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✘ ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴅɪᴇᴄɪɴᴜᴇᴠᴇ

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Jueves 01 de Mayo del 2023

Gimhae, Corea del Sur.
19:13 p.m.

Un año, dos meses y veinte días después del primer contagio.

...

En el borde del acantilado bañado en los matices amarillo, anaranjado y rojizo del atardecer, Jimin se demoró mucho tiempo, mirando el cuerpo inerte, despidiéndose de la mujer que fue parte de su grupo al igual que de su refugio borroso sobre la llanura cubierta de césped. No quería marcharse. Sus mechones marrones de cabello se alborotaron por la brisa helada que le acarició la camiseta, adherida a su piel por el sudor. Todo se sentía como un sueño que no terminaba y, nunca lo haría.

La señora Jungie tenía razón, todo fue culpa suya. Él provocó toda esta mierda, no intencionalmente claro, pero lo hizo. Jimin sentía dolor, pero sobre todo remordimiento y culpa, una aplastante culpa.

—Fue suficiente. Tenemos que irnos, despídete de una vez — el pelinegro lo llamó, el cual esperaba impacientemente detrás suyo.

El ocaso se aproximaba en unos cuantos minutos y era peligroso que cayera la noche. Tenían que volver al campamento con el pelotón y después, a la Capital. Jimin no quería volver a ese macabro sitio, con esa desalmada gente, pero no le estaban dando la oportunidad de elegir.

Emitió un suspiro y finalmente alcanzó a Jungkook para continuar con el viaje cuesta abajo por la pendiente rocosa. Al principio sus pies se rehusaban a moverse, sin embargo, se obligó a sí mismo a irse con la mente perdida y melancólica.

Lo único en lo que pensaba era que en la noche o a plena luz del día, en el bosque o en la ciudad, por causa de los humanos o de los errantes, la muerte les llegaba a todos por igual en el momento más intempestivo y de la manera más cruel. Si algo estaba destinado a suceder, entonces sucedería sin importar cuanto lucharas para evitarlo.

Comenzaba a resignarse a este destino y esta vez era de verdad. Estaba perdiendo las esperanzas.

No había escapatoria.

Al poco tiempo volvieron a estar rodeados de árboles, sonidos de animales salvajes y olor a naturaleza pura. Las cigarras que emitían un canto seseante que no sabían de donde provenía. No llegarían a la zona de campamento a tiempo, ya que estaba a kilómetros de ahí y la noche les respiraba en la nuca.

El cielo azul marino estaba despejado y las estrellas se asomaban entre las ramas torcidas de los árboles altos que se cernían por encima de ellos y chocaban entre sí, haciendo un ruido chirriante. Ademas, la opacidad y el frío estaban regresando periódicamente como cada vez que el calor del sol se escondía detrás de las montañas.

Tenían que encontrar una zona segura en alguna parte cercana, o de lo contrario, podría ser peligroso seguir desplazándose entre la maleza.

Con precaución, avanzaron entre la oscuridad que finalmente los había envuelto. La noche se cerraba con sigilo alrededor de sus cabezas. Era espeluznante. No veían absolutamente nada, únicamente las siluetas negras de los árboles y los arbustos robustos. Jimin se tropezó varias veces por los óbices que había en el suelo y casi se va de bruces, así que Jungkook sacó de su mochila dos linternas para vislumbrar el trayecto.

No hizo mucha diferencia, pues todo seguía viéndose siniestro.

La penumbra no los dejaba ver nada más que aquello que alcanzaba a proyectar la luz recta de las linternas a unos cuantos metros por delante. Caminaban y caminaban pero no llegaban a ningún lado. No se distinguía la profundidad del bosque; las montañas, el horizonte o la orilla de la carretera.

Estaban atrapados en el abismo negro.

El ambiente transmitía una vibra pesada y escalofriante. Tal vez era la cabeza asustadiza de Jimin jugándole una mala pasada, pero algo no se sentía bien. Levantó la cabeza para mirar las ruidosas ramas sobre ellos; era un mochuelo que se adentro en la covacha de un roble.

Negó con la cabeza y continuo.

Caminaba un paso a la vez detrás de Jungkook, quien se encargaba de despejar los obstáculos del camino y apartar las ramas con un cuchillo. Cada cinco minutos echaba un vistazo a su retaguardia para asegurarse que el castaño y Byron seguían ahí, siguiéndole el paso.

