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✘ ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴅᴏꜱ

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Viernes 11 de Marzo del 2022

Seúl, Corea del Sur.
4:45 p.m.

Aproximadamente ocho horas después del primer contagio.

...

El sol tan brillante y bochornoso estaba en su punto máximo de la tarde, no había ninguna nube que opacara su impactante fulgor. Una parvada de avecillas pasaba por el cielo tonalidad celeste cantando su canción, anunciando de esta manera el transcurso de un día nuevo en la ciudad de Seúl, Corea del Sur. Los ciudadanos coreanos transitaban por las calles rumbo a sus trabajos, academias o actividades cotidianas al igual que Park Jimin, el joven y famoso beisbolista, que caminaba enérgicamente por una de las avenidas más transcurridas de la capital del país, parándose en todas y cada una de las tiendas departamentales que observaban sus ojos avellanas.

Un viernes cualquiera para muchos, pero no para Jimin. Se hallaba en la víspera de la celebración en donde finalmente haría formal su relación con Park Chaeyoung, una hermosa chica que conoció en la universidad un año atrás. Jimin estaba emocionado y nervioso también. Llevaba organizando ese día desde hacía semanas atrás, casi como si fuese una pedida de mano. Algo dramático. Esperaba que su relación con ella prosperara, nunca había encontrado mejor partido y su familia la aprobaba.

—¡Mira esos vestidos, SeokJin! ¡Son preciosos! Ven, vamos a entrar — indicó Jimin e ingresó a la tienda mientras escuchaba los inagotables reproches de su hermano mayor a sus espaldas.

—Más vale que te decidas de una vez. Ya entraste en absolutamente todas las benditas tiendas de las últimas cuatro manzanas y todavía no has comprado nada. ¡No puedo más! ¡Estoy exhausto!— exclamó Park Seokjin, quien trataba de seguirle el ritmo a su hermano menor.

A leguas se notaba que Seokjin ya estaba cansado, ruborizado y sudado, su cabello rubio estaba pegado a su frente, después de la larga caminata que venían emprendiendo desde las diez de la mañana a diferencia de Jimin que seguía fresco gracias a su cuerpo atlético.

—¿Estás agotado tan pronto? — le preguntó Jimin con un poco de gracia.

—El deportista de la familia eres tú, no yo, chiquillo presumido — dijo Seokjin indignado, limpiándose el sudor de la frente con una servitoalla que llevaba en su bolsillo —. Cuando me pediste que te acompañara no mencionaste que íbamos a caminar todo el santo día bajo el sol. Espero no encontrarnos con nadie conocido o estás muerto. Mira como estoy sudando. ¡Qué dirá la gente de mi! — exclamó dramáticamente.

Jimin rió un poco.

—Lo lamento. Realmente no pensé que demoraría tanto tiempo, pero necesito el regalo de Roseanne y nada de lo que hemos visto me ha agradado lo suficiente — explicó, apenado y le mostró una prenda —. ¿Te gusta esto?

-¿Pero para que tanto regalo? ¿acaso no le basta con tener el amor del beisbolista estrella? - interrogó el mayor de los Park y Jimin únicamente viró los ojos sin darle relevancia a ese último detalle.

—Bueno, ya sabes como soy, quiero que sea una noche inolvidable — fue su respuesta.

—Claro que será inolvidable si ve que le regalaste esa... cosa. Dios, ¿no encontraste algo más horroroso? — Seokjin apuntó la prenda en sus manos.

—¿Qué tiene de malo? — preguntó el castaño. Esos extraños olanes en el busto le daban un toque clásico como en época victoriana.

—Si quieres que parezca una monja, si — SeokJin le arrebató ese espantoso pedazo de tela para descartarla y comenzó a buscar algunas prendas en los estantes —. Ahora recuerdo porque pediste mi sofisticada ayuda. Tienes pésimo estilo de la moda, hermanito — dijo burlándose.

—Oye, eso no es cierto. Solamente soy un hombre de gustos... exóticos — el castaño intentó defenderse.

-¿Exóticos? - Seokjin bufó -. Un hombre que lleva su uniforme de béisbol a una cena definitivamente tiene malos gustos - expusó y Jimin soltó un gruñido irritado porque otra vez volvía a traer ese tema a la conversación.

—Nunca lo vas a superar, ¿cierto? En mi defensa estaba demasiado cansado como para cambiarme por un smoking — le dijo molesto —. Y bueno, en lugar de criticarme cada vez que puedes, mejor ayúdame a buscar algo bonito si quieres irte rápido a casa — espetó y Seokjin le respondió haciendo un mohín.

Una hora después de mucha indecisión por parte de Jimin, finalmente encontró el conjunto perfecto para su futura chica. Era un top de encaje con una falda de vuelo y unos tacones blancos. Se vería espléndido con la joyería que había comprado el día anterior y de igual forma ya tenía lo más importante; el anillo.

