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EXTRA 1

Años después.


Jugó nerviosa con sus manos, admirando la ciudad de Seoul a través del ventanal de su hogar. A su lado Joonhyung se mantenía observándola con una sonrisa ladina mientras Sonja metros atrás esperaba que la rubia dijera algo, así que, el menor de los Jeon rompió el silencio ansioso por saber.

—¿Se lo dirás a hyung? —preguntó, cauteloso.

Maelie se quedó estática por un momemto, por sobre su hombro cruzó miradas con la chica quien le dio el visto bueno con sus pulgares hacia arriba.

Solo pensaba que no era un buen momento.

—No lo sé —contestó— no es el momento.

—Unnie, no es algo que puedas esconder.

Maelie rodeó los hombros de Sonja cuando se acercó a ellos compartiendo una sonrisa. Ella y Joonhyung se habían convertido en los hermanos que nunca tuvo.

—No sé mucho de estas cosas, pero… —el azabache se acercó tomando su mano— creo que para eso no hay momentos, además sería bueno que ambos descansen. Tú y hyung no han descansado desde que decidieron fusionar las empresas.

Maelie suspiró, el trabajo los mantenía muy ocupados, no era momento de un descanso.

Le sonrió al chico de ojos inocentes, a pesar de haber cumplido once años recientemente, Joonhyung le recordaba mucho a su hermano mayor, estaba orgullosa de él. Era un chico encantador, inteligente y perspicaz. Le rodeó el cuello con sus brazos apretándolo contra su cuerpo, casi le pasaba unos centímetros, había crecido bastante.

—Gracias Joon —susurró, cerca de su oído— gracias por estar aquí acompañándome.

El chico sonrió cerrando sus ojos, acarició la espalda de su noona impartiéndole un poco de alivio y apoyo. Maelie giró jalando a Sonja al abrazo— a ti también Son bonita.

Escuchó la puerta de entrada abrirse. Bebió otro sorbo de su té de manzanilla viendo desde la comodidad del sillón donde se encontraba sentada a su esposo entrar. JungKook se descalzo, dejando su mochila a un lado, desenredo su corbata y se quitó el saco dejándolo sobre el perchero del recibidor.

—Mi cielo, no pensé que te encontraría aun.

Se acercó a ella besándole los labios.

—Salí temprano, ¿recuerdas que me encontraría con Sonja y Joonhyung?

—Claro, lo recuerdo —sonrió, irguiéndose y metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón de vestir— ¿Cómo están?

Se alejó un momento para cambiar la temperatura en el termostato, sentía un poco de frío.

—Bien, estuvieron toda la tarde conmigo.

—Me alegro, hablé ayer con Joon —se dirigió a la cocina en busca de una botella de agua de la nevera— Sonja no me ha contestado los mensajes, debemos buscar un regalo acordé para ella en el día de su graduación.

A Maelie le entusiasmaba ver a JungKook siendo el hermano mayor. Por eso tenía ciertas expectativas altas.

—Bunny, ¿podrías traerme lo que hay dentro de la bolsa blanca encima de la encimera, por favor?

JungKook asintió, bebiendo un sorbo del agua, vislumbró una bolsa mediana de papel sobre la isla, metió la mano dentro extrayendo un pequeño body color blanco doblado, fácilmente se podía distinguir que tipo de prenda era.

Confundido, observó con más atención el interior encontrando dos pequeños ositos de peluche, uno celeste y otro rosa. Giró rápidamente hacia su esposa en busca de una explicación, encontrando en ella una sonrisa forzada y ansiosa.

El silencio hacia el ambiente más ansioso. Con el corazón bombeando fuertemente dentro de su pecho, desplegó mejor aquella pequeña tela leyendo la palabras impresas allí.

“¡Felicidades appa, ya vengo en camino!”

Sus ojos repasaron varias veces la frase, ardían por las lágrimas acumuladas. Estaba en shock, no lo podía creer, estaba intentando descifrar si era un sueño o si en verdad era la cruda realidad.

Maelie se acercó a paso lento, con una mezcla de temor y timidez. Ellos habían acordado que no tendrían hijos ya que disfrutar de la pareja les parecía mejor, aparte que, el trabajo les consumía tiempo.

Temía a la reacción de su esposo, temía un rechazo o una simple negación. Aunque no quisiera admitirlo, estaba muy ilusionada. Demasiado ilusionada.

