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ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 01: ᴘᴇʀᴅɪᴅᴀ

Es verdad, no soy fuerte. Odio lo débil que soy
―Yona, Akatsuki no Yona

Seúl, Corea del Sur
Hogar de la manada Jeon

Era una noche de invierno. Una fina capa de nieve cubría cada parte de la ciudad de Seúl, la cual parecía que se volvería cada vez más gruesa debido a que los copos de nieve no dejaban de caer.
A pesar del clima helado podía verse con claridad las estrellas brillantes y una hermosa luna roja en lo más alto del firmamento decorando el manto nocturno. Hacía mucho tiempo que el cielo no parecía tan despejado como en aquel momento.

Aquella luna podía verse como un fenómeno extraordinario para una gran parte de los ojos humanos debido al inusual color que poseía; tanto que las personas llegaban a tomar fotos del astro con fascinación y asombro para subirlas a sus redes sociales. Sin embargo, para aquellos seres que se mantenían en el anonimato para poder sobrevivir, que el satélite natural poseyera aquel aspecto rojizo significaba peligro. Mientras el astro despidiese aquella luz roja los poderes sobrenaturales y mágicos de esas criaturas sólo incrementarían y, con ello, el control en sus personas se vería afectado debido a la insaciable sed de sangre que les ocasionaba, convirtiéndolos en una potencial amenaza para la sociedad humana.

Está situación había llevado a muchas familias de seres mágicos y sobrenaturales a tomar medidas de seguridad para evitar verse envueltos en batallas contra los cazadores y, así mismo, para prevenir herir a los mortales.

Un ejemplo de ello era la manada Jeon. Los integrantes que conformaban dicha familia tenían estrictamente prohibido salir cuando la luna poseía aquel tono rojizo. La familia Ibuki, conformada por brujas y brujos de linaje antiguo de alto rango, se encargaban de crear una barrera de protección con la intención de que el satélite no les afectará tanto, así mismo, tenía la función de impedir que alguien pudiera entrar o salir del territorio de la manada.

Y aunque para el líder Jeon Soohyun era un tema delicado y preocupante, para su unigénito, Jeon Jungkook, parecía ser algo irrelevante debido a que no tenía gran conocimiento de la situación. Al tener tan sólo trece años la luz de dicha luna aún no podía afectarle, por lo que no debía esforzarse para mantener el control con la intención de evitar no convertirse en una bestia sanguinaria como les había ocurrido a otros.

El adolescente admiraba el anochecer desde la ventana de su habitación mientras se preguntaba ¿Qué tenía de peligroso el cuerpo astronómico cuando poseía aquel color escarlata? Para él seguía siendo lo mismo, lo único diferente era el tono que poseía.

Según había escuchado de los más viejos de la manada, aquella luna era conocida como la luna de sangre porque siempre ocurrían horribles catástrofes que terminaban dejando muertes como consecuencia. Decían que podía formarse un río con la sangre de los inocentes que morían durante ese tipo de noches debido a la gran cantidad de personas asesinadas por los seres sobrenaturales y mágicos que se veían afectados por la misma. Pero no estaba seguro de ello, ya que los ancianos contaban dicha historia siempre que hablaban de leyendas en las noches de luna llena frente a las brasas de una fogata.

A su corta edad sólo había pasado por tres lunas de sangre, en ninguna de ellas llegó a ver algún suceso traumático o que pudiese afectar a los miembros de su manada ni a los mortales. Tal vez se debía, en gran parte, a que todos los integrantes de la familia Jeon seguían al pie de la letra las pautas dictaminadas por el alfa líder. Nadie se atrevía a romper ninguna de las reglas establecidas en la manada, mucho menos aquellas que estaban relacionadas al astro escarlata.

Sin embargo, esa noche de invierno, por primera vez en cuarenta años, alguien se atrevería a infringir dichas normas.

En la cabaña más alejada de la casa principal del territorio de los lobos Jeon, una joven de hebras largas color plata se encontraba dormida. Las imágenes que veía consiguieron inquietarla, y aun estando en el mundo de los sueños, apretó entre sus manos las sábanas que había debajo de ella y murmuraba palabras inentendibles.

Observó el bosque en medio de la noche. Repentinamente apareció en la entrada de una cueva, la cual reconoció. En un parpadeo, se encontraba frente a la tumba de aquel monstruo sanguinario que no debía permitir volviera a la vida, de lo contrario, todo el mundo se vería envuelto por el caos, el miedo, el dolor, la desesperación y la muerte.

―¿Esto de verdad es un sueño? ―preguntó alguien detrás de ella con miedo.

La bruja volteó y se encontró con una chica de cabello arriba de los hombros, tan lacio y oscuro como el vacío; piel tan blanca como la nieve, labios rosas y ojos color miel brillantes bastante expresivos. Era apenas un poco más baja que ella y su contextura delgada te hacía pensar en lo inofensiva, frágil y débil que debía ser.

