Cuatro
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Leer bajo su propio riesgo.
Estambul, Marzo 1604
El Sultán Ahmed quedó encantado con la belleza de la circasiana Mahfiruz, tanto así que casi la mandaba a llamar cada noche. Sin embargo, Handan Sultán intervenía en esas visitas si quería evitar otra revuelta en el harén.
La otra favorita, Fahriye Hatun, se ha vuelto más soberbia. Todos los días presumía su embarazo, argumentando que daría a luz a un príncipe y que esté sería el nuevo sultán a la muerte de su padre. Mas la mujer no sabía que estaba cavando su propia tumba.
La relación de Handan y Ahmed cada vez era más tensa; la Valide Sultán intentaba darle consejos a su hijo en cuando a la forma de gobernar, pero el joven sultán no quería escuchar a su madre. Él decía que no sería otra marioneta de una mujer, así como su padre con Safiye Sultán.
A Handan no le quedó más remedio que callar y se dedicó totalmente al harén, aunque de manera discreta se reunía con el consejo para conocer las decisiones que tomaba su hijo.
—¿Cómo está el harén? ¿Cuidas bien de las muchachas? —preguntó Handan Sultán a Haci Ağa, mientras tomaba un sharbat de limón.
—Todo está bien gracias a Alá, las niñas se calmaron en cuando envío a la muchacha esa —respondió el Kizlar Ağa.
—Hablas de Mahfiruz Hatun.
Haci Ağa asintió.
—Esa muchacha siempre ha dado problemas, incluso antes de que mi hijo ascendiera al trono —dijo Handan, suspirando—. Pero ahora nos ha dado esperanza.
—¿Qué quiere decir mi sultana? —interrogó Haci.
—Esa muchachita es descendiente de Mahidevran Hatun, la madre del ejecutado Mustafa.
—Entiendo lo que quiere decir sultana, tan solo espero que esa Hatun nos de un príncipe. —Haci Ağa soltó un fuerte suspiro.
Handan Sultán asintió, tomando una delicia del plato que le ofrecía su nueva criada Mahpeyker.
—¿Y si su hijo quiere casarse con Mahfiruz? ¿Qué pasará sultana? —indagó Mahpeyker, pegando el plato a su pecho.
—Sólo Alá sabe la desgracia que eso traerá, ningún sultán se ha casado con su criada desde Nurbanu Sultán.
Ya nadie dijo otra palabra, cada uno de los presentes se perdió en sus pensamientos. Y si eso no fuera menos, unos ojos vigilantes los miraba mientras una sonrisa adornaba su rostro.
«Solo necesito seducirlo más y yo seré la próxima Haseki Sultán de este imperio»
En el harén las cosas estaban tranquilas, algunas mujeres platicaban entre ellas y otras hacían sus labores diarias. Todas lucían felices, como si ninguna preocupación atormentara su corazón. Sin embargo, nada es para siempre, todo es efímero.
Una muchacha de pelo negro y piel un poco aperlada entró al recinto, en todo momento mantuvo su mirada baja para no ser notada, pero nada salió como quería. Hasret Hatun sonrió y se acercó a ella.
—Miren que tenemos aquí, la nueva favorita de su majestad —dijo la rubia, provocando que otras se rieran.
—Si, soy una favorita —respondió Mahfiruz, con una sonrisa—. Tengo ropa nueva, joyas que todos los días me envía su majestad y ya no duermo en el piso como tú.
Hasret dejo de reír y en su rostro se vio marcada la ira. Nunca permitió que nadie se burlara de ella, ni siquiera cuando era Belén.
—Yo también seré favorita y te aseguro que él se casara conmigo. No olvides lo que te digo —bramó Hasret.
—Esta prohibido, un sultán no puede casarse con una criada.
Cemre Hatun se levantó de su lugar con rapidez y se acercó a las chicas con su típico aire de grandeza.
Examinó a Mahfiruz de arriba a abajo, la tocó sin ningún tipo de pudor y después jalo su cabello con tanta fuerza que arranco unos cuantos pelos de su cabeza.
—Aquí tú eres la criada, nosotras somos las reinas. Tú deber es servirnos a nosotras sin abrir la boca —farfulló Cemre, para después soltar a Mahfiruz.
—Maldita bruja ucraniana —susurró Mahfiruz, pero fue lo suficientemente alto para que la otra escuchará y prepara su mano para golpearla.
—Ya basta Cemre, déjala en paz —habló otra chica rubia de ojos verdes.
—Vamos Fatma, deja que me encargue de esta perra.
—He dicho que basta. —Fatma Hatun se posicionó entre Mahfiruz y Cemre, mirando a esta última con desafío.
La pelinegra no tuvo más remedio que irse con la poca dignidad que le quedaba.
Una vez calmado el ambiente, Fatma le tendió una mano a Mahfiruz y la ayudo a levantarse para así poder tratar las posibles heridas que tuviera. No encontró ninguna.
Después de eso, ambas mujeres se sentaron sobre los cojines esparcidos por el suelo y no se dijeron palabra alguna.