—¡Aleluya! —Seokjin lo interrumpió con su exclamación —. Estaba a punto de morir de hambre.

—Siempre eres tan dramático — Jimin sonrió suavemente —, pero también estoy hambriento. ¿Quieres comer algo en especifico?

—Prometiste pagar la cena, así que de una vez te avisó que voy a ordenar lo más costoso del restaurante de comida italiana—Seokjin carcajeo maliciosamente—. Nunca me cedas tu tarjeta de crédito—el castaño rodó los ojos por el baile alegre de su hermano.

La mayoría podría pensar que el mayor de ambos era el beisbolista, pues poseía una actitud más responsable, tranquila y reservada, pero en realidad Jimin tenía 22 años mientras que SeokJin tenía 25 años. Además, no eran los únicos hijos de la familia Park, faltaba el primogénito, Park Namjoon de 30 años, quien en esa temporada del año estaba en Busan encargadose del negocio familiar.

Venían de una familia económicamente bien posicionada, desde generaciones y generaciones atrás. Cuando sus padres fallecieron Namjoon se tuvo que encargar de prácticamente todo, incluidos sus hermanos menores y por ende, sus problemas de adolescentes. Un hecho que fue difícil para todos, pues en primer lugar Jimin no quería estudiar, él quería jugar béisbol y por otro lado, Seokjin era un chico... con orientaciones diferentes , lo que no era bien visto por el mayor de los Park y sus tradiciones conservadoras.

Seokjin y Jimin siempre fueron los más unidos de los tres, se apoyaban en todo, y a penas tuvieron la oportunidad huyeron de la casa familiar con la excusa de terminar sus carreras en las mejores universidades de Seúl. Debido a ello, la relación que mantenían con el mayor se volvió cada vez más helada, distante e incómoda... más de lo que ya era antes.

En resumidas cuentas, no tenían comunicación con Namjoon.

Asi era mejor, Jimin podía fingir que seguía estudiando administracion de empresas y no que estaba en el equipo de béisbol nacional.

Se dirigieron a la caja registradora mientras platicaban de temas triviales hasta que fueron interrumpidos por una notificación en el teléfono de Seokjin.

—Ve a pagar, Jimin. Vuelvo en un minuto — indicó, viendo la pantalla de su teléfono y frunciendo levemente el ceño.

—¿Qué pasa? ¿Ocurrió algo en el hospital? — cuestionó Jimin sin brindarle mucha atención por estar contando cuantas personas había delante suyo en la fila para pagar. Como buen futuro cirujano, Seokjin estaba ejerciendo sus prácticas en el hospital central de Seúl.

—No, es... tengo siete llamadas perdidas de Namjoon — avisó —. Que extraño, él nunca me llama. Bueno, a menos de que sea para preguntarme cómo estás tú y saber si estoy cuidando bien de ti — mencionó después y Jimin hizo una mueca disgustado.

—Entonces debe ser algo importante. Tal vez deberías llamarlo de vuelta — contestó bastante cortante, indiferente.

—Si, lo haré. Te esperare afuera — avisó el mayor del dúo, llevándose el celular a la oreja y saliendo de la tienda.

Jimin le dio una última mirada a su hermano y se devolvió, suspirando. 

No quería saber porque Namjoon les quería contactar esta vez. Siempre que lo hacía era discusión tras discusión, no quería el sermón desgastado de Namjoon sobre que el béisbol no era una buena carrera a largo plazo y el físico no duraría para siempre. El deporte era un pasatiempo, según él, una verdadera carrera como la administración era lo que funcionaba en este mundo, te daba dinero, estabilidad, contactos... y cientos de beneficios que Jimin dejaba de escuchar cuando Namjoon abría la boca.

Todavía había muchas personas delante suyo en la fila, tardaría un rato, así que mientras esperaba observó por pura casualidad el televisor de la tienda departamental que trasmitía las noticias nacionales. La cajera subió el volumen del televisor a petición de otro cliente interesado.

Jimin nunca prestaba mucha atención a las noticias sinceramente, pero llamó su atención que hablaban sobre un alarmante y trágico hecho de última hora. Violencia fue lo primero que notó. Corrían imágenes completamente en vivo del aeropuerto de Incheon en donde había grandes disturbios entre pasajeros nacionales y extranjeros. Incendios y tiendas comerciales destruidas, algunos ciudadanos huían cargando sus maletas. Se estaban formando aglomeraciones en las salidas. Los uniformados del país estaban tratando de contenerlos sin éxito alguno, ya que eran demasiadas aquellas personas sumidas en el pánico.

Abrió los ojos impresionado por las imágenes tan dramáticas que estaban transmitiendo en televisión abierta y compartía el mismo sentimiento de confusión con los demás clientes que miraban estupefactos el televisor. No sabía el motivo del revuelo, pero las personas estaban desesperadas por algo grave. Era alarmante a juzgar por los vídeos trasmitidos por las cámaras de los reporteros necios que yacían a metros del caos tratando de dar su nota del día y tener una buena paga. El reportero tenía que gritar, literalmente, para que su voz se escuchara entre el ruido ensordecedor que había en el lugar, decía que los vuelos fueron cancelados y la gente estaba intentando abordar por la fuerza, incluso algunos ingresaron en la pista de aterrizaje y corrían por ella.

