VEINTINUEVE.
Revisó la hora por tercera vez en la pantalla de su celular, ya había perdido las esperanzas de que YangMi le contestará. Solo podía resignarse a entender que había sido mala amiga y simplemente dejarla ir. Debió contarle en su momento lo que sabía por más nimio fuere. Con Yoongi las cosas seguían igual, seguían apoyándolo aunque el chico estuviera un poco alejado.
Resopló terminando de sacar algunas copias a determinados documentos. El día parecía ir tan lento a pesar que había mucho trabajo por hacer. YooSun se había comunicado con Maelie desde Alemania un par de veces para saber cómo iba todo en la editorial. Al no estar ella o Kim Shiho, quien estaba al frente era JungKook. Que para sorpresa de Maelie —o no tan sorpresa— sabía ejecutar muy bien su trabajo cómo CEO suplente de su madre.
Por eso no era nada extraño que se vieran todo el tiempo, o que él le coquetee descaradamente robándole algún beso o le palmeara el trasero, o como en una oportunidad a escondidas, terminarán teniendo un pequeño momento íntimo encerrados en un cubículo del baño a altas horas de la noche antes de salir de la empresa. Maelie se cuestionaba mucho el dejarse llevar con el pelinegro, porque cometían ciertas imprudencias que disfrutaba mucho, para luego avergonzarse.
—¡Señorita Yeon!, ¿podría venir al despacho de mi madre? necesito que me ayude con una duda.
La voz grave y seria la sacó del pequeño viaje que tenía, asintió acomodando algunas carpetas sobre su escritorio, agarró la tablet con que la tomaba notas entre otras cosas y con una amable sonrisa, a la gente que caminaba alrededor, se adentro al despacho cerrando la puerta detrás. Sorpresivamente siendo acorralada por el corpulento cuerpo de su novio y la pared.
—¿Cuál es su duda, señor Jeon? —preguntó inocente. Kook se mordió el labio inferior con picardía, le ponía que ella le dijera señor.
—Me preguntaba cómo es que he soportado no tocarla y besarla, señorita Yeon.
Sonrió con su característica sonrisa de conejo mientras Maelie acunaba entre sus manos sus mejillas redondas, lo besó despacio en los labios, permitiéndole el acceso a que la lengua de este entrará a su boca, la apretó más a su cuerpo volviendo el beso más impetuoso.
—Salgamos hoy en la noche —propuso ella con voz entrecortada.
JungKook suspiró manteniendo sus ojos cerrados apretando las caderas de su novia. Que más quería pasar tiempo con ella, pero tenía un asunto muy importante que realizar y el cual no quería darle más vueltas.
—No puedo, princesa, tengo que ir a Dyonisus está noche.
Maelie se tensó un poco dejando caer sus brazos a los costados de su cuerpo. Ella sabía que esa noche sería el solo de su novio y al otro día —sábado— el show de Olympus Harem, que valga la redundancia, no se sabía si lo llevarían a cabo, ya que la situación del cuarteto no era la mejor. No era fácil para ella y JungKook lo sabía, teniendo en mente una idea.
—Acompáñame —lo miró con ojos desorbitados— no creo bailar está noche —dijo peinando un mechón del cabello rubio de su novia— pero podríamos salir a beber algo luego, alguna discoteca, hacer algo diferente que quedarnos en tu casa, ¿no crees?
—A mí no me molesta quedarme en casa.
No pudo contener la carcajada al escucharla y menos ver sus mejillas sonrojarse. Por más que quisiera ser osada, terminaba atrapada en su propia timidez, y eso a él, le causaba demasiada ternura.
—Bueno, pero antes tengo que pasar por una farmacia —comentó, acariciando los hombros descubiertos de la rubia con su dedo índice, y añadió ante la interrogativa en los orbes de la contraria— se acabaron los condones.
Se volvió a carcajear apretando el cuerpo femenino al suyo al ver la reacción de Maelie, estaba más que avergonzada como un rojo tomate pintando su bonito rostro.
