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Capítulo 25: Dulce borrachera

―¡Vamos todos a cantar!

―¡¡Si!!

―Nadie cantará ―solté con cansancio.

―Ahs, eres tan aburrido ―habló Hyori con algo de molestia, haciendo temblar su labio inferior. ―. ¡Mingyu, ven aquí!

Escuché un quejido por parte del nombrado, y lo entendía, ya que, de alguna manera, ver a Hyori ebria era una cosa jodidamente pesada; especialmente por las tonterías que soltaba. Afortunadamente, Mingyu era quien se encargaría de ella. Soohyun se aseguró de llamar al hermano de la peliplata, y lo más probable es que en la mañana le den una dosis de regaños porque no está en condiciones, mucho menos en edad, de venir a lugares como estos.

―Este momento se quedará grabado en mi memoria ―habló Taehyung con algo de burla, mientras grababa a Hyori mientras esta intentaba besar a Mingyu y él no se dejaba.

Mínghào se encargó de pagar la cuenta de estas chicas irresponsable y, seguido, se aseguró de conseguir un taxi para que pudiéramos irnos todos. Esperamos unos minutos en la salida del lugar hasta que llegara el hermano de Hyori. Soohyun mencionó que era un sujeto bastante amable. Un Porsche 911 de color gris se estacionó frente a nosotros y, a los segundos, un sujeto bien vestido y con el cabello negro bajó del gran vehículo.

Parece que no venía solo, ya que una chica de cabello oscuro bajó junto con él. El chico rodea la edad de los veinte a veintiún años. Luce amistoso.

―Ah, Hyori está en serios problemas ―negó el sujeto ―. Hola, soy Hyungsik, el hermano mayor de Hyori, un gusto chicos que no conocía.

―¡Bebé! ―Hyori habló con la voz arrastrada, así mismo, se tambaleaba de un lado a otro, haciendo la situación un poco incómoda para Mingyu ―¡Bebé, éste idiota con cara de culo, es Mingyu!

La única risa que se escuchó, aparte de la de Hyori, fue la de Taehyung. Realmente sentí algo de pena, aunque no iba a negar que, por un instante, también quise reírme al ver como las mejillas de Mingyu se tornaban de un rojo intenso.

―Señorita, estás en serios problemas ―el mayor negó y procedió a acercarse a ella ―. Vayamos a casa, y ni se te ocurra vomitar en el auto, Yesung está conmigo hoy.

―¡Tú mandas, bebé! ―la peliplata hizo un torpe saludo militar.

En un intento por acomodarse en el auto de Hyungsik, se zafó del agarre de su hermano y corrió hasta Mingyu para dejar sus labios puestos sobre los contrarios. Fue una gran sorpresa para todos, de igual manera, Mingyu luce más que sorprendido, pero gustoso. Hyungsik levanta las cejas y mira a la chica, que supongo, es su novia.

Hyori se despega de Mingyu y le dice que a partir de hoy ambos son novios. Realmente no creo que él deba tomar sus palabras muy en serio, es decir, la chica está con mucho etanol en su sistema, así que, no creo que le convenga mucho hacerse ilusiones. Hyungsik finalmente logra meter a Hyori al auto y se despide de todos nosotros.

―Gran noche ―susurra Mínghào con algo de diversión.

―La mejor noche de mi vida ―le sigue Taehyung ―, y el premiado fue Mingyu.

―Cállate, idiota.

Una vez que el taxi que estábamos esperando se posicionó en frente de nosotros, nos adentramos a este. Tae, Soohyun y Mingyu pidieron uno aparte, ya que no cabíamos todos en uno solo. Mínghào se montó con Mulán y conmigo, y se aseguró de que la castaña no fuera a vomitar, al menos no mientras estuviera dentro del taxi.

Minutos más tarde, Jihyun nos recibe con el ceño bastante fruncido, no por nosotros, sino, por el estado en el que Mulán regresa a casa. Sin contemplaciones, comienza a darle golpes en el brazo logrando despertarla.

―¡Jihyun! ―se queja la castaña ―¡Estoy cansada!

―Agradece que tu padre no se encuentra hoy aquí, porque de lo contrario, te esperaba un buen castigo, señorita ―negó con molestia ―. ¿Pueden dejarla en su cuarto? Prepararé algo de sopa para su resaca.

―Claro ―respondí ―. Mínghào, puedo hacerlo solo desde aquí.

―De acuerdo, nos vemos mañana ―el pelinegro hizo una reverencia para la mayor, posteriormente, se marchó de la casa.

Metí uno de mis brazos por debajo de las piernas de Mulán y dejé otro detrás de su espalda para cargarla al estilo princesa. No estaba tan pesada, pero una persona cuando está en estado de embriaguez pesa el doble. Tomé una gran bocanada de aire y empecé a subir los escalones para llegar a la segunda planta.

En más de una ocasión sentía que me caería, pero lograba mantener el equilibrio. No tardé mucho en llegar a la habitación de la chica y dejarla recostada en la cama de cobijas amarillas. Me aseguré de quitarle los zapatos y arropar su cuerpo con la cobija que se encontraba ahí. Me senté en el borde de la cama y pasé mi mano por su frente, retirando algunos cabellos que no me permitían apreciar su bonito rostro.

―Eres tan adorable cuando duermes ―susurré, esperanzado de que no pudiera escucharme.

Me puse en pie, dispuesto a salir de la habitación, sin embargo, me detuve un poco antes de llegar a la puerta al escuchar una risa burlona a mis espaldas. Mulán se había empezado a reír tan escandalosa que, por un instante, tuve miedo de que estuviera poseída. La castaña yacía sentada en su cama, con su cabello enmarañado, riéndose a carcajadas.

―¿Qué es tan gracioso? ―pregunté con el ceño fruncido.

Mulán siguió riendo mientras me hacía señas de que no era nada.

―¿Te ríes de mí? ―pregunté esta vez, luciendo más indignado.

Asintió, llevándose una de sus manos hasta su rostro, para ocultar su sonrisa divertida.

―Eres gracioso.

La miré con el ceño fruncido, acercándome un poco a ella. Tal vez estaba delirando.

―¿Me veo adorable?

Oh, mierda.

Vale, admito que es un poco gracioso, porque me he visto muy cursi, pero en serio se veía adorable. Levanté las comisuras de mis labios y negué con algo de diversión. Mulán encadenó mis manos con las suyas mientras sonreía. Sabía de antemano que ella estaba bajo los efectos del alcohol, pero debía aprovechar este momento, ya que, posiblemente en la mañana, ella no recordaría nada de esto.

―Te ves hermosa, Mulán ―acomode uno de sus cabellos detrás de su oreja.

―No. Me veo como el amor de tu vida, Kook.

Mis mejillas se calentaron por sus palabras y, a los segundos, sentí que mi rostro era un completo tomate por lo rojo que me encontraba. Mulán acababa de besarme... ¡Joder, que ella estaba besándome! Sus labios se sentían tan húmedos y suaves. Se movían en una ligera sincronía. Comencé a dejarme llevar por su beso, llevando mis manos hasta su cintura y atrayéndola un poco más a mí.

Parece que Mingyu no fue el único que recibió un premio esta noche. 

3/8 

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