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ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 03: ꜱᴇɴᴛɪᴍɪᴇɴᴛᴏꜱ ᴇɴᴄᴏɴᴛʀᴀᴅᴏꜱ

El problema es, sin embargo, que más temprano que tarde, el dolor físico… es manejable. Verás, el verdadero dolor es el dolor emocional. Ese es el tipo de dolor que perdura
―Theo Raeken, Teen wolf

Seúl, Corea del Sur.
Mansión de la familia Min.

La monarquía era algo que seguía muy presente dentro de las familias de vampiros. El prestigio, la elegancia, el linaje puro, la riqueza y el poder eran sumamente importantes para estos seres que, con el paso del tiempo, lograron evolucionar de tal manera que la sangre ya no fuese su alimento principal, el sol ya no les lastimaba y podían pasar desapercibidos ante su temperatura corporal. Todo gracias a las creaciones que algunos inmortales realizaron con la intención de mantener el secreto de los de su casta bajo llave.

Así mismo, tuvieron que mezclarse y adaptarse a la sociedad humana, lo que significó tener que relacionarse con aquellos a los que denominaban seres inferiores y trabajar para generar dinero. En el caso de la familia Min, amasaban una cuantiosa y jugosa fortuna gracias a que eran dueños de una cadena de hoteles cinco estrellas, algunos restaurantes de alto renombre y cuatro hospitales. Curiosa e irónicamente, pese a ser uno de los depredadores más peligrosos del mundo, algunos de los vampiros que formaban parte de esta familia eran grandes médicos especializados en distintas ramas de la medicina. De ser asesinos pasaron a salvar vidas; desde luego, todo por conveniencia.

Si bien la sangre de los humanos ya no era necesaria dentro de su dieta porque tenían formas alternas para alimentarse, no quitaba que fuese importante para ellos tomar ‒aunque sea‒ una copa de este líquido vital una vez al mes, pues el espeso fluido carmín les ayudaba a mantener su juventud e inmortalidad. Fue por ese motivo que Min Minho, el actual rey de las familias de vampiros que residían en Corea del Sur, decidió que debían obtener la sangre de los humanos de forma discreta para evitar confrontaciones con los cazadores y algunas manadas de licántropos. Salvar vidas humanas sólo era la excusa perfecta para tomar lo que deseaban sin problema, ya que de esa manera no podrían culparlos de arrebatarla cuando eran las personas quienes entregaban su sangre voluntariamente.

Sin embargo, Min Yoongi, el próximo monarca de dicha familia, se mantenía al margen de cualquiera de las profesiones que sus familiares habían elegido para poder mezclarse entre la sociedad mortal, principalmente de aquellas que estuviesen relacionadas con salvaguardar la vida humana. Ayudar y relacionarse con mortales no era algo que estuviese en sus planes. No es que tuviera una clase de odio o desagrado por ellos, más bien, era temor a hacerles daño. Consideraba a los mortales tan frágiles como un cristal y tan efímeros como el tiempo. Los humanos eran el claro de ejemplo de que nada era para siempre, algo que le aterraba.

Aunque era uno de los vampiros más jóvenes de su familia, había vivido lo suficiente e incluso llegó a convivir con humanos en algún punto de su inmortal vida; pero tras un trágico incidente comprendió que al ser lo que era, no le convenía mantenerse cerca de ellos porque resultarían lastimados y en peligro. Por ello evitaba hacer algún tipo de vínculo con estos frágiles seres. Se había prometido a sí mismo no volver a involucrarse con ninguno de esos individuos.

El joven de tez pálida y cabellos menta se encontraba afuera, en el balcón de su habitación. Miraba el cielo nocturno mientras la nieve lo bañaba y la brisa de la noche movía uno que otro mechón de cabello.

―Está nevando ―mencionó mientras admiraba los copos caer en la palma de su mano con delicadeza.

No podía sentir el gélido clima del anochecer y, debido a que su cuerpo no emanaba calor corporal, los diminutos cristales de hielo permanecían intactos y en su forma original. Aquello que tenía calidez podía marchitarse en sus manos, y lo que era tan frío como su piel se mantendría intacto hasta que deseara destruirlo por sí mismo porque salvarlo nunca sería una opción.

―Los humanos son tan frágiles como los copos de nieve ―susurró con recelo mientras cerraba la palma de su mano destrozando así los pequeños cristales que había en ella.

Clavó su mirada en la luna. A diferencia de muchos, él detestaba cuando el astro poseía ese color escarlata. Le recordaba aquella trágica noche donde perdió a una persona importante. Donde perdió todo lo que más amaba.

―Nari ―susurró con pesar al recordar a la humana de sonrisa adorable que tan feliz lo hizo en su momento.

Yoongi estaba tan ensimismado en el recuerdo de aquella chica que no se percató de que su hermana mayor, Min Taehee, había entrado a su habitación tras haber tocado la puerta y no recibir respuesta.

La vampiresa rubia se mantuvo en silencio, observando por algunos minutos al joven de hebras verde menta con pena y preocupación. Sabía lo doloroso que era para él cuando había luna roja, no sólo porque debía mantener controlada su sed de sangre, sino, por lo que había ocurrido hace años.

―Yoongi ―lo llamó angustiada al verlo tan concentrado viendo el satélite con desdén.

La suave voz de su hermana fue lo que lo hizo reaccionar. Volteó a mirar detrás de su persona, encontrándose con la despampanante figura de la vampiresa rubia acompañada de un gesto en el rostro contrario que demostraba su inquietud. Su mal humor se disipó, los recuerdos de aquella humana se esfumaron de su mente, y, en su lugar, dejó que una pequeña sonrisa se formará en sus labios. Dirigió sus pasos hasta la mayor. La observó de arriba hacia abajo, y no pudo evitar ensanchar su gesto al ver lo preciosa que se veía su hermana con ese vestido gris que se ajustaba a su cuerpo.