Aquel se estaba comportando diferente que antes. Su postura corporal estaba tensa. Su mandíbula estaba apretada, marcando su nuez de Adán que subía y bajaba nerviosamente al tragar y su pulgar no se había movido del gatillo de su arma desde que bajaron del acantilado.

Evidentemente algún mal presentimiento cruzaba por su mente.

El suceso inédito con la señora Jungie había logrado inquietarlo de algún modo u otro. Conocer esta nueva y aterradora fase del virus.

Si los días anteriores Jungkook había sido cuidadoso en explorar terrenos silvestres y desconocidos, ahora estaba en guardia, escaneando atentamente cada centímetro del área en donde estaban parados. La ansiedad no era normal en Jungkook, si estaba preocupado entonces había una razón importante de por medio y eso no le gustaba a Jimin.

Jimin no conocía cómo era la supervivencia en el bosque y tardó un rato en entender que Jungkook estaba rastreando y evitando algo a toda costa debido a las pequeñas señales que identificaba. En un tramo más adelante, se hincó sobre la tierra al reconocer unas marcas; huellas peculiares y borrosas formadas en el suelo. Vestigios de algún animal.

—¿Qué es eso? ¿Son huellas de... mapache? —le preguntó Jimin, ayudándole a alumbrar las huellas con su linterna amarillenta y sucia.

Los dedos de Jungkook tocaron la tierra húmeda que formaba figuras y después, levantó su vista al sendero por el cual caminaban. El camino había sido anteriormente asentado, se percibía gracias al césped maltratado y los matorrales caídos hacia los laterales.

—Tenemos que tomar otra ruta—avisó él y se levantó abruptamente, confundiendo a Jimin—. Esto no fue hecho por un mapache.

—¿Entonces?—preguntó, con las emociones a flor de piel. Jungkook no respondió, pero su cara amarga dijo muchas cosas—. ¿Qué hay mal?

El pelinegro pareció dudar en decirle para no alterarlo. A decir verdad, lo importante no era el animal sino su estado: —Dijiste que nunca has visto un animal infectado, ¿cierto?— cuestionó.

Jimin abrió sus ojos asombrados—. No—respondió de inmediato, no gustándole la conversación que venía. No puede ser.

—Yo tampoco — dijo él en voz baja, viendo al frente aún, estudiando la arboleda —. Pero he escuchado las historias. Peores que un muerto común, más repugnantes, más ágiles y más difíciles de asesinar —enfatizó sombríamente—, encontrarse con una de esas bestias es casi una muerte segura y estas huellas dicen tres cosas. Era un animal grande por la distancia que hay entre las huellas, el patrón en el que se desplazaba era extraño, no hay rumbo fijo, y secretaba un líquido negro — Jungkook señaló los vestigios salpicados sobre los matorrales.

Un escalofrío recorrió la columna vertebral de Jimin y como acto reflejo, miró de izquierda a derecha y luego a sus espaldas. Todo estaba oscuro. Sus cinco sentidos se avivaron más que nunca debido al miedo de saber que esa cosa había estado aquí.

—¿Crees... crees que un animal infectado atacó a la señora Jungie? — susurró Jimin con temor, la linterna tiritando en su puño.

El silencio del pelinegro confirmó su pregunta. Jimin se relamió los labios resecos y tomó una bocanada de aire.

De repente el hermoso bosque se había vuelto profundamente perturbador y alarmante. Esto era una confirmación de que ningún sitio era seguro. La ciudad estaba infestada de errantes a diferencia del bosque, sin embargo, en este último yacía una nueva amenaza, monstruos peores, escasos pero desafortunadamente más letales.

Y claramente, Jimin no deseaba un encuentro con un esperpento de ese calibre, ni por temeraria curiosidad. Un animal infectado era una contienda diferente que luchar y ganar.

—Cerca de mí, Jimin. No te alejes — indicó Jungkook con seriedad. Una seriedad que le indicó peligro mortal a Jimin y asintió, acatando sus órdenes—. Atento a Byron, puede que él llame más la atención.

Jimin abrió sus ojos asustados—. Mierda.

