DIECISÉIS.
Fue una mala idea. Si, definitivamente una muy mala idea dejarse llevar por el arrebato de ella terminando los dos en un bar tipo pub probando los mejores tragos de la ciudad. Pero el repentino impulso mezclado con una clara efusividad por olvidar el doloroso momento no le permitió a Maelie razonar al estado deplorable en qué se encontraba. Y por obvias razones JungKook no pudo manejar, quería evitarse problemas en un país ajeno y menos que menos atraer la atención de su progenitora.
Así que simplemente tomaron un taxi que los llevó al hotel de regreso, a cuestas con ella —porque en medio de su poca sensatez decidió parar de beber para cuidarla— agradeciendo que no hubiera demasiada gente alrededor, aunque el horario nocturno entrando la madrugada era la aparente razón. Entre risitas bobas y tropezones entraron al vestíbulo directamente al ascensor. La dejaría a Maelie en su habitación que se encontraba un piso inferior del suyo. La preocupación pasaba a segundo plano cuando la veía reírse de tonterías.
Luego pasó a primero cuando vio a gente conocida por el pasillo, inclusive a su propia madre. Maldijo mentalmente, apretujando el cuerpo de Maelie contra el suyo y la pared del amplio ascensor escuchando un leve quejido de esta escondiéndose, lo único que le faltaba es que YooSun descubriera que su asistente estaba casi dormida de borracha y él, su hijo bonito, le seguía. No podía permitir que la imagen tan eficiente de la chica cambiará delante de su madre.
Afincó los dedos marcando en el tablero su piso sin poder pensar en otra solución, solo sería algo momentáneo hasta que no hubiera moros en la costa. Al cerrarse las puertas sintió la respiración tranquila de la chica sobre su cuello y el peso extra al alejarla un poco del soporte de la pared. Se veía muy tierna con sus ojos cerrados y un ligero rubor en las mejillas, tenía una coleta alta con varios mechones salidos cayendo por su rostro.
El impulso por besarla era tan grande que le acarició con dedos trémulos la mejilla derecha, acercando lentamente su rostro, pero el pitido del ascensor avisando que habían llegado al piso correspondiente lo obligó a separarse dejando reposar su frente sobre la de la chica, suspiró, peinando hacia atrás los mechones rubios rebeldes.
—Maelie, princesa, necesito que camines por favor.
Un disque leve maullido salió de la garganta de está en respuesta, causando que JungKook maldiga al aire al saber que tendría que cargar con el peso completo entre sus brazos. Antes de que las puertas volvieran a encerrarlos la cargo de forma nupcial caminando por el pasillo a paso rápido —en ese mismo piso su madre tenía su habitación a solo dos de él— al llegar se detuvo dejando a Maelie con los pies lánguidos en el suelo mientras a duras penas sacaba la tarjeta magnética de su bolsillo trasero.
La puerta se abrió de par en par volviendo a cargarla entre sus brazos para adentrarse en el interior con dificultad, ni siquiera encendió las luces, se guió por el destello del exterior y llegó a la cama matrimonial tendida dónde la acostó con tranquilidad. Rápidamente cerró la puerta y encendió algunas luces quitándose su abrigo, de repente estaba sudando por el esfuerzo y la adrenalina. La despojo de su sobretodo, bolso cruzado sobre sus hombros y sus zapatos dejándola más cómoda sobre el colchón, removiendo de un costado el edredón para cobijarla.
Se dejó caer en el sillón a un lado de la enorme habitación jadeando, mirando como ella dormía tan tranquilamente, como su pecho subía y bajaba lentamente. Dispuesto a beber un poco de agua se dirigió al minibar cuando su teléfono celular sonó insistente en algún bolsillo de su chaqueta. Lo tomó deteniéndose un momento por la sorpresa viendo el nombre en la pantalla.
—Omma.
—Cariño, ¿dónde estás? No me has contestado los mensajes en todo el día, ¿está todo bien, hijo?
—Si, no te preocupes, estuve haciendo un tour por la ciudad y tenía el celular apagado, recién lo enciendo, perdón —mintió, colocando una mano en la cintura.
Por el rabillo del ojo vio a Maelie removerse colocándose de costado, dejándole ver la curvatura de cintura desnuda gracias a la blusa corta y las caderas en aquel jean apretado revelando una imagen de su trasero, claramente había pasado desapercibido por el abrigo que la cubría por completo. Tragó saliva ante la voluptuosa imagen.
—Amor, sé que has estado en tus asuntos, pero —rogó para sus adentros que no hiciera esa pregunta— ¿Has visto a Maelie? Me pidió permiso para hacer algo personal hoy, pero no me contesta el teléfono y estoy un tanto preocupada.
