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-Sus heridas fueron bastante graves pero se pondrá bien- Asclepio Dios de la medicina explicó el estado en el que Laisha se encontraba.
A Poseidón no le complacía el hecho de que otros dioses invadieran su castillo y se acercaran como si nada a la azabache, pero cuando el la trajo mal herida en sus brazos Hades aún permanecía en ese lugar y al presenciar el estado de la chica recurrió a Asclepios, por supuesto que el rubio se negó varias veces, incluso amenazando a su hermano mayor de muerte, pero al final terminó rindiendose, todo esto era por ella.
-Voy a matar a Helios- La voz del rubio desprendía un tono hostil.
Hades aún estaba en un estado de desconcierto, nunca había presenciado ha Poseidón en ese estado. Sin duda permanecer tanto tiempo en el inframundo lo había desinformado con varias cosas.
-Poseidón no cometas una locura, sabes perfectamente que Helios no suele actuar de esa manera. Algo más tuvo que suceder- El peli negro se mantenía calmado, sus ojos se posaron sobre Delfino quien atestiguó todo -¿Dices que el culpable de esto fue Helios?- Interrogó.
-Así es señor, vi a Helios con mis propios ojos atacar a esa humana pero...- Hizo una pausa posando su mirada sobre Poseidón -Hay algo más, a pocos metros donde sucedió todo pude divisar a Afrodita, parecía que intentaba ocultarse-
Hades mantuvo su expresión seria por tal comentario, sin embargo la furia de Poseidón se veía reflejado en el mar, el cual se mantenía en un estado bastante turbulento.
Poseidón comenzó a dar pasos firmes hacia la salida sin articular palabra. Dispuesto a lo peor.
Hades conocía perfectamente lo que pasaba por la mente de su hermano menor, así que recargando su mano sobre el hombro del contrario, lo detuvo.
-No cometas una locura ahora, quédate con ella- En un gesto de cabeza Señaló la habitación donde Laisha reposaba -Te necesita-
Poseidón frunció el ceño amargamente, quería ir hacia la estancia de Afrodita y darle su merecido pero por un lado y aunque odiase admitirlo Hades tenía razón. Debía permanecer junto a ella.
Bruscamente se apartó del pelinegro y regresó a la habitación ordenando a que Delfino y Asclepio se marcharan.
-Parece que de verdad es importante para ti- Hades sonrío levemente recargado en el marco de la puerta, sus orbes negros se posaron sobre la chica que reposaba en aquella cama.
El rubio bufó, su mirada sólo estaba puesta en Laisha.
La chica dormía plácidamente sobre el suave colchón, su rostro estaba cubierto por las cicatrices que las quemaduras dejaron en ella.
-Es la única que ha logrado agradarme- Respondió con serenidad, a pesar de su tono la furia corría por sus venas y el océano era el testigo más límpido.
El Dios del Inframundo liberó una ligera carcajada, no era tan tonto para creer en eso.
Poseidón lo ignoró y continuó contemplando a su compañera.
-¿La amas?- Preguntó Hades fijando sus ojos en su hermano.
El rubio no apartó la mirada de la azabache en ningún momento, las palabras de Hades hicieron eco en su mente.
Sus labios se abrieron prestamente.
-Vete de una vez- Emitió con fastidio ante el.
Hades se encogió de hombros pues sabía como era Poseidón, sin más decidió regresar a el reino de los muertos.
Unos orbes negros observaban atentamente el cielo nocturno ubicado sobre ella. Se sentía pequeña ante tan maravilloso espectáculo.
Habían pasado dos días desde aquél incidente y Poseidón se había hecho cargo de ella en ese transcurso, también logró localizar con su madre explicándole que estaba en buen estado, de todos modos no conseguía retener su miedo ante la idea de que algo incluso más grave sucediera.
Algo que acabara con la vida de su madre o con la de Poseidón.
-Creí que estarías dormida- Una voz masculina sonó a sus espaldas, ella no volteó en ningún momento pues la reconocía perfectamente.
