Capítulo 1.
27/07/2020
Ese zumbido... Ese maldito zumbido que me levanta todas las mañanas. Estaba cansada de escucharlo, cansada de despertar temprano, o despertar en general. El zumbido provenía de la habitación de mi hermano Mitchell, quien no era capaz de comprarse un estúpido celular nuevo o cambiar su alarma, aunque ni siquiera sonaba como una. Era más como una colmena de abejas súper furiosas.
-Maldito Mitchell...- Me levanté de la cama lo menos animada que podía estar. Cada mañana era la misma rutina, ni siquiera apagaba esa maldita cosa los fines de semana, eso hacía que mis días fueran más mierda de lo que ya eran.
Maldecí mil veces a mi hermano mientras buscaba cualquier ropa decente para ir a la escuela. Era lunes, así que mi mal humor aumentaba cada vez más con solo pensarlo, aunque con el solo hecho de tener que ir a la escuela ya era suficientemente horrible. Cuando deje de quejarme mentalmente, salí de mi habitación. Fue una pésima idea sabiendo con lo que me iba a encontrar.
-¡Devuélveme mi camiseta!- Reclamó mi hermano Spencer, empujando levemente a Mitchell. El cual no se quedó atrás e hizo lo mismo.
-Es mí camiseta. Mía y solo mía.- Reí escuchando su tono. Parecía un niño malcriado a pesar de ser prácticamente un adulto.
-Es mi maldita camiseta, tiene mi nombre en letras grandes justo atrás.- Tomó la dichosa camiseta de las manos de Mitchell. Me recargué en la puerta de mi habitación mirándolos atentamente, no podía creer que realmente peleaban por un pedazo de tela que seguramente ni siquiera han lavado. -Mira imbécil, aquí está mi nombre.- Miré con una sonrisa divertida, ya que efectivamente ahí estaba su nombre.
-Oh... Entonces debí confundirme.- Murmuró Mitch haciendo una mueca. Reí nuevamente, esta vez me gané la mirada de ambos. -Wow, ¿Sadie riendo? ¿Amanecimos bravas?.- Fruncí el ceño.
-Ya lo arruinaste, pedazo de tonto.- Escuché a Spencer decir, pasé de ellos y bajé las escaleras para ir directo a la cocina. Entre más rápido llegase a clases, más rápido acababan.
Apenas entrar a la cocina mis fosas nasales fueron bendecidas por el magnífico olor del desayuno. Sonreí levemente al ver mi plato de avena ya servido en la mesa. Si bien le he dicho a mi madre que no es necesario que siga cocinando para mí, ella se aferra a la idea de que yo siga aceptando todo lo que me da. En algún momento eso deberá cambiar, pero puedo aceptarlo por ahora.
-Buenos días, hija.- Me senté frente a ella y sonreí de nuevo. -Es avena sin nada de leche, por si quieres comprobar.- Negué levemente.
-Confío en ti mamá.- Ella sabía que era vegana, y a pesar de no entenderlo mucho, lo aceptaba. -¿Papá ya se fue al trabajo?- Pregunté llevando una cucharada de avena a mi boca. Mi madre asintió.
-Si, ya sabes cómo es.- Rió. -Piensa que si se va temprano regresará más pronto. Yo le digo que es lo mismo pero él no quiere entender.- Reí por lo bajo. Pensaba igual que mi padre, y nadie me haría cambiar de opinión.
-Yo le veo lógica.- Suspiró negando con una sonrisa.
-Eres igual a él.
Seguimos el desayuno con tranquilidad. Regularmente hablar con mi madre me mantenía bastante relajada y me hacía sentir mejor. Ella sabía cada uno de mis problemas, daba todo de sí por ayudarme; no podía amarla más.
-Tengo que irme ya, mamá.- Me levanté tomando mi plato. -Es mucho camino de aquí a la escuela así que debo aprovechar el tiempo.- Coloqué mi plato con todo el montón de platos sucios.
-¿Spencer no iba a llevarte en auto?- Giré lentamente para verla.
-No, no me gusta ir en el auto.- La miré unos segundos y pareció entender.
-Ve con cuidado.- Asentí y tomé mi mochila sin más.
Me despedí de ella tratando de no durar mucho tiempo, siempre se alargaba y terminaba perdiendo mucho tiempo. Durante el camino solía observar los árboles alrededor, los parques cerca de la escuela eran los mejores, tenía miles de recuerdos en esos lugares. Eran tantos que me sorprendía mi habilidad para recordar todos sin ningún faltante. Sonreí siguiendo mi camino, no faltaba mucho para llegar mi grandioso destino.
[...]
-Yo solo digo que si los cinco hiciéramos el esfuerzo de cooperar sería todo más fácil.- Suspiré con aburrimiento. Gaten mi amigo, planea sacarnos dinero para comprar una consola aburrida.
-No te voy a dar mi dinero para esa cosa sin chiste.- Dijo Sophia lanzándole una bola de papel a Gaten.
-¡Pero jugaríamos todos!- Intentó apoyar Caleb.
-Si, pero Gaten aprovecharía más porque quiere llevarla a su casa, y eso a mí me parece injusto.- Comentó Sofia recargando su cabeza en el hombro de Sophia.