—Ahm, no, digo si —apretó entre sus manos las hebras de cabello en acción nerviosa— quiero decir, vi Maelie llegar hace un rato largo, me dijo que había ido a visitar un lugar, no lo sé y luego que iría a dormir, nos despedimos y ya.
—Oh, esta bien —sonaba pensativa y Kook esperaba que se creyera esa mentira, se la creyó— ¿Has hablado con tu padre? —negó, con un susurro salido de su garganta— mañana quiero que desayunemos juntos antes que me vaya.
—Claro, ¿a qué hora sale el vuelo de regreso a Corea?
—Según tengo entendido a las siete de la tarde.
Asintió, tenían una reunión con algunas marcas, JungKook comenzó a preocuparse por el estado de Maelie, inconsciente y dormida en su cama. Sólo esperaba que en la mañana todo fuera diferente.
Gimió por el dolor de cabeza, volteó sobre la cama sintiendo un peso extra sobre su espalda, está vez no gritó ni se exaltó al verse entre los brazos del pelinegro. Estaba consciente de que haber bebido traería ciertas consecuencias, simplemente no pensó que terminaría de la misma manera que las otras dos veces en su departamento, pero diferente lugar. Se removió con lentitud, sabía que él tenía el sueño pesado, quitó el brazo de su cintura dejándolo con mucho cuidado sobre el colchón. Se quedó quieta al ver cómo este se removía quedando boca arriba.
La imagen de un JungKook dormido con su camisa levantada dejando ver un resquicio de la piel de su abdomen, sus finos labios entreabiertos con un zumbidito saliendo de ellos, le hizo sonreír. Se veía tierno en esa posición y no pudo evitar mirarle con su cabeza aún apoyada sobre la mullida y cómoda almohada. Detallarlo con minuciosidad cuando él ladeó un poco la cabeza.
Sus párpados cerrados, sus mejillas redondas, el derecho albergando dos lunares uno arriba del otro, uno imperceptible en una de las fosas nasales de su ancha nariz, sus labios, el superior más fino que el inferior con un poco de grosor y debajo de este otro lunar pequeño justo en el medio, su mandíbula afilada le daba esa simetría que hacía a su rostro duro y varonil sin perder la sutileza aniñada. Sonrió, porque a pesar del poco tiempo que llevaban siendo amigos, JungKook era una persona con dualidad. Podía ser tan interesante como infantil.
Sus ojos se detuvieron en un vistoso lunar de color marrón sobre la lechosa piel de su cuello. No sabía porque, pero los lunares en el cuello o nuca eran su debilidad y el chico a su lado tenía uno demasiado tentador que hacía picar sus dedos por rozarlo o tocarlo. Por qué de repente se sentía demasiado atraída por ese hombre, por qué su corazón latía como loco dentro de su corazón al verlo o la sensación tan extraña todas las veces que la abrazaba o contenía impartiéndole una seguridad que jamás obtuvo.
Se levantó a duras penas, apañada aún por su dolor de cabeza, su vejiga pedía a gritos ser vaciada, pero aún así no usaría el baño de allí y darle la oportunidad a que él despierte. Suficiente con la humillación de mostrarse borracha, aunque eso era algo tan insignificante que le sorprendía no sentir vergüenza. Tomó sus cosas intentando salir en puntillas, se detuvo siendo abarcada por una clase de impulso que la llevó otra vez hasta la cama, dónde colocando su peso sobre una de sus rodilla se dobló con cuidado acariciando los cabellos alborotados azabache besándole la frente.
Dos minutos después, estaba caminando con paso rápido por el pasillo hasta el elevador, tenía tiempo de tomar un baño y desayunar, la hora en su celular marcaban las cinco de la mañana, debía encontrarse a las nueve con su jefa y todo el equipo en el vestíbulo. Era momento de cambiar por completo y dejar atrás lo que había ocurrido el día anterior.
—No creo que me vea bien en eso.
—Cómo que no, te verías fantástico. Tienes el cuerpo para modelar, cielo.
JungKook bebió de su té con una pícara sonrisita en su labios. Claro que tenía el porte de modelo, pero no accedería a ese mundo agobiante porque suficiente tenía con Dyonisus.
—Sé que quieres introducirme al modelaje desde que tengo uso de razón, pero me gusta el perfil bajo —le convenía, en pocas palabras.
—Puedes modelar y aún tener perfil bajo —remarcó con la mirada en un bosquejo y añadió— Maelie ha desfilado y hemos recibido muchas propuestas para ella —escuchar eso le sorprendió— pero al igual que tú prefiere mantenerse detrás, dice que no sirve para modelar.
—Yo opino todo lo contrario —musitó divertido, recordando aquel momento en que la rubia desfiló.