―Nadie podrá quitarte los ojos de encima, Taehee. Te ves hermosa ―halago mientras tomaba de la mano a la nombrada para darle una vuelta para admirarla mejor ―. Sin duda serás el centro de atención de la fiesta.

―Como debe ser. Después de todo, hoy es el día ―mencionó con algo de emoción y una bonita sonrisa.

Posterior a ello, tiró de la mano de su hermano para caminar hasta el enorme y cómodo sofá de terciopelo negro que Yoongi adoraba con su ser, el cual utilizaba para descansar casi todo el día.

―Cámbiate ―dijo mientras soltaba la mano del pelimenta para poder tomar el traje que estaba sobre el sofá ―. Los invitados han preguntado por ti con tan sólo poner un pie en las escaleras y mamá se la ha pasado diciendo que bajarás en un rato desde hace media hora ―contó burlona. No pudo evitar sonreír nasalmente al ver el gesto de desagrado del chico ―. Quita esa cara, Min.

―Es la única que tengo, Tae ―suspiro con cansancio.

―Mentiroso ―le entregó las prendas de ropa, y luego le sonrió con dulzura ―. Por favor, baja. Sé que odias todo esto tanto como yo, pero no lo veas como tener que lidiar con toda esa gente pretenciosa, sino, como mi fiesta de compromiso ―sugirió mientras ponía ambas manos sobre los hombros contrarios.

―Verlo de esa manera me hace tener menos ganas de bajar ¿Sabes? ―bromeó para molestar un poco a la mayor.

―Yoongi ―abultó sus labios y su ceño se frunció.

El nombrado sólo pudo pensar en lo adorable que se veía la vampiresa con ese gesto. A veces se preguntaba de qué lado de la familia es que Taehee había aprendido a ser más humana y menos distante, calculadora, vanidosa y cruel. El resto de sus medias hermanas eran un dolor de cabeza, las aborrecía; pero Tae era como un rayo de sol, tan cálida a pesar de que su corazón no latiese.

―Ya tengo suficiente con no poder traer a mis demás hermanos, sobre todo a Felix. No me dejes sola en un momento tan importante ―le suplicó con un gesto que la hacía ver infantil.

Los ojos de Yoongi oscurecieron y su cuerpo se tensó al oír aquel nombre. Su medio hermano, Min Felix, no era para nada de su agrado. A excepción de Taehee, al resto de sus hermanos les tenía una especie de rencor y rechazo debido a que eran hijos de otras mujeres; mujeres con las que su padre había osado engañar a la reina. Si bien su madre parecía no tener ningún problema en que su padre tuviese relaciones extramaritales, él sí. Sobre todo si era con mujeres humanas, como la madre de Felix.

Min Felix era impuro en toda la extensión de la palabra, al menos para los de su casta. Fruto de un amorío del rey Minho con una humana que murió al momento de darlo a luz, sin ningún tipo de don relevante o poderoso, sin nada que pudiera hacerlo alguien especial y, desgraciadamente, demasiado sociable y amigable con los humanos.

Pero no era su impureza el motivo del odio de Yoongi, sino, las lágrimas de su madre el día que se lo entregaron a ella para criarlo en lugar de su difunta progenitora. Taehee y él habían presenciado el momento en que un lacayo llegó con el recién nacido en brazos para luego entregárselo a la reina con la orden de cuidarlo como si fuese hijo suyo porque era lo único que le quedaba al rey Minho de aquella humana a la que amo. Jihyun miró al niño y un par de lágrimas se desbordaron de sus ojos sin dejar salir ningún sonido de su boca. Min Yoongi jamás podría olvidar esa escena, por lo cual, nunca sentiría afecto por ese hibrido.

―Hazlo por mí ¿Sí? ―mantuvo aquel gesto aniñado, y agarró su mano derecha para tirar de ella.

―Ya entendí ―se resignó, sabía que no podría ganarle a su hermana mayor aunque intentará negarse ―. Bajaré en un momento ―suspiró con pesar.

No tenía ganas de convivir con todo esa gente falsa y egocéntrica que no hacían más que hablar de cosas aburridas mientras intentaban agradarles a todos. Le causaba náuseas tener que entablar una conversación con cualquiera de esos idiotas que se creían superior a todos por el simple hecho de ser inmortales.

―Te lo agradezco tanto ―Taehee se abalanzó sobre el vampiro con emoción, pasando ambos brazos alrededor del cuello del pelimenta.

Yoongi colocó su brazo desocupado alrededor de la cintura de la rubia para poder devolverle el gesto.

―Tae.

―¿Sí?

―¿Realmente quieres casarte con Wang? ―cuestionó un poco inquieto.

Yoongi no había querido tocar el tema porque era una decisión tomada por sus padres y consideraba que no era su problema, no obstante, estaba en desacuerdo con dicho compromiso. Taehee tampoco lo hizo porque lo veía como algo inevitable que no tenía sentido discutir.

La rubia se apartó del menor, en su rostro había una sonrisa que tranquilizó un poco a Yoongi, pero, al mismo tiempo, le hizo sentir miedo al pensar que, en algún momento, no podría tener a su hermana de esa manera nuevamente.

―Es mi deber, Yoonie ―pasó sus manos detrás de su espalda ―. Tenemos un trato ¿Recuerdas? Mientras tú estés bien y la familia Wang no diga nada de lo que pasó aquella noche, es más que suficiente para que yo me casé con Jackson sin problema. Además, eso también garantiza que los de nuestro linaje mantengan su pureza por parte de nuestra familia. Así podrás amar y estar con quien desees sin temor alguno en el futuro. Tú y todos mis hermanos.

―Pero no estás enamorada de él, Tae ―la miró con dureza ―. No necesitas sacrificarte por mí. Por nadie. Si no quieres hacerlo, entonces no te cases con Jackson.

