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DIEZ.

Asintió varias veces escuchando atenta, a través del teléfono, lo que su madre le contaba. Todo se encontraba muy bien, el restaurante tenía mucha clientela a pesar de la temporada de invierno teniendo el local frente al mar y también, dado que se le había ocurrido poner como platos principales, sopa de kimchi y el especial de la casa, sundubu jjigae. Platos calientes para combatir el frío.

Maelie se había tomado unos minutos para beber un café, a ella le había entrado frío a pesar de la calefacción del lugar, se arrepintió de haber traído falda. Aprovechó en llamar a su madre mientras su jefa se mantenía en una reunión por videollamada junto a su minuto de relax. La cuestión estaba en que su madre no dejaba de hablar y Maelie quería comentarle varias cosas.

—Omma, me alegra que todo esté yendo muy bien.

Aigoo, no te he dejado hablar, me emocioné mucho contándote todo —Maelie intentó no reírse, le hacía feliz escucharla feliz— se te extraña, aquí te extrañan —mencionó por los empleados del lugar, amigos y vecinos con los cuales la rubia se crío— debes estar muy ocupada.

—Es así, omma —suspiró, de reojo vio a Hye-min dirigirse a su escritorio, sonriendo como jamás había hecho mientras se encontraba con el señor Jeon, JungKook y un niño pequeño parecido a los mayores— debo dejarte, me están llamando.

Cortó luego de una melosa despedida, se había apartado un poco, pero no por eso estaba despistada de lo que pasaba a su alrededor. Se acercó, justo cuando el pelinegro con el niño tomados de la mano entraban al despacho de la señora YooSun.

—Oh, señorita Yeon, un gusto verla.

—Igualmente, señor Jeon —se inclinó en una reverencia en forma de saludo, el hombre era muy cálido. Chocó miradas con su compañera a su lado, hasta ahora era con la única que tenía roces— yo me encargo desde ahora, gracias Hye-min.

Movió parte de su cabello lacio hacia su espalda en un gesto teatral dejando a la castaña con insultos en la punta de la lengua. No soportaba a esa rubia insípida.

Maelie siguió detrás al hombre cerrando la puerta del despacho. Viendo la escena más conmovedora y graciosa hasta ahora. Ambos hijos Jeon, besaban los cachetes de su madre a la vez haciendo a la mujer reír. Sobre el escritorio reposaba un enorme ramo de flores de colores y una caja con dulces de una exquisita pastelería. Ese día, la señora Jeon YooSun cumplía años.

JungKook levantó la mirada justo en el momento en que su padre se acercaba para besar a su esposa. Sus ojos y los de Maelie se encontraron, solo unos segundos ya que ella los apartó de inmediato. Aún no había podido hablarle, no había tenido la oportunidad de hacerlo y tampoco se había atrevido por mensajes cuando obtuvo el número a regañadientes por Chaeyoung. No quería estar mal con ella, no cuando había descubierto al fin lo que sentía.

—Señora Jeon, ¿necesita algo más? Moví algunos horarios de su agenda para que disfrute la tarde.

—¿Y eso? —con el ceño fruncido observó a su asistente primero, desviándose luego a su esposo a su lado quien movió sus cejas de arriba abajo— ya entiendo. Iremos a comer algo muy rico entonces —dijo apretujando al más pequeño entre sus brazos.

Fueron saliendo de a poco, YooSun junto a JungHyun y el hijo menor de estos. JungKook quedó a lo último reteniendo a Maelie por la muñeca, sintiendo una fea sensación en su pecho cuando ella se zafó de su agarre.

—¿Estás bien? —asintió, sin siquiera mirarle y salió por la puerta dejándole insatisfecho, JungKook suspiró, no perdía nada en seguirla y hablarle.

Aunque se detuvo a medio camino cuando vio a Shiho al lado de Maelie, sonriendo de forma extraña mientras hablaban. Los ojos de la morocha lo vieron de soslayo y luego de indicarle algo más a la asistente de YooSun se dirigió dónde su mejor amiga se encontraba, esperando el elevador.

—Maelie.

—¡JungKook!

Maldijo por dentro ante la llamada de su padre, lo esperaban. La miró por última vez, aún pensando en como arreglar su situación.

Bebió de la copa de agua que tenía frente a él, llevó un poco de comida a la boca disfrutando los sabores de la carne y verduras mientras de fondo el ruido de las voces y risas se escuchaban. Giró un poco la cabeza observando a Joonhyung con las mejillas llenas de comida, era una imagen muy tierna de ver.