—¿Te llevas muy bien con mi asistente por lo visto?
Él carraspeó bebiendo de su taza de té.
—Si, normal, cómo todos los demás, es muy simpática. Nos llevamos bien.
Desvío su mirada de la inquisitiva de su madre. Estaba pensando en que debía ser más prudente a la hora de tratarse de Maelie, inclusive su padre se estaba dando cuenta y hasta ahora no sabía cómo podía escapar de todo ello sin que se dieran cuenta de su claro interés amoroso.
—Me voy ahora —se levantó, guardando el celular en el bolsillo de su pantalón y besó la mejilla de su madre.
—¿A dónde irás?
—Quiero comprarle algo a Joonhyung antes de que regresemos —y agregó rápidamente al ver que su madre hablaría— no tardaré mucho, hoy estaré acompañándote lo que resta del día.
—Esta bien, cariño, cuídate —sonrió al recibir un beso en la frente por parte de su primogénito y lo vio marcharse.
Al salir de la habitación de su madre, respiró profundamente calmando su agitado corazón, revisó su celular con la esperanza de encontrar alguna respuesta por parte de Maelie, pero nada, ni siquiera un visto, se preocupó un poco. Cuando había despertado se encontró solo, la desilusión golpeando su pecho por pensar que amanecería con ella fue tan grande como darse cuenta que debía hacer algo para avanzar, básicamente, declararle sus sentimientos. Aunque pensar lo que pudiera pasar después le aterraba.
Salió acomodando su chaqueta y lentes de sol, llevaba una pequeña mochila con algunas de sus pertenencias, está vez si haría las compras necesarias antes de su regreso a casa. Sin embargo, su expresión se tornó de extrañeza cuando un hombre elegante se paró frente a él.
—Usted es Jeon JungKook.
El intentó de inglés por parte del que supuso un guardaespaldas le sonó simple y apenas entendible.
—Así es —contestó con la barbilla en alto sin dejarse intimidar, estaban en la vereda, muy cerca de la entrada del hotel.
—*Monsieur Giraud quiere hablar con usted.
Frunció el ceño teniendo ese nombre en el fondo de sus recuerdos, rápidamente lo reconoció cuando las ventanas polarizadas de un elegante y costoso Mercedes Benz bajaron, aquel señor canoso que se había encontrado el día de ayer lo miraba expectante, el abuelo de Maelie. Se acercó despacio hacia el vehículo.
—¿Qué hace aquí? —preguntó más como cortesía. Él sabía muy bien del porqué de esa aparición.
—Quisiera conversar contigo, muchacho —los ojos del hombre viajaban a través del hombro del pelinegro— ¿tienes tiempo?
JungKook lo pensó unos instantes, su madre y todo el equipo habían partido hacia minutos atrás, aún así no se arriesgaría a qué lo vieran con ese hombre y luego tuviera que dar explicaciones.
—Esta bien, pero no aquí.
El mayor asintió, con una leve sonrisa de satisfacción, Kook rodeó el auto entrando al interior. Luego de unos minutos que se le hicieron eternos llegaron a un edificio de imponente estructura, se notaba que era algún tipo de museo o algo así, pero no ahondó mucho cuando descendió del auto y siguió al mayor rodeados de guardaespaldas de su misma altura y hasta más altos. No dejó que aquello lo intimidara, solo siguió conversando de cosas triviales con el mayor que seguía sin decirle del porqué de su repentina visita.
Llegaron hasta un hermoso, pero pequeño jardín rodeado del imponente edificio, de cesped verde y flores de muchos colores, una enorme palmera se erguia dando la suficiente sombra también dejando que algo de sol se cuele por entre medio. Ambos tomaron asiento en silencio.
—JungKook, ¿te apetece beber algo?
—Ahm, agua estaría bien, gracias.
Con un ademán de manos, llamó a una mujer con traje para hacer los pedidos. Aún no podía acostumbrarse al idioma, escucharlo se le hacía demasiado extraño, sin embargo, había aprendido un poco.
—Supongo que te sorprende mi visita —habló el mayor, colocando sus manos entrelazadas sobre la mesa de madera.
—La verdad, sí.
—Y supongo también que sabes la razón por la cual quiero hablar contigo —sonrió, amablemente.
—Maelie.
—Si, es por Maelie —suspiró y se detuvo por un momento cuando el café y el vaso de agua llegaron— quiero acercarme a mi nieta.
La confesión no le sorprendía aunque no podía evitar sentirse así. Soltó una risita nasal.
—Disculpe la risa, pero, creo que eso debería preguntarle a ella, ¿no cree?