―Te pareces a... ―Haneul hablo tan bajito que la contraria no logró escucharla.

La desconocida miraba con miedo y confusión hacia el féretro donde se encontraba aquel repugnante ser. De la nada, le prestó atención a la peliplata. Los ojos de ambas se encontraron sin remedio. Haneul sintió miedo y ganas de llorar al ver sin permiso el destino de la chica.

―No eres humana ―volvió a hablar, sonando sorprendida pero no poniendo ningún tipo de expresión.

―Ya entiendo ―murmuró la peliplata, tan suave que se escuchó como un suspiro ―. El don que tienes será tu perdición. Justo como le pasó a ella.

―¿De qué estás hablando? ―la miró asustada, retrocediendo un par de pasos.

Haneul intercalo su mirada entre la desconocida y el monstruo un par de veces. El bosque, la cueva, el monstruo y esa chica que le recordaba a la mujer que salvó a todos al sellar el alma de aquel repugnante ser. Se sintió aturdida y cayó de rodillas al suelo manteniendo la mirada fija allí por unos minutos. Cuando levantó la cabeza, observó a Jungkook llorando desesperado, manchado de sangre y sosteniendo en sus brazos a la chica sin vida. Entonces se dio cuenta de que ese sueño, no era cualquier sueño. El miedo y la desesperación la invadieron sin piedad, entonces abrió los ojos abruptamente. Se sentó deprisa y encendió la lámpara que se encontraba a un lado de su cama.

―Es una premonición ―susurró con terror mientras intentaba calmar su respiración ―. La historia va a volver a repetirse, pero esta vez Jungkook será quien sufra y pierda a la persona más importante para él.

Llevó su cabello hacia atrás con frustración. Haneul ya sabía que, aunque ambos sintieran algo el uno por el otro, sus destinos no estaban unidos. Una vez logró ver el hado del pelinegro, descubriendo que era uno de esos pocos hombres lobo que si tenía a su persona especial. Selene, la diosa luna, se había encargado de atar su destino a otra persona que no era ella, y ahora se encontraba preocupada dado que la chica parecía tener un destino fatal, lo que pondría en peligro a su querido niño.

―No, ella está en peligro por él ―se explicó a sí misma ―. Jeon Jungkook es quien la pondrá en peligro, y como consecuencia sufrirá. Justo como ellos dos ―la imagen de aquella pareja de la que sus ancestros le habían hablado apareció en su mente ―. Debo detener esto. Tengo que hacerlo ―hablo decidida mientras salía de la cama.

Se calzó de forma apresurada, tomó un suéter cualquiera y salió corriendo con prisa de su hogar con rumbo al bosque de las luciérnagas. Detuvo sus pasos al prestarle atención a la luna.

―Roja ―musitó con temor.

Hace algún tiempo tuvo un sueño premonitorio donde había visto como moría. El astro era tan rojo como la sangre y la nieve caía sin parar. Se sintió tan atemorizada que pensó en dar la vuelta y fingir que no había soñado aquello, pero al recordar el estado del pelinegro al haber perdido a la persona más importante para él, decidió que, si Jungkook podía ser feliz y vivir, entonces sacrificar su vida valdría la pena. Y, con eso en mente, corrió nuevamente sin percatarse que el alfa líder se encontraba vigilando los alrededores.

Soohyun cesó sus pasos de forma inesperada al notar la presencia de la bruja. Se mantuvo atento a sus movimientos y al ver la dirección a la que corría, fue detrás de ella para detenerla. Si bien el clan Ibuki era poderoso y sus hechizos difíciles de romper, Cha Haneul era descendiente de uno de los seis clanes legendarios que fueron parte de la guerra de Dark. Por sus venas corría la sangre de una de las tres brujas más poderosas y, sin duda, la bruja de cabellos plateados hacía honor a su apellido y linaje. Para la fémina no sería difícil romper la barrera creada por los Ibuki.

Jungkook se asomó una vez más a mirar por la ventana. Junto el entrecejo ante la confusión de ver a su amiga correr con prisa hacia la muralla que protegía su territorio, la cual colindaba con el gran bosque. Al notar que su padre corría detrás ella, supo que algo realmente malo estaba a punto de suceder. Sabía que no debía salir pero no pudo evitar preocuparse y sentirse inquieto, por lo que fue en busca de su espada y salió corriendo de su habitación con la intención de alcanzar a ambos mayores.

Los cabellos largos y platinados de Haneul se movían de un lado a otro debido a la rapidez con la que estaba corriendo. Conforme más se acercaba al gran muro, una sensación incómoda la hacía sentir un mal presentimiento. Ya no sólo se trataba de Jungkook, sino de la responsabilidad que recaía sobre su persona como la última protectora del sello de aquella cueva. Necesitaba ir a revisar que el lugar donde se encontraba aquel ser que había sido sellado años atrás por eclipse, estuviese en orden.

