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XIII

12 de Diciembre, 1574

Como ya se había dicho anteriormente, el hombre no es eterno y lo mismo aplica para las eras; todo tiene su tiempo y debemos aceptar cuando el mismo se ha acabado.

Después de una larga lucha contra el tifus, el Sultán Selim Khan sucumbió ante la misma. Las personas que estuvieron a su lado en sus últimos momentos fueron su hermana Safiye y su amada sobrina Seher Bellinay. Esta última lloraba a mares.

Ahora todas ellas miraban desde la Torre de Justicia como el féretro del sultán abandonaba el Palacio de Topkapi, su destino es la la Mezquita del Sultán Süleyman.

Mahidevran lloraba amargamente por perder a otro hijo, Safiye lloraba por perder a otro hermano, Seher Bellinay lloraba porque perdió a un hombre que adoraba tanto. Sin embargo, sólo una no lloraba, y el nombre de esa mujer es Nurbanu.

—Ya ha comenzado, la era de Nurbanu Sultán esta aquí —dijo la mujer de cabellos rubios sin ninguna pizca de compasión por la reciente pérdida—. Ahora todo se moldeara a mi manera.

—¿Cómo puedes hablar así Nurbanu? —espetó Bellinay Sultán llena de molestia—. ¿Acaso no conoces tu lugar Hatun?

—Niña estúpida —murmurró Nurbanu para si misma—. Por supuesto que conozco mi lugar, ahora soy la Valide Sultán de este imperio.

—Mi esposo aún no asciende al trono y tú ya te estás autoproclamando Madre Sultana —farfulló Safiye alzando su mano con la intención de golpear a su suegra, pero fue detenida por la mismísima Mahidevran Sultán.

—No vale la pena perder nuestro tiempo con semejante mujer —dijo la antigua Valide Sultán con enojo disfrazado de pesadez—. A final de cuentas, ser Madre Sultana depende de Murad.

—¿Y por qué dices eso Mahidevran? —preguntó Şah Sultán, hija de Nurbanu.

—Si mi nieto quiere puede dejar a su madre como una eterna Kadin.

Dichas estas palabras, Mahidevran y el resto de su familia a excepción de Nurbanu y Şah, abandonaron la Torre de Justicia dejando a dos mujeres hechas un manojo de nervios y furia.

Al día siguiente

Safiye Sultán

Después de que nos fuimos de la Torre de Justicia de manera inmediata, tomé papel y tinta y redacte una carta al Şehzade Murad informándole del deceso de su padre. En ella también le pedí que regresara de manera pronta a la capital para que no haya problemas a la hora de tomar de tomar el bendito trono de Osman.

Hoy debo reunirme con el consejo imperial para tomar medidas estrictas para la protección del sultanato, nadie quiere que un miembro de la familia Giray tomé el trono que sólo les pertenece a los Osmali.

—Muy bien Paşas, los he citado aquí porque es nuestro deber proteger el trono hasta el momento en el que el Şehzade Murad llegué a la capital —dije con una voz firme parecida a la de mi difunto padre.

—Hemos tomado todas las medidas necesarias sultana, no permitiremos que un Giray se siente en el trono de Osman —informó un Paşa de nombre Burak.

—Muy bien Burak Paşa. —Suspire llena de alivio. Y agregue:— Yo seré quien me encargue de cuidar el sultanato, sólo así estará bien seguro.

—¿Qué quiere decir Safiye Sultán? —preguntó Osman Paşa viéndome con enojo.

«Olvide que a este hombre no le gusta que una mujer maneje el poder»

—Quiero decir Osman Paşa, que yo seré la protectora del sultanato hasta la llegada de mi esposo.

—Usted no puede hacer eso sultana, es una mujer y una mujer no es un príncipe —vociferó el hombre.

—Cuida tus palabras visir, no olvides que estas en presencia de la hija del difunto Sultán Süleyman y Haseki Sultán de nuestro imperio —defendió Şeyhülislam a mi persona. Sin embargo, las siguientes palabras no serían nada agradables.

—¿Ella? Ella es una simple esclava de  la cual el Sultán Süleyman tuvo compasión. Ni siquiera merecía vivir —comentó el segundo visir con simpleza.

Nunca antes en mi vida alguien me había esclava y no permitiría que un simple hombre se atreviera a llamarme así.

Estiré mi brazo para que uno de los guardias me diera mi espada y con ese mismo artefacto, corte la cabeza del traidor mientras que su sangre salpicaba mi vestido y rostro.

Todos los presentes quedaron atónitos ante mi reacción y comenzaron murmurar que yo soy la digna hija del Sultán Süleyman.

—Que esto les sirva de lección a que no deben faltarme al respeto —musité entregando mi espada al guardia—. No olviden quien fue mi padre y quienes fueron mis hermanos. Y de igual manera no olviden quien es mi consorte.

Dicho esto, di la orden de deshacerse del cuerpo y salí de la sala sin ni siquiera limpiarme la sangre del traidor.

22 de Diciembre, 1574

Ya han diez días desde la muerte del Sultán Selim y en ningún momento el Şehzade de la Corona ha dado señales de vida, eso comenzó a preocupar a Mahidevran y Safiye, pero en especial a Nurbanu quien temía nunca ser Valide Sultán.

Todas las mujeres de la familia real estaban reunidas en los aposentos de Mahidevran Sultán cuando de repente un hombre de buena complexión física entro a ellos sin anunciarse.

—¡Murad! —Safiye Sultán se aventó hacia los brazos de su esposo y comenzó a repartir besos en su rostro. Mahidevran y Mihrimah rieron por la actitud infantil de la sultana de cabellos rojos.

—Bienvenido querido nieto, esperábamos tu regreso al palacio —dijo Mahidevran mientras Murad besaba su mano y la estrechaba en su frente. Y agregó:— Por cierto, tu amada Safiye hizo un excelente trabajo a la hora de cuidar el sultanato.

—¿Eso es cierto? —preguntó Murad a su esposa.

—Es cierto su alteza, no quería decepcionarlo —respondió Safiye con una gran sonrisa en su rostro.

La plática siguió por un largo rato y ninguno de ellos notó la presencia de una hermosa joven de cabellos rojos con rostro de ángel.

—¿Quién es ella, querido sobrino? —preguntó Mihrimah Sultán, ganándose una mirada seria por parte de todos los presentes.

Murad sonrió.

—Ella es Nazperver Hatun, mi favorita.

La noticia cayó como un balde de agua fría para todos, pero en especial para Safiye quién nunca espero una noticia como esta.

La hija de Süleyman sintió su corazón romperse en mil pedazos, comenzó a respirar con dificultad. Sentía dolor, tristeza, pero de igual manera sentía las ganas de asesinar en ese mismo instante a esa mujer que "quería" tomar su lugar.

Un eunuco del harén entro a los aposentos y le informo al Şehzade Murad que ya era hora de su coronación.

—Me voy querida abuela, nos vemos al rato. —Se despidió sin ni siquiera mirar a su esposa.

Una vez que estuvieron solas, Safiye se acercó a Nazperver y la tomó de los hombros para kinder zarandearla.

—¿¡Cómo te atreves!? ¿¡Acaso quieres quitarme mi lugar como la esposa del futuro sultán!? —vociferó Safiye llena de frustración.

—Cálmate hija, no debes alterarte de esta manera por una concubina —pidió Mahidevran Sultán a su hija.

—¿¡Cómo quieres que me calme si esta usurpadora quiere quitarme mi lugar!?

Safiye siguió zarandeando a la pobre mujer hasta que el grito de su hermana mayor la detuvo de su acción.

—¡Safiye! —gritó Mihrimah Sultán—. ¿Acaso este es el comportamiento de una sultana?

—Yo... No quise...

La Haseki Sultán no pudo terminar su frase puesto que cayó desmayada en los brazos de su rival. Nazperver Hatun acomodó la cabeza de Safiye en su regazo con la intención de que el aire fluyera libremente.

—Vayan por la doctora de inmediato —ordenó Nazperver a las criadas que se habían quedado estáticas en su lugar—. Pero ya, esto es cosa de vida o muerte.

Mahidevran y Mihrimah se quedaron sorprendidas por la actitud de la joven quien parecía estar realmente preocupada por Safiye Sultán.

