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Capítulo 10: Vuelve a intentarlo hasta lograrlo

Un suspiro abandona mis labios, y mis ojos se pierden en las nubes pasajeras que adornan el azulado cielo. El pasto se siente suave y la pequeña humedad del rocío nocturno le da un toque de frialdad. Mi frente está empapada, así mismo, mi uniforme también se encuentra en la misma situación, tal como si hubiese tomado una ducha con agua de lluvia. Mi respiración es agitada y mi cuerpo está agotado, todo gracias al maldito entrenamiento que he tenido en casi toda la tarde.

MíngHào se acerca con una botella con agua que ‒deduzco‒ es para mí, sin embargo, veo como abre la botella y se la lleva hasta su boca, dando el primer sorbo y luego me la entrega. Lo miro con ganas de lanzarle miles de dardos y explotar su rostro sonriente en burla. Retomó la compostura y le arrebató bruscamente la botella. Siento que regreso a la vida cuando el líquido transparente pasa por mi garganta y mi cuerpo se relaja. Mantengo mi stick y mis protecciones a un lado de mí. Creo que eso será todo por hoy.

―¿Y qué tal? ―toma asiento en el pasto y se cruza de brazos ―¿Fui muy exigente?

―No ―lo miro con seriedad.

Pese a que su maldito entrenamiento fue muy exigente, no pienso reconocer que me ha dejado exhausto. Ya sé que dije que quería cambiar mi actitud, pero no voy a darle la razón a ese idiota solamente para que se le suba el ego y él lo sabe. El entrenador hace presencia a los segundos, detrás de él vienen los demás miembros del equipo, así que, es momento de ponernos en pie y formar una hilera frente a él. El mayor revisa la planilla y llama nuestros nombres para verificar que estemos todos presentes.

Detrás de nosotros, es decir, en las gradas, observo a SooHyun y a MinGyu, quienes acaban de llegar, y cinco minutos después, es HyoRi y Mulán, quienes le hacen compañía pero manteniendo una prudente distancia. Comienzo a preguntarme las razones por las cuales todos ellos se encuentran ahí. Es decir, nunca han venido a una practica de lacrosse ¿Por qué lo harían hoy?

―Bien, señoritas, la práctica de hoy será de gran importancia ―el coach por alguna razón, luce más ansioso de lo que debería ―¡Tuvimos una gran ventaja en el primer partido, pero el siguiente me tiene con las pelotas hinchadas! ―golpea su frente ―¡Demonios! Perdonen la expresión, jóvenes, pero estoy muy ansioso.

Entiendo su punto, sé exactamente a lo que se refiere y, es que, hace un año, perdimos la oportunidad de llegar a las estatales gracias a una gran pérdida. Hay una escuela en particular que siempre logra posicionarse en primer lugar y pese a que somos uno de los tres mejores equipos, jamás ha habido un equipo que haya podido bajarle el trono a los estudiantes de la secundaria Saebeom. Sin embargo, tengo la ligera sospecha de que este año será diferente.

El entrenador nos da un discurso sobre lo que debemos hacer, como por ejemplo, de qué manera debemos atrapar la pelota con nuestro stick, y qué estrategias nos servirían en primera instancia. El entrenamiento de MingHào aun me tiene agotado, pero no pienso rendirme, ya que, lo que más deseo es recuperar mi antigua posición. Empezamos con un calentamiento suave. Trotes en el mismo puesto, estiramiento de nuestras extremidades y sentadillas. Seguido, el entrenador nos agrupa en parejas y nos hace recorrer el campo de lacrosse, el cual equivale a 110 Yardas, es decir, 100 metros ‒aproximadamente‒ de largo y 60 Yardas, las cuales equivalen a 54 metros de ancho. Al principio solo recorremos 50 Yardas. Tomamos una buena respiración y volvemos a nuestra posición inicial.

―¡Bien, bien, más rápido, chicos! ―exige el coach ―¡TaeHyung, te estás quedando atrás, ponle más fuerza a esas debiluchas piernas!

―¡Entrenador, soy capricornio! ―se detiene, poniendo sus manos sobre sus rodillas para recuperar la respiración ―¡Soy un deportista exigente, mejoraré pronto!

―¡Si, si, lo que digas! ―el mayor mueve su mano a modo de desinterés ―¡Mueve el trasero y recorre las 110 Yardas o estamparé mis zapatos nuevos en tu espalda, Kim TaeHyung!

Noto como mi amigo ha bajado la velocidad de sus pasos y lo primero que se me ocurre, es acercarme a él y tomar su brazo para que rodee mis hombros, ya que, si no logra llegar en el tiempo estipulado, le pondrán un castigo que no es para nada agradable. TaeHyung se sorprende al verme a su lado, así que, se detiene y me hace a un lado.

―¿Qué crees que haces? ―frunce su ceño.

―No hay tiempo para hablar, Kim, debemos llegar al otro lado de la cancha, antes de que el tiempo se termine o pagarás el castigo ―trato de tomar su brazo una vez más, pero él no parece acceder.

―No, detente ―aparta mi mano, dándome una palmada para que vuelva a tocarlo ―. Prefiero tomar el peor castigo antes que culminar la carrera a tu lado. ¿Es que ya se te olvidó lo que le pediste a SooHyun? Porque a mí no ―se alejó de a poco, sin embargo, frenó sus pasos y se giró para decirme una cosa más: ―. Que no se te olvide que capricornio y virgo no son compatibles y aunque haya ignorado los astros, siento que fue el peor error de mi vida.

Sé que no debería hacer caso a las cosas que normalmente dice TaeHyung, pero siento que esta vez me afectó más de lo que creí. Tampoco esperaba que me perdonara tan fácilmente por lo que le pedí a SooHyun la otra vez, pero al menos esperaba que me permitiera explicarle mis motivos.

Unos días después, las cosas no mejoraron. Siempre que quería acercarme a ellos, terminaba ignorado, humillado e irritado. Ahora que estoy en mi plan de "ser una mejor persona", me doy cuenta que nunca fui tan buen amigo como creí. Mierda, mi maldito y estúpido ego me cegaba. Preferí alejar a mis amigos solamente por un tonto capricho que desapareció al poco tiempo.

―¿Sigues deprimiéndote?

―Déjame en paz, idiota ―arrojé un cojín a su espantosa cara ―¿Por qué están siendo tan fríos conmigo?

―¿Se te olvida cómo los trataste? Y antes de que digas que no sé nada, debo aclararte que tanto Mulán como yo, estábamos ahí, espiando, obviamente, pero estábamos ahí ―la peliplata llevó una barra de chocolate hasta su boca y le dio un mordisco.

En cuanto a la castaña de ojos verdes, prefería mantenerse enfocada a los apuntes de biología, ya que, tendríamos examen la semana siguiente y por como he visto que va el transcurso de este primer corte académico, debo reconocer que es una nerd. No es que yo sea un mal estudiante, pero tampoco puedo decir que destaco mucho en clase. Mi ego siempre me hizo creer que era mejor que los demás, aun cuando siempre estaba en tercer lugar. Realmente es irónico que considerara que era mejor que alguien, cuando en mis notas no se reflejaba mi "mantra personal". Vaya mierda.

―¿Se puede? ―la mujer que ahora reconozco como JiHyun, atraviesa la puerta con una charola de refrescos y galletas de mantequilla para todos nosotros.

MíngHào se acerca a ella y la recibe, dándole una sonrisa a la mayor, la cual recibe sin ningún problema. Eso me da a entender que realmente se llevan bien, incluso sucede con el padre de la castaña. Creo que si ella decidiera salir con el idiota de MíngHào, su padre sería el más emocionado, no porque él sea un gran partido, porque a los ojos de todos, yo tengo mucho más porte y personalidad que él.

¡Vale, vale! No está bien que yo lo diga, principalmente porque estoy mejorando mi ego, y también porque, aunque no lo haya dicho con esa intención, podría entenderse como que soy yo quien quiere andar con Mulán. Una vez que JiHyun deja la charola en manos de MíngHào, desaparece por la puerta. Éste último se acerca y deja un vaso de refresco en el escritorio de la chica castaña, junto con un par de galletas que pone en una servilleta. Ella le sonríe amable, lo cual me resulta algo incómodo, no porque lo envidie, porque ni siquiera me gusta ella, sino, más bien, porque no veo necesario que se vean como si el mundo se detuviera solo para ellos.

―¿Cuánto apostamos a que terminan juntos? ―susurra la peliplata.

―Realmente no estoy interesado ―apartó la vista de aquel par que ahora comparte más que una sonrisa amistosa ―¿Cómo estás tan segura que van a terminar juntos?

―Intuición, tal vez ―mueve su cabeza a modo de intriga ―¿Quieres apostar?

―No.

Me pongo en pie, ya que, desde hace un buen rato estoy sentado en la cama de Mulán y me acerco al escritorio donde se encuentran los demás. Interrumpo su extraño momento y tomo un vaso de refresco, así mismo, me estampo tres galletas en la boca, lo cual no es muy correcto de mi parte, ya que, termino sacándolas a los segundos porque por poco me atraganto.

¡Genial!

Mulán, MíngHào y HyoRi terminan riéndose de mí, sin embargo, es la castaña quien me extiende una servilleta disponible para que me limpie los restos de saliva que me han quedado cerca de los labios. Lleva el cabello suelto y usa una camisa blanca con un chaleco negro por encima y una falda de mezclilla. No se ve mal, pero tampoco voy a decir que es la gran cosa. Sólo es una chica china vistiendo sus casuales atuendos de verano. Me da una sonrisa que expone visiblemente su dentadura blanquecina, sin embargo, debo apartar la mirada, no porque me sienta fuertemente atacado, sino, porque es molesto tener que verla siempre a los ojos. Ese color no es muy común aquí en Corea y termina asustándome en ocasiones.

―¿Qué dice la teoría de la biogénesis?

Agradezco tanto que sea HyoRi quien acabe con mi incomodidad, la cual espero que nadie más ‒aparte de mí‒ haya notado. MíngHào pretende hablar, sin embargo, se ve interrumpido por la castaña.

―La teoría de la biogénesis indica que se necesita una vida previa para generar vida. Es decir, la vida no se genera de la nada.

La peliplata asiente, anotando las palabras de la castaña, en su libreta.

Bien, puede que haya sentido una punzada en el pecho, pero eso no significa nada. Mulán ni siquiera es mi tipo de chica. Pero, aun así, no podía negar que... ¡Diablos, no!

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