―¡Haneul, detente ahora mismo! ―gritó Soohyun una vez consiguió alcanzar a la bruja.

La nombrada detuvo sus pasos al oír aquella voz familiar. Se preocupó por haber sido descubierta por el líder de la manada, ya que pretendía hacer todo en secreto para no alterar a nadie. Esa situación era algo que sólo le incumbía a ella, y si bien estaba agradecida de que el padre de Jungkook le hubiese dado un lugar y resguardo dentro de su manada, lo cierto es que no le tenía la confianza suficiente como para contarle que era la última protectora del sello de la cueva de Evil y la guardiana del bosque de las luciérnagas.

―¿A dónde crees que vas, Haneul? ¿Acaso no recuerdas las reglas de supervivencia de la manada? No puedes salir hoy. Regresa ahora mismo a tu casa ―ordenó el mayor con severidad.

La joven miró la muralla. Estaba a tan sólo unos pocos metros de poder cruzarla para adentrarse dentro del lugar y cerciorarse de que todo estuviese como debía. Tomó una decisión que terminó de marcar su destino.

―Lo siento, Soohyun, pero esta vez no podré cumplir con tus reglas ―dijo sin poder mirarlo a los ojos.

Se encargó de levantar un muro con su magia, formado por ramas de árboles y espinas, para impedir que el alfa pudiera detenerla y seguirla. El hombre gritó con preocupación y desconcierto el nombre de la peliplata con la esperanza de que recapacitara y no se fuera.

―Realmente lo lamento ―susurró mientras daba un par de pasos hacia atrás sin dejar de mirar al frente con pesar.

Finalmente salió corriendo y, tras hacer un conjuro, consiguió traspasar la barrera formada por los Ibuki con facilidad para, posteriormente, atravesar la pared de concreto, consiguiendo pasar al bosque. Volteó detrás de sí, se lamentó de nueva cuenta por desobedecer las órdenes del alfa y comenzó a correr en dirección a la cueva. Podía fácilmente teletransportarse, pero quería evitar llamar la atención de otros seres sobrenaturales y mágicos, por lo que opto por no hacer uso de su magia.

Soohyun maldijo en bajo sintiéndose un poco frustrado. Era la primera vez que esa chiquilla se atrevía a llevarle la contraria, por lo que rápidamente dedujo que la bruja tenía algo importante que hacer allá fuera. Si hubiese sido una noche como cualquier otra, no le habría tomado importancia a su escape, más no lo era. Al estar bajo su protección, cualquier situación que pudiese pasar esa noche relacionada a Haneul enredaría a todos los integrantes de su familia. Las probabilidades de que la luna roja llegase a afectarle eran altas. Por algo había impuesto dichas reglas durante esta noche: por seguridad.

―Papá ―gritó con la intención de llamar la atención de su progenitor.

El hombre dejó de pensar al escuchar la voz de su hijo. Rápidamente volteó detrás de sí para encontrarse con el alfa menor corriendo en dirección suya con cara de preocupación. Muy bien, ahora tenía que lidiar también con su unigénito.

―Regresa adentro ahora mismo, Jungkook ―ordenó mostrándose sereno frente a su hijo. No quería alterarse porque eso sólo generaría que el menor se preocupara más, cosa que deseaba evitar.

El adolescente se detuvo a medio metro de dónde estaba su padre y comenzó a buscar con la mirada a Haneul. Al ver la enorme muralla de ramas dedujo que su amiga había conseguido escapar de su progenitor con sencillez.

Los hombres y mujeres lobo eran fuertes y rápidos, de eso no cabía duda. La luna les otorgó dones increíbles para que pudiesen vivir con tranquilidad, defenderse y proteger a otros. Su punto fuerte eran las peleas cuerpo-cuerpo, y en ese sentido tenían bastante ventaja sobre los cazadores, vampiros y uno que otro ser sobrenatural. Pero frente a seres mágicos como las hadas o las brujas, tenían una clara desventaja, y esa era la magia.

Haneul no necesitaba pelear con armas o protegerse con escudos como muchos de ellos lo hacían. Sólo bastaba usar su magia para poder derribar o escapar de su contrincante sin problemas. Por eso a Jungkook no le sorprendió el hecho de que la peliplata pudiese librarse fácilmente de su padre; sin embargo, eso no quitaba que se preocupara por el bienestar de su amiga, por lo que no dudó en cuestionarle a su progenitor por el paradero de la misma.

―¿Dónde está Haneul? Vi claramente como venías detrás de ella.

―Por favor, vuelve adentro. Iré por ella, no te preocupes ―mencionó serenamente mientras se acercaba al muro de ramas ya que pretendía escalarlo para ir tras la joven.

―¿A dónde se fue, papá? ―insistió el menor un poco más serio.