—¿Por qué dejas que te traten así? —preguntó Fatma, dándole una manzana a Mahfiruz.
—No lo se —respondió la circasiana, pero la mirada interrogante de su salvadora la hizo seguir hablando—. Es decir, quiero hacerlo, pero luego esa valentía se esfuma.
»Me da miedo defenderme.
Fatma asintió y le regaló una sonrisa genuina.
—Debes tener más confianza en ti misma, no dudes ante lo que quieres. Aunque estando aquí, es muy difícil conseguir lo que queremos.
Mahfiruz Hatun la miro con ojos llorosos y se aventó a ella para darle un abrazo. Fatma le devolvió el gesto.
¿Será que acaso esas simples palabras sean el inicio de una gran amistad entre las dos mujeres?
Sultán Ahmed
Esa piel aperlada, esos cabellos negros como la noche, todo de ella me volvía loco. Su cuerpo perfecto, sin ningún tipo de imperfección la hacia hermosa ante las demás mujeres. Ella tiene todo lo que quiero.
Recordar las noches en las que nos hacíamos uno me excitaban y la necesidad de estar con ella aumentaba, así que la mandé a llamar para poder tener un momento de ocio con su cuerpo y belleza.
Suspire y force una sonrisa cuando ella entro por la puerta, la tomé entre mis brazos y la bese con fiereza antes de sentarla sobre mis piernas.
—Mi amada Mahfiruz, hoy luces mucho más hermosa que antes.
—Gracias por el halago majestad, di lo mejor de mí para lucir hermosa antes sus ojos.
—Y vaya que dio resultado —hablé sobre sus labios, mientras desabrochaba los botones de caftán celeste.
Ya no aguantaba mas, necesitaba entrar en su cálido cuerpo para sentirme satisfecho y feliz.
Ella no se quedaba atrás, también quitaba mi ropa con rapidez. Sin embargo, algo en mí me decía que no lo hacía por lujuria, sino por miedo.
«No me interesa, mientras la tenga a mi disposición soy feliz»
Baje la mitad de su caftán dejando a la vista unos voluminosos pechos con su botón rosa erguido.
—Estas excitada preciosa —susurré, lamiendo uno de sus pezones mientras que al otro lo pellizcaba con fuerza.
Mahfiruz gimió cerca de mis oídos.
Sin embargo, los buenos momentos duran poco ya que las puertas de mis aposentos se abrieron de golpe. Una figura femenina entro como alma que lleva el diablo.
—¡Ahmed! ¿Cómo puedes hacerme esto? —preguntó mi segunda favorita, Fahriye Hatun.
—Conoces las reglas del harén Fahriye, puedo estar con las mujeres que yo quiera —respondí con fastidio, mientras ayudaba a Mahfiruz a que se vistiera.
—¡Tú me prometiste amor eterno! Dijiste que siempre estaríamos juntos.
—Eso es una mentira...
Escucha a Mahfiruz jadear y me gire para verla preocupado, pero eso rápidamente cambio cuando con uno de sus dedos señalaba algo.
Mire a Fahriye y de sus piernas escurría mucha sangre.
«Mi hijo»
Le pedí a los guardias que fueran rápidamente por la doctora, mientras yo llevaba a Fahriye a mi cama y le pedí a Mahfiruz retirarse.
—Resiste Fahriye, debes hacerlo por nuestro hijo —rogué, mientras tomaba su mano.
Mahfiruz Hatun
Debía fingir si quería sobrevivir, debía dar lo mejor de mí si no quería que él se aburriera de mi persona. Aunque signifique hacer lo más denigrante del mundo.
Ahora estaba de nueva cuenta en el harén, ya que Fahriye interrumpió en los aposentos del sultán para reclamarle y si eso no fuera menos, también estaba sufriendo un aborto.
—Ojalá que su bebé sobreviva, quiero que pronto tengamos un príncipe sano —comentó una recién llegada de nombre Mahpeyker.
—Que Alá te escuché Mahpeyker —respondió Fatma.
Yo no decía nada, no sabía que decir ante está situación. Aunque tampoco niego que ni haya visto un aborto, mi madre sufrió uno antes del nacimiento de mi hermana Firuze.
Todas nosotras nos levantamos con premura en cuando vimos entrar a Berrak Kalfa. Algunas revoloteaban a su alrededor, mientras que yo me mantenía al margen.
—¿Qué pasó Berrak Kalfa? ¿Cómo está Fahriye Hatun? —preguntó una joven de nombre Hüma.
La mujer soltó un suspiro y cruzó sus brazos a la altura de su vientre.
«Así que lo perdiste Fahriye, mira hasta donde te llevo tu altanería»
—Fahriye Hatun sufrió un aborto, no tendremos un príncipe en nuestros brazos.
Escuché una discreta risa cerca de mí y volteé a ver a la dueña de dicho gesto, me sorprendí al ver a Mahpeyker Hatun reírse.
«Ella tuvo algo que ver con esto»
♠Tenía planeado que Halime saliera en este capítulo, pero no xdd.
♠¿Qué opinan de Mahpeyker?
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