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DIECISIETE.

Subió lentamente las escaleras del metro disfrutando de la música proveniente de los airpods en sus oídos. Su hora de salida fue a las siete de la tarde, cómo toda la locura de la Fashion Week había finalizado, podía respirar un poco. Así que aprovechó de organizar salir, conocer la ciudad y que mejor compañía que su amiga Seo YangMi, ambas podían disfrutar de nuevas aventuras y seguir consolidando la amistad.

Llegó al sitio donde se encontrarían para cenar, un reconocido restaurante en Gangnam. Tomó asiento en una de las mesas dejando su bolso y abrigo a un lado, le envió mensaje a la castaña avisándole que ya se encontraba dentro esperándola y contestó otros como los de su madre, amigos de Busan, Chaeyoung o los de JungKook, últimamente, luego del regreso de París, se escribían mucho, los últimos tres días él no se había aparecido por la editorial, pues estaba estudiando para sus exámenes finales —en realidad, tenía que cubrir horarios en Dyonisus.

—¡Maelie! —chilló YangMi llamando su atención. Maelie se levantó correspondiendo el abrazo sin importarles a ambas como la gente se les quedaba viendo por tan efusivo saludo— ¿tardé? Perdón, es que me quedé pintando y la hora se me fue —suspiró, acomodándose en el asiento dejando su bolso a su lado, de repente adoptando seriedad en su rostro — estaba algo inspirada.

—¿Y eso? ¿cuál es la razón?

YangMi aplanó sus labios pintados de un rojo claro mirando hacia la madera de la mesa. Tenía que contarle como una forma de descargo lo que había ocurrido en aquel campamento que la había dejado decepcionada y confusa.

—Primero pidamos algo de comer y te cuento.

Pidieron una buena ración de pollo frito con cerveza. Ambas acordaron que aquella combinación era perfecta para el momento de charla que tendrían. Tenían mucho que conversar. La orden llegó luego de un rato, el silencio las tomó por sorpresa al momento del primer bocado, estaba delicioso. Rieron juntas al ver la expresión de la otra.

—Bien —sacudió sus manos tomando luego un pañuelo descartable para limpiarse— quiero que me cuentes eso que te tiene desanimada y que por lo visto te inspiró.

YangMi bebió un sorbo de su cerveza dejando el vaso en la mesa con tranquilidad, se encogió un poco mirando sus manos sobre su falda. No sabía cómo decirlo sin que sonará tan mal, el recuerdo en aquel lago no dejaba de atormentarla. Tomó una bocanada de aire.

—Yoongi y yo nos besamos.

—¡¿Qué?!

Ante el chillido de la rubia la gente a su alrededor se les quedó mirando extraño y ellas solo podían reírse en voz baja disculpándose por la reacción.

—Necesito explicaciones.

La sonrisa de la castaña se desvaneció.

—El mismo día que llegamos al campamento, invité a Yoongi a caminar, encontramos un lindo lago no tan lejos de las carpas donde armamos un picnic —hizo una pausa jugando con los palillos en su mano— picnic que ya tenía ideada en mi cabeza. Bebimos mucho y jugamos verdad y consecuencia.

—Oh no, ese juego no siempre trae algo bueno.

—La cuestión es que… fue su turno, dijo reto —comenzó avergonzarse— y yo envalentonada por el alcohol le dije que me besará y pasó, nos besamos dentro del lago en ropa interior.

Maelie se atragantó con un pedazo de pollo, sus ojos se aguaron por el esfuerzo al toser, sorbió un poco del líquido para pasar ese picor en la garganta. Esa confesión le tomó por sorpresa.

—No me digas —murmuró con voz ronca— un reto en el que tenías que meterte al lago sin ropa —YangMi asintió— se besaron, ¿entonces por qué tu cara de tragedia?

—Porque soy una tonta —lloriqueó, tapándose el rostro con ambas manos— porque pensé que así él se daría cuenta de lo que siento, de que me gusta —resopló— pero no, Min Yoongi es tan ciego que hasta un ciego se daría cuenta de que estoy enamorada de él.

—Y si, se lo intentas decir con palabras —propuso con cautela.

—¿Y si no me corresponde?

—¿Y si, sí?

YangMi la miró con ojos entrecerrados. Estaba demasiado tranquila cuando detrás de ella había uno persiguiéndole a viva voz con luces de neón.

—¿Y tú mi querida Maelie? —la susodicha levantó su rostro con las mejillas llenas de comida— ¿Qué dices de JungKook?

—¿Qué con él? —limpió sus labios, encogiéndose de hombros luego de tragar.

—Ay por favor, amiga, no me digas que no te has dado cuenta de cómo te mira o te trata.

Maelie alzó sus hombro haciéndose la desentendida.

—JungKook y yo tenemos una linda amistad, me trata bien porque él es así. Es cariñoso y amable. Supongo que por eso los demás ven cosas que no son.

