
✘ ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴅɪᴇᴢ
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Viernes 12 de Mayo del 2023
Busan, Corea del Sur.
16:40 p.m.
Un año, dos meses y un día después del primer contagio.
...
Jungkook portaba su pistola AK en alto, cercana al lateral de su rostro para enfocar con la linterna el recorrido oscuro. Caminaba paso por paso, con sus cinco sentidos en alerta mientras regulaba sus pulsaciones aceleradas. Las luces alargadas del pasillo parpadeaban, dejándole en la oscuridad unos segundos y en automático disminuía la velocidad de su andar. Su oído se agudizaba a lo que su vista no percibía.
Todo era silencio. La estación de policía era una demoníaca escena del crimen con las paredes salpicadas de fluidos negros parecidos a alquitrán haciendo garabatos. Una guerra había sucedido aquí. Cables chispeantes y otros materiales caían del techo agujereado. Después, un tramo más adelante, observó los cuerpos mutilados esparcidos por el suelo entero; las extremidades fueron arrancadas de las anatomías.
Sabía que eran oficiales de policía porque el logotipo estaba pegado en las mangas azules de sus uniformes y algunas manos todavía sostenían sus armas. "Oficial Smith" decía una de las placas tiradas en medio del asqueroso cementerio.
Sentiría pena de no ser porque ya había visto ese mismo escenario cientos de veces. Ya nada podía sorprenderle, o al menos no la sádica muerte.
Unos metros mas adelante encontró la cámara gesell en donde vio desde el exterior a un recluso parado en el centro de ella junto a una pila de huesos limpios casi brillosos. Parecia una momia con ese rostro grisáceo en el cual su piel podrida estaba carcomida desde la parte de la nariz hasta los labios exponiendo su dentadura completa. Su cabeza leprosa repleta de llagas tenía unas contadas hebras de cabello duro y para hacerlo todavía más repulsivo estaba seguro que tenía larvas enterándose entre su piel donde sobresalían las costillas.
Era uno de los errantes más horripilantes que había visto.
De pronto, la luz de la cámara se fundió, reflejándose ahora su propio reflejo en el espejo ya muy fragmentado. Jungkook se encontró con sus ojos enmielados asomándose necios entre los mechones rebeldes de su cabello negro; siempre mostrándose penetrantes, fríos y letales en medio de la cicatriz rasgada cruzando por uno de ellos, el cual lucia nublado.
No sabía quién era mas feo de ambos...
Cruzó cuidadosamente delante del cristal y finalmente, los pedazos descompuestos de carne lo guiaron al sistema de almacenamiento más allá de las celdas en donde había estanterías y bastidores con todo tipo de armas de diferentes tamaños y calibres, además de otros artículos de equipamiento como cascos, chalecos antibalas, binoculares, visores nocturnos.
Bingo.
Dichoso, Jungkook le hizo una señal con la cabeza a los hombres que venían detrás suyo para que comenzaran con el saqueo y llevaran el armamento al camión que los esperaba afuera de la estación. Wonho y Seungmin fueron los primeros en hacer el traslado caminando en puntillas e hicieron el mismo recorrido varias veces.
Por su parte, los dos hombres perezosos que trabajaban para Dakho y le provocaban unas menudas jaquecas comenzaron a juguetear con los artículos como niños en dulcería por encontrar esa mina de oro, dejándoles todo el trabajo pesado a ellos al igual que siempre lo hacían.
"Imbéciles" pensó mentalmente al no poder decirlo en voz alta.
Cuando el almacén quedó totalmente vacío Jungkook pensó que lo habían logrado y un trabajo más se agregaba a la lista de éxitos, pero entonces se escucharon varios gemidos ahogados nacer en la zona de celdas y los disparos vinieron después, arruinando el silencio que habían mantenido durante toda la misión.
—Mierda, no — Jungkook rápidamente fue hacía allá porque sus compañeros estaban en la fuente del ruido.
El causante del ruido fue Wonho cuando accidentalmente se le cayó un casco de la caja de cargamento. El eco resonó de aquí hasta China. Él y Seungmin combatían a los engendros que salieron de las celdas creando una masacre de bruma negra y pestilente, a la cual se unió Jungkook.
En estos tiempos de supervivencia salvaje se aprendía que una pequeña equivocación podía ser mortal porque no existían las segundas oportunidades.
El pelinegro disparó certeramente a la frente de los mordedores que venían corriendo desesperados por el pasillo central. Los brazos alborotados salieron de los barrotes y los errantes que lograron salir de las celdas traían puestas esposas en las muñecas haciendo sus movimientos más torpes de lo común. Se fueron desplomando uno tras otro, e iban atropellando a los que cayeron primero.
Cuando se terminaron las municiones del cartucho, Jungkook embistió contra la pared al último errante presionando su antebrazo en la parte superior de su pecho para inmovilizarlo. Aquel gemía y se removía enloquecido arrojando dentelladas a la cara del pelinegro. Su aliento fuerte y hediondo fue como una bofetada que lo noqueó un momento. Entonces, Jungkook alcanzó su cuchillo afilado y atravesó la cabeza justamente por en medio de sus ojos blancos.
Luego, sacó el cuchillo bruscamente del cuerpo inerte junto a un hilo de sangre oscura antes de darse la media vuelta y con un ágil movimiento, lo arrojó a la cabeza de otro errante que escuchó se acercaba por la derecha. Aquel cayó de bruces con el cuchillo enterrado hasta la empuñadura de madera.
