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Las cuatro en punto de la tarde, fue la hora que marcó la manilla del gran reloj que adornaba el salón, justo cuando Taehyung anotó puntos que salvaron a su equipo, impidiendo quedar en empate.
El silbato sonó al unísono con el golpe del balón al suelo.
— ¡Punto! — gritó el árbitro — ¡Se acabó el juego! — todos miraban fijamente al árbitro — ¡Equipo ganador! — señaló a su derecha — Las Águilas.
Taehyung sonrió bañado en sudor mientras los fanáticos gritaban eufóricos, otros rechistaban y algunas jugadoras del equipo contrario lloraban.
— ¡Tae! — Su amigo y compañero de equipo, Hoseok, se acercó sonriente — ¡Ganamos! — ambos se abrazaron — Por un momento pensé que no lo lograríamos. Pensé que te entrarían los nervios y no rematarías. Discúlpame por desconfiar — hizo un puchero.
— Yo tampoco confiaba mucho, me temblaban las manos — las extendió y le enseñó la ligera capa de sudor que había en ellas — Fue suerte.
— Que va, eres un excelente jugador y lo sabes — le dijo guiñando un ojo. Inmediatamente, fueron interrumpidos por los otros del equipo y el entrenador, vitoreando la hazaña a última hora de Taehyung.
Él sonreía abiertamente y emocionado.
Lo habían logrado, pasaron a la semifinal de los juegos escolares.
Entre bastidores, el entrenador elogió a cada uno por su esfuerzo y dedicación. Estaba que lloraba de felicidad por haber logrado avanzar a la penúltima ronda de los juegos.
Luego de un conmovedor abrazo, ambos chicos se dirigieron a los casilleros en busca de sus prendas. Se ducharon y salieron como nuevos de esos vestidores.
Esperaron a que los espectadores desalojaran un poco el área, al igual que los jugadores, para poder salir.
Aunque se llevaban todos bien y no había altercado, no faltaba esa persona que los mirara despectivamente por vestir ropa femenina y otros que se dedicaban a fisgonear.
Taehyung se retocó un poco el glow en sus labios y revisó su atuendo, su falda blanca de pliegues cubría hasta la mitad de sus muslos, llevaba una camisa sencilla color salmón y sus zapatos deportivos blancos, complementaban su sencillo look.
Por otro lado, Hoseok llevaba un vaquero negro ceñido a sus piernas y un crop top vinotinto, en sus manos llevaba un chaleco negro que había despojado de sus hombros al sentirse muy cargado.
Taehyung lo miró de arriba abajo y enarcó una ceja.
— ¿A dónde tan elegante, Hoseok? — éste rodó los ojos y sonrió.
— Voy a celebrar la victoria.
— ¿La victoria? — se burló Tae — ¿La victoria del partido o la victoria con el chico tatuado?
El castaño lo pensó y sonrió — Ambas.
El menor negó y tomó su mochila para salir de los vestidores. Hoseok no paraba de parlotear de lo excelente que era su chico y lo maravilloso que podía llegar a ser.
— Claro, y yo soy tarzán.
— Oh, no — reprochó Hoseok — No te compares — negó — ¿Sabes cuánto me costó conquistarlo? Casi coloco mi riñón en venta para poder llamar su atención.
El pelirosa rodó los ojos — Sabes muy bien que no fue así. Ya le gustabas, pero andabas haciendo ojitos con Jimin y no me digas que no porque te vi — le interrumpió antes de que reprochara.
— Bah, solo fue una noche.
— ¿Una?
— ¿Dos? ¿Tres? — dijo contando con sus dedos — ¿Qué más da? — se encogió de hombros — Las noches que hayan sido, quedaron en el pasado — Taehyung asintió sin darle mucha importancia — Tae — Hoseok lo agarró del brazo y lo miró seriamente — Voy en serio con Yoongi.
Tae lo miró y suspiró — Como tú digas — Se zafó del agarre y siguió caminando.