―¡Que vuelvas a dentro! ―no pudo evitar gritarle ante la frustración y estrés que comenzaba a generarse en él. Sus ojos cambiaron de color a un tono carmesí, mucho más rojos que la misma luna, al perder por un momento el control de sí mismo.

Jungkook retrocedió un par de pasos. Su padre enojado podía intimidar a cualquier alfa sin problema.
Soohyun respiró profundo y cerró los ojos para calmarse. Debía mantenerse neutro y evitar que sus emociones lo dominarán, eso sólo haría las cosas más difíciles.

―Jungkook ―abrió los ojos y le dio una mirada dura a su hijo para intimidarlo sólo un poco más ―, no lo diré de nuevo. Vuelve adentro. Traeré a Haneul, pero necesito saber que estás dentro de la casa para poder irme tranquilo ¿De acuerdo? No me hagas más complicada la situación.

A pesar de que el miedo y la angustia seguían molestándolo, y de que su instinto le decía que acompañará a su padre en busca de la bruja, no tuvo más remedio que rendirse y asentir obedientemente.

―Tráela con bien, por favor ―suplicó con preocupación palpable.

Tras recibir una respuesta afirmativa por parte del alfa líder, dio media vuelta en sus talones y comenzó a caminar de regreso a su hogar bajo la atenta mirada de su padre.

Soohyun, al pensar que su hijo se adentraría en su hogar tal y como se lo ordenó, le dio la espalda para comenzar a trepar la muralla de ramas para ir en búsqueda de la bruja. Sin embargo, Jeon terco Jungkook espero pacientemente a que su padre se fuera para poder ir detrás de él. No planeaba quedarse de brazos cruzados. Necesitaba ir por su amiga y asegurarse de que estaría a salvo.

Confiaba en su padre. Sabía que era fuerte y temerario, un gran guerrero; sin embargo, seguía sintiéndose intranquilo. Haneul era demasiado importante para él. A veces creía que, tal vez, se debía a que Selene lo había emparejado con ella. A la mejor Cha Haneul era su mate, aunque no lo tenía claro porque jamás había llegado a sentir ningún aroma en particular que le hiciera saber que aquello fuese cierto. Aun así, estaba seguro de que tenían una clase de lazo o conexión especial, por lo que no podía evitar preocuparse más de la cuenta por la joven adulta.

Trepó con facilidad tanto la muralla creada por la bruja como el muro que dividía el territorio de su familia del bosque. Una vez estuvo del otro lado, comenzó a olfatear el aire con la intención de detectar el aroma de la chica.

―Por aquí ―pensó en voz alta y salió corriendo en la dirección que creía haber sentido el aroma de la peliplata.

Corría de forma torpe debido a que sus pies se hundían en la capa de nieve, incluso se tropezó un par de veces con las raíces salientes de algunos árboles debido a que no lograba visualizarlas al encontrarse enterradas bajo los copos.

Tenía un gran olfato como todos los de su raza, no obstante, conforme iba avanzando el aroma de la chica se hacía cada vez más difícil de detectar. Posiblemente se debía a que Haneul olía exactamente al bosque.

―Maldición ―dejó de correr al no tener claro hacia dónde dirigirse.

Observó a su alrededor. El bosque estaba bañado en cristales de hielo diminutos. Los árboles y pinos eran enormes, tanto que lo rebasaban por mucho. Todo estaba en absoluto silencio, ni siquiera podía escuchar el cantar de los grillos o búhos. El ambiente en el sitio se sentía un poco diferente. Más denso y frívolo. Había entrado en varias ocasiones a dicho bosque, pero era la primera vez que sentía el entorno tan pesado y asfixiante, como si algo o alguien lo estuviese ocasionando. Lo asoció a la luna de aquella noche, aunque no estaba completamente seguro de que fuera por eso.

Comenzó a caminar de nueva cuenta mientras miraba a todos los rincones posibles, con la esperanza de dar con su amiga. Le preocupaba que su padre aún no le encontrará y que le hubiese pasado algo malo. Un mal presentimiento se instaló en su ser. Su instinto le decía que huyera porque había peligro, pero se negó hacerlo y siguió caminando en busca de la bruja de cabellos plateados.

De repente el aroma a sangre golpeó su nariz. Sin pensarlo dos veces salió corriendo en la dirección de dónde creía que venía el olor. Si ya estaba temeroso y preocupado por el bienestar de Haneul, ahora se hallaba peor. Conforme se iba acercando al lugar, su corazón parecía golpear más fuerte contra su pecho y empezaba a volverse presa del pánico.

«¡Haneul!» La llamó con desespero en su mente.

Algo en su interior le decía que ese olor a sangre provenía de ella, sólo esperaba estar equivocado. Sin embargo, su recorrido se vio interrumpido una vez llegó al sitio de donde venía el aroma. Se quedó atónito al observar que Haneul estaba siendo atravesada en la boca del estómago por la mano de un ser desconocido. Observó con terror como aquel ente sacaba la mano del cuerpo contrario sin tener cuidado en el proceso, contrario a ello, con sus enormes uñas desgarró el interior de la bruja de nueva cuenta, ocasionando que más sangre saliera tanto de la parte afectada como de sus labios.