Al igual que los engendros, el sentido auditivo se había vuelto una de sus mayores fortalezas por daño colateral.
Dos siluetas iguales entraron dramáticamente en escena al oír el alboroto. Eran los gemelos. Woojung se deslizó por el suelo liso y atravesó con su espada las costillas de un muerto que intento atacar a Seungmin distraído, no obstante, éste seguía moviéndose exasperado en la hoja de ella y se impulsó hacia delante para alcanzarlo, pero aquel emitió su último aullido cuando Sarang llegó por detrás y decapitó al muerto con su propia espada afilada.
Woojung sacó su espada del cuerpo sin cabeza para seguir depurando el sitio con movimientos de espada similares a los de su hermano.
Eran buenos en lo que hacían, nadie podía negarlo. Al final Jungkook tuvo razón en lo que prometió aquella vez.
Cumplieron el trato con Dakho.
No solo sus cabellos ganaron longitud, sus cuerpos masa corporal sino también sus rostros cambiaron con el paso de los meses, y no se refería a la forma sino en su expresión y semblante. Ya no había ni una pizca de temor en el reflejo de sus ojos ante las bestias carnívoras, ahora había seguridad.
Entendieron por la mala que alguien que no sabía defenderse por si mismo estaba sentenciado a muerte.
Nada era igual que antes. Todos cambiaron, Wonho, Seungmin, los gemelos... Jungkook, para bien o para mal, pero lo hicieron por ajuste natural, por adaptación y supervivencia. Ahora podían llamarse a sí mismos unos verdaderos sobrevivientes y no solo de la peste sino de los seres humanos.
Los malditos seres humanos.
A penas el último muerto viviente cayó se reunieron en el pasillo, buscándose los unos a los otros con expresiones asustada —. ¿Se encuentran bien? — les preguntó Wonho a los gemelos.
—Estamos bien — contestaron al unísono con las respiraciones agitadas.
—¿Seungmin? — ahora le pregunto al castaño agotado.
—Bien — le respondió aquel con su pulgar hacia arriba.
—... ¿Jungkook? — por último, Wonho se volteó al mencionado.
El pelinegro no les prestó demasiada atención y se recargó en una pared lejana para después sacar una cantimplora de la cual dio un tremendo trago echando la cabeza hacia atrás.
Alzó su bebida de olor fuerte en respuesta.
Wonho suspiró reprimiendo sus ganas gigantescas de reprocharle que seguían en un lugar arriesgado como para beber antes de que llamara su atención Hwan y Himchan, los hombres de Dakho, quienes no habían movido un dedo para ayudarlos y estaban embobados con la última caja de cargamento.
—Diablos, mira todo esto. El jefe estará muy agradecido con nosotros — le dijo Himchan a su colega, rebuscando deliberadamente las cajas de armamento.
Descaradamente se escondieron una pistola Glock en la parte trasera del pantalón y algunas municiones en los bolsillos delante de los chicos que se recuperaban de la batalla. No era un secreto que todos robaban a penas tenían la mínima oportunidad de no ser atrapados.
—Tendrá que darnos una recompensa. Nos lo merecemos por trabajar tan duro y guiar a estos mocosos — se jactó Hwan orgullosamente como si eso realmente fuese cierto. Guiar era el trabajo de Jungkook y ellos simplemente los vigilaban —. Quiero una mujer joven, sé que tiene decenas para él solo. Es lo mínimo que merecemos — demandó con una sonrisa asquerosa en sus dientes amarillentos llenos de sarro.
Seungmin hizo una mueca enfadado al igual que Woojung al escuchar la conversación e inmediatamente buscaron la mirada de Jungkook esperando a que dijese algo al respecto, aunque el pelinegro parecía ocupado y ajeno a todo, inmerso en su burbuja de ron.
—Debo admitir que no son tan inútiles a como aparentan ser, eh. Increíblemente si sirven aunque tienen cara de bueyes — esta vez les dijo directamente Hwan en burla.
—Ustedes no se habrán cansado mucho rascándose la barriga peluda, ¿cierto? — les respondió Wonho frunciendo las cejas porque estaban hartos de ese par de descerebrados con los que estaban obligado a realizar las búsquedas por órdenes de Dakho. No solo eran igual de imbéciles que los demás sino que eran unos ineptos que siempre se querían llevar todo el crédito —. No han hecho nada en las últimas semanas, así que este cargamento es nuestro. Sin nosotros no tendrían nada —expuso haciéndolos enfadar.
—¿Acaso te di permiso de hablar, gorila? — interrumpió Hwan de inmediato —. Ustedes existen precisamente para hacer lo que putas se nos antoje. ¿En serio necesitan que se los recuerde? Ustedes trabajan y nosotros vemos —recordó —. No somos iguales. No tienen la marca. Ustedes son la mierda que traigo en la suela de los zapatos así que compórtense como tal y dedíquese a seguir órdenes. Gracias por el cargamento — le dijo sonriendo para hacerlo enfadar.
Aquellos jamás perdían la mínima oportunidad para humillarlos y Wonho apretó los puños dándole el gusto porque no podía objetar a ello, pues era cierto aunque le dolieran hasta las entrañas aceptarlo. Al final ellos no recibían nada más que la dicha de no ser asesinados.