De repente, unas personas comenzaron a luchar salvajemente detrás del reportero que parecía conmocionado y reconociblemente asustado . Hubo mucho ruido, gritos, algunos querían escapar sin éxito. Después una de esas personas corrió hasta él para atacarlo también. La cámara desenfocó la escena rápidamente cuando el reportero fue tacleado por aquel sujeto loco haciendo que Jimin diera un respingo en su sitio.

Hubo un momento de ajetreo, la cámara golpeo el suelo enfocando los pies de la gente corriendo hasta que se perdió la conexión con la cámara de Incheon y la imagen volvió al estudio del noticiario dejando a todos estupefactos.

Hemos perdido el contacto con nuestro compañero en el aeropuerto de Incheon... — dijo la mujer en el estudio luciendo igual de sorprendida y preocupada que los demás—No sabemos que sucedió... Amm... si, iremos a un pequeño corte comercial.

—¿Qué pasó con el reportero? ¿Esta bien, verdad? — se preguntaron las personas alrededor de Jimin luego de ver esa escena que... no sabía como describir.

Jimin deseaba saber que diantres estaba sucediendo exactamente en el aeropuerto, pero devolvió su atención al frente cuando seguía su turno de pagar y la señorita trajeada lo llamó diciendo: —Disculpe, ¿usted es Park Jimin? ¿El beisbolista? — le preguntó con una gran sonrisa y ojos pispiretos.

—Oh si, soy yo — Jimin sonrió de vuelta con un leve sonrojo en sus mejillas al ser reconocido. Se suponía que los lentes de sol le ayudaban a pasar desapercibido.

—¡Dios mío! Soy una gran admiradora. Vi su último partido hace una semana, felicidades por su victoria. Usted fue lo mejor de la noche — exclamó evidentemente emocionada, haciendo una reverencia con la cabeza.

—Ah, gracias, en serio lo aprecio — Jimin sonrió suavemente, nervioso, viendo de reojo el televisor. No podía concentrarse.

—Ni lo mencione. Es un placer tenerlo en nuestra tienda, permítame hacerle un descuento de cortesía — dijo ella.

—Eso es muy amable de su parte, pero no puedo aceptarlo.

—Va por mi cuenta — sonrió ella y Jimin se vio obligado a aceptar. No era la primera vez que le sucedían ese tipo de cosas —. Muchas gracias por su compra, y que tenga un excelente día — dijo la señorita, extendiendo el ticket de compra.

—Tenga un lindo día — respondió él sonriendo naturalmente encantador, haciendo suspirar a la mujer embelesada.

Abrumado, Jimin salió velozmente de la tienda departamental en busca de una escandalosa cabellera rubia. Ya era bastante tarde, el sol había bajado de altura. Miró hacía ambos lados de la avenida, más no encontraba a Seokjin por ningún sitio.

Probablemente seguía hablando por teléfono con Namjoon, así que decidió esperarlo viendo el panorama.

La ciudad era muy ruidosa y viva a esas horas del día. Los tumultos de personas pasaban por la calle, el tráfico se volvía cada vez peor y el sol no hacía más que empeorar la fatiga corporal que llevaba acumulando durante toda la mañana. Jimin fue a comprar un helado al puesto de un costado en tanto esperaba a que volviera el rubio e intentaba no pensar en lo que había visto en el televisor porque realmente lo impresionó mucho.

Diez, veinte, treinta minutos transcurrieron, su helado de chocolate se terminó y Seokjin seguía sin hacer aparición. Jimin comenzó a desesperarse y sacó su celular para marcarle a su tonto hermano, lo cual debió haber hecho desde hace mucho tiempo. Hasta a él mismo le sorprendía su paciencia con Seokjin que a veces podía ser muy infantil, se creía que podía dejarlo esperando todo el tiempo que quisiera.

Sin embargo, este no respondió la llamada y lo mandó a buzón de voz.

Jimin siguió insistiendo y dio inicio a su caminata por la calle buscando un cabello decolorado entre los grupos de personas que iban caminando por esta. Conocía a Seokjin y su humor, capaz le estaba jugando una mala pasada para vengarse de él por haberle hecho caminar tanto.

Fue y vino un par de veces. Le preguntó a la cajera si había visto a su hermano volver y ella dijo que no. Jimin no sabía en donde se había metido.

Pero al no encontrar a su hermano después de recorrer varias manzanas y casi veinte llamadas perdidas, decidió enviarle un mensaje de texto comunicándole que ya se iría a casa, pues él también estaba cansado y solamente quería ir a descansar. No sería la primera vez que Seokjin lo dejaba varado por una razón insignificante.

Jimin visualizó un taxi e hizo la señal para subirse, sin embargo, ciertamente no espero que el vehículo aumentara su velocidad en lugar de reducirla, pasando peligrosamente cerca suyo, haciendo volar hojas de árbol a su alrededor. Se llevó una mano al pecho, conmocionado.

—Por Dios, ¿qué le pasa a ese?

En esos días había mucho demente suelto por las calles. Nervioso, Jimin intentó dejar pasar ese suceso de una inminente muerte trágica y continuó su camino tranquilamente en dirección a su residencia, aunque un extraño sentimiento se estaba plantando en su pecho. Llegó a una avenida concurrida donde el tráfico estaba peor que nunca. Los automóviles sonaban el claxon sin parar, exigiendo e incluso gritando que avanzaran los que estaban atascados más adelante. Había mucho ruido . Era un completo caos que le ocasionó un dolor de cabeza con solo mirarlo. Por eso prefería caminar o en su defecto montar en motocicleta.

Tal vez había ocurrido un accidente más adelante provocando el embotellamiento y como una señal divina de que tenía razón, su atención fue capturada por un helicóptero que cruzó por los aires a una altura considerablemente baja. Al mirar hacia arriba, Jimin no pudo evitar plantearse que el cielo se había ensombrecido más que antes... ya no era azulado sino gris. Tardó unos segundos en darse cuenta que se trataba de humo.

¿Qué estaba sucediendo?

Una ráfaga de viento lo golpeó en el rostro, despeinándole su cabello castaño. El aire llevaba consigo una mezcla de olores peculiares, pero el que más destacó fue uno muy penetrante como a drenaje o más bien a carne podrida. Era lo más asqueroso que había olfateado en toda su vida y se tuvo que tapar la nariz para evitar vomitar allí mismo.

En ese preciso momento, cruzó por los aires un segundo helicóptero al mismo tiempo que un numeroso grupo de pájaros volaba en dirección opuesta a este, emitiendo fuertes trinidos. Uno de los tantos pájaros negros disminuyó su altura vertiginosamente hasta impactarse en el escaparate de una tienda departamental y caer al suelo muerto, sin duda. "¡¿Qué diablos?!" Jimin se sobresaltó y rápidamente se acercó a la urraca tiesa solamente para confirmar que el golpe fue tan potente que le ocasionó la muerte inmediata.

—¡Ey, tú! — de repente, lo llamó un hombre que salió de un automóvil, el cual estaba atorado en el tráfico infernal —. ¿Venías de allá? ¿Sabes qué está pasando? ¿Por qué esto no se mueve? Llevo casi una hora aquí parado — le preguntó.

—Yo... no lo se, señor, pero creo que es algo grave — respondió Jimin y luego, apuntó al tercer helicóptero que pasaba por el aire en los últimos minutos. ¿Pero qué demonios estaba pasando?

—Santo Dios, ¡pero que locura es esta! ¡En la radio dicen que vayamos a casa!

—¿Eh, en verdad? ¿Por qué razón? — le preguntó el beisbolista.

—¡No lo se, amigo! No lo dicen, pero es mejor obedecer y dejar las calles cuanto antes. ¡Vaya a casa! — el hombre volvió a entrar en el automóvil donde se hallaba su familia.

Jimin lo observó confundido, puesto que la situación ya lo estaba comenzando a asustar sin razón aparente y los gritos de las urracas volando sobre su cabeza le ponían la piel de gallina. Lo que estuviera pasando definitivamente no era bueno.

Necesitaba saber que ocurría. Entonces, se acerco a un escaparate de una tienda de electrónica... sin darse cuenta que el ave muerta se levantó abruptamente con los ojos blancos y se echo a volar de nueva cuenta emitiendo trinidos mas fuertes y ahogados que los anteriores.

Por detrás del cristal Jimin alcanzó a ver los televisores en el canal de noticias: "Se presentan masacres colectivas en todo Corea del Sur" , decía el titular en letras mayúsculas, lo cual provocó que frunciera el entrecejo. Santo Dios. Transmitían videos de disturbios parecidos al que suscitó en el aeropuerto, pero tomados por ciudadanos en diferentes lugares del país y aunque no lograba escuchar nada de lo que decían se percató que uno de esos sitios no estaba muy lejos de su posición actual.

Por inercia, Jimin miró a sus alrededores.

No había nada.

Angustiado, encendió su celular y puso la sección de noticias donde lo primero que apareció fueron títulos dramáticos que decían: "Ingresan al hospital central personas con síntomas de rabia", "Surgen brotes de violencia", "Aeropuerto de Incheon tomado por personas enfermas; las autoridades NO pueden frenarlos", "Grupo de infectados ataca brutalmente a civiles", "Caníbales sueltos por las calles de Seúl", "Masacres colectivas en todo el mundo".

"La maldición de los muertos finalmente ha llegado..."

—¿Pero qué diablos es esto? — Jimin abrió los ojos de par en par y siquiera leyó las noticias completas, pues inmediatamente volvió a marcar el número de Seokjin, del cual no sabía su paradero. Necesitaba avisarle lo que estaba ocurriendo y decirle que fuera a casa lo antes posible.

Afortunadamente, Seokjin finalmente atendió su llamada.

—¡Al fin contestas, tonto! — exclamó de inmediato, soltando un suspiro aliviado y su tensión corporal disminuyó—. Estuve esperándote afuera de la tienda por más de media hora. ¿Dónde estás? ¿Por qué te fuiste? ¿Has visto las noticias? — le cuestionó.

Jimin... por el amor de Dios, ¿estas bien...? — la voz de Seokjin se escuchó entrecortada en medio de un sonido áspero y chirriante, haciendo difícil comprender sus palabras —... Llamaron del hospital y tuve que... —indefinible—Lo lamento, yo...

—¿Qué dices? No te puedo entender — Jimin comprobó su señal telefónica, pero aparentemente todo estaba en orden —. ¿Me escuchas? ¿Hola, Seokjin? ¿Seokjin? — colocó una mano en su otro oído para escuchar mejor lo que sucedía al otro lado de la línea telefónica.

Jimin tienes que volver a... antes de que... ¡La gente... está...! — exclamó Seokjin, sin embargo, Jimin no lograba entender nada de lo que estaba diciendo, aunque sí podía percibir cierto nivel de agitación en su voz, así como el ruido en el ambiente.

—¿Por qué estas tan agitado? ¿Acaso estás corriendo? — interrogó, pero su hermano no respondía a ninguna de sus cuestiones, pues al parecer tampoco lograba entender lo que él decía devuelta—. Por favor, dime qué esta sucediendo. ¿En dónde estás? — volvió a cuestionar

Jimin... no se que... esta pasando... ¡Hay una persona lastimada...! — la voz se cortó haciendo eco porque había mucho ruido de fondo como si estuviese en una zona donde hubiese maquinaria pesada y mucha gente gritando—... Hay mucha sangre...

—¿Sangre? ¿C-cómo que hay sangre? — interrogó Jimin, sintiendo como su estómago se retorcía del pánico al escuchar la palabra "sangre" —. Me estas asustando mucho, Seokjin. Dime, ¿qué esta ocurriendo? ¿de quién es la sangre? — agitado, se volvió a sus alrededores y se quitó las gafas oscuras para ver con total claridad el entorno.

Todo seguía igual... al menos aquí.

—Ellos están... por... todos lados... No sé que son... — dijo al mismo tiempo que Jimin veía los tumultos de ciudadanos caminar a su alrededor, alterándolo de manera paranoicamente exagerada. ¿De quiénes estaba hablando? —. Estoy atrapado en... No se que hacer... Jimin... — trastabilló y después, Seokjin empezó a sollozar desconsoladamente, lo que angustio al castaño inmediatamente.

—Bien, no importa que este sucediendo. Solo quédate dónde estás e iré a buscarte, ¿de acuerdo? Tranquilízate, Jinnie, respira que iré hacia ti ahora mismo —dijo mientras su corazón latía con mucha rapidez al escuchar a su hermano mayor romper en llanto. No entendía que sucedía, pero estaba muy asustado; sus piernas temblaban al igual que sus manos —. Estoy en la calle trece, ¿y tú? — su hermano no respondió —. ¿Seokjin? ¿Me escuchas? ¿Sabes dónde estás? — repitió cada vez mas exasperado al no tener respuesta.

Ya... vienen hacia aquí... Los escucho gruñir... — avisó en un susurro tembloroso al tiempo que se oía mucho movimiento de su parte y por consecuencia, Jimin también comenzó titiritear por no entender la situación y no poder hacer algo al respecto —. Jesucristo... ayúdame.

Cuando se escuchó un golpe sordo del otro lado de la línea, el caos y los gritos inundaron su mente, Jimin comenzó a correr por la calle hacia un camino al azar posiblemente pareciendo un loco ante los ojos de los demás transeúntes.

—¡Seokjin, escóndete! — gritó Jimin, espantado al oír la respiración agitada de su hermano contra el teléfono.

Sin embargo, Seokjin dejo de responder a sus llamados cuando los golpeteos comenzaron a retumbar contra su oído al igual que los gritos aterrorizados de su hermano, lo que le formó lágrimas en los ojos de temor e impotencia. Escuchaba toda la pelea al otro lado de la línea.

¡No... a-aléjate de mi! ¡A-ahh Jimin! — su hermano bramó y por último, resonó un fuerte estruendo del otro lado de la línea seguido de un aullido extraño que evidentemente no era de Park SeokJin.

—¡¿Qué fue eso?! ¡¿Estas bien?! ¿Hola? ¿Seokjin? ¡¿Seokjin?! — gritó Jimin, pero no pudo hacer nada cuando la llamada se cortó en medio de esos sonidos escalofriantes que fueron capaces de atravesar hasta lo más profundo de su psique y ponerle la piel de gallina.

Inmediatamente intentó llamar de nuevo, pero decía que el número estaba fuera de servicio. "¡¿Pero qué?!" Frunció el ceño con preocupación y avanzo más rápido a un lugar prácticamente a ciegas. ¿Qué demonios había pasado? ¿Dónde estaba su hermano? ¿Qué fue ese sonido? Parecía el rugido de un animal.

Con las manos temblorosas, hizo algo que nunca creyó hacer y marcó el número de Namjoon en busca de ayuda desesperada, no obstante, un tremendo estallido retumbó gravemente en sus oídos permaneciendo en un silbido que hizo su corazón saltará sobre su pecho. Sus pies se desestabilizaron por la sacudida de la tierra, Jimin se agachó por inercia al tiempo que se cubría la cabeza para protegerse de los restos de madera y otros materiales que salieron volando por los aires como consecuencia de la explosión de un edificio en la avenida concurrida.

Luego de aquella bomba, las personas empezaron a gritar y correr despavoridas por todas partes, mientras que Jimin escuchaba el sonido del pánico colectivo en la lejanía y su visión se nublaba debido al golpe aturdidor. Conmocionado y parcialmente sordo, miró la repentina catástrofe por medio de sus ojos que se tintaron color anaranjado debido a los oleajes furiosos de la lumbre que estaba delante suyo.

Ese fue el cañonazo que anunció el inicio del fin.

La mayoría de las personas corrieron cual estampida en dirección opuesta a la que Jimin se dirigía, lejos de la reciente explosión e incendio voraz que consumía el edificio de abajo hacia arriba. Algunos otros ciudadanos salieron de sus automóviles atascados en el tráfico al notar el pánico que se estaba formando en la calle. La multitud exaltada empujó al castaño bruscamente por el hombro haciéndole retroceder unos pasos, pero él permaneció en estado de trance parado en medio del caos, viendo como el fuego comenzaba a envolver el edificio, consumiendo todo lo que alcanzaba y el humo se convertía en una nube negra, abrasadora y sofocante.

Estaba en medio de una guerra.

Las personas que llegaba de las cuadras situadas más adelante gritaban cosas extrañas, algo parecido a que alguien los estaba persiguiendo y todos debían huir antes de que llegaran a por ellos. Sin embargo, Jimin no era capaz de tomar conciencia de prácticamente nada. Oía mas no escuchaba, no lo procesaba, no comprendía.

—¡Ayúdenme! ¡Alguien ayúdeme! ¡Por favor! —Jimin escuchó los gritos agónicos de una chica, que de alguna sorprendente manera le hicieron reaccionar.

Era una jovencita vestida con uniforme de secundaria, quien gemía escandalosamente del dolor, agarrándose un brazo donde le brotaba muchísima sangre. Ella se desplomó al suelo y Jimin fue a auxiliarla sin importarle el colapso colectivo y las explosiones sacudiendo su alrededor cual terremoto furioso.

—¡Oye! ¿Estas bien? ¿Qué te paso? — se arrodilló ante la chica, quien gritaba y se retorcía bruscamente del dolor.

—Me... me m-mordió... a-ah — respondió con dificultad.

El castaño evidentemente no se tomo la molestia en preguntar quién o por qué, estaba mucho más preocupado en ver la gravedad de la herida —. Déjame ver — pidió lo mas tranquilo posible.

La chica destapó lentamente su herida, temblando de forma exagerada.

-Oh, mierda - abrió los ojos como platos al ver que literalmente le faltaba un gran pedazo del brazo, dejando expuesta toda la carne machacada del interior al igual que el hueso del mismo. La sangre emergía como si tuviera vida propia salpicandole toda la camiseta -. Tranquila, tranquila. Estarás bien. No es tan grave...

El chico cogió rápidamente sus bolsas de compras y utilizo las prendas que serían el regalo de Roseanne para hacer un vendaje en la herida de la adolescente y así evitar que la sangre siguiera brotando en chorro. No era médico, pero supuso que sería de ayuda o al menos eso había visto en las películas de acción.

—¡Necesito ayuda! ¡Esta chica necesita ayuda! ¡Alguien llame a una ambulancia, por favor! — gritó desesperado, siendo completamente ignorado por las personas sumergidas en el terror.

Entonces, él mismo tomó su teléfono con las manos ensangrentadas para marcar al 119 mientras indagaba a la chica que estaba bañada en sudor; tenía labios grises, su piel se veía bastante pálida y las venas de su cara, cuello y brazos comenzaron a sobresalir tomando un color café oscuro. No sabia que le pasaba, Se veía terriblemente mal en todos los aspectos y luchaba con su poca convicción por no cerrar los ojos.

