
✘ ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴅɪᴇᴄɪᴏᴄʜᴏ
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Martes 30 de Mayo del 2023
Gimhae, Corea del Sur.
4:00 a.m.
Un año, dos meses y dieciocho días después del primer contagio.
...
Hubo un momento en donde el pánico lo enajenó por completo, lo cegó y sus pies actuaron por sí solos. La desesperación es para aquellos que ya no tienen esperanza, dijo alguien famoso alguna vez, y era completamente cierta. Ya había tenido suficiente.
Jimin corría, corría de la oscuridad que lo perseguía y estaba a punto de atraparlo entre sus garras, corría desesperadamente entre los arbustos frondosos mientras se daba de manotazos con las ramas rasposas, tratando de escapar de la gente de Dakho, de los mordedores, de Jeon absolutamente todos. Corría con Byron a su lado, qué era lo único que necesitaba, corría sin mirar a sus espaldas, pasando de largo la fogata que era la única luz existente en ese momento.
Ignoró la forma en que su cuerpo maltratado se estremeció a medida que se alejaba cada vez más por un rumbo desconocido y obscuro. Realmente estaba escapando. Escuchaba a Jungkook llamar su nombre detrás suyo mientras lo perseguía como un maldito tigre hambriento.
Jimin no estaba pensando claramente. Fue un impulso momentáneo. Sabía que no escaparía, Jeon iba alcanzarlo en cualquier momento, pero de repente todo fue demasiado para él, la carga física y mental, y su única salida fue correr. Estaba asustado. Tenía las emociones a flor de piel, pues su mente se quedó en el feroz altercado que vivió en carne propia y no quería volver a repetir.
Sentía que finalmente lograron hacerlo perder la cabeza. El panorama le daba vueltas, las ilusiones auditivas de sus risas histéricas hacían ecos en su cabeza. Se burlaban de él. La oscuridad empezaba a consumirlo todo, consumir sus esperanzas y deseos, consumir a sus amigos, consumirlo a él mismo.
Mareado por el arranque de locura, Jimin se tropezó y cayó sobre el suelo. No hizo un intento por levantarse y se quedó allí, lamentándose. Le dolía el cuerpo entero e hizo lo posible por no darle importancia al constante dolor en su cuello magullado y tórax lastimado. Estaba aguantando no quebrarse como el blando que era. No quería confirmar la razón por la cual los demás querían aprovecharse de él, por ser débil.
Por no querer actuar igual a ellos y perder su humanidad.
Todavía sentía las manos calientes de aquel hombre recorriendo su cuerpo, haciéndole asquear y enfadar al mismo tiempo, jamás creyó que viviría algo así y era horrible. Desesperado, se tallo la piel de su cuello desnudo en donde lo había besado. Quería gritar.
Nunca le había dado gusto la muerte de un ser humano hasta que el hombre cayó de bruces delante suyo y Jungkook acabó con él.
¿Era espantoso tener ese tipo de pensamientos?
Dio comienzo una nueva etapa en la lucha por la supervivencia a la que debía ajustarse antes de que fuera demasiado tarde. De no hacerlo perecería como el contrincante más débil, porque no cabía duda que lo era en este momento. No seguía las reglas carentes de moral. Asesinar a sangre fría se convirtió en un aspecto fundamental, primitivo, pero irrevocablemente necesario. Era a la ley del más fuerte, prevalece.
Pero Jimin no quería someterse a eso.
Estaba tan desorientado, alterado y sumido en sus pensamientos que siquiera escuchó los pasos erráticos que lo estuvieron persiguiendo cuando inició su carrera. Cuando el gemido ahogado sonó a sus espaldas ya era demasiado tarde y solamente pudo cubrirse la cabeza con sus manos.
La fuerte ráfaga que pasó volando por encima suyo le hizo levantar la cabeza. Una batalla de manotazos y patadas fue lo único que Jimin miró. Jungkook y el errante se revolcaron en el suelo metiéndose entre las montañas de hojas secas y polvo. Byron ladraba enloquecido a su alrededor al mirar los cuerpos rodar y las fuertes dentelladas sonar por sin ningún lugar.
Con un gruñido, Jungkook se esforzó por tomar la cabeza del errante que estaba encima de su cuerpo, llevándose entre sus dedos un puño de cabello y piel podrida. Gruñó, pero consiguió con mucho esfuerzo, enterrar el cuchillo hasta el mango de madera en su frente, librándose de ser mordido en la cara por muy poco.
Respirando agitadamente, Jungkook se puso de pie con sus hombros pesados subiendo y bajando. Su rostro estaba lleno de fango, su mano cubierta por líquidos de engendro y su camiseta estaba rasgada en tiras. Le lanzó una mirada mortal a Jimin que lo miró sorprendido porque lo había salvado y luego, asustado porque el hombre que se encontraba claramente furioso ya lo había alcanzado.
—¡¿Qué carajos crees que estás haciendo?! ¡Si querías morir te hubiera dejado en aquel centro comercial desde un inicio!—su voz grave resonó y Jimin agachó la cabeza silenciado por el poderoso grito. Jungkook ya reconocía esa cara afligida —. No, no vayas a llorar de nuevo—le advirtió no estando dispuesto a dejarlo pasar en esta ocasión —. Lo que pasó con ese hombre no fue nada, te lo aseguro, así que levanta la mirada y demuestra porque has conseguido estar vivo todo este tiempo. ¿Eres un verdadero sobreviviente o has vivido por pura casualidad? —le dijo de forma dura y contundente sin quitarle los ojos oscuros de encima.
Jimin absorbió su nariz secretando líquido e hizo contacto visual con Jungkook desde el suelo: —¿Es que nunca sientes nada? ¿No eres humano? —interrogó.
—No me vengas con esa ridiculez ahora. ¿No querías asesinarlo tú también?—Jungkook arqueo una ceja hacia él, sus ojos acusadores como si fuese capaz de ver a través del alma de Jimin. Tenía el don de ver directamente a los ojos cuando hablaba, sin inmutarse.
El chico castaño agachó la mirada y se quedó callado, dándole la razón.
—Claro que querías, lo vi en tu mirada. Ese gratificante deseo de tomar venganza... de hacerlo pagar...—las palabras crudas resintieron en Jimin que se encogió de hombros. Jungkook más que nadie reconoció su sentir, ya que por un momento se reflejo a sí mismo en Jimin —. Ese sentimiento te consumirá antes de que te des cuenta, pero lo hará más fácil. Te ayudará a asesinar—le dijo, asustando al contrario.
