FINAL.
Su ánimo no cambió mucho, seguía igual de taciturno desde hace días, al menos, comenzaba alimentarse bien y dormía la mayoría del tiempo. Eso lo ayudaba a no pensar tanto. Por primera vez, fue sincero con sus padres relatándoles toda la historia alrededor de sus noches en Dyonisus, al igual que, su sórdida relación con Shiho. Obviamente, la decepción en los mayores seguía intacta, pero perdonar a su hijo ayudándolo a salir de su depresión era más importante. JungKook era alguien con una maravillosa vida por delante.
Caminó, saludando escuetamente a los trabajadores que se cruzaban con él. Todos sabían que Yeon Maelie no trabajaba más en la editorial como asistente de Jeon YooSun. Una noticia que había dejado asombrados a la gran mayoría por el aprecio que le tenían. Entró al despacho de su madre con la mirada en el suelo. No tenía muchas ganas de estar allí, lo hacía solo por su madre.
—Mi vida llegaste.
YooSun rodeó su escritorio hasta colocarse delante de su hijo, acunó las mejillas de este observando su semblante neutro. Aún estaba preocupada por su estado enfermo. JungKook levantó una hoja perfectamente doblada por la mitad, se la entregó y ella lo revisó con atención.
—La nota máxima, pase el examen con honores.
YooSun respiró orgullosa de escuchar aquello. Orgullosa de saber que aún inmerso en su oscuridad haya podido concentrarse en algo tan importante como lo era ese examen para terminar su carrera de Marketing. Se abrazaron, JungKook cerró sus ojos conteniendo las lágrimas. Extrañar era un sentimiento amargo que aquejaba toda su existencia.
Jamás pensó que amar intensamente a alguien sería así de difícil y duro.
Tomaron distancia en el momento en que la puerta fue golpeada. Hye-min entró con una leve sonrisa en sus labios mirando a los Jeon. En ella recaía la mayoría del trabajo hasta que encontrarán una nueva asistente para la CEO.
—Disculpen que interrumpa, sunbae Shiho está esperando en recepción.
—Dile que pase.
YooSun tomó asiento en una de las sillas frente al escritorio, su hijo a su lado apoyado sobre el mueble. La castaña los miró con las palabras atoradas en su garganta, el sentimiento de culpa la azotaba desde hacía días. Ver el asiento vacío de su compañera no le hacía sentir mejor.
—Mierda —se adentro cerrando la puerta detrás— esto lo tienen que saber —ambos Jeon la miraron expectantes— no me pregunten cómo, pero sunbaenim Shiho les ha mentido.
—¿Con qué? Sé clara, Hye-min.
Tragó saliva mirando al pelinegro, tal vez perdería su trabajo, al menos se quitaría un peso de encima.
—No sé si lo recuerdas, pero un día ella te encontró muy borracho en un bar, te llevó a uno de sus departamentos —analizó el rostro del chico, prosiguiendo— te mintió, tú y ella jamás se acostaron.
—¿De qué está hablando? ¿JungKook?
—Sigue.
—Ella te hizo creer que se acostaron, la realidad es que te quedaste dormido. Es todo lo que sé.
Ninguno dijo nada, YooSun no sabía cómo reaccionar ante esa nueva confesión. La simple idea de que su hijo se enredara de esa forma con la que fue su mejor amiga le causaba repulsión. JungKook sentía su sangre hervir en su interior, más no dijo e hizo nada, solo esperó a la castaña quien parecía tener algo más que decir.
—Maelie tampoco fue la que envió esa carta —esta vez YooSun se levantó, prestando atención— dónde confiesa que tú… —lo miró de arriba abajo— trabajas, trabajabas… en un club nocturno. Sunbae escribió la nota y se la hizo firmar haciéndole creer que era otra cosa.
—Esto no puede ser.
—No me he llevado bien con Maelie desde un inicio, ni he intentado hacerlo, le tenía un poco de envidia —confesó, sincera— pero es buena, no merecen lo que sunbae les hizo, no cuando todo el mundo se dio cuenta que ustedes dos se quieren.
—¿Por qué te callaste?
—No pensé que sería capaz de tanto.
—Tu complicidad con esa mujer es motivo suficiente para echarte de la editorial.
Las lágrimas de la castaña no funcionaban con YooSun, sin embargo en JungKook.
—No se irá, omma —volteó a verla— Hye-min se equivocó, me alegra saber que se arrepintió. Ella nos ayudará de ahora en adelante si quiere conservar su trabajo.
Hye-min más que agradecida por la segunda oportunidad les dió su completa fidelidad.
Cuando Shiho ingresó al despacho, madre e hijo murmuraban por lo bajo.
—Que bonita reunión. Ver a las dos personas que más adoro en este mundo.
JungKook rio nasalmente, conteniendo su rabia. Su madre mantenía su sobria postura.
—No seamos hipócritas, Shiho. Nunca has sido sincera. Siempre supe que eras un tanto egoísta, yo te quería mucho, eras mi mejor amiga, me apoyaste en mis peores momentos y ahora lo único que quiero es que te vayas de la editorial, de nuestras vidas.
—No pueden sacarme, soy una de las accionistas mayoritarias —se cruzó de brazos, manteniendo una sonrisa arrogante— además, me gusta mi trabajo.
—Te las compraré —la morocha rio— recuerda que tengo ahorros de Dyonisus, recuerda que ahí ganaba muy bien.
—¿Y si no quiero irme? —desafió.
—Recuerda que somos parte de una de las revistas más influyente del país.
—¿Es una amenaza? No creía eso de ti, YooSun.
—Cuando se meten con lo que más amo, puedo desconocerme.
Shiho tragó saliva comenzando a sentirse nerviosa. Busco en JungKook, su mirada.
—¿No dirás nada? ¿Dejarás que tu madre cometa una locura en la revista?
—Es adulta, es dueña de sus propias decisiones.
Él solo quería largarse de allí, la situación le incomodaba demasiado. Esa mujer lo irritaba.
—Eres un maldito cobarde. Así como dejaste ir a la mocosa esa. Se nota lo mucho que te ama, terminó renunciando, traicionándote y yéndose a los brazos de otro.
Recordó la última llamada al celular de Maelie dejándole un mal sabor de boca. Al menos se sentía aliviado de saber que su princesa jamás lo traicionó. Solo rogaba que estuviera bien y tranquila.
—Deja de meterle cosas en la cabeza. Maelie es mejor mujer que tú —dijo YooSun de pie.
—Vete —la voz grave y gutural del pelinegro las helo a las dos— Te lo diré una sola vez. En estos momentos, me siento vacío y sin vida. Eso lograste tú y de la misma manera en que me siento, puedo cometer actos de los cuales no me importará sus consecuencias.
—¿De qué hablas?
—Recuerda que he estado contigo durante un par de años, he escuchado muchas cosas y he visto otras tantas.
—Sabes que si hablas, yo hablaré —sus ojos se abnegaron de lágrimas.
—No lo dudo —esbozó una sonrisita ladina— Solo me gustaría saber quién perderá todo primero. Te repito, sé demasiadas cosas, incluso de tu querido esposo. Cosas que me has contado y son confidenciales. Cosas que si el mundo lo sabe, el tío SiWon irá detrás de ti por hablar, ¿a quien le conviene callarse?
—Son la peor familia, están locos, no voy a permitir que me hagan esto, ¡los voy a desenmascarar!
La puerta se abrió repentinamente, dos hombres de traje entraron deteniéndose, esperando órdenes.
—Última advertencia, vete, déjanos en paz. Deja a mi hijo en paz. Te daré una suma de dinero exorbitante solo para te largues de aquí, haz como que nunca nos conocimos.
—Por favor, amiga.
Ambas se miraron fijamente compartiendo lágrimas, al igual que, un montón de emociones coincidentes cómo diferentes. Shiho derrotada comenzó a alejarse, arrepentida por una sola cosa que jamás iba poder recuperar.
Entraron a la casa en silencio, JungHyun esperaba a su esposa y primogénito junto al menor de los Jeon. Casi era la hora de cenar.
—¡Hyung! Ven, tengo que mostrarte lo que hice en clases de arte hoy.
Joonhyung jaló el pantalón de su hermano mayor, este lo levantó en brazos besándole una de las mejillas. Era el único que lo hacía sonreír. Se alejaron seguido de los mayores, entraron a la enorme sala tomando asiento en uno de los sofás.
El infante tomó una enorme hoja de papel de una carpeta donde había dibujado con acuarelas a su familia. Se lo mostró con entusiasmo al mayor contándole cada detalle. JungKook sonrió divertido al verlo a él plasmado de forma graciosa por su cuerpo musculoso.
El próximo dibujo borró su sonrisa, reemplazado por un nudo en la garganta. Joonhyung había retratado —de una forma inocente— la salida que habían heho al parque de diversiones, él entre medio de JungKook y Maelie. Los tres muy felices.
—Joon, ve a lavarte las manos antes de cenar.
—Ya me lave las manos, omma.
—No rezongues, hazle caso a tu madre.
Joonhyung puchereó, obedeció dejando un beso en la mejilla de su hermano mayor antes de marcharse.
—¿Kook? Dile a tu padre lo que quieres hacer.
Esnifó, cerrando sus ojos por un instante con la intención de alejar las lágrimas. Respiró profundamente antes de dirigirse a sus padres.
—Seguro omma te contó que aprobé el examen y me recibí —JungHyun sonrió, orgulloso de su hijo— estuve pensándolo y antes de seguir trabajando en las empresas, quiero tomarme unas vacaciones, hacer un viaje largo.
El hombre miró a su esposa a su lado, ella ya tenía sus ojos cristalizados por las lágrimas.
—¿Estás seguro?
—Si, quiero irme, tal vez la distancia y sobre todo el tiempo me ayuden a sanar. No quiero quedarme aquí. Tal vez Jin hyung me acompañé.
—Kook, debes ir a buscarla.
Se sorprendió de escuchar aquello de su madre. Que más quisiera volver a ver a su princesa, aferrarla entre sus brazos y adorarla. Sin embargo, él sabía que no sería tan fácil. No tenía fuerzas para luchar. Solo quería paz para si mismo.
Intento sonreír, saliéndole una mueca extraña. Se colocó de pie, besó la frente de su madre.
—Prefiero que el tiempo pase. Tal vez las cosas mejoren.
Se alejó dejando en silencio a los mayores.
—Debemos hacer algo, JungHyun.
—Coincido contigo, cariño.
•••
Eran las seis de la mañana cuando ellos se encontraban en el estacionamiento. Habían tomado una decisión luego de escuchar el deseo de su hijo mayor la noche anterior. Querían apoyarlo, aún así, no estaban del todo de acuerdo en que se alejará. YooSun sentía una gran culpa por no haber estado más interesada a los rumores, por no ver la felicidad que JungKook destilaba al saberse enamorado. Por haber pensado siquiera que Maelie era una mala chica. No. Ella fue una víctima más de los juegos de esa mala mujer, ella merecía saber la verdad.
Esa verdad que, por casualidad, había encontrado en el tacho de basura.
—Ten, aquí está todo —su esposo le entregó un sobre con papeles y dinero— ¿estás segura de esto?
—Si, debo hacerlo, me he comportado muy mal con ella, necesito que lo sepa todo para por lo menos ayudar a nuestro hijo. Merece ser feliz junto a la persona que él ama.
—Yo te amo por luchar.
—Y yo te amo por seguir mis locuras.
Compartieron un tierno beso de despedida antes de que YooSun subiera al auto.
—Avísame si necesitas otra cosa, no te preocupes por los chicos, los cuidare muy bien e intentaré hacer desistir a JungKook de ese viaje.
—JungHyun, sea lo que sea que pase. Apoyemos a Kook, se lo debemos.
