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VEINTIDOS.

Abrió la puerta encontrando a su castaña amiga de brazos cruzados, sus labios en línea recta y sus ojos entrecerrados, Maelie suspiró arrastrando los pies en el piso devuelta al sofá del pequeño living dejándose caer allí. YangMi entró descalzándose y dejando su bolso a un costado, en silencio caminó hasta la cocina sirviéndose un vaso de limonada para luego sentarse al lado de la rubia.

Había transcurrido una hora desde que JungKook se había marchado después de pelear con ella, por lo que decidió llamar a YangMi para tener su compañía o algún reproche de su parte.

—Dime qué pasaba por tu cabeza cuando rechazaste a JungKook —su voz sonaba muy seria— te lo dije, te dije que ese chico siente cosas por ti y tú no quisiste escucharme.

Maelie se encogió de hombros, abrazaba un cojín con peluche color morado, por su expresión parecía que estaría a punto de llorar y a YangMi no le parecía seguir regañándola, así que la atrajo a su anatomía para abrazarla con cariño.

—Tuve miedo, fue tan repentino que me tomo por sorpresa —esnifó, en cualquier momento lloraría— todo estaba tan lindo y era como un cuento de hadas, hasta que me besó, entré en pánico al sentir mi estómago revolverse cuando recordé que es hijo de mi jefa. Y qué si no me quieren o me echan del trabajo y le prohíben verme, qué hago —sollozó.

—Aigoo —suspiró sonoramente, acariciando los brazos de la rubia— piensas demasiado, JungKook está muy grandecito para tomar sus propias decisiones, aparte, por lo que me has contado su madre te adora y le encanta tu trabajo, su padre igual y es muy amable contigo, ¿no es suficiente para ti?

Maelie negó, los pensamientos negativos que tenía eran muchos, pero de algo estaba segura y es que se arrepentía de ser tan cobarde, de no saber explicarse bien y hacerle creer a JungKook que no sentía nada por él, porque lo hacía, sentía muchas cosas. Eran bonitas y sinceras. Solo rogaba que el enojo en él se le pasará para poder hablar tranquilamente.

—Mejor hablemos de otra cosa —se separó, agarrando de la mesita de café un pañuelo tissue para secarse el rostro— hablemos de ti y Yoongi oppa, de lo muy cerca que se veían anoche.

YangMi carraspeó, bebiendo de su limonada mirando con disimulo cualquier otra cosa. Aún no le había contado que su disque relación con Yoongi había pasado al siguiente nivel.

—Digamos que estamos muy bien —se mordió el labio inferior recordando esa primera vez junto al pálido— vamos avanzando de a poco, pero muy bien.

Maelie sonrió alegre por ellos, YangMi borró su sonrisa reemplazado por un resoplido.

—¿Qué pasa?

—Es que… me ofrecieron ir a EEUU para trabajar junto a otros grandes artistas en una súper mega exposición —se podía notar su entusiasmo en cada palabra— es una enorme oportunidad para seguir siendo reconocida.

—Eso es genial, amiga… por tu cara deduzco que hay un pero, ¿no es así?

—Maelie, no quiero dejar a Yoongi, no ahora que estamos juntos, no ahora que siento que podríamos ser algo serio, porque cada vez que estoy con él se asemeja al sentimiento de euforia de cuando pinto.

—Realmente estás enamorada, ¿ah?

YangMi asintió con expresión triste, está vez se dejó abrazar por Maelie.

—Tranquila, creo que él se pondría muy contento si lo supiera, se pondría muy feliz por ti, si ambos quieren esto podría funcionar.

Agradecían tenerse la una a la otra, el apoyo mutuo que se daban.

—Deberíamos salir a beber unos tragos este fin de semana, nos vendría muy bien para despejarnos.

—Creo que voy aceptar eso.

Descendió del auto que la llevó hasta la residencia Jeon, YooSun se ausentaría por unos días de la editorial quedándose en su hogar a cuidar de su hijo menor por temas de salud. Así que ella como su asistente debía moverse de un lado a otro. Recién comenzaba la semana, sin embargo, se sentía cansada, cansada de la pelea con el pelinegro, sus sentimientos y el insomnio. Claro que intentó contactarse con él, pero jamás le había contestado, era como si no quisiera saber de ella. Sólo esperaba encontrarlo para poder aclarar todo.

—Bienvenida, tú debes ser Maelie, ¿no es así? —la chica asintió acomodando la correa de su bolso en su hombro— yo soy Aeran, ayudo en la casa con los quehaceres, cualquier cosa que necesites no dudes en pedírmelo. YooSun te espera.