Desviaron el trayecto por el occidente, tomando una ruta más extensa, abrupta y desconocida cuesta inclinada. Era una zona montañosa e iban bajando de altitud. Tuvieron que zigzaguear el camino debido a los grandes desniveles de tierra y a las barreras inquebrantables de matorrales que impedían el paso lineal, lo cual lo hizo más tardado.

Se sentía como si cada vez se alejaran más de su destino e incluso el castaño se atrevería a decir que estaban perdidos. No reconocía nada de esto.

Llevaban toda la noche caminando.

Las plantas de los pies comenzaban a doler. Entonces, Jimin se arrimó a Jungkook cuando comenzó a cansarse y se sostuvo de la correa de su mochila para caminar a la par suyo y no quedarse atrás. Al pelinegro no pareció molestarle, al contrario, así obligó al castaño a caminar con más ímpetu sin detenerse y bajar el ritmo.

Era como si aquella criatura los estuvieran persiguiendo. El castaño no podía dejar de mirar sus espaldas con temor; la profunda oscuridad los seguía incansablemente. Estaban huyendo de algo que jamás habían visto, de algo que no sabían si era real o un cuento para asustar gente.

El viento arrastraba una abrumadora humedad de un lago cercano y parecía ser una buena opción esperar en la orilla del agua hasta el amanecer. Gran parte del suelo pasó de solido a ser fango pesado y las pisadas que daban generaban un ligero plop.

Era difícil seguir caminando con normalidad debido a la pesadez que se aferraba a sus zapatos.

A Byron no le gustaba la tierra irregular que ensuciaba sus extremidades. A cada metro que avanzaban se ponía más tenso al olfatear el ambiente y hubo un punto en donde se negó a continuar, clavando sus cuatro patas al suelo. Jimin tuvo que estirar la correa de su cuello, pero el animal retrocedía terco.

—Byron, ¿qué sucede? Vámonos—murmuró el castaño en un hilo de voz y el perro lloriqueo levemente, negándose a continuar.

El perro estaba asustado, temblando, con las orejas echadas para atrás y la cola metida entre las patas. Detectó una cosa importante, y esta vez siquiera quería hacerle frente a la amenaza que los acechaba y eso fue la señal que le indicó a Jimin que algo andaba terriblemente mal.

Dejo de luchar contra el lodo en sus zapatos por un momento y guió la luz a los alrededores, al suelo entero que los rodeaba para ver en donde estaban parados.

—Dios mío—Jimin se llevó una mano a la boca para no gritar. El terreno fangoso estaba tapizado por huellas de animal, las mismas que vieron antes, iban de aquí hacia allá sin rumbo, y conforme avanzaba la luz de la linterna, vislumbró restos de un animal muerto hundiéndose en el lodo, un zorro, identificó por el color anaranjado del pelo. Esto era un cementerio. Aún peor, mechones de pelo, huesos, cráneos y partes de diferentes animales por doquier. Estaban en la guarida de la bestia —. J-jungkook...—susurró—J-jungkook, creo que está aquí...—lo llamó tembloroso.

Fue demasiado tarde cuando el retumbante gemido ahogado de un animal los rodeó, ocasionando que Jimin brincara del susto. El corazón casi se le sale del pecho y la linterna se le cayó de las manos por los chasquidos ahogados que se propagaron por cada rincón del bosque oscuro; iguales al los de un engendro común, pero más fuertes, salvajes y vibrantes, como si se estuviera ahogando. El sonido de un depredador nato.

Nunca había oído nada parecido, nada más espeluznante y agresivo. Imponía fuerza. Fuera lo que fuera esa maldita cosa, emitía un sonido vibrante, alto y autoritario, debía poseer una caja torácica grande, y estaba mucho más cerca de lo que pensaban.

Eso definitivamente no era un muerto viviente... común.

Los pajarillos que estaban dormidos salieron volando repentinamente con aleteos agitados por encima de sus cabezas al oírlo. El pelinegro reaccionó inmediatamente, arrojando su mano al estómago de Jimin para que se pusiera detrás suyo mientras retrocedían sigilosamente paso por paso, viendo en todas las direcciones que yacían totalmente a oscuras.

Jimin se aferró a la espalda de Jungkook para protegerse y estiró la correa de Byron que volvió a gimotear. Los ruidos guturales de sorda naturaleza se escuchaban por todas partes. No sabían de qué dirección provenían o si tal vez eran más de uno.

