Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

𝐦𝐚𝐦𝐢;; 𝟑

Lamento si hay un error, lo adapte apurada T•T

—U-Ugh, Roseanne. M-Más rápido. Mierda, sí.

Los sonoros gemidos de Jennie hacían eco en todo el cuarto de baño. Con fuerza movía sus dedos sobre su clítoris, metiendo dos de estos en su interior, sintiendo los espamos que esto provocaba, dejándose llevar, sentada dentro del agua tibia de la bañera medio llena.

La imagen de su profesora penetrándola contra su escritorio mientras ella se encontraba boca abajo invadía toda su mente. Se imaginaba las fuertes y duras estocadas, el cuerpo de la mayor sudar contra el suyo, los graves y roncos gemidos de la profesora contra su nuca, siendo esta besada por sus húmedos labios y de vez en cuando dejando leves mordidas. El sonido de las pieles chocar formando un sonido de lo más suciamente placentero. Arriba, abajo. Arriba, abajo.

Pronto pudo sentir un hormigueo apoderarse de su centro, haciendo así sus movimientos más rápidos.

—¡O-Oh! —jadeó finalizando y entrando al orgasmo.

Aún no podía creérselo. Había tenido la experiencia más erótica de su vida con su profesora y ahora se había masturbado pensando en ella... Algo muy normal de todos sus días. Sí.

—La mejor corrida de toda mi puta vida... —susurró para luego reírse y regular su respiración.

Agradecía que fuera martes y que su hermana trabajara hasta las nueve y media de la noche esos días.

Miércoles, 7:00 de la mañana. La chica se encontraba gruñendo ante la insistente alarma que le gritaba que se levantara. Pero todo rastro de molestia se esfumó al sonreír recordando la primera hora de docencia que le tocaba: Literatura Clásica. Aquello bastó para que se levantara de un salto y se plantara delante del armario en busca de su mejor atuendo. No es que tuviera demasiada ropa, pero algo podría hacer. Tampoco es que tuviera la ropa más sensual que pudieras imaginar, la de la ropa provocativa era Nayeon. Siempre con unas faldas ajustadas y camisas que dejaran ver sus clavículas. Cómo no, si la condenada tenía un cuerpo de infarto. Jennie ahora mismo la envidiaba. Jisoo tampoco se quedaba atrás. La mayor siempre iba con sus pantalones negros y ajustados acompañados de camisetas (en su mayoría de colores neutros) sueltas. Jennie suspiró. ¿Acaso era ella la que más soso se vestía de las tres?

Siguió rebuscando entre las perchas y cajones llegando a tal punto de desesperarse. Nada. No encontraba absolutamente nada.

—Nini, es hora de levantar... ¿Estás despierta? ¿Tú?

Naeun, hermana mayor de Jennie, entró a la habitación como todas las mañanas hacía para despertar a su pequeña hermanita, cosa que siempre tomaba una eternidad porque la menor era de sueño pesado. Se sorprendió bastante al verla ya en pié y completamente espabilada. En cambio a Jennie se le iluminó el rostro. Naeun sería su salvación.

—Unnie, necesito que me ayudes —pronunció con un puchero.

—Levantado, pidiéndome favores mientras me llamas unnie... Tú no eres mi hermanita. ¿¡Dónde has escondido a Nini, impostora!? —acusó señalándola con el dedo.

—Hablo en serio, Nae —habló rodando los ojos.

—Ahí está la Nini de siempre. Bueno. Cuéntame en qué puedo ayudarte —mientras hablaba, se sentó en la cama.

—Necesito que me ayudes a vestirme. Ya sabes, así como tú, elegante, provocativa. Que me prestes ropa. Ya sé que no eres de lo más alta, pero...

—¡Yah! ¡Me llevas solo unos centímetros! Maldita mocosa —Naeun se levantó para golpear el hombro de su hermana. Las dos rieron—. ¡Llevo esperando esto años! Ya era hora de que sentaras cabeza y dejaras esos pantalones anchos de hippie que siempre me llevas. Te voy a dejar increíble. Tanto, que todos van a babear por ti.