Amaba a Hoseok, era como un hermano para él, sin embargo, habían actitudes que no le agradaba del todo de él, pero, no era quién para refutar sus acciones.
No dudaba en que fuera en serio con Yoongi, sin embargo, le había escuchado decir eso varias veces y todas eran falacias. Se aburría y hasta ahí llegaba todo el juntos para siempre.
En el fondo, Tae deseaba que Hoseok tuviera una relación estable.
Aunque él no podía decir mucho.
No tenía una relación, pero, compartía cama con algunos chicos que al día siguiente, desaparecían de su vista y de su mente, ni siquiera el nombre recordaba la mayoría de las veces.
Era culpable de igual forma, aunque, él no ilusionaba a los chicos con los que se acostaba.
El mayor siguió hablando, cambiando el rumbo de la conversación hacia uno que Tae no había logrado captar. Incluía palabras como fiesta, madrugada, películas y miércoles.
Cuando llegaron a la entrada del instituto, Taehyung observó al dueño de los suspiros de su amigo.
Debía admitir que su piel blanquecina hacía un gran contraste con los tatuajes que adornaban sus brazos y cuello. Su mirada era baja, parecida a un felino.
Era completamente llamativo.
Entendía a Hoseok.
Que en dos por tres se había alejado de él para acercarse al chico de la motocicleta.
Ambos compartieron un intercambio de saliva y Taehyung desvió su mirada para no quedar como un mal tercio. Miró el cielo y vio unas nubes grises opacar el suave atardecer.
— Nos vemos mañana, Seok — dijo, llamando la atención de ambos jóvenes. Yoongi le regaló un asentimiento a Tae y éste, le devolvió una sonrisa.
— Adiós TaeTae, hablamos en la tarde — le sonrió en grande y con las mejillas sonrosadas.
"Tal vez sí va enserio" pensó, antes de darse la vuelta y caminar hasta su dulce hogar.
(...)
Faltando poco para llegar a su casa, un escalofrío muy agradable y placentero recorrió su espina dorsal.
Entrecerró sus ojos y mordió su labio disimuladamente. Luego, un aroma a chocolate intenso y embriagante, endulzó sus fosas nasales, atrayéndolo y envolviéndolo en emociones indescriptibles e hipnotizantes.
— El semáforo ya cambió — dijeron a su lado, con voz tersa y grave. Él lo miró, ambos se miraron y Taehyung se contuvo de barrerlo con la mirada.
"¿Será él?" se preguntó, refiriéndose al aroma. Le regaló una sonrisa y sus mejillas se sonrojaron al darse cuenta donde estaba y lo que había pasado.
— Gracias — pronunció en un susurro. Él negó y lo tomó del brazo con un suave agarre; ambos cruzaron y Taehyung nuevamente perdió el hilo de lo que hacía.
Respiró profundamente, intentando aclarar un poco sus pensamientos.
"Estás en la calle, Taehyung. Contrólate"
— ¿Te sientes bien? — Él joven permanecía a su lado, mirándole con un velo de preocupación en esos ojos como el caramelo fundido.
— Sí, estoy bien — asintió — Solo, me mareé un poco — Él joven asintió.
— Te ves un poco pálido — Tomando en cuenta que se había maquillado suavemente antes de salir, ciertamente, esa oración debía haberle ofendido. Sin embargo, su mente estaba ocupada en otra cosa.
Como las facciones marcadas de él joven. Su cabello negro peinado hacia la derecha y su parte izquierda rapada, vestido completamente de negro, una sudadera holgada, vaqueros ajustados y unas botas.
No había visto nunca a alguien así.
Era extremadamente hermoso, pero delicado, sus ojos demostraban transparencia, sin malicia alguna, más su ropa era todo lo contrario a lo que sus ojos expresaban.
Sin mediar palabra, Taehyung buscó en su mochila un poco de agua para quitarse ese aturdimiento que le había caído de pronto.
