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No había sentido tanto miedo como lo sentía en ese momento.

La puerta no tenía manilla, estaba vacía y lisa, solo la madera de la puerta, pero, se abrió y mientras se acercaba más se abría, se sentía temeroso de lo que pasaba aun así seguía avanzando.

Estaba modo automático en ese momento, algo extraño había en esa puerta y algo extraño estaba detrás de ella.

Se tomó el tiempo como no se lo había tomado antes, cerró los ojos para lo que sea que se iba a enfrentar y entró por completo.

Sus extremidades se detuvieron, por fin.

El aroma era intenso pero a la vez suave.

Todo estaba repleto de ese dulce olor a melocotón.

Abrió los ojos y quedó impactado frente a la imagen frente a él.

Por más que ya la había visto antes, se sentía hipnotizado.

Su cabello caía color oro caía suavemente a los lados de su rostro, su piel tersa y delicada se veía apetitosa a la vista de Yoongi, llevaba sus hombros descubiertos, una fina camisa clara dejaba ver muy a menos sus pezones rosados, el pantalón blanco ancho bajaba hasta sus pies descalzos, el viento agitaba las telas sobre él. Dando un gran espectáculo.

Su rostro era casi el mismo, sus mejillas regordetas y sonrosadas, la sonrisa que lo hipnotizaba estaba allí plasmada, sus ojos marrones lo observaban con diversión, y una suave risa brotó de su garganta.

-Me encontraste, Yoon – dijo mientras le daba la espalda a la gran ventana.

El pelinegro se acercó lentamente, la puerta detrás de él se cerró pero ni cuenta se dio o mejor dicho, no le dio importancia.

A una distancia lo observó repasando de nuevo esa imagen frente a él.

Alzó su mano a la mejilla contraria – Jimin – susurró aun sin creérselo.

-Yoongi... - susurró devuelta, sonriendo como un tonto. Porque así se sentía.

El pecho de Yoongi se apretujó, la calidez nuevamente lo invadió y esa alegría que no sentía desde hace tiempo. Las lágrimas salieron sin avisar y estrechó al chico entre sus brazos. Inhaló su aroma, ese con el que ya estaba familiarizado. Se acercó a su cuello y aspiró haciendo estremecer al delicado Jimin.

La tensión en el ambiente se cargó.

De sorpresa pasó a algo más intenso...

Aun con las lágrimas en sus ojos dejó besos regados por la clavícula del rubio, con esa acción no había marcha atrás.

Jimin lo había estado llamando, él lo había entendido y encontrado.

Ahora que lo tenía al frente no lo iba a dejar ir.


Jimin respiraba entrecortadamente, lo había imaginado. Más de una vez como seria su reencuentro.

Se imaginó miles de situaciones y en todas había una intensidad.

Él lo estaba llamando.

Lo había deseado por mucho tiempo.

Su cuerpo lo exigía.

En lo poco que pudo ver de Yoongi durante este tiempo fue su cambio y todo en él le atraía.

Demasiado estúpido si no le atraía.

Cuando Yoongi abandonó su clavícula para verlo a los ojos notó que lo había extrañado tanto como él.

Era otra cosa estúpida luego de que prácticamente le irritara.

Pero habían mantenido un extraño contacto que aun Yoongi no entendía, una conexión que a ambos los hizo enamorarse. El uno tiraba del otro como si de un hilo se tratase.

Yoongi no encontró las palabras para expresarse, que debía decir. ¿Cómo estás? ¿Qué pasó ese día? ¿Cómo me llamabas? Si quiera debía empezar con un ¿Hola?

Suspiró y acunó el rostro de Jimin en sus manos – No sé qué decir.

A Jimin le causó gracia su comentario por lo que sonrió.

-Te extrañé, Yoongi – el mayor asintió.

-Yo también te extrañé Jimin. Mucho. Como no tienes idea.

-Lo sé, cada noche podía sentirlo.

-¿Qué pasó? – Se atrevió a preguntar – Creí que habías muerto – susurró, Jimin lo condujo hacia un sofá largo, donde lo sentó y él le acompañó a su lado. Entrelazó sus dedos con los de él y le sonrió.

-No morí. La verdad es que desaparecí para todos los aldeanos, pero, siempre estuve en el reino.

Yoongi lo miró sin entender absolutamente nada, sentía que conocía un poco, pero, no exactamente que estaba en el reino.

-Déjame explicártelo Yoon. Necesito que escuches atentamente todo lo que te voy a decir. ¿Vale? – El pelinegro asintió.

Jimin tomó una gran bocanada de aire para relatar todo lo que había pasado.

-Ese día que sucedió el ataque. Tú moriste Yoon – El pelinegro quiso hablar – no, aun no. Escucha – negó el rubio – Supongo que recuerdas cuando el monstruo clavó sus dientes en ti – Jimin bajó la mirada, no quería sonar rudo pero debía contarle todo, sin mentiras – Ese día sentí que algo en mi pecho se arrancó al verte en ese estado, no voy a ser descriptivo con la situación – suspiró – Pronto unos guardias llegaron junto con el Rey y se encargaron de la bestia, pero, yo estaba ahí contigo en brazos. Tu cuerpo estaba inerte y lleno de sangre, fue horrible verte así. Jamás hablé contigo de mi familia, y ciertamente llegué de pronto al pueblo. Solo mi Nana fue conmigo al pueblo. Realmente soy hijo del Rey, pero, no un príncipe. No sé si has escuchado hablar de los hijos celestiales – le vio y Yoongi negó – Somos hijos engendrados con dones especiales. Existen muy poco de nosotros, somos hijos de mujeres magos y el Rey. Nacemos con habilidades que no nos son quitados y dependiendo de la habilidad influyen en nuestra vida.

>>La razón por la que fui a la aldea fue para convivir con ustedes, aprender sus costumbres y poder ayudar en un futuro. Tal vez ser más humano que un ser sobrenatural. Para los aldeanos no existo, puesto que no soy hijo de sangre de la Reina y eso sería un escándalo. Mi habilidad no se podía utilizar hasta que cumpliera 20 años, pero, desobedecí esa regla, razón por la que estuve encerrado por más de 10 años en esta torre. Mi habilidad consiste en la longevidad e inmortalidad. Puedo extenderte los días o hacerte inmortal – hizo una mueca – Aunque para éste último debes morir y todo es si mi sangre te acepta para ser inmortal, si no – Se encogió de hombros – Debido a mi habilidad, vivo en longevidad, mucho años de vida y cuando sea mi turno morir volveré a reencarnar como un ser inmortal – Jimin sonrió – Loco ¿no? – Suspiró – Ese día del ataque, cuando tu cuerpo estaba frío en mis brazos tomé una decisión. Hice lo que no debía, incluso contra tu voluntad. Decidí revivirte como una persona inmortal – bajó su cabeza – Tú nunca morirás, Yoongi <<

Al pelinegro se le fue el aire de golpe, era mucho para procesar pero decidió no intervenir. En su mente eso era imposible, pero, algo de lo que Jimin decía tenía veracidad. El mismo recuerda de haber sido mordido por el monstruo, sintió ese dolor e incluso cuando perdió la conciencia. Sabía que había muerto, pero, tres semanas después despertó en un refugio de heridos. Diciéndole que cayó en un coma y que sus heridas eran muy graves, que era un milagro que estuviera vivo. Le costaría mucho moverse.

Claro que le pareció raro.

Pero no pensó que era a causa de Jimin que no había muerto.

-Sé que es difícil para ti asimilar todo esto, pero, no quiero reservarme nada. Quiero que sepas toda la verdad – Dijo Jimin evitando mirarle – Perdóname por haber hecho eso, pero no soportaba la idea de que murieras y mucho menos por mi culpa.

-¿Por qué podía verte? – preguntó Yoongi, no quería disculpas, no sabía cómo sentirse al respecto pero lo que menos quería era una disculpa.

-Eso, bueno. Eso lo supe hace un par de años – Jimin intentó zafarse del agarre de Yoongi pero no puedo. Yoongi no quería que se alejara – Para convertirte en alguien inmortal uní mi sangre con la tuya. En ese momento no sabía cómo utilizar mi habilidad así que usé de manera digamos drástica mi habilidad en ti. No sabía que podías verme hasta que tuviste una pesadilla. Reviviste ese día del ataque, sentí una opresión en mi pecho, una muy fuerte que creí que me iba a ahogar. Un vacío profundo me consumió y de pronto me encontré en tu habitación. Estabas hecho un ovillo llorando y susurrando mi nombre. Sabía que eras tú ahora, solo tiraste de mí y caí cerca de ti. Me asusté mucho de que pasara otra vez y te castigaran por mi culpa y hablé con el Rey y el Mago al respecto y pues... - el silencio que se armó fue incómodo.

-Jimin, no te detengas ahora, por favor – dijo Yoongi con los nervios carcomiéndole.

-Te hice más cercano a mí de lo que debería – respondió sonrojado – La manera en la que te hice inmortal no era la manera correcta, te até a mí con mi sangre. Luego me di cuenta que dejé parte de mi esencia en ti. Antes otros lo notaban, pero con mucho esfuerzo logré que solo tú lo notaras.

Yoongi aun procesaba todo, realmente encajaba, pero... ¿Por qué?

No sabía que proseguía, o que debería decir.

A Jimin lo comían los nervios, ¿lo odiaría más? O ¿lo dejaría allí? La verdad es que aparte de contarle todo, también lo hizo con la intención de no tener ningún impedimento para ambos, eso de que los secretos salgan a la luz salgan de pronto para arruinar los finales no le gusta. Pero, si al final Yoongi decide irse y dejarlo ¿solo? Y todo aquel amor que se fue formando en él mediante esa conexión y esas noches lejanas ¿No sea correspondido?

No se había dado cuenta que unas lágrimas traicioneras corrían por sus mejillas si no es por los dedos contrarios limpiándolas.

-Jimin... - susurró Yoongi – Cariño, mírame – y así lo hizo.

Después de todo ¿Quién se resiste a un Cariño?

Nadie, ni el mismísimo inmortal Jimin.

Esos ojos pequeños, que tanto había extrañado lo miraban expectante. Su amor hacia Jimin había crecido en una circunstancia extraña, no se enamoró de él por la cercanía si no de la distancia, de soñar con él y de imaginarlo a su lado. Estuvieron alejados físicamente, pero sus sentimientos, su alma y espíritu estuvieron juntos.

Y ellos se enamoraron primero por el sentir, que por el físico.

Aunque éste último no se quedó atrás.

Yoongi no se resistió a la tentación y se acercó a los rosados labios ajenos, si Jimin lo apartaba no colocaría ninguna queja, pero, podía saber por la mirada que el menor le daba que no tenía ninguna intención de hacerlo.

La imaginación de ambos se había quedado corta con lo que estaba pasando. La lengua de Yoongi pasó de ser suave y sutil a ser una salvaje que quería tocar todo, extraer todo de Jimin.

Absolutamente todo.

Jimin se deshacía en los grandes y fuertes brazos de Yoongi, su cuerpo era duro, más de lo que había imaginado. Lo trataba con una delicadeza, se tomó el tiempo de acariciar cada zona descubierta y Jimin no podía sentirse más complacido. Pudo saborear los labios del pelinegro, jalaba con fuerza, su cuerpo deseaba más. No solo los labios ajenos abusando de los suyos, quería más.

Por ello se levantó del sofá sin despegar su boca de la de Yoongi y se sentó a horcajadas sobre él. Sus brazos se engancharon alrededor del cuello contrario, sus manos jugaron con el cabello largo y sedoso, podía sentirlo en todas partes. Las manos de Yoongi acariciaban su cuello desnudo, se colaron debajo de la fina camisa que llevaba puesta haciéndole estremecer. El pelinegro abandonó sus labios y se dirigió al cuello, esa piel blanca lo seducía a dejar pequeñas marcas violáceas, no se reprimió de la seducción porque, con mucha posesión dejó marcas en el hermoso cuello ajeno, se complació cuando escuchó a Jimin jadear, bajo pero le escuchó.

No quería cruzar ese límite acabando de reencontrarse, pero el suyo estaba a punto de quebrarse.

-Jimin... - susurró. Con la respiración entrecortada Jimin lo miró a los ojos – Mi intención no es valerme de esto para estar contigo. N-no quiero hacer algo que tú no quieras.

El castaño estaba consciente de que el autocontrol del mayor estaba en su punto límite. El de él también, deseaba que Yoongi se hundiera en él. Pero primero debía corroborar algo.

-Yoongi... ¿No me dejarás? – preguntó temeroso, el mayor sonrió de lado.

-Eso debería preguntártelo yo a ti, Minnie – le susurró.

El menor sonrió – No lo haré, no te dejaré nunca más Yoongi.

-Yo tampoco te dejaré Jimin – le acercó más a él, colocando sus manos de una manera posesiva en sus caderas – No te dejaré ir nunca, jamás. Eres mío. Te he extrañado demasiado, amado como no tienes idea, siempre te he querido conmigo y ahora que estás aquí, haré todo lo inhumano para mantenerte conmigo.

A Jimin todo se le estremeció, amó que lo tomará como suyo y con picardía sonrió – Tenemos toda la eternidad para ello, Yoongi – susurró antes de sumirse en un nuevo beso.

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