Naeun tan solo era tres años mayor que Jennie. Con 21 años asistía a la Universidad y trabajaba por las tardes en una tienda de ropa, por lo que gracias a ello siempre sabía qué estaba a la moda y qué gustaba más en cuanto a estilo se trataba. Las dos siempre habían sido muy unidas. Desde pequeñas haciendo travesuras juntas hasta mayores. Jennie nunca lo reconocía en palabras, pero amaba a su hermana más que a su vida. Y ni hablemos de Naeun, quien tenía a la menor como su todo. El perder a sus padres a corta edad fue algo que les acercó aún más.

—¡Listo! Ahora sí que pareces mi hermana. ¡Pero mira esas largas piernas! Y esa cintura tan delgada, wah...

—¡Ya, Nae! Me avergüenzas... ¡Se me hace tarde para ir al instituto! Te veo en la hora de la comida —Jennie salió de la habitación de su hermana, cogiendo su mochila para dirigirse a la salida, ignorando los llamados de la mayor.

—¡Pero dijiste que me ibas a contar por qué este cambio repentino, Jenni-! —la puerta fue azotada. Un suspiro salió de los labios la mayor—. Este niña...

Jennie se encontraba bastante nerviosa caminando hacia el instituto. Y no solo porque vería a la profesora Park después de aquel encuentro, sino también porque sería bombardeado a preguntas por Nayeon y Jisoo por su nuevo aspecto. ¿Qué iba a responder? ¿Me vestí así porque ayer casi fui jodida por la profesora Park y hoy sí que quiero serlo? Eso no era una muy buena opción. Faltaban quince minutos para que la campana tocase y ella ya se encontraba en la puerta del centro. Seguramente Park estaría ya en el aula preparando la pizarra como siempre hacía. La hija de puta siempre era así de puntual, y si llegabas dos minutos tarde, suplica para que esté de buen y no te coloque una amonestación. Cosa que casi nunca ocurría.

Se adentró al edificio sin ser vista por alguno de los conserjes (ya que sino sería echada al haber entrado antes de la hora) y se dispuso a ir a su clase. Mas justo en la pequeña esquina que daba finalmente al aula, por las escaleras bajó Nayeon con una pequeña bolsa en manos. Jennie se escondió y frunció el ceño. ¿Qué mierda hacía Nayeon ahí? ¿Qué era lo que tenía en la bolsa tan bien decorada? Y muchas más dudas llegaron cuando vio que la coneja se dirigía a la clase también. Cuando Im al fin había entrado, con sumo cuidado se dirigió a la puerta y agradeció en voz baja que las puertas tuvieran una pequeña ventanita que dejaran ver el interior de las aulas. Pudo observar a Im y a Park hablando. Roseanne estaba sonriendo. Nayeon sonrojada. ¡Nayeon sonrojado! Pero... ¿Roseanne sonriendo? Eso se pasaba de lo inusual y extraño. Park nunca sonreía durante las clases. Jennie se sintió altamente traicionada. ¿De qué cojones hablaban para estar en esa situación?

De pronto la rubia abrió la bolsa que Nayeon había traído y soltó tal exclamación que hasta Jennie pudo escucharla. Con notable felicidad se levantó de la silla en la que se encontraba desde el principio y abrazó a Im. Incluso dejó un pequeño beso sobre la cabeza de la menor. ¡Un beso! La castaña estaba que la barbilla le tocaba el suelo. Quiso abrir la puerta e interrumpir toda la escenita, pero alguien que se encontraba detrás de ella hizo que se espantara.

—Esa hija de puta se me ha adelantado... Sin ofender a tía Im —susurró Jisoo, quien se encontraba detrás de Jennie observando todo.

—¿Soo? ¿Desde cuándo estás aquí? —formuló la castaña.

