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El silencio que había fuera del bar no era comparado al desorden dentro. La brisa era fría y el ambiente solitario, casi todas las luces de los hogares estaban apagadas, pero, solo quedaba ese chirrido, música y olor a bebidas del bar.

Uno cómodo curiosamente, con las jóvenes bailando en una esquina y hombres lanzando dinero, en un lado los músicos que se deleitaban hasta quedarse sin aire o manos dependiendo de su instrumento.

Mesas regadas por todo el espacio y personas atestando el lugar, algunos apostando, otros charlando y olvidándose de sus penas, la gran mayoría intentado ligarse con una de las jóvenes y otros como el joven de cabellera larga y oscura, bebiendo para calmar sus pensamientos y encontrar la luz para cambiar su vida.

-No deberías estar aquí Yoon - se acercó Jungkook al taburete de al lado.

-Tú tampoco - respondió tomando toda su bebida como si de agua se tratase.

-Uf... Calma viejo - le dijo Jungkook dándole unas palmadas en el hombro mientras silbaba - Cariño, dame lo mismo que pidió el compadre aquí.

-Te cobraré doble - le respondió la preciosura al frente.

-Tae...

-Me debes la de ayer y ni creas que con tus palabras bonitas vas a venir a convencerme porque estas muy equivocado Jeon - dijo con mucha rabia, a Jungkook no le quedó más remedio que asentir - Bien.

-Problemas en el paraíso - susurró Yoongi con una sonrisa.

-Eso parece - le respondió con una mueca de disgusto - ¿Qué haces aquí, Yoongi?

El pelinegro desvió la mirada, era muy fácil para Jungkook cambiar de tema.

-Bebiendo - respondió con obviedad.

-No me refiero a eso. Mañana tienes el examen de admisión a la guardia del muro y en vez de estar bien descansado para la prueba revienta cráneos que hacen allí, que por cierto me han dicho que es muy fuerte, prácticamente debes dejar tu culo pegado allí y en vez de prepararte estás aquí bebiendo a casi la medianoche.

Lo pensó.

Algo que estaba haciendo muy a menudo.

Yoongi pensó unos minutos antes de responder lo que verdaderamente hacía allí, se detuvo mientras Taehyung entregaba la bebida a Jungkook y le lanzaba una mirada de "tenemos un asunto que resolver".

-Soñé con él.

Fue lo único que dijo luego de que Taehyung se fuera.

Jungkook lo miró sorprendido, pero luego su expresión se suavizó regalándole una sonrisa sincera.

Claro que el detalle era él.

Desde ese día en el bosque nada fue igual. Ni la nación, ni el pueblo, ni las aldeas, ni Yoongi.

Un ataque de los monstruos diabólicos que el mismo Lucifer había enviado para aterrorizar a la nación.

Ese día atacaron muchas partes y murieron más de mil personas, devoradas por ese asalto.

A raíz de eso, se construyeron muros alrededor de la nación, altos y fuertes. Que resguardaran y además, soldados. Personas que quisieran defender a los habitantes de esos monstruos.

Para entrar a ello se hacía un estricto examen para mayores de 22 años. No era una cacería para que murieran, no. Era verdaderamente hombres fuertes que defendieran a toda costa.

Y allí entraba Yoongi.

Que desde que se dio la oportunidad su deseo fue entrar allí para defender y cobrar venganza de todo lo que el maldito diablo le había quitado.

A su débil Jimin y parte de su familia.

Los magos y brujos daban un sello a los guardias otorgándoles habilidades sobrenaturales para defender al pueblo. Únicamente para eso, de resto, nadie debía tener habilidades ni usarlas. Estas serían quitadas luego de que se fueran del cargo.

Yoongi no quería poderes, quería vengarse.

Nunca más volvió a verlo después de ese día.

Fielmente iba a su casa esperando a que saliera, pero, nunca lo hizo.

Muchas casas quedaron devastadas y para llegar a ser lo que son ahora costó demasiado, tanto tiempo como trabajo.

La gente vivía aterrorizada, los príncipes salían a pelear al igual que el Rey, ellos también cargaban con habilidades innatas sobrenaturales.

Pero quedaban los daños.

Casi siempre.

Se levantó del taburete y dejó el pago en la mesa, le dio una palmada en el hombro de Jungkook.

-No digas nada. Es una psicosis de mi parte aun recordarlo después de diez años. Nos vemos después hermano - sin más salió del pequeño bar.

Jungkook observó como Yoongi se alejaba solitario calle abajo, suspiró, realmente quería ayudarlo, pero ¿cómo?

No había manera.

Siempre soñaba con él.

Y cuando salía a resurgir el tema sencillamente lo evadía.

Lo único que podía hacer era rezar para que algún día encontrara esa alegría y volviera a ser el mismo de alguna forma o por lo menos saliera adelante con respecto a su vida y dejar el pasado como estaba.

Atrás.


Cuesta abajo iba Yoongi, con su cabellera larga negra suelta. El viento cálido y fuerte le envolvía intentando atravesar las gruesas ropas que cargaba. Parecía un fugitivo, de negro de los pies a la cabeza; lo único distinto era el color blanco pálido de su piel.

Se detuvo al sentir ese olor.

Melocotón...

Miró a todos lados buscando la proveniencia del olor, pero lo sentía en todo el lugar.

La imagen de Jimin sonriéndole se le vino a la mente.

Mientras más inhalaba más le recordaba.

Mas era presente.

Su voz.

Su piel.

Su risa.

Incluso sus lágrimas.

Podía sentirlo.

Como si lo palpara.

Parpadeó un par de veces enfocando la cuesta y la calle en la que iba.

Apresuró el paso para llegar a su casa, no le podían dar estas "alucinaciones" ahora, mañana tendría el examen y eso sería un problema.

Entró a su pequeña cabaña, quitando su camisa; dejándose el pantalón se tumbó en su sillón y respiró audiblemente tratando de calmarse.

Siempre veía a Jimin, su cabellera rubia ceniza, con un traje color crema o azul cielo, recostado a una ventana grande, con un lindo paisaje fuera, con una preciosa sonrisa, y una mano extendida diciéndole: Encuéntrame.

Podía estar en un lugar diferente, en un paisaje distinto y vestido de otra manera, algo que no cambiaba era el encuéntrame.

Las conclusiones a las que había llegado era que estaba vivo y se encontraba escondido en algún lugar o se estaba volviendo completamente loco imaginándose a su amor perdido de esa manera, vivo.

Porque sí.

Se había enamorado de Jimin y no se había cuenta.

¿Cómo saberlo?

Le irritaba mucho su actitud débil.

Ahora no.

Ahora deseaba poder haberlo cuidado, protegido y consentido las veces posibles.

Deseaba no haberle sacado tantas lágrimas como lo había hecho.

Como el más grande hijo de puta que era.

Sea como sea investigaría que pasó con Jimin, las explicaciones siempre fueron cortas y él no era estúpido como para saber que algo le escondían o algo no encajaba. Pero desde fuera no podía saberlo. Nunca le vio a un familiar que no fuera la señora que cuidaba de él que desde el ataque de ese día desapareció, al igual que Jimin. No hablaba de su vida privada y muchísimo menos le preguntó porque siempre quería mantenerlo alejado, además Jimin no hablaba de algún lazo familiar, no tenía tan siquiera amigos.

Sabía que dentro del reino conseguiría alguna información, la que fuere, con tal de tener un alivio y una explicación sobre la situación.

Se arrastró hasta el dormitorio y ahí quedó, rendido gracias al dulce olor a melocotón. Que curiosamente lo relajaba y le daba paz.

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