«Si fuera otra mujer la que estuviera en lugar dela favorita de mi sobrino, no se habría tomado la molestia de atender a la esposa de un futuro sultán» pensó Mihrimah Sultán.

Esa misma noche

La entronación de Murad ocurrió con el mayor de los éxitos, no hubo ningún disturbio durante el mismo y por eso ahora se celebraba una gran fiesta en el harén.

Todos estaban presentes, incluso Nurbanu quien ya se regocijaba de un triunfo que estaba demasiado lejos para ella.

—¡Atención! ¡Su majestad el Sultán Murad Khan!

Toda la música de detuvo y las criadas dejaron de bailar para dejar el paso libre al sultán y también para hacer reverencia.

Murad llegó hasta el lugar destinado para la familia real y esquivo la mano de madre para poder tomar la de su abuela Mahidevran, y obtener su bendición.

—Gracias a Alá has alcanzado el trono que tu padre dejo para ti —dijo Mahidevran con un extraño tono alegre.

—Amén —respondió el nuevo sultán.

—Hijo —llamó Nurbanu a su único hijo varón—. Tu hermana Şah y yo te deseamos un próspero sultanato.

—Muchas gracias madre. —El tono de voz que empleo Murad hacia su madre dejo muchas cosas a la imaginación.

—Ahora mi deber como Valide Sultán es guiarte y protegerte en este camino lleno de víboras que solo buscarán tu debilidad —dijo Nurbanu con una cínica sonrisa mientras mirada despectivamente a sus contrarias.

—¿Quién dijo que eres Valide Sultán? —espetó Murad en dirección a su madre.

—Soy tu madre, es mi derecho serlo.

—Así como es mi derecho negarte ese puesto.

—¿Qué quieres decir? —preguntó Nurbanu temerosa.

El sultán sacó de entre sus ropas una carta que había adquirido un aspecto amarillento. Dicha carta de la pasó a Nurbanu quien se puso pálida de repente.

—Nurbanu Kadin, a partir de este momento quedas exiliada de por vida al Antiguo Palacio —sentenció Murad mientras un par de eunucos tomaban a la rubia de los brazos.

—¡No puedes hacerle esto a nuestra madre! —masculló Şah Sultán a su hermano.

—Agradece que no la haya ejecutado por haber asesinado a Raziye Sultán.

Escuchar el nombre de su hija provocó en Mahidevran un sentimiento de tristeza que fue reemplazado por una profunda ira.

—¡Maldita perra francesa! ¿¡Cómo pudiste hacer eso!? ¿¡Cómo pudiste matar a mi hija!? —vociferó Mahidevran Sultán quien ya le había propinado una cachetada que le rompió el labio.

—Su hija era una cualquiera, una zorra que se metía en la cama de cualquiera con tal de conseguir lo que quería —respondió Nurbanu con cierta dificultad—. Aparte de que su hija siempre interfería con mis planes, por eso la mate.

Mahidevran volvió a golpear a la que una vez fue su nuera y no paro de hacerlo hasta que su nieto la detuvo.

—Llevense a esta asquerosa de aquí, encierrenla en los aposentos más ruines del Antiguo Palacio —sentenció Murad pese a las quejas de su hermana mayor.

Los eunucos obedecieron y sacaron a rastras del harén a la que una vez fue concubina y favorita del Sultán Selim.

El ambiente seguía tenso después de la disputa que aconteció rato, pero aún así el sultán debía dar un importante anuncio.

—La desición que estoy a punto de informales no fue difícil, al contrario, es algo que yo ya tenía contemplado desde hace tiempo. —Murad tomó la mano de su abuela, y la beso y estrechó en su frente—. Mahidevran Sultán seguirá ejerciendo su papel de Valide Sultán porque ella es una persona importante para mí, aparte de que puedo confiar este harén a su cuidado.

Un murmullo de sorpresa recorrió el harén y las felicitaciones no tardaron en llegar.



✓¿Qué les pareció este capítulo?

✓Se dice que el Sultán Selim murió a causa de los golpes que recibió durante una caída, pero yo quise poner que fue tifus la causa de su deceso.

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