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ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ ᴛʀᴇɪɴᴛᴀɪᴛʀᴇꜱ

—Hyung— dijo Jimin en voz baja, rompiendo el silencio que los envolvía —Creo que hay cosas sobre su pasado que aún no me ha contado— ya vestido, caminó hacia la cama y se sentó frente a Yoongi, cruzando sus piernas y acercándose lo más que podía, extrañaba tanto el contacto ajeno, que estar un segundo lejos de él lo agobiaba.

El pelinegro asintió, dejando su pistola Beretta 93R a un lado, en la mesita de noche —Te debo muchas explicaciones...y no tengo idea por dónde comenzar, el inicio no es una buena opción porque ya lo sabes, sólo son cosas...partes de la historia que no te dije— Jimin sonrió tiernamente ante lo enredado que fue eso, estaba casi seguro que ni su mayor entendía lo que acababa de decir. Bajó su mirada y llevó sus manos hasta tomar una de Yoongi, pasó sus pulgares por los nudillos, recorriendo con cariño las viejas cicatrices que habían ahí. Se enamoró de un cuerpo surcado por laceraciones, nunca creyó que eso era posible hasta que lo conoció a él.

—Puede comenzar explicandome el porqué Dywen dijo tantas veces que lo conocía— acomodó la mano del mayor en el hueco de sus piernas, dejándola descansar ahí y recordando todo lo que eran capaces de hacer, desde disparar un arma letal y tener excelente puntería incluso a largas distancias, hasta tocar su cuerpo como si se tratara de una figura de porcelana que en cualquier momento se podría romper. —Hablaba como...si hubieran trabajado juntos, o algo así.

Yoongi se acercó un poco más, moviendo su trasero infantilmente sobre las mantas, y después de un largo suspiro que dejó escapar se atrevió a hablar —Sólo te conté como conocí a Hoseok ¿verdad?

Jimin asintió —Usted estaba enfrascado en una pelea y él llegó a ayudarlo.

—Bueno, esa parte de la historia es cierta, pero lo que no te dije fue la causa de esa pelea— con su mano libre movió uno de los cabellos ondulados de Jimin que tapaban sus hermosos ojos color avellana. El menor lo miró con infinito amor, deseando que llegara la noche para dormir junto a Yoongi, como tantas veces lo hizo en su momento. —Comencé a meter mi nariz en donde no debía. Al inicio, yo solo hacía el trabajo sucio, Dywen me daba una lista de nombres y yo tenía que acabar con ellos antes de que el mes llegara a su último día. Pero pasó...que un nombre de la quinta lista que recibí, correspondía a una adolescente de 16 años, yo no entendía porqué esa niña debía morir. Ahí fue cuando comencé a cuestionarme lo que estaba haciendo, comencé a revisar los negocios de Dywen, a leer cosas que no debía, a ver cosas que no debía. Y a entender más de la cuenta.

Jimin lo observaba con atención, queriendo abrazarlo y frenar el relato al sentir que estaba siendo injusto por obligarlo hablar, pero él también necesitaba entender, quería creer que todo lo que había dejado atrás -sus estudios, su hogar, su vida- fue por una causa justa, y sólo Yoongi podía darle esas respuestas.

—Ahí fue cuando descubrí quién era Dywen realmente— prosiguió el pelinegro al ver que Jimin no diría nada —Traficaba personas, les inyectaba heroína para sedarlas y evitar escándalos cuando las estaban transportando. Esa gente jamás volvía a ver a su familia, morían dos o tres años después por sobreexplotación de quizás que cosa. La niña de 16 años tenía síndrome de Down, y tuvo la mala suerte de ver como secuestraban a una muchacha, vio la patente de auto, e incluso fue capaz de memorizar los rostros, por eso es que Dywen la quería muerta. Y cuando me negué a hacer ese trabajo, fue cuando comenzaron los problemas. El día de la pelea yo había "renunciado"— hizo comillas con sus dedos para enfatizar la palabra, pues recibía un sueldo, pero eso era de todo menos un trabajo formal —Dywen envió a sus hombres para llevarme de vuelta a su cuartel, yo significaba un peligro para él, porque si abría la boca, su mafia caería. Hoseok me encontró prácticamente arrinconado por los sujetos, y con un tubo que no tengo idea de dónde sacó, se las arregló para defenderme. Mucho tiempo estuvimos ocultos, él no tenía dónde vivir, y yo no tenía nada más que todo lo que había ganado trabajando para Dywen, entonces comenzamos a invertirlo, entramos al negocio de la droga y nos quedamos un tiempo, siempre desde abajo, hasta que poco a poco fuimos subiendo y logramos independencia.

—Entonces...¿Dywen fue como una especie de maestro para usted?— preguntó Jimin con cautela, recordando las palabras de ese hombre. Yoongi asintió, con sus labios juntos, formando una fina línea que demostraba lo arrepentido que estaba de todo lo que sucedió.