—Ambos sabemos que está un poco reticente a hablar con nosotros y no la culpo —y no debería cuando nunca se hicieron cargo del dolor que Maelie y su madre pasaron, pensó JungKook con ironía— pero quiero acercarme, quiero que me ayudes, quiero que forme parte de la empresa que su padre debió ocupar como…
—Espere, espere —bufó, no le gustaba para donde iba la conversación— disculpe, pero está pidiendo demasiado y yo no estoy dispuesto a ayudarlo cuando quiere que Maelie deje toda su vida en Corea para ocupar una aquí que no le pertenece.
Fue el turno del hombre mayor en soltar una amarga risita, su aura amable se había desvanecido y en su lugar adoptó un rictus sumamente intimidante.
—Se que eres el heredero de dos grandes CEO’s en Corea, que estudias marketing y publicidad, que mi nieta es la asistente de tu madre, sé todo sobre tu familia muchacho, cómo también sé sobre la vida de mi nieta —bebió de su café con monería— sé también que no eres su novio como me hiciste creer.
—En primer lugar, yo no le hice creer nada, usted lo supuso —golpeó las paredes internas de su mejilla con la lengua— no, no soy su novio, pero si alguien dispuesto a protegerla de cualquier mal. Segundo, si Maelie no quiere verlos o hablarles, deberían respetar su decisión. No cree que está pidiendo demasiado cuando apenas los conoce y para variar, cree usted que ella sería capaz de soportar a su grosera esposa.
—¡No te permito que me hables así!
—¡Usted me lo va permitir porque se metió con la mujer que amo! —ambos se encontraban de pie, a la defensiva— Si piensa que puede llegar a su vida y cambiar como se le de la gana está equivocado, Maelie no los necesita, es feliz junto a su madre y las personas que la queremos.
Sentía hervirle la sangre.
—Le sugiero algo señor, mejor evítese la pena del rechazo y dejé en paz a Maelie, créame, no los necesita. Sola ha logrado llegar muy lejos —acomodó la mochila sobre su hombro— ha sido un placer haberlo conocido señor Giraud, que este bien.
Se despidió en una reverencia de noventa grados y se retiró con rapidez. Estaba muy molesto con toda la situación, con el descaro de ese hombre al querer obtener un derecho sobre Maelie. Ella era la única que podía decidir sobre su vida, pero tampoco permitiría que le hicieran daño o la alejaran.
Tenía una pierna encima de la otra oscilando en un movimiento a causa de su mal humor que en todo el día no se le había ido. Ni siquiera pudo mantener la concentración durante las reuniones o ante las conversaciones que se llevaban a cabo delante suyo. Dejó caer la espalda sobre el respaldar del cómodo sillón de la sala vip del aeropuerto fijando sus ojos en algún punto sin interés. Su celular vibró y automáticamente su semblante se suavizó al leer el mensaje.
Princesa💖
Desde aquí se puede notar tu cara de perro rabioso. Chae unnie dice que das miedo, yo digo que das risa.
19:34✓✓
Se quiso reír, pero siguió impertérrito con la seriedad cincelando su rostro.
Que graciosa resultó ser señorita Yeon. Deje me rio ja ja ja
19:34✓✓
Princesa💖
La que debería tener esa cara de perro soy yo, tengo mucho dolor de cabeza.
19:35✓✓
Quien te manda a beber de esa forma.
19:35✓✓
Princesa💖
Bueno, agradezco que me hayas cuidado. Solo no entiendo cómo amanecí en tu cama.
19:35✓✓
Rió para sus adentros y se arriesgó como en el pasado.
Me siento ofendido, de nuevo no recuerdas, a este paso consideraré dejar de hablarte. No puedo creer que no lo recuerdes.
19:36✓✓
Princesa💖
Si no lo recuerdo, es porque no pasó o no fue tan genial.
19:36✓✓
Ouch, eso dolió. Quiero cortar todo lazo con usted señorita Yeon, ha roto mi ego y no sé si pueda perdonarle.
19:37✓✓
Princesa💖
No se puede, ya no hay vuelta atrás, estamos anclados a seguir juntos en este camino que se llama vida.
19:37✓✓
Eso es muy peligroso, porque una vez que me propone algo así, jamás te desharas de mí.
19:38✓✓
Princesa💖
Tendré que pensarlo entonces, no se si quiera seguir a cuestas con alguien que cambia de dualidad cada segundo.
19:39✓✓
Rio ante el mensaje, de repente todo en su interior se había calmado.
Princesa💖
Así está mejor, sonriendo.
19:40✓✓
Levantó la cabeza mirando hasta el otro extremo de la extensa habitación donde Maelie se encontraba junto a sus compañeras conversando. Definitivamente ella le hacía sonreír.
*Monsieur: señor.
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