13
El mercado de la ciudad se hallaba más apacible que de costumbre, poca gente rondaba en las calles principales y Laisha lo agradecia profundamente. La concentracion de personas en ese lugar era algo que siempre había aborrecido.
Hizo sus compras normalmente y al terminar dicha labor se propuso a regresar a su hogar a pasos lentos, después de todo hoy estaría completamente sola.
En las lejanías un dios la observava de forma penetrante, esperando pacientemente su momento. La siguió todo el camino sin que ella tmara en alto su presencia.
Una vez la azabache regresó a su hogar, aquella divinidad hizo acto de presencia frente a ella dándole un susto a la chica.
-¿Acaso te asusté?- Su voz era ronca y sus ojos desprendían un brillo totalmente desquiciado.
Desde una distancia prudente Afrodita se encontraba como espectadora de tal escena, el hechizo que había lanzado sobre Helios había dado sus frutos.
Laisha tragó saliva, el hombre llegó de sorpresa y la mirada en su rostro le daba muy mala espina.
-¿Q...quien eres?- Interrogó con la voz entrecortada y retrocediendo varios pasos atrás chocando contra una de las paredes exteriores de su hogar.
-Yo soy Helios, la personificación del sol y he venido para Convertirte en mi esposa- Respondió acercándose a la femenina.
Helios no solía comportarse de esa manera, se le consideraba como alguien bondadoso, amable y justo, sin embargo el hombre había sido envuelto por el hechizo de Afrodita, su comportamiento era el origen del desenfrenado amor que la diosa de la belleza le había otorgado.
-No te conzoco, tu posición como dios no me hará aceptar tal propuesta- Ella trató de mostrarse firme ante el, pero estaba claro que una simple humana como ella no podía hacer nada contra un dios como el.
Helios sonrío, una potente luz comenzó a brotar de el y está impactó contra la casa en la que Laisha vivía.
Las llamas no tardaron en divisarse, en poco minutos aquella construcción se hallaba envuelta por un potente y abrasador fuego.
-¡Por favor detente!- Con la voz temblorosa y los ojos humedecidos de pavor Laisha trató de detenerlo - ¡Te lo suplico, este es mi único hogar! ¡¿que fue lo que hice?!.- Los gritos de la azabache no cesaban.
-Acabas de rechazar a un dios, ahora tu eres la siguiente- Helios volvió a crear una de sus esferas de luz, esta vez más potente que la anterior.
Su resplandor provocó una ceguera temporal en Laisha, esta cubrió sus ojos dañados con uno de sus brazos evitando que más de esa iluminación impactara con su visión.
-Esto te enseñará a no volver a rechazar a uno de los nuestros- Y tras lo dicho aquella esfera fue dirigida contra el frágil cuerpo de Laisha.
El impacto había sido tal que ella fue lanzada abruptamente hacia un árbol cercano, severamente herida y al borde de su muerte.
Afrodita sonrío satisfecha y regresó hacia el olimpo, Helios copió su acción. Pronto aquel hechizo se iría sin dejar rastro.
-No te veía desde la junta de dioses hermano, debo admitir que tu decisión me sorprendió un poco- Hades se hallaba sentado en una de las sillas de aquel gran salón, Poseidón se situaba en el extremo opuesto de la larga mesa situada entre ambos, su mirada carecía de interés.
El rubio asintió apoyando una de sus manos sobre su mejilla, desvió su mirada hacia los grandes ventanales yacientes en ese sitio.
Hades sonrío ligeramente ante eso.
Antes de que el mayor de los hermanos pudiera hablar, las puertas se abrieron bruscamente dejando ver a Delfino con una mirada de preocupación.
-Señor lamento entrar de imprevisto pero.. la humana- Su respiración era agitada y esas palabras hicieron que Poseidón se pusiera de píe más que rápido.
-¿Humana?- Hades lo miró sin entender a lo que Delfino se refería, estar tiempo en el inframundo lo atrasaba con las noticias.
Poseidón no permaneció ni un minuto más en aquel lugar, dejando a Hades totalmente desconcertado.
El rubio bajó rápidamente a las costas y corrió en dirección hacia la casa de la joven, no podía creer lo que sus ojos veían una vez llegó ahí.
La casa estaba en ruinas y Laisha se encontraba desplomada en el suelo con quemaduras graves.
-¡Laisha!- En su vida había pronunciado un nombre con tanta preocupación, corrió hacia la inconsciente joven sujetandola en brazos, su estado era severo.
El mar comenzó a agitarse de forma impetuosa, el enojo del Tirano de los Mares se reflejaba en todo el océano. Las olas eran grandes y chocaban contra las rocas de manera violenta.
Había enviado a Delfino para que cuidara de Laisha mientras el atendía a Hades, no debió dejarla sabiendo la situación.
Con cuidado la llevó hacia el mar y con agua curativa trató las heridas, por supuesto que no fue suficiente pero algunas quemaduras habían desaparecido.
Un grito de horror se escuchó a la distancia, se trataba de Airlia quien al ver su casa en una total devastación y no lograr localizar a su hija no pudo evitar contenerse.
-P..Poseidón- La tenue y débil voz de Laisha hizo que el rubio sintiese un gran alivio.
-Sh no digas nada, estás a salvo ¿bien? debo llevarte con tu madre- Hizo un gran esfuerzo por mantenerse tranquilo, la azabache asintió ligeramente con su cabeza, desplomandose en los brazos de Poseidón.
Este se apresuró en reunirla con su madre, una vez llegó a el sitio la mujer corrió hacia su hija en un constante llanto ignorando totalmente a el Dios.
-¡Laisha! ¡¿hija que fue lo que te sucedió?!- Con delicadeza la mujer mayor acarició el herido rostro de su hija soltando sollozos sin control.
Airlia lo observó con lagrimas en los ojos y con su voz entrecortada Intentó dialogar.
-¿Q...quien eres tu?- Un fuerte sollozo la interrumpió -¿Eres amigo de mi hija?, ¿qué fue lo que sucedió?, ¿quién le hizo esto a mi pequeña?- Las preguntas no cesaban.
Si se hubiese tratado de otra persona el lo habría acabado sin musitar, pero esta mujer era la madre de la humana que logró llamar su atención. Tenía que mantenerse calmado.
-Soy amigo de su hija- Comenzó a responder las preguntas con su característico tono de frialdad -No se que fue lo que sucedió, pero le aseguro que llegaré al fondo de esto- Su mirada se posó sobre la de Laisha.
-Ella se pondrá bien aunque en este momento se encuentre en un severo estado, permita llevármela conmigo- La observó -Haré todo lo posible por hacer que se recupere-
-Todo es mi culpa, si no la hubiera dejado sola esto jamas habría sucedido- La azabache cayó de rodillas al suelo, la culpa era el sentimiento que no la dejaría tranquila por un buen tiempo.
El rubio suspiró, su paciencia estaba al límite. Sólo quería llevarse a Laisha a su palacio para poder tratarla como se debe.
-Yo me encargaré de su hija, ¿tiene algún lugar donde quedarse aparte de este?- Preguntó en un intento de retener su furia.
Airlia asintió.
-Tengo una hermana pero..su presencia es totalmente desconocida para mi, no puedo dejar que se lleve a mi hija así como..- Fue interrumpida por Poseidón.
-Ella morirá si permanece más tiempo aquí, entiendo que no quiera dejarla en manos de un desconocido pero se lo aseguro, no soy un extraño ante los ojos de su hija- La conversación tomó un rumbo bastante fastidioso para el, necesitaba sacarla de ahí ya.
Airlia permaneció en silencio unos segundos pero por fin decidió aceptar, Poseidón la reconfortó asegurándose que la traería de regreso y sin más tomó rumbo hacia su palacio.
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