Con su fusil recargado a la altura de su mejilla, Jungkook agudizó su oído y barrió el área con su mirada, alumbrando los arbustos esponjosos que bailaban de un lado hacia otro por el viento helado. Los gruesos troncos de los árboles formaban puntos ciegos y el denso follaje los rodeaba completamente.

Era imposible saber en dónde estaba.

Jungkook tragó saliva con dificultad, reuniendo todas sus agallas. No debía sucumbir al pánico cuando tenía a Jimin temblando detrás suyo a Byron encorvado entre sus piernas. Tenía que controlarse, a pesar de tener el corazón latiendo frenéticamente y la respiración agitada.

De pronto, una ramita crujió y Byron se inquietó al oírlo; el rottweiler enloqueció como nunca antes y se sacudía completamente desesperado para escapar de aquella criatura infectada. La correa metálica se tensó cuando se lanzó hacia adelante con toda su fuerza y el metal oxidado se rompió dejándolo libre.

Byron salió disparado directo a la lateral selvática y se perdió en la oscuridad antes de que pudieran detenerlo.

—¡Byron, no!—exclamó Jimin con los ojos aterrados y ciegos. Estuvo apunto de echar una torpe carrera detrás del perro, pero fue retenido.

La mano de Jungkook se engulló en su muñeca para impedírselo. Jimin enfureció por ser detenido, sin embargo, no pudo forcejear o pelear contra el hombre para que lo dejara ir cuando volvió a oír el cloqueo ensordecedor, esta vez un poco más cerca. Su cuerpo se paralizó involuntariamente por el pánico y los vellos de su nuca se levantaron al sentirlo literalmente detrás suyo.

Si se concentraba lo suficiente, ralentizaba su respiración y aislaba las pulsaciones palpitando en sus oídos, se podía escuchar el plop fuerte y descuidado de las pisadas lejanas aunado a los gemidos ahogados que se acercaban. La pestilencia hizo presencia en el viento que corría por el oeste. Estaba aquí.

Estaba muy cerca.

Era como un monstruo maligno de pesadilla que venía por ellos.

Jungkook le dedicó un gesto para que hiciese silencio y descendió su agarre, terminando por entrelazar su mano con la de Jimin. El castaño aguantó la respiración en sus pulmones y cerró los ojos apesar de no ver nada. Escuchaba todo. Tenía miedo, pero no iba a llorar en esta ocasión. Este era el momento donde debía mostrar su fuerza y coraje.

Apretó la mano de Jungkook como respuesta para permanecer juntos.

Pueden olfatear muy bien...—articuló Jungkook sin emitir sonido.

Oler...

La cabeza de Jimin hizo conexión rápidamente.

Entonces, el castaño siquiera lo pensó cuando se aventó en el fango. Agarró un puñado de barro en su mano y se la pasó por toda sus ropas y el sobrante lo untó en sus mejillas. Jungkook entendió e hizo lo mismo que Jimin embarrando el fango en sí mismo hasta quedar sucio.

Prácticamente ambos quedaron color marrón pero esto debía ser suficiente para camuflar su olor corporal y lo confirmaba que el animal infectado aún no se había dado cuenta de sus presencias en su hábitat.

Entonces, cautelosamente, Jungkook se lanzó hacia el interior de la jungla estirando a Jimin consigo, yendo hacia el lado contrario de donde el viento soplaba y venia la asquerosa fetidez del animal muerto.

Metiéndose entre los arbustos, Jungkook escaneó su entorno alumbrado por la linterna, sus ojos siguieron el recorrido de la luz y aterrizaron en una curva de tierra dura cubierta por las raíces gruesas de los árboles añejos. Era una especie de madriguera o guarida medianamente grande. Adentro estaba oscuro. Jimin también la notó y se acercaron rápidamente al túnel natural que estaba formado en el suelo.

Byron no estaba ahí, no obstante, el gemido todavía los seguía de cerca.

—Vamos, adentro —ordenó Jungkook en voz baja.

Era estrecho, pero no tenían otra alternativa, Jungkook permitió que Jimin se adentrará primero, arrastrándose pecho tierra por el túnel hasta llegar al final. El castaño era pequeño y escurridizo. Una vez aquel se acomodó, Jungkook no perdió el tiempo, aventó su mochila y su arma detrás de un arbusto para que no abarcaran espacio y se introdujo en la madriguera en donde muy apenas cupieron ambos hombres adultos.