—¿Kook?

—Esto… —Maelie vio la expresión endurecida en el rostro de su esposo— ¿esto es verdad?

Ella colocó sus manos sobre su vientre plano, tragó saliva intentando alejar el nudo en su garganta. Sentía preocupación de no ver alguna reacción positiva o negativa. Estaba realmente muy nerviosa.

—Sé que dijimos que esperaríamos y que…

Su discurso se interrumpió al sentir los labios de su esposo sobre los suyos con el calor del cuerpo masculino rodearla.

—No me importa los que hemos dicho, esto… esto es hermoso, princesa —le besó— vamos a ser padres, es la noticia más hermosa que me has dado. Te amo.

—También te amo.

—Los amo —se colocó de rodillas frente a ella, besando su vientre un par de veces y haciendo reír a su esposa— a ti y a nuestro bebé.

Maelie acarició los cabellos de su esposo, reía por las cosquillas que los besos de este le causaban. Fue subiendo de a poco hasta besar los labios de su esposa. Estaba muy feliz, inmensamente feliz.

—¿Cuándo lo supiste? —dejó que su rubia secara las lágrimas que habían caído por su mejilla, aprovechando de besarle las palmas de la mano.

—Ayer, la verdad no he tenido síntomas, más que el cansancio o el apetito en aumento —suspiró, besando la nariz de su esposo— me hice un análisis de sangre y dos pruebas de embarazo, todo salió positivo. Llevó catorce semanas de gestación.

La sonrisa de JungKook se desvaneció contagiando a su esposa.

—Eso es mucho tiempo, Maelie.

—En realidad, no. Mi obstetra me comentó que todo está bien, que a veces los embarazos no se manifiestan en las primeras semanas y que si seguía los cuidado correspondientes tendríamos un bebé muy saludable.

—Lo tendremos, de eso no te quepa la menor duda, mi cielo. —regó besitos en el rostro de su rubia haciéndole sonreír.

—Además, me comentó que hemos pasado el tiempo crítico del primer trimestre. Así que, todo saldrá bien y tendremos a un bebito dentro de un par de meses.

JungKook sonrió, sus ojos nublándose nuevamente de lágrimas, abrazando con mucho cuidado a su esposa. Los cuidaría a ambos para que todo saliera bien.

4° mes, semana 20.


—Maelie, ¿qué estás comiendo?

Suspiró, mirando con reproche a su esposa al entrar a la cocina. Tenía las mejillas infladas por tener la boca llena de comida. Su apetito había aumentado en las últimas dos semanas y JungKook no quería que ella se indigestara o algo le cayera mal.

Maelie masticó despacio, frunciendo su ceño e ignorando la petición de su esposo. Aeran los observó con una sonrisa disimulada —la mujer solía asistirles en ocasiones en los quehaceres del hogar— además, estaba pendiente de la rubia.

—Kook, déjala, le he preparado un pequeño snack, tiene sus antojos y no puedes evitar que deje de comer, tiene que alimentarse bien.

JungKook se acercó, besando la frente de su esposa, queriendo revisar lo que tenía en frente sobre la mesa. Un sándwich de pollo a la sartén con lechuga, tomate, queso y algún que otro aderezo. Jugo de naranja exprimido y yogur de frutilla. Además de unas contadas cerezas en un tazón.

Su mayor antojo era comer cerezas todo el tiempo.

—Tiene que alimentarse bien, no embustirse, ajhumma.

Comentó con algo de reproche a lo que Maelie dejó de comer, volteó asesinándolo con la mirada, sus ojos volviéndose cristalinos de repente.

—Déjame en paz —chilló, luego de tragar— no me dejas comer lo que quiero, tengo hambre todo el tiempo, tu bebé me lo pide. ¿Acaso quieres que muera de hambre?

JungKook procuró respirar, solo se preocupaba por ella. No quería que se indigestara cómo la última vez, realmente se había asustado de verla tan pálida o vomitando todo el tiempo sabiendo que ese síntoma era algo muy normal en los embarazos.

Le tomó la barbilla, besándole suavemente los labios, aplacando la actitud molesta de. Casi que podía saborear el pollo.

—Perdón, no quiero prohibirte comer. Solo me preocupo por ustedes dos.

Maelie se levantó de su asiento, rodeando el cuello de su esposo, escondiendo su rostro en la curvatura de su cuello. También se ponía muy cariñosa, demasiado.

—Creo que es momento de retirarme —avisó Aeran tomando su bolso— ya tienen la casa organizada. Descansen los tres.

—¡Adiós! —saludaron al unísono.

JungKook sobó con dulzura la espalda de su esposa, sintiendo los besos que ella dejaba en su cuello en lo que su corbata era desenredada.

—Princesa —cerró sus ojos ante las caricias— princesa, termina de cenar, prepararé tu baño así nos vamos a dormir. Mañana tenemos que trabajar.

El puchero que su esposa le mostró lo hizo sonreír de diversión.

—¿No quieres?

—Si, si quiero, pero temo lastimar al bebé.

—No lo lastimaras, es imposible, pumpkin.

Acortó el espacio entre ambos, compartiendo un dulce y lento beso, disfrutando del silencio de su hogar, las sonrisas en medio, la pancita no tan abultada de su esposa entre sus manos.

—Anda, termina de cenar.

—Estás cansado ¿verdad? —hizo un asentimiento de cabeza como respuesta— entonces yo prepararé tu baño así nos iremos a descansar.

—Maelie termina de cenar. Yo me encargo de eso, ¿está bien?

Como niña obediente tomó asiento para terminar su comida. JungKook se dirigió al baño que tenían dentro de la habitación para preparar la bañera. Adoraba complacer a su esposa para que se sintiera más cómoda. Adoraba meterse a la cama con ella al final del día, regar caricias a su pancita imaginando como sería su hijo o hija, disfrutar de las caricias de su esposa y dormirse entre sus brazos.

6° mes.


Llegó a la editorial con calma, aparcó el coche en el estacionamiento manteniendo la conversación con su madre a través de su celular. Respiraba intentando mantener la paciencia.

Hijo, entiende, está entusiasmada con la idea del desfile. No la presiones por favor.

—No lo hago, créeme, pero sino vengo yo a buscarla, es mas seguro que se olvide de la cita que tenemos hoy —entró al ascensor, marcando el piso de la oficina— no quiero que se sobreexija, quiero que descanse bien.

Amor, está embarazada, no invalida —reprochó YooSun con dulzura— Maelie es muy fuerte, además, has estado a cargo de su cuidado, de su alimentación, se ejercita cotidianamente. Ella está mucho mejor que todos nosotros.

JungKook pensaba a veces que exageraba demasiado. Tal vez porque era padre primerizo. La idea de ver sufrir a su esposa no le era de su agrado. Envidiaba el hecho de que ella se levantará todas las mañanas con buena energía. Claro, cuando no tenía sus cambios de humor, los cuales él intentaba comprender apoyándola o ayudándola a transitarlos.

Cortó luego de despedirse y agradecerle a su madre responderle algunas dudas. Salió del ascensor saludando a algunos conocidos trabajadores del piso. La secretaria de su esposa salía del despacho justo en ese momento percatándose de su presencia..

—Oh, buenas tardes, señor Jeon.

La joven hizo una reverencia respetuosa.

—Buenas tardes, Yujin, ¿mi esposa sigue dentro?

—Si, está en una videoconferencia con Severiné Merle, la Directora Ejecutiva de Céline. Están finalizando los últimos detalles del desfile.

Jungkook se encontraba reacio a dejar a Maelie viajar a Francia para un tonto desfile cuando ella cursaba las veintiséis semanas de gestación. No quería discutir, no en un momento así.

—Le avisaste que tenemos cita con la obstetra, ¿te lo dijo?

—Si, no se preocupe —sonrió— ya almorzó, la señora JiYoung le trajo comida y se lo recordó. Recién comió yogurt con cereales y se lo volví a recordar. Dijo que terminaría y saldría para su cita.

—Esta bien, entraré.

La joven no pudo negarse, el pelinegro la intimidaba un poco. Ingresó a la oficina despacio, viendo a su esposa hablar fluidamente el francés de forma profesional como natural. Le ponía escucharla hablar en otros idiomas.

«No es momento para tus hormonas alteradas»

No podía evitarlo. Maelie estaba muy bonita, su panza abultada era de un redondito tierno que le dejaba sentir las pataditas del bebé, su cabello rubio se encontraba rizado la mayor parte del tiempo, le habían crecido los pechos preparándose para la leche que le suministraría de alimento a su bebé. Su rostro tenía mejillas abultadas, unas redonditas que a él le causaban mordérselas.

Y aunque ella tuviera sus constantes inseguridades con su cuerpo, él le hacia saber todo lo contrario. Que era la mujer más hermosa del mundo.

Observó su reloj de muñeca, golpeteo con su dedo el cristal al obtener la atención de su rubia. Maelie se había propasado con el tiempo de trabajo. Ella le lanzó un beso al aire siguiendo con su videoconferencia. Él suspiró, tomando la drástica decisión de acercarse a su lado.

—Buenas tardes, Severiné. —saludó en un perfecto francés, había aprendido muy bien el idioma.

Jeon JungKook, gusto en verte. —correspondió la refinada mujer.

—Siento si me entrometo, pero mi esposa y yo tenemos cita con la obstetra y ya vamos tarde.

—¡JungKook! —reprochó por lo bajo su esposa.

La ejecutiva rio, enternecida por la situación.

—Estas siendo paranoico, aún hay tiempo. —murmuró Maelie hablando en coreano. JungKook reprochándole con la mirada.

No les quitaré más tiempo, luego podremos seguir, Maelie. Ve a tu cita, mucha suerte y como dicen ustedes los coreanos, ¡Fighting!

Se despidió cerrando la laptop, dejando que su esposo la ayudará con el bolso y su saco. Ambos se despidieron de Yujin, partiendo a la clínica.

•••

—Te dije que estaba a tiempo.

—Me dijiste que terminarías a las cinco, cinco y media llegué, seguías trabajando.

Maelie rodó los ojos desviando la mirada hacia otro lado. Estaba cansada de que su esposo la tratara como una niña chiquita que necesitaba de supervisión veinticuatro siete. Pensaba que estaba exagerando. Sus ojos se llenaron de lágrimas, ofuscada.

—Ya estamos aquí, cambia la cara.

Observó a su esposo mover su mandíbula, jugar con su lengua golpeando su mejilla, su mirada oscura contra la pared donde colgaba un afiche  de una mujer embarazada sonriendo. Tal vez él tenía razón al haberse excedido con el horario que habían estipulado. La imagen imponente de su bunny todo enojado la hizo sonreír.

—Bunny bonito —su voz sonó suave y tierna.

—¿Qué?

—Beso.

JungKook suspiró, harto de caer ante ella. Qué podía hacer, su hermosa y embarazada esposa, Yeon Maelie, era su debilidad.

Se inclinó besándola cortamente, ella le sujetó del cuello de la camisa intensificando el beso.

—Mi cielo.

—Mmm.

—Espera a que lleguemos a casa.

Maelie rio, estaba de acuerdo con eso.

La puerta del consultorio se abrió dejando pasar a la obstetra que ha estado al pendiente del embarazo de Maelie. La mujer era muy amable, siempre intentando con paciencia responder a las dudas de la nueva mami.

—Me alegra verlos por aquí —sonrió, tomando su puesto frente al ecografo al costado de la camilla donde la rubia yacia recostada— ¿están listos para saber el sexo del bebé?

—¡Si! —contestaron la pareja al unísono.

—Se ha hecho desear, no se ha querido manifestar, quiere seguir en sorpresa al parecer.

—Estoy ansiosa.

Y no era mentira. La profesional la calmó, le colocó un gel sobre el vientre haciendo que se sobresaltara por lo frío que estaba, comenzó a pasar el transductor mirando atentamente a la pantalla, a los segundos se pudo escuchar los latidos del corazón, fuertes y rápidos. Los ojos de ambos padres se cristalizaron expectantes aferrados de la mano.

—Todo va de maravilla, papis —tecleó un par de cosas— ¿Listos? Porque ya tenemos el sexo del bebé.

Era lo que estuvieron esperando por los últimos dos meses. Querían terminar de decorar la habitación, comprarle más ropita y algunos juguetes. Poder colocar en algún cuadro o cartel los nombres que habían elegido.

Querían que su hijo o hija fuera muy feliz.

9° mes, semana 40.


Maelie entró cerrando furiosa la puerta de la habitación, tomó asiento a orillas de la cama matrimonial que compartía con su esposo queriendo arrancarse ese horrible vestido que llevaba puesto, dirigió una mano a su vientre abultado casi por explotar sintiendo a su bebé inquietarse dentro. Debía mantenerse serena.

JungKook ingresó respirando sonoramente. Creía que la actitud de su esposa las últimas dos semanas lo iban a matar.

—Debes calmarte —habló suavemente— no le hace bien al bebé que estés nerviosa.

—No me hables, no quiero verte.

Agachó la cabeza conteniendo las lágrimas dentro de sus ojos. Estaba ciegamente furiosa. Jungkook colocó sus manos sobre su cintura, observando el cuerpo tenso de su esposa. No le gustaba lo que esa cabecita comenzaba a maquinar.

—Maelie, princesa, mírame.

Se acuclillo frente a ella, cauteloso tomó la mano libre de su esposa, la cual ella quitó bruscamente.

—Por eso me quieres mantener encerrada en casa, ¿no es así? Para que puedas coquetear con tu nueva socia.

Paciencia, lo único que pedía era paciencia. Apretó con su índice y pulgar el puente de su nariz. Era una situación sumamente absurda y estúpida.

—Jamás te he prohibido salir, solo quiero cuidarte —ya se estaba enojando— trabajas excesivamente sin descanso sabiendo que hay gente a la que podrías delegar tu trabajo. Mi madre te ha sugerido ayudarte con tu parte. Me preocupa tu bienestar.

Ella resoplo en descontento.

—En cuanto a lo otro, Soyeon es simplemente mi socia, nada más, trabajaremos a la par. Tú eres mi esposa, mi mujer, la madre de mis hijos, a la única que amo y necesito.

Estaba enfureciéndose, sin embargo, en su interior se repetía mantener la tranquilidad y sobre todo comprensión.

—Dime la verdad, no me mientas —su voz sonaba ronca a causa del inminente llanto— ¿es porque estoy gorda? o ¿por el hecho de que ya no podemos tener sexo? —él rio nasalmente ante los disparates de su esposa— por eso decidiste coquetearle a esa mujer hoy en el coctel, ¿no? ¡contéstame!

Eran puras acusaciones falsas, su imaginación le jugaba una muy fea.

—Estas desvariando.

—Ahora estoy loca.

—¡Basta! Deja el capricho de lado, Por Dios Santo. ¡Pareces una maldita niña malcriada!

Le dolió escuchar esas palabras de la boca de su esposo. Tal vez ella exageraba un poco, pero sus hormonas no le ayudaban, sus inseguridades menos. JungKook era el esposo más amoroso y compañero que podía tener. Solo que se encontraba cegada momentáneamente.

Rompió en llanto, tirando de su vestido blanco ceñido al cuerpo que le quedaba de maravilla. Lo odiaba ahora.

—No, mi cielo, no quise decir eso.

Corrió, encerrándose rápidamente en el baño y gritando algo que a él sí le dolió.

—¡Quiero el divorcio, Jeon JungKook!

Cerró fuertemente sus párpados, inhaló aire con fuerza dejando caer su frente contra la puerta cerrada. Se repitió a si mismo darle tiempo, espacio para que pudiera pensar mejor las cosas. Ni loco le daría el divorcio. Jamás.

Salió hacia la sala, sirviéndose un vaso de ron, se quitó el saco y la corbata dejando su pecho expuesto al desabotonar la camisa hasta la mitad. No solía beber desde hace tiempo, no desde que decidió que acompañaría a su esposa en una alimentación saludable.

Esa noche solo probó un poco de champagne para brindar junto a los invitados. Estaba muy tenso. De vez en cuando espiaba alguna señal de Maelie, pero nada, la puerta del baño seguía cerrada con llave.

Su teléfono sonó en el bolsillo de su pantalón de vestir negro, lo extrajo leyendo en la pantalla el nombre de su suegra.

JungKook, ¿qué pasó, cariño? ¿por qué mi hija está encerrada en el baño llorando?

Se la escuchaba tranquila, lamentaba que tuviera que ser parte de las discusiones con su esposa. JiYoung era una mujer muy amable que siempre los acompañaba. Ahora entendía de dónde salía la fuerza y bondad de su esposa.

—Fuimos al cóctel por el lanzamiento de los nuevos productos de DearMe, conoció a mi nueva socia —sobó su frente mirando al suelo— creyó que le estaba coqueteando cuando solo le presentaba a todos nuestros conocidos o por estar al pendiente de su comodidad. Soyeon ha estado fuera del país mucho tiempo, es un gran inversionista en la compañía —dejo caer su espalda sobre el respaldo del sofá— Maelie malinterpreto todo y ahora quiere el divorcio.

Lo último lo comentó con algo de angustia, JiYoung del otro lado susurró alguna incoherencia regañando a su hija.

Ten paciencia, el embarazo de una mujer no es normal, pasamos por muchos cambios y desajustes.

—Me molesta que piense que puedo mirar a otras mujeres —hizo una pausa, peinando su cabello hacia atrás con ayuda de su mano— no quiero sonar grosero, pero su hija me encanta, me fascina, la amo. Ya sabe a lo que me refiero.

Si, no más detalles, por favor.

Rio nasalmente.

—Me disguste, fue mi culpa, le levanté la voz. No quiero que Maelie piense que dejé de amarla. Estamos a punto de ser padres, por el amor de Dios.

Todos sabemos cuánto amas a mi hija. Eres un buen esposo, un buen compañero, tenle paciencia. Ella está insegura con su cuerpo.

—Me sorprende, ella jamás le tomó importancia a eso.

Dime tú, si estuvieras con una panza que pesa varios kilos deformando tu cuerpo combinado con los cambios de humor, los dolores, calambres y más, teniendo a un apuesto esposo que toda mujer que se le acerca le coquetea, ¿no te encambronaría?

JungKook sonrió divertido ante su suposición.

—Gracias por halagarme, omma.

Paciencia, JungKook, haz sentir cómoda a mi Maelie, por favor.

—Lo haré.

Cortó, sabía exactamente que hacer.

Apagó las luces de la cocina y sala. Buscó en una de las cómodas del despacho que tenían en el apartamento una llave en concreto. Prendió las veladoras de la habitación desordenando la cama de modo que luego pudieran acostarse.

Abrió la puerta del baño con la llave, lo sentía por irrumpir en la privacidad de su esposa, pero necesitaba arreglar unas cosas con ella.

Se desnudo en silencio, velozmente. Abrió la mampara de vidrio empañado de vapor adentrándose a la ducha donde su rubia tomaba un baño, llamando su atención. Parecía no estar contenta.

—¡Vete!

La miró de pie a cabeza completamente desnuda y mojada, en su cabeza no cabía el porqué su esposa dudaba de su amor. Tan solo verla se había puesto duro. Ignoró la queja nuevamente acercándola con cuidado a su anatomía. Besándola con prontitud mezclado con la lujuria.

—Le voy a demostrar, señorita Yeon, que a la única mujer que deseo con locura es a usted. Voy a ser un poco egoísta y pasare el hecho de que tiene a mi bebé en su vientre. Vamos a tener sexo y no será tranquilo, será como a mí me gusta y quiero oírte gritar mi nombre, ¿entendido?

Su esposa asintió, hipnotizada por sus palabras, sumisa antes sus caricias y besos. Le haría el amor con cuidado e ímpetu. Le demostraría que a ella es a la única que necesitaba en su vida.

Tendrían una entretenida noche. No solo de reconciliación. Sino una donde horas más tarde recibirían con mucha dicha y gozo a su primer hijo varón. Jeon Seol.

Primer extra. Creo que serán tres, no estoy muy segura.🤓

Mi poderosisimo Maekok, los voy a extrañar. 😭

Quiero agradecerles tanto tanto tanto, sus votos y comentarios. Muchas gracias por darme está hermosa oportunidad de leer mi historia. Pensar que este proyecto salió gracias a la foto de JK del "BTS weverse magazine 2022" con su camisa de leopardo 🤭

Agradecer a mi bella sister liveforjk , con quién hemos pasado horas de madrugada tirandonos ideas para las historias y chismear de tantas otras cosas. Mi adorarla a la distancia.
Vayan a leer "Magic Min".

Tentandonos porque sabíamos todo lo que iba pasar y no podíamos spoilear al leer y comentar en los capítulos de la otra 🤭 Te amo sister!!! 💜

También pasen a leer "Magic Park" _Park_JJ
y "Magic Kim" MonnieGum

💜💜💜

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