Al llegar a la entrada del edificio donde vivía su novia, le aviso a través de un mensaje. Mientras la esperaba tarareaba “Bad sad and mad” sonando por los parlantes a un volumen bajo, mirando los mensajes del chat de Dyonisus. Ninguno de sus compañeros contestaba, comenzaba a preocuparle que todos se hayan aislado luego de la revelación, de las reacciones de sus familias, cuando la suya no sabía absolutamente nada y esperaba seguir así. Total esa misma noche tenía tomada una decisión por el bien de todos y del suyo también.
Suspiró dispuesto a enviarle un mensaje a Yoongi, pero su atención se desvió al ver a una rubia de cabello rizado y falda corta acercarse a su vehículo. Maelie subió, sonriéndole y depositando un beso en la mejilla de su novio, se colocó el cinturón de seguridad percatándose de la mirada perdida de este.
—Pumpkin, ¿qué tienes?
No contestó, simplemente se puso en marcha con los ojos en la carretera antes de cometer alguna imprudencia. Tragó saliva, mentalizándose en solo llegar y no en lanzársele encima.
—Mejor apurarnos —su voz grave y ronca, la tensión en sus hombros y rostro, no habían pasado desapercibido por su novia.
—¿Me veo linda, bunny bonito?
Vio la manzana de Adán subir y bajar. Se acercó a él sabiendo que podría ser un movimiento muy peligroso para ambos, colocando ojitos de inocencia. JungKook se mordió el labio inferior mirando de soslayo el escote de aquella blusa, esa noche en particular, su novia estaba muy linda, demasiado sensual para su control. Maelie besó la mejilla de su novio antes de acomodarse en su asiento.
—Estas muy hermosa —su voz tembló— no es justo, princesa, sabes que me encanta cuando tu cabello está suelto y rizado —se relamió los labios— y ese vestido negro, te van a mirar —murmuró para si mismo— ya verás, Yeon Maelie cuando regresemos.
Sonrió al escucharla reír. No importa que fuere, todo ella lo enamoraba hasta el punto de hipnotizarle.
Entraron al club nocturno sin problemas. Estaba repleto como era de esperarse, lleno de mujeres eufóricas, bebiendo y bailando, algunos hombres también en pequeños grupos. La música sonaba a un volumen considerable con las luces de colores adaptando el ambiente a uno más íntimo.
De la mano caminaron hasta la barra donde SeokJin se encontraba hablando con TaeHyung. Ambos chicos se sorprendieron de ver a JungKook acompañado por aquella chica.
—JungKook-ah, que alegría verte.
Se saludaron con un abrazo fugaz.
—Hyung, lo mismo digo —ante los ojos inquisitivos de los dos mayores— Jin hyung ya conoces a Maelie —se saludaron— Tae-ssi ella es mi novia, Yeon Maelie.
—Encantado conocerte, linda.
—El gusto es mío. —se le hacía muy irónico que esos buenos muchachos tuvieran un trabajo así. No es que fuera algo malo, pero no parecían dar la imagen de estar en un club de stripper.
Tomó asiento frente a la barra mientras veía a los tres hablar por lo bajo, JungKook le indicó que se quedará un momento allí mientras él iba hablar con su jefe en compañía de su compañero TaeHyung. SeokJin le sonrió dirigiéndose a preparar algunos cockteles. Habían tres chicos más atendiendo, pero los pedidos eran tantos, que parecían no dar abasto.
—Esto es por parte de la casa —llamó su atención Jin, dejando un vaso de vidrio con un trago. Le agradeció con una gran sonrisa, bebió un sorbo sintiendo el sabor a la lima. Un mojito. No pudo evitar sentirse nostálgica cuando eso era lo que solían beber con YangMi cuando salían juntas.
Volteó observando a su alrededor, recordando efímeramente aquella noche trágica. Ese particular lugar tenía su encanto a pesar de ser un club de bailarines exóticos, donde su novio se desnudaba delante de muchas mujeres desconocidas. Y una nueva inseguridad comenzó a atacarla. ¿JungKook habría estado con alguna clienta? O ¿Con sus compañeras?
Para ella, no pasaba inadvertido, la forma en que la besaba, una muy profesional y podría decir, hasta casi poética. O la forma en que tenían sexo, él sabía exactamente dónde tocarla, sabía exactamente como moverse haciéndole delirar, e inclusive, podía ver en todos sus juegos, un toque oscuro. ¿Por qué, ahora, querría saber sobre ese dato? No debería ser relevante cuando todo marchaba bien.
Nada de lo que haya en sus pasados tendría que ser motivo de sus dudas, no debía de interesarle, ya que ella era su presente y cercano futuro. Claro, mientras, sean completamente sinceros con el otro. Y Maelie sabía que lo era con su novio y ella esperaba lo mismo de él.
Suspiró, mirando el vaso frente a ella, aunque tenía dudas, era normal al ser su primera relación seria, ¿no? JungKook realmente le gustaba y no quería echarlo a perder. Levantó la vista al ve a Jin acercándose a la barra.
—Lo de siempre, oppa. —pidió una pelirosa con vestido de lentejuelas plateado.
Maelie le sonrió tenue al conectar miradas, sin embargo, Yeri no dudó en hacerlo fijamente. La recordaba muy bien.
—Aquí tienes.
—Gracias. —sonrió tomando un sorbo de su piña colada para mirar de reojo a la rubia— hola, soy Kim Yeri, tú debes ser amiga de JungKook.
—Ahm, si —dudó— soy Yeon Maelie, la novia en realidad.
Pudo ver claramente lo tensa que se había puesto la pelirosa al mencionar sobre su relación con el pelinegro. Y ahí se iniciaba otro mal presentimiento.
Yeri rio, revolviendo su trago y observando disimuladamente a la chica a su lado. Definitivamente era el tipo ideal de JungKook, elegante, bonita, curvilínea y con dinero. Rápidamente asumiendo que se trataba de alguna modelo o hija de papi. Yeri sabía sobre Shiho, sabía sobre esa turbia relación, sabía que JungKook tenía ciertos gustos, solo que albergaba la ilusión de que ella sería aquella chica que ganará su corazón.
Sin embargo, las cosas ya habían cambiado desde hace mucho, ella lo sabía, lo cual no le impedía que su orgullo quisiera salir a flote.
—Y sabes sobre el trabajo de Kook.
—Si, lo he visto.
La pelirosa quedó sorprendida pensando que la rubia correría al saber sobre que hacía el pelinegro en aquellas tarimas. Tomó otro sorbo de su trago pensando con la desesperación brotándole, esa chica a su lado no era más que ella. Suponía que también sabía sobre la relación que el chico llevaba con la mujer mayor, así que mencionarlo tampoco cambiaría nada, solo se detuvo al verlo llegar, pasando a su lado ignorando su presencia.
—Princesa, vámonos, ya terminé aquí.
Ni siquiera usaba motes cariñosos con su amante, ni con ella, ni con ninguna. Ni siquiera la manera en que miraba a la rubia. Como si fuera lo más importante del mundo. Yeri supo de inmediato que JungKook estaba realmente enamorado, ese brillo en su mirada, en como su semblante irradiaba felicidad o su cuerpo se movía totalmente relajado. Esa tal Maelie parecía ser la indicada.
—Pensé que nos quedaríamos un rato más.
—¿Quieres ver bailar a un tipo mientras se desnuda? —ella se encogió de hombros, él enarco una ceja— para eso estoy yo, princesa, no voy arriesgarme —ronroneó, besándole en el cuello. Las ganas que tenía de arrancarle ese vestido eran tan grandes, pero su conciencia le decía mantenerse tranquilo porque no la llevaría al cuarto rojo donde fue testigo de sus encuentros con su ex amante.
No claro que no, Maelie era única, ella se merecía que la amarán sobre pétalos de rosa si fuera necesario.
—Así que ya te vas.
La pareja volteó hacia la pelirosa, tenía una dulce sonrisa surcando sus labios pintados de bordo.
—Si, le prometí a mi novia una noche especial.
—Que lastima que no sigas con nosotros —puchereó— realmente te voy a extrañar, mi Kook, los shows no serán lo mismo sin ti.
Maelie lo observó sin entender la situación.
—¿Vas a irte de Dyonisus?
JungKook tragó saliva porque la pregunta de la rubia sonó sorprendida. Quería contárselo con tranquilidad, pero ya le habían ganado.
—Si, ya no tiene sentido seguir aquí —prosiguió viendo la neutralidad en el rostro de su novia— me falta muy poco para terminar la carrera, casi estoy fijo trabajando en la editorial y te tengo a ti.
—Acaso soy un impedimento que no te permite seguir aquí.
No le gustó cómo había sonado eso, como si ella fuera culpable de la decisión, pero no, no solo era ella, sino un cumulo de muchas situaciones que fueron ganándole. Siendo sincero, ya no se sentía cómodo en ese lugar, y menos ahora que sus compañeros de Olympus Harem habían decidido tomar sus propios caminos por separado.
La besó tan fugazmente como apasionado, dejándola atontada por unos segundos.
—No, princesa, solo quiero irme. Es momento de madurar, de seguir y tomar nuevos retos —le sonrió, acariciando sus mejillas. Ella asintió quedándose en silencio bebiendo un poco más de su trago.
—Entonces deberíamos de festejar, hacerte una despedida —la pelirosa con sus manos entrelazadas se acercó al pelinegro— claro, si tu noviecita lo permite.
—Creo que no es momento de festejos, Yeri —acotó Jin desde el otro lado de la barra con seriedad— ninguno de los chicos está de ánimos. Deberías irte, te toca bailar dentro de un rato.
—¿Te quedarás? —se dirigió hacia el pelinegro quien la miraba cansado, Maelie igual solo que su paciencia estaba llegando al límite— te dedicaré mi baile, solo para ti, mi Kookie bonito.
La rubia resopló harta del descaro de esa chica y de que su novio no le dijera absolutamente nada. Sin importarle verse grosera, se despidió escueta de SeokJin y tomó la mano del pelinegro arrastrándolo afuera, no sin antes descargarse un poco.
—Querida, deja de ser una arrastrada, que te quede bien en claro que yo soy la novia y tú una simple ex compañera de trabajo. Ubícate… sino yo lo haré con gusto.
Sabía que había sonado como una loca posesiva y celosa, pero desde que esa chica se había presentado podía presentir que nada bueno saldría de su boca. Ella misma se consideraba una persona muy educada y correcta, pero no cuando le tocaban los ovarios colmando su paciencia. Y esa pelirosa se había propasado al coquetear con JungKook delante suyo. No iba permitirlo.
Estaba furiosa y de muy mal humor. Por eso JungKook tampoco quiso hablar mucho, solo la siguió a donde ella quisiera, él la llevaría. No era la primera vez que veía a Maelie así de dominante, era una faceta que le encantaba —una que le ponía aunque no fuera un buen momento— y le daba un poco de miedo a decir verdad. Intentó acercarse a ella, ser cariñoso, pero nada parecía querer apaciguar la bestia de la rubia.
Ni siquiera cuando le exigió que la llevase de nuevo a su hogar. Maelie entró lanzando su bolso y sus botas a un costado, se dirigió a la cocina en busca de un vaso de agua que calmara sus nervios a punto de explotar. No le gustaba ponerse así, pero quería llorar de la rabia porque por primera vez estaba experimentando lo que eran los celos y la sensación no le gustaba.
Frente a ella había un canasto de frutas, tomó una manzana y del primer cajón sacó un cuchillo de los grandes, comenzando a cortar con tranquilidad un par de rodajas, de repente le había dado mucha hambre.
—Mi cielo, deja ese cuchillo.
Las palabras cautelosas mezcladas con miedo del pelinegro no le gustó, ¿acaso pensaba que por tener un arma en sus manos cometería una locura? Sus ojos comenzaron aguarse dejando que su temperamento tomará poder.
—¡¿Por qué?! —alzó en alto el cuchillo— ¿Acaso tiene miedo, Jeon JungKook?
—Si, digo, no —se acercaba a pasos lentos— Maelie no te puedes poner celosa de Yeri, solo intentó incomodarnos, nada más.
—Esa —remarcó con desdén— baila como tú, la muy descarada se te insinuó delante de mí —siseo, empuñando el cuchillo entre su mano.
—Princesa.
Maelie soltó un gritito de frustración dejando caer el cuchillo en la mesada. Invadida por los celos y una clase de impulso excitante lo encaró apuntándole con el índice de forma amenazante.
—Escúchame bien, Jeon JungKook, tú eres mi novio, la única que te puede bailar y se puede desnudar frente a ti soy yo, ¡Solamente yo! ¿entendiste?
Repetir que la actitud dominante de su novia lo excitaba era poco decir. Estaba obnubilado por esa rubia sexy de brazos cruzados, y labios fruncidos, así que le importó una mierda su enfado. La jaló de la muñeca acorralándola contra la pared para devorar su boca. Las manos de Maelie actuaron por si solas cuando comenzó a quitarle la camisa a su novio mientras las de él levantaban el vestido de su novia.
Desnudándose mutuamente entre besos y caricias, susurrándose palabras sucias al oído. JungKook la levantó entre sus brazos acomodándose para poder enterrarse en ella. Coincidiendo los dos, que las reconciliaciones eran la mejor parte.
Nueva York, Estados Unidos.
No podía salir de su asombro, su cuerpo se había quedado tan helado que no evitó temblar. Las imágenes que aquel detective privado que contrato le había enviado hacia unos minutos atrás la dejaron sin habla. Ellos saliendo al cine, al parque, yendo a una exposición, sonrientes, muy cercanos, las del parque de diversiones como si fueran una familia feliz, las del cumpleaños del pelinegro, ellos dos bailando juntos y el beso. Fotos donde esos dos estaban muy juntos, llenos de sonrisa y perfecta felicidad.
Siwoon seguía hablando común pasaba las páginas del diario, Shiho podía sentir la tensión subirle por el esófago, apretó con fuerza las sábanas sintiendo un poco de dolor en sus dedos por el esfuerzo. La imagen de ellos dos hacia hervirle la sangre. Observó a su esposo a su costado. Aunque ella era alguien de renombre y tenía dinero cuando lo conoció, obtener más le era indiferente. Pero lo que si era sumamente de su gran interés, fue que su fuente de alegría y juventud ya no se interesaba en ella.
Desde que vio a JungKook crecer y convertirse en hombre, su obsesión por él se había convertido en algo tremendo. La idea de poder enseñarle del sexo y todo lo demás, la hizo sentir tan poderosa que no dudó ni un segundo en meterse con el chico. La sensación de seguridad entre sus fuertes brazos, el placer que sentía cuando la besaba y tocaba, las sonrisas, los detalles. JungKook era su más anhelado sueño, su tipo ideal de hombre. Y lo quería con ella, lo deseaba de una manera que no podía ocultarlo, cómo en ese momento en que sintió mojarse con los recuerdos.
Así sin titubeos se subió a horcajadas de su esposo tomándolo desprevenido. El hombre siempre supo que ella era muy sexual, pero últimamente su libido estaba descontrolado, al igual que su humor de perros. No sé resistió, él también era un hombre sumamente atractivo y de buen porte a pesar de su edad. Aunque jamás podría llegar a alcanzarla, pero su ego de hombre poderoso le hacía creer que su querida esposa quedaba satisfecha, cuando la realidad era, que Shiho se imaginaba en los brazos de un joven pelinegro.
El hombre llegó a la cúspide saliendo de inmediato de encima de su esposa, respiraba con mucha dificultad, sonrió como si se hubiera ganado un puesto muy importante en la política, cansado y satisfecho. Todo lo contrario a la mujer de cabellos azabache y piel reluciente. No, ella estaba furiosa, cegada por los celos y la insatisfacción. Se levantó lentamente de la cama como Dios la trajo al mundo, se colocó un albornoz de seda, volteó sobre su hombro admirando a su esposo casi dormido.
Sus labios temblaron y sus ojos se inundaron de lágrimas con sentimientos y pensamientos oscuros. Los destruiría. Vaya que lo haría, esa sería su cúspide de llegada, su satisfacción más grande. Verlos sufrir. Sobre todo a esa mocosa maldita e insípida. Porque si Jeon JungKook no era de ella, no sería de nadie. Y a él, a él, le haría probar lo que se siente ser abandonada, lo quería ver sufriendo y suplicando para hacerle ver que ella sería la única mujer en su vida.
🔥😎 ¡Bultaoreune! 😎🔥
Con esto ya empezamos a entrar a los capítulos finales. 😭😭😭
Agradecida con cada personita que votó y comentó. En serio, gracias por su apoyo. Me hacen muy feliz.
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