
✘ ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ Qᴜɪɴᴄᴇ
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Domingo 28 de Mayo del 2023
Busan, Corea del Sur.
6:00 a.m.
Un año, dos meses y dieciséis días después del primer contagio.
...
Sus párpados se abrieron con lentitud, como si pesaran toneladas. La tenue iluminación lo obligó a parpadear antes de que las sombras comenzaran a tomar forma. Todo se sentía borroso, lejano, como si el mundo flotara a kilómetros de su conciencia.
Lo primero que percibió fue el dolor. El malestar lo envolvía, como si su cuerpo hubiese sido arrastrado por el piso con salvajismo. Cada fibra le dolía, la cabeza le palpitaba con punzadas crueles que le nublaban el pensamiento y lo mantenían anclado al desconcierto. No sabía qué estaba pasando. ¿Dónde estaba? ¿Qué había sucedido? ¿Estaba vivo siquiera?
Parpadeó otra vez. Finalmente, el techo sobre él se volvió nítido, junto con la lámpara sobre el mueble a un lado. No, esto no era el cielo. Pero tampoco se sentía como el infierno. Simplemente era la realidad.
Estaba tumbado sobre una cama, cubierto con varias capas de sábanas. Una toalla húmeda reposaba en su frente, y al poco tiempo, notó un tubo clavado en su brazo, una vía que descendía hasta una bolsa colgando de un gancho metálico. Suero. Medicación.
Se sentía débil. Intentó moverse, pero el esfuerzo fue inútil. Su cuerpo no le respondía. Entonces, sintió algo cálido y pesado sobre sus pies. Byron. El bulto peludo respiraba tranquilamente, echado junto a él. Verlo ahí le arrancó un suspiro, una pizca de alivio.
Cerró los ojos unos segundos.
Por un momento, quiso creer que estaba en casa de nuevo. Que todo lo vivido había sido un mal sueño, pero las nubes de su mente empezaron a disiparse.
No fue una pesadilla. Todo había sido real.
El instinto de supervivencia lo golpeó. Trató de incorporarse levantando la cabeza unos centímetros para reconocer la habitación en la que estaba atrapado, había muebles y una puerta a unos metros de distancia. No tenía la suficiente energía para levantarse y salir corriendo o gritar por ayuda, así que dejó caer la cabeza en la almohada e inhaló y exhaló frustradamente por la debilidad de su cuerpo.
—Hyung... ¿Se encuentra bien? ¿Puede oírme? — susurró una voz que reconoció al instante.
Jimin giró a su costado, encontrándose con Sunoo sentado sobre una cama contigua a la suya
—Sunoo...
—Intente no moverse demasiado, ¿si? ¿Cómo se siente? ¿Le duele algo? — le preguntó con angustia.
Jimin analizó al adolescente de pies a cabeza; sintió un enorme alivio al ver que seguía con vida y su pierna herida seguía allí, vendada con gasas blancas.
—¿Qué... qué ha sucedido? ¿En dónde estamos? — sintió cansancio solamente con abrir la boca seca.
—No lo sé, cuando desperté estábamos aquí. Usted cayó inconsciente, estuvo dormido un par de días — Sunoo habló en voz baja mientras miraba la puerta como si esperara que alguien entrara en cualquier momento —. Los hombres del centro comercial nos trajeron a su vivienda y no podemos salir.
—¿Qué? ¿Dormí durante tanto tiempo? — con un gemido, Jimin se obligó a sentarse sobre la cama y se llevó una mano a la cabeza al sentirse mareado.
Había estado fuera de este plano por más de un día y eso le aterró hasta los huesos porque lo último que recordaba era al hombre pelinegro arrastrándolo por la fuerza y luego todo se volvió oscuro. Sus fuerzas lo abandonaron en el peor momento.
Las imágenes estaban distorsionadas. Recordaba vagamente ser alzado en el aire, haber escuchado conversaciones incoherentes y después, recordaba ver el rostro fruncido de Jungkook aventándolo bruscamente sobre una cama. Pero tenía problemas con descifrar que había sido real y que era un sueño.