—¿Treinta segundos? ¿Y qué te ha pasado? Estás que ardes. ¿Unnie te ha vuelto a usar como maniquí? —Jisoo miró de pies a cabeza a Jennie, soltando un silbido.

—Ajá. Justamente eso. ¿Con qué te referías a que Nayeon se te había adelantado?

—Hoy es el cumpleaños de la profesora Park. Nayeon y yo decidimos hacerle un regalo a ver si nos deleitaba con alguna muestra de afecto. Creía que viniendo antes yo se lo daría primero, pero tal parece que ella también lo pensó. Esa maldita coneja de jardín ha conseguido un beso y todo. Tsk —chasqueó la lengua. La indignación era notoria en la voz de Jisoo—. ¿Será que a Park le gustan los culos grandes? Debo hacer más glúteos. ¿Tú que crees, Nini? —cuando la pelinegra quiso girarse y recibir una respuesta, Jennie ya se había marchado.

El timbre había pitado hacía diez minutos y ella se encontraba encerrada en un cubículo de los baños de la planta de arriba. Molesta. Ella se había esforzado tanto en buscar un buen atuendo y Park se encontraba besuqueando a Im. Que bueno, besuquear tampoco, pero se entiende. ¡Y todo eso del regalo! Ni siquiera sabía que era el cumpleaños de Roseanne. Jisoo y Nayeon lo sabían y no le dijeron nada. Se sentía excluida, traicionada. Podría parecer excesivo, pero los celos estaban ahí. Que no sabía por qué estaba celosa, pero lo estaba. Tampoco es como si Roseanne le perteneciera. Pero, maldita sea. Era frustrante.

Para pasar el rato se puso sus auriculares y comenzó a leer algún libro, esperando así que los minutos pasaran lo más rápido posible en las siguientes dos horas. Además de rezar para que nadie intentara entrar a ese cubículo.

—¿Por qué te has saltado las dos primeras clases? —preguntó Jisoo, sentada en una mesa de la cantina.

Jennie se la había encontrado al salir de los baños cuando tocó el timbre que daba inicio al recreo.

—No me encontraba bien. Naeun había hecho uno de sus batidos verdes raros y me obligó a beberlo para desayunar. Un asco —respondió sin ganas. Jisoo fingió unas arcadas.

—¡Nini! Uh, ¡te ves increíble! ¿Cosa repentina de Naeun Unnie? —Nayeon llegó corriendo con una bandeja y su desayuno en manos. Jisoo tan solo asintió.

—You, bitch. Fuera de aquí —escupió Soo, Nayeon sacó su lengua.

—No te hagas la ardida. No me culpes por ser más lista que tú y haber conseguido un beso de Park. No sabéis, sus labios y aroma son tan suaves —Nayeon, con aires de adolescente enamorada, suspiró tocándose el pecho.

—Si supieras en realidad lo rud- —Jennie calló al darse cuenta de lo que iba a decir. De ninguna forma podían enterarse de lo sucedido.

—Deja de murmurar cosas. Sabes que nos das miedo cuando haces eso —se quejó la pelinegra—. Me toca biología y no he hecho la presentación ja,ja, matenme. Nos vemos luego, babay.

—¿Vas con Lalisa? —preguntó la mayor elevando sus cejas. Jennie acoró un "uuuh".

—¿Con quién más? La profesora nos puso juntas. Ahora deberé soportar escucharla hablar de Minnie. Oh, por qué, mundo cruel. ¿No piensas acaso en mis senti-?

—Soo. No tenemos todo el día —el pequeño drama que Jisoo estaba montando fue detenido por Lalisa, que ahora se encontraba detrás de ella.

—¡Lili! ¡Dichosos mis ojos al verte! Vámonos —la pelinegra cogió de la manga a la de flequillo y la sacó de allí, rezando para que sus amigas no dijeran nada vergonzoso. Aunque bueno, eran Nayeon y Jennie No podía esperar mucho.

