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UNO.

Llevó el bolso a su espalda. Aún tenía tiempo de llegar al club. Salió de su habitación mirando hacia el pasillo oscuro. Sus padres seguramente estaban dormidos y en el más profundo sueño. Observó la hora en su smartwatch alrededor de su muñeca. Casi las doce de la madrugada.

Se acercó sigilosamente a la puerta de enfrente entrando al interior, dejó su bolso en el suelo de alfombra de la entrada. La habitación estaba iluminada por una lámpara que irradiaba formas en miniatura de estrellas y planetas en color amarillo sepia tanto en las paredes como el techo.

Se arrodilló en el piso a uno de los laterales de la cama de una plaza removiendo el edredón azul con dibujos de superhéroes.

—Joon, ¿qué haces despierto a esta hora? Mañana te costará despertar y omma te regañara.

El pequeño miró al pelinegro con sus enormes e inocentes ojitos de borrego, ambos compartían la misma mirada.

—No podía dormir, hyung. Tengo miedo.

—¿A qué le tienes miedo, bebé?

—A los monstruos —susurró, jugando con sus manitos. El pelinegro rió bajito sintiendo ternura.

—Escúchame bien, Jeon Joonhyung, recuerda que eres muy valiente, eres un guerrero, eres fuerte y ni los monstruos ni nadie te quitarán eso, ¿entendiste?

El niño asintió, más relajado.

—¿Ya te irás? —el mayor asintió, su hermanito menor era el único que sabía de sus salidas clandestinas. Y era el que lo ayudaba, algunas pocas veces, a mentir a sus padres.

Lo arropó bien, asegurándose que durante la madrugada no tomará frío. Besó la mejilla del pequeño dirigiéndose, luego, con rapidez hacia la puerta.

—Descansa enano. Nos vemos más tarde —tomó su bolso, echándolo sobre su espalda— y recuerda, nadie puede vencerte, cuento contigo.

—¡Fighting hyung!.

Le sonrió, cerró la puerta detrás con mucha lentitud volviendo a la oscuridad. Caminó a pasos rápidos y cautelosos, agradecía que la casa dónde vivían tuviera enormes ventanales y vitraux dónde la luz del exterior ingresaba aún así estuviera todo en penumbras.

Cruzó gran parte hasta llegar a la puerta trasera de la enorme y moderna cocina, dando con el garaje ocupado por los vehículos de alta gama. Está vez debía desistir de disponer de uno de los autos, sería arriesgarse mucho si lo descubrían y no quería tener que dar explicaciones a sus padres de porque salía a escondidas en medio de la noche.

Esperó un rato cerca de las rejas, esperó por un mensaje en particular que llegó minutos después a su móvil. Lanzó su bolso por encima de la enorme reja que contenía a toda la propiedad y con agilidad saltó subiéndose a los barrotes de metal para salir del otro lado.

Hacia mucho tiempo había descubierto un punto ciego entre las cámaras de seguridad y las rejas. De modo que sus escapes no eran mucho problema. Trotó hasta la calle principal donde un Chevrolet Camaro Z28 del 69' lo esperaba con el motor encendido.

—Te tardaste —dijo, colocándose el cinturón de seguridad, se acomodó en el asiento copiloto una vez subió con su bolso en su regazo.

—¡Wuaaaa! Encima que paso a buscarte me terminas recriminando, wuaa, eres un descarado mocoso.

—Si, si, ya vámonos, hyung.

El chico dio marcha al auto en dirección al club.

Terminó de colocarse la remera de red sobre su torso desnudo aceitado, sus largas y entrenadas piernas llevaban unos pantalones negros de cuerina con botones a los costados y sus pies resguardados por unos borcegos militares. Colocó unos guantes a sus manos y peinó su cabello hacia atrás delante del espejo con luces blancas alrededor del material por encima de la mesa. Terminó su outfit con algunas cadenas alrededor de su ancho cuello.

—JungKook, muévete, solo faltas tú —voceó el coreógrafo de los bailarines del club nocturno Dyonisus, HoSeok.

El pelinegro corrió por el largo pasillo uniéndose a sus otros tres compañeros en la tarima del escenario ocupando sus respectivos lugares.

—Toma, cabeza de coco —su compañero, de nombre, JiMin, le tendió un cubrebocas del mismo color que su vestimenta con detalles de tachas alrededor de la tela. Lo tomó cubriendo la mitad de su rostro.

Tanto él como sus otros tres compañeros compartían una simple regla, jamás mostrar sus caras del todo. Nadie debía saber sus verdaderas identidades.

La voz grave y sensual del presentador se escuchó a través de los parlantes llamando la atención de todos los clientes presentes allí, comenzando a presentar el show más esperado y caliente de todas las noches de sábado.