—Esos hombres... ¿Te hicieron algún daño? ¿Estás bien? — le preguntó al sentir remordimiento por haber dejado a Sunoo solo durante tantas horas en ese horrible sitio, con esa gente desalmada.
—Estoy bien, no se preocupe por mí. Ellos curaron mi pierna, aunque todavía no puedo caminar — respondió, dándole calma al mayor preocupado y visiblemente enfermo —. Usted es quien debe descansar y acostarse, su salud no ha sido buena durante las últimas horas — pidió el menor.
Fue en vano, pues Jimin necesitaba reincorporarse lo antes posible e ignorando su estado de salud, se retiró la aguja enterrada en su vena mientras apretaba los labios para soportar el dolor.
—¿Sabes dónde están esos hombres ahora?
—Vinieron un par de veces estos días. Le conectaron el suero porque estaba muy débil — dijo con voz temblorosa —. Y-yo no sabía que sucedería si usted no volvía a despertar... Por favor, déjese eso puesto y acuéstese, tiene que recuperar fuerzas — Sunoo se limpió el rostro con el dorso de la mano, ocultando las lágrimas que cayeron de sus ojos —. Quería demostrar que soy valiente, pero estoy aterrado. No debí desobedecer. S-solo quiero volver al refugio.
—Shhh... no llores. Has sido tan valiente, Sunoo. Me salvaste, ¿recuerdas? Estoy orgulloso de ti — Jimin le sonrió y aquel le devolvió el gesto, sollozando —. Te prometo que estoy bien y vamos a salir de aquí, ¿de acuerdo? Te voy a sacar de aquí, ambos estaremos bien. Volveremos a casa — recalcó.
Sunoo asintió y se recompuso en la cama.
—No deben tardar mucho en volver — avisó.
El castaño se sentó en la orilla de la cama, colocando sus pies descalzos sobre el suelo de madera en tanto recuperaba su estabilidad. Hacía mucho frío y solo hasta ese instante se dio cuenta que traía puesta una camiseta y shorts de algodón que le quedaban bastante grandes en lugar de sus vaqueros.
La piel expuesta de sus clavículas, brazos y piernas se veía blanca, limpia, no tenía mugre o sangre seca como era costumbre. Jimin sentía que no se estaba viendo a sí mismo. La suciedad ya era parte de él. No verla era extraño. Los mechones marrones de cabello que le caían en el rostro estaban sedosos e incluso olían a shampoo de coco, lo que significaba que alguien lo había bañado mientras dormía.
Un hecho que le dejó desconcertado y le hizo caer en cuenta.
Alguien lo había bañado.
Instantáneamente el miedo lo invadió. Su cuerpo se estremeció al imaginar al pelinegro, inclinándose sobre él, arrastrando la ropa fuera de su cuerpo sin cuidado, viéndolo... como nadie más debía verlo sin su permiso, menos cuando estaba inconsciente.
Su corazón empezó a palpitar rápidamente.
De pronto, recordó todo. Recordó cómo acabó con los engendros junto al pelinegro, recordó su enfrentamiento, recordó cómo sé miraron. Sentía que incluso soñó con aquel, con sus ojos feroces, su cicatriz rasgada, con su imponente presencia...
Jimin tuvo un escalofrío.
Soñó con sus manos ásperas, su expresión fruncida, su voz malhumorada deslizándose detrás de su oído... Con esa voz grave y cortante que le hablaba como si él no fuera más que una molestia.
—M-mi ropa. ¿Dónde está mi maldita ropa y mis botas? — preguntó, trastabillando las palabras por el terror que le ocasionó pensar aquello.
Desesperado, el castaño buscó su ropa a sus alrededores. Tampoco estaba su bate de béisbol, sus armas o cualquier cosa con la cual defenderse.
—Byron busca mi arma. Arma. Tenemos que irnos de aquí rápido.
Jimin no se quedaría esperando a que ese hombre o cualquier otro viniera y los atacara.
—Espere, hyung. Usted todavía se encuentra débil y yo no puedo caminar-
Sunoo lo miró inquieto desde su lugar, no obstante, Jimin lo ignoró, cegado por la desesperación y se levantó de la cama para terminar cayendo al suelo con un ruido sordo que se expandió por la habitación y seguramente por la casa entera.
