SIETE.
Aparcó el coche dentro del enorme garaje de la casa. Apagó el motor y se quitó el cinturón de seguridad, la sonrisa no se le borraba del rostro. Imaginar a Maelie al encontrar su pequeño regalo le hizo soltar una risita divertida, ojalá hubiera estado ahí para ver su reacción. No pretendía que se lo agradeciera o que le diera algo a cambio, lo había hecho con mucho gusto.
¿estás seguro?
Esa vocecita le hizo borrar todo rastro de alegría. No tenía otras intenciones más que ganársela, más que acercarse a ella para obtener una sincera amistad. Miró la pantalla táctil de su teléfono e inconscientemente se desbloqueó en la galería de fotos donde abundaba el rostro de Maelie. ¿Solo una amistad?
Suspiró, jamás le había pasado algo así, jamás había querido tanto la cercanía de una mujer en particular. Y no es que no tuviera amistad con el plantel femenino, pero con Maelie, la cosa era diferente con ella. ¿Y Shiho? gruñó, sobando sus ojos. La confusión y el caos en su mente parecía más rayado que disco usado. Si, la morocha revolucionó su vida desde su adolescencia, pero Maelie... aquella chica logró revolucionarlo en tan solo días, ¿eso qué significaba?
—Deja de pensar tanto, el cerebro se te va secar.
Se detuvo a medio camino al entrar a la cocina, sonrió arrugando la nariz, no respondió, se acercó a la chica rodeándole con sus brazos quitándole un quejido por la fuerza impuesta.
—Que graciosa resultaste ser, Sonja.
—JungKook, no me dejas respirar —dio suaves golpes a sus costillas logrando que la soltase.
—¿Te irás? —ella asintió.
—Si, debo terminar unos trabajos para la universidad.
—¿Joonhyung?
—En su habitación, tiene que bañarse.
—¿Appa?
—Mmm, creo que en su despacho. Omma les dejó la cena lista y vendrá más tarde.
Golpearon puños como despedida. Para JungKook, Sonja era como su hermana.
Subió las escaleras de dos en dos escuchando un pequeño alboroto en el piso superior. Sonrió al ver a su padre trotando detrás de su hermanito.
—¡A bañarse, Joonhyung!
—¡Quiero que hyung me bañé! —chilló al ver al mayor de brazos cruzados detenerse en medio del pasillo.
—Enano, deja que appa te bañé, yo tengo cosas que hacer.
—¿Qué cosas? —preguntó, mirándole desde su posición, debía tirar su cabeza hacia atrás para poder mirar a su hermano a la cara.
—Eso hijo, ¿saldrás?
Salir es lo que menos quería cuando hacia días no dormía bien. Por extraño que fuera, no tenía ojeras y eso ayudaba un poco a qué no se notará la falta de sueño. Aunque rápidamente lo adjudicaría a las noches de estudio, aunque fueran mentira. Era su noche libre de Dyonisus.
—Tal vez salir a beber algo, no sé. Tengo que ponerme al día con algunas cosas.
—Puedes bañar a tu hermano y luego irte —palmeó, el hombro de su primogénito— anda, ayúdame, tengo que terminar de redactar unos mails, además, él te quiere a ti —indicó, con su cabeza al menor de todos quien jugaba con un muñeco Hulk absorto como si no estuvieran hablando de él.
JungKook suspiró y asintió.
—Vamos enano.
Siguió al menor quien gritaba y corría quitándose la ropa en el camino al baño de su habitación. Lleno la bañera con agua no tan caliente hasta un considerable nivel. Se quitó la chaqueta y arremango las mangas de su camisa hasta las codos.
Joonhyung se sumergió dentro lanzando algunos juguetes que lo entretenían mientras el mayor le mojaba el cabello con el duchador de mano y le colocaba shampoo.
—¿Qué tienes? —preguntó inocente, sumergiendo un patito amarillo entre la espuma.
—Nada —respondió, masajeando con suavidad la cabecita de su hermano.
—No tienes cara de nada. Tienes cara de mucho.
