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16

Cuatro meses transcurrieron desde que Laisha abandonó el palacio de Poseidón, ahora esta vivía junto a su madre y tía en el centro de la ciudad.

El rubio pisó la arena de la playa observando el lugar donde el y la azabache siempre se reunían, todo estaba en silencio como de costumbre, aunque faltaba algo importante.

Ella.

Se acercó a el templo que fue construido en su honor, algunas ofrendas que Laisha traía constantemente aun subsistían ahí, se mantenía en perfecto estado, pues el se encargaba de dicha labor.

Se sentó sobre la arena constantemente vigilando el camino que Laisha tomaba todos los días desde su antiguo hogar con la esperanza de poder verla.

Pero nunca llegó.

Todos los días desde que ella se marchó, el visitaba sin falta el lugar en donde los dos se reunían, esperando el regreso de la joven.

Varias veces cayó en la tentación de visitarla el mismo a la ciudad, pero supuso que eso podría generarle problemas tanto a la femenina, como a el.

Sin duda Laisha había logrado cambiarlo bastante, detestaba estar sin ella.

¿La amas?.

Aquella pregunta que una vez fue ejercida por Hades resonó en sus pensamientos, ¿de verdad el sentía algo por ella?.

-¿Amarla?- Pensó en voz alta con su mirada perdida recordando todo lo que ambos habían pasado.

Empezando el día que se conocieron.

Si el tuviera que comenzar nuevamente por completo su vida, habria intentado conocerla mucho antes.

Inclinó su cabeza, fijando sus ojos directo hacia el cielo azul.

La amaba profundamente.


Laisha mantenía una mirada apagada y careciente de total felicidad, su vida en ese lugar no era más que un interminable infierno.

Ahí situada en esa gran cama, observaba con melancolía aquel collar que había sido obsequiado por Poseidón, la presencia del rubio era lo que más extrañaba.

Su tía estaba casada con un noble, pero este había muerto hace mucho tiempo ya. Toda fortuna fue concedida a la mujer quien ahora era una viuda ricachona.

Una ricachona que hizo su vida una miseria.

Desde que llegó a ese lugar, la mujer sólo se disponía a educarla como una dama sofisticada, a la cual apenas si se le permitía salir a él jardín trasero. Su madre por otro lado había estado de acuerdo con esa decisión, sin embargo ella no estaba al tanto de todo lo que su hermana le hacía sufrir a la pobre azabache.

Laisha no quería sofocar a su madre con eso, ya había pasado por mucho y no estaba en una edad para discutir, así que cuando Airlia le preguntaba como transcurrían sus lecciones, ella respondía que todo era perfecto.

Cuatro meses habían pasado desde que vió a Poseidón por última vez, sin duda lo hechaba de menos. Varias veces había intentado escaparse y así poder verlo, pero los vigilantes siempre la atrapaban con las manos en la masa.

Se tumbó en el colchón y cerró sus ojos, repetidas veces pensó en contactar con el dios mediante el collar obsequiado, pero solo era en caso de emergencias.

Aunque personalmente ella consideraba que estaba en una.

-Anímate hermano mayor, te ves fatal- Zeus recibió una fulminante mirada por parte de Poseidón.

El menor no tenía que preocuparse por aquella humana, después de todo pasaron cuatro meses desde que la volvió a ver.

De todas formas esperaría, por si acaso.

-No se que haces aquí, pero quiero que te largues- El rubio se puso en pie sujetando su tridente, Hades quien también se hallaba en el lugar comprendía por qué su hermano estaba así de molesto.

Zeus esbozó una sonrisa.

-¿Por qué lo haría?- Lo retó el anciano, esa fue la gota que derramó el vaso.

Poseidón se encaminó furioso hacia Zeus, dispuesto a lo peor.

Cuando ambos estuvieron a punto de pelear, Hades intervino.

-Detenganse ambos- El azabache permanecía serio observando a ambos hermanos -Poseidón, tengo que hablar contigo- El Dios se alejó de ambos y Zeus se retiró.

El aura que emanaba del oji azul ahuyentó a todo sirviente del palacio.

-¿Qué es lo que quieres?- La pregunta salió con indiferencia hacia Hades.

-Entiendo que estés así porque desde hace tiempo no hablas con Laisha pe..- Hades fue interrumpido.

-¡No estoy así por ella! ¿¡que mierda tienen todos en la cabeza!?- Su tridente impactó con agresividad el suelo y el mar se empezó a batir con mucha furia.

Olas monstruosas se elevaban con agresión, tan grandes eran que parecian tocar el cielo.

-¡Poseidón!- Hades gritó y el suelo bajo ellos tembló.

El rubio apartó la mirada con sus facciones fruncidas y Hades suspiró.

De repente todo se serenó.

-Estas así por Laisha no lo niegues más, admite que la a..- Y una vez más Hades fue detenido a media frase.

-¡La amo! ¿¡estas feliz!?- Volvió a gritar ya estresado -¡La amo como nunca en mi maldita vida amé a alguien!- Ya nada le importaba en esos momentos, solo quería volver a verla.

Su cálida sonrisa, su melodiosa voz o el rubor que subía hasta sus mejillas.

La necesitaba.

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