Frente a él se encontraba uno de sus dolores de cabeza, no pudo evitar observar por un segundo el escote pronunciado del vestido que llevaba ese día, demasiado tentador, pero ya no tan interesante. Dejó de masticar al reflexionar sobre ese pensamiento, uno que lo sorprendió un poco al saber que no le tomaba importancia a ese detalle cuando en el pasado la hubiera devorado con la mirada con planes por perpetrar luego.

Shiho sintió aquella intensa mirada y le guiño un ojo, él la apartó hacia su plato sintiendo su celular vibrar en los bolsillos de sus jeans. Lo sacó por debajo de la mesa revisando el contenido. Mensajes en el grupo de Dyonisus, estaban muy activos al parecer.

Volvió su atención a la mesa, dónde su madre servía más arroz al plato de su hermano y otro poco a su padre recibiendo un picoteo de labios de este. En Corea no era normal tantas muestras de cariño en público, la mayoría sabía que YooSun y JungHyun eran la excepción.

Volvió a tomar su móvil escribiendo un mensaje. Al mismo tiempo, el sonido del de Shiho sonó también y ella lo revisó con una sonrisa que se desvaneció en segundos mirando al pelinegro.


“Necesito que nos veamos, quiero hablar contigo”
13:40✓✓


“¿?”
13:40✓✓


“Soy JungKook “
13:41✓✓


Esperó, las tildes le marcaban que el mensaje fue recibido y leído, suspiró cansado, menos mal que era perseverante cuando se proponía algo.

Maelie.
“¿No me contestarás?”
13:46✓✓


“Tú y yo no tenemos nada que hablar”
13:47✓✓


“Bueno, tú no, pero yo si tengo que hablarte de algo importante”
13:48✓✓


El mensaje fue recibido y leído otra vez, bufó, mordiéndose el labio inferior de los nervios. Jamás se había sentido nervioso por la espera ante un simple y mísero mensaje.


“Bien, ¿seguirás en esa postura? no importa, puedo esperar”
13:52✓✓


“👍🏻”
13:53✓✓


Gruñó descontento, jamás había conocido una sola mujer que lo rechazará. Le encantaba. Le estaba fascinando y eso le ponía.

—¿JungKook?

Levantó rápidamente la cabeza al ser descubierto, varios pares ojos mirándole en silencio y expectacion, tragó saliva intentando dar una explicación clara que no conllevará quedar mal ante los demás.

—Sonja noona, te dijo si podía unirse a nosotros para ver películas —los ojitos de su hermano menor lo miraron dándole una ligera excusa para salvarse.

—Ahm, no enano, no puede —respondió, mirando a su madre guardando el aparato en su bolsillo— Joon quería saber y le pregunté a Sonja.

Los adultos siguieron en lo suyo, JungKook le sonrió a Joonhyung correspondiéndole este de la misma manera. Revisó una última vez en busca de una respuesta, la vio en línea, pero nada. Por primera vez sintió algo parecido a la desesperación mezclado con la frustración, pasó la mano por su rostro y pidió permiso para dirigirse al baño.

Caminó pensando en alguna forma de llamar la atención de Maelie, el simple hecho de recordar esa noche no hacía más que hacerle sonreír inconscientemente, la forma en que la mantuvo entre sus brazos acostados en la cama, su cuerpo acoplado al suyo, la calidez, la sensación tan bonita de compartir con alguien más un momento tan simple como ese que no fuera con una intención sexual. Era inexplicablemente placentero.

Le costó irse del departamento de Maelie, le costó dejarla allí sola escuchando su llanto provocado por él. Le costó no pensar en ella todo el día durante varios días. Inclusive cuando iba a Dyonisus a bailar, buscándola en cada rostro femenino como si eso pudiera pasar.

Secó sus manos luego de hacer lo suyo, escuchó la puerta del sanitario abrirse y cerrarse algo fuerte, revisó su aspecto por unos minutos frente al espejo, tenía unas imperceptibles ojeras bajo sus ojos culpa de no descansar bien, peinó su cabello hacia atrás con una mano, suspiró decidiendo regresar a la mesa, pero deteniéndose de inmediato al verla apoyada sobre la puerta.

—Noona —su voz sonó como una exhalación. Para él de cansancio, para ella de deseo.

Shiho sonrió, acercándose a él, divirtiéndole que este se alejará dando pasos hacia atrás hasta chocar su espalda con la pared. ¡Demonios! Insulto él en su interior cuando la tuvo cerca. Las manos femeninas acariciando con una pavorosa lentitud sus hombros, bajando hacia su pecho y estómago, muy cerca del cinturón de sus pantalones. El perfume de la fémina lo desoriento un poco y automáticamente cerró los ojos al sentir los besos sobre la piel de su cuello.