Sus ojos no se apartaban de aquel horizonte de cielo azul, el sol resplandecía otorgando calor al ambiente. Había extrañado la brisa del mar golpear su rostro, sentir el agua helada del océano en sus pies descalzos. La tranquilidad de la soledad apaciguar sus pensamientos. El extrañarlo tanto.
Un carraspeó la sacó de su ensimismamiento. Sonrió al ver a su lado a Minhyun, que el chico trabajara con su madre en el restaurante hizo que se acercarán un poco más, que la amistad resurgiera logrando que Maelie olvidara por un momento la sensación de dolor.
—Oye, ¿no quieres comer? Tu madre hizo hotteok, mencionó que eran tu favorito.
Ella asintió. Entraron al interior, había poca gente, puesto que la hora del almuerzo había pasado. Maelie eligió una mesa algo alejada para sentarse, miró de reojo al chico preparando dos platos con dos café mocca. Le agradeció luego de depositar todo en la mesa.
—Oh, esto es para ti. Anoche compré tres, se me antojó en medio de la guardia, solo pude con dos.
La sonrisa de la rubia desapareció al ver la botellita de banana milk frente a sus ojos.
—¿Esta todo bien?
—Si, ahm, gracias.
—No lo parece.
—La nostalgia. Es todo.
—¿Sigues pensando en tu viaje hacia París?
Maelie le había contado su plan. Minhyun destilaba una confianza siéndole fácil a ella apoyarse en él. En el fondo agradecía reencontrarse con gente de su pasado.
—Si, omma no quiere que me vaya, dice que siete meses sin mí fueron suficiente, que me aleje de nuevo es una tortura.
—No debería preguntar —mordió un pedazo de su hotteok— pero, ¿por qué dejaste Seoul?
Maelie masticó despacio, ayudó a pasar la masa con un sorbo de su mocca, sus ojos fijos en la pequeña botellita de banana milk a un costado.
«Por cobarde»
—Ya no pude seguir —sonrió— mi padre era de Francia, mis abuelos están allí, si voy estaría mucho más cerca de lo que me gusta. La moda de alta costura, las últimas tendencias, las mejores revistas —cortó con sus dedos los pedazos para llevar un poco a su boca— me ilusiona eso.
—Y en Seoul, ¿no? —lamentaba ser un tanto insistente, pero intuía que había algo mas— Maelie, piensa en tu felicidad, no dejes que la confusión o un malentendido te haga tomar una drástica decisión.
—Gracias.
Le sonrió, comiendo en silencio de su hotteok hasta que Minhyun la hizo reír con sus anécdotas. Era muy divertido como ocurrente.
Trabajar en el restaurante le ayudaba a mantenerse ocupada. A pesar que su madre se negaba, ella ayudaba en los momentos en que abundaba gente, cómo en ese dónde al parecer una famosa banda de kpop tocaba en uno de los estadios cerca de allí. La gente local y turista se adentraba a probar la deliciosa gastronomía coreana.
—Bienvenida, ¿qué desea...
Su voz se perdió entre medio de la cotidiana pregunta hecha a los clientes al ver el rostro más que conocido de la mujer. Estaba estupefacta. ¿Qué hacia ella ahí? YooSun se levantó con ese aire tan elegante y parsimonioso que la caracterizaba. Maelie hizo una reverencia respetuosa como saludo, se sentía avergonzada.
—¿Cómo has estado?
—Bien, he estado bien.
Para la mujer, esa respuesta sonó a una actuada, una que se dice para ser cortés evitando decir la verdad. No veía a la chica entusiasta y ambiciosa que quería comerse al mundo, sino una versión completamente desdichada. Suspiró, su hijo estaba de la misma manera o peor.
Tomó asiento, ojeando el menú donde se leían platos muy tentadores.
—¿Qué me recomiendas de las especialidades de tu madre? Me habías comentado una vez que hace un exquisito sundubu jjigae —la chica asintió, moviendo entre sus manos la lapicera y la libreta donde apuntaba los pedidos— eso quiero entonces, por favor.
YooSun sonrió, Maelie le correspondió alejándose unos instantes para hacer el pedido. Su madre observando detrás de la barra.