—Muchas gracias.

Siguió a la mujer con su atención puesta en la casa y cada rincón que le llamará la atención, los muebles, adornos, fotos, todo lo que parecía valioso y costoso. Entró a la habitación donde funcionaba el despacho, tenía un enorme ventanal que daba hacia el jardín, la vista era estupenda y la luz exterior hacia que el espacio fuera encantador.

—Que bueno que llegaste, Maelie —sonrió sentada detrás del escritorio— siéntate por favor, tenemos mucho que ver, ¿quieres algo de comer o beber?

—No, así estoy bien, gracias. —respondió, tomando asiento.

—Bien pongamos manos a la obra.

Solo pasaron unos minutos cuando YooSun recibió una llamada importante que la hizo alejarse dejando a Maelie sola. Revisó su celular en busca de alguna señal del pelinegro, pero nada, resopló, ni siquiera tenía la última conexión visible, no quería sonar invasiva, pero, él siempre era el primero que la buscaba y ahora podía sentir el vacío al no obtener noticias suyas. Debió haberlo lastimado con sus palabras para que la siguiera ignorando de esa manera.

—Hola —la vocecita aniñada la sacó de sus pensamientos encontrándose con unos tiernos ojitos de borrego.

—Hola.

—Me llamo Jeon Joonhyung, tú eres Maelie, ¿cierto?

Sonrió y asintió observando al niño, llevaba un pijama enterizo con dibujos de superhéroes, su cabellito azabache iba alborotado, tenía demasiado parecido con su hermano mayor, solo que el infante refulgía de una bonita inocencia que a ella le causaba ternura.

—Si, me llamo Maelie, Yeon Maelie, encantada de conocerte, Joonhyung —le tendió la mano y el niño la aceptó, apretándola.

—Eres más bonita de lo que hyung me contó.

Eso la sorprendió.

—¿T-tu hermano te contó de mí? —el niño asintió.

—Si, no deja de hablar de ti, a veces cuando voy a verlo a su habitación sé que esta hablando contigo porque pone una cara muy chistosa. —rio y Maelie le siguió, era muy dulce.

—¡Joonhyung! Que te he dicho, deberías estar en… oh, lo siento —Sonja hizo una reverencia al ver a la chica— Joon, vámonos, deberías estar en tu cama.

—Noona, ella es Maelie, es la chica de la que tanto habla hyung.

Sonja se acercó sonriéndole a la rubia, sabía quién era, JungKook le había hablado tanto de ella que la reconoció ni bien la vio.

—Kim Sonja, encantada.

—Yeon Maelie —saludó— Kook me ha hablado de ti, me comentó que eres como su hermana —la chica se sonrojó un poco— no te vi en la fiesta del sábado.

—Estuve al principio, luego tuve que marcharme, estoy en época de exámenes y no podía desvelarme.

—Oh, que lastima, te entiendo, esas épocas son estresantes.

—Si, ¿verdad?, solo me faltan dos exámenes y un proyecto por entregar y tendré mis merecidas vacaciones.

Rieron hasta que la voz grave y rasposa de alguien más interrumpió el momento. Sus miradas se cruzaron haciendo latir el corazón de ambos. Maelie tan nerviosa por querer decirle tantas cosas y JungKook en pánico porque temía que se diera cuenta el grave error que había cometido. Desvío la mirada rápidamente. El simple hecho de verla era un claro recordatorio de su corazón roto, de su rechazo y de lo que había cometido con Shiho.

—Omma, ¿está aquí?

—Ahm, si, estaba aquí —respondió Sonja.

—Salió afuera hablar por teléfono —le respondió Maelie, pero él ni siquiera la miró. Y fue cuando ella cayó en cuenta de que llevaba la misma ropa que la noche anterior cuando fue a verla.

—Estaré en mi habitación —su vista cayó en su hermanito— Enano, ¿qué haces aquí? Deberías estar descansando.

El menor corrió hasta su hermano, se dejó cargar en sus brazos y salieron juntos del lugar sin despedirse. Sonja se despidió con una sonrisa amable dejando a Maelie sola otra vez, siguiendo a los otros dos rápidamente.

—Hyung, apestas.

JungKook suspiró subiendo los escalones, no tenía cabeza para responder. Tanto el niño como la chica se miraron cómplices, ambos sabiendo que algo raro le ocurría. Entró a la habitación del infante, lo recostó en su cama cobijándolo con las mantas.

—Hyung, ¿qué tienes? ¿no te da gusto ver a tu amiga bonita?

No.

Fingió una sonrisa peinando los cabellos del niño y le respondió.

—Si, me alegra, pero ella tiene que trabajar y no puedo molestarla, bebé. —le besó la frente y salió dirigiéndose a su habitación, necesitaba urgente quitarse esa ropa.

—¿Dónde estabas?

—Ahora no, Sonja.

Pero la chica hizo caso omiso a su negativa y le detuvo sujetándole la muñeca, recibiendo de este una mirada fulminante.

—Kook, ¿dónde estabas? Llevas la misma ropa de ayer, estás sin camisa —sus ojos se desorbitaron pensando en algo— ¿Estuviste con ella?

Movió su mandíbula de lado a lado, estaba muy cansado y no quería ser grosero. Se soltó con algo de brusquedad quitándose la chaqueta quedando con el torso desnudo.

—Déjame solo —tomó asiento en la cama tendida— ¡Sonja! —reprochó con voz dura.

La susodicha suspiró, no le gustaba nada lo que comenzó a imaginar y menos le estaba gustando como se encontraba él. Alterado y de muy mal humor. La puerta de la habitación se cerró dejándolo sumergido en una amargo silencio, a solo metros de la mujer que quería, la que lo rechazó y para más disgustos, la culpabilidad por haberse acostado con su ex amante lo golpeaba en el pecho.

Entró al baño despojándose del resto de ropa, se metió bajo el agua caliente de la ducha que se mezclaba con las lágrimas que había dejado salir. Se sentía frustrado e infeliz. Se sentía asqueado, porque a pesar de querer a una sola mujer, no tuvo los pantalones suficientes para negarse a estar con otra. Gruñó, pasando la esponja con jabón líquido sobre su piel, frotando con fuerza para quitarse todo rastro de Shiho.

No quería tener nada de esa mujer estando Maelie tan cerca suyo. No podía mirarle a los ojos, no podía estar cerca de ella si fue de otra. Lanzó con fuerza la esponja a la pared, se sostuvo de esta intentando respirar y aliviar su corazón. Sollozó y al minuto cesó. Maelie lo había rechazado, así que porqué se hacia problemas en estar con otra mujer, él podía hacer lo que quisiera, estaba soltero, sin compromisos, no le debía nada a nadie y la rubia no sería la excepción.

Debía dejar de ser tan idiota y seguir con su vida, habría otras tantas chicas que morirían por ser sus novias, en Dyonisus tenía cientos de admiradoras e inclusive sabía que podría recurrir a alguna de sus compañeras de trabajo que no les eran indiferente. Así que Yeon Maelie podría seguir su exitosa vida sin él.

<<Repítelo hasta que te lo creas>>.

Gruñó, terminando de colocarse una camiseta, se dejó caer en la cama cubriéndose la vista con su antebrazo. Tenía una fuerte jaqueca y pensar solo lo aumentaba. Quería desaparecer por unas horas, total, ella se iría ni bien terminase de trabajar junto a su madre y no la vería.

Sorbió de su taza de té mientras escuchaba atentamente a YooSun hablar, hacía más de una hora se encontraban conversando de mil cosas diferentes irrelevantes que no tenían que ver con el trabajo. Maelie encontraba atractivo todo lo que ella decía y YooSun no podía no admirar a la chica por lo ambiciosa que resultaba ser. Le recordaba mucho a ella cuando joven, con la diferencia que Maelie no tiene un hijo ni pareja que pudieran retenerla de hacer lo que quisiera, así que llegar al éxito sería muy rápido si seguía trabajando duro y ella la ayudaría.

Rieron ante un comentario en el momento en que la puerta del despacho fue golpeada suavemente. La cabeza de JungHyun se asomó dejándole ver a dos risueñas mujeres. Entró, saludando a la chica con una leve inclinación y besó castamente los labios de su esposa, Maelie sintió ternura de verlos, sintió bonito en su corazón de ver aquella pareja tan enamorada a pesar de los años juntos. E inconscientemente quiso algo así.

<<Si sigues rechazándolo no obtendrás nada>>.

Suspiró por lo bajo, no había tenido tiempo de siquiera revisar sus mensajes, JungKook no hizo ninguna aparición, sin embargo sabía que estaba en la planta de arriba, en su habitación a solo metros y su curiosidad estaba al límite. Quería saber qué había hecho él luego de marcharse de su apartamento, negó, ahuyentando los pensamientos negativos que solo causaban que sus ilusiones se fueran cuesta abajo.

YooSun la sacó de su mente cuando jadeó observando la hora, era casi medianoche.

—Dios mío, es muy tarde —se levantó— siento haberte retenido tanto tiempo, Maelie.