—Él me enseño a disparar, a defenderme, me obligó a tomar un curso de contabilidad, que en ese entonces no creí que me sería de utilidad pero ahora es lo que más me ha ayudado— vio el rostro triste de su menor, y supo que tal vez debía cerrar la boca, pero la chispa de curiosidad seguía presente en sus ojos —Él me enseño la mayoría de las cosas que sé, las otras las aprendí a golpes. Incluso...fue quien me dio mi primera pistola— apuntó con su rostro el arma que descansaba en el velador, dando a entender que esa pistola lo acompañaba desde hace mucho tiempo.

Jimin cerró los ojos y apretó suavemente la mano de Yoongi, el sujeto que lo torturó durante meses fue maestro de la persona que ahora amaba con todo su corazón. Se sentía impotente, porque de una u otra forma, Dywen siempre estaría presente, jamás podría librarse de él, su sombra lo perseguiría incluso a través de Yoongi. —¿Y que hay de los apodos?— preguntó en susurros, sin abrir sus ojos pero sintiendo él cuerpo de su mayor moverse sobre la cama para estar cerca de él. Un brazo lo rodeó por la cintura, haciendo que un escalofrío recorriera su espina dorsal, percibió el olor del pelinegro en sus fosas nasales y simplemente se dejó llevar. Estaba seguro, a salvo, lo que sea que su mayor haga, él estaría bien.

—Dywen solía obligar a sus hombres a colocarse apodos— le dijo mientras los recostaba a ambos en la cama y envolvía su cuerpo con los brazos —Su verdadero nombre es Kang Minsoo— al oír eso, Jimin abrió sus ojos y observó los de Yoongi, eran tan diferentes entre ellos, toda su vida viendo balas ir y venir, sangre derramada sin piedad, ajustes de cuentas, muertes violentas y pérdida de seres queridos, quizás por eso es que los ojos de su mayor tenían ese hermoso negro azabache, el color de las sombras, de la noche, el color de la muerte.

—¿Min Yoongi es su nombre de pila, hyung?— preguntó, llevando su mano hasta la mejilla del mayor, rogando a todos los dioses que conocía para oír la respuesta que esperaba.

—Sí, pequeño. Pero cuando trabajé para Dywen, él me dio el apodo de "Snow"— Jimin emitió una pequeña risita, buscando los labios de Yoongi para besarlo, deseando que el sentimiento de calidez que sentía cada vez que hacía eso nunca se fuera de su pecho.

—¿Nieve?— preguntó con una pequeña y triste sonrisa, recordando que Snow era Nieve en inglés.

—Sí, nieve, siempre me dijo que ese mote era por el color de mi piel— le respondió, con sus delgados labios brillantes por la saliva que había quedado sobre ellos. —Por un tiempo también pensé en que mi gente usara apodos, Nam era muy bueno en eso. Pero sería triste...convivir con alguien y no saber su verdadero nombre, estarías hablando con una máscara— se encogió de hombros, restándole importancia, porque ya era pasado, y el pasado debería quedarse ahí.

—¿Jojen también es un apodo?— Yoongi asintió —¿Y cuál es su nombre real?

—No lo sé, nunca me lo dijeron, yo solo conocía el de Dywen. Eran demasiado reservados para ese tipo de cosas.

Jimin solo se limitó a recibir la información, procesarla y luego desecharla, únicamente le servía para entender como comenzó todo, pero si quería recuperar su vida y lo que alguna vez fue, necesitaba tener mala memoria. Tomó la mano de Yoongi y la levantó en el aire para dejar al descubierto el pecho del mayor, se acercó lo más que pudo, y bajo la curiosa mirada del pelinegro ocultó su rostro en la curvatura de cuello y hombro, abrazándolo íntimamente, diciéndole en silencio que todo volvería a ser como antes. Que era una promesa que pensaba cumplir aunque le llevara años. El brazo del mayor bajó, estrechándolo contra su cuerpo y respirando el dulce olor que hemanaba de su cuerpo. —Tengo que hacerme examenes, hyung— susurró en medio de la habitación, sintiendo como el calor se apoderaba de sus mejillas. Ya era hora de cambiar de tema, no quería saber nada más de apodos ni esas cosas.

—Lo sé— un tierno beso fue a parar a su cuello, provocándole escalofríos —A penas salí de la reunión que tuvimos con Robert y Yangyang, pasé por enfermería para consultar la disponibilidad de los exámenes que necesitas— se quedó un momento en silencio, Jimin sabía que su mayor estaba juntando fuerzas para decir lo demás —Puedes hacertelos todos, solo tienen que conseguir el que identifica la clamidia.

Jimin dejó escapar una silenciosa lágrima ¿Qué haría si tenía VIH? ¿Cómo lo hablaría con su mayor? ¿Su relación seguiría siendo la misma? —Tengo miedo...— le confesó con un nudo en la garganta, arrugando la remera de Yoongi con sus puños, sin ser capaz de miralo a los ojos debido a la vergüenza que sentía.

—Estarás bien...— un débil susurro, pero lo suficientemente fuerte para el corazón de Jimin —No te dejaré solo, si algo tienes, buscaremos la forma de tratarlo y enfrentarlo juntos.

—¿Sea lo que sea?

—Sea lo que sea, Jimin.

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