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8 (Editado)

-Madre, aquí están las cosas que me pediste y también Lander quería recordarte que estamos cerca del Leneas en honor a Dionisio- la pelinegra se extrañó al ver a su madre. Lucía pensativa, pero aún así ella prosiguió -Si no me necesitas para nada más iré al templo de Pos..- fue interrumpida antes de que lograra terminar.

-Estas semanas te has apegado mucho a ese templo, ¿alguna razón en especial?- la mujer le dedicó una dulce sonrisa a su hija, sus expresiones faciales lucían desgastadas a causa del trabajo que ahora debía ejercer para poder mantenerlas a ambas.

-No había día que Papá no fuera a ese lugar para rezar ¿sabes?- un gesto de melancolía se generó en el semblante de la chica -él le tenía mucha fé, ese templo fue hecho con sus propias manos, es lo único que me queda de él- sus ojos se detuvieron en el suelo en un intento de que su madre no percibiera el dolor que se desprendía al hablar de su difunto padre, aunque solo le contó un fragmento de la verdad, no podía decirle que la razón por la que siempre regresaba a ese sitio era para verse con un dios -No vemos luego- se fue antes de que su madre pudiera articular palabra.


En un abrir y cerrar de ojos ya había pasado un mes desde que Poseidón y Laisha se habían conocido. La chica como todos los días bajaba a la playa con el fin de verlo y disfrutar de su compañía, no obstante y para su sorpresa, esta vez alguien más se hallaba en ese sitio y no se trataba de el Dios de los Mares.

Era un anciano quien observaba de espaldas a ella el pequeño templo.

A pasos lentos se acercó a él, confundida por la presencia de ese señor. Por lo general esa zona estaba casi siempre deshabitada.

-Todavía no entiendo que es lo que mi hermano vio en ti- habló este con sus ojos fijos sobre ese santuario -cuando me enteré de que se estaba viendo con una humana creí que su belleza se compararía con la de Afrodita o que así como él, eras alguien perfecta- se volteó para así poder verla -pero no tienes nada de especial muchacha-

Laisha estaba aún más confundida que antes, ¿quién era este sujeto y como es que sabia sobre Poseidón?.

¿Acaso él..?.

-Déjame presentarme- volvió a hablar colocando sus delgados brazos detrás de su espalda. -Soy Zeus, padre y rey de los dioses- ladeó su cabeza examinando a Laisha de pies a cabeza, haciendo que la mencionada sintiera algo de incomodidad.

Ahora lo entendía todo.

-Con todo respeto señor, su hermano no ve nada en mi o al menos no en el sentido que usted  piensa.Solo somos amigos, es todo- dejó en claro.

-Algo tuvo que ver en tí ¿sabes jovencita?, mi hermano mayor desprecia a todos los humanos, inclusive su propia gente. Él con su propio tridente arrebató la vida de uno de nuestros hermanos- el tono a de Zeus tomó un rumbo sombrío -tal vez lo suyo es un simple capricho nada más, de todas formas querida, en tu mirada puedo ver lo que sientes por él y déjame decirte que no te conviene- cada palabra que Zeus desprendía de su boca tenía un propósito; Que esa simple mortal estuviera alejada de Poseidón.

La peli negra lo observaba en silencio, grabándose cada palabra que ese dios había dicho.

-No eres especial niña, no tienes nada particular. Solo eres una simple humana, hija de un pescador y una ama de casa- el mayor colocó su mano en el hombro de la chica -Deberías pensarlo- agregó y sin más Zeus se retiró de ese lugar, sin saber que a la distancia Poseidón lo observaba y escuchaba mediante las olas todas esas palabras que desprendió.


Poseidón advirtió que algo andaba mal con Laisha y era consciente que ese estado fue a causa de Zeus. Sentándose sobre la arena y a su lado, trató de dialogar con ella.

-No tomes en serio lo que mi hermano te haya dicho- Desvió la mirada, estas cosas no eran lo suyo -Supongo que ya lo sabes todo ¿no es así?, mi desprecio hacia los humanos e incluso..hacia los mismos dioses- Laisha posó su mirada en él, consus ojos más abiertos de lo inusual ‐Desde que tengo memoria siempre creí ser perfecto, considerando a los demás como simples insectos- suspiró, aún no se creía que estuviera relatándole su historia.

La femenina le echó una fugaz mirada al océano, la brisa hacía que sus cabellos azabaches danzaran al  compás. Y de reojos, su atención se posó una vez más en Poseidón.

-Desde mi nacimiento demostré un corazón frío y apático, siempre fui callado y los libros me distraían

-"Dios es humilde, Dios no conspira, Dios no confía. Eso es un Dios, una existencia perfecta desde su nacimiento". Constantemente en mi cabeza me repetía una y otra vez esa frase y también fue lo ultimo que llegó a los oídos de mi hermano mayor antes de que yo acabara con su vida- hizo una pausa, su rostro no reflejaba ni una pisca de emoción al recordar toda su niñez y juventud. Laisha dió oídos a todo lo que su acompañante le relataba -Esa fue la primera vez que lo miré a los ojos- su voz era serena y sus ojos nunca cambiaron de dirección.

La chica solo podía observarlo y cuando estuvo decidida a hablar, élla interrumpió.

-Dime Laisha- esa fue la primera vez que el pronunciaba su nombre -Luego de contarte todo eso, ¿seguirás a mi lado? o ¿me temerás como todos los demás?- Sus palabras salían de su boca de una forma tan frías como un témpano de hielo.

La nitidez del día poco a poco desaparecía para darle paso a la oscuridad de la noche.

-Cuanto más te conozco, más deseos tengo de permanecer a tu lado- Expresó dulcemente la chica quien lo miraba con una sonrisa sincera -Ha pasado un mes desde que te conocí y sé con total perfección que ese tiempo no es nada para la vida de un dios o para la de un humano como yo. Los actos que hayas cometido en el pasado no me interesan, esto no es el pasado y aunque tu actitud no se haya visto alterna en todo este tiempo, es totalmente diferente cuando estás conmigo- Se puso en píe, colocándose frente a él.

Algo en el interior de Poseidón se removió como un turbulento mar en medio de una tormenta.

-Así que mírame a los ojos- decretó la joven al imponente hombre que yacía sentado frente a ella.

Él no respondió pero, por primera vez en toda su existencia esos ojos tan azules que el portaba se posaron sobre los de la humana.

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