Él joven lo observaba curioso, no era la primera vez que observaba a una persona sentirse mal de pronto, pero, sí era la primera vez que observaba a alguien tan inusual y llamativo como ese chico.
— Gracias — murmuró Tae.
—No es nada — se encogió de hombros y sonrió — ¿Vives muy lejos? — El pelirosa se sorprendió y luego negó — Si quieres... — el chico relamió sus labios nervioso, gesto que no pasó desapercibido por Tae — Te puedo acompañar — el contrario ladeó su cabeza no muy convencido — No soy acosador o psicópata; es por como te encuentras, para que no te pase nada.
Taehyung enarcó una ceja — ¿Desde cuándo un acosador dice que es acosador? — Él lo pensó e hizo una mueca provocando una pequeña risa en el pelirosa — Hasta unas cuadras cerca ¿Está bien? — dijo, no desagradándole la idea de pasar más tiempo con ese chico.
— Claro — sonrió — Por cierto, no me he presentado — El joven sacó sus manos de los bolsillos y le extendió una a Tae — Soy Jeon Jungkook.
El pelirosa sonrió — Mucho gusto, me llamo Kim Taehyung — correspondió al gesto estrechando sus manos.
— Oh, así que tú eres el mismísimo Kim Taehyung — sonrió alegremente Jeon.
— ¿Me conoces? — el pelinegro negó.
— No, hasta hoy. Sin embargo, he escuchado hablar de ti — dijo y señaló hacia adelante, indicándole a Taehyung que avanzara, cosa que hizo.
— Supongo que no son cosas muy agradables ¿cierto? — Jeon lo pensó y se encogió de hombros.
— No son cosas que las personas están preparadas para hablar — le sonrió — Aun así, hay algunas cosas que sí son ciertas, o por lo menos, me di cuenta de ello.
Curioso, Tae lo miró — ¿Cuáles? — el pelinegro lo miró tan profundamente, que pudo sentir un revoloteo dentro de él.
— Como que eres afrodita encarnada — Taehyung se sonrojó y rió fuerte.
— Pero, ¿Qué cosas dices? — dijo riendo — No soy ninguna deidad griega.
— También escuché — interrumpió al pelirosa — Que la primera impresión al verte a los ojos es muy fuerte.
— ¿Ah sí? Y tú ¿Qué opinas de eso? — preguntó burlón.
— Al verte quedé impresionado e inevitablemente atraído de alguna forma — confesó el pelinegro sin inmutarse — Como un imán que me atraía hacia ti. No podía despegar la vista en ningún momento, eres... hipnotizante.
Taehyung guardó silencio sin saber qué decir o cómo reaccionar.
— Hasta aquí me puedes acompañar — pronunció en voz baja.
— Oh, d-disculpame si dije algo que te incomodó — Tae se giró para quedar frente a él y le sonrió.
— No, no es eso. La verdad es que, no sé cómo reaccionar a esos comentarios. Me avergüenzo al escuchar eso. Lo siento.
— No deberías, eres realmente lindo físicamente, no sé si en otras áreas también — Tae lo observó — Soy muy sincero — dijo apenado Jungkook al recapacitar lo que había dicho — Lo siento.
— Eso es bueno — asintió Tae — De igual forma, gracias Jeon Jungkook por acompañarme.
— Dime Jungkook — el pelirosa asintió.
— Muchas gracias por acompañarme, no vivo muy lejos de aquí.
— Está bien, nos vemos pronto, Taehyung — el pelinegro agitó su mano y giró para devolverse por el mismo camino.
"Sobre todo pronto" pensó Tae un poco triste. Sentía que era como los amores del tren, veía a un chico guapo y después, no se volvían a ver más nunca ni por equivocación.
Más pronto de lo que crees...
Detuvo sus pasos y sintió como la brisa golpeó su cuerpo, ese escalofrío de nuevo y ésta vez, un jalón en su parte baja lo tomó desprevenido.