—Si, claro, ajam.

—¿Por qué? ¿qué intentas insinuar?

—Nada, lo que dices es verdad —contestó con ligero sarcasmo, llevando un trozo de pollo a la boca— esto está delicioso.

De nuevo se hacía presente ese bichito rondando en su pecho, uno que había sentido cuando JungKook la ayudó y despertó a su lado. Solo que no entendía de que trataba.

Ante el interminable ruido del timbre, Maelie se abalanzó molesta a la entrada en busca del insensato y estúpido humano que azotaba con demasiada devoción, sus vecinos terminarían quejándose luego. Para su sorpresa o no tan sorpresa no creyó encontrarse con él.

—¿Jungkook? ¿qué haces?

—Hola princesa —sonreía mostrando su dentadura, su nariz se arrugaba en una mueca tierna al igual que los costados de sus ojos que se encontraban algo rojos, estar recostado de la pared lo mantenía de pie. Maelie lo observó de arriba abajo y se cruzó de brazos.

—¿Estás borracho?

—Tal vez.

—¿Por qué no has ido a tu casa?

JungKook colocó un rostro pensativo mirando hacia techo del pasillo.

—Omma me castigará y no me dejara salir.

—Eres un infantil —resopló y alargó la mano para que él la sujetara— ven aquí.

JungKook la tomó más que feliz y le rodeó los hombros cuando ella le dio la espalda, ayudándole a entrar en el interior descalzándose de sus borcegos antes. Aprovechó de oler el perfume del shampoo del cabello rubio, miel y coco. Se soltó tomando asiento en el sillón del living, sus ojos no dejaban de vigilar todo movimiento que ella hacía.

—Se te está haciendo costumbre el beber y ponerte borracho —habló, sirviendo un vaso de agua— no deberías, un día de estos perderás tu hígado.

—Solo lo hago en ocasiones —refunfuñó, encogiéndose en el mueble— no me regañes, princesa. Salí con un amigo que me necesitaba, anda mal de amores, era una ocasión especial.

Recibió el vaso de agua que la rubia le tendió, bebió el líquido de un solo tirón dejando el vaso en la mesita de frente. Maelie tomó asiento a su lado, tenía su laptop encendida con algo de música instrumental que se escuchaba a un volumen bajo a través de un parlante pequeño.

JungKook aprovechó y colocó la cabeza sobre las piernas de Maelie, recibiendo de esta suaves caricias en su cabello azabache. Eso lo relajaba, lo relajaba demasiado.

—Hyung no quiere admitir su amor por la chica, dice que solo es sexual pero los dos sabemos que está enamorado o por lo menos está empezando.

—¿Y cómo sabes que lo que siente es amor?

—Lo sé porque sé lo que se siente el amor, Maelie.

Ante eso su curiosidad despertó demasiado.

—¿Ah sí? ¿acaso estás enamorado?

—Si —admitió con toda seguridad— estoy enamorado de una hermosa chica —su sonrisa de bobo lo decía todo— es bellísima, inteligente, me hace reír mucho, espontánea, podríamos pasar horas hablando y el tiempo se detiene. Su piel es tan suavecita y huele tan rico —se removió, escondiendo su rostro en el estómago de la rubia y su voz se perdió— la quiero.

No logró escuchar lo último, pero sintió su corazón latir como loco al escuchar la forma en que describía a esa desconocida, podía sentir la envidia en su interior. Aunque ella no sabía y no quería, más que envida eran celos. Celos de como JungKook estaba enamorado.

—Es una suertuda.

—Mmm —suspiró, tomando la mano de la chica para que siguiera con los mimos a su cabello— si, ojalá hyung se atreva a decirle a noona que la quiere, en nuestra situación mantener una relación se hace muy difícil, no creo que acepten nuestros trabajos.

Maelie frunció el ceño perdida. Ya estaba desvariando en medio de su borrachera y sueño.

—Anda, levántate, vamos a la cama.

—Yeon Maelie, por lo menos invítame una cena.

—No seas idiota, te voy a llevar a la cama a dormir.

A duras penas, lo ayudó a ponerse de pie, pasito a pasito llevándolo sobre su espalda, pesaba mucho y él solo contribuía a reírse y hacer malos chistes.

—Me gustan tus pijamas de ropa holgada, te dije que me gusta la ropa holgada en las mujeres —rió— se ven tiernas, por eso uso ropa holgada, es cómodo, pero a veces tengo que usar ropa apretada que me sofoca —puchereó, sentándose en la cama.

—Intenta dormir, mañana tienes que levantarte temprano y llegar a tu casa antes que tus padres se den cuenta —lo acomodó mejor en un intento por cubrirle con las sábanas, pero se detuvo cuando él volvió a sentarse quitándose el hoodie y su camiseta.

—¿Por qué te quitas la ropa? —escandalizada.

—Duermo sin ropa, totalmente desnudo, si quieres… —comenzó a desabrochar sus pantalones.