-Hey, no te duermas, cariño. La ayuda ya viene en camino, ¿si? Resiste un poco más - dijo, aunque el número de emergencias no cogiera su llamada.

Jimin la tomó de la mano al sentir su palpable sufrimiento y agonía. No sabía que podía hacer para ayudarla.

—Corre... vete de aquí y no... no... ¡agh! — la chica jadeo con dolor. Apretó los ojos con fuerza y cuando los volvió a abrir unos instantes más tarde estos se veían nublosos, grisáceos, sin brillo u emoción —los demonios ya vienen... — dejo la frase sin terminar al momento en que su cuerpo dio un salto sobre el pavimento y se escuchó como los huesos de su columna vertebral tronaban de forma perturbadora.

—¿D-demonios? — el castaño la miro totalmente espantado sin entender nada.

-Vinieron del infierno para reclamar la tierra como suya. Pretenden habitar dentro de nuestros cuerpos sin vida por medio de esto - señaló la herida con su último arranque de fuerza -. Ellos son nuestro más maravilloso castigo y no se detendrán hasta que no quede n-nadie vivo. E-este es nuestro... fin - fueron sus últimas palabras antes de que su cuerpo temblara descontroladamente en un ataque epiléptico.

Horrorizado, Jimin rompió en llanto, pues sabía que no podía intervenir en un caso así, hasta que, ella dejo de moverse abruptamente. El pecho de la chica ya no subía y bajaba, señalando que había dejado de respirar. Jimin revisó su pulso para verificar que, efectivamente, había fallecido.

—Santo Dios, no, no, no, no... — Jimin se puso de pie con torpeza, completamente atormentado por lo que acababa de suceder delante sus ojos.

La chica había fallecido en sus brazos y no pudo hacer nada para auxiliarla, siquiera entendía que sucedió. A nadie le importo que una niña había necesitado ayuda y seguía sin importarles en lo más mínimo que ya hubiese muerto y estaba tenida en el pavimento, corrían sobre ella.

No obstante, Jimin dejo de procesar cualquier pensamiento cuando la jovencita volvió a abrir los ojos tornados a un color totalmente blanco y seguidamente, se pusiera de pie como si ya no sintiera dolor alguno en sus heridas abiertas. La chica se colocó en una postura encorvada bastante extraña al tiempo que soltaba un gruñido indefinible y un chorro de sangre negra le caía por la boca.

Jimin parpadeó varias veces, estupefacto al ver esa escena -. O-oye, ¿estas bien? - se acercó a ella para ayudarla de nueva cuenta, pero la joven se abalanzó velozmente sobre él, emitiendo sonidos balbuceantes que no era capaz de comprender.

Comenzaron a forcejear y Jimin gritó. La sujeto por los hombros para alejarla de él, sin embargo, esta parecía poseer mucha más fuerza de la aparente y abría la boca mostrándole toda su cavidad bucal, lanzando feroces dentelladas.

—¿Pero qué estas haciendo? ¡Detente! — gritó exasperado, intentando alejarla lo máximo posible. No quería golpearla, era tan solo una chica. Una chica que estaba herida y desquiciada —. ¡Ayuda! ¡Alguien ayúdeme!

Entonces, lo siguiente paso tan rápido que el castaño solamente fue consiente cuando su rostro quedó salpicado por la sangre de la chica, que cayó muerta al suelo como un costal de papas al momento en que una bala le atravesó la cabeza. Prácticamente vio como su cerebro se había salido de su cabeza.

Un oficial de policía desde el otro lado de la acera siguió disparando su arma de fuego mientras que Jimin se quedó estático en su lugar sin poder procesar lo que acababa de presenciar. Una jodida bala le había atravesado la cabeza a la chica herida. Un oficial de policia la asesinó a sangre fría, justo delante de sus ojos.

Las personas seguían corriendo aterrorizadas a su alrededor, en tanto Jimin se había sumergido de nuevo en un estado de trance después de ser testigo de asesinato.

—¡Muévete, imbécil! — un hombre le dio un fuerte empujón, haciéndole caer de nalgas al suelo, pero ayudándolo a salir del limbo.

Jimin se levantó con dificultad para echarse a correr desconcertado en dirección a donde iban las demás personas. Era una locura. No sabía que estaba pasando o porque estaba corriendo, pero estaba muerto del miedo por lo anterior visto. Múltiples disparos se escucharon en la avenida y los gritos de la gente se volvieron más fuertes y desgarradores e inevitablemente Jimin también comenzó a gritar horrorizado, dejándose llevar por el pánico colectivo.

—¡Corran! ¡Ahí vienen! — avisó una mujer y sin dejar de correr, Jimin se giró a sus espaldas para saber de quien se trataba.

Entonces, los vio por primera vez...

Algunos de ellos corrían ferozmente por encima de los coches estacionados, brincando sin titubear hacia las personas que iban corriendo por la calle. Otros se estrellaban sin miedo contra los vidrios de las tiendas para llegar a la gente que estaba refugiada adentro de estas. Sangre y restos humanos volaban por todas partes y los alaridos de la gente que era atacada por esas cosas eran traumatizantes.

Los pocos oficiales de policías que se encontraban en esa zona, disparaban hacía ellos atravesandoles cualquier parte del cuerpo, pero aún así, estos seguían corriendo enloquecidos con la misma intensidad y determinación. El oficial que salvo a Jimin unos momentos antes fue atacado por uno de ellos; el hombre enfermo lo mordió directamente en la cara arrancándole un gran pedazo de mejilla para luego sacudirla entre sus dientes como si de una bestia se tratase.

Jimin soltó un tremedo gritó de terror al ver ese acto caníbal y automáticamente sus piernas ejercitadas comenzaron a correr mucho más rápido, arrebazando a las demás personas con condiciones menos atléticas que la suya. Cuando llego a la intersección de la calle se dio cuenta de que muchas personas aparentemente no enfermas venían de los tres caminos diferentes hacía el punto central, empujandose entre ellas y causando aún más desorden del existente.

—¡Vienen por este lado! — avisó alguien.

—¡También vienen por este! — respondió otro hombre.

—¡Están por todos lados! — gritó una chica cualquiera en medio de su llanto.

Estaban rodeados y los gritos de las personas muriendo cruelmente en la lejanía se volvían cada vez mas terribles y cercanos. Algunos ciudadanos se peleaban por entrar en los coches estacionados y otras por entrar a las tiendas que habían sido cerradas al notar la batalla que ocurría en las afueras de la ciudad. La violencia yacía por todas partes.

Estaban perdidos allí afuera. Jimin comenzó a hiperventilar al mismo tiempo que miraba hacía todos lados buscando una salida de escape.

—Los edificios — murmuró al ver las estructuras de más de diez pisos —. ¡Los edificios! — esta vez gritó a los cuatro vientos e ingreso al primer edificio de departamentos que vio abierto, seguido de un puñado de personas asustadas que se dieron cuenta de lo mismo.

El portero intentó detenerlos, pero solamente consiguió ser derribado por la multitud y seguidamente, alcanzado por una de esas cosas voraces que no tardo en arrancarle un pedazo de carne del cuello con tan solo una mordida para después tragarla con perturbable deleite.

Jimin paso de largo las peleas cuerpo a cuerpo de la gente y fue directamente a las escaleras de servicio donde los gritos aulladores resonaron por el túnel vertical. Se asomó rápidamente por el barandal a los pisos de abajo, dándose cuenta que las personas enfermas venían persiguiéndolos vueltas completamente locas como si no hubiese un mañana.

Gritó, asustado, más no se detuvo y siguió subiendo velozmente, saltando de dos en dos los escalones. Jimin no miró atrás, sin embargo, para cuando llegó al último piso del edificio se percató que ya nadie lo acompañaba... nadie mentalmente sano.

Todos se habían convertido en esas cosas.

Jimin le dio una patada violenta y precisa al portero enfermo que venía detrás suyo, provocando que rodara por las escaleras y se llevara consigo a otros dos de ellos. Instantáneamente sintió remordimiento al haber empujado a una persona por las escaleras, no obstante, ese sentimiento desapareció al verlos ponerse de pie instantáneamente a pesar de haberse golpeado salvajemente contra los escalones. Estaba seguro que el hombre se quebró algo más que un simple brazo, tenía una figura deforme que solo tendría un monstruo en sus peores pesadillas. No sabia que era eso.

Aterrado, intentó abrir todas y cada una de las puertas de los departamentos del pasillo, estas tenían el pestillo puesto como sería lógico. Pero la suerte llegó cuando una de ellas se abrió milagrosamente e ingresó sin meditarlo.

Jimin cerró la puerta e inmediatamente la atranco con un pequeño mueble que había a un costado. Los gruñidos y fuertes golpes del otro lado no tardaron en hacerse presente -. ¡Lárguense de aquí! ¡Voy a llamar a la policía! - les amenazó, pero únicamente ocasionó que los golpes se hicieran más escandalosos.

Entonces, usando toda la fuerza de su hombro derecho, Jimin empujó dificultosamente un enorme mueble de madera que era más alto que él y lo dejó caer contra la puerta creando un tremendo golpetazo. Eso sería suficiente. Después, corrió hacia la sala de estar y se tiro bruscamente detrás del sillón en donde esperaría a que cesaran los golpes contra la puerta. Se abrazó a sí mismo mientras comenzaba a contar los números tratando de evitar escuchar a esas bestias que intentaban entrar al departamento.

—¿Quién anda ahí? — Jimin escuchó una voz junto a un lento caminar llegar a la estancia donde yacía escondido —. ¡Quien sea, salga ahora mismo!

Jimin se quedo paralizado un segundo y sin otra alternativa tuvo que salir con los brazos levantados en son de paz.

[...]

Ժ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴

Y así inició todo 🧟‍♂️

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