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。: ᶜᵃᵖⁱ́ᵗᵘˡᵒ 2:。

Taehyung no creía en las casualidades, para él, las cosas sucedían y si coincidían era cuestión de suerte, de buenas, de vibras o algo parecido.

Sin embargo, luego de dos meses, ya no pensaba de la misma forma.

Luego del incidente al cruzar la calle. Toparse con Jungkook, se convirtió en rutina.

Esos «¡Oh, qué casualidad!» no lo dejaban muy convencido.

No era por mal, pero Jeon Jungkook le causaba una tremenda curiosidad.

Algo de él se le hacía familiar y conocido, pero en momentos, sentía que era un completo desconocido.

No sabía el porqué de esos altibajos, sin embargo, disfrutaba de ello.

Se había convertido en rutina, verse luego de sus prácticas; más, después de saber que Jungkook era universitario de encontraba en el primer semestre de psicología con tan solo un par de años mayor que él.

En el tiempo que llevaban conociéndose, Jungkook se le hacía un chico distinto a su apariencia. Con sus facciones serias e inexpresivas, parecía un chico del cual debías alejarte, sin embargo, al hablar y sonreír, daba más indicios de desbordar ternura que de robar en la esquina.

Hoseok lo atormentaba con comentarios de: «Tae, te estás enamorando» y seguido de eso, le sumaba silbidos y ovaciones que a Tae lo hacían sonrojar.

No creía tener la capacidad de enamorarse de alguien, a él le atraían más los chicos de forma física, hasta ahora, nadie lo había conquistado de forma romántica.

Los que conocía eran tan superficiales, que le causaba desconfianza entregar su corazón a alguien.

Aun así, Taehyung se reservaba sus opiniones, él era uno que sólo buscaba placer aunque en el fondo, deseaba más que eso.

Ese día, la escuela estaba sola, habían unos pocos estudiantes que estaban en la biblioteca o eran participantes de algún club. Eran las tres de la tarde y Taehyung seguía en la cancha practicando.

Su cabello rosa se pegaba a su frente y cuello por el sudor. La franela del uniforme se ceñía cómodamente a su torso y su short realzaba sus largas piernas.

El repique del balón en el suelo hacía eco en la cancha, el día se oscurecía y aun Tae no drenaba las emociones fuertes que llevaba dentro de él.

Taehyung llevaba días frustrado, últimamente se despertaba con una erección que no se bajaba con tan solo duchas de agua fría. Su juguetito escondido no funcionaba como quería y ahora, sus sueños tenían un rostro.

Uno del cual no recordaba con exactitud.

Hubo un tiempo en el que pensaba que era un ninfómano y necesitaba ayuda psicológica. No podía vivir con el deseo de follar todo el tiempo, del placer recorriendo cada parte de su ser y que hasta en sus sueños, su subconsciente le recuerde sus pecados.

Cuando sintió sus músculos quejarse fuertemente con él, guardó los balones en el estante y se dirigió a la ducha, removiendo cada parte de sudor de él, refrescando su piel y despejando sus pensamientos.

En vez de las conocidas minifaldas, Tae se vistió con unos shorts color crema, sus piernas estaban cubiertas con unas medias de encaje negro, un crop top vinotinto y una camisa de red acompañó su peculiar atuendo.

Salió del instituto en dirección contraria a la de su casa, el centro comercial no quedaba tan lejos y necesitaba comprar una libreta para sus apuntes. Los últimos se los había dado a Nikki para las tareas de la escuela.

Cuando llegó al centro comercial y luego a la librería, se distrajo con la inmensidad del local. Cada vez deseaba tener todo lo que había en los estantes, a pesar de no usar tan siquiera la mitad de lo que había ahí.

A duras penas pudo llevarse la libreta y ciertos plumones de colores fluorescentes que lo conquistaron a primera vista.

Cuando salió, se dio cuenta que había demorado dentro más de quince minutos, el sol casi no podía verse y la poca claridad que éste otorgaba, estaba siendo opacada por unas nubes grises que no se veían pasajeras.

Hizo una mueca “Mejor iré a casa y le aviso a Hoseok que no podré ir al karaoke” se encaminó a su hogar, pero solo pudo cruzar dos cuadras cuando las primeras gotas cayeron y muchas más cayeron enseguida.