Ese era el problema. Jimin no quería asesinar personas.
Era plenamente consciente de sus emociones, lo que sintió en ese momento y lo que sentía ahora mismo, lo cual chocaba con la moralidad que seguía aferrándose a él.
Quería asesinarlo. Nunca había sentido tanto odio por alguien, quería verlo morir por lo que intentó y por poco consiguió hacer. No obstante, no quería ese pensamiento en su cabeza, ya que seguía siendo un ser humano al final de cuentas, merecía la muerte, sí, pero Jimin no deseaba tener un sentimiento tan corrosivo, insano y perverso en su interior porque terminaría consumiendo todo a su paso hasta dejar los desechos.
En lugar de sanar, lo dañaría más y más, lo haría pudrirse por dentro. Cuando menos se diera cuenta sería un ser desdichado, lleno de odio. Había una delgada línea entre la venganza y la justicia, la cual podía confundirse.
—J-jamás había tenido que asesinar a una persona antes, yo... yo no sé como hacer esto—Jimin escondió el rostro entre sus manos que estaban apoyadas en sus rodillas flexionadas—. No quiero estar rodeado de esta gente, solamente quiero irme de aquí. ¿Cómo puedes vivir de esta forma?
Jimin estaba desesperado. Quería de regreso su vida cuando únicamente eran Byron y él contra los muertos vivientes. Nunca tuvo que pasar por algo parecido a esto porque estaba solo. Todo se empezó a ir en picada cuando se reencontró con la sociedad.
La gente era el verdadero problema en el apocalipsis.
Jungkook lo vio irritado —. ¿Cuándo entenderás que este es el mundo ahora? Debes olvidarte del pasado y adaptarte al presente. ¡Sal de tu burbuja, maldición!—le respondió como si fuese una basura evidente.
—¡Este no es el mundo!—le dijo Jimin gruñendo entre dientes. No era supervivencia sino maldad—. Este es el mundo en el que ellos quieren que estés, pero no es así. Todavía hay opciones.
—¿En serio? ¿Y cuáles son esas opciones? ¿Huir lejos solamente para ser atrapado al poco tiempo o colgarse de un maldito árbol?—dijo irónico, dejando a Jimin sin palabras, con su labio inferior temblando.
Quería protestar, decir que se equivocaba, pero en el fondo sabía que Jungkook tenía razón. No había opciones para escapar de esto. ¿Qué podían hacer ellos contra un clan completo? ¿Qué podía hacer Jimin?
Nada.
Malhumorado, Jungkook sacudió su mano pegajosa una vez Jimin se rindió y no dijo nada más —. Que no se te ocurra volver a hacer algo así... créeme que mi paciencia no es finita—hizo un movimiento con la barbilla, ordenándole que se levantara y caminara delante suyo.
Derrotado, Jimin tuvo que obedecer e ir de vuelta a la fogata. Cuando regresaron el ambiente yacía tenso. Jungkook se sentó en el extremo de la fogata contrario a Jimin, su mandíbula estaba apretada y su espalda recargada contra una roca. Aunque no hablaban, se notaba que el hombre estaba molesto por la energía que usaba en sus movimientos bruscos; mojaba un pañuelo con agua de su botellón para limpiar el pelaje rojo de Byron y deshacerse de parte de la evidencia.
Estuvieron a punto de morderlo por su culpa y su camiseta quedó hecha jirones. Jimin también estaba hecho un desastre con la camiseta empolvada y hojas entrelazadas en su cabello castaño. Pero la suciedad y el dolor en su cuerpo era lo que menos le importaba ahora.
Resignado, se dedicó a ver lo que hacía Jungkook sentado desde su lugar.
A veces era inevitable no mirar la cicatriz en su rostro. Tenía algunas más pequeñas en los brazos seguramente hechas por los estragos de la supervivencia salvaje. El hombre era una bestia, impresionante a la hora de pelear. A Jimin le sorprendió que pudiera quitarse un muerto de encima sin ayuda. Se ocupaba mucha fuerza. Cuando aquellos te tiraban al suelo prácticamente era imposible sacártelos de encima y salir ileso.
Jimin comprendió que para llegar a este nivel, Jungkook debió pasar por mucho. También lo notaba por su forma de expresarse.
No lo entendía ahora y tampoco lo haría en el futuro, nunca había convivido con un hombre tan complicado, tosco y un tanto cruel, sin embargo, Jimin finalmente pudo ver algo que antes no, quien era el verdadero enemigo. Desde que se conocieron Jeon había tenido muchas oportunidades para dañarlo, comportarse igual de mal que estas personas y no lo había hecho, al contrario, lo había ayudado, sus palabras tenían un trasfondo... también lo había salvado más veces de las que Jimin se había dado cuenta hasta ahora.
Tal vez no lo había ayudado de la manera que quería pero sí de la que necesitaba en este nuevo mundo.
Una vez terminó de limpiar al rottweiler, Jungkook se puso de pie y de un movimiento se sacó la camiseta por la cabeza para arrojarla al fuego que se avivó módicamente y arrojó chispas. Los grandes ojos de Jimin se abrieron apenas vio la primer tira de piel bronceada. Sus pantalones estaban demasiado bajos ajustados a sus caderas. Jungkook tenía seis cuadros ligeramente delineados sobre su abdomen que contaba con una fina línea de vellos que terminaban por esconderse en el elástico de su pantalón.
Al ser consiente de que parte de Jungkook estaba observando, Jimin se volteo tan rápido que por poco le da torticolis y espero a que el hombre se pusiera su chaqueta.
Sin embargo, esa imagen ya estaba grabada en su mente y no estaba ayudando a apaciguar sus nervios. Su pie comenzó a moverse y sus dedos se entrelazaron sobre sus piernas. Jungkook no pareció darse cuenta de lo que estaba haciendo de igual forma y Jimin se ahorró su vergüenza.
Una vez vestido, Jungkook tomó la manta que hace unas horas no pensó en compartir y se lo arrojó a Jimin, la cual aterrizó en sus pies —. Duérmete... si es que puedes. Al amanecer todo tiene que seguir su curso normal sin levantar sospechas. Vigilare—fijo su vista en el bosque.
Aunque no quería hacerlo y tampoco podría hacerlo, Jimin no se atrevió a contradecirlo. No quería poner en duda el nivel de paciencia de Jeon, pues seguía teniendo ese sentimiento de temor con respecto al hombre y lo fácil que su mal carácter explotaba.