—¡Lisa-ah, nos la traes virgen y coleando! —gritó Jennie. Nayeon rió. Jisoo se limitó a girarse y sacarles el dedo medio.

—Por cierto, casi se me olvida, Nini. La profesora Park me dijo al terminar su clase que estás castigada por haberte saltado su asignatura y asistir a las siguientes. Estás jodida —informó Nayeon mientras reía y le daba leves golpes en la espalda.

Las dos se dirigían a clase de Economía, la última del día al fin. Jennie frunció el ceño. ¿Cómo cojones Park se había enterado de que había asistido a las demás asignaturas? Su clase fue la primera del día, ni como que lo haya visto después y haya avisado en ese momento... ¿Un brujo, quizás? Aunque toda la confusión no pudo contra la sonrisa que se formó en sus labios. Castigo. Quizás Roseanne también se merecía un buen castigo. Ahora tan solo estaba segura de que la clase de economía se pasaría más lenta que nunca.

Efectivamente, la clase se le había hecho más larga que de costumbre. Finalmente se encontraba caminando hacia el aula de castigos. Experimentaba hormigueos en las piernas debido a los nervios mezclados con la excitación. Con tan solo pensar que estaba a pocos minutos de poder perder la virginidad ya sentía que se iba a morir ahí mismo.

Cuando llegó a la puerta del aula (esta no tenía la ventanita para observar, y menos mal) con sumo cuidado de no hacer ningún ruido entró a la habitación. Entonces, pudo observar al profesora Park de espaldas organizando papeles de quién sabe qué. Incluso desde ya podía sentir la adrenalina subir por todo su cuerpo y recorrerle todas las venas y arterias. Se mordió el labio al ver los redondos y entrenados glúteos de la mayor. Dentro de poco estaría masajeándolos, de eso estaba segura. Comenzó a caminar de la forma más delicada posible, así ocasionando el mínimo ruido. Una vez que estuvo lo suficientemente cerca de la mayor enredó los brazos alrededor de su cintura. Pudo sentir el cuerpo de Roseanne tensándose.

—Buenas tardes... Lamento no haber venido a su clase... Vengo a recibir mi castigo —murmuró en el oído de la mayor, besando el lóbulo de su oreja.

Jennie agradeció que Roseanne fuera unos pocos centímetros más alta que ella. Si antes se burlaba de ello, ahora le encantaba. Estaba dispuesta a morder aquel carnoso lóbulo, pero Park, que se había soltado de su agarre de manera brusca, se lo impidió.

—¿Qué cree que hace, Kim? —preguntó Roseanne con el ceño fruncido—. Será mejor que se siente y se abstenga a cumplir su casti-

Las palabras de la rubia se vieron interrumpidas por los labios de Jennie. La menor no pudo soportar el ver los labios de la profesora moverse de aquella manera y no probarlos de nuevo. Aunque Roseanne al principio se negó a seguir aquel juego, después de unos segundos ambas bocas se encontraban en una lucha de lenguas, las cuales peleaban por hacer más cercano y placentero el encuentro. Jennie acercó su mano derecha al miembro de Roseanne y comenzó a masajearlo por encima de la tela del pantalón. Este último, en un brinco, terminó el beso.

—No, Kim. Esto está muy mal. Va en contra del protocolo. Lo de ayer fue tan solo para darle una lección.

Roseanne tenía los labios rojos e hinchados, además de la respiración bastante agitada. Su pecho bajaba y subía de forma rápida. Lección. Lección y una mierda. Jennie no estaba dispuesta a aceptarlo. Si Park había comenzado algo, debía terminarlo. ¿Quiere decir que a Nayeon también quería darle una lección? ¿A cuántas alumnas más les había hecho aquello entonces? Incluso si se trataba tan solo de una lección, el cuerpo de la mayor parecía querer llegar a más, Jennie se daba cuenta de ello.

