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02

Llegó a la puerta de su casa, sacó sus llaves, las introdujo en la ranura y entró. Se apoyó contra la puerta y soltó un bufido de diversión. Su respiración estaba agitada y la casa en penumbra total, buscó a tientas el interruptor y cuando lo encontró lo presionó y su pequeño pero acogedor hogar se iluminó. Fijó su vista en el sillón y ahí estaba Chimmy, su gato azul ruso y compañero de vida por más de cinco años, gozaba de una plácida siesta estirado a lo largo del sillón y gordo como una bola. La suerte de algunos.

—Buenas noches, Chimmy, no tienes idea de lo que me ocurrió.

Al oír su voz, el gato lo miró por unos segundos con esos penetrantes ojos color amarillos, luego se lamió el hocico y siguió durmiendo, dando a entender que le importaba bien poco lo que había dicho Jimin. Ante el desprecio de su gato, simplemente rodó los ojos y sonrió, definitivamente no esperaba alguna otra reacción.

Su estómago rugió en protesta de hambre y Jimin supo que tenía que comer algo, se adelantó a la cocina y de la nevera sacó un plato de comida saludable que le habia sobrado del día anterior, se lo llevó a la mesa junto a los condimentos que necesitaba para que su ensalada de verduras tomara un sabor aceptable y comestible. Aunque aquello no fuera totalmente de su agrado sabía que tenía que comerlo para cuidar su salud.

Mientras masticaba y tragaba su comida poco apetitosa, sus inquietos pensamientos giraron en torno a la persona que anteriormente se presentó como "Yoongi", el hermoso chico de rostro pálido, ojos con rasgos gatunos y negros como la noche, pero sobre todo, pensó en la extraña forma que tenía aquel misterioso individuo de llamarlo. Nunca nadie se había referido hacia él con aquellas palabras, le habían dicho que era lindo, en infinitas ocasiones, pero únicamente chicas, y de eso hace ya bastante tiempo -mucho tiempo en realidad-, más o menos cuando estaba en su último año de preparatoria, porque cuando entró a la universidad, no hablaba con nadie, siempre estaba solo en los recesos, con sus auriculares o sus textos de estudios, pero nunca en compañía de alguien.

Creyó que su último año sería un poco mejor, pero era igual de triste que el resto. Soltó un suspiro y de pronto ya no tenía hambre, miró su plato con lástima, aún le quedaba la mitad, no valía la pena conservarla así que se levantó y la echó al tacho de la basura, dejó su plato en el lavavajillas y se fue a su pieza, dejando la puerta abierta para que Chimmy lo siguiera cuando tuviera la suficiente energía para levantarse del sillón y llegar hasta su cama.

Se sacó los zapatos y se tiró boca arriba en su suave litera, cerró los ojos para que su mente descansara un poco de la locura que tuvo que vivir aquel día y se despejara de todos los problemas que consumían su energía poco a poco. Cuando sentía que finalmente estaba cayendo dormido, una diminuta pero notoria vibración proveniente de su celular hizo que el cuerpo de Jimin diera un pequeño brinco y volviera al mundo consciente. Mientras buscaba su aparato electrónico a tientas, Jimin maldecía internamente a quien sea que le haya escrito por haber hecho que el sueño se esfumara de su mente.

Número desconocido

Hola, bonito ¿llegaste bien?

¿Yoongi?

Él mismo, dulzura.

Jimin se quedó sin palabras, ¿cómo mierda consiguió su número? No tenía ni la más remota idea, y a esas alturas de la noche tampoco tenía cerebro como para pensar.

Otro mensaje apareció en la pantalla.

Mañana te esperaré en casa.
No me dejes con llave o entraré por la ventana :)

¿Qué? No, digo, ¿cómo que me
vas a esperar en casa?, es mi casa,
o sea no, o sea sí, es mi casa,
no puedes entrar sin mi permiso.
Ni siquiera sabes donde vivo.