JungKook sonrió, para ser un niño de seis años, su hermano era bastante receptivo y él siempre le contaba sus cosas -las que podía, obvio- así que no estaría de más expresarle lo que en ese momento sentía. Tal vez en el transcurso de su relato pudiera encontrar las respuestas necesarias.
—Estoy algo confundido —suspiró, enjuagando el cabello del menor— me gustan dos chicas, con una llevo tiempo viéndome y a la otra, la conozco hace poco. La cosa es que la chica que recién conozco me hace sentir cosas extrañas en el estómago cuando la veo y estoy cerca.
—¿Cómo gases? —rio, negó tomando la esponja en forma de pelota de fútbol y le colocó jabón líquido.
—No, bebé, no son gases. ¿Nunca te ha gustado una niña de tu escuela haciéndote sentir raro?
—Si, hay una nena, se llama Nami, le invité de mi mochi el otro día y me dio un beso en la mejilla —sonrió, se le hacía demasiado tierno cuando su situación era demasiado complicada— es linda, pero no sé si quiero que sea mi novia.
—Ninguna de esas chicas es mi novia.
—¿Pero quieres?
Lo pensó, Shiho no era su novia, pero tenían una extraña relación de exclusividad. Aunque exclusivo no era cuando ella tenía un esposo esperándola todas las noches con el cual compartía una cama. En cambio, Maelie...
—No sé, enano. Solo quiero saber que siento en realidad por ellas.
—Yo digo que las mires a las dos, y la primera que te cause cosas bonitas es la indicada. Si te causa algo extraño es porque no es.
Tan descabellado no se oía, tal vez era momento de pensar realmente que quería o que necesitaba. En el poco tiempo que llevaba conociendo a Maelie, sus horas parecían querer irse con ella, en mirarla trabajar y escuchar las ideas tan innovadoras que tenía, en escuchar su voz o simplemente admirarla. En cambio, con Shiho, también le gustaba pasarla bien.
Salieron del baño riendo, Joonhyung le contaba a su hermano mayor sobre lo aprendido en clases de biología ese día mientras tocaba la nariz regordeta de este, era una maña que tenía.
—Podríamos salir a beber algo, hace rato no tenemos una noche de chicos —interrumpió, el padre de ambos recostado en el umbral de la puerta.
Lo pensó, era verdad, cada uno estaba tan metido en sus asuntos, trabajos y demás que no recordaba el día en que tuvo un día o una salida con alguno de sus padres. No sonaba mal, tal vez hasta podría comentarle sus inseguridades y podría recibir algún buen consejo que lo ayude.
—Es verdad, dame unos minutos, me cambio y salimos algún lado —contestó, colocándole la parte superior del pijama al menor.
—Ve a cambiarte, yo ayudaré a Joon y lo dejaremos durmiendo, nos iremos antes de que tu madre llegue.
Apenas el portón de la entrada se abrió, ambos se vieron cegados por las luces de un auto que entraba a la residencia. Ambos vehículos se detuvieron con las ventanas del piloto al mismo nivel.
—¿A dónde van? —preguntó YooSun, mirando a ambos hombres Jeon y rebuscando al tercero.
—Noche de chicos —se jactó JungHyun haciendo reír a JungKook— Joon está durmiendo, no te preocupes, Aeran se quedó con él.
YooSun asintió. JungHyun alargó su cuerpo por la ventana del auto al igual que ella, se dieron un beso como despedida y algunas palabras melosas antes de cada uno tomar su camino.
—Ustedes son terriblemente adorables —manifestó, el pelinegro con una sonrisa pícara— necesitan un viaje solo los dos.
—mmm, no le digas a tu madre que te lo conté pero, haremos uno a Alemania dentro de un tiempo, tengo una reunión importante con unos accionistas, solo será una semana, de dos días, los restantes me lo tomaré vacaciones con tu madre.
—Y nosotros qué —preguntó con aparente indignación, arrugando su entrecejo.
—Sobrevivirán —respondió, haciendo a ambos reír.