Buscó a su alrededor la proveniencia de ese susurro, pero, por donde él iba estaba vacío. Las personas transitaban en la acera contraria.
Sacudió su cabeza y aceleró el paso a su casa.
Su cuerpo ardía, podía sentir como sus palmas se calentaban y un ligero malestar se instalaba en su sistema.
"Tal vez me excedí mucho esta vez" pensó mientras cruzaba la calle para adentrarse en su casa.
Cuando llegó, encontró a su madre y hermano en la sala, con cuadernos desordenados en la mesa y libros.
— Bienvenido a casa, Tae — sonrió la mujer de cabello castaño, se alejó del pequeño y se acercó a Tae depositando un sonoro beso en su mejilla — ¿Cómo te fue?
Tae sonrió — Ganamos.
— ¡Sí, mi hermano es un campeón! — Saltó el pequeño de la mesa y corrió a donde estaba él — ¿Y la medalla? — Tae negó.
— Aún no, Nik. Faltan dos partidos más y luego, nos darán un trofeo muy muy grande.
El pequeño abrió sus ojos emocionado — ¿Muy grande? — Tae asintió — ¿Que llegue hasta el cielo?
Ambos mayores sonrieron con ternura
— Sí, muy muy grande que llegue hasta el cielo — respondió su madre.
Tae sonrió, pero sintió el malestar de nuevo.
— Mamá, iré a descansar un poco ¿sí? Comeré más tarde — Su madre lo miró y asintió.
— Claro, cariño. Descansa un rato, te llamo a la hora de la cena ¿Está bien? — Tae asintió y subió a su habitación.
Encendió el aire acondicionado y se acostó en la cama con la ropa aún puesta. La mochila la había dejado en algún lado, la cortina se mantenía abajo y entraba poca iluminación.
Sus ojos se cerraron con pesadez, no sin antes, inhalar ese aroma a chocolate y sentir esa corriente placentera por tercera vez en el día.
(...)
El bajo de la música retumbaba en todo el lugar. Hasta el líquido que tenía en sus manos se movía a causa de ello.
Era una fiesta grande, con muchas personas a las cuáles, no reconocía su rostro.
"Tal vez son amigos de Hoseok" pensó en su oportunidad.
Estaba en unos taburetes, su pie se movía pero, no al compás de la música.
Su pie se movía inquieto.
Con la mirada buscaba a alguien que no estaba, no sabía quién era, pero él le esperaba.
Un tiempo que no se dispuso a contar pasó y a él, el aroma embriagante llegó.
Desesperado buscó al dueño de ese aroma, su cuerpo lo necesitaba, lo pedía a gritos y entre fricciones; soltó un gruñido de frustración al no encontrarlo, no poder tan siquiera verlo, sintió su corazón oprimirse y sentirse al borde las lágrimas por el anhelo de encontrar al dueño y fracasar en el intento.
Sin embargo, un escalofrío lo recorrió de pies a cabeza, cuando notó unos ojos rojos oscuros como las rosas, mirarle de frente, una sonrisa que dejaba mucho a la imaginación adornaba el imponente rostro, marcado y con facciones definidas; el cabello blanco solo resaltaba la elegancia de ese hombre que fijamente lo miraba.
Taehyung sintió sus piernas temblar, el calor recorrió cada sistema de su cuerpo y al llegar al nervioso, hizo un choque en él y sus neuronas causando estragos a sus testosteronas, que no dudaron ni un segundo en intensificar un fluido en su miembro.
El pelirosa observó cómo el hombre, desde el otro lado del salón, se acercaba hacia él con pasos completamente decididos. Esquivaba a las personas con mucha agilidad y gracia, sin despegar su vista en ningún momento.
Ambos se miraron fijamente, la distancia era de poco más de un metro. Él no le dirigió palabra alguna, es más, no hacía falta.
