Jimin olvidó lo que se sentía estar en un ambiente social.

—Iremos a un lugar mejor, Byron. Ya verás — le dijo intentando relajarse a sí mismo y enfocarse en otra cosa que no fueran los sobrevivientes o los golpeteos en las ventanas aseguradas.

Mientras intentaba vaciar su mente, Jimin divisó un par de ojos curiosos asomándose indiscretamente desde la ranura de los asientos delanteros. Ya no podía estar más incómodo. Pasaron los minutos y esos ojitos seguían sin quitarle la vista de encima, haciéndolo sentir muy ansioso, así que decidió hablar primero: —¿Hola?

—¡Hola! — le respondió un joven que salió de su escondite casi de inmediato para ver mejor al castaño y a Byron, quien hizo un amago de acercarse al adolescente para olfatearlo —. Usted debe ser el nuevo integrante del que Kai nos habló. Me llamo Sunoo — sonrió él.

Jimin lo miró perplejo. Era un niño. Un niño viviendo este horrible cataclismo —. Hmm, si, supongo que soy yo — dudó —. Mi nombre es Jimin y este chico de aquí es Byron — contestó tratando de sonar natural.

—Me gusta su mascota. Yo tenía un perro en casa antes de que todo pasara, aunque no era tan gigante como este. Debe pesar más que yo — bromeó con una pequeña risa.

El chico tenía una gran energía que sinceramente Jimin no comprendía.

—Bueno, aún te faltara por crecer. ¿Qué edad tienes? —Jimin se atrevió a preguntar.

—Tengo catorce años, aunque mamá siempre decía que parezco menor por mi cara — hizo un puchero.

—Oh, ¿y quien es tu madre? — cuestionó Jimin, pero al instante se sintió un reverendo idiota al preguntar tal cosa porque el adolescente estaba sentado solo.

Ninguna de las mujeres sentadas le prestaba atención al chico.

Sunoo bajo su mirada ensombrecida —. Mamá estaba en el hospital desde antes del virus, le detectaron un tumor en la cabeza y papá siempre estaba junto a ella. Nunca volvieron, así que yo tuve que salir por mi cuenta. Por suerte, Yoongi me encontró, fuimos los primeros en este grupo — relató.

Jimin se sintió terrible por haber preguntado aquello, estaba nervioso que tuvo poco tacto.

—¡Ey, niño! ¿Qué fue lo que te dije, uh? Siéntate correctamente en tu asiento — le reprendió una voz contundente que venía de la parte trasera del autobús.

Sunoo vio al hombre armado acercarse a ellos y rápidamente se acomodó mejor en su asiento sin dejar de ver hacia atrás —. Lo lamento, Taemin— dijo bajito.

—Si chocamos vas a salir disparado directamente hacia el frente — le advirtió, revolviendo su cabello azabache y se dieron algunos manotazos juguetones. Después, el recién llegado vio a Jimin, quien también lo estaba observando de vuelta —. ¿Quién es él? — cuestionó Taemin cambiando su semblante a uno más serio.

—¡El es Jimin! El nuevo integrante del grupo de quien Kai nos habló — contestó Sunoo por el castaño.

Jimin y Taemin se miraron fijamente.

—Hace tanto tiempo que no veía un rostro nuevo. Es refrescante —Taemin le sonrió de oreja a oreja —. Mi nombre es Lee Taemin, soy quien va a pilotar la aeronave en la que viajaremos, supongo que ya te lo dijeron — le ofreció una mano a Jimin, pero inmediatamente la alejó al escuchar el gruñido del rottweiler sentado a su lado —. Vaya, ¿quién es este de aquí?

—Lo lamento, no suele comportarse así. No esta acostumbrado a estar rodeado de desconocidos — justificó Jimin porque no quería que pensaran que su mascota era violenta y los echaran a mitad de camino.

—Oh, no te preocupes. Lo entiendo perfectamente. Los rottweilers son bastante protectores con lo suyo — comentó con una leve sonrisa —. Con el tiempo se ira acostumbrando a nosotros ahora que estamos en el mismo grupo.

—Gracias por aceptarnos — mencionó Jimin tímidamente.

—Ni lo menciones. Eres completamente bienvenido al equipo. Esta es la primer cosa que Jongin hace bien — bufó para si mismo y Jimin ladeó la cabeza bastante confundido porque no entendió su comentario —. Pero bueno, si me disculpas tengo que volver allá atrás.

—Claro — le contestó el castaño sin saber que más decirle.

Taemin le sonrió una última vez y siguió por el pasillo dándole una mirada indiscreta a Jimin.

—Taemin y Kai no se llevan muy bien — le confeso Sunoo inmediatamente —. Te lo digo desde ahora para que no te sorprendas cuando peleen. Pero parece que le agradaste demasiado a los dos.

—Ah, ¿lo crees? —Jimin hizo una mueca.

—Pero por supuesto — dijo el chico con una risa como si fuese muy evidente —. Jongin se puso en riesgo por un desconocido. Todos le dijeron que era mala idea que fuera por ti, pero no le importo y lo hizo, así que en efecto, le agradaste — recalcó como si no hubiese quedado claro.

Jimin no supo que decir al respecto o en qué sentido tomárselo, incluso le dio algo de miedo pensarlo —. Y bueno, ¿cómo contactaron al lugar a donde nos dirigimos? — le preguntó cambiando la conversación.

—No lo sé bien porque nunca me dicen nada, soy invisible para casi todos aquí porque me ven como un niño — suspiró con dramatismo—. Pero en la base militar hay radios que siguen funcionando y se pudo hacer contacto con Busan. Nos prometieron que el refugio es totalmente seguro y hay grandes reservas de comida — sonrió ampliamente —. Nos espera un lugar donde por fin estaremos a salvo.

El castaño le dio una mirada seria y simplemente asintió. Se guardo para si mismo lo que estaba pensando y su escepticismo.

A salvo... ¿realmente podían estar a salvo?

[...]

Ժ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴

Jungkook en ese avión ya te envié al Jimin. Focus, que ya se lo quieren ganar.

Holi, ¿como están? Aquí el capítulo ocho, espero les guste. Mis personajes son tan trágicos.

Pd. Las palabras en negritas son las palabras que entiende Byron jaja

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