23 (Final)
Sus ojos no demostraban más que el horror y la desesperación de ver a su madre sin vida y desplomada en el suelo, los fuertes llantos de aquella bebé que no era consiente de lo que sucedía se podían escuchar en cada rincón de ese sitio.
Aquella casa que alguna vez fue cubierta en lujos, ahora ardía en llamas. Al parecer su tía había tenido unos negocios sucios con hombres peligrosos y ahora estaban destrozando tanto su hogar como sus residentes.
La mujer ahora estaba muerta.
-¡Madre!- Un grito desgarrador fue expulsado desde lo profundo de Laisha, esto tenía que ser una broma.
-¡Señorita salga de aquí!- Un hombre de la servidumbre sujetó a la joven sacándola a rastras de lugar antes de que esos asesinos pudieran encontrarla tanto a ella como a la bebé.
-¡Mi madre!, ¡por favor espere!- Una vez estuvo fuera de la residencia, trató de entrar nuevamente sin tener conciencia de nada.
Y aquél hombre la detuvo.
-Señorita huya de aquí, no hay nada más que se pueda hacer. Tiene que protegerse a usted y a su hija- Escuchó voces masculinas acercarse y desvío su mirada hacia atrás -¡Corra!- Ordenó y Laisha obedeció.
Corría tanto como sus piernas lo permitían, su hija aún no paraba de llorar. La desesperación la envolvió por completo.
-¿A donde crees que vas?- Alguien jaló su larga cabellera hacia atrás, arrojándola al suelo.
Era uno de esos sujetos, en sus ojos se veía toda la maldad que tenía pensando hacer.
Laisha retrocedió como pudo mientras sus brazos servían como protección para su pequeña.
-¡Calla a esa mocosa!- Ordenó furioso sacando una daga de su bolsillo, la azabache tragó saliva al percatarse del arma.
Con lentitud se puso en pie, haciendo lo posible para calmar a la niña, sin embargo la pequeña estaba muy alterada a causa de todo el caos y su llanto no iba a detenerse.
El sujeto se avecinó hacia ella y con su mano libre nuevamente la sujetó por su cabello sin nada de delicadeza, incitando a Laisha a soltar un quejido por causa del dolor.
-Si no la callas tu, la callaré yo- Empujó a la chica agresivamente y sujetando fuerte su daga se avecinó hacia la bebé, sin embargo la azabache fue lo suficientemente rápida para servirle de escudo a su hija.
Un grito salió disparado de ella al presenciar una inmensa sensación de dolor a un lado de su abdomen, causado por la penetracion de ese objeto.
-Mierda- El causante del apuñalamiento se alejó con mala cara, dispuesto a atacar nuevamente sin embargo uno de sus compañeros dio la señal de retirada y este obedeció dejando a la azabache a su merecer.
La joven se desplomó en el suelo, totalmente devastada por los sucedió y a su vez intentando aferrarse a la vida.
Con una de sus manos tomó aquella perla temblorosa.
-P..Poseidón, por favor te necesito- El objeto brilló dando a entender que el mensaje fue escuchado.
-¡Laisha!- El Dios había llevado consigo un poco de agua curativa tratando de sanar dicho daño.
Desafortunadamente no sirvió, la chica había perdido mucha sangre y la herida era demasiado profunda.
La azabache aún abrazaba a su pequeña quien se había dormido inesperadamente entre aquellas cobijas que la resguardaban del frío.
El rubio aún no notaba la presencia de la bebé debido a la situación tan desesperante.
-Poseidón...déjalo ya- La debilitada voz de la femenina Incitó que Poseidón la mirase frenéticamente.
Por primera vez el temor lo envolvió totalmente y el sentimiento de culpa lo acompañaba de la mano.
Laisha tosió sangre, segundo a segundo su vida se apagaba y ya nada se podía hacer.
-No digas eso, voy a llevarte a mi palacio y..- Fue interrumpido por la fría mano de la contraria, la cual se posó en la mejilla de Poseidón.
Esta sonrío débilmente y con cuidado fue destapando aquellas cobijas, descubriendo a la bebé dormida y aferrada a un mechón de cabello de su madre.
Los ojos del dios se abrieron ante la sorpresa, reconoció a esa pequeña de inmediato. Algo frío y mojado recorrió su mejilla, con uno de sus dedos palpó la zona tratando de averiguar de lo que se tratase.
Estaba llorando.
-Ella es nuestra pequeña, aún no tiene un nombre- Explicó tosiendo un poco más de sangre, el rubio continuaba derramando lágrimas sin poder detenerse por mucho que lo intentase.
Esta no era la forma en que se imaginó conocer a su hija.
-P..prométeme una cosa- Prosiguió ella haciendo una mueca de dolor -Que cuidarás de ella- Con cuidado le extendió a la pequeña.
Poseidón la sostuvo con mucho cuidado, tenía miedo de dañarla pues se veía muy frágil ante el.
-Oye..- Su mirada se posó sobre la de de su humana -No digas tonterías, yo puedo..- Fue interrumpido por ella.
-Matame- Relamió sus labios dirigiendo su decaída mirada hacia los ojos del contrario -Si tengo que morir al menos quiero que seas tu quien me conceda ese honor- Susurró posando ahora sus orbes negros sobre los de su pequeña -Se parece mucho a ti..- Sonrió.
Poseidón negó con su cabeza mientras sus lágrimas no se detenían. El arrebató muchas vidas en su pasado, sin vacilar ni un instante, sin embargo no podía acabar con la vida de la humana quien ablandó su frío corazón, simplemente no podía.
-N..no puedo hacerlo, no voy a matarte- Atrajo a su pequeña contra su pecho tratando con todas sus fuerzas de contener su llanto.
-La muerte es parte de ser humano- Trató de reconfortalo -No lograré descansar en paz si no lo haces, acaba con mi sufrimiento..por favor- Insistió con dolor.
El rubio expulsó un sollozo el cual procuraba retener, con dicadeza recostó a la bebé sobre la arena, cubriendola con las mantas para que esa materia no la ensuciase.
Luchando contra la petición de tu amada, sujetó su tridente tembloroso sin poder ver a Laisha a los ojos.
Esta sonrío, en sus ojos su característico brillo reapareció.
-Te amo, cuida de nuestra pequeña- Esas fueron sus últimas palabras.
Poseidón había tomado la vida de la azabache entre sollozos y lágrimas.
A pesar de haber jurado protegerla, no cumplió su cometido y eso lo mataba por dentro.
Zeus sonrío desde los cielos y sin más se retiró a su habitación, el espectáculo había llegado a su fín y el no tenía nada más que hacer allí.
Demacrado por el acto que acababa de cometer, llevó su manos hacia la mejilla de la joven que yacía sin vida con una ligera sonrisa y la acarició.
Sus cristalinas lágrimas impactaron el rostro femenino y con delicadeza la abrazó mientras que el mar se batía agresivamente generando olas totalmente monstruosas.
Separándose de ella, tomó a su pequeña hija que comenzó a llorar segundos después de la perdida de su madre.
Un Tsunami fue provocado por la tristeza del Tirano de los mares, antes de que el agua impactara contra ellos el dio un pistón dividiendo el mar en dos para que este siguiera su curso hasta la ciudad.
las lágrimas que derramaba y la gran perturbación del océano eran la forma de hablar cuando su boca no podía explicar aquél debastador dolor que sentía.
Llegamos al final de la historia, honestamente desde que comencé a escribirla planeé la muerte de Laisha, pero para que no me odien por esto xD decidí hacer capítulos extra (tal vez dos o tres).
Gracias por el apoyo que esta historia recibió, nunca creí que le llegase a gustar a tantas personas ^^.
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