Wonho tuvo que retroceder, resignado.
—Vamos, quiten esas lindas caritas ee velorio... aún no viene lo feo —Hinchan se acercó a Sarang para agarrarle un mechón de su cabello rojo que ya llegaba hasta debajo del hombro —. Reza porque me den lo que quiero o tendré que buscar otra manera...
Woojung gruñó y estiró bruscamente a Sarang detrás de su espalda para protegerlo—. No toques a mi hermano — lo amenazó, colérico.
Aquel se rió, restándole importancia —. Ah, ¿quieres tomar su lugar? Bueno, cualquiera de los dos me es igual, pero van a empezar a obedecerme — les advirtió.
Entonces, una risa se escuchó en el fondo.
—Ellos no van a obedecerte mientras estén conmigo, bastardo —interrumpió una voz áspera y los presentes se voltearon al pelinegro que seguía recargado en la pared y luego, avanzó hacia ellos —. Tienes razón en decir que no somos iguales porque yo no soy tu puto esclavo ni tu jodido perro sabueso al que le das órdenes. En cambió tú eres el maricón que se esconde en mis espaldas cada que un muerto aparece — Jungkook ascendió su mirada brava para que Hwan lo viera fijamente a su rostro fruncido que hacía temblar a cualquiera —. Ese cargamento es mío, ¿te queda claro, cabrón? ¿En serio necesito recordarte cuál es mi puesto? ¿La marca en mi cara no te lo dice? — encaró la ceja en donde estaba su ojo grisáceo.
Los gemelos sonrieron satisfechos al ver la cara del hombre crisparse y Sarang le sacó la lengua, burlándose.
—¿Y que diría el jefe de esto?— Jungkook le quito la pistola que se había guardado en los pantalones y aquel no hizo nada.
Jungkook era el único que podía hacerles frente, pues el simple hecho de tener la cicatriz era signo de poder y dominancia. Los hombres le tenían evidente odio, rabia, desdén y todas las emociones aversivas existentes debido a ello. No era un secreto que desde el inicio Jungkook se gano enemigos, la mayoría de estos infames le quería dar un balazo a la cabeza y definitivamente lo harían si bajaba la guardia.
—Claro, se me ha olvidado que después de todo te convertiste en su mejor y más leal hombre, verdad — por fin habló Hwan soltando una risa seca en la cual se podía sentir su odio y coraje —. Meses trabajando con él, pero de pronto llegaste tú y ¡bum!, te convierte en su mano derecha sin más... Eso no parece justo que digamos — dejo de reír abruptamente.
—¿Celos? — le preguntó el pelinegro con una sonrisa burlona tirando de sus labios rosados —. Te comprendo, si yo fuera un anciano decrépito como tú también tendría celos de mí — se rió y sus amigos le siguieron el juego riendo al igual que aquellos siempre lo hacían.
Tenías que jugar igual de sucio que ellos si querías sobrevivir.
Y esta vez, fue Himchan quien gruñó encolerizado —. No sabes cuanto me estás comenzando a hartar, jodido escuincle. Te crees con el derecho de darnos órdenes, pero te equivocas. Dakho no está aquí ahora, así que yo soy el líder mientras tanto y me vas a obedecer. Todos lo harán — espetó escupiendo saliva y Jungkook no paso desapercibido como el hombre apretó su arma guardada en su funda en un intento por intimidarlos.
Jungkook se colocó erguido para hacer notar su estatura ante los dos hombres —. Oblígame. Anda, intenta someterme —desafío sin dejarse intimidar y alzó el mentón —. Están acostumbrados a someter a quién quieran con una arma en mano y una actitud de hijos de puta, pero no a mi. ¿Crees que les tengo miedo?
¿Qué más le podían hacer?
—Tenían razón cuando dijeron que te habías vuelto loco por lo que te hicimos. No te da miedo morir —sorprendido, carcajeo —. Si, tal vez tú ya estés muy jodido, pero te recomiendo que hagas lo que digo o dudo que ellos corran con la misma suerte que tú y solo pierdan un ojo — lo amenazó directamente viendo esta vez a los chicos que estaban delante suyo.
Supieron que la bomba por fin había estallado cuando el semblante de Jungkook se ensombreció drásticamente y dio un paso al frente.
—Como les hagas algo te juro que te voy a rebanar el cuello — amenazó con voz contundente sin romper el contacto visual —. No les tengo miedo, pero ustedes a mi si que deberían...
Entonces los hombres rieron como si hubiese dicho un gran chiste —. Uy, mira como tiemblo del pavor, ¿qué vas a hacer, niño? —Himchan alzó las cejas— ¿en verdad tienes el valor de asesinar, um? —siguieron carcajeando.
Jungkook los miró con rostro inmutable y discretamente sostuvo su pistola escondida con más dureza, dejando el dedo puesto sobre el gatillo. Les dio una mirada a sus compañeros y golpeó la lengua contra su mejilla, dándoles a entender lo que iba a suceder a continuación. Wonho vio el cristal fragmentado.
—Su mayor error es seguir llamándome niño — contestó y a penas pronunció esas palabras, Wonho quebró el cristal de la cámara gesell con la parte posterior de su pistola.