—¿Estás bien? ¿quieres que me encargue yo de esa mesa? —preguntó Minhyun, sujetando la muñeca femenina. Ella negó, siguió su camino advirtiendo la mirada de su madre en su persona. Intuía algo.
—Tranquila, omma. ¿puedes esmerarte en este plato, por favor?
Regresó minutos después para acomodar los pequeños recipientes con diferentes tipo de acompañamiento, todo bajo la atenta mirada de la señora Jeon. Otros minutos más tarde, llegaba la orden acomodando el plato de estofado frente a la mujer.
—Maelie —llamó antes de que la susodicha se alejará— siéntate por favor, hablemos.
Se sorprendió ante aquella petición, no quería sonar grosera, pero lo que menos le apetecía era hablar. Mucho menos sospechando cuál sería el tema. Quería evitarlo. Sin embargo, no le haría ese desaire, por lo que tomó asiento frente a ella.
YooSun llevó el primer bocado a su boca deleitando a su paladar con el picante sabor, realmente era exquisito, sino fuera porque tenía un objetivo que cumplir disfrutaría ese platillo con la vista del mar a solo metros.
Miró a Maelie, está se encontraba con la cabeza gacha mirando distraída la mesa.
—¿Por qué renunciaste?
—No me sentía cómoda.
YooSun sabía que esa respuesta tenía su grado de veracidad, aún así, quería escucharla.
—Te pregunto por la razón real, no la que inventaste —en la carta de renuncia Maelie había colocado que buscaría otros horizontes, lo cual era mentira.
—Usted sabe la razón —su voz sonó frágil— no entiendo qué hace aquí. Ya me aleje para no causar mal a nadie.
Se encogió en si misma jugando nerviosa con sus manos. Ella le recordaba mucho al pelinegro incrementando su extrañar. YooSun suspiró, observando el rostro abatido de la chica.
—JungKook dio su examen final, aprobó con honores.
Maelie tragó saliva aleteando sus párpados para evitar las lágrimas. El sentimiento de felicidad ahondaba su pecho. Se sentía muy orgullosa por él.
—Maelie, tienes que volver y arreglar las cosas con mi hijo. Él no quiso lastimarte —hizo una pausa— sabemos toda la verdad. Sobre Shiho, ese lugar donde trabajó, sobre ti, sobre todo.
Los ojos de la rubia se abrieron de par en par invadida por la sorpresa. YooSun extrajo de su bolso un pañuelo de fina tela para secar su nariz.
—Shiho mintió, ella fue la que usó a mi hijo, lo influenció siendo un niño, lo metió a ese horrible lugar —sus ojos cristalizados no se apartaban del rostro de la menor— JungKook te mintió, sí, pero lo hizo por temor, él te ama en verdad.
Se atrevió a sujetar la mano, se sentía fría y temblorosa bajo su tacto. Se sentía culpable de su estado.
—Maelie, mi hijo siempre te respetó, esa aventura terminó mucho antes de que ustedes comenzaran su relación. Shiho inventó muchas cosas. No sabes lo arrepentida que estoy, mereces unas sinceras disculpas por tanto que has pasado, mereces mucho.
—¿Usted hubiera aceptado lo nuestro?
Lo pensó, obviamente sus prejuicios hubieran hablado primero. Sin embargo, la felicidad de su hijo era primordial.
—No sabía que realmente sentían eso —agachó la cabeza.
El silencio se intensificó. Maelie sentía su corazón clamar por él, expresándole que era momento de perdonar y volver. Su cerebro, en cambio, pérfido, le recordaba aquellas fotos que había visto en la oficina aumentando su resentimiento.
«Te vas arrepentir y será muy tarde»
—No me pida que vuelva, no quiero hacerlo, él va estar bien, se va recuperar y todo saldrá bien, así cada uno seguirá con su vida —sollozó, colocándose de pie— me mintió, me escondió aquella relación.
YooSun sintió angustia e indignación.