Admiraba la relación de sus padres, algo puro y de mucho cariño. Se lo merecían luego de haber pasado por mucho, de haber construido todo lo que tenían desde abajo. De haberlo tenido y criado siendo aún chicos de veinte años. Se merecían ser felices y deseaba algún día tener algo así, una hermosa relación de amor y compañerismo. Alguna vez lo imaginó como algo realizado junto a esa persona, pero el tiempo le demostró lo contrario.
—Oh, mira quienes están ahí.
Volteó, mirando la dirección que su padre había marcado con su barbilla. Por las tenues luces del lugar y el gentío disfrutando de los tragos y bebidas no pudo distinguir al principio, pero al ver a la disque feliz pareja acercarse a ellos, su humor decayó un poco más. Kim Siwoon y su esposa Kim Shiho los saludaron amenamente, como los buenos amigos que eran.
JungKook solo lo hizo por cortesía, por educación y porque si. No tenía nada contra el hombre, era un tanto incómodo tenerlo a centímetros suyo hablando como si nada cuando compartían a la misma mujer en la cama. No se sentía orgulloso de esas cosas. Tampoco de las insinuaciones debajo de la mesa. En otro momento, las hubiera aceptado y hasta las hubiera seguido por morbo y por placer, pero ahora, solo quería escapar.
"Te espero en nuestro lugar"
Fue el mensaje que recibió una vez salieron con su padre de aquel bar mientras caminaban por las calles de Itaewon. No estaba muy pendiente de la plática, por eso solo acotaba con monosílabos o con simples gestos. Tampoco pudo platicarle sobre sus dudas o pedirle algún consejo, habían hablado de otras tantas hasta que llegó Shiho que todo quedó en segundo plano.
—¿Te pasa algo, hijo? Te veo muy distraído.
Suspiró, tal vez era momento de contarle y de escuchar su opinión. Su atención se vio completamente opacada por la figura de alguien a unos metros más adelante. Tan absorta y alegre mirando el show de un grupo de bailarines callejeros. Aún llevaba la ropa que usó en la oficina, pero sus tacones fueron intercambiados por unas botas con corderito, seguramente para calentar sus pies de aquel frío de la noche.
Sus miradas se cruzaron por unos minutos, ni siquiera escuchó el llamado de su padre o que este moviera la mano frente a su rostro. Solo la miraba a ella, su sonrisa y aquel cabello rubio, largo y lacio moverse a causa de la leve brisa. Ella fue la que acortó la distancia, él solo quedó hipnotizado viéndola acercarse.
—Buenas noches —hizo una reverencia que solo JungHyun correspondió. JungKook solo... parecía en un viaje astral con sus ojos puestos en ella— ahm, mi nombre es Yeon Maelie, un gusto.
—Jeon JungHyun, ¿Maelie? ¿Yeon Maelie? Oh tú eres la asistente de mi esposa, ¿no es así?
Asintió algo avergonzada, se había dado cuenta de la penetrante mirada de JungKook poniéndola más nerviosa todavia, no entendía porqué, pero en ese momento se le hizo tontamente tierno. JungHyun también se había dado cuenta y solo atinó a darle un codazo en las costillas llamando su atención.
—Maelie —su voz salió como un ligero susurró, carraspeó buscando más estabilidad, se sintió un completo idiota por sonar así. Su padre y la rubia rieron.
—Bueno, debo irme, debo llegar a casa y descansar.
—Si quieres puedo acompañarte —sus palabras salieron tan apresuradas que no se dio cuenta de la desesperación con la que sonó.
—No te preocupes, vivo a unas cuadras de aquí.
—Encantado de conocerte, Yeon Maelie.
—Igualmente, señor Jeon —sonrió, pasando por el medio de ambos, volteando nuevamente para agregar— ah, gracias por el café, JungKook, realmente me gustó.
"La primera que te cause cosas bonitas es la indicada"
Ese pensamiento no se iba de su mente. Era como un película rebobinando una y otra vez sobre esa frase.
Por eso no entendía cómo terminó en aquel departamento de uno de los hoteles más lujosos y caros de la ciudad. Tal vez porque aquel sentimiento desconocido lo tenía demasiado ansioso y perplejo. Y porque lo conocido es mejor a lo desconocido y temeroso, ¿no?
Agradeció la copa de vino que Shiho le tendió en la mano. Ya lo estaba esperando con un juego de lencería que a cualquiera dejaría enloquecido, pero JungKook estaba muy dudoso. Bebió un trago de la copa, tal vez eran nervios, tal vez era el cansancio, tal vez ya no sentía comodidad y la monotonía los había visitado.
Dejó que le quitará la copa de las manos, que le sujetara la mano y lo llevará por las escaleras hasta el entrepiso dónde se encontraba la improvisada habitación de sus encuentros. Lo acorraló en la pared quitándole la chaqueta de cuero, ese que lo hacía ver musculoso. Se dejó besar en el cuello cerrando los ojos porque la sensación era agradable, inclusive que jugara con la hebilla de su cinturón. Debía hacer algo él también, porque la bola de duda estaba tan pegado a la pared de su estómago que si no buscaba una solución se volvería loco.
Buscó la boca de Shiho como iniciativa, el beso era lento pero profundo, dónde sus lenguas se enredaban y acariciaban, se detuvo a pensar en que no había reacción de su parte, ninguna, así que pasó al siguiente nivel. Su mano se dirigió hacia la intimidad femenina cubierto por un fino encaje, rozó con la yema de sus dedos la tela, su desesperación subió de nivel al sentir la humedad de los pliegues sobre sus dígitos.
Nada.
Gimió, sintiendo los besos húmedos de Shiho sobre la piel de su cuello y las manos de esta acariciar su abdomen dirigiendose a su entrepierna. Alertado por eso, la volteó rápidamente apresándole ambas muñecas en la espalda, no podía permitir que se diera cuenta de que no tenía una erección cuando lo normal era que él estuviera adolorido y desesperado por metérsela.
Era la primera vez que le pasaba esto. Era la primera vez que besos subidos de tono y toqueteos no le hacían reaccionar el cuerpo. Se preguntó porqué e instantemente, su propio inconsciente lo traicionó cuando la imagen de Maelie apareció, de toda ella inundando su ser, su rostro, su cuerpo, su sonrisa, todo ella.
Jadeó, alejándose abruptamente, su cuerpo trepido por la sensación tan avasallante en su pecho, no negaba que le gustaba, pero aquello fue más allá, ¿acaso él estaba...
—¿JungKook?
Cerró fuerte sus párpados, no sabía cómo saldría de allí. Sintió las manos de Shiho darle unos suaves masajes a sus tensos hombros.
—Estoy cansado, eso es todo —se excusó.
—Nunca me has negado sexo, amor, ¿es eso o hay otra cosa? —preguntó ella, sujetandole la barbilla para que la mirase. Cómo decirle. Pasó con fuerza sus dedos por las hebras de su cabello.
—Ya te dije, solo estoy cansado —masajeo su nuca rotando su cabeza— la universidad, Dyonisus, la familia, las empresas —mis sentimientos— son muchas cosas.
—Entonces déjalo —ante la confusión en los ojos de JungKook, ella añadió— vete de Dyonisus, es tiempo de que dejes eso, no me gusta que sigas ahí.
Su semblante se torno muy serio, demasiado, pero a ella no le interesaba mientras cumpliera sus peticiones.
—¿Qué?
—Fuiste ahí, porque yo te lleve, para que pudieras aprender y pudieras complacerme. Ya está, no lo necesitas, no entiendo que sigues haciendo allí.
—Eso lo decido yo —no le gustaba que le dijeran que hacer, tomó su chaqueta del suelo— debo irme.
—¡JungKook! —no le respondió, la beso fugazmente en los labios y se largo.
"La primera que te cause cosas bonitas es la indicada. Si te causa algo extraño es porque no es"
Y sale JK cantando: "Dos mujeeeres un camino, es el destino que ahora tiene para miiii la vida" 🎵🎶
En el capítulo anterior leí algunos comentarios de que estaban confundidas porque JK no se decidía, pues siento decirles que va seguir así. Porque el JK no sabe que sentir. O tal vez ya lo sabe pero se hace el idiota 🤭
Espero les guste. No olviden votar y comentar. Me gusta leerles.
Cuidense mucho.
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