Los hombres no entendieron lo que pasó durante un instante hasta que del interior salió un errante despedido por los aires, aterrizando salvajemente encima de Himchan. Aquel lanzó feroces mordidas a su cara y cuello llevándose pedazos de carne entre los dientes, mientras el hombre forcejeaba desesperado y bramaba del dolor al ser despellejado vivo.
Al ver a su compañero siendo atacado, Hwan intentó sacar la pistola de su pantalón, pero Jungkook fue más veloz y le disparó en el tórax, regando su sangre por la pared.
El engendro gritó ahogadamente con varios trozos de carne cayendo de sus dientes y después se giró endemoniado a los chicos. Sarang de un movimiento limpio lo decapitó, mientras que Woojung se acercó al cuerpo de Himchan que temblaba violentamente sobre el suelo para exterminarlo antes de la transformación.
—¡Agh, malditos! ¡S-se van a morir, hijos de perra! —Hwan los maldijo en un alarido, cubriendo con su mano el hoyo de su estomago donde emergía la sangre burbujeante.
Jungkook se puso en cuclillas ante él y sonrió de soslayo con un toque de malicia y satisfacción —. Tal vez, pero al menos será después de ti —le dijo riendo.
—Esto... esto no se quedará así. Dakho se dará cuenta de lo que paso aquí y... los asesinara sin piedad alguna —miró a los jóvenes que estaban parados en la retaguardia de Jungkook, viendo la escena con rostros serios.
Jungkook lo miró desinteresado —. ¿Lo crees? —preguntó. El poder no daba la inteligencia —. Ese hombre a quien siguen es un puto tirano no un rey, no le importa nadie que no sea él mismo y esta vez no será diferente a otro día porque solo verá como su lindo grupo de niños le entregó una carga de armas y eso costó insignificantes bajas—planteó—¿En serio crees que le importan ustedes dos?
El hombre gruñó —. D-desgraciado de mierda — dijo con la sangre bajando por su cavidad bucal.
Jungkook volvió a sonreír sin emoción —. No saben el maldito alacrán que se echaron encima desde aquel día que me hicieron esto —apretó la mandíbula temblorosa —. Moriras sabiendo que voy a acabar con todos ustedes, con Dakho, sin importar qué haga. Destruiré todo lo que han construido... ¿quieres saber que es justo? — dijo haciendo énfasis en cada palabra y después vio por encima del hombro —. Woojung — extendió la palma de su mano y Woojung puso su espada sobre la mano del pelinegro.
Jungkook observó al hombre de forma penetrante con sus ojos oscuros antes de clavar la espada en la herida de bala, impulsando el mango hasta el fondo sin romper el contacto visual con el hombre que agonizaba del dolor y daba débiles manotazos —. Te veré en el infierno, imbecil — finalizó.
El segundo hombre murió. Jungkook se puso de pie con mucha calma para lo que acaba de cometer y se dio la media a sus compañeros, quienes únicamente veían la escena sin decir comentarios al respecto.
Van dos menos de una comunidad entera.
—Wonho, tú y Seungmin entraran conmigo, pero los quiero en silencio. Yo daré las explicaciones. Los demás se quedan en la camioneta, no se metan en problemas y no hablen con nadie aunque parezca buena persona, ¿entienden? — vio a los gemelos.
Los menores simplemente aprobaron con la cabeza.
—Bien — Jungkook estampó la espada ensangrentada en el pecho de Woojung —, le falta filo —sin más que agregar, los pasó de largo y no desaprovechó en pisar la cabeza de uno de los tantos muertos con su bota militar.
Los demás permanecieron allí con los cadáveres delante, dándose una mirada perpleja entre todos.
—Éramos ellos o nosotros, no había otra opción... — dijo Wonho rápidamente antes de que alguien más dijese otra cosa.
—Creo que eso último fue demasiado. Sé que eran una mierda humana, pero parece que disfruto hacerlo... ¿vieron la mirada que tiene? — dijo Seungmin.
—Bueno, es la mirada que tiene todos los días, —expuso Sarang conmocionado —pero no puedo culparlo. Saben el porque de su actitud — lo defendió inmediatamente.
—Por Dios, no puedo creer que los asesinó con mi espada — Woojung limpió su espada ensangrentada con un pañuelo viejo —. ¿Y si Dakho lo descubre? — preguntó por lo bajo como si alguien los fuese a escuchar.
—Jungkook no es estúpido. Si lo hizo es porque sabe que no lo hará — contestó Wonho aunque el miedo también lo estaba atacando y trago saliva con pesadez.
—... Él a veces es aterrador — dijo Sarang de pronto.
—Es mejor mantener distancia cuando esta así —sugirió Seungmin —. No intentes hablar con él durante estos días y cuando lo hagas no enfoques tu mirada en... ya sabes, la cicatriz — susurró lo último aunque fuese difícil no verlo a los ojos, ojo, mejor dicho—. Eso lo pone de mal humor.
—Igual siempre esta de mal humor —dijo el contrario.
—No me gusta que hablen de él como si estuviese desquiciado — intervino Wonho viéndolos desaprobatoriamente.
—¿No lo está? —respondió el castaño y Wonho hizo un mohín, replanteandose a sí mismo la pregunta —. No es el mismo Jungkook al que conocí hace años. Ha cambiado... Aunque él no se de cuenta se ha vuelto igual que ellos — dijo.
—Hace todo lo que ese hombre le pide con tal de ganarse su confianza — dijo Woojung.