Las manos se movieron despacio con la intención de meterse bajo su camisa para sentir los músculos, las suyas se encontraban rígidas a los costados de su cuerpo. Shiho acercó sus pechos al de JungKook, subió su rostro con el propósito de besarle, pero al notar como el pelinegro se apartaba de su toque se alejó unos centímetros totalmente confundida. Sonrió, pensando que solo eran nervios, así que avanzó masajeando los anchos hombros con la intención de mimarle, está vez sus manos quedaron en el aire cuando él le sujetó por las muñecas.

—Shiho, basta —negó con la cabeza— no quiero esto. Lo siento.

—JungKook, ¿qué te pasa? —sonó desesperada y furiosa— ¡contéstame!, me has estado rechazando los últimos días —silencio que ninguno se atrevía a romper— ¿Acaso tienes otra?

No supo que contestar, tragó saliva nervioso, sentía el sudor bajar por su cien y no entendía el porque estar con ella lo ponía tan inquieto cuando tiempo atrás su único pensamiento era llevársela a la cama o a cualquier lugar donde pudiera hacerla suya. Está vez era diferente, era demasiado diferente, aún cuando tenía sentimientos encontrados bombardeando su pecho.

Volteó dándole la cara. Intentaría descubrir lo que sentía hacia esa hermosa mujer que tanto había traído a su vida.

—Esta noche tendré mi show solista, te espero en el cuarto rojo luego de que termine.

Fue todo lo que musitó para sacar el pestillo a la puerta, salir dejándola sola y desamparada ante miradas extrañas de hombres queriendo ingresar al sanitario.

Había bajado un momento a la cafetería a por un snack, casi eran las cinco de la tarde, dos horas más y se iría a casa. Aunque con el ajetreo de la semana de la Fashion Week, toda la editorial estaba patas arriba. Era una reunión tras otra, revisión tras otra. Salidas a ensayos y más. Estaba agotada y lo peor, era que Kim Shiho seguía insistiendo en que ella sería perfecta como modelo de pasarela.

Suspiró cansada, no se veía como una, tener que desfilar frente a cientos de personas mientras era bombardeada de flashes, o que comenzara a ser la comidilla de la prensa por ser la nueva sensación. En el fondo, sentía que solo querían burlarse de ella y eso no lo permitiría. Llevó otra galleta con relleno de frambuesa a la boca masticando lentamente, dándole luego un sorbo a su café dalgona.

Estaba tan metida en sus pensamientos ignorando a Chaeyoung y su conversación con otra de sus compañeras. Revisó su celular para ver si su jefa le requería no encontrando nada, exhaló aire al ver el tercer chat de Kakao Talk, JungKook. No sabía cómo hacerle frente luego del espectáculo que había dado estando borracha. Se sintió demasiado avergonzada porque no recordaba mucho, solo pequeños retazos dónde el pelinegro y su cercanía eran las más nítidas.

—Oh, por Dios —el murmullo lleno de sorpresa de su compañera sentada frente a ella llamó su atención.

La gran mayoría se quedó muda de la impresión al ver al joven Jeon entrar a la cafetería. No era alguien que frecuentara ese lado de la empresa. Maelie supo que fue él quien alboroto el lugar cuando escuchó su nombre en el susurro de alguien, más no le dió importancia siguiendo en su móvil y bebiendo de su café.

—Maelie —advirtió Chaeyoung en voz baja, causando que levantará la vista para conectarla con la del pelinegro parado frente a ellas. Ambos se sostuvieron la mirada por más tiempo del debido, llamando la atención de todos.

—¿Se le ofrece algo? —preguntó en automático. Él no parecía de muy buen humor, pero evitó que eso le afectase a ella. Asintió, sin apartar sus pardos ojos de su persona.

—Si, de hecho si, señorita Yeon —suspiró en un murmullo, hablando con una voz más profunda y profesional— mi madre y yo requerimos de usted en la oficina.

Fue el turno de Maelie en suspirar derrotada, desvío la mirada hacia su taza de café con el contenido por la mitad, aún se podía ver el vaho por la temperatura caliente. Asintió lentamente, llamando la atención de los demás, la actitud algo irrespetuosa de la rubia para con el heredero de todo allí era muy notorio.

—En cuanto termine iré —dijo sin emoción alguna.

—¡La necesito ahora! —exclamó unos tonos más arriba, tragó saliva cerrando los ojos, debía contenerse y no seguir alentando al show que parecía tener a todos pendientes— La espero señorita Yeon, gracias.