No obstante, todavía tenía algo que picaba en su lengua...
—Jungkook...—Jimin lo llamó con cautela y aquel le dio una mirada vacía, un poco malhumorada posiblemente pensando que diría alguna tontería o algo que daría pie a una discusión—Gracias por salvarme—dijo con toda su sinceridad.
La verdad no sabía por cual de todas las veces le estaba agradeciendo.
Jungkook mostró un dije de sorpresa en sus ojos por su agradecimiento. Le respondió con un simple sonido gutural y se volvió a voltear al bosque, no dándole más atención.
Jimin se cubrió con la manta que por fin le brindó la calidez que necesitaba —. Byron, ven aquí mi pequeño héroe—llamó al perro que fue hacia él caminando despacio —. Gracias por salvarme —le dio un beso en el puente de la nariz y se acurrucaron para dormir.
No podía descansar, sentir paz interior, sino estaba en compañía de su mascota, se acostumbró así, y aunque sabía que no dormiría en lo absoluto, cerró sus ojos. Lo último que miró fue a Jungkook poniéndose de pie empuñando su pistola Ak mientras estudiaba el entorno oscuro.
El resto de la madrugada Jimin lo escuchó caminar incansablemente de un lado hacia otro alrededor de la fogata, alrededor de ellos.
[...]
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Había un sentimiento inquietante y pusilánime en su corazón. Aunque Jimin escuchaba y veía todo lo que acontecía a su alrededor a la mañana siguiente cuando los hombres del pelotón despertaron desvelados (notó que sufriendo de resaca) y conmocionados porque había una baja en el equipo, no se involucró de ninguna manera y simuló demencia cuando Minho le preguntó a todos por el paradero del imbécil que se embriago hasta el anochecer.
Nadie sabe nada, afortunadamente. Con pereza, los hombres lograron ponerse al corriente dejando de lado sus malestares físicos y recogieron las armas para partir apresuradamente al interior del denso follaje. A pesar de no haber dormido, Jimin no se sentía exhausto, al contrario, se encontraba más despierto y vivo que nunca. Se le llama adrenalina. La brisa fresca tampoco calmaba sus nervios.
Estaba haciendo exactamente todo lo que acordó con Jeon; permanece callado, caminando a la par suyo para pasar desapercibido mientras enrolla sus manos intranquilas en la correa de Byron, intentando esconder su nerviosismo corporal. No parecen notarlo de igual forma, es un cero a la izquierda de la ecuación, ya que sigue manifestando el mismo miedo que el día anterior y el anterior a este. Nada nuevo, nada que encienda sospechas.
Recorrieron parte de los alrededores, aún no encontraban rastros del hombre perdido, exceptuando su botella del licor sobre una roca con forma de hongo, lo cual tenía al castaño al borde de la locura porque estaban cerca del lugar donde ocurrieron los hechos. Sabía que no encontrarían nada que no fueran restos de carne humana y huesos ensalivados, además de posiblemente un muerto alimentándose de ellos por la manera en que Byron se tenso al olfatear el suelo tierroso.
Lo estaba asfixiando una profunda sensación de pánico al imaginar las barbaridades que le harían si se enteraban que ellos fueron quienes acabaron con el infeliz abusador. Se estaba alterando. Jungkook le dio un codazo discreto junto a una mirada firme que decía "tranquilízate".
Jimin intentó hacerlo, diciéndose que no había nada que los culpara.
Justamente antes de descubrir el cadáver, el cual debía estar detrás de aquel roble gigantesco a veinte metros de distancia, se detuvieron a descansar y discutir sobre los siguientes movimientos. Intranquilo, Jimin observó de reojo aquella dirección mientras los miembros del pelotón conversaban.
Esta mañana todo el grupo parecía físicamente más agotado, incluido Jungkook, quien Jimin sabía no descanso por vigilar. La temperatura bochornosa, los infernales mosquitos y el ambiente natural tampoco ayudaba a sumar energías. Estaban perdiendo tiempo valioso de luz solar en la búsqueda imprevista y eso comenzó a frustrar los planes del grupo.
—Ese hijo de puta. ¿Dónde carajos se metió? —Minho gruñó roncamente por el cansancio corporal y dejó caer su mochila pesada al suelo—Por su propio bien espero no encontrarlo o lo golpeare tan fuerte que no podrá moverse en una puta semana—se recargo en un árbol.
—¿Cuándo fue la última vez que lo vieron? —Jungkook le preguntó a los hombres con naturalidad, incluso fastidio como si los culpara.
Jimin admiraba la facilidad con la que se le daba simular.
—Pues no lo se, ya había oscurecido... —el hombre que Jimin reconocía como Gunwook se rascó la nuca, escondiendo la evidente resaca que dominaba su semblante. Según los presentes fue la última persona que estuvo con él—, cuando fui a dormir estaba terco en quedarse otro rato, pero lo mande al demonio. ¡Cómo iba a saber que el muy gilipollas se metería en el bosque y no volvería!—se deslindó de la culpa, alzando su voz molesta.
—Estaba tan ebrio que no dudo que se cayera en una zanja — dijo el hombre de bandana, Minho.
—¿Y ahora qué? No podemos seguir vagando, Minho —habló el tercer hombre llamado Kamden que medía dos metros de altura —. El jefe nos envió aquí para cumplir un encargo y llevar información, no a buscar un borracho que se perdió en el bosque. Nos colgará de las pelotas si no llegamos según lo planeado.
Al escucharlos, Jimin pensó que esta gente no conocía la lealtad siquiera entre ellos mismos.
Resoplando, el mencionado se llevó agarro el puente de nariz, puesto que evidentemente tampoco quería recibir los famosos castigos de Dakho. Eran tan bárbaros que ni en voz alta se podrían mencionar.
—¿Y qué hay de ustedes, lo vieron? — preguntó Minho dirigiéndose en esta ocasión a Jungkook y a Jimin, parándose frente a este último que volvió a sus cinco sentidos e hizo contacto visual con el hombre delante suyo—Durmieron alejados de todos, deben haber escuchado algo extraño. ¿Tú viste algo, Igor?—se encargó de enfatizar la palabra.
Los nervios de Jimin afloraron atómicamente al ser cuestionado de forma directa por Minho. El hombre tenía una mirada intimidante, que te sacaba la verdad involuntariamente y en su caso particular, la horrible cicatriz surcaba una línea mejilla a mejilla cruzando por el puente de la nariz.
—No, no vi nada—respondió velozmente sin pensarlo.
—¿Estás seguro?—lo cuestionó no fiándose de su respuesta. Minho escaneó su anatomía de arriba a abajo. Ladeó la cabeza a un costado—Desde hace rato me preguntaba por qué te ves tan sucio. ¿Qué diantres te pasó? ¿Te revolcaste en la tierra?—le quito una hoja seca del cabello.
—Yo... me caí en un desnivel—Jimin evadió la pregunta lo mejor que pudo, pero no fue de ayuda que a su mente vinieron los recuerdos de la pelea cuerpo a cuerpo, el dolor, las imágenes de la sangre, los restos del hombre muerto, los ojos sin vida...
Su corazón se aceleró y Jimin inconscientemente miró en dirección al roble, ocasionando que Minho entrecerrara los ojos.
—¿Qué tienes aquí...? —arrugando las cejas, Minho tiro hacia abajo la camiseta de Jimin, exponiendo la piel color morada con verde oscuro que rodeaba todo su cuello y era imposible esconder, detallando levemente la figura de unas manos y en específico, los dedos.
Los presentes inmediatamente abrieron los ojos como platos —. Mierda, ¿qué tiene ahí?—Kamden se acercó también para verlo mejor.
—Definitivamente no lo tenías ayer. ¿Qué te pasó? ¿Quién te lo hizo? —sin dejar de sostener su camiseta para evitar que Jimin huyera, Minho dio un paso intimidante al frente al mismo tiempo que Jimin dio uno hacia atrás —. Responde.
El hombre lo haló violentamente hacia él y Jimin levantó sus manos por inercia en un acto de defensa.
El hombre lo haló violentamente hacia él y Jimin levantó sus manos por inercia en un acto de defensa.
—E-esto es... es—Jimin balbuceo, incapaz de decir algo coherente o lo suficientemente convincente.
Su mente se quedó en blanco y su corazón se hundió en terror.
Estaba seguro que su expresión alterada y las lágrimas formándose en las esquinas de sus ojos, ya lo había delatado frente a los hombres que estaban haciendo una barrera delante suyo y lo miraban con ojos agresivos.
Este era el fin.
Lo habían descubierto.
Antes de que Jimin se pusiera sobre sus rodillas y sintiera la presión de confesarlo todo y rogar por su vida, de pronto, una mano se atravesó en su visión periférica. Una intervención que le devolvió el alma al cuerpo. Jungkook cerró su mano alrededor de la muñeca de Minho, apretando tan fuerte que el dolor lo obligó a soltar la camiseta de Jimin y retrocedió.
Jimin se sintió aliviado, sin embargo, no esperaba lo que vendria despues.
Todo sucedió tan rápido que Jimin apenas pudo comprenderlo. Con su mano libre Jungkook atrajo a Jimin bruscamente hacia él, jalándolo por la cintura hasta que quedaron pegados. La espalda de Jimin contra el pecho de Jungkook. Pudo sentir su fuerza dominante y sus músculos duros. Su brazo estaba rodeado su cuerpo entero para mantenerlo en su sitio. Jimin se asustó por un momento, pero su cuerpo no tuvo reacción alguna y se quedó en esa incómoda posición con la respiración agitada.
Aturdido, Jimin miró la barbilla apretada de Jungkook que estaba sobre su hombro a sus espaldas. Su atención estaba totalmente sobre Minho.
—Ten cuidado con esa mano si es que quieres seguir conservándola, Minho — Jungkook le advirtió al hombre, viéndolo fijamente con ojos retadores y algo divertidos—. Solamente yo puedo tocar mis cosas... ¿O acaso alguna vez yo he intentado tocar a tu mujer? —le preguntó.
Minho gruñó, una mezcla de asombro y enfado cruzando por su cara mientras se agarraba la muñeca punzante —. ¿Ahora eres defensor de los esclavos? ¿Los mismos que has asesinado por orden de Dakho? —bufó con una risa de desdén—. No lo estaba tocando por gusto. Que asco. Simplemente hice una pregunta. ¿No puedo preguntar tampoco? ¿Has visto lo que tiene en el cuello? — insistió él.
Una mueca astuta y relajada se atrevió a teñir la cara de Jungkook antes de decir con un orgulloso descaro: —Claro que la he visto—se burló él—. ¿En serio tengo que explicarte como me gusta follar? ¿Es que nunca has dejado marcas? — respondió sorprendiendo a todos los presentes.
Kamden frunció el ceño asqueado y se alejó del grupo no queriendo escuchar esa conversación mientras que la boca de Minho cayó hasta el suelo, esperando cualquier respuesta menos la recibida. Deslizó su mirada de Jungkook a un Jimin que tenía expresión de anonadada y a su cuello color violeta sucesivamente.
—¿Debes estar jodiendo? ¿En verdad te cogiste a un hombre? —Minho los vio con aberración como si no hubiese cabida a esa opción.
—¿Alguna vez me has visto bromear, idiota? —Jungkook lo miró con las cejas negras fruncidas.
No era sutil ni mucho menos amable la forma en que Jungkook estaba apretando a Jimin contra su torso, encajando los dedos en su cintura. Su toque no era falso, era totalmente real, y Jimin podía sentirlo. Jungkook lo estaba tocando. Realmente lo estaba haciendo.
Cuando la conmoción se desvaneció, el castaño no lo pensó y golpeó a Jungkook en el pecho para alejarlo de su cuerpo y que dejara de tocarlo, dándole más credibilidad al asunto cuando el pelinegro volvió a atraerlo hacia él evitando que se fuera corriendo y empezaron a pelear.
—Esta mañana no estoy de humor para soportar a nadie, mucho menos a ti—los dedos de Jungkook se enroscaron en la mandíbula de Jimin. Se inclinó ligeramente, quedando muy cerca, tanto que Jimin tuvo que echar la cabeza hacia atrás por inercia —. Creo que he sido muy bueno contigo todo este tiempo...
El castaño tragó saliva y se quedó totalmente quieto.
El tono insinuante de sus palabras fueron como un golpe directo al corazón. Jungkook no pasó desapercibido ese pequeño detalle, tampoco pasó desapercibido la forma en que el delgado cuerpo de Jimin tembló bajo su agarre y sus mejillas se ruborizaron por su propia reacción.
La mirada de Jungkook se agudizó y por una milésima de segundo, bajo su mirada a un lugar prohibido, los labios afelpados y entreabiertos.
Entonces, Jungkook pareció reaccionar y caer en cuenta de lo que estaba pasando entre ellos... La posición en la que estaban fuera de la actuación que querían mostrarle a los hombres frente a ellos. El brazo de Jungkook finalmente se aflojó y Jimin pudo soltar el aire que había contenido en sus pulmones.
—Carajo, Jeon. ¿Qué eres, un cavernícola? Siquiera sabía que tirabas para ese bando—los interrumpió la risa de Minho, todavía incrédulo—, pero bueno, quien soy yo para juzgar, ¿verdad? — hizo una mueca al verlos en esa posición comprometedora y recogió su bolso del suelo —. De acuerdo, basta de embriagarse y follar. No podemos perder más tiempo en buscarlo, si Chen está vivo volverá a la zona del campamento. Nosotros tenemos que seguir —una vez dada la orden, Minho continuó la caminata por el sendero rocoso.
—Hey, pero que buena noche pasaste, amigo. Algunos solamente escuchamos los jodidos ronquidos de oso de Kamden—con orgullo, Gunwook le dio un apretón en el hombro a Jeon y después vio al castaño que seguía conmocionado—. Buena suerte, chiquitín. Espero la próxima vez no mueras asfixiado —mencionó, no obstante, Jimin a penas le prestó atención, viendo a otra parte.
Los hombres se fueron riendo de la pareja, alejándose de los restos humanos del compañero que estuvieron buscando toda la bendita mañana y estuvo delante de sus narices todo este tiempo. Una vez los perdieron de vista entre los arbustos frondosos, Jungkook soltó a Jimin casi como si éste quemara al igual que Jimin retrocedió de un salto mientras lo miraba acusadoramente.
—Debiste cubrir eso. ¿Creíste que no lo verían?—Jungkook lo culpo de inmediato.
—¿Cómo querías que lo cubriera si no tenemos ropa? A penas tengo esta camiseta sucia, tú debiste darme algo para cubrirme—en lugar de restregarme contra ti, quiso decir, acomodándose el cuello de la camiseta y dando otro paso hacia atrás para poner más distancia entre ellos.
Jungkook torció la boca porque en el fondo sabía que no fue culpa de Jimin, y no pronunció nada más para no darle importancia a un error que no llegó a mayores. Si sospecharon o no, aparentemente lo dejaron pasar esta vez.
Una vez callados, ambos se vieron un momento lleno de incomodidad. Y Jimin se atrevía a decir que, por primera vez, Jungkook titubeó.
—Solo... No te quedes atrás—dijo en su lugar y retomó el camino por el sendero.
Y se fue, no dejando ni polvo a la vista, se fue como si no hubiese hecho nada, como sino lo hubiese tocado, dicho semejante disparate e invadido el espacio personal de Jimin hace tan solo un momento atrás, el cual seguía procesando lo que acababa de pasar.
Entendía la razón de su actuar, era por el bienestar de ambos, pero eso no quitaba el hecho de que casi se le sale el corazón del pecho cuando aceró su cara a la suya. Estuvieron tan cerca. Jimin no recordaba cuando fue la última vez que su rostro estuvo así de cerca del de alguien más.
No recordaba la última vez que su corazón latió tan rápido, sus piernas flaquearon y sus mejillas se ruborizaron por ser tocado por otra persona...
El castaño se llevó una mano a ese lugar como si hubiese corrido un maratón.
Jungkook prácticamente lo había manoseado sin su permiso, sin embargo, por muy confuso que fuese para Jimin... no sintió enfado, miedo o asco, sorpresa probablemente, pero no era ninguno de los tres. No fue como la pesadilla ultrajante e invasiva que padeció la noche anterior, fue diferente.
Fue diferente porque se trataba de Jungkook y Jimin estaba comenzando a depositar su confianza en él... en el hombre que pese a todo, una vez más le había brindado protección. A pesar de no conocerse, Jungkook lo seguía ayudando por alguna razón.
La confianza se gana, y si seguía vivo e intacto, indudablemente era gracias a Jeon.
No sabía si existía razones ocultas o un precio futuro a pagar, pero esto era lo mejor que Jimin tenía, lo más seguro.
Conmocionado, Jimin miró a Byron. El can todo el rato estuvo viéndolos devuelta, sentado en el piso con la lengua rosada de fuera. Parecía curioso por lo que estaba pasando entre los dos humanos.
—No, no digas nada...—le advirtió.
Jimin se las arregló para arrastrar sus pies detrás de Jungkook con las cejas aún fruncidas y las piernas temblando. No estaba seguro de cómo debería sentirse al respecto y tampoco quería admitir que con ese simple contacto físico, Jeon logro desestabilizarlo y ponerlo muy nervioso... aunque no sabía exactamente en que sentido.
[...]
El viaje terminó cuando el sol estaba en su punto máximo de la tarde, recibiéndolos alegre en la cima del acantilado en donde las piedras lisas hacían resbalar las suelas de los zapatos y el fuerte viento le despeinaba los mechones de cabello marrones cubriéndole la visión de los ojos.
La gélida ventisca a esta altitud era peligrosa, te arrastraba con fuerza y cortaba la respiración. Jimin llevaba los oídos tapados desde hace un rato e iba caminando cuidadosamente con cada paso que avanzaba cerca de la orilla—. Byron, cuidado—estiró la correa.
No quería arrimarse demasiado, temía que hubiese un derrumbe y cayeran cientos de metros por la ladera.
Desde estas alturas tenían una vista perfecta del claro despejado. Un hermoso panorama de fotografía; las montañas se alcanzaban a ver en el final del horizonte lejano mientras que las pequeñas viviendas campestres yacían regadas por el campo que abarcaba varios kilómetros de zona verde y en específico, resaltaba una estructura más grande en el centro de todo.
Parado en cuclillas casi a la orilla del barranco, Jungkook observó una última vez el mapa marcado con líneas rojas que hizo Jimin. Con los binoculares en la mano, le preguntó:—¿Es ese de allá, cierto?—indicó.
Conmocionado, Jimin se acercó un poco y asintió con los ojos abiertos de par en par. Un embrollo de sentimientos surgieron en sus entrañas al mirar su refugio desde la lejanía. No podía creerlo. Tuvo que parpadear varias veces para asegurar que no era un sueño.
Cualquier pizca de malestar y cansancio se desvaneció. Habían llegado, realmente estaban aquí. Estaba tan cerca pero tan lejos a la vez.
Tan cerca de la libertad.
Si estiraba su mano era casi como si lo tocara...
Una sonrisa entrañable estuvo apunto de levantar la comisura de sus labios, pero Minho tarareando de felicidad y chocando la mano con Gunwook lo hizo caer al estiércol, recordando la razón de este viaje.
La impotencia más grande que podía sentir era estar aquí y no poder escapar, a pesar de no tener cadenas que lo detuvieran físicamente. No poder hacer nada, no poder evitar esto, no poder gritar a los cuatro vientos «¡HUYAN! ¡CORRAN TODOS! ¡PÓNGANSE A SALVO» sabiendo que nadie lo escucharía. La situación era exasperante.
Allí estaba su grupo. Y por un mágico segundo Jimin se imaginó corriendo hacia la libertad, sin embargo, Sunoo seguía atrapado en la capital Era tan solo un niño. Debía tener mucho miedo ahora mismo, esperando a que regresara a su lado como se lo prometió.
Jimin no le abandonaría. Lo mantendría a salvo sin importar que.
—Lo lamento—masculló en voz baja intentando liberarse de la culpa que lo abrumaba.
Minho, Gunwook y Kamden se encargaron de analizar el edificio distante, sus defensas y puntos débiles para crear una estrategia. Pero aún con la ayuda de los binoculares era una mancha gris en medio del follaje. Necesitaban acercarse un poco más y verificar que realmente había gente refugiada ahí, así que los tres hombres se marcharon por el oeste, además, para tomar información sobre las entradas y los sistemas de protección o barreras, manteniendo la comunicación a través de una radio que llevaban consigo.
Jimin sabía que no contaban con nada de eso, sin embargo, no se los dijo. El único escudo que tenían eran las tablas de madera en las ventanas, si es que eso contaba como protección, y la reja "electrificada" que circundaba el edificio. El sistema de seguridad no funcionaba cuando llegaron, así que prácticamente era una simple malla oxidada de hierro que podía ser derribada fácilmente.
—De las personas que residen ahí, ¿cuántas saben defenderse? — le preguntó el pelinegro.
Jimin vaciló, no queriendo responder.
—Cuatro... —murmuró muy a su pesar.
Jongin, Taemin, Yoongi y HyungSik. Cuatro de un grupo de casi treinta personas sabían usar una pistola y luchar adecuadamente cuerpo a cuerpo. Querían emboscar al grupo equivocado, no se necesitaba un plan o una estrategia cuando allí adentro únicamente se encontraban mujeres, hombres de edades avanzadas y enfermos.
Jungkook despegó sus ojos de los binoculares para verlo con clara incredulidad—. Dime la verdad. Si mientes en algo, quien pagará las-
—Es la verdad—interrumpió Jimin con molestia y luego, suspiró con potencia. La lamentable verdad era que podían llegar con sus armas y tomarlo todo sin un rival digno. Nadie podría detenerlos —. Son personas indefensas que no saben luchar siquiera contra los engendros.
—¿Engendros? ¿Así los llamas? — preguntó Jungkook sarcástico.
—¿Qué son para ti sino?—Jimin pidió—Llamarlos muertos es un poco vago cuando todavía pueden moverse y comer —le explico ofendido porque se mofara de él. Eran criaturas que fueron personas, murieron y volvieron a nacer con un aspecto anormal y deforme.
De igual forma Jungkook no le dio crédito y rechistó, ensimismado en el paisaje natural. Entonces, Jimin guió su mirada melancólica a donde Jeon veía con pasión y respiró por la nariz el aire fresco.
El panorama yacía tan pacífico, etéreo y precioso, que parecía el mundo antes de la plaga de los infectados, caracterizado por la vegetación y la fauna cantante; un grupo de pájaros viajaba a través de los rayos del sol, creando sombras en los árboles debajo de ellos. Una imagen embustera de la calma.
Se quedaron en el barranco un buen tiempo, simplemente esperando.
Absorto en la vista, Jungkook se colocó erguidamente, quedando hombro con hombro junto a Jimin mientras admiraban la naturaleza y ambos luchaban contra sus propios demonios internos. Estando aquí en la cima de todo, con una sensación falsa de serenidad invadiéndole, el pelinegro recordó los primeros planes que había hecho sobre sobrevivir en Gimhae. Si lo hubieran hecho a tiempo... todo fuera tan distinto.
Lamentablemente el hubiera no existe.
El momento tranquilo fue arruinado por los hombres de Dakho hablando a través de la radio, quienes avisaron que básicamente ya tenían la información que necesitaban para atacar al grupo de Seúl, incluso Jimin escuchó a Minho decir que vieron a un hombre viejo salir del edificio junto a varias mujeres, sin embargo, los dejaron libres meramente porque todavía no era el momento de atacar.
Jungkook se giró a Jimin al notar la cara horrorizada que puso éste por el último dato y miró velozmente hacia el edificio borroso. Se paró cerca de la orilla.
—Jimin...—llamó al hombre que parecía tener la intención de arrojarse al vacío para volver con su grupo velozmente y defenderlos. Estaba perdiendo la razón. Una caída así indudablemente lo mataría—Jimin—llamó más fuerte, sacándolo de su trance. El castaño lo volteó a ver—. Está hecho, ¿puedes entenderlo? Y pase lo que pase, no podrás evitar lo que viene—le avisó con rostro serio.
Fue más bien una advertencia, una clara advertencia.
Jimin levantó la barbilla para mirarlo entre sus pestañas deprimidas. Hubo un silencio, un silencio que pudieron significar muchas cosas y no dejó satisfecho a Jeon, ya que aparentemente sus palabras no quedaron del todo claras.
Unos minutos más tarde, Jimin decidió hablar: —Podemos quedarnos hasta el atardecer, por favor... Quiero un momento de paz antes de que todo comience—pidió mirando después el horizonte nublado por las nubes.
Sabía que luego de este día, nunca volvería a tener paz interior. Nunca volvería a sentir paz en general.
Una guerra sangrienta estaba a la vuelta de la esquina.
Para sorpresa de Jimin, Jungkook aceptó su petición. Tiró su fusil a un costado y moviéndose lentamente, tomó asiento en la orilla del barranco dejando que sus largas piernas colgaran al vacío.
Con una inhalación profunda, Jimin dudó en ponerse a su costado, pero al final se armó de valor y lo hizo manteniendo una distancia prudente entre ellos. Era extraño compartir junto a Jungkook un momento tan sereno y silencioso cuando todo era violencia. Se agarró sus pequeñas manos juguetonas sobre su regazo y sus pies lanzaron varias patadas ansiosas al aire.
No dijeron nada durante el tiempo que estuvieron allí sentados, simple y sencillamente se dedicaron a ver el hipnótico atardecer, a no pensar en nada durante varios minutos, a vivir un momento de paz... un momento normal. Dos personas, un perro y un bosque.
Una mariposa azulada emergió de un ramo de flores que tenía lugar en una esquina del barranco y aleteo frente el rostro de Jimin. Siendo muy cuidadoso, extendió el dorso de su mano para que el bello insecto aterrizara sobre ella.
Jimin apretó los labios, enternecido, y se dio cuenta que Jungkook lo miró de reojo, pero obviamente no dijo nada. Le gustaban los animales. Acercó la mariposa a la cara de Byron, la cual salió volando cuando el perro quiso olfatearla.
Byron se fue corriendo detrás de ella y tanto Jimin como Jungkook miraron por encima del hombro para supervisarlo.
Al paso del tiempo pudieron apreciar los diferentes colores fulgurantes que tiñeron el cielo. El castaño estaba seguro que jamás volvería a presenciar algo tan lindo antes de morir, ya que seguramente no faltaba mucho tiempo para eso..
—Propósito—Jungkook habló de repente, rompiendo con el silencio. Jimin lo miró confundido porque el hombre iniciara una conversación entre ellos, no obstante, esperó pacientemente a que prosiguiera —. Me preguntaste cómo puedo vivir de esta forma—aclaró —. Tengo claro el propósito por el que sigo vivo. Nunca he pensado en escapar porque no estoy buscando recuperar una vida que perdí hace mucho. No hay nada para mí allá afuera, solo está aquí y no me iré hasta lograr lo que quiero—contestó con una irreprochable determinación.
Jimin miró directamente su perfil masculino. El anaranjado del cielo provocaba que sus ojos parecieran los de un león qué pasó por una formidable lucha. Había dolor en su mirada. No podía decir que entendía lo que el hombre tuvo que pasar porque no lo sabía, sin embargo...
—¿Y ese propósito vale tanto para aceptar convertirte en el títere de ese idiota?— se atrevió a decirle con una brizna de molestia en su voz.
Jungkook insinuó una risa apagada—. Como no tienes una puta idea—respondió sombríamente.
Valía mucho más que eso, valía porque no solo le quitaron su libertad sino que aparte le arrebataron su identidad, sus decisiones e incluso su propio rostro. Lo convirtieron en uno de ellos, en el terror de los sobrevivientes, en el terror de personas como Jimin, en quien notaba cuánto le temía, incluso podía darse cuenta que a sus propios amigos les causaba escalofríos. Todo era ameno y sonrisas hasta que él llegaba al comedor. Pensaban que no debían sonreír ante alguien tan miserable como él.
Era un hongo infeccioso que abarca todo. Las personas carentes de energía consumen las de otras personas y a su alrededor todo estaba marchito.
Claro que valía la pena hacer todo lo que fuera necesario con tal de poder vengarse algún día.
El castaño ladeo la cabeza ante su silencio prolongado. Entendía que algo malo estaba pasando por la cabeza de Jungkook, sus ojos expresaban demasiado odio.
—He pasado por mucho. Para este punto, flaquear significa dejarlos ganar—se limitó a decir.
—¿No han ganado ya?—preguntó Jimin más rápido de lo que hubiera deseado.
La realidad era desagradable, terriblemente desalentadora, pero era un hecho que habían perdido ante estos exterminadores, porque eso era lo que eran, exterminadores. Destruían todo a diestra y siniestra sin importarles lo más mínimo.
Jungkook lo miró seriamente a los ojos y Jimin pensó que dijo algo erróneo, sin embargo, no era más que la verdad.
—Ellos ganan cuando tú te rindes, y eso es lo que quieren. Hacerte sentir temeroso y derrotado— le contestó contundente.
No tener nada que perder implicaba tenerlo todo por ganar y cuando Jungkook se dio cuenta que todos compartían el pensamiento de Jimin sobre escapar en lugar de luchar, entendió que habían quebrado sus espíritus, tenían miedo y el único con la voluntad de cambiar algo era él.
—Bueno, ya han logrado hacerme sentir así—confesó él con sinceridad. Le avergonzaba admitirlo —. Quisiera ser más como tú...— tal vez si fuese más como Jungkook, si tuviese su coraje sería más capaz de hacerle frente a la situación.
Para Jungkook este infierno parecía ser tan sencillo. Le intrigaba que nada parecía afectarle y fuera indiferente con el sufrimiento ajeno, siempre con esa cara de disgusto y ojos inexpresivos. Por momentos, Jimin se preguntaba que estaba pasando por la cabeza de aquel, que había detrás de las barreras de hierro cubriéndolo.
Hubo una mirada de asombro en el rostro de Jungkook y ladeó la cabeza hacia un costado como si Jimin hubiera dicho un disparate, una estupidez.
Ansioso, Jimin se mordió los labios —. ¿Por qué me miras así? — cuestionó.
La incomodidad que había entre ellos desde el acercamiento que tuvieron hace unas horas seguía picando allí, o al menos seguía poniendo tan nervioso a Jimin que no podía ver los ojos de Jungkook durante tanto tiempo seguido y sabía que el pelinegro se daba cuenta de ello.
Los ladridos de Byron interrumpieron la conversación, quien de pronto miró el bosque detrás de ellos en donde varios matorrales se ondearon.
Ambos se sobresaltaron al darse cuenta que había alguien entre los arbustos. Jungkook fue el primero en levantarse de un brinco para combatir el peligro mientras Jimin se quedaba detrás suyo en posición de ataque con el bate de béisbol.
El pelinegro avanzó y apuntó con su fusil alargado a la persona que salió de entre los arbustos.
Una mujer.
—¡Espera! — Jimin agarró el antebrazo de Jungkook para que descendiera la pistola cuando reconoció la figura femenina.
—¿Señora Jungie? — preguntó Jimin, confundido.
—Dios mío. Joven Jimin, ¿es usted? — dijo la mujer en voz baja mientras se las arreglaba para salir de los frondosos arbustos y soltarse de las ramas que se aferraban a sus tobillos.
—Señora Jungie, ¿qué está haciendo aquí afuera, en el acantilado?—hizo una pausa—. ¿Cómo me encontró?
Al principio el castaño pensó que estaba alucinando el rostro conocido, pero al darse cuenta que no era así, le lanzó una mirada inquieta a Jungkook que tenía el entrecejo fruncido. Su semblante se ensombreció drásticamente. Ninguno entendía qué estaba pasando y Jimin no quería que Jungkook pensara que esto era algún tipo de complot porque no era así.
Jimin se fue acercando a ella con Jungkook pisándole los talones, completamente desconcertado ante la aparición de la mujer en la cima del barranco. Debía recorrer mucho trayecto de naturaleza salvaje para llegar aquí arriba, sin mencionar que no traía algún arma o mochila con provisiones. ¿Cómo diantres había llegado a este punto ella sola?
Los hombres de Dakho no debían verla.
—N-no lo sé... me perdí en el bosque cuando estaba buscando comida, pero de pronto reconocí su olor y lo seguí hasta aquí — fue su respuesta al mismo tiempo que seguía acercándose a él, caminando de forma lenta.
—¿Mi... mi olor? — Jimin ladeó la cabeza, no entendiendo en un primer instante, sin embargo, cuando escuchó al rottweiler gruñir desde la cima de una piedra, sus pies dejaron de avanzar.
Oh no...
—No te acerques—Jungkook agarró el brazo de Jimin para hacerlo retroceder y quedar delante suyo, teniendo su arma lista para disparar a la mujer infectada.
—Joven Jimin, por favor. No se vaya otra vez, necesitamos su ayuda... algunos murieron de hambre y otros están muy débiles...—la mujer siguió acercando a ellos, dando pasos lentos y seguidamente, levantó las brazos tratando de encontrarlo.
La transformación avanzada le había arrebatado el sentido de la vista y giraba la cabeza bruscamente de este a oeste, norte a sur, al no saber exactamente en dónde estaba parado Jimin. Cuanto más se acercaba, mejor se podía ver su apariencia física; tenía los ojos grisáceos, venas negras alrededor de la cara leprosa, el cabello se le estaba cayendo y efectivamente, contaba con una herida en la pantorrilla de la cual cojeaba.
—Cuando usted se fue Jimin todo se volvió un caos y nos quedamos sin comida... Salí a buscar por mi cuenta y fui atacada por una cosa extraña, no era un muerto, le juro—tosió con fuerza—l-le juro que estoy bien... —la mujer histérica le sonrió con los dientes negros sin detenerse. A cada paso que avanzaba los arrinconaba al acantilado.
—Señora Jungie, por favor, quédese donde está. No queremos hacerle daño—dijo Jimin, espantado de ver a la mujer en esa condición.
¿Qué demonios había sucedido en su ausencia?
—¿Hacerme daño? Pero... pero no estoy infectada —insistió ella.
—De un paso más y le vuelo la cabeza—advirtió Jungkook esta vez.
Entonces, la mujer tuvo un tic en la cabeza y algo pareció quebrarse anormalmente en su semblante pacífico—. ¡¿Que?! ¡¿Cómo se atreven a amenazarme?! ¡Estoy así por culpa suya, Jimin! ¡Nos abandonó! ¡Pensé que era buena persona, pero es un hijo de puta que se fue sin dejarnos nada!—exclamó la mujer salpicando restos de sangre oscura por todos lados.
Byron comenzó a ladrar más fuerte, creando caos y Jungkook puso el dedo sobre el gatillo—. ¡Jimin!—lo llamo, advirtiendo que abriría fuego
—¡Señora Jungie, cálmese!—pidió Jimin en un grito exasperado.
—¡No me voy a calmar! ¡Merece el mismo destino que nosotros! —sentenció la mujer antes de voltearse al lugar preciso donde Jimin estaba de pie, lo había localizado, y emitió uno de los característicos gemidos ahogados que producían los engendros que hizo vibrar su cuerpo entero—¡Aquí están! ¡Vengan todos! ¡Aquí...!
La bala atravesó la frente de la señora Jungie que cayó muerta sobre el suelo cuando los sesos salieron disparados por su nuca.
Respirando fuertemente por la boca, Jimin miró a Jungkook.
Asesinó a la señora Jungie.
—¿Qué mierda?—exclamó Jungkook, anonadado por la intensidad del suceso y el modo en que la mujer aún humana llamó a los muertos vivientes. Fue el primero en avanzar y cauteloso, movió con su bota militar el cuerpo inerte —. Nunca había visto a nadie en esta etapa. Se supone que se convierten en los primeros sesenta segundos.
Jimin inmediatamente apartó a Jungkook para no faltarle el respeto a la mujer que estaba evidentemente muerta y se agacho para cerrar sus ojos grises abiertos. Su corazón se apachurró dentro de su pecho.
—Dios mío, señora Jungie—Jimin se desplomó y tomó su mano helada entre las suyas. No podía creerlo —. Lo siento. Yo nunca quise dejarlos a su suerte. No fue mi intención que esto sucediera, lo siento. Todo es mi culpa, lo siento tanto—se disculpó varias veces sin parar.
La señora Jungie murió de una forma espantosa y lenta. Jimin tampoco había visto un caso así antes, era la primera vez.
Supuestamente no había un lapso de conciencia luego de ser infectado. Una de las razones por la cual la infección se propagó tan rápido por el mundo era precisamente porque la infección actuaba tan rápidamente que después de recibir la mordida las personas se convertían en segundos, entre los primeros 30 a 120 segundos, como máximo.
Pero Jimin realmente no se detuvo a analizar el hecho inédito sino se quedó abrumado por las últimas palabras de la mujer. Su culpa creció luego de escucharlo de otra persona. Aparentemente muchas cosas habían sucedido en su ausencia y no estaba seguro de querer saberlas.
Jimin se quedó unos minutos arrodillado delante de la señora Jungie en tanto pedía por su alma. Mentiría si dijese que sintió tristeza o pena por su descenso, pues sinceramente lo único que tenía en la cabeza era que, al menos, la mujer no tendría que vivir la guerra que se avecinaba.
No, la guerra que ya estaba aquí.
[...]
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El primer acercamiento de Jimin y Jungkook, debo decir que me emocione al escribirlo pero me controle xd.
Fue un capitulo largo. Espero les haya gustado mucho el capítulo y estoy abierta a dedicarle a alguien siguiente, solamente coméntelo aquí. Os quiero:)
Esperen el siguiente capítulo con ansias. Pueden decir teorías o cualquier cosa que piensen va a suceder.
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