—Eso no es cierto, Seungmin — replicó Wonho y suspiró viendo el pasillo por el que salió el pelinegro —. Sí, cambió. Pero tuvo que hacerlo porque de no haberlo hecho lo hubiesen destrozado las hienas que lo acechan en ese lugar. Ustedes saben las cosas que es obligado a hacer para sobrevivir, estamos vivos gracias a él. Al final siempre termina salvandonos una vez más — dijo y los chicos miraron al piso —. Solo quiere aliviar el dolor...
—Es nuestra culpa, lo que le hicieron — Sarang se limpió los ojos acuosos con el antebrazo y Woojung lo abrazó para que no sollozara.
—Nosotros no tenemos la culpa de nada. Él único culpable es Dakho y sus hombres, nadie más — dijo el mayor y la aversión dominó el ánimo del grupo cuando ese nombre fue pronunciado.
—Ese hombre piensa que es dueño de Jungkook — gruñó Woojung.
—Es dueño de todos nosotros. Es el maldito dueño del mundo entero — completó Seungmin también furioso.
—No por mucho tiempo. Recuerden que nada dura para siempre, chicos — les dijo Wonho para reconfortarlos aunque el desánimo permaneció en el grupo.
—Ya no es necesario que nos sigas mintiendo, Wonho... Sabemos que vamos a morir en manos de éstas personas tarde que temprano — comentó Seungmin.
Los cuatro se quedaron en silencio porque pensaban exactamente lo mismo. Estaban resignados, esa era la verdad. Nunca volverían a sentir paz o felicidad. ¿Cómo podrían cuando prácticamente eran esclavos? Las palabras ya no eran suficientes para devolverles la esperanza de que volverían a ser libres. Su momento llegaría algún día, tal vez, no muy lejano.
[...]
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La capital, así es como llamaron a aquella ciudadela protegida por grandes y fuertes muros de concreto los cuales tenían más de quince metros de altura, con centinelas protegiendo el interior desde la cima las veinticuatro horas del día. Un vecindario que en el mundo antiguo fueron residencias de gente millonaria y al inicio de la miseria se levantaron los muros buscando su protección.
Gracias al armamento pesado que poseía la comunidad de Dakho pudieron tomar el lugar para después mejorarlo y mantenerlo en pie hasta el día de hoy. Estaban abastecidos de alimentos, incluso con inicios de un huerto, además de asistencia médica por los rezagados que fueron uniendo a sus filas por la fuerza, así como otros personajes necesarios en un hecatombe.
Tenían todo en ese lugar.
Era el paraíso en donde cualquier sobreviviente quisiera vivir.
El problema era la gente que allí gobernaba.
Una vez allí, Jungkook dejo caer bruscamente el maletín con las armas de largo alcance sobre el escritorio, llamando la atención de Dakho, quien estaba sentado detrás fumando un cigarrillo. El líder tenía sus pies descansando sobre la espalda de su sirviente arrodillado en el suelo y levantó su mirada rojiza a los tres hombres que entraron en la oficina.
—El arsenal de la estación de la costa oeste fue extraído de manera exitosa. Lo tienen tus hombres en las bodegas para llevar acabo el inventario — mencionó Jungkook con su expresión taciturna.
—A ti no te enseñaron a tocar, cierto — fue lo primero que dijo y después, abrió el cierre del maletín para ver el contenido. Asintió —. Esto deberían ser buenas noticias para ustedes, pero mira eso—señaló el reloj en la pared—, así es, llegan dos días después de lo previsto y bien sabes que no me gustan los retrasos. El combustible no cae del maldito cielo. Entonces, espero que haya una buena explicación y si vas a mentir al menos sé ingenioso — advirtió deslizando su mirada a los tres jóvenes consecutivamente.
Wonho tragó saliva por el tono de voz molesto que utilizó, mientras que Seungmin estaba reteniendo el aire en sus pulmones intentando no verse nervioso quedándose a espaldas de Jungkook.
—El número de muertos va en aumento como cada mes y hubo un percance en el trayecto —admitió Jungkook —. Hay dos bajas en el grupo, Himchan y Hwan. No sobrevivieron a una horda — explicó viéndose completamente relajado a diferencia de sus compañeros.
El prolongado silencio que vino después por parte de Dakho fue la peor angustia porque sus ojos entrecerrados significaban que no les estaba creyendo su mentira tan banal.
—Himchan y Hwan... —repitió para si mismo y siguió pensando —¿Había alguien con esos nombres, Igor? — relajado por los efectos del cigarrillo entre sus dedos, Dakho le preguntó al hombre que tenía como sirviente. La mayor parte del día estaba drogado y eso era una ventaja. Era increíble que inclusive tuvieran acceso a la marihuana en el huerto. Aquel pobre hombre negó frenéticamente con la cabeza agachada al no saber la respuesta —. Joder ni para recordar sirves.
—A penas llevo unas horas aquí, señor. Y-yo no lo se... — se excusó atemorizado.
—¿Me importa? Ponte a limpiar o algo, no habrás la boca sino te pregunto directamente — Dakho gruñó irritado.
—S-si, señor—respondió el hombre en el suelo.
El líder se devolvió a Jungkook.