"Olympus harem"

Los cuatro ocuparon asiento en sus respectivas sillas, uno al lado del otro. El telón rojo se abrió lentamente dejándoles oír los gritos atronadores de las admiradoras. 'Street' de Doja Cat comenzó a sonar, envolviendo el ambiente denso de un aura sensual y acalorado cuando mostraron los primeros movimientos.

Los cuatro se caracterizaban por tener los cuerpos más deseados y trabajados del lugar. Irradiaban fuerza y sexualidad con cada movimiento marcado de sus cuerpos bajo aquellas luces azules que los hacían ver imponentes e inalcanzables. Un baile realmente excitante.

JungKook tomó asiento cruzando sus piernas mientras sus compañeros iban a cada esquina de la tarima de pisos transparentes con luces blancas debajo iluminando siguiendo la coreografía que terminaría con una prenda quitada de sus disfraces. Él menor les siguió a los segundos, quitó aquella remera de red en un sexy movimiento dejando su torso marcado a la vista recibiendo más que halagos y dinero.

Sus compañeros bajaron del escenario en busca de bailarle de forma sucia a una más que privilegiada mujer. Él siguió su baile alrededor de un tubo, en el cual se refregó dando un par de vueltas, inclusive tocándose a si mismo con la simple intención de provocar.

Los cuatro de vuelta juntos y está vez de espaldas quitaron las últimas prendas que los mantenían cubiertos, quedando en unos apretados y ligeros bóxers que ayudaba a mostrar las hombrías bien dotadas de cada uno. Siguieron meneando y moviendo las caderas, sus manos acariciando sus cuerpos, lanzando miradas lascivas y gestos sugestivos enloqueciendo a todos.

Sus últimos movimientos fueron fingidas y calientes embestidas a las sillas antes de que el telón se cerrará terminando el show del: Olympus harem.

HoSeok corrió hacia ellos a abrazarlos, siendo el primero el de cabellos color menta, Min Yoongi. Este con cara de pocos amigos ni siquiera le correspondió, no estaba en una buena postura para corresponder ese abrazo. Siguió con los menores, JungKook y JiMin, ellos si se dejaron abrazar, aunque el pelinegro rió divertido al ver la cara de su amigo cuando lo manchó del aceite de bebé mezclado con el sudor de su cuerpo.

Otra noche que ameritaba un trago bien cargado entre los cuatro como recompensa.

Se asearon, una vez cambiados y calmados fueron hasta la parte vip dónde SeokJin uno de los bartender les trajo sus bebidas.

—¡Wuaaaa! Me han impresionado, la verdad los envidio, debería de probar también —pensativo con su mano sobre su barbilla y en la otra la bandeja de plata.

—Debería hyung —le animó el moreno de hoyuelos, NamJoon.

—No, mejor no, pienso que si yo subiera a ese escenario, los opacaría a los cuatro —rio modesto— y no quiero que mi belleza haga eso.

Todos rieron sabiendo que el chico de hombros anchos era todo un caso.

—Realmente se esmeraron está noche —felicitó el dj y presentador de los shows, TaeHyung.

—Estoy orgulloso de mis niños —chilló el castaño, HoSeok, fingiendo secar una lágrima de sus ojos— han bailado mi coreografía muy bien.

—Un brindis por el éxito de Olympus Harem.

Cada uno sostuvo su vaso en alto, inclusive Jin y TaeHyung se unieron— ¡Salud! —corearon los siete llevando a sus labios los tragos de diferentes sabores.

A pesar de que cada uno tenía su día especial de presentación, a uno de ellos se le ocurrió la maravillosa idea de presentarlos en grupo. Y no se habían equivocado, porque eran todo un éxito en las lady night. Realmente la química que llevaban hacia que todo saliera perfectamente bien.

Trabajaban muy duro para desplegar aquel show.

Saltó por encima de las rejas cayendo de pie dentro de la propiedad, agarró su bolso del piso caminando unos metros, entró por la enorme puerta del garaje y abrió el maletero de su Mercedes Benz GT 63 S dejando allí dentro el bolso con su ropa del trabajo. Debía lavarla luego.

Suspiró alborotando un poco su cabello aparte de acomodar su hoodie, se quitó las zapatillas deportivas justo sobre la alfombra que conectaba la puerta del garaje con la cocina. Dejó su calzado a un lado entrando al interior. Saludó con tono amable y una leve inclinación a la dos señoras de servicio sin detenerse hasta llegar al enorme comedor.

—Oh, buenos días cariño —saludó su madre tendiéndole una taza de café que él acepto luego de besarle en la mejilla— hoy saliste a correr muy temprano.