—Lo aceptaste, aceptaste que él bailara en ese lugar, pero no puedes perdonarle el guardarte ese secreto para protegerte de esa mala mujer.
Maelie no contuvo el llanto, llamando la atención de los comensales. Minhyun se acercó a auxiliarla. JiYoung, la madre de Maelie le indicó al chico que se la llevara.
—Sera mejor que deje en paz a mi hija, bastante ha pasado —hablo con tranquilidad y seriedad— le pido con todo el respeto que se merece que se retire.
YooSun estaba desilusionada, reflexionando aceleradamente cuál fue su error. No era lo que tenía en mente. Abonó su orden aún cuando JiYoung le había dicho que era por parte de la casa. Sacó un papel arrugado doblado en dos siendo su último recurso.
—Me iré, pero por favor, dele esto —tomó la mano de la madre de Maelie entregándole la carta— necesito que lo lea. Esto podría cambiarlo todo.
Entró a la habitación de su hija, está se encontraba sentada a orillas de la cama. Sus ojos colorados y llorosos solo la entristecían, era la primera vez que la veía devastada. Podía imaginar su dolor, era de alguien que sufría por amor. En su mano, yacía esa carta que, en un principio, dudó en tirar a la basura, pero que una vocecita en su interior le decía que Maelie debía leer el contenido.
—Cariño, tranquila ya se fue.
La acunó entre sus brazos, le besó la coronilla peinando su cabello rubio. Había extrañado mucho tener a su pequeña así. Algunos recuerdos del pasado junto a su difunto esposo la invadieron, anhelaba tanto volver a ellos.
Sin embargo, la vida seguía, tenía que ayudar y apoyar a su niña. Guiarla en estos momentos de confusión.
—Anda, toma un baño, relájate—le besó la frente, dejando el papel encima de su escritorio— date el tiempo de leer eso, tal vez te sirva para despedirte.
Salió del baño arrastrando por el piso de madera sus pies en unas pantuflas afelpadas, entró a su habitación secando su cabello con una toalla mediana. Su cabeza aún dolía por el llanto de la tarde, prefirió evitar el espejo sabiendo que su rostro se vería hinchado, estaba más que segura.
Colocó la toalla sobre el respaldo de la silla junto a su escritorio, cayendo en aquel papel de color blanco que la señora Jeon había dejado con su madre. El bichito de la curiosidad le estaba taladrando.
Se rascó la muñeca derecha mirando a su cama tendida, aún poseía la bata de baño puesta. Buscó su pijama primero para vestirse —o distraerse— no pudo dar ni tres pasos cuando sus manos involuntariamente tomaron aquella carta desconociendo su contenido.
Supuso que se trataba de algo muy importante si Jeon YooSun se había atrevido a viajar un par de horas solo para entregársela o darle su sincera disculpa.
Se maldijo a si misma por querer saber algo que ya no debía ser de su incumbencia. Caminó hasta la cama sentándose en ella, acomodó una almohada en el respaldar de modo que pudiera recostarse tranquilamente, acercó su pijama a su lado con la intención de vestirse desviando una vez más la atención de ese papel. No lograndolo cuando lo abrió dejándole ver la tinta azul.
Respiro profundamente queriendo calmar a su agitado corazón dentro de su pecho. Conocía a kilómetros esa estupenda caligrafía, lo que la llevó a desdoblar por completo comenzando a leer.
════════════════
La verdad no entiendo que hago escribiendo esto, supongo que como dijo Jin hyung, tenemos que descargarnos de alguna manera. Pues aquí va. Esto es una idiotez. La misma que siento por ti, Maelie. O tal vez deba decir que yo soy el idiota que se equivocó al mentirte tanto y esconderte lo importante.
Me aterraba el solo pensar lo que pudieras pensar de mí si te decía que trabajaba de stripper o que tuve una relación morbosa con una mujer veinte años mayor, quien resultó ser mejor amiga de mi madre. Soy decepcionante, lo sé. He traicionado a mi familia y no puedo perdonármelo.