Se marchó rápidamente sin esperar respuesta, dejando una estela de ambiente extraño, lo era, puesto que todos en la empresa conocían a Jeon JungKook por ser la persona más dulce y amable de todas. Por eso no entendían la actitud tosca mezclado con amargura hacia una de las trabajadoras del lugar y menos con Maelie quien había demostrado ser de la misma manera, amable y dulce con cualquiera que lo necesitase.

—¿Qué fue eso?

Maelie y Chaeyoung se miraron por un breve instante. La rubia tenía una idea de lo que ocurría y quería el chico. La azabache, sospechaba sobre la extraña relación de esos dos y sobre todo, lo que JungKook sentía hacia su amiga.

Se despidió de sus compañeras, caminó a pasó lento y dudoso pensando en que sería eso importante que requería su presencia de inmediato ya que por tercera vez revisando su móvil no había encontrado mensajes de YooSun. Subió por el ascensor con más personas, de repente se sintió ansiosa y no sabía porqué. Llegó, dejando su bolso sobre el escritorio, tomó su libreta y la tablet, dirigiéndose al despacho, tocó la enorme puerta ingresando después.

Lo encontró de espaldas, parecía admirar la ciudad a través de los ventanales, sino fuera una extraña situación podría admirar de igual forma el hermoso atardecer de tonos anaranjados y violetas. Por un momento, tuvo un ligero deja vu, como si anteriormente se lo hubiera encontrado de la misma manera en uno de los despachos, pero no confiaba en su memoria en esos momentos y ella no creía en esas cosas.

Carraspeó fuerte haciéndose notar, viendo la cara de perro del pelinegro cuando esté volteó y caminó tomando asiento sobre la madera del escritorio de su madre.

—Dígame que necesita —ni siquiera le mantuvo la mirada.

—Quería saber si quieres ir a tomar algo después.

—No puedo —negó, tecleando en la pantalla táctil de la tablet— tengo muchas cosas que hacer, si me permite —dio media vuelta para marcharse, pero el grito la detuvo a medio camino.

—¡Maelie! Deja de escapar, ¿por qué eres tan terca?

Maelie volteó para enfrentarle, encontrándolo a solo centímetros de su persona, vislumbrando su ceño fruncido, sus ojos pardos con un brillo diferente del de siempre, sus hombros y mandíbula tensos. Le respondió intentando que su voz no se quebrara más.

—¿Y tú porque no entiendes que no quiero hablar contigo?

Se hizo un largo silencio entre los dos, uno incómodo y que ninguno se atrevía a romper por miedo a que las cosas se salieran de control, como si la mínima cosa pudiera poner más barreras entre medio de ambos.

—Perdóname —murmuró— siento mucho haberte hecho esa broma de mal gusto —la miró con pesar, no le gustaba verla con ojos llorosos, era muy raro— jamás haría algo que te hiciera sentir mal. Tampoco quise incomodarte esa noche, pero tú misma me pediste quedarme —los ojos de Maelie se abrieron a tope, sorprendida y avergonzada— y estabas muy fría a pesar de la calefacción, así que intente darte un poco de calor acostándome a tu lado —hizo una pausa— te acurrucaste en mi pecho y no pude evitar abrazarte cuando tiritaste, luego, sin darme cuenta me quedé dormido.

Silencio de nuevo, JungKook miraba la alfombra o sus zapatos negros cualquiera para evitar esos ojos que lo provocaban, Maelie se lo quedó mirando, preguntándose porqué.

—Perdón si te insulte o sone grosera —susurró, su voz más débil de lo que quiso— no fue mi intención, solo… me sentí avergonzada y mis emociones estaban a flor de piel.

JungKook inhaló una gran cantidad de aire y luego la soltó encontrándose con la mirada de Maelie. Solo quería que supiera lo mucho que sentía el haberla molestado. Aún así le asustó ver lo mucho que la manera en como ella se encontraba le destrozaba el corazón.

—¿En serio, estás bien? —acortó los pasos casi teniendo su rostro cerca del suyo, ella asintió.

—Si quieres, podemos ir a beber algo, pero otro día, porque con tanto trabajo no tengo…

—No, no importa —le cortó, regalándole una tierna sonrisa de labios sellados y acunó entre sus manos sus mejillas— solo fue una excusa para hablar contigo, princesa. Solo quiero que estemos bien.

La sorprendió dejándole helada cuando le besó la frente con lo que se le hizo… ¿Ternura? ¿Cariño? Lo vio marcharse, no era el chico risueño y juguetón de siempre, había algo en él que ensombrecía su luz, y no podía evitar sentir y prestar atención a esa sensación extraña en su pecho, como una opresión que hacía acelerar su corazón.

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