—Venga ya, Roseanne. Tú también quieres terminar esto. ¿O me vas a negar que lo de deseas tanto como yo? —dijo acercándose de nuevo al cuerpo contrario, besando el cuello de esta.

—¿Y tú me vas a negar que estabas celosa esta mañana y por eso no asististe a mi clase, Jennie?

Los labios de la castaña, los cuales se encontraban succionando el cuello de Roseanne, se quedaron estáticos al igual que su cuerpo entero. El calor y la sangre comenzaron a subir a su rostro y orejas.

—N-No sé d-de qué hablas... —balbuceó entrecortadamente.

—Lo sabes muy bien, Kim. Te vi por el cristal. La piel de Im era muy suave... Y debo admitir que tiene unos labios de lo más apetecibles. Carnosos, rosados, suaves...

Jennie abrió los ojos en grande, esta vez ardiendo en ira. Roseanne era una maldita con todas las letras y en mayúsculas. Y encima hacía brillar sus dientes en una sonrisa ladina de lo más cínica, pero, joder. Aquella sonrisa era capaz de poner a la castaña a jadear en ese mismo momento, aunque no pensaba rebajarse. Si a Roseanne le gustaban tanto los labios de Nayeon, podía ir y comérselos cuánto quisiera. Total, hay más mujeres ardientes con las que perder la virginidad en este mundo, ¿no?

—Eres una imbécil, Park Roseanne —escupió con desprecio, a punto de darse media vuelta.

—Déjame terminar, Kim Jennie —pidió la rubia, tomando el brazo de la menor—. Im puede tener los labios más bonitos de toda Corea, pero, ¿adivina qué labios son los que de verdad quiero ahora mismo?

La castaña no supo cuándo ni cómo, pero ya estaba siendo acorralada contra la pared por el cuerpo de Roseanne con ambas bocas unidas de nuevo. Por los labios de Jennie se escapaban varios jadeos y suspiros que eran acallados por los de la mayor. Las manos de la rubia comenzaron a bajar por toda la cintura de la menor hasta llegar a sus caderas, tomándolas fuertemente para acercar aún más sus cuerpos, rozando sus pelvis. La castaña aprovechó para dirigir sus manos a los glúteos de la mayor y masajearlos, sacándole a esta así una sonrisa.

—¿Te gustan? —susurró Roseanne en sus labios. Asintió.

Park pasó sus brazos por los muslos de Jennie, obligándola a enrollar sus piernas en su cintura. Una fiesta de hormonas era lo que había en el cuerpo de la menor ahora mismo. Podía sentir todo su cuerpo temblar y erizarse con el mínimo toque. Su vagina ya estaba que agonizaba por atención.

El sonido de carpetas y lapiceros cayéndose se hizo presente. Cuando Jennie quiso darse cuenta, ya se encontraba boca abajo encima del escritorio a la vez que sus muñecas eran cruzadas y sujetadas por una mano de la rubia con fuerza. Su estómago pegó un salto.

—¿Q-Qué haces? —preguntó la castaña con voz temblorosa. Sabía perfectamente qué hacía, pero la situación la volvía imbécil. Pobre.

—¿No querías que mami te castigara? —susurró Roseanne mientras se desataba la corbata de una manera de lo más... excitante a los ojos de Jennie—. Pues eso haré, bebé.

Una vez la mayor había soltado la corbata al completo se dió la tarea de comenzar a atar las muñecas de la menor a la vez que chocaba de forma suave su pelvis contra el culo de este, mientras a Jennie se le escapaban leves jadeos. Sentía su centro más que húmedo, pidiendo atención a gritos.

—P-Park... —gimió Jennie al sentir las manos recorrer toda su espalda por debajo de su camiseta.

—Shhh... —Roseanne susurró en su oído después dejando un beso donde su aliento cálido había golpeado. La castaña soltó otro jadeo.