De repente, sus piernas no funcionaron, sin embargo, eso no lo detuvo y siguió arrastrándose sin tener un plan o siquiera deteniéndose a pensar que nunca llegaría a ningún lado en esas condiciones.
Jimin estaba perdiendo la cabeza, el pavor lo estaba sobrepasando más rápido de lo que hubiera imaginado, a él, quien era conocido por pensar sensatamente y mantener la calma.
—¡Hyung, deténgase! ¡Basta! — Sunoo le gritó —. No importa lo que haga, no podemos salir de aquí, debemos esperar a que vuelvan y nos digan qué hacer. ¡Tenemos que obedecerlos, esa es la regla!
Jimin detuvo sus acciones abruptamente y ladeó la cabeza en su dirección.
—¿Cuál regla? ¿De qué estás hablando? —cuestionó.
—S-son buenas personas. Sarang y su hermano Woojung estuvieron al pendiente de usted mientras dormía, le cuidaron y asearon, también me trajeron comida... hablaron conmigo. M-me explicaron que es este sitio, como se sobrevive aquí...—intentó decir, pero perdió su confianza cuando Jimin se arrodillo ante el adolescente para verlo a los ojos con compasión y melancolía por lo que estaba diciendo. Tomó su mano.
Jimin tomó la mano de Sunoo.
—No se que te haya dicho esta gente pero no puedes confiar en ellos, Sunoo — le dijo —. Nos trajeron por la fuerza. Sus intenciones pueden parecer nobles, pero hay razones ocultas de por medio. No puedes confiar en nadie. Me chantajearon a cambio de curarte, ¿cuánta bondad crees que pueden tener en sus corazones? — sentenció y Sunoo agachó la cabeza mientras se mordía los labios con ansiedad.
Un sonido afuera de la habitación provocó que ambos dieran un brinco del susto. Se escucharon pasos retumbando contra las tablas de madera al mismo tiempo que diferentes voces conversando se acercaban. Alguien venía, y un instante más tarde la puerta se abrió, dándole el tiempo justo a Jimin de regresar a su cama de un salto bastante torpe.
Fue Wonho quien ingresó a la habitación, traía en sus manos una bandeja con dos sándwiches y dos zumos de naranja. Detrás de él venían los tres chicos que conocieron antes, y sumando en esta ocasión a una chica de cabello negro y puntas rubias que se escondía en las espaldas de aquellos.
No apareció Jungkook junto al grupo, lo cual le dio un poco de tranquilidad momentánea a Jimin.
El castaño miró detenidamente a los sobrevivientes y apretó los dientes con fuerza, denotando toda el enfado que traía por dentro y no era capaz de simular cuando Wonho le ofreció un emparedado de mermelada a Sunoo, el cual comenzó a comer después de agradecerle com una sonrisita.
El adolescente parecía ya estar muy familiarizado con ellos y eso no le agrado en lo absoluto.
Wonho se acercó cautelosamente a él y le ofreció el otro emparedado, pero el castaño únicamente le dio una mirada fija.
Wonho carraspeó, incómodo, y dio un paso hacia atrás: —Mientras estén en nuestra casa nadie les pondrá un dedo encima. Ninguno de nosotros quiere hacerles daño. Aunque no lo creas, nosotros no somos ese tipo de personas, Jimin — le dijo, pues seguramente podía leer sus intenciones corporales.
—¿Y se supone que eso debe tranquilizarme? — el castaño permaneció a la defensiva, preparado para luchar si se acercaban demasiado.
—Sé que estás asustado, Jimin — Wonho lo miró con compasión —, y sé que nada de lo que diga te dará la calma que necesitas. Todo debe ser muy confuso para ti. Entiendo perfectamente por lo que estas pasando, yo-
—Dudo enormemente que puedas entender lo que estoy sintiendo. ¿También fuiste arrastrado por la fuerza? ¿Chantajeado? — lo acusó el castaño sin darle chance de terminar de hablar.
Wonho se encogió de hombros y simplemente dejo pasar su comentario antes de seguir hablando con la misma templanza:
—No parecen ser malas personas y mis palabras son sinceras cuando digo que lamento que les haya pasado esto — el chico bajó la mirada —. Fue una mera coincidencia haberse topado con nosotros.
—No queremos que sea así, Jimin — intervino Sarang dando un paso al frente y agarrándose los dedos con nerviosismo —. Vivirán con nosotros indefinidamente, tal vez permanentemente, y no nos agrada la idea de mantenerte encerrado, ni a tu compañero. Sin embargo, necesitamos asegurarnos que no atacarás a ninguno intentando escapar.
El gemelo resguardo a la chica que seguía detrás de todos, quien lo veía con ojos de canica, expectante.
Jimin hizo una mueca, desconcertado pero sobre todo indignado, enojado... Él debería ser quien tuviera miedo de ser atacado, no al revés.
—¿Cómo se atreven a decirme esto? Nos tienen aquí en contra de nuestra voluntad. ¿Qué debería hacer entonces? ¿Darles las gracias por su generosidad? — le contestó sarcástico, casi quiso carcajear con locura—. Me asean, dan ropa nueva, me administran vitaminas... Se toman demasiadas molestias para alguien que terminarán asesinando después de darles lo que quieren — soltó con el ceño fruncido.
No era un pobre ingenuo.
Nada le aseguraba que no lo atacarían, que esto era una trampa para ganarse su confianza.
—Nosotros no somos asesinos— habló esta vez Woojung —. Solamente queremos hacértelo más fácil porque aún no entiendes lo que verdaderamente está pasando. No somos iguales a la gente que viste allá afuera, no hacemos esto porque queramos sino porque estamos obligados a hacerlo. No tenemos opción — le dijo hablando en una especie de código que Jimin estaba cansado de no entender.
—¿No tienen opción? — enfatizó la pregunta con los ojos entrecerrados —. ¿Por qué no la tendrían?
—Ellos nos obligan a hacerlo. No eres la primera persona a la que le sucede esto, y tampoco serás la última — respondió con un tono serio sin pestañear.
Jimin le devolvió una mirada desconcertada. Sus explicaciones ambiguas no estaban ayudando a esclarecer su confusión mental.
Entonces, Wonho resopló con pesadez y finalmente dio un paso adelante para proseguir.
—No somos muy diferentes a ti, Jimin. Hasta hace un año cuando la plaga llegó, nosotros éramos un grupo que sobrevivía con sobras que encontrábamos en la ciudad hasta que fuimos localizados por la gente que reside aquí, en el muro — pronunció, capturando la atención de Jimin que se incorporó en la cama —. Nos trajeron aquí por la fuerza para hacernos sus soldados y acatar sus órdenes sin importar cuales fueran, a cambio de dejarnos vivir.
El rostro de Jimin se contrajo, pero trato de guardar la compostura y no caer en pánico.
—¿Quiénes son las personas del muro? — interrogó, comenzando a titiritear sin darse cuenta.
—La gente que tiene cicatrices en el rostro son fieles seguidores de un hombre llamado Dakho, quien es el tirano que gobierna este lugar y se cree dueño del mundo... y lo es, porque tiene los medios necesarios y la gente para apoderarse de lo que queda en las ciudades y pueblos. Absolutamente todo le pertenece a él, incluidas las personas, incluidos nosotros. Él da las órdenes y los demás las siguen —le contestó.
—Lo que quiere decir es que capturan sobrevivientes , buscan grupos como el nuestro, como el tuyo, para someterlos y obligarlos a unirse a ellos. Entre más gente, más poder tienen, y no aceptan un no por respuesta — continúo Seungmin acomodándose sus lentes en el puente de la nariz —. Si ven potencial en ti entonces te conviertes en uno de ellos y por ende, debes comportarte como ellos, sin embargo, si no tienes tanta suerte te conviertes en un Igor, ósea en un esclavo, aunque también pueden usarte como constructor, como carnada en expediciones... incluso objeto de cambio en subastas que hacen con otros grupos más pequeños y tienen miedo de Dakho.
—En cualquiera de las opciones saldrás perdiendo porque estás sujeto a su dominio y tu grupo son la nueva adquisición. Una vez que supieron de ustedes los estuvieron buscando hasta... ahora —le confeso Sarang a Jimin que no podía creerlo.