—No se preocupe. —comenzó a guardar sus cosas en su bolso mientras los adultos hablaban.

Salieron los tres juntos del despacho, acompañarían a Maelie hasta la salida. Justo en el momento en que la figura masculina del pelinegro en ropa de entrecasa bajaba las escaleras. Otra vez cruzaron miradas con su alrededor desapareciendo. ¿Por qué tenía que ser tan difícil para los dos poder decirse las cosas? JungKook tragó saliva, quedando en el último escalón de las escaleras antes de pisar el piso de porcelanato.

—¿Hijo?

—¿Si?

YooSun y JungHyun se miraron por un segundo.

—Ahm, me tengo que ir.

—Es muy tarde para que vayas sola en un taxi.

—No tengo problema en llevarla —comentó el señor Jeon— serán minutos.

—¿No tenías el auto en el taller?

—Si, es verdad, lo había olvidado.

JungKook se debatía al igual que sus padres, no quería tener cerca a Maelie. Mejor dicho, no quería que ella se ensuciara con su persona, no quería mancharla, no quería, no podía.

—Yo la llevo y luego regreso, jagi.

—Es muy tarde, no has dormido en toda la noche cuidando de Joon.

<<Di que no, di que no, desaparece>>.

Cerró fuerte sus ojos, suspiró acallando a la vocecita de su cabeza. Su impulsivo corazón habló.

—Yo la llevo —tres pares de ojos lo observaron en silencio, una extrañada, otro con una sonrisa divertida en su interior y la otra con el corazón agitado, volvió hablar caminando hacia la salida para calzarse— no tengo problema en llevarla, serán un par de minutos.

—Hijo…

—Kook, tiene razón, querida —rodeó los hombros de su esposa— será mejor que tú vayas a descansar y que él la lleve, volverá de inmediato, ¿no es cierto, hijo?

Asintió atando los cordones de sus botas.
Maelie se despidió de ambos adultos. Mañana ella debía ir a la oficina, estaba muy cansada, mental y físicamente. Siguió al chico, viendo su ancha espalda en ese cachemir gris, se mordió el labio inferior abriendo y cerrando la boca más veces de las que podía, ¿por qué de repente las palabras no salían?

Lo miró esperanzada cuando esté le abrió la puerta del copiloto, sin embargo, él evitó hacerlo, porque de hacerlo caería en la vorágine de esos verdosos orbes y se perdería en ellos. Cerró la puerta cuando Maelie estuvo en el interior y rodeó hasta tomar asiento en su puesto encendiendo el motor, se colocó el cinturón de seguridad y con una veloz mirada de reojo a la mujer a su lado emprendió viaje al departamento de esta.

El silencio invadió la mayor parte, sin embargo, las miradas furtivas de ambos no, Maelie admirando la forma en que él manejaba, como sus manos y brazos se extendían y sujetaban el volante con firmeza, la venas de sus brazos o la tinta que podía verse en su apenas piel destapada, el semblante serio y sus duras facciones. JungKook admirando la forma en que ella se perdía observando a través de la ventana, como su cabello en leves ondas caía largo por sus hombros y brazos, sus delicadas manos de uñas puntiagudas color blanco sobre su falda o la escasa luz entre medio de la oscuridad hacia resaltar sus finas facciones.

Lo peor era que dentro del rodado se podía distinguir la clara mezcla de dos aromas, tan encantadoras cómo embriagadoras para ambos. JungKook sintiendo las irrefrenables ganas de hundirse en ella para oler el durazno y las fresas de su tersa piel, Maelie la de tocarlo para sentir su calor encegueciéndose con su colonia dulce. Se llamaban testarudos.

Detuvo el coche frente al edificio, se bajó, ella haciendo lo mismo mientras acomodaba el bolso en su hombro.

—Que descanses —metió las manos en los bolsillos de sus joggers recostando su cuerpo en el coche— anda, esperaré a que estés dentro y me iré.

<<Este es el momento, tonta. Habla>>.

—JungKook, yo...

—Déjalo así, Maelie, no tiene caso, ve a descansar.

Se acercó a ella colocando su mano en la espalda baja de esta para besarle la frente, inclinándose apenas luego para besarle la comisura de los labios. No quiso esperar, giró, abriendo la puerta del conductor esperando a que ella se metiera. Seguir cerca era muy peligroso, volvió a alentarla con un movimiento de cabeza y Maelie no tuvo más que hacerle caso, aún con la sensación de esos labios sobre la piel de su rostro.

Lo último que vio antes de marcar su piso en el ascensor fue a él alejándose de ella.

Quiero decir algo referente al capítulo anterior: No todo es lo que parece.

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