—Da igual, si no los recuerdo entonces eran unos buenos para nada. Además, pronto tendremos hombres nuevos en nuestras filas que suplan sus lugares — bufó sin darle mas relevancia al tema y Jungkook reprimió una sonrisa de victoria. Lo sabía —. Ahora lo importante, ¿dónde esta el encargo especial? ¿lo conseguiste? — cuestionó, dándole una profunda calada al puro entre sus dedos.
Wonho le pasó a Jungkook la bolsa extra que pesaba menos de unos cinco kilos y la dejo caer sobre el escritorio de donde salieron semillas de varios tipos para el huerto.
—Fueron todas las legumbres que pudimos encontrar. Busan es demasiado urbano además está infestado, no hay oportunidad de encontrar nada aquí — respondió, pero la expresión que puso el hombre no presagiaba nada bueno. Esta vez si que estaba enfadado, más que por la perdida de sus dos hombres —. Creemos que existe una posibilidad de que haya huertos en zonas de campo como Yangsan o Gimhae donde solían cultivar los agricultores —completó velozmente.
Dakho lo miró un segundo con seriedad, pero luego soltó una risa —. ¿No se te escapa nada, verdad? ¿Cómo es que sabes eso, niño? ¿Eras granjero o qué?— le preguntó.
—Lógica — respondió secamente porque se lo acababa de inventar para evitar el castigo que veía venir. No le importaba si fuese para él, pero bien sabía que lo malo recaería sobre sus compañeros. Siempre usaban su única debilidad en su contra para que escarmentara —. Es cuestión de paciencia y al igual que siempre obtendrá lo que quiere, ¿o alguna vez he fallado, jefe? — interrogó, lo cual hizo sonreír al hombre pues le gustaba escucharlo llamarle jefe.
—De acuerdo—Dakho asintió —. Maldita sea, Igor, ¿por qué no puedes ser como él? Harías más divertido mi día — le dijo al sirviente, quien ahora estaba limpiando un charco de sangre con un trapo.
Fue hasta ese momento cuando Jungkook se dio cuenta que había un cuerpo inerte tendido en el suelo detrás del sofá, al que reconoció como el sirviente anterior de Dakho. Era el segundo en esta semana.
—No me gusta la gente inepta, ¿entiendes? ¿Por qué crees que murió ese idiota de allí? — señaló al recién fallecido con su cuchillo del cual escurría sangre —. ¿Quieres terminar igual que él?
—N-no, por favor, n-no me mate... Se lo ruego, haré lo que quiera, p-pero no me mate — suplicó el hombre entre sollozos cuyo nombre en realidad era Chinwha.
Igor hacía referencia a sirviente o mejor dicho esclavo.
El hombre puso sus palmas juntas en suplica.
—Odio que supliquen. Si vas a morir al menos hazlo con dignidad — sentenció irritado y después, sacó su revólver del escritorio, el cual le extendió a Jungkook que lo vio perplejo —. Este cabrón ya me tiene harto, no soporta nada. Desde que llegó no deja de lloriquear el muy marica—Dakho lo observó fijamente sin pestañear —. Haz que se calle de una puta vez y luego te llevas los dos cuerpos a la pila — le ordenó al pelinegro.
Wonho y Seungmin abrieron los ojos al oír la orden, ya que éste pobre esclavo no era un hombre malo y depravado sino alguien inocente que fue raptado al igual que ellos.
Una persona que no merecía morir.
Antes de que Dakho dijese otra cosa, Jungkook sacó su propia pistola de la parte trasera de su pantalón para apuntarle al Igor, que no dejaba de llorar —. De la orden — respondió con la misma expresión imperturbable, viendo fríamente al hombre delante de su mira.
—N-no, no lo hagas. Por favor, Jungkook — le imploró Chinhwa aterrorizado.
—Suplicar no te salvará el pellejo, así que piensa en algo mejor — sentenció Jungkook con voz plana, carente de alguna emoción y quitó el seguro de la pistola —. Cuenta hasta tres. Uno...
—¡Por favor, somos... somos amigos! — fue lo que dijo el esclavo en un intento por salvarse porque cuando recién lo habían capturado Jungkook le dio una lata de comida a escondidas por lástima.
Jungkook rechistó con gracia —. Yo no tengo amigos — concluyó.
Wonho y Seungmin se dieron una mirada dolida, pero sabían que si la bala no era para Chinhwa entonces por consecuencia sería para alguno de ellos dos.
Exactamente así eran las cosas ahora.
Los ojos de Jungkook ya no expresaban ningún tipo de sentimiento, estaban vacíos como el abismo, mostrándose penetrantes y mortíferos. No podía distinguir la diferencia entre asesinar inocentes y asesinar culpables porque al fin y al cabo solo importaba la vida propia, si, bastante egoísta. Si actuaba y pensaba rigiendose con la moral, humanidad, valores, entonces terminaría poniéndose la soga al cuello también.
Eso no funcionaba ahora, era ridículo, patético, débil. La dinámica del mundo cambió y no todos podían adoptarla. Era el verdadero eres tú o los demás.
Tu salvación a costa de la pérdida de alguien más. Algo así como ley de "solo el más fuerte sobrevive".
¿Cuál era el costo de la supervivencia?
Sobrevivir al costo que sea y a costa de quien sea. Hacer lo necesario si verdaderamente se tenía las suficientes ganas de vivir. Despojarse de todo lo que le caracterizaba como persona y adaptarse.
Y desde que esa cicatriz fue trazada sobre su cuerpo Jungkook pudo comprenderlo en su totalidad.