El olor lo embriagó por completo, se sintió cegado, en las nubes o, hasta en el mismo paraíso. No existía nada más, ni la fiesta, ni las personas bailando a su alrededor, sólo ese hermoso hombre frente a él.
Una de sus comisuras se levantó, regalándole a Taehyung una sonrisa cautivadora cargada de secretos; su diestra se movió hacia el vaso que sostenía Taehyung en sus manos, se lo quitó y le dio un sorbo, deleitando al pelirosa con el subir y bajar de la manzana de Adán en ese apetecible cuello.
Por inercia, Taehyung relamió sus labios y tragó, refrescando su garganta seca, sedienta de algo más que agua fresca.
Dejó el vaso en algún lugar al que Taehyung no prestó atención. Esas joyas profundas, movieron su vista de los ojos color caramelo que lo observaban hipnotizado hacia las comisuras del chico pelirosa, una de ellas destilaba un hilo fino de saliva.
Sonrió para sus adentros, cuando acercó uno de sus dígitos y limpió la saliva. Con toda la vulgaridad que cargaba, lamió su dedo mientras observaba, como las mejillas contrarias, se coloreaban de un carmesí y los pequeños labios se entreabrían en excitación.
La imagen lo hizo gruñir y un jalón en su entrepierna lo hizo actuar más rápido, sin esperar, que la bilirrubina subiera más y que la excitación nublara sus sentidos.
Tomó una de las manos del chico y lo jaló, tratando de sacarlo de ese lugar, no muy adecuado para lo que tenía pensado hacerle.
Taehyung se dejó arrastrar lejos de la multitud que susurraban a su oído, que no era bueno ni razonable lo que estaba haciendo.
Su cordura se estaba extinguiendo poco a poco, su respiración se aceleraba y pronto, no estaba caminando sino corriendo bajo el caliente agarre de su acompañante. Sus piernas temblaban, pero, no les permitió rendirse si no, que les exigió dar más para seguirle el paso.
Llegaron a lo que Taehyung pudo reconocer como una habitación, el aire fresco invadió sus pulmones, otorgándole alivio y despertándolo por completo, haciéndole reconocer su entorno y en la situación que se encontraba.
Su cuerpo estaba entre la fría pared y el hombre que tenía al frente, sus manos se movieron hasta los hombros contrarios en un intento de sostenerse, sintiendo la musculatura debajo de las prendas que llevaba.
Inhaló y exhaló varias veces, contemplando mejor el rostro contrario, que se veía más joven de lo que había pensado, un piercing adornaba su labio inferior y otro la ceja derecha, sus ojos rojos hacían más que mirarlo, parecía que escarbaban y hurgaban dentro de él, sus labios entreabiertos daban paso a la rosada lengua que jugara con el piercing.
Su rostro estaba inexpresivo contemplándolo, mientras su mano acariciaba los brazos desnudos de Taehyung, arriba abajo en un movimiento suave y sin apuros.
Tae se afincaba a los hombros ajenos, con miedo de no poder permanecer de pie frente a la presencia de ese joven, pesada y sensual, inhalaba un embriagante aroma a chocolate que lo tenía más que hipnotizado.
Las caricias aumentaron. Las manos picaron en curiosidad y ninguno de los dos hizo nada para detenerlo. Exploraron el cuerpo ajeno como dos jóvenes inexpertos llevados a la acción por el fuego de la pasión que incendiaba en sus interiores. La lengua contraria se unió a las caricias, dejando un camino húmedo por todo el cuello y clavícula del pelirosa.
Sus cuerpos se movían desesperados en busca de más fricción, quejándose de las ropas que impedían la investigación que realizaban sus manos en tantear las pieles ajenas.
Las manos se colaron bajo la falda de Tae y tanteaban la piel suave. El peliblanco estaba sumergido en el calor que el chico sentía. Como un perfume agradable lo llamaba, lo fijaba en su alma.
Él podía verla.
Flameante y oscura, embriagada por deseo y lujuria.