Tae observó a su alrededor buscando donde resguardarse, pero, solo encontró un pequeño techo en una tienda de piezas para autos.

Antes de que pudiera reprochar o algo, se encontraba allí, abrazando su mochila con las cosas que había comprado y encogiendo sus zapatos que gracias a la lluvia, estaban lejos de ser blancos.

Cada gota de lluvia mojó el pavimento seco en dos por tres. La rapidez con la que el agua se acumulaba en charcos era asombrosa.

Sonrió “Si no llevara esto, me bañara en la lluvia” pensó con una pequeña sonrisa.

La campana de la puerta de la tienda sonó, por curiosidad, Tae volteó y se encontró con un perfil que lo petrificó.
Jungkook salió de la tienda y cambió el letrero de abierto a cerrado. El cabello lo llevaba en una coleta pequeña y dejaba al descubierto las perforaciones en sus orejas.

Cuando Jungkook volteó, se encontró con unos ojitos sorprendidos y los labios entreabiertos.

— ¡Tae! — le saludó animadamente y con una gran sonrisa, que hizo al menor reaccionar.

— Hola — sonrió avergonzado por haber sido pillado.

— ¿Qué haces por aquí? — le preguntó con una ceja enarcada — Tu casa no queda por estos lugares — se cruzó de brazos.

— Ciertamente no queda por aquí — respondió y colocó un mechón de su cabello detrás de su oreja — Estaba en la librería, comprando unas cosas. La lluvia me tomó por sorpresa y aquí estoy. Tú tampoco vives por aquí — reprochó y el mayor rió.

— No, claro que no. Pero, trabajo aquí — el pelinegro señaló la tienda.

Tae abrió sus ojitos sorprendido — ¿De verdad? — el pelinegro asintió — Vaya — murmuró.

Jungkook observó la lluvia que en vez de mostrar señal de detenerse pronto, parecía que llevaría unos buenos minutos.

— ¿Quieres pasar? — Tae lo miró rápidamente y miró hacia la puerta — Ya está cerrado el negocio, nos podemos ir juntos cuando escampe — Jungkook sonrió y se encogió de hombros — Claro, si gustas.

Tae lo pensó y asintió. Jungkook abrió la puerta y la sostuvo para que el menor entrara, quién no pudo evitar la curiosidad y vio todo a su alrededor.

No reconocía la mayoría de los instrumentos y maquinarias que estaban ahí, podía deducir que eran para autos, más no podía decir algo más porque desconocía del tema.

Era una tienda estrecha, con tres pasillos divididos por estantes y larga hasta el mostrador.

— Wow — susurró Tae al ver todo lo que estaba allí — No pensé que trabajabas — dijo desviando su vista hacia Jungkook que ya estaba del otro lado del mostrador.

— Tengo más parecido a estar de flojo ¿no? — Tae se sonrojó y negó frenéticamente.

— N-no me refería a-a eso — Jungkook carcajeó.

— Es una tienda familiar por así decirlo. Mi tatarabuelo se lo pasó a mi bisabuelo, mi bisabuelo a mi abuelo, luego a mi papá y ahora estoy aquí. Es como una herencia, si se puede llamar — decía mientras se movía de un lado a otro limpiando sus manos.

— Oh, debe ser muy importante.

— Lo es. Mi tatarabuelo trabajó duro en este negocio para que fuera lo que hoy es. Papá me contó que al principio, ni siquiera teníamos clientes y mucho menos proveedores de estos implementos. Solo se vendían piezas de segunda mano y para reparaciones. Ahora distribuimos a otros negocios pequeños, vendemos al mayor y detal. Tenemos nuestras propias distribuidoras y una amplia gama de artefactos, para autos antiguos y nuevos, motocicletas, bicicletas y más — finalizó con una sonrisa de oreja a oreja.

— Es sorprendente. A pesar de que no es una tienda tan grande tiene mucha historia.

— Dicen por ahí que las apariencias engañan — Jungkook se movía de un lado a otro, colocando las cajas que habían encima del mostrador, debajo de éste — ¿Te dejas llevar mucho de las apariencias, Tae?

El nombrado enmudeció “Esa pregunta es repentina” pensó. Jungkook al ver que Tae no respondía, alzó su cabeza y lo miró.