Con un jadeo por el lugar reducido, el castaño se acostó con el cuerpo de lado, quedando cara a cara con Jungkook que no podía acomodarse debido a su gran cuerpo y estatura; sus botas militares se alcanzaban a ver ligeramente en la entrada de la cueva. Se arrastró un poco más al fondo y se ganó un golpe en la cabeza contra la tierra dura.

Estaban muy apretados e incómodos. Tan solo quince centímetros separaban sus rostros sucios. Las respiraciones agitadas mezclándose entre sí y eclipsando cualquier ruido que pudiera haber afuera.

De repente ya no había nada, solamente ellos dos.

Jungkook intentó concentrarse y saber que sucedía en el bosque, saber si habían burlado a esa cosa, pero el escondite no lo dejaba moverse —. Carajo — berreó tratando de levantar la cabeza para ver hacia afuera.

Dudaba que los encontrara aquí. Estaban a salvo.

—Byron... Tenemos que ir por él o esa cosa lo atrapara—el susurro de Jimin se escuchó más fuerte debido a la cercanía que compartían. No sabía porque se había metido aquí, debían ir a buscarlo—. ¡Está en peligro! ¡Lo infectará!

—Shhhh cálmate — siseó Jungkook en seguida —. Estoy seguro que Byron está escondido incluso mejor que nosotros. Es su sentido de supervivencia, no se dejará atrapar—le contestó para tranquilizarlo un poco.

La linterna en medio de sus cuerpos permitía que pudieran verse las facciones del otro; Jimin estaba exasperado, sus ojos saltones y lloró todos, su labio inferior temblando del pánico por lo que le pudiera suceder a su mascota.

—Debemos quedarnos aquí. Si salimos ahora únicamente lo atraerás hacia nosotros. Si ese monstruo nos localiza no lograremos acabar con él. Es muy fuerte para nosotros dos — explicó Jungkook, agitado.

Respiró profundo para no perder la cabeza y no le quedó otra opción que estar de acuerdo en esperar ahí. No quería ser contraproducente y empeorar la situación. No ayudaría a Byron haciendo ruido. Esta amenaza era mucho más poderosa que su mera convicción y amor.

Debía esperar, sin embargo, estar en este lugar no lo hacia más fácil. Mientras más tiempo pasaban en la madriguera era más doloroso e incómodo, pero sobre todo invasivo.

Para Jimin era imposible no tocar el cuerpo de Jungkook y viceversa. El pelinegro abarcaba mucho espacio y estaba casi encima de Jimin, el cual tenía su espalda pegada contra la pared terrosa para mantener distancia. Ninguno quería mirarse directamente a los ojos porque era extraño debido a la cercanía entre ellos. Estaban muy cerca, lo suficiente para sentir el calor corporal del otro y la respiración haciendo cosquillas en la cara.

La cueva olía a humedad y hierba extraña. De pronto, un hilo de tierra se desprendió del techo cayendo sobre sus cabezas. Demonios. Por un instante pensaron que el techo se les caería encima. A Jimin no le disgustaba tanto, podía soportarlo, pero sorprendentemente quien estaba teniendo un episodio de claustrofobia era Jeon Jungkook. Comenzaba a caer en desesperación conforme pasaba el tiempo.

Aquel se removió en su sitio con un gruñido, estaba respirando con mucha fuerza y no dejaba de ver a todas partes.

—¿Estás bien? —le preguntó, preocupado.

—No me gustan los espacios reducidos en donde no me puedo mover libremente y defender — confesó, fallando en el intento de guardar la calma. A cada minuto sentía que las paredes se iban cerrando a su alrededor hasta aplastarlo y matarlo —. No puedo estar más tiempo aquí — dijo, tomando en cuenta que fue idea suya.

Su cerebro estaba luchando contra el miedo real y el miedo irracional sobre la alternativa de morir afuera o morir aquí.

—Hey, intenta respirar. Despacio — instruyó Jimin —. Estamos a salvo aquí y no te dejare salir —sentenció y Jungkook lo miró fijamente a los ojos, desconcertado por el repentino cambio de roles. Aún así, respiró pausadamente como le sugirió. El castaño sonrió levemente—. Creo que he encontrado tu miedo —le dijo con diversión en un intento por liberar la tensión del ambiente y que Jungkook se distrajera.