El silencio se acomodó en medio de ambos hermanos. Yoongi pensaba que su hermana debía priorizar su propia felicidad y elegir el camino que deseara, no aquel que sus padres le estaban imponiendo. Taehee, por su parte, anteponía la seguridad y felicidad no sólo de Yoongi y Felix, sino, también la del resto de sus hermanos. Hacía lo que hacía como un acto de amor, aunque eso no le permitiera estar con la persona que amaba.

―Yoon ―lo miró con firmeza por unos minutos ―. Te preocupas por mí ―chilló y puso un gesto tan adorable en su rostro que consiguió que la seriedad que había entre ellos se esfumara.

El menor de los hermanos sólo pudo negar con la cabeza. Esperaba algo realmente profundo por parte de la mayor por la forma en como lo estaba viendo pero, después de todo, así era ella.

―Por supuesto que me preocupo por ti. Eres mi hermana, tonta ―dejó una suave caricia en sus largas hebras lacias.

―Gracias, Yoonie ―lo miró con cariño.

Las pocas personas que habían llegado a convivir con el heredero de la familia Min decían que era una persona arisca de pocas palabras. Pero Taehee sabía que sólo era una fachada; su hermanito era más sentimental y protector de lo que aparentaba.

―No debes preocuparte por mi compromiso ―le aseguró ―. Jackson es un buen chico. Sabe que no tengo ninguna clase de sentimiento romántico hacia su persona y, aun así, me dijo que no tenía problema con ello porque su amor bastaría para los dos. Lo conozco desde hace muchos años. Tal vez no lo ame pero, después de todo, le tengo un gran cariño.

―¿Crees que... podrías enamorarte de él?

Taehee se quedó pensando en ello, aunque sabía la respuesta.

―Dime, Yoongi, después de todos estos años ¿Has podido enamorarte luego de Nari?

El pelimenta no pudo evitar mostrarse asombrado ante la cuestión, pero inmediatamente un gesto apacible se apoderó de sus facciones y negó con firmeza.

―Ella no era tu alma gemela y tu amor por Nari ha sido duradero hasta el día de hoy. Tal vez..., sea eterno ―comentó algo nostálgica mientras recordaba a la persona que amaba ―. Creo que pasará lo mismo conmigo ―murmuró. Le sonrió con tristeza, posteriormente, le dio la espalda ―. No tardes tanto, Yoon ―y caminó hacia la puerta sin esperar a que su hermano llegará a cuestionar algo.

Yoongi analizó las palabras de la mayor, distrayéndose. Cuando comprendió el significado detrás de estás pensó en preguntar al respecto. Se sentía levemente curioso por saber quién era la persona de la que estaba enamorada la princesa del viento.

―Ta-

La puerta cerrándose lo interrumpió. Se quedó observando por un buen rato en aquella dirección mientras en su mente se reproducía la triste sonrisa que se plasmó en el rostro de la rubia.

―Me gustaría que fueras feliz ―mencionó derrotado.

Luego de eso, decidió que no le daría más vueltas al asunto. No podía hacer nada para anular el compromiso de su única hermana de sangre, y ella parecía decidida a seguir con el plan. Suspiró y procedió a cambiarse para poder bajar al salón de baile de su casa.

Al llegar al lugar, pudo ver a toda esa gente desagradable que no hacían más que aparentar sonrisas y actitudes simpáticas para convivir con los demás. Tan sólo había bajado un par de escalones y todavía no se acercaba a hablar con nadie, pero ya se sentía demasiado asfixiado que pensó seriamente en regresar de vuelta a la soledad, tranquilidad y comodidad de su habitación. Sin embargo, no pudo hacerlo porque Taehee logró verlo antes de que eso sucediera y corrió rápidamente hacia él.

―¿Te irás? ―lo miró con duda, sus labios ligeramente curvados hacia abajo.

«Es lo que deseo» Pensó, pero terminó negando con la cabeza, recibiendo así un gesto de alegría por parte de la rubia, la cual enganchó uno de sus brazos con el suyo.

―Perfecto. Entonces acompáñame un rato. Mi prometido aún no llega ―le dijo con una sonrisa enorme mientras bajaban las escaleras con gracia y elegancia.

Inmediatamente, ambos hermanos fueron el centro de atención, sobre todo Yoongi, quien a pesar de ser hijo legítimo de los reyes Min evitaba presentarse en reuniones importantes, por lo que muy pocos tenían conocimiento de la apariencia física del próximo heredero de dicha familia. Sin duda, los rumores de que Min Yoongi poseía una belleza etérea se estaban confirmando en ese momento, dejando a más de una persona atónita.

―Parece que me has robado el protagonismo, Yoonie ―se burló la chica, ocasionando que su hermano se sintiera un poco incómodo y apenado ―. Supongo que en lugar de que tú des propuestas de matrimonio, será a ti a quien se las den.

―Deja de decir tonterías, Taehee ―masculló avergonzado.

La nombrada sólo pudo reír divertida con la boca cerrada. Le gustaba mucho molestar a su pequeño hermanito, le parecía divertido verlo gesticular debido a que siempre ponía cara de odiar a todo el mundo.

Se acercaron a una pareja de vampiros que tenían buena relación con la suya desde hace muchas décadas. Se trataba de los duques de la familia Kim. Taehee era quien se mantenía charlando con ambos inmortales de antaño mientras Yoongi se mantenía ajeno a la conversación. El joven vampiro miraba desinteresadamente la copa de sangre que le habían entregado una vez estuvo en el sitio. Apenas y sí le había dado un sorbo a la misma. Realmente no le apetecía tomar de ese líquido en ese instante.

―Príncipe Min, ¿Le sucede algo? ―preguntó la duquesa Sohee con preocupación al notar lo distraído que parecía estar el pelimenta.

―No. Estoy bien ―contestó robóticamente mientras apartaba la mirada de la copa ―. ¿Seokjin no vino con ustedes?

Sohee y Joohyuk voltearon a verse con algo de incomodidad sin saber qué contestar.