El menor al sentir su mirada se encogió de hombros.

— No lo sé. No siempre o bueno, no sé — miró hacia otro lugar intentando ocultar el nerviosismo que había causado esa pregunta — Las apariencias nos sirven para dar o tener la impresión de alguien así que, creo que todos nos dejamos llevar por ello ¿no crees? — Miró de nuevo a Jungkook y vio a este recostado en el mostrador mirándolo profundamente.

Su mirada lo hizo tragar en seco, de pronto su garganta se sentía reseca y sus labios parecían estar agrietados. Los relamió con disimulo y nerviosismo. Sin embargo, pudo ver como el pequeño gesto había llamado la atención del mayor. Haciéndole sentir un calor repentino en su cuerpo.

— ¿Eso crees? — la voz grave lo sorprendió y él volvió a encogerse de hombros en respuesta.

— Es una opinión, nada más.

— Tae, una persona puede aparentar una cosa y ser otra. Dime, si una persona reparte comida y ropa a las personas en situación de calle ¿Se puede considerar una buena persona? — Por tercera vez, Tae se encogió de hombros y evitó su mirada — Y si resulta que es un psicópata que secuestra niños para vender órganos, pero, nadie lo sabe y solo ven cuando reparte comida y ropa.

— Y-yo—

— Las personas son de acuerdo a sus pensamientos, deseos y emociones — Jungkook salió del mostrador y se acercó a Tae — Puedes llegar a saber lo oscuro que hay dentro de una persona a través de sus pensamientos, de sus deseos más profundos, de esos que nadie sabe ni se imagina. La apariencia oculta muchas cosas, no hay que dejarse llevar por ellas.

El silencio se extendió en el lugar y Taehyung sintió que se desplomaría en cualquier momento. El calor que llevaba sintiendo desde hacía un tiempo, creció como una pequeña llama en su interior.

Sabía a la perfección que las apariencias engañan. Lo comparaba en su mente con los chicos que se había acostado. Eran relaciones superficiales, apariencias, físico, todo eso tenía relación en su mente.

Jungkook ladeó su cabeza y colocó su mano en la cabellera rosa sobresaltando al menor.

— Lo siento — murmuró al darse cuenta de su reacción.

“¿Por qué el ambiente se volvió tan tenso?” pensó mientras miraba al suelo. En breves momentos como ese, era donde sentía que Jungkook era un completo extraño. Fue una simple pregunta, pero de algún modo, Tae lo sintió como una acusación; ahora las expresiones suaves del pelinegro lo asustaban.

Estaba completamente serio y de repente sus facciones eran blandas.

— Perdona, tiendo a ser muy directo — Taehyung no pudo asentir ni negar, solo miró al suelo perdido en las sensaciones que recorrían su cuerpo con tan solo la caricia que el pelinegro proporcionaba en su cabellera.

— Disculpa, Jungkook Aquí… ¿Hay baño? — Jungkook ladeó su cabeza mirándolo y luego asintió.

— Claro, sígueme — cuando el pelinegro dio la vuelta, Tae suspiró. Se sintió aliviado de quitar esa presión de su pecho. Jungkook ocasionaba muchas cosas en él, pero, no quería decirlo y tampoco demostrarlo. Ciertamente, aparentaba que era una amistad normal sin pensamientos lujuriosos de por medio — Aquí es.

Tae miró en la dirección que señalaba Jungkook. Habían entrado a una habitación mediana, suponía que era para Jungkook descansar o de alguno de los trabajadores del lugar.

Se contuvo de mirar el lugar en su totalidad y entró al lugar que Jungkook le había señalado como el baño.

— Gracias — le sonrió, sonrisa que correspondió el mayor para luego darse la vuelta.

Cuando Tae cerró la puerta, se apoyó en esta y suspiró. En pocos minutos se sintió abrumado por la presencia de Jungkook, abordado por un tema del cual ya no recordaba ni cómo salió a flote.

Sus piernas parecían querer salir corriendo de ahí, aun si eso significaba que los materiales que llevaba en la mochila, que dejó en alguna parte del local, se mojaran.

Sin embargo, algo dentro de él no quería moverse de su lugar. En cambio, alteraba su ser y proporcionaba a su mente, escenas inusuales y profanas con el pelinegro.

Abrió el grifo y refrescó su rostro. Necesitaba pensar con claridad, en momentos como ese, se sentía influenciado por espíritus demoníacos que no lo dejaban en paz. Tal vez, sus deseos tomaran forma y lo atormentaban reflejándose en su actitud con un amigo.

“Necesitas ayuda, Tae pensó y suspiró. Había sido grosero y se había comportado extraño con Jungkook.

“Me voy a disculpar” se dijo mirándose en el espejo. Asintió varias veces y sonrió “Tal vez Hoseok, tenga razón”

Aun así, sus pensamientos se vieron abruptamente interrumpidos cuando ese aroma tan peculiar que lo perseguía en sus sueños, antes de acostarse y al levantarse, estaba inundando el lugar.

Se tensó al reconocer las sensaciones en su cuerpo y las oleadas que se abrían paso por sus extremidades.

Abrió la puerta de golpe, llevándose una sorpresa que incendió sus mejillas en un rojo carmesí.

Jungkook estaba sin camisa, con unos vaqueros ajustados, de espaldas hacia él y de frente al closet que no había visto cuando llegó a ese lugar.

Para su suerte, Jungkook volteó justo cuando él tomaba el picaporte de la puerta, sosteniéndose y sintiendo ese aroma golpear de lleno y causar un leve mareo.

— Tae ¿qué te pasó? — el menor lo miró sin entender nada y evitando mirar de más. El mayor se acercó a él y tomó sus manos.

Uno de sus dedos sangraba con un pequeño corte. Tae se sorprendió y observó igual de preocupado el lugar.
“¿En qué momento?” movía su dedo, incapaz de sentir dolor.

— Y-yo no sé con qué me lastimé — confesó.

Jungkook lo arrastró y sentó en la cama, luego sacó una caja y movió dentro sacando unas tiras de figuritas. A pesar de la situación, sonrió al ver las figuritas rosadas en la curita.

— Dame el dedo.

— Pero no es tan grave.

— De igual forma, hay que curarlo, puede infectarse así sea pequeño — Tae extendió su dedo y Jungkook lo apretó cerrando la herida, arrodillado delante de él.

Posición que alteró la tensión entre ellos y aumentó un deseo en ambos.

Jungkook observó la herida y miró a Taehyung que estaba sonrojado. Miró de nuevo la herida y el rastro de sangre, su boca se hacía agua ante el color rojizo escurriendo y el olor tan adictivo entrando a sus fosas, relamió sus labios y sin poder contenerse introdujo el dedo en su boca, el gruñido delicado que brotó de su garganta estremeció a Taehyung, que apretaba sus piernas y desviaba su mirada.

La temperatura de sus cuerpos habían subido en extremo y hacia una dirección. Jungkook miraba fijamente a Taehyung que sudaba de nervios y excitación. Atrapaba los jadeos en su garganta impidiéndole salir al exterior y deleitar al mayor que esperaba una señal para continuar.

Su cuerpo le exigía estar con Taehyung, necesitaba estar con él.

Anhelaba tocarlo en persona, encarnar esos deseos que le manifestó en sueños y cumplirlos en realidad. Tan solo esperaba no echar por la borda, la cordura humana que había obtenido en esos meses.

Delicadamente sacó el dígito de su boca, lo secó y colocó la curita con lentitud en la herida.

Acariciando el dígito, subió sus caricias por el dorso de la mano, luego por el brazo y antebrazo. Se deleitaba con las expresiones del menor, que aguantaba los sonidos que querían salir de sus labios, en un intento de no demostrar lo que sentía.

Lástima que Jungkook veía más allá de sus expresiones y contemplaba el furor del alma embriagarse de pasión. Sonrió y se atrevió a mover sus manos a las piernas cubiertas, sin presionar, solo un movimiento sutil y tortuoso.

Sabía que Tae se rendiría y le daría libertad a su desesperada alma.

— J-Jungkook — murmuró.

Taehyung deseaba que eso no fuera parte de su imaginación. Que fuera real y no un simple sueño.

— Estoy aquí, Tae… — le respondió, el matiz de su voz lo hizo estremecer, mordió su labio por inercia y sintió las manos de Jungkook colarse por sus muslos — Es de verdad.

El pelirosa perdió la lucha interna que se desataba. Se atrevió a mirar a los ojos de Jungkook y los recibió un par de ojos conocidos, que le hicieron recordar los encuentros nocturnos, los sueños llenos de gemidos y maldiciones, cuando se despertaba a causa del agotamiento provocado por un joven que antes, no lograba recordar.

— Tú… — susurró aun sin comprenderlo.

Jungkook vio los ojos llorosos del menor, esa mirada que suplicaba por más de él, que le exigía y obligaba a su alma pecaminosa, más atención y adoración.

Jalando las piernas de Tae, lo acercó al borde de la cama. Ambos estaban muy cerca. Jungkook acariciaba su rostro con total devoción. Había conseguido a su príncipe, su alma lo reconocía y su polla también, que despertó incómodo por la prenda inferior.

El tacto cálido de sus manos, se fusionaba con la calidez de la piel de Taehyung, quién llevó sus manos alrededor del cuello del mayor.

Se acercó lentamente a los belfos de Tae, quienes se apresuraron a su encuentro y le recibieron con una húmeda y prometedora bienvenida.

Tae sentía la presión de los labios de Jungkook contra los suyos, saboreando y explorando cada parte de él, era completamente familiar la sensación. Sus manos rodearon el cuello contrario atrayéndolo más hacia sí, mientras, que las manos del mayor se habían perdido de la escena superficial y se adentraron entre la camisa de red, acariciando la piel de su torso, provocando que escaparan gemidos de placer.

Envuelto en una montaña rusa de emociones, cada toque quemaba en su piel; Taehyung se sentía en la copa de la bruma. Estaba extasiado con solo toques y no podía explicar el por qué. Internamente se avergonzaba de no poder detener los gemidos que querían salir de su boca.

Estaba extremadamente sensible y desorientado.

Tanto, que no se percató cuando Jungkook acostó su cuerpo en el colchón, perdiéndose de una agradable y reconocida vista.

Por otra parte, Jungkook hacía su trabajo. Tocando partes sensibles que ya conocía del pelirosa y lamiendo partes de su piel que estaban descubiertas.

Le asombraba que el menor se sumiera enteramente al éxtasis, sin percatarse de quién era. Por dentro eso le causaba celos, se entregaba tan pulcramente y de lleno sin velar por nada.

“Puede que lo haga con otra persona” pensó desabrochando el botón del short “O, ya lo ha hecho con alguien” el mero pensamiento lo hizo estremecer y gruñir.

— Eres mío, Tae — habló cerniéndose — ¿Lo entiendes? — Sin embargo, el menor no podía escuchar sus palabras, su cuerpo temblaba enteramente sumiso ante las acciones que el pelinegro le provocaba.

Al no recibir respuesta, despojó al menor del short en un tirón. Podía notar que el pensamiento lo había perturbado y molestado grandemente, algunas de las otras prendas terminaron rotas por la fuerza bruta ejercida por el mayor.

Jungkook observó el cuerpo formado del menor, totalmente trabajado y cuidado, el encaje blanco de la ropa íntima era lo único que quedaba de prenda. Su vista se movió directamente a los ojos de Taehyung que lo veían expectantes y asustados por el ceño fruncido del pelinegro.

Más allá de eso, Taehyung no podía entender el cambio que presentaba Jungkook, lo reconocía más no lo entendía. Aun así, su alma se sentía satisfecha en medio de la bruma, porque nada de eso quedó olvidado en su imaginación, podía comprobar que no lo era.

Se sentó en la cama quedando totalmente vulnerable y con delicadeza se acercó a Jungkook que lo observaba fijamente, una mirada que conocía en ojos diferentes. Sus manos acariciaron el rostro del pelinegro, delineando todo lo que no había percatado antes.

Se sentía privilegiado de tener al dueño de sus sueños, emociones y sentimientos a su lado. Sonrió al borde de las lágrimas y lo miró profundamente, confundiendo al mayor.

— Eres real — susurró sin detener las caricias en las hebras oscuras que cada vez se teñían de blanco.

Jungkook buscó en los ojos claros algo que negara las palabras que había oído, miró en su alma y se encontró con la calma y satisfacción. No podía entenderlo, esperaba que estuviera atemorizado por su persona y con muchas preguntas en su cabeza, pero, parecía como si Taehyung no quisiera saber la respuesta a las interrogantes obvias y aceptaba el hecho de que fuera real.

Sintió una sensación desconocida en su pecho, se atrevía a decir, que era el sentimiento más puro que podía haber sentido en sus muchos años de vida profana y libertina.

Se perdió en las expresiones del menor, en cada abrazo y caricia, se deleitó en sus gemidos y grabó la sinfonía que salía de sus labios, memorizó y disfrutó el sabor de sus belfos y la esencia de su cuerpo.

Las caricias en ambos cuerpos eran una mezcla de sutileza, curiosidad y lujuria.

No hubo lugar que no fuera explorado, después de que las manos curiosas indagaron en todo el cuerpo y llevaron a un primer clímax al menor, fueron sustituidas por un miembro ansioso y desesperado por más. Las emociones se fusionaron de la misma manera como sus cuerpos, que parecían más uno que dos. No podía verse donde iniciaba uno y donde comenzaba el otro.

Era tal arte y belleza vulgar que podía perderse en tales posiciones.

Las embestidas dieron en el punto más sensible del menor, quién no podía acallar los fuertes gemidos y jadeos que salían de su boca, al compás de sus manos que rasguñaban la espalda blanquecina del mayor.

Una vez, dos veces, tres veces y de nuevo, llegaron al paraíso. Sus respiraciones erráticas trataban de controlar los espasmos en sus cuerpos agitados, el sudor vestía las facciones de ambos, quienes asimilaban lo completamente satisfechos y extasiados que se sentían por estar llenos.

Jungkook salió de él y se acostó a su lado, atrayéndolo como en veces anteriores lo había hecho. Acarició cada lado de su rostro bajo la atenta mirada del pelirosa.

Al conectar miradas, ambos sonrieron.
Jungkook besó los labios del menor con suavidad, permitiéndose, más que degustar, disfrutar de la sensación desconocida y agradable en su pecho.

A pesar de que él era un ser que no merecía pureza, salvación o paz, pero ahí se encontraba, recibiendo lo limpio, sano y puro que le otorgaba Taehyung.

Jungkook, el dueño y señor de la lujuria en el infierno, vino a la tierra por el llamado de un alma, que destilaba pureza y a la vez lascivia. Su llamado fue clemente, constante y ferviente, tanto que no permitió que ninguno de sus súbditos o seres íncubos se encargaran de ella, él mismo lo hizo y no se arrepentía de haber venido al mundo mortal porque encontró al príncipe de su morada.

Taehyung, ser humano con errores e imperfecciones, elegante y atractivo, conforme y seguro de sí mismo, de sus pensamientos; no tan orgulloso de su pasado pero sí convencido de vivir el presente para generar frutos en el futuro, encontró a la persona que encarnaría sus placeres, que no lo juzgaría por sus pasiones y que estaba dispuesto a embriagarse y saciar la sed de su alma.

Ambos eran el placer encarnado del otro.

Les faltaba conocer términos, reconocer lo desconocido y finiquitar lo aprendido.

La pureza y la lujuria emprendieron un camino juntos, una osadía llena de muchas sorpresas, rompiendo límites y barreras en las mentes carnales, el recorrido era confuso y tortuoso, lento y complaciente. Lleno de decisiones que abarcaban lo sobrenatural que no se podría describir por lo tedioso que es, porque eso, es otra historia…

END

ᴍᴜᴄʜᴀs ɢʀᴀᴄɪᴀs ᴘᴏʀ ʟᴇᴇʀ, ɢʀᴀᴄɪᴀs ᴘᴏʀ ᴠᴏᴛᴀʀ ʏ ᴄᴏᴍᴇɴᴛᴀʀ.

ᴇsᴘᴇʀᴏ ʟᴇs ʜᴀʏᴀ ɢᴜsᴛᴀᴅᴏ ʏ ʜᴀʏᴀɴ ᴅɪsғʀᴜᴛᴀᴅᴏ ᴅᴇ ʟᴀ ʟᴇᴄᴛᴜʀᴀ.

ᴄᴜɪ́ᴅᴇɴsᴇ ᴍᴜᴄʜᴏ. ♡
ɴᴏs ʟᴇᴇᴍᴏs ᴘʀᴏɴᴛᴏ 🌻

ᵍᵉᵍᵉ

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