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DOS.

Maldijo para sus adentros, ¿por qué justo cuando tocaba suelo nuevo y desconocido debía pasarle esto? Resopló, inflando sus cachetes de aire, cruzada de brazos miró con desaprobación a la chica detrás de la pantalla tecleando.

—Lo siento señorita, pero por lo visto tuvieron un problema con su equipaje y deberá esperar hasta que este aparezca en uno de los aviones.

—He tenido problemas desde el principio. Casi me cancelan el vuelo con una demora de cinco horas, tuve que esperar toda la madrugada, llego y me dicen que no tienen mi equipaje —frunció el ceño más que molesta— haré una fuerte carta quejándome.

La chica detrás del mostrador la observó en silencio con una mirada que expresaba: "buena suerte si te hacen caso". Tomó en su mano sus documentos guardándolos en el bolso de mano.

—Quédese cerca, nosotros estaremos llamándola. Si quiere y gusta, puede pasar a la cafetería para estar más cómoda —ofreció de forma automática.

—Gracias —caminó, alejándose y añadió fastidiada en un susurro para si misma— por nada.

Acomodó su largo cabello rubio por detrás de sus hombros, tomó asiento en un cómodo sillón con una pequeña mesa enfrente dentro del café del aeropuerto de Incheon. Su llegada a Seúl no fue lo que ella había esperado. Su entusiasmo decayó al primer problema que se le presentó. Solo rogaba recuperar sus valijas para poder llegar a horario con el propietario del nuevo departamento donde viviría de ahora en más.

Contempló las notificaciones y redes sociales en su teléfono para pasar el tiempo. Envió un mensaje a su madre avisándole de su llegada a la gran ciudad, exceptuando los pequeños inconvenientes claro está. No sería capaz de contarle y que la obligue a regresar a Busan o en el peor de los casos, que llegara junto a ella dejando su trabajo en el restaurante para ayudarle. No le haría eso.

Su atención se vio interrumpida al escuchar el pequeño escándalo que una chica hizo cuando tomó asiento en el sillón a sus espaldas. La escuchó resoplar y maldecir por lo bajo. Rió con ironía, al parecer era muy normal que perdieran equipajes y eso era algo nuevo.

—No me digas, también perdieron tu equipaje.

La chica volteó hacia la rubia con el ceño fruncido y los brazos cruzados sobre su pecho. Hizo un pequeño puchero sujetando su bolso de diseñador y sentándose en el sillón vacío frente a ella.

—¿Puedes creerlo? Estos ineptos perdieron mi equipaje, me salen con la excusa de que lo enviaron hacia Daegu o no sé dónde diablos —estaba exasperada, dejó caer su espalda en el respaldo del sillón— he viajado más de doce horas desde el extranjero y solo quiero llegar a mi casa.

—Seremos dos esperando entonces.

Uno de los mozos se acercó, esperando que hicieran su pedido. Ambas, por casualidad, habían pedido un smothie de fresa con crema batida.

—YangMi —eso llamó la atención de la rubia— mi nombre es Seo YangMi.

—Yeon Maelie.

—Oh, jamás había escuchado ese nombre —la observó con más atención cayendo en cuenta de sus rasgos asiáticos y no tan asiáticos— ¿tiene significado?

—Si, es francés un tanto peculiar, significa princesa, mi madre lo escogió.

—Es bonito, me gusta.

—Gracias.

Se formó un breve silencio entre ambas mientras esperaban su pedido que no había tardado más de quince minutos en llegar. La primera en beber un largo sorbo fue YangMi.

—Y bien, veo que está tragedia nos hará esperar juntas —depositó el vaso de plástico sobre la mesa agarrando su celular entre manos— así que estoy estresada y frustrada, hablemos de algo sino me volveré loca.

Maelie rió, YangMi se le hacía una chica muy simpática y macanuda, a pesar de su aspecto tan fino y femenino, se notaba que era súper relajada, pero de carácter. Por lo cual no les fue difícil compatibilizar, ambas parecían tener una química estupenda a la hora de hablar y desenvolverse. Tampoco dudaron en intercambiar teléfonos para estar conectadas ahora que sabían, residirían en Seul y se sentían nuevas en una ciudad grande.

Dime si necesitas dinero.

Rodó los ojos ante el tono de preocupación con el cual su madre se oía al otro lado del teléfono.

—No omma, no lo necesito, con lo que tengo ahorrado y traje es más que suficiente para sobrevivir hasta que encuentre trabajo.

Caminó hasta el refrigerador, sacó un pote de yogurt colocándolo encima de la mesa de mármol de la cocina.

Aigoo, debí haberte acompañado.

—Y dejar el restaurante solo, no —reprochó. Maelie sabía que su madre sobrepensaba las cosas y ella era la única que sabía cómo calmarla— omma, estoy bien. Mañana tengo la entrevista en la empresa y estoy muy segura que quedaré en alguno de los puestos que solicité —comentó con entusiasmo. Solo quería que su madre se quedará tranquila. Escuchó el suspiro inconforme del otro lado.