Pensaba que aquel no le tenía miedo a nada.

—No tener miedo y saber manejarlo es diferente — contestó el hombre, aún con su respiración inestable.

Jimin hizo un mohín y entornó los ojos —. ¿Qué animal crees que era ese? —interrogó.

—No lo se, no soy experto en huellas... Espero que no un felino o es una batalla perdida, definitivamente — dijo resoplando con pesadez e hizo una breve pausa —. Fue buena idea... el fango— mencionó y Jimin se encogió de hombros.

Siendo sincero, no sabía si funcionaria, siquiera lo pensó demasiado, solo lo hizo.

Después de eso ninguno dijo nada más. El castaño se quedó sumergido en sus pensamientos paranoicos, pues no podía dejar de pensar en el rottweiler y como estaba ahora. Estaba tan asustado.

No podía pasarle nada malo o moriría, lo haría.

—Byron está bien, Jimin. Es un perro inteligente — le dijo con un tono de voz diferente, más calmado y amable —. Lo encontraremos, ¿bien?

Jimin se obligó a sostener la mirada penetrante de Jungkook y asintió suavemente con la cabeza cuando las palabras no salieron de su boca. Escuchar a Jeon animarlo poseía un efecto reconfortante. Cuando era amable simplemente se sentía bien, por alguna extraña razón. Tal vez precisamente porque nunca lo era.

Luego de decir aquello, de pronto, todo se volvió oscuro cuando la batería de la linterna se agotó y ambos se quedaron en silencio lo que pareció una eternidad.

[...]

La guarida era sorprendentemente cálida durante la noche, o eso es lo primero que piensa Jimin al despertar cuando sintió una presencia sólida apretada contra su cuerpo y un peso descansando sobre su cadera. Le dolía todo el cuerpo por la posición y suelo duro. Ronroneó suavemente mientras seguía en estado de somnolencia. Frotó su mejilla contra "la pared" dura que se inflaba de arriba hacia abajo y después, escuchó un corazón latiendo rítmicamente contra su oreja, lo cual le confundió unos segundos.

No obstante, una mano acariciando su espalda baja le hizo despertar abruptamente de un saltito. Jimin abrió sus ojos asustados, los cuales tardaron en adaptarse a la escasez de luz. La iluminación natural de un nuevo día ingresaba por la entrada de la cueva, alumbrando a los dos hombres acostados de los pies hacia la cabeza.

El castaño se quedó completamente petrificado bajo el brazo de Jungkook, el cual había desaparecido por completo la distancia que existía entre ellos. Estaban pegados el uno al otro, las piernas entrelazadas. No sabía en qué momento de la noche se habían movido a esta posición.

Inquieto, Jimin tragó saliva y se alejó un poco, solamente lo que el brazo musculoso de Jungkook se lo permitió para separarse y ver su rostro dormido a diez centímetros de distancia. Estaba lleno de barro, y aún dormido, Jungkook tenía el ceño fruncido. Siempre estaba enfadado. Balbuceó varias palabras incoherentes y de pronto, apretó su mano a la cintura de Jimin cuando tuvo ligeros espasmos a causa de una pesadilla.

Jimin se estremeció por esa acción, pero guardó la calma y no quiso moverse a pesar de que Jungkook lo estaba acercando más de lo permitido. Él también solía tener espantosas pesadillas, todos los días, otra de las razones por las que siempre dormía abrazando a Byron, lo hacía más ligero. Sentir que tienes a alguien que te resguarda.

Jimin clavó sus dientes en su labio inferior como cada vez que estaba nervioso —Jungkook... —murmuró casi con temor de despertarlo —Jungkook despierta, ha amanecido... Tenemos que irnos...—tocó su hombro para mecerlo levemente mientras miraba el rostro masculino desde una distancia peligrosamente cercana.

Los ojos avellanas de Jimin recorrieron lentamente las facciones fuertes de Jungkook, la línea de su mandíbula, los labios entreabiertos, la nariz y la cicatriz que ahora le causaba un poco de pena, sin embargo, cuando recordaba la fortaleza de Jungkook le causaba admiración. Jimin apartó un mechon rebelde de cabello negro que le caía sobre sus ojos que estando cerrados no eran intimidantes.

