-¡Por favor Jack! - suplicaba ella con sus heridas sangrantes, su mirada rota y su mano tendida hacia mi, quizás tratando de salvarme- ¡Podemos solucionar esto! Y-Yo yo... Nosotros... Se que podemos ¡Por favor reacciona!

Podia ver sus ojos rotos delante mía y de alguna manera eran un espejo hacia mi vida, hacía mi rota alma, podía reflejarme a través de ella... Tan rotos por fuera como por dentro, impulsados por algo que no nos llena. Irónico. Estrambótico... Pero quizás para entender este punto de mi vida haya que retroceder más haya de lo que me gustaría, quizás ver mi vida frente a mis ojos a través de fotogramas por estar al borde de la muerte sirva de algo...

Empecemos por mis mis años militarizados. Años sirviendo a mi país, perteneciendo a las fuerzas marítimas de Estados Unidos, participando en la mismísima guerra de Vietnam logrando alcanzar el rango de sargento mayor de la 13° división de infantería, la cantidad de compañeros que e visto caer son incontables pero memorables, sus muertes me atormentan día y noche, mejor dicho que la muerte me atormenta día y noche sin cesar, como ahora, como siempre.

Día tras día con una puta bala entre ceja y ceja que nunca llega. He visto a los míos caer, he visto a mi propia familia perecer, mi esposa e hijos muertos asesinados por algún hijo de puta que solo buscaba verme sufrir como a todos en este mundo les gusta hacerme sufrir... Oh si como le gusta hacerme sufrir, es el pasatiempo favorito de Dios si es que existe, ampara a todos menos a mi, ojalá hacerle sufrir a eso hijo de puta tanto como me ha hecho sufrir a mi.

Como si no fuese poco tengo que trabajar cono perro del Estado los únicos que me han dado todo y arrebatado hasta el alma, un ambiente asqueroso y putrefacto donde solo me encargan y encargan más y más matanzas, más y más destrucción, más limpiezas oh si señor... Por eso llegué a esto ¿O no?... ¡Pero que alegría ser un perro de Dios! Sin preguntas y sin quejas es todo lo que te saben decir después de entregarte tu misión. Nunca esperé que en sus planes estuviera el hecho de hacerme superintendente de Los Santos pero necesitaban alejar al loco del medio, sacar ese estorbo del camino. Bastardos, anormales, gilipollas y lame escrotos, eso es lo que son, basura, pero aquí estoy yo obedeciendo a la basura como fiel mosca revoloteando cerca de ellos, muriendo por ellos, ensuciando mis manos por complacerles.

Si me pagaran por aguantar gilipollas sería millonario, aunque teóricamente ya lo soy, el dinero es la felicidad de los idiotas, ya he tratado de comprar mi felicidad y aunque pudiese estar llorando en un Ferrari bañado de oro nunca me dará la felicidad que Julia y mis hijos me daban... Estoy muerto en vida, si aún no estoy muerto danzando en el infierno es porque no tengo el derecho de quitarme la vida como a mi me gustaría ni aún me ha llegado esa felicidad de que alguien finamente me mate... Pero quizás en estos momentos finalmente llegue aquel placer, aquel reencuentro con Belcebu que tanto esperaba.

Superintendente de Los Santos... si ese soy yo... Jack Conway, si ese es el nombre que elegí para esta parte de mi vida, un perfecto nombre para alguien sin camino, sin motivos para vivir pero sin el derecho de morir.

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