El cuerpo del menor no respondía, estaba estupefacto, justo como las dos rubias que veían todo desde la entrada de la cueva mientras intentaban esconderse para poder escapar de ahí. Ambas habían sido llevadas a la cueva del inmortal con la intención de que alguna logrará despertar al infame ente que había dormido por muchos años gracias a un sello que ahora estaba roto.

El vampiro llevó sus dedos ensangrentados a su boca para poder saborear el líquido rojizo proveniente de la bruja y, tras hacerlo, le sonrió de forma perversa y descarada.
Haneul sólo pudo sentir repulsión de tan abominable monstruo mientras llevaba una de sus manos a la parte afectada con la intención de curar su herida, pero se sentía demasiado decaída para hacerlo.

―¿Realmente creías que alguien tan débil como tú podría detenerme? ―habló el muchacho con voz de ultratumba, ocasionando escalofríos y temor en ambas humanas, así como en la bruja.

Jungkook despertó de su perplejidad tras escuchar la escalofriante voz de aquel desconocido, por lo que se puso alerta y colocó una de sus manos sobre el mango de la espada para hacer uso de ella de ser necesario.

―Maldito ―escupió Haneul con odio sin dejar de verlo con coraje.

Sus piernas flaquearon ante la debilidad que recorría su cuerpo. Tenía miedo de no poder sellar nuevamente al inmortal, ya que sabía que no tenía la capacidad y fuerza mágica de la persona que lo durmió tiempo atrás. Eclipse, la bruja de la luz y la oscuridad, era la única que podría devolverlo a un sueño profundo y eterno, pero estaba muerta y no había nadie con un nivel de poder igual o superior al de la pelinegra, ni siquiera un descendiente.

Su premonición estaba ocurriendo a pesar de que se había esforzado en mantener el sello del vampiro. Se supone que había sido elegida para esa misión por ser la bruja más poderosa de entre todas, además de ser la única sobreviviente del legendario y antiguo clan Cha; y no pudo hacer nada para evitar que Evil fuese despertado.

Que hubiese vuelto a la vida sólo significa una cosa: todos estaban en peligro. Tanto humanos como seres sobrenaturales y mágicos.

―Si crees que voy a dejarte vivir, estás equivocado. ¡No permitiré que el sacrificio de Manwol sea en vano! ―con su mano desocupada formó una esfera de magia color verde.

―Manwol... ―sonrió con nostalgia al recordar a su amada ―¿Dónde está ella? ―inquirió interesado, restándole importancia al hecho de que la bruja quisiera atacarlo.

―Está muerta ―escupió con rabia ―. Murió justo después de sellarte. La dejaste gravemente herida. ¡Sacrificó su vida para mantener a todo el mundo a salvo de un ser tan despreciable como tú!

Los ojos de Evil se oscurecieron ante la información. Su corazón dolió tanto como nunca jamás se imaginó que podría llegar a dolerle. No podía creerlo. No quería creerlo.

Su amada Manwol estaba muerta.

Eso significaba que no volvería a ver sus hermosos ojos brillar cada vez que se emocionará. Tampoco la vería reír y sonreír nuevamente. Ya no podría escuchar su melodiosa y suave voz. No la vería correr ni bailar con libertad. Y, sobre todo, no volvería a tenerla entre sus brazos, ni podría tocarla una vez más.

El dolor lentamente se fue convirtiendo en rabia. En odio. En ganas de matar a todos de forma tortuoso y dolorosa hasta hacerlos suplicar por su vida.

Todos esos malditos seres humanos junto a los seres mágicos y sobrenaturales habían puesto en su contra a su querido rayo de luz. Ellos y ese maldito lobo le habían arrebatado lo que más amaba, y no había manera de que pudiera recuperarla ahora.

―Malditos ―masculló ―. Me quitaron a la única persona que realmente era valiosa e importante para mí. A la única persona que quería proteger hasta de mí mismo ―comenzó a decir con rencor mientras se aproximaba a la bruja.

Haneul lanzó la esfera de magia contra él, pero no logró darle debido a que su vista se estaba volviendo borrosa por la cantidad de sangre que su cuerpo estaba perdiendo.

Sí, esa noche era la que había soñado años atrás, ya no tenía dudas. Iba a morir.

"―El destino es inevitable. Ya ha sido escrito. Tendrías que ser alguien realmente poderosa para poder modificarlo y crearlo por ti misma ―le explicó con una sonrisa gentil ―. Y, aun incluso con poder, dudo que lo logres. Manwol, esa chiquilla soñadora y valiente ―ensanchó una sonrisa nostálgica al recordarla ―, pensaba que podía escribir su propio destino. Se volvió la bruja más poderosa de todas y nadie a podido igualarla. Pero no logró cambiar lo que ya estaba hecho para ella. Nació para ser un sacrificio y salvar a los demás, igual que tú, Haneul."

«Sí, tal vez nací para ser un sacrificio para proteger... » Comenzó a decirse a sí misma en su mente mientras formaba otra esfera de magia para atacar al inmortal. «Hasta mi último suspiro lo utilizaré para proteger a Jeon Jungkook» Pensó con seguridad mientras trataba de mostrarse fuerte.

―Todos pagarán por ello... ¡Todos morirán por haberse atrevido a arrebatarla de mi lado! ¡Los mataré a todos! ―gritó colérico el vampiro con la intención de atravesar de nueva cuenta el cuerpo de la peliplata.

Haneul estaba lista para defenderse. Unas cuantas gotas de sangre volvieron a caer sobre la nieve, sin embargo, esta vez el líquido provenía del inmortal de ojos de color violeta, los cuales se encontraban inyectados en odio debido al dolor de saber que aquella mujer que amo con todo su ser ya no estaba más con vida.

Jungkook había conseguido lastimar al desconocido con su espada, y proteger a su amiga. Sus ojos se volvieron carmesí en cuanto notó el cambio de color en los orbes contrarios. No se dejaría intimidar.

―Un alfa, eh ―sonrió con amargura mientras observa con atención el rostro del menor.

―Atrévete a tocarla de nuevo y no vivirás para contarlo ―Jungkook lo miró con amenaza mientras lo apuntaba de nuevo con el arma.

El desconocido soltó una carcajada llena de diversión al mofarse del pelinegro. El lobo no era más que un chiquillo débil. Podía ser un alfa, pero su aura seguía siendo nefasta y poco intimidante.

―Hacerte el valiente no te servirá de nada, muchacho ―intentó dar un paso, pero Jungkook movió su espada y le hizo una herida nueva, la cual cerró casi inmediatamente. Evil miró con desdén al adolescente. No era más que un tonto ―. En verdad detesto a los de tu especie. Siempre tratando de proteger y haciéndose los valientes, incluso si no tienen la fuerza para pelear.

Nuevamente se le quedó viendo con burla, la cual se convirtió en desconcierto al mirarlo con atención. Su rostro se le hacía familiar. Se parecía demasiado a ese idiota.

―¿Acaso tú eres...? No, imposible. Asesine a ese estúpido lobo hace años con mis propias manos.

―No tengo idea de que hablas y tampoco me interesa saberlo, ya que no planeo dejarte vivir, mucho menos después de lo que le hiciste a Haneul.

Movió la espada con agilidad en un intento por querer atacar, sin embargo, el vampiro al notar la presencia de un par de humanas ‒que, según su perspectiva, habían salido de la nada‒, las cuales intentaban escapar, se dirigió hasta ellas evitando el ataque de Jungkook y la huida de una de las chicas. La otra rubia consiguió escapar sin darse cuenta de que su amiga no había conseguido huir junto con ella. Estaba sangrando ligeramente de la frente debido a un golpe que le había dado el chico que las había llevado hasta esa cueva, por lo que veía un poco borroso, pero aun así siguió corriendo con todas sus fuerzas sin mirar atrás.

―¿A dónde crees que vas? ―la miró con burla debido al gesto de terror en su rostro. Le encantaba causar pánico en los demás.

La humana retrocedió un par de pasos con la intención de alejarse de aquel ser que la veía con maldad y diversión. Intentó correr hacia donde estaba aquel par de desconocidos mientras que Jungkook intentó correr hacia ella para poder protegerla, pero Evil fue más rápido y, en un parpadeo, ya tenía atrapada a la mortal. La rubia comenzó a gritar de miedo, al mismo tiempo que forcejeaba para poder escapar lejos del inmortal; no obstante, Evil tenía mucha más fuerza y, tras poner sus enormes y filosas uñas en su cuello, consiguió que la humana dejará de moverse debido al terror que le generaba morir en menos de aquel ser desconocido.

―Ayúdame ―suplicó a Jungkook con la voz hecha un hilo mientras las lágrimas descendían de sus ojos debido al miedo que estaba sintiendo.

El alfa pelinegro miró con desesperación y preocupación palpable a la humana. Notó que sus labios estaban morados y resecos, además de temblorosos a causa del clima. Su piel estaba pálida y tenía manchas de sangre en algunas partes de su cuerpo, pero parecía estar ilesa.

―¡Suéltala ahora mismo! ―ordenó el lobo mientras se aproximaba a ellos, pero detuvo sus pasos al ver como Evil enterraba sus uñas en la piel de la adolescente, sacándole un quejido de dolor y finos hilos de sangre.

―Intenta acercarte pero, si lo haces, le rasgaré la garganta sin problema ―rio como un desquiciado.

―Mierda.