Era bien sabido por todos los de su clase que el heredero de los Kim se había separado de su familia hacía bastantes años tras las diferencias que tenían. Habían roto toda comunicación y lazo con Seokjin; ni siquiera estaban seguros de que siguiera con vida. Ese tema era un tanto delicado para la duquesa, quien mantenía la esperanza de reencontrarse con su querido primogénito; mientras que para el duque Joohyuk hablar de su hijo mayor le causaba cólera.

―Hace años que Seokjinie no está con nosotros ―dijo por fin la mujer con algo de tristeza cargada en sus palabras ―. Decidió separarse de la familia y seguir su camino sin nosotros ―sonrió con pesar, deseando que el hombre estuviese bien.

―Lo lamento. No debí preguntar por él ―mencionó al notar el gran dolor con el que cargaba la mujer.

―No se preocupe, joven príncipe. Realmente no nos afecta la partida de ese traidor. Su mejor decisión fue marcharse y alejarse de nuestra familia ―Joohyuk habló con desdén, seguido de ello se empino la copa para quitar el sabor amargo de su boca con el dulzor de la sangre, en tanto ignoraba la mirada de desapruebo de su esposa.

Yoongi pensó en defender al que había sido su amigo por una larga temporada, pero prefirió mantenerse al margen para evitar problemas debido a que la familia Kim era uno de sus mejores aliados. Él sabía perfectamente que los ideales de Seokjin chocaban mucho con los de su padre, aquello era un tema muy recurrente cada que charlaban, así que estaba al tanto de todo.

Kim Seokjin no veía a los seres humanos como inferiores ni como simple comida, consideraba que, si se lo proponían, ellos podían hacerles daño y acabar con los de su especie; contrario a Kim Joohyuk, quien veía a los humanos como seres inútiles, inferiores y desechables, simple alimento. El vampiro de cabellos rubios había llegado a salvar a muchas personas de las garras de su propia familia en el pasado, causando un gran roce e inestabilidad con los miembros de su clan, pero sobre todo con su padre. Era cuestión de tiempo para que el hijo mayor de los Kim decidiera separarse de ellos, así que a Yoongi no le sorprendía en lo absoluto.

La anfitriona de la celebración logró cambiar el tema para evitar que el ambiente siguiera sintiéndose incómodo u hostil entre ellos. El pelimenta volvió a distraerse rememorando algunos momentos al lado de su amada, aunque intentaba no pensar mucho en ello porque sabía que se pondría de pésimo humor, y no planeaba arruinar la fiesta de Taehee.

―Saldré un rato al balcón. Necesito despejarme un momento ―anunció a las tres personas con las que estaba, interrumpiendo sin querer al duque ―. Si Jackson te deja plantada, ten por seguro que no voy a permitir esa boda ―le susurró al oído con seriedad.

Taehee sólo pudo reír en bajito por lo ocurrente que le parecía el menor. Sabía que Yoongi tenía poder, sin embargo, no lo suficiente como para impedir esa boda, ya que era algo que sus padres también querían. Min Yoongi no era superior a los reyes Min, no aún.

«Hay destinos que no se pueden cambiar, Yoonie. Pero gracias por al menos pensar en querer intentarlo» Miró con ternura como su hermano menor caminaba hacia el balcón con ese porte misterioso y elegante que lo caracterizaba.

Cuando el vampiro estuvo en el balcón, removió la nieve que se había acumulado en el barandal con tan sólo un movimiento de su mano. Recargó su espalda baja en el concreto de la barandilla para luego comenzar a mover suavemente la copa en su mano, creando ondas con el contenido líquido. Estaba aburrido. Lo único que deseaba era que el amanecer comenzará a aparecer para poder largarse de ahí y recostarse en su cama. Le enfermaba estar en medio de tanta gente falsa que sólo buscaba incrementar su poder a través de las alianzas con otras familias de vampiros de sangre pura. Era un dolor de cabeza tener que lidiar con gente tan superficial en ocasiones.

Posó su mirada sobre el cielo nocturno. Hacía un buen rato que no veía tantas estrellas en el firmamento. Le causaba nostalgia verlas porque le recordaban mucho a la pelinegra.

"―¡Una estrella fugaz! ―exclamó con euforia mientras sus orbes desprendían un maravilloso brillo que lo enamoró un poco más ―Pide un deseo, Gigi ―le ordenó.

Nari cerró los ojos, juntó las palmas de sus manos poniéndolas a la altura de su pecho para poder pedir su deseo. Yoongi, por su parte, se mantuvo todo el tiempo admirándola con cariño. La causaba tanta ternura que se emocionará por las cosas más simples, pero no era capaz de romper aquella ilusión. Min sabía muy bien que, en realidad, las estrellas fugaces se trataban de meteoros, los cuales atravesaban la atmósfera terrestre y jamás podrían conceder un deseo. Sin embargo, él haría hasta lo imposible porque dicho pedido se hiciera realidad.

La pelinegra volteó a mirarlo con una sonrisa bailando en sus labios, sus ojos siendo dos hermosas medias lunas. El rubio dejó una suave caricia en sus cabellos sin dejar de mirarla con calidez, porque su cuerpo no desprendía calor y su corazón no latía, no obstante, conocerla lo había hecho volverse una fuente de calor que abrigaba e iluminaba la vida de Moon Nari.

―¿Qué fue lo que pediste?

―Si te lo digo, no se hará realidad, Gigi.

―Debes decírmelo para que pueda hacerlo realidad, de lo contrario, ¿Cómo puedo hacer que suceda? ―la miró con burla.

Nari rio nasalmente.

―No es algo que puedas hacer. Ni siquiera una estrella fugaz podría hacerlo ―admitió con tono melancólico.

―Dímelo y te diré si puedo o no hacerlo ―entrelazó sus dedos. Agradeció que estuviera usando guantes o Nari podría darse cuenta de la diferencia de temperatura entre ambos.