Jimin se quedó en esa postura hasta caer en cuenta y se alejó.

No sabía que estaba haciendo.

Tampoco comprendía qué significaban estos nervios en la parte baja de su estómago y el latir desenfrenado de su corazón por el contacto físico que Jungkook le daba.

A veces no entendía sus emociones o los pensamientos inconscientes que pasaban por su cabeza. Estaba confundido. Había vivido muchas tragedias, su cabeza estaba estaba afectada psicológicamente por todo lo que había pasado los últimos días, semanas, meses, incluso el último año; la soledad a la que fue sometido por mucho tiempo y seguidamente, todo lo que ha vivido con Jungkook en contra de su voluntad.

No debía olvidar con quien estaba tratando. Era triste que una mínima muestra de bondad y preocupación en una persona le emocionara.

Ya no estaba pensando con claridad. No estaba bien sentir esta clase de seguridad con Jungkook porque a este ni siquiera le importaba su vida, solamente era indiferente y tampoco tendría por que. Eran dos desconocidos.

Jungkook gruñó, ronco y áspero, finalmente volviendo a la conciencia y el agarre a su cuerpo aflojó, permitiéndole a Jimin moverse un poco hacia atrás antes de que Jungkook notara lo que estaba haciendo mientras dormía.

—¿Cuánto tiempo ha pasado? — cuestionó adormilado, apretando los ojos hinchados.

—Horas. Hay que buscar a Byron — dijo Jimin ocultando su nerviosismo y fingiendo que no había pasado nada.

Jungkook asintió con un suspiro.

—Saldré primero. Espera — con cuidado, Jungkook despabiló y seguidamente, se arrastró hacia afuera de la madriguera para asegurarse que el peligro se había ido. Jimin salió un minuto después mientras el pelinegro recogía sus cosas —. Vamos a buscarlo, pero primero hay que lavarnos en el lago. Estás hecho un asco.

Jimin puso los ojos en blanco —. Creo que no te has visto al espejo —le respondió. La verdad se sentía asqueroso, sudado y su ropa estaba dura por el fango.

Llegaron al lago rápidamente, pues no se encontraba muy lejos de ahí. El sol de la mañana brillaba hermosamente sobre el agua color azul claro en donde se transparentaban pequeños pececillos dorados nadando. Jungkook fue muy veloz, únicamente lavó su camiseta y metió la cabeza en el agua para quitarse la suciedad que tenía en el cabello y rostro. Además, relleno su cantimplora vacía con el agua dulce.

—Puedes enjuagarte. Me adelantaré y buscaré primero, también me aseguraré que esa cosa no esté cerca. Tú mantente cerca de las orillas. Busca aquí—indicó él—. Cualquier percance, metete al agua. Los infectados no pueden nadar — Jungkook recogió su arma listo para marcharse.

—¡Espera, Jungkook! —el castaño detuvo a Jungkook que lo miró expectante —. Tenemos una forma de comunicarnos. Así, escucha —levantó la cabeza y silbó armoniosamente en dirección al cielo que hizo eco entre los grandes árboles —. Byron irá hacia ti si escucha eso.

Los ojos de Jungkook se abrieron ligeramente hacia él, desconcertado, pero asintió —. De acuerdo —Jungkook imitó el silbido de Jimin con su propia voz, haciéndolo curvar sus labios afelpados levemente —. Que no se te olvide el camino de regreso aquí.

—Ten cuidado —fue lo último que dijo Jimin al mismo tiempo que se lavaba las manos en el agua.

El pelinegro simplemente asintió sin decir nada. Claro que se había dado cuenta que Jimin no quería quitarse la camiseta y los pantalones para lavarlos estando frente suyo. Eran hombres, tenían lo mismo, no lo entendía, pero aún así le dio su espacio porque no era un pervertido.

Dejó a Jimin en las orillas de la laguna, ya que ahí había menos riesgos que en el interior del bosque y emprendió camino por el sur en busca del rottweiler al igual que aprovechaba en buscar rastros del animal infectado. En el fondo tenía una inmensa curiosidad por saber que había sido esa jodida cosa.