La rubia se dispuso a desabrochar el botón de la pequeña falda de Jennie para después dejarla caer, así pudiendo deleitarse con la humedad de su centro. Con manos lentas comenzó a acariciar su cintura ganándose así varios suspiros por parte de la castaña. Metió su mano izquierda dentro de las bragas por fin, posicionando sus dedos sobre su clítoris y acaricialo de forma suave.

—¡A-Ah! ¡R-Roseanne! —chilló Jennie mientras arqueaba la espalda. El placer había brotado a flor de piel. Una pequeña risa salió de los labios de la contrario.

—Dime, ¿te gusta? ¿Más rápido? —a medida que hablaba aumentaba la velocidad de sus movimientos.

—¡Ngh, mierda, sí! —casi gritó mientras se mordía el labio inferior.

—Oh no, nada de palabrotas, ¿qué son esos modales, bebé? —con la palma de la otra mano golpeó la nalga derecha de la menor, sacándole así un chillido.

—¡D-Dios! Park, n-necesito más.

Roseanne sonrió ante la petición de la menor, ¿quién iba a decir que la pequeña alumna Kim, la cual siempre se veía de lo más adorable completamente distraída en clase iba a resultar tan... así?, paró y con sus brazos giró el cuerpo de la menor para sentarla derecho. Pudo observar como Jennie tenía el rostro sonrojado y la frente cubierta por una fina capa de sudor, además de que una fina línea de saliva bajaba de sus labios hasta más abajo de su barbilla, y vaya que el miembro de Roseanne estaba feliz con aquella vista. Los pantalones ya comenzaban a ser una molestia para la rubia, pero no se los iba a quitar, había que estar prevenida, por lo que tan solo desabrochó el botón de estos y bajó al completo su bragueta para poder sacar su miembro completamente erecto. La castaña abrió los ojos en grande al ver el gran pedazo de carne salir de aquella forma y tragó saliva de forma gruesa.

—¿Qué? ¿Te gusta lo que ves, linda? —preguntó de manera burlona a la vez que se acercaba al cuerpo contrario.

Jennie pudo sentir el calor del cuerpo de la profesora sobre el suyo a pesar de contar con sus prendas. Se echó para atrás, apoyándose en sus muñecas aún atadas cuando sintió la lengua de la mayor recorrer todo su cuello y sus dientes enterrarse en su piel, y joder que se sentía endemoniadamente bien. El aroma femenino pero a la vez mezclado con el suave olor a vainilla de Roseanne más sus fuertes manos en sus caderas rozando ambas intimidades podrían volverla loca.

—Mami, ya, por favor, no aguanto.

—¿No aguantas qué?

—¡Deja de hacer preguntas y métemela de una maldita vez! —suplicó al borde de las lágrimas. La mayor rió.

—No podemos hacer eso aún, cariño —susurró la mayor en los labios contrarios. Esta último soltó un quejido desaprobador—. Primero... —Park buscó la boca de Jennie con sus dedos— tengo que... —la castaña envolvió estos con su lengua, expectante a qué hacía, sintiendo su garganta quemar— abrirte un poco...

Después de terminar la frase, Roseanne buscó la entrada de Jennie con sus dedos, rodeando la zona con la yema y deleitándose de ver a la menot encogiéndose. Poco a poco fue introduciéndolo, y joder, estaba demasiado apretada, ¿cómo coño pretendía Kim que metiera su pene ahí de buenas a primeras? ¿Acaso quería morir? Cuando notó que la castaña se relajaba un poco, comenzó a meterlo y sacarlo de forma suave, aumentando la velocidad a los pocos segundos. La menor era un manojo de quejidos y gemidos. No mucho tiempo después, añadió un dedo más, haciendo los movimientos mucho más rápido y expandiendo aún más su entrada.

—¡P-Park! Dios... Más, necesito más, ahora. Siento que me muero.

Roseanne se tensó al escuchar los ruegos contrarios, quedándose estática en el sitio. Aquella niña iba a volverla loca, de eso estaba segura. Ignoró sus ruegos durante un par de segundos más, asegurándose de que no estuviera muy estrecha y, finalmente, los sacó.