―Sé que no puedes hacerlo, Gigi. Porque tú eres eterno y yo soy efímera ―lo miró con tristeza mientras intentaba acercar su mano al rostro contrarió pero, al final, se abstuvo y mejor miro hacia el cielo, deseando que el tiempo se detuviera en ese instante para quedarse a su lado para siempre."

El sonido de los aplausos junto a las felicitaciones lo hizo volver a la realidad. Parpadeó confundido. Finalmente, volteó detrás suyo para observar a Taehee y Jackson en medio de la sala, sonriendo y haciendo gestos de agradecimiento con las manos a todo aquel que les daba sus buenos deseos por su futuro matrimonio.

«Seguramente ya hicieron público su compromiso» Suspiró pesadamente al pensar en ello, después le dio un sorbo a su copa mientras regresaba su atención al gran jardín de la mansión que estaba conectado con el bosque de las luciérnagas. Entrecerró los ojos al notar una pequeña luz azulada a la distancia, al mismo tiempo, alguien empezó a susurrar algo inentendible cerca de su oído; su cuerpo comenzó a relajarse y sus ojos a cerrarse.

―Veo que no soy la única en desacuerdo con ese matrimonio.

Se despabiló al oír la aterciopelada e irritante voz de la fémina, la cual reconoció perfectamente. Miró a su lado derecho tratando de mostrarse sereno, sin embargo, no pudo evitar rodar los ojos con fastidio al reconocer a la fastidiosa mujer de cabellos oscuros. Se trataba de la caprichosa princesa Wang Meiling, la hermana menor y favorita de Jackson.

La vampiresa se encontraba sentada de forma elegante sobre el barandal de concreto, el vestido rojo que lucía con gracia caía como una cascada que apenas lograba tocar la fina capa de nieve formada en el suelo. Admiraba al futuro matrimonio con descontento y su envidia hacia Min Taehee era evidente.

―Lo admito, no me agrada la idea de que mi hermana se vaya a casar con alguien que no ama. No obstante, no siento celos por la situación, como tú ―ensanchó una sonrisa victoriosa al notar el gesto de irritación en Meiling. Volvió a poner su atención en la futura pareja ―. Me gustaría que Taehee pudiera estar con la persona que ama, que sea feliz.

Meiling volteó a verlo con una sonrisa burlona en la cara, mostrando sus dientes y dejando en evidencia sus colmillos. Le parecía un poco estúpido que alguien como Min Yoongi dijera tales palabras, ya que siempre se mostraba como alguien que evitaba dicho sentimiento, incluso en las charlas.

―¿Amor? ―soltó un sonido irónico al mencionar aquella palabra ―Nosotros no somos dignos de sentir y vivir dicho sentimiento con plenitud. Al menos así nos lo impuso la diosa luna ―miró hacia el cielo con algo de resentimiento.

De todos los hijos de la noche, ellos eran los únicos que parecían haber sido maldecidos en ese aspecto por Selene. Por supuesto que podían amar, podían vivir dicho sentimiento con alguien de su propia especie o incluso con algún otro ser sobrenatural, mágico o humano. Sin embargo, había un pequeño e insignificante detalle; así como los licántropos tenían a sus mates, los vampiros también tenían su propia persona especial, aquella que amarían por el resto de la eternidad sin importar que ya no estuviese a su lado nunca más. A esa persona se le denominaba alma gemela y sólo podían tener una en toda su inmortal vida, por lo general, se trataban de humanos.

Por ello Meiling odiaba con todo su ser el hecho de pensar que, en algún momento, podría llegar a encontrar a su alma gemela y, supuestamente, enamorarse. Porque sabía de antemano que su amor duraría toda la vida junto con el dolor de haberlo perdido. Si amar significaba sufrir por un maldito mortal por el resto de la eternidad, entonces no deseaba sentir aquello.

―Somos seres vacíos, sin un alma y corazón, Min. El único placer que conozco es el de la sangre resbalando por mi garganta, o cuando hago sufrir a alguien, cuando rompo el corazón de los humanos para poder alimentarme de ellos ―explicó Meiling intentando mostrarse frívola, pero, en el fondo, deseaba llorar de desesperación porque, para ella, su vida inmortal no era más que una maldición ―. El amor es un sentimiento banal para los vampiros. En nuestro mundo, eso no existe, Min Yoongi.

―Ya veo ―una diminuta y apenas visible curva se formó en sus belfos ―. Tienes miedo de ese sentimiento ¿Cierto? ―la miró con superioridad.

Meiling formó un gesto de indignación ante la suposición del contrario. Habló más de la cuenta, posiblemente se había sincerado demasiado porque se estaba dejando llevar por sus emociones. Que ridícula debió haberse escuchado.

―Por favor ―negó completamente divertida, tratando de arreglar su estupidez ―¿Por qué tendría miedo de un sentimiento tan insignificante?

―Porque eso demostraría lo débil y sentimental que eres, cosa que no quieres aceptar ¿O me equivoco?

―Te equivocas ―su mirada oscureció haciendo que Yoongi se carcajeará ante su reacción tan arisca ―. Deja de reírte de mí ―se cruzó de brazos con enfado.

―Lo lamento, pero no puedo evitarlo. Eres realmente ridícula ―le dio otro sorbo a su bebida ―. Dices que el amor es insignificante para ti, pero le temes, entonces ¿En verdad crees que no tiene importancia?

―Para mí no lo tiene. No tiene ningún significado y nunca lo tendrá porque no pienso caer ante él ―aseguró con sus manos hechas puños. Estaba muy enfadada.

El pelimenta negó sin borrar el gesto que demostraba lo entretenido que se encontraba en ese momento. Una risita grave escapó de sus delgados belfos.

―Wang Meiling, ¿Le temes al amor? O ¿Le temes a encontrar tu alma gemela y perderla?

―¿No sería exactamente lo mismo? Porque si encuentro a mi alma gemela será un humano, lo que significa que me enamoraría de un ser que me será arrebatado por la naturaleza de la vida o por relacionarse conmigo. Tú deberías saberlo mejor que nadie, Min Yoongi, después de todo, ya perdiste a alguien.

La fémina estiró sus labios en una sonrisa de maldad al notar como la expresión de diversión de Yoongi se desvanecía para volverse una de tristeza, dolor y arrepentimiento. Se atrevió a colocar una mano sobre el hombro del pelimenta, y, al encontrarse vulnerable, fue fácil para Meiling indagar en los sentimientos del vampiro. Fue así como logró usar su don para mostrarle una imagen de la chica que no pudo proteger y mantener con vida a su lado.

Yoongi se quedó estático al ver a Hari delante suyo. Llevaba puesto un vestido rojo de tirantes arriba de los tobillos, debajo una camisa de vestir blanca con mangas bombachas de tres cuartos, y su cabello estaba atado en un chongo con su flequillo bien peinado. La pelinegra le miraba con cariño y ternura mientras extendía su mano hacia él. Su corazón se alegró por un segundo, incluso estuvo a nada de tomar la mano de la chica, pero recordó que estaban en invierno y no tenía sentido que usará un vestido con un clima tan helado, además, Hari no estaba con vida.

―Detente o haré que te arrepientas, Wang Meiling ―ordenó con furia notable en su voz mientras apartaba con brusquedad la mano de la vampiresa. Sus ojos tomaron un tinte azul brillante, intenso y temerario.

La nombrada chasqueo los dedos sin dejar de sentir placer por lo acontecido. Se deleito con el sufrimiento del vampiro, lástima que tuviera que hacer desaparecer la ilusión que creó especialmente para él. El corazón de Yoongi dolió terriblemente al caer de vuelta en la realidad, sólo le quedó maldecir en silencio a la vampiresa.

―No creí que fueras tan sensible con el tema de esa chica ―bajó con suavidad del barandal ―. Mucho menos que fueras tan vulnerable ante el simple recuerdo de una humana.

―Será mejor que no vuelvas a indagar en mis sentimientos y recuerdos, porque si vuelves a hacerlo voy a matarte. No me va a importar que seas hermana de Jackson, te haré trizas ―amenazó con dureza y hostilidad.

La inmortal no hizo más que mofarse del pelimenta ―No sé por qué te molestas tanto. Sólo te mostré aquello que tu corazón anhelaba ver. ¿No deberías agradecerme?

Yoongi volvió a maldecirle de mil formas diferentes en su mente mientras la miraba con odio puro. Meiling sonrió satisfecha ante la reacción del contrario, le divertía bastante cuando las personas se veían afectadas por las ilusiones que llegaba a mostrarles.

―¿Sabes? Deberías dejar de canalizar tu dolor en mí. Supongo que debe ser difícil tener que aceptar que la persona que amas no podrá estar contigo. Incluso tendrás que verlo casarse con alguien más. Pero eso no te da el derecho de burlarte de mi dolor.

La pelinegra borró aquel gesto de placer que poseía, el cual se convirtió en uno de incomodidad. Tal vez Yoongi había acertado. Quizá estaba jugando con el dolor ajeno para olvidar el propio.

Ambos vampiros dirigieron su atención hacia la pareja, la cual estaba en medio de la sala charlando y brindando con los invitados que se les acercaban. Tanto Taehee como Jackson sintieron las penetrantes miradas de ambos menores, por lo que voltearon a su dirección y los saludaron con regocijo.

Yoongi alzó su copa a manera de saludo, así como para felicitarlos, aunque su cara demostrará su completo desacuerdo ante la situación. Meiling, por su parte, intentó sonreír de forma alegre para no preocupar a su hermano mayor, aunque en su interior todo se estaba derrumbando.

Sí, Meiling odiaba el amor. Lo odiaba porque amaba a su hermano y no podía tenerlo para ella, porque Jackson estaba enamorado de Taehee sin importar que la contraria no sintiera nada por él. Lo odiaba porque tenía miedo de que en algún momento llegará a su vida su alma gemela y no pudiera hacer nada para mantenerlo a su lado.

Yoongi había acertado. Meiling le temía ha dicho sentimiento. Le aterrorizaba. Porque si ahora dolía con su hermano ¿Qué sería cuando encontrará a esa persona especial que amaría para toda la eternidad, incluso si ya no estaba con ella?

―Realmente me desagradas, Min Yoongi ―escupió iracunda.

Les dio la espalda a los dos mayores y recargó sus brazos sobre el barandal para poder distraerse viendo el jardín de la familia Min.

―Es mutuo ―ensanchó una sonrisa amarga. Le dio otro sorbo a la copa, acabando así con el contenido de la misma.

El silencio se acomodó en medio de ellos dejando de fondo sólo el ruido del interior de aquel salón de baile. Los copos de nieve no dejaron de caer sobre sus personas mientras la luna los iluminaba. Ambos se ignoraban mutuamente, fingiendo que la existencia del otro no estaba ahí. Cada uno estaba metido en sus propios pensamientos, aunque teniendo algo en común: el dolor. Ambos sufrían en silencio por aquel sentimiento que a una le parecía patético y, al otro complicado.

Nuevamente, aquella luz azul volvió a aparecer frente a los ojos de Yoongi y mantuvo su atención en la misma. El ruido desapareció de un momento a otro; de vuelta aquella voz susurrando algo inentendible era lo único que lograba escuchar con claridad. Su cuerpo comenzó a sentirse débil y sus parpados pesados.

―Duerme. Prometo que te llevaré con ella, Yoongi ―logró escuchar cerca de su oreja. Una voz relajante, suave y delicada ―. Te llevaré con Moon Nari, pero no debes luchar. Deja de luchar, Min Yoongi ―ordenó con firmeza y dulzura para que el vampiro no lograse escapar de su poder.

―Nari ―bisbiseó y se dejó caer en la inconsciencia, pero se mantuvo en pie.

Meiling notó aquello debido a que el pelimenta dejó caer la copa de cristal al suelo y se quebró. Volteó a verlo desconcertada, al percatarse de sus ojos cerrados y respiración calmada supo que el chico no estaba despierto, algo extraño dado que ellos no podían dormir, a no ser que...

―Imposible ―comentó incrédula.

Para asegurarse de que no se estaba equivocando decidió mover suavemente su hombro, sin embargo, Yoongi no reaccionó.

―Realmente estás durmiendo ―mencionó estupefacta. Volvió a moverlo, esta vez un poco brusco para hacerlo reaccionar.

Yoongi la tomó de la muñeca con algo de fuerza, sacándole un quejido bajito junto a una mueca de dolor a la pelinegra.

―Min, me estás lastimando ―le aviso molesta, pero el pelimenta siguió apretando el agarre hasta sacarle sangre y manchar el manto blanco que había bajo sus pies ―¡Basta, suéltame! ―consiguió zafarse, lastimándose un poco más en el proceso. Observó la herida y como de esta brotaba sangre hasta que se cerró ―¿Qué demonios sucede contigo?

―Nari ―volvió a murmurar con anhelo, confundiendo a Meiling en el proceso.

Lo pelinegra lo analizó de pies a cabeza hasta que comprendió que no es que estuviese durmiendo por aquello, sino, porque se encontraba bajo la influencia de algún don o encantamiento.

―Min, despierta ―le ordenó dándole un golpe fuerte en el hombro ―. Vamos, no puedes ser tan débil. ¡Despierta! ―exigió un poco más desesperada al notar que el vampiro planeaba saltar desde allí ―¡Yoo- ―el sonido de su voz dejó de escucharse, por lo que se llevó las manos hacia la garganta sin comprender lo que sucedía.

Meiling miró como Yoongi saltaba y caía de pie sobre el suelo del jardín de la gran mansión para luego iniciar a caminar en dirección al muro que separaba el territorio de la familia Min del bosque de las luciérnagas. Giró sobre su eje para ir en busca de ayuda, pero detrás de ella se encontró con un sujeto de ojos color ámbar que le sonreía de forma tétrica.

―Ambos siendo vampiros de sangre pura y caen tan fácilmente en esto ¿Enserio? ―se carcajeó con maldad.

El desconocido comenzó a caminar en su dirección para acortar la distancia entre ellos. Meiling quiso alejarse pero no podía moverse, estaba completamente indefensa. Cuando el joven de ojos ámbar estuvo frente a ella, acarició su mejilla con delicadeza mientras se deleitaba con su desesperación, le encantaba su expresión de terror.

―La princesa Wang Meiling sintiendo miedo, eso sí que es nuevo, pero me encanta esta faceta tuya ¿Sabes? ―acabó con su espacio personal, acercándose hasta su oreja ―Si fueras humana, en este momento tu corazón latiría con prisa debido al pánico, es una pena no poder obtener eso de ti. No eres tú a quién quiero ahora ―admitió con la intención de tranquilizarla ―, sin embargo, no puedo dejar que ayudes a Min, arruinaras todo ―se alejó para poder observar su rostro.

La vampiresa parecía más relajada. No planeaba darle la satisfacción al desconocido de verla desesperada y temerosa, eso jamás. Ningún ser existente conseguiría eso de la princesa de la familia Wang. El hombre sonrió fascinado pero lentamente se mostró serio.

―Realmente eres digna hija de los Wang, mira que controlarte tan rápido ―acarició de nueva cuenta su mejilla ―. Algún día conseguiré que ese gesto de terror y sufrimiento dure por mucho más tiempo. Por ahora, sólo tomaré algo más a cambio ―esta vez se acercó a su cuello ―. Te prometo que no me recordarás, Wang Meiling ―murmuró, después enterró sus colmillos en su piel en tanto sus ojos brillaron.

Meiling separó los labios, cerró los ojos y apretó sus manos en puños ante el dolor. Sin poder evitarlo acabó perdiendo el conocimiento en los brazos de aquel desconocido que saboreo con gusto la sangre pura de la chica. Deslizó sus colmillos con delicadeza para sacarlos de la nívea y helada piel de la princesa, de los pequeños orificios se escurrieron un par de hilos de sangre que se resbalaron hasta manchar la tela del vestido. De las comisuras del vampiro de ojos ámbar también descendían unas delgadas líneas carmesí que goteaban al llegar a su mandíbula, hecho su cabeza hacía atrás para admirar la luna con perversidad y luego se soltó a reír como un maniático, llamando la atención de algunos invitados que notaron la extraña escena, al percatarse que era la hermana de Jackson quien se encontraba allí, rápidamente lo llamaron.

―Cuando las cosas estén en su lugar, prometo que volveré por ti ―le afirmó mientras la acomodaba sobre la nieve con suavidad.

―¡Aléjate de mi hermana! ―gritó colérico el pelinegro una vez estuvo en el lugar.

El desconocido lo miró por encima de su hombro, por lo que Wang no pudo observar aquel gesto de vileza y placer que se formó en su rostro. Finalmente, salió corriendo en la misma dirección que Yoongi se había ido. Jackson pensó en ir tras el intruso, sin embargo, al reparar en las pequeñas manchas carmesí que pintaron la nieve, se dirigió de forma inmediata a su hermana para asegurarse de que estuviese bien.

―¡Meiling, hermanita! ―le habló mientras la tomaba en brazos con preocupación. Al notar la mordida en su cuello, sus ojos se llenaron de rabia y juró que acabaría con aquel ser una vez lo encontrase.

Taehee se abrió paso entre las personas que se amontonaron cerca de las puertas que daban paso al balcón, y al no ver al pelimenta comenzó a sentir miedo.

―¿Y Yoongi? ―preguntó al aire mientras miraba a todas partes en busca del chico ―¿Dónde está Yoongi? ¿Dónde está mi hermano? ¡¿Dónde está?! ―gritó desesperada mientras corría hacía la barandilla para asomarse a buscar en el jardín, pero sintió pavor al no verlo ahí tampoco.