—Ah si, si, un poco —mintió, bebiendo un sorbo del líquido ocupando su puesto en la mesa. Justo al frente de su hermano menor quien se dormía a punto de caer de cara contra su tazón de avena y fruta.

—¡Joonhyung!

—Si, omma. —el niño saltó, abriendo sus ojitos y llevando una cucharada de su desayuno a la boca.

—Qué te he dicho de desvelarte, amor, no debes desobedecerme.

—Lo siento, omma bonita, no volverá a pasar.

—¡Buenos días familia! —el señor Jeon entró al gran comedor, besó los labios de su esposa, para luego besar la coronilla del menor y chocar puños con el mayor. Tomó asiento en la cabecera de la enorme mesa llena de comida— ¿Qué tienes pensado hacer hoy, JungKook? —bebió un sorbo de la taza de café.

El susodicho sorbió de su sopa de algas, tragando luego, secó la comisura de sus labios con el pañuelo de tela y con una tenue sonrisa, contestó.

—Hoy la verdad tenía que ir a la universidad a buscar unos libros —mentira— pero me quedaré estudiando en casa, tengo exámenes pronto.

Su padre mirándole con ojos orgullosos asintió. Lamentaba mucho tener que mentirles, pero la realidad era que estaba muy cansado, hacia dos días que no dormía. No solo por tener que estar en Dyonisus, sino también porque si estaba estudiando para sus exámenes.

A pesar de todo, era muy responsable, perfeccionista y organizado, no le gustaba dejar las cosas para último momento. Siempre quería cumplir con todo, de esa manera sentiría cierta satisfacción de control.

—Bien, querida, no olvides que hoy en la noche tenemos el evento por la presentación de los nuevos productos —tomó la mano de su esposa por encima de la mesa.

—No lo he olvidado —responde con una sonrisita. JungKook admiraba la hermosa relación de sus padres— hoy debo ir a la empresa. Hye-min me avisó de tres postulantes, ojalá encuentre al fin a mi nueva asistente, una que sepa trabajar acordé a lo que pida —comentó, bebiendo de su taza de té de menta con leche.

JungKook masticaba despacio la mezcla de arroz con carne percatándose de su hermano menor y su carita con un adorable puchero produciéndole ganas de apretar esos cachetitos redondos entre sus manos.

—Enano —murmuró, llamando su atención, este suspiró y lo observó— ¿qué tienes?

El menor miró por unos segundos a sus padres quienes seguían degustando de su desayuno en una agradable conversación ajeno a ellos. Volvió su cabeza mirando a su hyung.

—¿También irás a esa fiesta está noche?

El pelinegro inhaló aire sabiendo a lo que se refería.

—Si bebé, tengo que ir junto a appa y omma. Sonja se quedará contigo —ante el rostro cabizbajo del pequeño añadió en un susurró para que solo ellos dos lo entendieran— te dejaré escoger uno de mis muñecos de colección de Marvel si me prometes que cambias esa carita.

Joonhyung sonrió feliz, mostrando su sonrisa de dientes chiquitos. Siendo tan pequeño con seis años no podía asistir a esos eventos tan prestigiosos que solo la élite más alta podía. El pequeño terminaba durmiendo a mitad de la fiesta y quedaba mal visto que los niños rondarán entre adultos.

JungKook sabía cómo hacer sonreír y convencer a su pequeño hermano y el pequeño Joonhyung hacia lo mismo con el mayor. Eran los mejores amigos, eran almas gemelas y el pelinegro se aseguraría de darle todo lo mejor a su enano.

—Bueno, me retiro a mis obligaciones —inclinó la cabeza en una reverencia— muchas gracias.

Hizo su saludo especial con el menor, rodeó la mesa apretando cariñosamente los hombros de su padre y besó la frente de su madre.

—Que te vaya bien hijo.

—Que tengan un bonito día.

Amaba a su familia más que a nada, era pequeña, amorosa y pacífica. Sus padres eran su ejemplo a seguir. No podía quejarse, tenía muy buena relación con ambos. Pero eso sí, jamás, jamás —o eso intentaría— sabrían el gran secreto que guardaba, que su adorado y correcto hijo Jeon JungKook, por las noches era un stripper.

Eeeeeeaaaaaaaa, que comienzo a mi parecer. Pequeña intro del JK y su familia.

Realmente estoy muy contenta y ansiosa con este gran proyecto que hemos lanzado con liveforjk _Park_JJ y MonnieGum. Mis hermosas sisters. Espero pasen por sus perfiles a seguir la historia de los otros dioses que acompañan a mi JungKook.

Iremos con todo. No olviden votar y comentar, así sabré que les parece la historia, me gustaría leerles.

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