-Podemos hacer un acuerdo con eso...- Murmuró Gaten. -Y para que sea justo, que Sadie tenga la última palabra.- Sus miradas se posaron sobre mí. Negué repetidas veces.
-No me metan en esto.- Sophia rió.
-Solo di que no compramos la consola y termina con esto.
-No, di que si la compramos, la necesitamos en nuestras reuniones.- Gruñí mirando hacia otro lado. Si aceptaba dos de ellos me odiarían, si no aceptaba igualmente dos de ellos me odiarían. Hice una mueca.
-Muy bien, la vamos a comprar pero se queda en mi casa.- Gaten sonrió con amplitud.
-¡Ay como te amo!
-Si claro...- Miré la puerta del salón. Mi corazón casi sale de mi pecho al ver a una castaña entrando con una sonrisa despreocupada. Millie... -Yo también te amo ajá.- Dije en medio de mi trance.
-Sadie, deja de ver a Brown.- Dijo Caleb golpeando levemente mi brazo.
-Ah, lo siento... Me distraje.- Sentí sobre mí la mirada de Sophia así que decidí mirarla igual.
-Hey zanahoria...- Tomó mi mano con una sonrisa de lado. -Ya pasó más de un año.- Los cuatro se dedicaron a mirarme, con la misma mirada que todos me daban cada día de mi vida, con lástima.
-Lo sé, no hace falta ni que lo digan.- Oí a Gaten suspirar.
-Aún puede suceder, ¿no?- Fruncí el ceño. -Que vuelvan a hablar digo.
-Claro, ¿y que el cara de rana le desfigure el rostro a Sadie otra vez?- Dijo Sofia. Tenía razón en eso, la última vez que respiré cerca de Millie, Finn me dió el puñetazode mi vida. Aunque Sophia se lo regresó de mejor manera.
-Yo sigo teniendo esperanzas.
-Ni yo tengo esperanzas, Gaten.- Lo miré. -Lo que teníamos ya pasó, ¿bien?
-No te estás dando ni una oportunidad.- Miré mis manos. -Solo digo que al menos debes intentar, aunque sea una vez.
-Intentaré. Pero solo porque eres muy insistente...- Sonrió sin más y comenzaron una nueva charla, a la cual ya no presté atención.
El resto de las clases pasaron muy pronto, no me enteré de absolutamente nada ya que mi mente solo se podía centrar en una persona. Esa castaña que tanto amaba aún y que no era capaz de salirse de mis pensamientos y mi corazón. Y quizá era el motivo de que mi día volara, pensar en lo que alguna vez fuimos, o lo que alguna vez ella fue; me hacía viajar a otro mundo sin darme cuenta.
Una vez acabadas las primeras clases, fui directo a mi casillero ya que tenía medicamento que tomar. Papá no estaba muy de acuerdo con que lo hiciera porque pensaba que eran drogas, y quizá es algo similar pero no son adictivas para mí. Pero no podía esperar nada diferente del mismo señor que cree que la terapia es solo para locos.
Tomé mi medicina y guardé los cuadernos que ya no iba a utilizar en el resto del día. Escuché una fastidiosa risa atrás de mí, ya sabía de quien se trataba sin necesidad de mirar.
-Sink, que sorpresa verte de nuevo.- Giré mirando el asqueroso rostro de Jacob.
-Tenemos las mismas clases, Sartorius.- Respondí intentando dar un paso para irme, sin embargo, su amigo esteroides me detuvo con su brazo.
-Espera que aún no empezamos si quiera.
-¿Qué quieren?
-Estamos aburridos y nos encanta la idea de darte una buena paliza otra vez.- Lo decía como si lo hicieran todos los días, pero hacía un año que me golpearon accidentalmente con un casillero, y para ellos era una paliza.
-No me interesa, tengo una clase en veinte minutos y ustedes me estorban, así que háganle un favor al mundo y apártense, gracias.- Volvieron a detenerme.
-No te hagas la valiente, porque eres una maldita cobarde.- Dijo Joseph empujándome a los casilleros de atrás.
Cerré los ojos esperando cualquier golpe, no pensaba enfrentarme a un tipo con esteroides, probablemente acabaría igual o peor, y no quería comprobarlo. Sin embargo, el golpe nunca llegó y al contrario de ello escuché una voz.
-¿Qué carajos estás haciendo Joseph?- Mi corazón se detuvo por un momento al escucharla.
"Millie..."
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hey!
¿qué les parece?:)
Espero que les guste porque me ha llevado mucha preparación xD
*SADIE TOMA ANTIDEPRESIVOS Y ANSIOLÍTICOS, ADEMÁS DE IR A TERAPIA*
R e c o m e n d a c i o n e s u w u
-No juzgar a las personas por su apariencia
-Respetar las identidades de cada persona y sus pronombres
-Escuchar la playlist Sillie/Elmax de Spotify *link en mi tablero*
-Leer mis fics ahr
-Vean One Day At The Time 10/10
SILLIE ES REAL!
Y!
Sin más que decir: CHAO BYE!
By: Muffinisaurus_Rex8
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