Cada espacio de piel lo atraía más, pues para él, había sido buena idea dejar todo para encontrar a ese chico pelirosa.
Cuando llegó a la tela de encaje, se encontró con la mayor parte de esta mojada; le acarició la punta del pene, oculto y despierto con suavidad pero a la vez, con tortura, ganándose gemidos lastimeros del chico.
La tortura no se extendió tanto como lo había previsto, su miembro dolía y era retenido por la tela del pantalón que solo aumentaba más la incomodidad que sentía. Cargó a Taehyung entre sus brazos, colocando ambas piernas a cada lado de su torso.
Ambas miradas se encontraron, una de ellas conservaba lo dulce, mientras que la otra, era como una fogata, que quemaba y consumía y cada vez, crecía más el deseo de destruir todo a su paso.
Un choque de lenguas fue suficiente para que ambos gimieran entre salivas. Sus bocas clamaban por más, los jalones y mordiscos no eran suficientes. Los chasquidos eran tan sucios que no tardaron en llenar la habitación.
Tae sintió su cuerpo impactar contra el suave colchón, los besos no cesaron a pesar de ello y eran interrumpidos por breves momentos para sacar la ropa que obstaculizaba el momento.
Lo único que aún quedaba en Taehyung, eran las medias de maya negra que acompañaban sus piernas y le daban un toque sensual, al cuerpo erótico sobre las sábanas vinotinto.
El pelirosa se sentía desesperado por ser el único desnudo de los dos, sin embargo, la mirada que le regalaba el contrario, lo estremecía y lo petrificaba. Sentía que incluso esa mirada profunda y pervertida lo haría llegar al tan ansiado clímax que golpeaba en su parte baja.
El peliblanco observó la mirada suplicante del pelirosa y con lentitud, se despojó de sus prendas, sintiendo como la llama se acrecentaba y oscurecía a ese pequeño angelical en edredones.
El pelirosa gimió ante la vista.
El tamaño del pene ajeno le hizo agua la boca, cada músculo formado y marcado en ese cuerpo, pudo apreciar varios tatuajes en su piel, aunque no pudo identificar de que se trataba por la poca —por no decir nula— iluminación que había en la habitación; también porque el peliblanco se cernió sobre él.
— Abre la boca y saca la lengua — obediente, Taehyung lo hizo. Abrió su boca y expuso su lengua al peliblanco, que se acercó encerró sus labios sobre el músculo húmedo.
Taehyung cerró sus ojos, concentrándose en mantener su boca abierta. La acción se le hizo difícil cuando los dígitos ajenos rozaron su fruncida entrada.
Su saliva se atascaba en su garganta y parte de ella, se desviaba por sus comisuras.
Los dígitos masajearon la punta de su pene y se movieron a la entrada, aprovechando el líquido preseminal para dilatarlo mejor.
El peliblanco bajó a uno de sus pezones, mordisqueando y lamiendo sin piedad alguna. Taehyung no se resistió y empezó a gemir todo lo que le permitía su garganta, su zona sensible siendo estimulada y su entrada estaba siendo invadida por un dígito, luego se sumaron dos y hasta tres.
El sudor ya vestía sus facciones, sus manos apretaban el cabello blanco jalándolo con fuerza. El peliblanco gemía ante el dolor y a la vez, le excitaba la fuerza ejercida en sus hebras.
Sacó los dedos de su interior y subió ambas piernas del pelirosa a sus hombros. Taehyung no se recuperaba aún de las emociones inestables que sentía, cuando su entrada ya se abría recibiendo a la intromisión.
Taehyung abrió sus ojos de par en par y vio cómo las facciones del contrario estaban completamente oscurecidas, la fina capa de sudor hacía brillar su tez blanca. Sus manos apretaron las sábanas debajo de él y gritó cuando toda la polla del peliblanco estuvo dentro de él en su totalidad.
— ¡Ah! — su vista se tornó borrosa y su respiración errática; sus piernas ya temblaban y sus muslos estaban contraídos.