Esta bien, cualquier cosa me llamas, sea lo que sea, tendré el teléfono a mi lado, cuando sea, a la hora que sea —rió en silencio— te amo, cielo. ¡Fighting!

—Y yo a ti, omma. Gracias.

Colgó, dejando el aparato al lado del pote de yogurt.

Después de estar más de tres horas esperando una respuesta de su valija y la recuperación de esta, llegó al lugar donde se hospedaría de ahora en adelante. Era un pequeño apartamento amueblado y bien decorado: un living que conectaba con la cocina, su habitación con un pequeño balcón y un baño dentro.

Había sido muy suertuda en conocer a un cliente en el restaurante de su madre que tenía departamentos en alquileres en Seúl. Y por ser ella, le había rebajado un poco como ayuda. De todos modos, no lo necesitaba, podría pagarlo porque tenía sus ahorros guardados desde que había empezado su sueño de venirse a la gran ciudad y convertirse en una pasante de modas. Sólo esperaba con ansias conseguir el trabajo de sus sueños.

No podía negar que sentía nostalgia y un tanto de ansiedad por la soledad de aquel nuevo lugar. Debía acostumbrarse a los cambios nuevos que su vida ocuparía de ahora en adelante. Había venido con una simple y determinada idea. La de triunfar para poder ayudar a su madre a poner un restaurante mucho más grande del que tenía en Busan.

Acomodó su chaqueta negra de vestir, planchó con sus manos su falda plisada del mismo color que la chaqueta y acomodó en su hombro la cadena de su pequeño bolso. Estaba nerviosa, más que nerviosa, su estómago rugía y no era exactamente de hambre. Había desayunado muy bien, pero ahora estaba arrepintiéndose un poco. No quería vomitar a mitad de la entrevista de trabajo.

Se contempló en el espejo del ascensor lleno de personas de impecable traje. Había alisado su cabello dejándolo suelto por su espalda, a la vez que se decidió por un maquillaje algo natural. Quería estar presentable, pero elegante.

Al llegar al piso correspondiente bajó obligándose a tomar varias bocanadas de aire. Todo saldría bien, ella estaba perfectamente capacitada para este trabajo. Quería algún día poder dirigir una revista de modas y que mejor que adentrándose en una de las más reconocidas y vendidas de todo el país. High-Cut.

Admiraba mucho a la CEO de la editorial, a Jeon YooSun y como con tan solo veinte años y un hijo recién nacido pudo armar un gran imperio. Y no solamente eso, sino también que la propia revista se fusionará con la empresa 'Jeons Cosmetic' que por casualidad, el CEO de tal empresa era su esposo, Jeon JungHyun.

Habían creado un imperio siendo famosos en la industria del K-pop y K-beauty.

Quería aprender todo lo necesario.

Esperó junto a otras dos chicas, se veían algo intimidantes —y patéticas—, pensó Maelie, al percatarse cómo la miraban, como si fuera un bicho raro queriendo imponerse.

—Pasantes —una castaña de ojos avellanos las llamó— por favor, pasen.

Siguió después de las otras, fue la última en entrar cerrando la puerta. Tomó asiento en la silla del medio mientras las otras se encontraban a sus costados. Enfrente estaba la mismísima Jeon YooSun, tan elegante como altiva, dos hombres a sus costados, otra mujer tan elegante como la primera y detrás de ellos la chica que las había llamado. Supuso que era la secretaria o alguien más.

—Bien, mi nombre es Jeon YooSun, CEO de High-Cut magazine. Gracias por aceptar está improvisada entrevista un domingo, realmente estaba algo inquieta por no conseguir a la persona correcta que trabajará a mi lado —su voz era como la seda, pensó Maelie, tan meliflua cómo elocuente— las escuchamos.

Y fue cuando pensó que fracasaría con creces. Sus dos contrincantes eran muy buenas hablando, tanto en sus presentaciones como currículum. Aunque ella no podía quejarse, había salido con las mejores calificaciones de la universidad y de la carrera de diseño gráfico e indumentaria. Había hecho miles de cursos e inclusive se preparó en idiomas. Sin embargo, parecía que los ojos ejecutivos estaban puestos en una de ellas solamente y eso hizo que sus ilusiones comenzarán a perder peso.

Resopló al salir de allí. Había hecho todo lo posible, había sido clara y precisa con sus palabras, con sus anhelos y aspiraciones para el futuro teniendo seguridad en si misma. Ahora todo quedaba en manos del destino. Y ojalá que ella fuera la elegida.

—Nosotros las llamaremos, muchas gracias. —avisó la castaña, con una sonrisita de autosuficiencia.

Comenzó a caminar hacia la salida, apenas había salido por la enorme puerta de cristal llamando al ascensor cuando vio a la chica que captó la atención dentro hablando a carcajadas con la secretaria. Soltó una maldición al aire. Estaba muy segura de que no conseguiría el puesto.

Al salir, se detuvo frente a un puesto callejero de comida. Era demasiado bonito pensar que quedaría dentro cuando siempre elijen a la gente por sus contactos. Era su más grande sueño trabajar en aquella revista y en tan solo segundos se lo arrojaron al suelo convirtiéndolo en pedazos.

Suspiró, pidiendo un hotteok con relleno de té verde. Amaba esa comida grasosa y casera, no debía hacerlo, pero que más daba si ya perdió su gran oportunidad. Le agradeció al hombre del puesto con una gran sonrisa cuando le entregó la tortita en sus manos luego de pagar. Tomó asiento en una de las mesas que daban a la calle, por lo menos disfrutaría de pasear por Seul hasta que se le ocurriera otra cosa.

Tenía otras entrevistas y oportunidades, sin embargo, ella solo anhelaba trabajar al lado de la señora Jeon YooSun. Al terminar su hotteok, se antojó comer otra porción, por lo cual se levantó justo en el momento en que su celular sonaba con una llamada entrante de un número privado.

—Hola.

—¿Yeon Maelie?

—Si, ella habla —se sentó lentamente con su corazón retumbando fuerte dentro de su pecho y no tenía razón de porque.

La llamamos de High-Cut, requerimos de su presencia en estos instantes sino es problema. La CEO pide hablar con usted.

Quiso gritar, bailar y cantar. Salir corriendo a toda velocidad aún así no pudiera permitírselo por sus zapatos de tacón. Intentó respirar contestando con mucha serenidad para que no notasen su  entusiasmo. Si la propia CEO de una de las más importantes revistas del país y de Asia quería hablar con ella en persona, era por algo muy bueno, ¿no?

Ahora su nerviosismo era peor, tenía náuseas invadiendo su organismo y se insultó a si misma por haberse comido ese pastelito. Sólo esperaba no verse desarreglada o con un pedazo de masa entre los dientes. Se volvió a contemplar al espejo del ascensor arreglando su aspecto o buscando alguna falla.

La misma chica que antes estaba en la recepción del piso de la oficina de la CEO parecía estar esperándola. Ni siquiera le dirigió la palabra, <<grosera>>, pensó Maelie, incómoda, pero lo que menos le importaba era esa chica.

—Meli, por favor.

—Es Maelie. —rodó los ojos inconscientemente, corrigiendo su nombre en el proceso. La secretaria volteó, impactada por aquello, la observó de arriba abajo con arrogancia, soltó una risita, le daba muy pocos días. La señora Jeon la echaría.

Abrió la enorme puerta de caoba dándoles el paso a la hermosa oficina de colores neutros. Tenía un particular aroma a vainilla que a Maelie le encantó.

—Señora Jeon, ella es... —ojeó los papeles por un segundo— Yeon Maelie —pronunció lentamente, en un tono sarcástico. La mujer hizo un ademan de manos expresando que estaba bien, sin despegar los ojos de la pantalla de su PC Apple— buena suerte.

No solía ser violenta, estaba muy en contra de ello; tampoco solía perder tan fácilmente la paciencia, pero esa chica realmente le estaba tocando los ovarios, tanto que una jalada de cabello y sus verdades la pondrían en su lugar.

Suspiró, tomando asiento en una de las mullidas sillas frente al escritorio. La señora Jeon quitó los ojos de la pantalla para dirigirlos a la rubia con una amable sonrisa en su perfecto y delicado rostro. Ni siquiera presentaba arrugas y eso que la mujer ya pasaba los cuarenta años. Maelie estaba completamente enamorada de esa mujer.

—Yeon... Maelie, ¿es así? —asintió— es un bonito nombre, muy peculiar.

—Si, es francés, se dice que significa princesa.

—Pues te queda —le sonrió, y Maelie juró que sus mejillas se pusieron coloradas por ese halago— te mandé a llamar porque he estado viendo tu currículum. Es impresionante lo que haz hecho, inclusive sabes inglés, francés, japonés y, ¿un poco de español?

Y no era mentira, solo que la mayoría de los idiomas los tenía tan olvidados que ameritaba volver a repasar arduamente por ellos en los libros.

—Si, así es. Mi madre estudió en los Estados Unidos gastronomía, ahm así que aprendí el inglés con ella, japonés en la escuela y español es un idioma muy interesante —su sonrisa se fue desvaneciendo de a poco agregando— el francés lo sé por mi padre.

YooSun asintió, ojeando la carpeta con el currículum de la chica. No simplemente la había cautivado su forma de hablar y todo lo que había dicho en aquella entrevista, o sus logros académicos, o que había trabajado en la boutique de una famosa diseñadora de modas allá en Busan. Sino su belleza y esa aura tan tímida y dulce que destilaba. Le hacía recordar mucho a su hijo mayor.

—Será todo un gusto trabajar contigo, Maelie.

YooSun se levantó de su silla blanca seguida de Maelie con los nervios de punta. La mujer entendió su mano y la rubia la aceptó con ambas seguida de varias inclinaciones de cabeza como agradecimiento.

Estaba dentro, su sueño de trabajar en aquella revista se hizo realidad. Y realmente estaba feliz, muy feliz.

Una pequeña presentación de la prota. Quiero decir, que el nombre Maelie es mucho más bonito de lo que suena. Lo ame.

Intentaré actualizar seguido, los capítulos serán largos en su mayoría.

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