Si callé fue porque conozco muy bien a Shiho, ella no quiere ver feliz a nadie a menos que sea para su propio beneficio. No permitiría que te hicieran daño. Estoy muy arrepentido. Incluso llegué a pensar que era la mujer de mi vida, estaba muy equivocado en eso.
No podría explicarte con palabras lo que sentí la primera vez que te vi. Apareciste como una hermosa y perfecta visión. Una que automáticamente me dijo: “esta es la mujer de tu vida y la madre de tus hijos”. Sí, sé que suena descabellado, pero juro haber escuchado las campanas de la iglesia cuando saliste de aquel ascensor.
Que me hayas ignorado los primeros días sabiendo quien era, me ponía duro y prefiero reírme porque sé que me dirás que soy un sucio descarado mientras tú te avergüenzas.
El simple hecho que tu apellido y el mío coincidieran de alguna extraña manera solo me afirma que era el destino habernos encontrado. Las bastas y simples coincidencias, o que por primera vez pusiera en duda mi estadía en Dyonisus al conocerte, el único lugar que me hacía sentir libre, ya no lo hacía al querer estar contigo. Dime si eso no suena a locura.
La primera vez que te bese, juré pensar en que no lo fue y he besado a muchas mujeres en mi vida. Pero a ti, besarte era mágico y abrasador, me encantaba hacerlo, no me cansaba de ello. Jamás me cansaría de besarte cada rincón de tu piel. Me siento un imbécil escribiendo estás cursilerías, Maelie.
El sexo, Dios, no debería mencionarlo cuando he tenido una persona que me enseñó hasta lo más oscuro. Contigo. No puedo explicar con palabras lo que sentía todas esas veces al hacerte el amor, lo que mi cuerpo quería y necesitaba. Solo a ti necesitaba como si fueras una droga que calma mi dolor. Eres muy adictiva, una adictiva droga que ayudaba a mejorar mi vida.
Quería tener un futuro contigo, a tu lado, mierda, quería llevarte frente al altar y jurar ante Dios cuánto te amo y necesito. Sé que te hice sufrir, no debo juzgarte por tomar la decisión de marcharte lejos. Has soportado demasiado, tanto que el altar te lo mereces tú, por ser una bendita diosa, mi más perfecta y bella diosa.
En estos momentos, odio a la gente que dice que de amor no se muere, porque coincido en que tienen razón, de amor nadie muere. Aún así, no puedo evitar pensar ni sentir que me consumo lentamente, me estoy consumiendo sin ti, princesa, sin tu amor. Ya no tengo fuerzas, sinceramente me importa poco lo que pueda pasarme de ahora en adelante.
Si eres feliz lejos de mí, aprenderé a vivir sin ti. Mejor dicho, a sobrevivir. Tú, Yeon Maelie, amor de mi vida, mujer de mis sueños, te has llevado mi alma entera, mi corazón, te has llevado al JungKook que vivía. Tal vez te lo merezcas, me has hecho el hombre más feliz del mundo.
Porque a pesar de todo, te amo, te ame y aún pase lo que pase , te amare. Voy hacerlo hasta el día de mi muerte. Aunque me duela en lo más profundo te dejaré ir. Voy a dejarte ir, princesa. Esperó que dónde estés vuelvas a encontrar la felicidad que tanto mereces, porque la mía siempre ha estado a tu lado.
════════════════
No pudo contener su llanto al terminar de leer, el dolor de aquellas palabras solo ahondaron el hueco vacío anidado en su corazón. Apretó la carta entre sus manos contra su pecho, colocándose de forma fetal en el colchón.
Aquellas palabras eran tan profundas y devastadoras que jamás pensó que él la tuviera así, en un pedestal que ella misma había terminado de arruinar por temor.
Tal vez la distancia ayudaría a sanar las heridas de cada uno. Tal vez si realmente eran el uno para el otro la vida los volvería a juntar. Y tal vez, si aún seguían sintiendo lo mismo, podrían empezar de nuevo.
Estaba muy segura, realmente segura de su decisión. Iría a por ello.
El próximo capítulo es el Epílogo.
💜💜💜
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro