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DOCE.

Salió de la ducha colocándose una toalla alrededor de la cintura y peinó sus cabellos mojados hacia atrás, el sonido de una llamada lo hizo salir antes. Trotó hasta su habitación tomando el celular encima de la cama, se colocó nervioso al leer el nombre en la pantalla. Tragó saliva respondiendo.

—Hola —intentó sonar tranquilo.

Kook, sé que te dije a una hora determinada, pero ¿podrías llegar media hora más tarde? —sonaba como si estuviera caminando— llegué a casa hace un rato, pero me encontré con que no hay agua y quería tomar un baño antes de salir.

La simple imagen de Maelie bajo la ducha hizo estragos en su mente, lo peor es que sus fachas no ayudaban. Apretó las piernas en un intento por mantener la calma y hablar correctamente.

—Tomate tu tiempo —su voz sonó afectada y se maldijo por dentro. Aunque agradeció que ella no lo notara y si lo hizo, no mencionó nada de ello.

Esta bien, nos vemos dentro de un rato, gracias.

Cortó y JungKook bajo sus ojos hacia su entrepierna. Suspiró lento y sonoro, sólo esperaba que está noche saliera bien. No quería arruinar la primer salida que tendrían juntos. Estaba emocionado ya que la idea había salido de ella.

•••
Cuando el ascensor volvió a la normalidad, ambos tomaron distancia. JungKook demasiado feliz y eufórico por haberla tenido entre sus brazos durante unos minutos, en cuanto a Maelie, ella estaba lo suficientemente nerviosa y dubitativa intentando entender lo que en ese momento sentía su interior.

—¿Mi madre tiene reunión o algo así?

—No, debe estar en su oficina —respondió y siguieron juntos hasta llegar. JungKook ingresó al despacho encontrándolo vacío, volvió a salir mirando a Maelie revisar su celular sentada en su escritorio de trabajo.

—Mmm, no está.

Debe estar recorriendo alguno de los departamentos —asintió, pensando que hacer al siguiente. Maelie tragó saliva, levantando la mirada hacia el chico, no haría mal en preguntarle— ahm, JungKook —al tener su atención, prosiguió con algo de duda— ¿Tú conoces este lugar? —le mostró la dirección que su amiga YangMi le envió— es la exposición de arte de una amiga, ¿te gustaría acompañarme?

Los ojos pardos de JungKook se abrieron a tope, quería gritar cuál colegiala hormonal siendo correspondida por su crush, esperen, podía hacerlo, ya que su crush, si lo había invitado a salir.

—Claro, no hay problema —dijo lo más tranquilo posible. Evitando demostrar su eufórica y enloquecida realidad. Maelie suspiró, realizando un puchero que a él se le hizo adorable y comentó.

—No sé cómo llegar. No conozco la ciudad.

—¿No conoces Seoul? —casi gritó, captando la atención de los que caminaban alrededor. Maelie se golpeó la frente mentalmente. Cuando todos siguieron su ritmo él volvió a hablar— ¿Cómo no me avisaste antes?

—No hubo oportunidad —se encogió de hombros, restándole importancia a la situación, colocó el aparato a un costado y se dedicó a revisar algunas carpetas apoyadas sobre la mesa. JungKook exhaló aire decidido, rodeó la mesa y le tomó la mano entrelazando sus dedos para arrastrarla con él.

—¡Oye! ¿podrías soltarme? Tengo piernas y autonomía.

—Me alegra lo de tu autonomía, y sobre tus piernas —<<quedarían muy bien alrededor de mis caderas>>, pensó, riendo internamente.

—¿Qué?

Maelie se miró a si misma siendo aún arrastrada, jadeó en el momento en que sintió el impacto con el prominente pecho de su acompañante.

—Tienes muy lindas piernas, Yeon Maelie —le murmuró con una sonrisa ladina, dejándola estática en su lugar mientras llamaba al ascensor.
•••

Rió al rememorar aquel momento, lo sonrojada que ella se había puesto y luego sus quejas por sacarla de su puesto de trabajo al querer llevársela de paseo por los alrededores de la editorial.

Acomodó su suéter de cashemir negro, ese que lo hacía ver musculoso o la prenda le quedaba pequeña, cualquiera de las dos opciones las ignoró, le gustaba como se le veía al igual que el pantalón de vestir ajustado a sus gruesos muslos. Se decidió por unos simples y cómodos, pero elegantes borcegos, concluyendo el outfit con una chaqueta para resguardarse del frío de la noche.