Haneul al ver la situación decidió que, con las pocas fuerzas que aún mantenía, abriría un portal a la dimensión del abismo para mandar allí a Evil, incluso si eso significaba firmar su sentencia de muerte. Era eso o permitir que él matará a miles de inocentes, algo que no iba a dejar que sucediera.

Comenzó a retroceder para evitar que Jungkook saliera lastimado y, cuando estuvo a una distancia considerable, comenzó a concentrar toda su energía y magia en ella, haciendo que un aura de magia verde apareciera alrededor de todo su cuerpo.

Evil apartó su atención del lobo para llevarla hasta la bruja. Sonrió con burla. Si Manwol siendo la bruja y uno de los seres más poderosos del mundo, tuvo dificultades para pelear con él y murió en el proceso, ¿Qué le hacía pensar a esa bruja del bosque que podría hacer algo para dañarlo? Era fuerte, no podía negarlo, pero no lo suficiente. Apenas y sí le haría un rasguño.

―¡Jungkook, apartarte! ―gritó Haneul.

El nombrado volteo detrás de sí y se sorprendió al ver un enorme agujero en el suelo. Se hizo a un lado justo como pidió.

―¿Qué demonios? ―Evil tenía un mal presentimiento ―¿Acaso planeas llevarme con esta humana al abismo? ―rio divertido. Era obvio que no lo haría. Estaba seguro.

―Lo siento tanto, en verdad ―dijo dirigiéndose a la rubia, sabiendo que sufriría el mismo fatídico final que el vampiro, pero no tenía opción.

―Por favor no... ―rogó entre lágrimas la adolescente de hebras rubias.

―¡Haneul, no lo hagas! ―gritó Jungkook.

Pero la bruja ya lo había decidido. Tras cerrar los ojos, empezaron a salir muchas raíces de aquel agujero, las cuales se dirigieron hacia la humana y el vampiro. La rubia comenzó a gritar al sentir como estas se enrollaban en sus piernas hasta hacerla caer, pero el miedo la consumió por completo al ser jalada hacia aquel agujero.

―¡No! ¡No quiero morir! ―suplicó mientras intentaba aferrarse a la nieve para no ser absorbida.

Jungkook salió corriendo hacia ella y comenzó a cortar las raíces para hacer que la soltaran, pero no importaba cuantas veces lo hiciera, más raíces salían y se enrollaban alrededor de cualquier parte del cuerpo de la humana.

Mientras tanto, el vampiro dejaba que aquellas ramas intentarán llevarlo dentro del agujero sabiendo que no podrían hacerlo. Era cuestión de tiempo para que la bruja no soportará más y aquella entrada a la dimensión del abismo se cerrará.

―Es mejor que te rindas, bruja. Sólo estás haciendo que tu muerte se aproximé más rápido.

Haneul cerró los ojos mientras concentraba la poca fuerza que aún mantenía para que el agujero pudiera estar abierto sólo un poco más. En su cuerpo comenzaron a salir más heridas debido a que estaba sobrepasando su límite. Tan sólo logró aguantar unos cuantos minutos más y, finalmente, cedió. Cayó de rodillas ante la debilidad. El agujero desapareció y las raíces dejaron de intentar absorber tanto a la humana como al vampiro.

Jungkook al ver el estado de Haneul, salió corriendo hacia ella para poder auxiliarla. La acomodó entre sus brazos mientras las lágrimas amenazaban con brotar, volviéndose un obstáculo para su vista. Colocó una de sus manos sobre la herida más grande, como si quisiera evitar que de esta siguiera saliendo más sangre. Fue entonces que recordó que podía ayudarla quitándole el dolor por lo que intentó hacerlo, más no llego a sentir nada, y eso sólo podía significar una cosa.

―No duele ―le sonrió mientras lo miraba con ternura.

―No. ¡Haneul, por favor, no! ―suplicó desesperado entre lágrimas.

―Te lo dije, bruja ―habló, llamando la atención del lobo.

Jungkook se sintió como un idiota al ver que ese ser tenía nuevamente en sus garras a la humana.

―No debiste siquiera intentarlo. No eres rival para alguien como yo. La única persona que podría contra mí es Manwol y, desgraciadamente, se ha ido para siempre. Es una lástima que no vayas a vivir para contar que peleaste contra mí, Evil ―mencionó con orgullo ―. Y es una lástima para ti, lobito, que ni siquiera vayas a poder decir que salvaste a alguna de las dos.

Jungkook lo miró sin entender, pero sintió miedo al ver aquella tétrica y escalofriante sonrisa en medio de toda la oscuridad. Era lo único que podría recordar de aquel ser, porque su rostro no se dejaba ver con claridad.

―Gracias por traerme de vuelta a la vida, pero no te necesito más ―susurró a la humana sin saber que ella no había sido la persona que lo trajo de aquel profundo sueño.

Finalmente, desgarró su cuello al enterrar sus uñas en su piel, sin piedad y sin remordimientos. La sangre manchó otra vez el manto blanco formado por los pequeños cristales de hielo. Unas cuantas gotas de sangre cayeron en el rostro de Jeon, quién sólo pudo ver en cámara lenta como el cuerpo de la rubia caía al suelo. Seguía viva, pero estaba agonizando. Era cuestión de minutos para que terminará por morir.

―Serás la prueba de que ahora estoy vivo, así que hazle saber a todos. Diles que van a morir en mis manos y que no tendré piedad de nadie ―Evil soltó una carcajada escalofriante al ver el gesto incrédulo y atormentado del lobo.

Y, sin decirle nada más, siendo un poco piadoso con el menor, terminó por darle la espalda y comenzó a caminar siguiendo el aroma a sangre que había en el aire, el cual supo que era de una tercera persona diferente a la bruja y la mortal que acababa de matar.

―Jungkook, escúchame ―dijo con dificultad, sintiendo como la vida se le iba con tan sólo mencionar aquel par de palabras.

El nombrado volvió en sí al oír su nombre en la voz de Haneul. Miró a la humana una última vez, la cual había muerto con los ojos abiertos, mostrando desesperación y agonía en ellos. Con dificultad apartó la vista de ella para posarla en su amiga. La abrazó con fuerza, pegándola contra su pecho mientras suplicaba a gritos a todo lo existente porque la mayor sobreviviera.

Era un alfa y, aun así, no había hecho nada para salvar a ninguna de las dos chicas de ese ser tan repugnante. Una de ellas ya había muerto y Haneul sería la siguiente. Fue entonces que se dio cuenta de algo: era débil. ¿Cómo se supone que protegería a su manada si ni siquiera pudo proteger a dos chicas?

―Por favor, escúchame ―habló de nueva cuenta, pero con voz airada debido a lo débil que se sentía.

Sabía que no soportaría por más tiempo. Estaba demasiado herida desde el inicio, y había usado demasiada energía mágica y física para abrir una grieta entre el mundo humano y el abismo. Tenía que decirle a Jungkook de ella. Si Evil vivía, la vida de esa niña estaría en peligro y la suya también.

Dejó de gritar, más las lágrimas no cesaron y el miedo de perderla incrementaba con cada minuto. Si algo le pasaba, se odiaría por el resto de su miserable vida.

―¿Por qué lo hiciste? ¡No debiste hacerlo! ―lloriqueaba desesperado.

―Mírame ―suplicó en voz bajita.

Jungkook obedeció y cuando la peli-plata le sonrió de forma débil sólo se soltó a llorar con más fuerza mientras se maldecía, mientras maldecía a todos.

―De-debes protegerla. Tienes que protegerla ―con las pocas fuerzas que aún mantenía, estiró su brazo para poner su mano ensangrentada sobre la mejilla del pelinegro.

El menor negó desesperado. No entendía de quién hablaba pero no pensaba proteger a nadie que no fuera ella.

―¿Cómo puedes pedirme eso? No pude protegerte, ni a esa chica ―sollozó y sintió impotencia al saber que no podía hacer nada para ayudarla.

―Ella es importante, Jungkook. Si algo lo pasa a esa chica también te verás afectado. Incluso podrías morir ―le explicó desesperada mientras trataba de mantenerse despierta un poco más ―. No debes dejar que la historia se repita de nuevo, por favor...

―¿De qué hablas? ¿Quién es ella?

―Ella es tu destino... ―cerró los ojos mientras hacía aquella transferencia con la que esperaba poder ayudar y proteger a su amado niño ―. Cuídala, Jungkook ―fue lo último que dijo y una luz brillante los envolvió. 

❝―Poder ver el destino de los demás no es tan agradable, menos si ves a la persona que amas siendo feliz con alguien más y sabiendo tu propia muerte❞

❝―Perdí a mi esposa, a mi media luna. Pero tengo a personas que proteger, por eso sigo de pie y no me dejo llevar por mis emociones. Ser un líder conlleva gran responsabilidad y sacrificios❞

✧;;│Nota: Les estaré poniendo imágenes en algunos capítulos de los personajes que no puse en los dos apartados de personajes, ya que si lo hubiese hecho habría sido demasiado. No es necesario que los vean como en las fotos sólo se los muestro para que sepan de quienes me base, pero ustedes pueden imaginarlos como gusten. 

Como mencione con anterioridad, los capítulos van a ser bastante larguitos. Si lo tuyo no son los capítulos largos y lo sientes tedioso, es mejor que dejes la lectura aquí, lo que menos deseo es incomodar. Tengo historias con capítulos bastante cortos que seguro podrán interesarte, así que te invito a checar mi perfil si así lo deseas.

Si decides quedarte para saber qué pasará y cómo terminará esto, se bienvenidx. Aclaro de una vez que no me haré responsable de la estabilidad emocional de nadie. Espero que disfruten la lectura, esto apenas comienza. 

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