Caminó por media hora o posiblemente más. Busco en cada árbol, cada matorral, cada madriguera, cada roca... El mencionar que Jeon no se puso intranquilo al comenzar a buscar al perro de Jimin a lo largo del caducifolio y no encontrarlo sería falso. ¿Y si realmente algo malo le había sucedido?

No dudaba que Jimin se diera cuello a sí mismo si eso fuera así. Estaba muy apegado al animal.

Siguió explorando y cada cierto tiempo, silbaba como se lo había dicho Jimin, creando un sonoro eco que se expandía por el aire y hacía sintonía con el bello canto de los pájaros. Si Byron estaba cerca debería escucharlo, no obstante, lo que Jungkook definitivamente no esperó fue que alguien más le devolviera el mismo silbido en respuesta.

Confundido, lo hizo una vez más y recibió como una respuesta un silbido que viajó armoniosamente entre los árboles desde una distancia cercana.

El pelinegro volteo a todas partes, esperando encontrar una silueta, pero no había nadie a la vista.

No podía ser Jimin porque básicamente lo había dejado atrás, se hubieran encontrado en el camino o lo hubiera visto.

Cauteloso, Jungkook preparó su fusil y siguió silbando para recibir otra respuesta y aproximarse hacia ella. Sus ojos saltaban de un lado a otro mientras se escondía entre los matorrales como si fuese un depredador más. El bosque estaba más solo que un cementerio, sin embargo, finalmente recibió una respuesta diferente, la respuesta que estaba esperando; un ladrido.

Inmediatamente después de escucharlo, Byron apareció entre la línea de árboles, dirigiéndose directamente al pelinegro a toda velocidad mientras agitaba el rabo feliz de un lado hacia otro como si viniera de vivir una gran aventura. Estaba perfecto, sano y salvo, cochino pero entero.

Jungkook sonrió ampliamente —. ¡Byron, ven aquí! —dijo al mismo tiempo que se dirigía a él.

Jimin estará muy aliviado, pensó, sin embargo, sus pies se detuvieron repentinamente a mitad del camino cuando un hombre salió entre los arbustos acompañando al rottweiler y su sonrisa se desvaneció en un dos por tres.

Era un tipo alto y delgado, su rostro estaba cubierto de tierra, sus ropas igualmente descuidadas y sus manos portaban una pistola alargada. Los hombros del hombre se cuadraron al verlo también, su ceño se frunció y luego, se detuvo a unos metros de distancia en modo alerta.

El perro llegó emocionado hasta Jungkook, estampándose contra él para ser acariciado, no obstante, el pelinegro no podía prestar atención a nada que no fuera el otro hombre que estaba parado delante suyo y lo veía de mala forma.

—Dijiste su nombre—habló el otro hombre en tono bajo. Manteniendo el arma entre sus manos —... Dijiste su nombre; Byron. ¿Cómo sabes su nombre? —exigió, escudriñando a Jungkook de arriba hacia abajo, haciendo una mueca disgustada por la cicatriz

Jungkook no respondió, se mantuvo sereno y arrogante, analizandolo de pies a cabeza con una ceja negra alzada. Estaba tratando de intimidarle con su pistola, si, a él. Jungkook quiso reír. Se necesitaba más que eso para sacarle información.

Luego, rechistó con burla... Esto se pondría interesante.

[...]

Ժ

CAPÍTULO DEDICADO CON TODO MI AMOR A PROBABLEMENTE LA PERSONA QUE MÁS ESPERA QUE ACTUALICE, BESITOS, CORAZÓN: silkyshine01 ♥️

Mi meme más personal xd

*Se escapa por dejarlo en esta parte*. Que emoción aaa. Se viene el otro encuentro más esperado: Jungkook vs los enamorados de Jimin💀

La moraleja de este capítulo con Jimin es que siempre nos empiezan a gustar personas que no deberían TwT.

Más aparte, no sé qué nombre ponerle a los animales infectados. Acepto sugerencias aquí jaja 👉🏻

NOTA: Probablemente la mayoría ya lo leyó así, pero en el capítulo siete subí un borrador que no era y no narre explícitamente como le hacen la cicatriz a Jk (subí la primera versión que hice censurada), pero ya lo cambié. Lo que quiero aclarar con esto es que Jk si sufrió daño en el ojo, ósea está tuerto.

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