—¡Wuao! Mi bebé es tan bello —sonrió, al escuchar el elogio de su madre— ¿saldrás está noche? —asintió.

—Saldré con una amiga —contestó con simpleza, evitando mirarle a los ojos, concentrado en colocarse una pulsera.

—¿Y conocemos a esa amiga? —<<Si, es tu asistente, pero no puedo decírtelo porque me prohibiras verla>>, manifestó en su mente. Aunque no estaba muy seguro de ello, de todos modos no se arriesgaría y menos sabiendo que a su ex amante no le gustaría la cercanía de ellos dos.

—No, es una amiga de la universidad.

Salió del enorme guardarropas en busca de sus cosas. No se sentía orgulloso de seguir mintiéndole a su madre.

—Cariño, tendremos una cena —comentó está, con dulzura— ¿Aún tienes tiempo de compartir con nosotros?

Lo pensó, tenía suficiente tiempo puesto que su entusiasmo le ganó y estaba listo antes, aunque todavía faltaban como treinta minutos para pasar a buscar a Maelie. Asintió sonriéndole, viendo la alegría en el semblante de su madre. Le besó la frente rodeándole el hombro mientras se dirigían rumbo al enorme comedor donde los invitados ya se encontraban sentados en sus puestos.

Absolutamente todas las ganas de cenar se le fueron al demonio al encontrarse con los ojos de alguien que creyó olvidada. Suspiró de cansancio, era obvio que Shiho no se cansaría de buscarlo. Saludó amablemente tomando asiento al lado de su hermano menor quien pintaba con crayones un libro de dibujos. Podía notar la intensa, pero disimulada mirada sobre su persona. Le correspondió por un breve instante sin segundas intenciones más que advertirle que nada pasaría.

La cena transcurrió entre risas y conversaciones. Observó la hora por milésima vez, aún faltaban minutos, quería largarse de allí, la incomodidad que sentía era demasiada. Pidió disculpas comentando a propósito sobre su salida, se despidió y subió las escaleras hasta su habitación para terminar de arreglarse. Ya listo, se colocó la chaqueta, guardó su billetera y celular en los bolsillos internos llevando las llaves del auto en su mano.

—No sabía que eras así de maleducado, me engañaste.

Se pidió paciencia a si mismo, cambiando el peso de su cuerpo de una pierna a la otra. La observó con ojos amenazantes, le estaba cortando el camino.

—Siento no quedarme a tan hermosa velada —ironizó, retomando su camino, pero detenido por la mano femenina en su brazo.

—Solo será cuestión de tiempo, amor, vas a volver a mí —la sonrisita arrogante que Shiho pintaba en sus labios le daba gracia— el sexo para ti es tan importante que dudo que alguna te haya hecho sentir satisfecho.

JungKook tragó saliva, porque había algo de verdad en esas palabras, habían pasado días desde aquella ruptura en la cual conllevaba a una abstinencia que se le hacía algo dolorosa cuando él estaba acostumbrado a ello todo el tiempo. Y eso no le gustaba nada de nada.

Su celular vibró con un mensaje entrante por parte de Maelie, lo leyó desde la barra de notificaciones y su fuerza de voluntad volvió mágicamente. Se soltó de las manos de la mujer y le dijo contundente.

—No voy a volver, Shiho, tengo mejores cosas en que pensar, y no te preocupes por el sexo, me he dado cuenta que eso no es tan importante cuando de por medio no hay algo que realmente te haga disfrutar y sentir. Buenas noches.

Ambos se apearon del auto, JungKook entregó las llaves al ballet parking del estacionamiento y junto a Maelie caminaron hacia la galería donde se llevaría a cabo la exposición de su amiga YangMi, solo quedaba a pocos metros. La tensión que sintió JungKook al momento de salir de su casa desapareció cuando una radiante y elegante Maelie con vestido subió a su auto, no podía acertar a su emoción al ver que ambos iban vestidos completamente de negro. Como una pareja.

—Y el parque Namsan dónde se encuentra la torre de telecomunicaciones más alta —enumeró— oh, y me dijeron de un restaurante con comida típica que es muy buena.

—Te llevaré a uno dónde sirven unas ricas brochetas de cerdo —mencionó JungKook, mirándole— te van a encantar, también a unos bares dónde sirven ricos tragos.

—¿Qué me dices del lugar donde te pasé a buscar la otra noche? —preguntó, haciendo que el chico frunciera el ceño en confusión— si, lo busque en Naver y lo revise, ahm, —buscó unos segundos en su celular— Dyonisus.

JungKook se atragantó con su propia saliva deteniéndose ambos a solo metros del edificio, su rostro se puso tan rojo que Maelie pensó que pasaría por todos los colores existentes e intentó ayudarle dando golpecitos suaves a su espalda. La mención de aquel nombre y lugar lo puso demasiado nervioso, haciendo olvidarse el insignificante detalle de esa noche, el cual al caer en cuenta se maldijo por casi exponerle su más oscuro secreto.

—¿Estás bien?

—Si —susurró, con dificultad— entremos.

Le abrió la puerta para que ella pasará primero, encontrando mucha gente desconocida alrededor.

—Oye, iré al baño un momento, ¿no te molesta?

—No, ve, buscaré a mi amiga mientras tanto.

Asintió y se alejó unos instantes para intentar calmarse. Maelie intentó restarle importancia al comportamiento extraño de JungKook y siguió en búsqueda de YangMi, dando con ella unos metros más adelante en compañía del chico de cabellos menta, el que había conocido en la salida junto a la chica, Min Yoongi. Se acercó a ellos, llamando a la ahora castaña en un gritito que atrajo la atención de varios.

Ambas se abrazaron eufóricas y divertidas.

—Maelie, que bueno que viniste, tu trabajo te consume —dijo en un tono medio infantil, pero divertido.

—Ya sabes, no todo es trabajo y tenía muchas ganas de venir y apoyarte —le sonrió, mirándole a los ojos y cayó en cuenta del chico a su lado— ¡Yoongi! Que bueno verte aquí también, ¿cómo estás?

Este le sonrió gentilmente, en lo poco que tuvieron para conversar el de cabellos menta se le hacía alguien muy interesante y misterioso.

—Bien, ¿y tú?

—Bien —dudó— bueno, hoy no vine sola y traje a un… amigo.

Ambos jóvenes compartieron una mirada cómplice, Maelie se sintió nerviosa, no sabía cómo explicar que JungKook simplemente era un amigo y no otra cosa. Tampoco entendía porqué se ponía así.

—Pero no veo nadie más a tu lado, amiga.

—Oh, es que pasó al baño —explicó, brevemente — y… ahí viene —sonrió, sintiendo alivio de verlo llegar, no pudiendo apartar los ojos de aquel hombre de metro ochenta con su caminar tan particular, como si fuera dueño del mundo entero. Sin embargo, el pequeño alboroto que hizo Yoongi tosiendo descontrolado llamó la atención de ambas, sonándole a Maelie más extraño que pasará por segunda vez en diferente persona.

Luego de unos golpecitos en la espalda por parte de la castaña y que este se recompusiera un mínimo, se dedicó a hacer las presentaciones correspondientes.

—Bueno, él es Jeon JungKook, un amigo… mío.

—Jeon… Jeon —YangMi parecía muy pensativa, mirando fijamente al pelinegro y preguntó efusiva— ¿Eres el hijo de Jeon YooSun y Jeon JungHyun?

—Si, así es —sonrió divertido por lo simpática que le resultó la chica, hasta que su mirada chocó con la del de cabellos menta a su lado.

Fue tan impactante que ambos se quedaron perplejos mirándose fijamente como si hubieran visto a un fantasma. Ni siquiera escucharon cuando YangMi los presentó, solo se dieron la mano en automático sin apartar la mirada del otro. Yoongi carraspeó fuertemente, excusándose con los tres porque iría al baño. Y JungKook avisó lo mismo dejando más extrañadas a ambas chicas.

—¿Tú entendiste lo que pasó? —preguntó YangMi, con la mirada hacia la dirección donde ambos jóvenes se perdieron.

—Ni idea —suspiró Maelie, y añadió— es más, se me hace un tanto extraño, porque a JungKook le pasó lo mismo cuando estábamos llegando —al obtener la completa atención de su amiga, prosiguió— le hice una pregunta y de la nada comenzó a toser como loco.

—¿Se puede saber que le preguntaste? —sonrió con picardía hacia la rubia golpeando con su codo las costillas de esta.

—Veníamos hablando que me enseñaría lugares de la ciudad y —se cortó a si misma, recordando el suceso principal por el que ella quedó con curiosidad por determinado sitio— bueno, la cuestión es que un día tuve que ir a buscarlo en una situación de emergencia a cierto lugar, un bar o algo así, Dyonisus es el nombre —ante el rostro pensativo de YangMi, siguió— busqué por internet y tiene buenas referencias, le pregunté qué tal y se puso igual o peor que Yoongi.

Ambas suspiraron mirando uno de los cuadros de la chica, uno donde se retrataba a una pareja a punto de besarse reluciendo entre colores azules, celestes y naranjas. La obra tenía por nombre: el contacto.

—Que raro —frunció su ceño la castaña, sonrió teniendo una travesura en mente— me da mucha curiosidad saber que hay allí.

—Podríamos ir más adelante.

—Hecho.

Después de que JungKook y Yoongi hablaron, decidieron hacer como que no se conocían, siguiendo por separado con sus respectivas acompañantes observando las obras de arte.

Se detuvo a observar uno de los cuadros en particular, ese donde una pareja joven se abrazaba, el chico besando la frente de su amada, era como si, la castaña hubiera plasmado en pintura el amor tan grande y puro qué aquellos dos se profesaban opacando todo lo demás, pero a la vez, contrastando con el paisaje detrás, dándole ese toque tan pacífico y romántico. E inconscientemente, se vio reflejado a si mismo junto a...

—¿Puedo hacerte una pregunta?

Volteó la cabeza encontrándose con YangMi a su lado, no le había prestado mucha atención pensando que se trataba de otra persona desconocida. Asintió, dándole paso a qué prosiguiera. La castaña se cruzó de brazos echando un vistazo al cuadro frente a ella, su rubia amiga hablaba con el de cabellos menta unos metros más alejados de ellos dos y con tono jocoso le preguntó.

—¿A ti te gusta mi amiga?

JungKook bufó, en una risita volviendo a mirar el cuadro y cruzándose de brazos viéndose intimidante.

—Eso no es nada nuevo —hizo una pausa— no solo me gusta, me encanta y creo que tu amiga lo sabe —YangMi se sorprendió por la seguridad del chico. Sobre todo porque no sabía a ciencia cierta la otra versión, no le había preguntado a Maelie sobre sus sentimientos— ¿Y tú? —volteó él, encarándola luego de espiar un poco a Yoongi y Maelie reír juntos— ¿Ya le dijiste a hyung que te mueres por él?

Las mejillas de YangMi se colorearon de un bonito rojo que a JungKook le hizo reír. Ella negó, sintiéndose un poco acorralada, no pensó que sería demasiado directo.

—Tranquila, no diré nada —volteó de vuelta, observando a su alrededor— si tú no dices nada.

—Hecho.

—Hecho —se dieron un apretón de manos sellando cualquier juramento de panas que cayeron primero ante el amor.

Ambos avanzaron juntándose con los otros dos, parecían muy entretenidos hablando cuando los padres de la castaña se acercaron. Al primero que saludaron fue a Yoongi, muy amenamente. JungKook sabía quiénes eran los padres de la chica, lo cual lo sorprendió un poco, eran figuras reconocidas de la política, por lo menos, al señor Seo Jungsuk. Y estos reconocieron de inmediato al pelinegro.

—Oh, tú —ambos adultos dirigieron su atención hacia JungKook y Maelie quienes estaban uno al lado del otro— Jeon JungKook, ¿es así? Hijo de YooSun y JungHyun.

—Oh, no sabíamos que eras amigo de nuestra hija.

—No, omma —habló YangMi— JungKook acompañó a mi amiga Maelie a quien conocí cuando llegué a Seoul, ¿recuerdan que les conté? —señaló— toda una causalidad en realidad.

—Un gusto verlos. —saludó JungKook— ella es mi... amiga, Yeon Maelie —presentó, colocando su mano sobre la espalda baja de la rubia. Ella intentando que ese gesto no la descolocará, saludó a ambos adultos con mucha amabilidad y una sonrisa.

—Me alegra conocer a los amigos de mi hija, pronto los espero a los tres para cenar en casa con mi familia —propuso alegre, el señor Seo.

Para que entiendan y tengan una perspectiva completa del capítulo, vayan a leer el capítulo 12 de "Magic Min" 😎🤘🏻

Espero les haya gustado. 😁 Se les quiere muchito. Cuidense por favor.

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