—¿Estás segura, bebé? Podría dol-

—Me importa una mierda.

Otra vez, Roseanne abrió los ojos con sorpresa, volviendo a tensarse. Fue inevitable no soltar una risa de frustración. Si seguía así, le iban a quedar pocos años de vida.

—Si es lo que deseas, a tus órdenes.

Ahora la que se tensó fue Jennie, quién sintió su interior retumbar al ver la expresión de la docente. Miedo y excitación era la único que podía sentir. Tenía miedo de sentirse demasiado bien y acabar muerta ahí mismo. Hacía demasiado calor. No podía soportarlo. Tenía todos los sentidos nublados.

—N-No, espera, a-aún n-no, creo que lo he pensado mejo- ¡jodida mierda!

Roseanne se había metido de golpe en su entrada, básicamente la había desgarrado, o eso sentía la menor. Por culpa del placer y la impaciencia mañana tendría que ir en muletas, ya que ahora el culo le dolía como el infierno mismo. Pequeñas lágrimas salían de sus ojos mientras se acostumbraba al escozor. La rubia besó sus mejillas justo por donde las lágrimas dejaban su paso. Cuando sintió que el dolor disminuía movió de forma lenta sus caderas, a lo que Park sonrió y comenzó con movimientos suaves de pelvis.

—O-Oh dios... —Roseanne la sujetaba con los brazos rodeando su espalda procurando que no cayera.

—Si te soy sincera... No... No creí que fueras virgen, Kim... Joder, es que estás tan apretada —el rostro de Jennie enrojeció aún más.

La mayor, en un movimiento rápido, desató las muñecas de la castaña anteriormente atadas con su corbata. Jennie aprovechó para rodear con sus brazos el cuello de Roseanne, soltando todos los gemidos en todo su oído. El miembro de la rubia entraba y salía con fuerza de sus paredes, llevándola al mismísimo cielo, ¿o debería decir el infierno? Sus cuerpos quemaban como si se encontraran en el mismísimo infierno.

—¡O-Oh! ¡A-Ahí! ¡M-Mier... da!

Espasmos comenzaron a repartirse por toda la anatomía de Jennie. Park estaba pegando en su punto dulce. Todo aquello se encontraba por muy encima de la fantasía erótica que había tenido en el baño el día anterior. Los jadeos de Roseanne hacían todo mucho más placentero. Su voz rasposa, su aliento cálido chocando contra su cuello hacía que su cuerpo vibrara. Ambas comenzaron a sentir el famoso calorcillo concentrarse en sus partes íntimas, las pequeñas descargas eléctricas. Las penetraciones comenzaron a ser más fuertes y rápidas. El escritorio chirriaba debido a su vejez.

—¡M-mami! ¡V-Voy a-!

—No gimas tan alto, cariño. Recuerda que todavía estamos en clase.

Cuando Jennie abrió la boca para decir cualquier otra cosa, la rubia aprovechó para besarla de nuevo e introducir su lengua en toda su cavidad. La mayor, con una mano, inició leves caricias en el clítoris de la castaña. Aquello bastó para que Kim se corriera y entrara al tan deseado orgasmo, soltando todo su climax sobre los labios de Park.

—A-Aguanta un poco más, pequeña —gruñó Park sin parar las estocadas. Segundos después la esencia viscosa llenó el interior de Jennie.

Cuando Roseanne paró sus movimientos, lo único que se lograba escuchar eran las respiraciones agitadas que intentaban regularse hasta llegar a su estado normal. Jennie escondió su rostro en el cuello de su profesora y cerró los ojos aspirando de nuevo su olor.

Muy bien... ¿y ahora...?

¿Qué?

¿Fin?

Gracias por leer y también al/la autor/a original por dejarme adaptar su obra 💕

Se despide, Little Hyunjinnie.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro