save me
BTS

Ni una sola palabra salió de mi boca a lo largo de todo el viaje a Greendale.

Me quedé dormida a eso de medio camino y apenas abrí los ojos cuando sentí el auto detenerse.

Frente a mí; la gran casa de mi infancia.

Una casa bastante grande (no como una mansión o algo así) de color blanco y de dos pisos.

Mis ojos arden un poco aún y ese pequeño nudo en mi garganta sigue.

Tomo aire antes de entrar en la casa, siendo recibida por una mujer rubia; mi madre.

De las escaleras baja un hombre castaño, alto y con cara seria; mi padre.

—Harold, Alice.

—no te hará daño decirnos madre y padre, querida.

Mi madre, tan hipócrita como siempre, sonríe.

Metanse su "madre y padre" por el culo si les cabe.

Mi padre se acerca con una expresión que parece ser de satisfacción y entra una de las empleadas.

—señora cooper, ¿Necesita algo? —ni siquiera se atreve a alzar la vista.

Mi madre asiente.

—prepara tres copas de vino. Estaremos en la sala.

Sin alzar la vista, la empleada sale de la sala y sin decir nada vamos a la sala.

Ellos se sientan en el sillón más grande mientras que yo estoy frente a ellos, en el sillón individual.

La empleada llega con tres copas y el vino y luego lo sirve, tomo una copa sin decir nada y soy el primer trago.

Mi padre también lo hace y noto como me ve de reojo.

—fue una sabia desición volver, Elizabeth. —Alice dice y tomo un sorbo del vino, sin apartar la vista de mí.

—claro, porque no tenía otra opción.

—pudiste haber aceptado volver desde un inicio y nos hubiéramos evitado todo el drama.

—el hubiera no existe. —me obligo a no apartar la mirada al momento de decirlo. Mi voz, increíblemente, sale más segura de lo que presentía.

Alice sonríe con suficiencia.

—exacto, mi querida hija.

Harold solo me dirige una mirada que no sé descifrar y sé, casi de inmediato, que mi estancia aquí será eterna.