-No podía dormir.. ya sabes, por todo lo sucedido- Dejó de contemplar aquel estrellado cielo en cuanto su mirada se desvío hacia el suelo.
-Me encargaré de todo, no te preocupes por eso- Poseidón se esforzó en tranquilizarla con sus palabras.
El oji azul había decidio darle una "visita" a Afrodita el día de ayer, pero prefirió esperar a que Laisha terminara de recuperarse por completo. No quería alterarla más de lo que ya estaba.
La azabache pudo sentir la presencia del Dios a su lado, ante eso descendió aún más su cabeza desconcertando un poco al rubio, aunque no por mucho tiempo ya que un sollozo hizo que el comprendiera todo.
Laisha había comenzando a llorar.
-Tengo miedo- Expresó mientras intentaba contener sus sollozos, se sentía patética.
Estaba claro que Poseidón no era el mejor en cuanto a consolar se tratase, pero no podía dejar pasar la angustia de la chica, algo en el se retorcía al verla en ese estado.
-No debes temer- La reconfortó con una suavidad irreconocible -Tendrán que matarme para que alguien pueda dañarte- Como si se tratase de un frágil cristal que se rompería en mil pedazos con solo un toque, el la rodeó delicada y cuidadosamente con sus brazos apegandola a su pecho.
Laisha intentó retener su llanto escondida en el pecho del Dios, pero le resultó imposible.
-Estoy causando muchos problemas, tanto a ti como a mi madre- Los hipeos salían descontrolados, en un intento de tranquilizarla Poseidón comenzó a ejercer suaves caricias en el oscuro cabello de la joven.
-No lo estás- Continuó con su acción, esta poco a poco empezó ser presa del sueño.
-Tienes que descansar- Con cuidado la cargó en sus brazos llevándola a la cama.
Tal vez y solo tal vez Hades tenía razón.
-No me vengas con rodeos, tu fuiste la causante de que Helios la atacara- El enojo de Poseidón logró ahuyentar a cada sirviente de Afrodita, la rubia trataba de simular sorpresa ante el crimen en el que ella misma participó.
-Querido Poseidón ¿de que estas hablando? ¿Helios atacó a una mortal?- La femenina mano de Afrodita se encaminó a su propia boca, cubriendola y fingiendo estupor a todo lo que este le decía.
El tridente del rubio se aproximó a pocos milímetros del rostro de ella haciendo que esta tragara saliva.
-No soy ningún tonto, Delfino te vió en la escena- El rostro del oji azul era atemorizante.
Sin duda Afrodita tendría que ingeniárselas para salir con vida de esa situación y comunicarle a Zeus que la humana aún permanecía con vida.
-¿Por qué razón yo me involucraría con una simple humana?- La femenina frunció ligeramente su ceño, ella estaba a el tanto de que Poseidón no era un idiota.
Estaba en un gran aprieto.
-¿Acaso me viste cara de estúpido?-Con impotencia el Dios de los Mares se acercaba más y más a Afrodita, esta retrocedió mediante la distancia se acortaba.
El tridente fue colocado sobre el cuello de la rubia, la mencionada tragó saliva.
-Por mucho tiempo lo único que has hecho es tratar de seducirme- Las expresiones de Poseidón tomaban un rumbo tétrico -Me das asco y no me sorprendería que intentaras apartar a Laisha o a cualquiera de tu camino- Ligeramente la punta del arma perteneciente a Poseidón se fue hincando en el delicado cuello de la mujer.
Esta soltó un quejido por el dolor, ¿este sería su fín acaso?.
Para su sorpresa el tridente se alejó junto a su portador.
-Esto es una advertencia y no tengo dudas de que te ha quedado muy clara. Es un hecho, si intentas dañarla una vez más, vendré por tu cabeza- El tono con el que se expresó generó un escalofrió por todo el cuerpo de la mujer.
Sin más que decir el rubio se marchó de ese lugar, Afrodita cayó a el suelo ante el mal momento que acababa de pasar sintiendo como un poco de sangre caía de la zona afectada.
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