—¡No! —rodeó las muñecas del chico— déjate los pantalones puestos y acuéstate de una vez.

—Ya deja eso y acuéstate también.

—En un rato, acomodare las sábanas en el sillón y... —se detuvo cuando JungKook la miró fijamente— ¿Qué?

—Ya hemos dormido varias veces juntos y jamás ha pasado nada, no pasará ahora, así que ven a dormir —palmeó el colchón a su lado.

Maelie suspiró un tanto nerviosa, es verdad que habían compartido cama otras veces, pero la realidad era que ella no recordaba la mayoría y estar consciente de eso ahora no sabía cómo manejarlo o tal vez si y se estaba haciendo demasiado lío en la cabeza cuando simplemente iban a dormir. Confiaba en JungKook.

—Ok, espera, necesito apagar las luces.

Salió dejándolo solo, apagó las luces y dejó todo en tranquilidad, arrimó la puerta del cuarto ocupando su puesto en la cama al lado del pelinegro. Se acomodó cerrando los ojos, abriéndolos cuando sintió la calidez de otro cuerpo a sus espaldas con la cálida respiración sobre su cuello y un peso sobre su cintura.

—¿Por qué siempre tienes que abrazarme?

—Porque eres abrazable —murmuró él, causando que ella riera por lo bajo— gracias princesa, gracias por estar conmigo, gracias por ser mi mejor amiga.

Su sonrisa se desvaneció al instante, al igual que los latidos de su corazón se aceleraron en un tipo de sentimiento que invadió su pecho, uno donde se sintió desanimada… y decepcionada.

Se desperezo alzando los brazos sobre su cabeza, lentamente abrió sus párpados encontrando el lado derecho de la cama vacía. No había rastros de JungKook por ningún lado, pero si captó el olor a dulce y café recién echos. Bostezó aún con sueño, no había podido dormir bien puesto que alguien había roncado gran parte de la noche y cuando pudo conciliar el sueño la incomodidad llegó a ella al sentir la erección matinal muy cerca de su cuerpo.

Se levantó tronando algunos huesos de su cuerpo y dirigiéndose primero al baño para hacer su rutina cotidiana. Al salir, entró a la cocina donde observó en silencio al chico cocinar, no sabía que cocinaba y menos que cantaba muy bonito.

—Buenos días.

—Oh, buenos días —sonrió con una espátula en su mano— hice panqueques de avena, lo encontré en tu alacena, espero no te moleste, pero tenía hambre.

—No te preocupes —siguió de largo, yendo a la nevera a por un vaso de agua— ¿Quieres que te ayude en algo?

—No, ya casi termino. Siéntate, ¿quieres café? —ella asintió, tomando asiento frente a la isla dónde habían dos tazas y dos platos preparados sobre la mesa, uno en el centro con frutas y un pote de Nutella— ya casi está todo listo.

Maelie observó cómo JungKook le servía el desayuno con mucha diligencia. Se veía de muy buen humor a pesar de que tendría que verse horrible por su resaca.

—¿No te duele la cabeza? —preguntó antes de llevarse un pedazo de panqueque con Nutella y bananas a la boca— Dios, que rico.

—Me alegro que te haya gustado —dijo bebiendo un sorbo de su café— y está vez fui precavido, encontré analgésicos en tu botiquín y tome uno.

Maelie se atragantó con un poco de café, JungKook rió un poco tendiéndole un pañuelo. Se veía tierna con su rostro rojo.

—Kook, ¿acaso sabes para que servían?

Asintió con una mueca en su rostro mientras sus mejillas se encontraban llenas.

—Decía para dolor de cabeza —respondió luego de tragar— absolutamente todo lo tienes ordenado y etiquetado, no es como si no encontrará algo.

Negó disfrutando de su comida mientras hablaban de cualquier cosa trivial. Maelie quería alejar todo malo pensamiento o sensaciones, JungKook le hacía olvidar todo. Pasar el rato juntos se les iba sin darse cuenta.

—Gracias —agradeció ella despidiéndole en la puerta, él ya se iría a su casa.

—Gracias a ti por dejarme quedarme… otra vez —se recostó del umbral de la puerta con las manos dentro de los bolsillos de su chaqueta— por eso, cómo agradecimiento por todo te invito al cine y a cenar.

—Si pagas tú.

—Okey, pero la próxima tendrás que comprar leche de plátano, no entiendo que le ven de rico al de fresa.

Hizo una mueca de asco que a Maelie le pareció gracioso, se cruzó de brazos recordando todas sus peticiones.

—Es mi casa, yo decido que comprar y que no.

—Lo tienes que hacer por mí.

—Y yo qué gano.

—A mí —besó su mejilla antes de salir por la puerta y marcharse.

Happy JK day!!!
🐇

¿Qué se siente cumplir un cuarto de siglo,JK?

🤣🤣🤣

💜💜💜

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