El peliblanco cerró sus ojos, sintiendo el elixir de su alma conectarse con el del chico pelirosa. Se excitó aún más al encontrarse extasiado por tanta bruma de placer y ni siquiera había empezado a moverse.
Taehyung aun sin haberse estabilizado, movió las caderas en busca de más. El peliblanco abrió sus ojos y sonrió al ver esa expresión dulce y tierna en el rostro del chico en un momento profano.
Sus embestidas eran suaves e inciertas, un delicado vaivén que dilataba la entrada en busca de facilitar las estocadas en la estrechez.
Pronto, las embestidas empezaron a dar fuertes en su interior, repetidas veces, hasta que se volvieron salvajes y profundas.
Taehyung no podía pensar y razonar con claridad, el dolor lo golpeaba sin piedad y luego, era suavizado por la oleada de placer que recorría sus extremidades.
Sus manos eran las únicas que se aferraban a las sábanas, su espalda se arqueaba de tanto en tanto, alejándose de la comodidad del colchón, sus piernas permanecían temblorosas en los hombros del peliblanco mientras que éste, repartía besos por sus muslos y embestía de manera ruda y sucia profanando más su cavidad y corrompiendo más su alma.
La sinfonía dentro de la habitación era sucia y vulgar, tanto que causaba escalofríos, parecían gritos desgarradores acompañado de lágrimas desamparadas, que buscaban aún más estimulación.
Era un total misterio, la unión cínica y profunda dentro de la habitación hasta ofendía a las paredes que indefensas, no hacían más que guardar los secretos de los amantes, que una y otra vez se fundían en algo más que una simple unión de sus cuerpos, se fusionaban en deseo carnal y placer, en lujuria y perversión.
Eso lo conectaba a ambos.
No sabían cuál era el límite.
Lo permisible y lo corrosivo.
El peliblanco torturaba el punto dulce del pequeño, que se removía y gemía audiblemente al ser éste tocado. Su clímax era interrumpido por su amante, que cada vez que se aproximaba, el peliblanco se detenía, haciéndolo llorar y sufrir.
Necesitaba liberarse, pero a la vez, quería todo y más de lo que el contrario pudiera darle.
El peliblanco tomó ambas piernas y las bajó, Taehyung abrió sus ojos somnoliento, entre hipidos y lágrimas, curioso por la acción.
Él peliblanco sonrió — Vente conmigo, príncipe — La estocada fue certera y cavó en lo más profundo del pelirosa, que acompañó al joven en un gemido agudo y agotado, permitiéndole a los espasmos recorrer y deshacer en su cuerpo.
Su espalda había quedado arqueada, sus ojos se tornaron blancos, el sudor bañaba cada parte de su piel y los dedos de sus pies estaban encogidos en señal de excitación.
El peliblanco aún jadeaba mientras se movía agotado en su interior, dejando todo dentro de la entrada y marcando con su esencia. Ese chico había exigido más y más de su ser, como un imán que lo atraía, como un perfume hipnotizante y embriagante que nublaba sus sentidos.
Salió del interior del menor y pudo ver como escurría su semen de la entrada, manchando parte de las arrugadas sábanas.
Se acostó al lado del pelirosa y lo atrajo hacia su cuerpo. Contempló el semblante sudado, sonrojado y agotado. La respiración de ambos estaba errática y el ambiente fogoso, aumentaba el calor del aire que respiraban.
Con delicadeza, el peliblanco besó sutilmente los labios entreabiertos y sonrió, cuando débilmente el chico le correspondió.
— Descansa, príncipe — El pelirosa sonrió y se acostó en el pecho del peliblanco, siendo resguardado por sus musculosos brazos.
Cada caricia, cada beso, cada detalle, era un sello que el peliblanco colocaba en el interior del pelirosa.
Taehyung era suyo y nadie se lo quitaría.
— Te dije que nos veríamos pronto, Tae...
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