—Cualquiera que tenga acceso a una radio escuchara la misma historia; soldados que tienen refugios bajo tierra en donde está resguardada mucha gente. Los sobrevivientes vienen directamente hacía ellos sin saber la realidad de las cosas. Que no existe tal refugio — Woojung negó con la cabeza —. Solo existe esto.
Jimin agachó la cabeza, aturdido, pues no podía creer lo que estaba escuchando, no obstante, los indicios comenzaron a hacer sentido en su cabeza. Absurdamente, todo estaba cayendo en su lugar. Desde que lo escuchó le pareció muy fantástica la idea de refugios nucleares en Busan que siguieran en pie, pero definitivamente nunca pensó en algo así.
De pronto se sintió furioso y estúpido por haber caído en una trampa perfecta e increíblemente bien planificada que jamás hubiera sospechado.
—Hemos sobrevivido desde entonces obedeciendo las órdenes de esta gente, al igual que tú lo tendrás que hacer porque ahora les perteneces — sentenció Seungmin —. Probablemente en este momento piensas que hay una solución y podrás escapar, pero cuando te lleven ante Dakho lo comprenderás.
Jimin abrió los ojos por eso último y su respiración se agitó: —Dakho es...—inquirió.
—El verdadero líder. Lo que te diga, lo tendrás que hacer o ellos no te matarán a ti sino a lo que más quieres... Así es como hacen las cosas — completó Wonho sombríamente y de modo automático, Jimin deslizó su mirada de Byron a Sunoo, quien lo miro devuelta con pavor en sus ojos.
El castaño rápidamente sacudió la cabeza en estado de negación.
—Si lo que están diciendo es cierto, ¿por qué no escaparon antes? Estuvieron afuera, pudieron haberse ido lejos y no volver nunca — cuestionó.
Había muchos huecos que todavía no comprendía.
Wonho sonrió melancólicamente —. Échale un vistazo a esta fortaleza, tienen todo tipo de arsenal aquí. Es un hecho que nos encontrarían por el mero gusto de hacernos pagar y te aseguro que no quieres saber lo que le hacen a los traidores. Preferirás la muerte — finalizó dejando a Jimin sin palabras, digiriendo la información cruda y atemorizante.
Sentía que el mundo se le estaba viniendo encima. La respiración se le estaba obstruyendo y el corazón le dolía. Su último rayo de esperanza fue pisoteada en un mísero segundo al ser consciente de la verdad.
No comprendía en que momento habían caído en este infierno. Hace dos días estaba contento por llegar a Gimhae y encontrar un refugio seguro, pero al parecer sus esfuerzos fueron en vano.
Ahora sus vidas estaban perdidas.
—El chico de cabello negro... también tiene una cicatriz en el rostro. El dijo que me...—se atraganto con las palabras—hará su esclavo—Jimin apretó la mandíbula para evitar temblar por todo lo que estaba sintiendo en ese momento.
—Eso es diferente, Jungkook no es parte de ellos—intervino Sarang rápidamente en defensa del chico que no estaba presente y Jimin no comprendía porque ese niño comedido confiaba en el pelinegro que había demostrado ser un desgraciado—. Jungkook puede parecer y verse como uno de ellos, pero nos protege a todos nosotros sin importar que. Estamos vivos gracias a él—todos asintieron casi al segundo—. Él ha hecho demasiados sacrificios por mantenernos a salvo y aunque tú no puedas darte cuenta en este momento, también te salvo a ti, Jimin.
Esta vez, el castaño arrugó las cejas.
—¿Salvarme? ¿Esto es una forma de salvación? Él me trajo aquí. ¡Me encerró en estos muros de los que no podré escapar jamás! — vociferó.
Podía confiar en que estos cinco chicos, tal vez, tenían algo de bondad, pero no ese hombre.
—Fue Jungkook quien hizo un trato en donde Sunoo fuera curado. Aquí no existe la bondad y no se hacen favores sin dar algo a cambio —corrigió el—. A los esclavos les hacen lo que sea, los tratan peor que animales. Tú eres un Igor, pero mientras estés con Jungkook, con nosotros, estarás libre de esa mierda.
El gemelo dejó una fuerte incertidumbre en el pecho de Jimin, quien no pudo dar una réplica al darse cuenta que realmente no sabía como se manejaba este macabro lugar. Sin embargo, él no podía ver eso como algo bueno.
—Sé que no tienes razón para confiar en ninguno de nosotros o creer en cualquier cosa que digamos, pero no tienes alternativa — siguió Wonho y el castaño agachó la cabeza desconcertado, sin embargo, ver los ojos dolidos, asustados, sinceros, humanos de todos ellos le hizo sentir cierta identificación. Para su pesar no creía que estuviesen mintiendo —. Solamente dales lo que quieren. Cuando Jungkook venga por ti, haz lo que él te diga y-
Wonho se callo abruptamente cuando se escucharon unas fuertes pisadas acercarse por el corredor y una silueta conocida hizo acto de presencia.
Jimin se tensó en seguida y se echó hacia atrás.
Por su parte, Byron agitó el rabo de un lado hacía otro y saltó de la cama para recibir a Jungkook que apareció en el marco de la puerta y miró la reunión que tenían todos con el ceño fruncido.
El perro se levantó en sus patas traseras y Jungkook le acarició la cabeza estoicamente al mismo tiempo que observaba sucesivamente a los presentes nerviosos. Primero, se detuvo primero en Jimin que traía puesta una camiseta enorme y su cara estaba lavada a diferencia de hace unos días y luego, en Sunoo que estaba comiendo un emparedado.
Automáticamente, devolvió su mirada dura a sus compañeros.
—Jungkook—inició Woojung con una sonrisita —todo fue idea de Sarang — confesó rápidamente y su hermano le dio un codazo en un costado.
—Una cosa. Les dije una sola cosa y simplemente decidieron ignorarme. Mierda, parece que hablo en otro idioma porque no pueden obedecer una simple orden — los reprendió y Jimin volvió a estar a la defensiva. Olvidó todo lo que habían mencionado acerca de él. Jungkook se limitó a agarrarse el puente de la nariz y al final suspiró, resignado—. Fuera de aquí, todos — ordenó con voz neutra.
Cual niños regañados, los chicos salieron de la habitación velozmente y Jungkook alcanzó a darle un leve manotazo en la cabeza a Woojung que huyó como si tuviera mechas en los zapatos. Cerraron la puerta detrás suyo, dejándolos a solas con el hombre de la cicatriz y sobraba decir que el castaño se puso ansioso cuando Jungkook se coloco frente a la cama, cruzando los brazos sobre su pecho y veía sus ropas holgadas.
—No se quien de ellos te puso esa ropa o les dio sándwiches, pero no te acostumbres a la amabilidad, probablemente no la verás de nuevo — sentenció.
Jimin no dijo nada. Evitaba su mirada a toda costa. Jungkook entendió que debía tenerle bastante miedo porque comenzó a temblar y disimuladamente, jaló la sábana hasta cubrir sus piernas desnudas.
Jungkook desvió la mirada y continuó.
—El jefe ha solicitado tu presencia en su despacho, así que será mejor que te quites esos andrajos cortos y llores todo lo que quieras ahora porque delante de él no puedes parecer un niño asustado. Te daré unos minutos para que... — Jungkook observó a Sunoo que se había escondido tapándose con las sábanas hasta la boca —te despidas— avisó sin intentar tener tacto en sus palabras.
No obstante, a diferencia de lo que pensó, Jimin permaneció en silencio con la cabeza agachada, no hubo reacción alguna y tampoco tenía intenciones de moverse, provocando que Jungkook gruñera, al creer que tendría que arrastrarlo por la fuerza otra vez.
—No lo hagas más difícil, realmente no quiero tener que tocarte y llevarte por la fuerza — aclaró Jungkook e instantáneamente Jimin alzó su mirada.
Aquel respiro hondo, armándose de valor.
—¿Puedo hacerte una pregunta? — dijo Jimin.
El pelinegro entrecerró los ojos con sospecha y no respondió, no obstante, el castaño de igual forma tomó su silencio como afirmación.
—¿Qué nos pasará una vez que los haya guiado hacía mi grupo, una vez que los tengan? ¿Qué nos pasará a nosotros dos? — le preguntó sin romper el contacto visual porque quería descifrar alguna emoción en su rostro que le diera la respuesta real.
No iba a mentir. Le intimidaba la hostilidad y rudeza que emanaba el hombre. Era tan frío y desapegado que no parecía tener la capacidad de ser agradable. Podía notar que había pasado por un infierno con solo ver su rostro y no se refería a la cicatriz sino porque emanaba una aura oscura y hermética sobre él.
El pelinegro pareció dudar en la respuesta.
—Lo que suceda dependerá de las decisiones que tomes, las vidas que se pierdan o prevalezcan estarán en tus manos. Te lo dije, es tu grupo o el niño y tú. Esa es tu oportunidad. Puedes aprovecharla o resistirte, si así lo dicta tu ridícula moral, pero solamente harás que corra sangre de la gente que más quieres y vivir con ello para siempre — le contestó hablando con desinterés, como si no estuvieran hablando de vidas humanas.
—¿Cómo puedes hablar de esa manera? ¡Estamos hablando de personas inocentes cuyas vidas están en riesgo, no de mercancía que se puede negociar! — Jimin exclamó con incredulidad, con cólera.
—Ah, ¿crees que soy cruel por hacer esto? — Jungkook torció la boca con una sonrisa sarcástica.
Aquel tonto castaño parecía que seguía viviendo en una burbuja de paz y armonía en donde los problemas se solucionaban dialogando. Se notaba que no había sufrido el verdadero apocalipsis.
—Todavía no conoces la verdadera crueldad — escupió él —. Eres débil, no de cuerpo sino de mente porque eres incapaz de aceptar la realidad que está delante tuyo. Supongo que mis compañeros ya te dijeron lo que pasa en este lugar, ¿no es así?
Jimin no respondió, negándose a decirlo en voz alta.
—Al parecer tendrás que verlo para entenderlo. La bondad y compasión no te salva aquí, te destruye... ¿Quieres saber como me hicieron la cicatriz que no puedes dejar de ver cada vez que me ves a la puta cara? — cuestionó con una expresión aterradora —. Puedo darte todos los detalles.
Jimin desvió la mirada a otro lado, entendiendo el mensaje, ni siquiera se dio cuenta que retrocedió por el colchón porque realmente logró asustarlo.
Jungkook también retrocedió al ver la reacción temerosa de Jimin que ya no se atrevía a verlo siquiera de reojo.
—Si no puedes adaptarte a esta mierda definitivamente estarás muerto muy pronto. Si tienes un poco de inteligencia, será mejor que organices tus prioridades y pienses en lo que te conviene. Así es esto, adáptate o muere — una vez respondida su pregunta, Jungkook se dio media vuelta para salir de la habitación con pasos firmes.
Jimin apretó sus puños con fuerza e intento calmar su respiración exaltada. Quería llorar pero esta vez de impotencia y cólera.
El mundo ya no era como antes, la gente cambió y nuevas amenazas se habían creado, mucho más desalmadas que la mismísima plaga de los infectados. No importaban los demás mientras tu siguieras avanzando, así de egoísta debías ser ahora. No entendía como la humanidad de las personas estaba tan muerta como los engendros, al igual que la suya estaba siendo amenazada.
Jimin no quería ser orillado a eso.
El futuro estaba en sus manos, dependía de él que camino tomaría la historia de todos.
[...]
Ժ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴ ╴
Hola, les traigo un nuevo capítulo, que espero les guste mucho. La siguiente semana tendré una operación en los ojos, ya que su escritora es una ciega que no puede ver ni un carajo (Tengo miedo de la operación, por cierto). Entonces tendré prohibido usar el celular o la computadora por un tiempo hasta que me recupere y pueda enfocar, por eso antes del día espero dejarles otro capítulo aunque no sea tan largo.
Déjenme saber si les gusto la primer parte aquí, siempre leo sus opiniones. Los quiero, cuídense:)
Jungkook tiene carácter fuerte, es medio bruto para decir las cosas y si puede ser rudo con Jimin, pero tengan paciencia que ira demostrando interés a su propio modo, de hecho ya lo ha hecho sutilmente... Pero esperen el próximo capítulo que estará interesante.
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