Por eso mismo te estoy avisando.
Eres muy tierno. No te preocupes por la ubicación, ya la encontraré.

...

No obtuvo respuesta.

Jimin aún no daba crédito a lo que leía, Yoongi lo esperaría en casa, si bien le salvó la vida, apenas lo conocía, no sabía en qué tipos de problemas podría meterlo ese sujeto, porque literalmente secuestraba personas, ¿qué pasaba cuando esas personas pertenecían a mafias? ¿O si eran parte del gobierno o de algún grupo poderoso? De ser así, cualquier ser humano que tenga contacto con Yoongi -por mínimo que sea- estaría en serios problemas, tanto legales como éticos.

Jimin se dio vuelta en su lecho y se durmió totalmente inquieto, con la misma ropa con la que había llegado concilió el sueño y fue con esa misma ropa con la cual se despertó a la mañana siguiente producto de la alarma que tenía para ir a la universidad.

Al entrar a su pequeña casa, vio que las luces del living y de la cocina estaban encendidas, incluyendo su televisor que yacía colgado en la pared mirando hacia el sillón grande que adornaba la sala de estar, en el cual se encontraba Yoongi, sentado con una pierna cruzadas sobre la otra y una copa de vino en la mano derecha. Muy cómodo.

Un momento ¿de dónde sacó el vino? él no albergaba alcohol en su casa.

El pelinegro esbozó una sonrisa apenas lo vio ingresar—. Hola, cariño, bonita sorpresa ¿No? —Yoongi dejó su copa en la mesita de centro y se levantó del sillón en dirección a Jimin, cuando estuvo a menos de un pasos le besó la frente con toda la confianza del mundo y le quitó su pesada mochila que la noche anterior había dejado en el auto para no venirse con su peso al hombro, la colgó en el perchero que se encontraba al lado de la puerta de entrada y volvió a su lugar inicial, nuevamente con la copa de vino en su mano.

Jimin tenía ganas de reír, todo resultaba muy cómico, pero su cerebro no lograba formular una risa, ni mucho menos articular alguna frase coherente, lo único que pudo hacer fue ir a sentarse al lado de Yoongi—. ¿Planea irse alguna vez?

El pelinegro lo miró—. Oh, claro que sí, Hoseok pasará a recogerme cuando lo llame, aunque lo más probable es que me tengas aquí muy seguido —le guiñó un ojo y se bebió el resto de vino que le quedaba en la copa—. Solo si quieres, por supuesto —una pausa, luego volvió a hablar—. ¿Tienes deberes de la universidad?

Jimin se relajó y se permitió desparramarse en el sillón, pese a que su acompañante era una persona que secuestraba a sus pares, sabía mantener una conversación común y corriente, como la de dos amigos que no se veían hace mucho tiempo—. Mañana tengo examen —dijo con un poco de asco, aunque lo cierto era que no le preocupaba.

Yoongi frunció el ceño—. ¿Qué estudias?

Jimin apagó la tele y se dirigió a su mesa, no le vendría nada mal repasar un poco sobre biología avanzada—. Estudio para ser biólogo marino, es mi último año. Para las prácticas pediré un traslado a Busan, allá está la fauna acuática más increíble del mundo.

—Pues...será un gusto escucharte balbucear sobre cosas que yo no entiendo, así que adelante, pareces un chico listo, eres uno de ellos ¿verdad?

Jimin, quien ya estaba instalado con todos sus cuadernos y libros sobre la mesa, además de sus lápices, soltó una leve carcajada, la última vez que había escuchado esa frase fue hoy en la tarde, pero no había sonado tan amable como la pronunció Yoongi.

—Ven aquí, ignorante, te mostraré un poco de lo que hay en nuestro mar.

Yoongi sonrió emocionado y de un salto ya se encontraba al lado de Jimin, sentado muy junto a él y respirando los restos aromáticos del perfume que usaba ese pequeño rubio, aquel olor un poco dulzón lo distinguiría a cien leguas de distancia, y mezclado con un poco del sudor de Jimin, lo volvía altamente adictivo para el cerebro de Yoongi.

—¿Jo malone orange blossom?

Jimin lo miró sorprendido y un poco atónito, ese era el nombre del perfume que siempre usaba—. ¿Cómo lo sabe? ¿Entró a mi habitación sin mi permiso?

Yoongi negó con una sonrisa—. Aún no, bonito, pero pronto lo haré y será para follar contigo.

Jimin se puso rojo de la vergüenza—. ¡Hey!

«Estoy a punto de colgarte por pervertido»

Lo único que pudo hacer el mencionado al ver la cara totalmente roja de Jimin fue estallar en risas hasta quedarse sin aliento—. Está bien, está bien, lo siento, moderaré mis palabras —carraspeó suavemente—. Muy bien, ahora sí, tienes toda mi atención.

Jimin quitó las manos de su rostro y se acomodó el pelo hacia atrás, acción que con el paso de los años se volvió una costumbre. Y sin darse cuenta, una pequeña sonrisa floreció en sus labios, realmente extrañaba vivir momentos como aquellos.

Extrañaba sentir lo que era la felicidad.

Habían ya transcurrido más de dos horas, en donde Jimin le explicaba a Yoongi todo lo que había aprendido en sus clases, primero con palabras avanzadas, tal como su maestro les había enseñado, pero al ver la cara de confusión del pobre pelinegro, le explicaba con peras y manzanas, y solo así le lograba entender. Jimin tuvo que admitir que aquella práctica, la de explicarle a alguien la materia aprendida, le sirvió de mucho, porque logró recordar la información con mayor facilidad y no dudaba tanto de sus respuestas. Sólo así supo que aplicaría aquel método más adelante, porque era altamente efectivo.

—Ya son más de las 12:00 a.m , mi guardia comienza a las 12:30, llamaré a Hoseok para que pase por mí —se paró de la mesa y salió al patio delantero. Mientras esperaba al pelinegro, Jimin se dedicó a cerrar libros y cuadernos, guardar lápices y gomas, todo en su morral, listo para el día siguiente.


Se paró y fue a la cocina, no había comido nada desde que llegaron y su estómago ya le estaba pidiendo comida, sacó lo que quedaba de unas papitas y se fue a sentar al sillón, encendió la televisión y al rato apareció el chico pálido.

—¿Guardia de qué? —preguntó.

El mencionado esbozó una sonrisa un tanto nerviosa—. No debo decirte, podría meterte en graves problemas. Tenemos demasiados enemigos, incluso tengo un espía que me pisa los talones, debo eliminarlo lo antes posible o todo empeorará.

—O sea...¿que ahora nos vigilan? —volvió a preguntar Jimin mientras se llevaba un puñado de papitas a la boca, deleitándose con su sabor salado.

Yoongi asintió—. Algo así, pero no tengas miedo, mientras no sepas nada, no te pasará nada, a quien quieren es a mí —el pelinegro lo miró, y aún con aquellas revelaciones sobre una posible muerte, estaba sonriendo.

«Su sonrisa es bonita...»


Dos golpes en la puerta y la hora de partir de su acompañante había llegado, Yoongi besó la frente de Jimin, sacó unas cuantas papitas de la bolsa y abrió, era Hoseok. Se giró hacia Jimin, le guiñó un ojo y salió, cerrando tras de si.

«¿En que estás metido, Yoongi?» fue el pensamiento que estuvo rondando en su inquieta mente mientras se comía las últimas papitas que quedaban, arrugó la bolsa vacía y la metió entre los cojines, mañana la recogería. Apagó la tele, hizo sus necesidades, se lavó los dientes, se puso pijama y se metió bajo las mantas de su cama. Antes de que el sueño lo dominara, volvió a pensar lo mismo «¿En qué estas metido?» La oscuridad que lo envolvió producto del cansancio era negra y pesada, tal como lo eran las cosas que se avecinaban.

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