La reina Jihyun se acercó hasta su hija para tratar de tranquilizarla mientras el rey Minho pedía que se revisará toda la casa para encontrar a su hijo lo antes posible.

Y mientras la mansión de los Min era un caos total, el príncipe heredero se encontraba tirado en alguna parte del oscuro y lúgubre bosque, siendo observado con hostilidad por dos personas.

―¿Y la humana?

―Logre atraparla antes de que Evil lo hiciera ―sonrió orgullosa de su hazaña y señaló a la rubia sobreviviente que estaba inconsciente, amarrada a uno de los troncos de los pinos que había allí ―. Supongo que, quieres que lo controlé para que asesine a la chica y los cazadores inicien una cacería con la familia Min ¿Cierto?

―Mi chica es demasiado inteligente ―halago complacido, y estuvo a punto de dejar una caricia en su cabello, pero la pelinegra de ojos azules se lo impidió.

―Ni se te ocurra tocarme luego de mancharte de la sangre de esa estúpida mujer ―apartó la extremidad del contrario de un manotazo ―. No olvides a quien tienes frente a ti. No pienses equivocadamente que tú tienes el control, cariño. Si yo lo quiero puedo destruirte y lo sabes.

―Pronto veremos quién destruye a quién ―mencionó molesto ―. En lugar de amenazarme, mejor haz que acabe con esa estúpida humana antes de que dejes de tener control sobre él.

―Min Yoongi es demasiado manipulable en este instante debido a que su mente no deja de recordarle a Moon Nari. Esa humana es su debilidad, siempre lo será. Y mientras le siga mostrando ese bonito sueño, es mío.

―Aun así, no te confíes.

La ojiazul cerró los ojos y comenzó a mover los labios, aunque ningún sonido era emitido de estos; sólo Yoongi podía escuchar su voz dentro de su cabeza mientras observaba la imagen sonriente de Nari diciendo todas esas palabras. Estaba atrapado en aquel sueño que no lograba entender que todo lo que le decía lo haría asesinar a alguien. Aquella que creía era su amada, estiró su mano frente a él para que la tomará, sin saber que al hacerlo terminaría condenándose y a su familia. Cuando estuvo a punto de tocarla, escucho la melodía de un piano a la distancia lo que impidió que sostuviera su mano.

―¿Qué sucede, Gigi? ―ladeó la cabeza confundida al notar la expresión del hombre volverse dubitativa.

―Ese sonido ―murmuró sin comprender porque sentía una extraña sensación reconfortante abrazándolo, salvándolo.

―¿De qué sonido hablas?

El pelimenta cerró los ojos para agudizar su oído y disfrutar de la melodía de fondo. Sus labios se curvaron de satisfacción. Se sentía feliz, protegido. Aquellos sentimientos confusos de miedo, dolor y arrepentimiento combinados con la alegría y esperanza de encontrarse nuevamente con Nari, se esclarecían conforme el sonido del piano se hacía cada vez más cercano. Dejó de escuchar la voz susurrante de la desconocida y, cuando abrió sus ojos, Moon Nari no estaba más allí; en su lugar, una adolescente de cabello negro como el vacío, piel blanca como la nieve, de apariencia delicada y frágil, se encontraba sentada en un taburete de un piano tocando dicho instrumento con gracia y destreza, por lo que le daba la espalda.

Yoongi caminó sin pensarlo hasta a estar a una distancia considerable, donde pudo notar por su aroma y el latido de su corazón que la menor era humana. Deseo acercarse, abrazarla y cuidar de ese frágil ser. La melodía se volvió suave, relajante hasta que dejó de sonar. La infante volteó repentinamente en su dirección, un par de ojos almendrados color gris lo miraron con curiosidad, después una sonrisa tierna que ocultó sus orbes fue mostrada de forma espontánea por la humana. Todo a su alrededor se volvió confuso y borroso, y lo último que logró obtener de la adolescente fue su nombre en un susurró.

Sus ojos se abrieron despacio, la primera escena que percibió fue la de Taehee llorando con desesperación mientras lo llamaba con un hilo de voz. Fue atrapado en los brazos de la vampiresa mayor, él sólo pudo acariciar con torpeza el brazo de la chica, se sentía confundido y débil.

―Me alegra tanto que estés bien ―habló entre lloriqueos sin permitirle a nadie que la separaran de su hermano ―. Mataré al idiota que se atrevió a a hacerte daño, lo juro.

―Tae ―susurró con la intención de tranquilizarla, pero la rubia no parecía querer ceder ―. Soñé con ella...

―¿Nari?

―No ―sonrió adormilado ―. Yuna. Dijo que se llamaba Yuna ―y entonces, volvió a caer en la inconsciencia pero, esta vez, en los brazos de su hermana y teniendo en su mente las facciones de aquella desconocida.

―¿Quién es... Yuna? ―cuestionó al aire con inquietud, pegando al pelimenta contra su cuerpo como signo de protección.

Ninguno de los presentes en la fiesta de compromiso que se dio en la mansión de los Min, se hubiese imaginado la gran tormenta de caos, dolor, miedo y muerte que se avecinaba pues aquel ser que debía permanecer dormido para la eternidad había despertado, y ellos serían considerados uno de los sospechosos por lo acontecido en ese instante.

✧;;│Nota: Olvidé por completo que casi no hay material de Yoongi mentita y no encontré algún gif para esta parte de la historia, so... 

Tal vez muchos de los antiguos lectores de la historia no lo noten, pero hice grandes cambios en este capítulo por cuestiones de mejora para la trama porque ya la planteé y el curso que va a tomar es totalmente diferente a la primera vez que la subí. Este fue el último capítulo que subí antes de llevarla a borradores, así que todo lo que viene será recién salido del horno. Esperen con ansias, pero sean pacientes.

Me gustaría saber si tiene alguna teoría hasta ahora y, si es así, puedan escribirla en los comentarios, me haría muy feliz saber que les hace pensar esta historia.  

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