Vio en su máximo esplendor como era la crueldad humana. Existían cosas peores, mucho más crueles y desalmadas que los mismísimos muertos vivientes, y Jungkook se vio obligado a convertirse en uno de ellos... en una de esas personas que tanto repudiada y por ello, también se odiaba a si mismo.
No era el mismo que antes. No era una buena persona. No merecía vivir más que el hombre delante suyo que le sonreía asquerosamente, sin embargo, si todavía seguía vivo era porque no se iría de ese maldito mundo hasta haber destruido aquello que lo quebró.
Haría lo que fuera necesario.
Ese era su gran y maravilloso objetivo de vida. Lo único que lo motivaba cada día era el deseo de venganza.
Jungkook se sentía muerto en vida, pues no sentía absolutamente nada en su interior. Ya no sabía lo que era ser feliz. Nada era capaz de sacarle una sonrisa genuina, de producirle un sentimiento diferente a la melancolía o la ira... Era igual que los errantes, ambos seguían vivos, pero sin alma. Ambos lastimaban a personas inocentes sin importarles nada.
Para el resto la cicatriz significaba libertinaje, perversión, regimiento, poder total sobre los demás, pero para él era un recordatorio... esa cicatriz eterna le recordaba la atrocidad en la que se había convertido.
Se lo recordaría hasta el final de los tiempos.
Dakho sonrió ampliamente al ver la disposición de Jungkook ante su mandato.
—Baja eso, idiota, que ya no me quedan más Igores — expuso el líder y Jungkook simplemente lo hizo —. Estas a salvo hasta que encuentre a otro que cubra tu lugar — le dijo al sirviente y después, se volvió a la puerta que fue abierta repentinamente de un portazo.
Taeyang ingresó a la habitación con pasos firmes, alertando a los tres jóvenes que se tensionaron a penas lo vieron ingresar. Jungkook apretó los dientes hasta hacerlos crujir y se mantuvo en la misma posición erguida sin dejar de verlo fijamente.
Taeyang y Jungkook, ambos hombres con rostros marcados se dieron una mirada oscura. El primero cruzó por un costado del pelinegro golpeando intencionalmente su hombro con el suyo antes de irse a sentar en el sillón de cuero que se encontraba en la esquina, dejando su pistola recargada en él.
—No sabía que los infantes estaban aquí, ¿qué no es hora ya de dormir?— dijo malhumorado y se alboroto el cabello bicolor. Estaba sucio y lleno de sangre al igual que ellos —. Tú ven aquí — le dijo a Igor para poner sus pies en su espalda.
—Llegas justo a tiempo, Taeyang — intervino Dakho y el otro alzó una ceja sin interés alguno —. Pero antes que otra cosa. Dime, ¿cuál es la actualización, ¿ya los han localizado? ¿por qué están tardando tanto?
—Todavía no, pero lo haremos pronto, hermano —le respondió aquel —. No están demasiado lejos de la localización que les dimos... Se han escondido bien.
—Bien, que tu pelotón siga buscando, pero tú tienes ahora otra tarea...
Jungkook vio a los hombres hablar entre ellos de un tema que ciertamente no le importaba y se dio media vuelta dispuesto a largarse.
—Hey, aún no he terminado con ustedes — espetó Dakho. Gruñendo, Jungkook tuvo que detener sus pasos y volver —. Debido a qué hay dos bajas en el grupo que los acompaña, a partir de ahora Taeyang estará con ustedes — avisó, provocando que el pelinegro y sus compañeros fruncieran el ceño de inmediato estando en total desacuerdo.
—¿Por qué razón? No lo quiero en mi equipo — soltó en automático, perdiendo su compostura sin darse cuenta y el contrario le dio una mirada penetrante.
—A veces creo que mi gran generosidad te hace olvidar con quién tratas, mocoso insolente. Cuida tu tono conmigo — advirtió, cambiando su semblante a uno más serio y Jungkook tuvo que flaquear en su actitud y retroceder —. Tú haces lo que te ordeno. Tomas lo que te doy y punto. Si te digo que mi hermano ira con ustedes entonces así será. Eres inteligente, Jungkook, así que necesito que alguien te vigile muy de cerca para que un día no cometas algo estupido, ¿estas de acuerdo? — preguntó Dakho y el pelinegro apretó la mandíbula —. Te pregunté si estás deacuerdo.
—Si, señor — respondió amargo con poca convicción.
—Perfecto, ese es mi muchacho — sonrió de esa manera que a Jungkook le exasperaba hasta la coronilla —. Ahora saquen sus traseros de mi oficina antes de que me arrepienta y los ponga a limpiar la sangre del piso con la lengua — hizo una señal para que salieran de la habitación y así lo hicieron Wonho y Seungmin a penas dio permiso.
Sin embargo, Jungkook tardó unos segundos más en salir; le dio una mirada fulminante por encima del hombro a Dakho que se quedo afilando su cuchillo y luego a Taeyang, quien claramente se estaba burlando de él. Apretó los puños con fuerza hasta poner sus nudillos color blanco para no sacar su arma, volver hacía ellos y ejecutar lo que tanto deseaba.
No podía perder todo lo que había avanzado con tanto esfuerzo y paciencia.
[...]
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Sus compañeros lo veían desde una distancia prudente, pues sabían que cuando Jungkook explotaba lo mejor era darle su propio espacio y no decir nada hasta que se tranquilizara por si mismo. Le dio una patada al primer mueble que se le puso enfrente y luego, se paso una mano por el cabello oscuro.
Ryujin se acercó al pelinegro que se recargo contra la mesa cuando por fin terminó de desatar su furia contra su pobre vivienda y le acarició la espalda cautelosamente.
—Tranquilo, Jungkook — le dijo suavemente.
—¿Cómo quieren que este tranquilo? — preguntó evidentemente alterado.
—Escucha, a nadie le agrada la idea de que Taeyang venga con nosotros, pero no podemos hacer nada. Únicamente hay que vigilarlo entre los cinco y todo estará bien, ¿si? — esta vez hablo Wonho, quien era el más sensato de todos.
Si decía algo negativo solamente iba a echar mas leña al fuego y no servía de nada perder los estribos.
—Además, no creo que se atreva a hacer algo estúpido cuando nosotros somos mayoría. Conseguimos las cosas y después cada quien por su lado — agregó Seungmin para apaciguar los ánimos.
Jungkook respiró profundamente tratando de relajarse. Odiaba la idea de llevar a ese tipo con ellos porque aunque no le gustara admitirlo, él no era un completo idiota como los demás hombres. Se atrevía a decir que Taeyang era peor que Dakho, más inteligente, más sádica, y tenían casi el mismo poder y respeto sobre el grupo.
Con Dakho era más fácil abordarlo. Por alguna razón, Dakho veía en él alguien parecido a un hijo y por eso le agradaba tanto. Esa era su mayor ventaja con él.
En cambio, Jungkook a Taeyang no podía engañarlo porque desde el inicio nunca confió en él. Probablemente presentía que Jungkook no era tan leal a como aparentaba ser y de hecho, no se estaría equivocando. Su mayor enemigo era ese imbécil.
Después de todo, asesinar a Hwan y Himchae había resultado peor.
Jungkook suspiró —. De acuerdo. Hay que encontrar lo que Dakho requiere o nos va a azotar en medio de la plaza como entretenimiento. Así que prepárense para iniciar mañana mismo el siguiente viaje.
Los chicos asintieron.
—Nunca esta esta conforme con nada. Vayan aquí, vayan allá, ¡que se joda! —Woojung vociferó todas las maldiciones que se sabía en sus dos idiomas.
A penas los hombres se fueron a preparar todo lo que necesitaban Jungkook se quedo a solas con Ryujin quien lo veía intensamente y se tambaleaba sobre sus talones. Estaba bastante frustrado y realmente la chica lo tomó por sorpresa cuando lo agarró por las mejillas y le dio un rápido beso en la comisura de los labios. Parecía que estaba esperando a estar solos para hacerlo.
—Creí que había sido claro cuando te dije que no quería que me besarás —le dijo con el ceño fruncido y echo la cabeza atrás para que no lo volviera hacer—. No soy tú esposo que acaba de llegar de trabajar. ¿No ves la sangre que tengo en la cara? Hoy mate a un hombre.
—Realmente eso no me importa, Jungkook. Tenía que hacerlo y no me arrepiento — le dijo encogiéndose de hombros —. Cada vez que se van únicamente puedo rezar y esperar desde la ventana porque vuelvan y no me dejen sola en este lugar. Gracias por volver —le sonrió cálidamente y después lo abrazo aunque éste se quedo estático.
A diferencia de los hombres, Ryujin se quedaba todo el día en la casa que era exclusivamente para uso de ellos o escasas veces salía con las otras mujeres de la ciudadela que eran las parejas de los hombres. La mayoría, por no decir todas, fueron capturadas por la fuerza y no podían salir de la capital.
Ryujin tenía mucha suerte a diferencia de sus compañeras de género, pues al menos seguía con sus amigos y no con uno de aquellos.
—Que no se repita, Ryujin. Es la última vez que te lo digo, no me gustan los besos ni nada de esas cursilerías — sentenció Jungkook y siguió de largo a su habitación.
O tal vez si le gustaban, pero con la persona correcta y bueno, no existía.
Follar era simplemente follar, pero besar era distinto.
Nunca nadie le había provocado esas inmensas ganas de besar. Un beso era un acto muy íntimo. Más allá del acto carnal, nadie le había gustado de manera sentimental y si antes no había conocido ese sentimiento llamado amor ahora mucho menos en ese jodido mundo.
¿Cómo podría sentir ese sentimiento tan lindo viviendo de forma tan hostil?
Alguien como él sintiendo amor... Un asesino con rostro desfigurado sin remordimiento de conciencia. Era un mal chiste.
Esto era el Apocalipsis y no quería una debilidad más poderosa que pudieran usar en su contra.
Esa era la única y más importante regla de Jungkook.
No enamorarse.
[...]
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En este capítulo empezamos a ver los problemas que van a traer los grupos humanos y cómo será lo que se viene en la segunda parte de la historia cuando Jimin y Jungkook se conozcan.
Jeon Jungkook me tienes 🛐
Holap, aquí esta el capítulo número diez. Espero les guste mucho y denle estrellita jeje ☻
Jungkook lo que necesita es un Jimin para que lo ayude a sanar y viceversa.
¿Cómo creen que sea el encuentro de Jimin y Jungkook tomando en cuenta las personalidades de cada uno?
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