×Capítulo 12×
POV Jennie :
Después de salir de clases y que Lisa me llevara en su auto a escondidas, con cuidado de que nadie nos viera, me llevó a un centro comercial.
Me encantaba ir de compras con Rosé, pues era una forma de quitarme todo el estrés qué llevaba encima, pero muy rara vez lo hacía, ya qué no tenia dinero para eso, tendría que vender mil fotos o vídeos de mí cuerpo para poder ir seguido al centro comercial.
Ahora Lalisa y yo estamos caminado por pasillos, comiendo un helado y mirando algunos estantes.
Yo paro cada cinco minutos en alguna tienda cuando veo un peluche, en total, hay ocho peluches enormes qué Lisa lleva cargando por mí, me siento como una niña pequeña, pero deben de entender que amo este tipo de cosas y no es mi culpa que Lalisa me consienta tanto.
- ¡Mira ese, es un oso! - Pegué mis manos en el cristal viendo el peluche recostado en el estante.
- ¿No crees que ya son demasiados? - Preguntó ella pujando debido a el peso de los peluches.
- Jamás es suficiente cuando se trata de peluches Lalisa - Inflé mis mejillas haciendo un puchero.
Me di cuanta de que esa era su debilidad, si hacía un puchero, ella no podía decirme que no, ahora esa sería mi nueva arma.
- Esta bien - Rodó los ojos - Ve y compralo mientras yo voy y dejo esto al coche, no soporto mi espalda - Se quejó ella sacando su billetera y dándome el dinero para comprar mi osito.
Yo solo di un saltito de felicidad mientras le agradecía con beso en la mejilla y corría hacia la tienda para comprar mi peluche.
POV Lisa:
Es imposible creer que la chica tierna y hermosa qué estoy en viendo ahora saltar de felicidad al abrazar su nuevo peluche, es la misma chica que es una salvaje en la cama y que me prende con tan solo verla.
Jamás había sentido algo parecido cuando estoy con alguien, ella es diferente, me hace sentir diferente.
Sé que muchos pensaran qué ésto es una completa tontería, ¿como una adulta puede enamorarse de una adolescente inmadura?, ni siquiera yo lo sé, jamás me he enamorado del todo y resulta que cuando lo hago, es de una niña tonta.
Amo cada acción de ella, su olor, su personalidad, sus mejillas qué incitan a pellizcar, de sus ojos de gata, de su forma de tocarme, de sus gemidos, de su sexo, estoy enamorada de ella, de Kim Jennie.
Y me duele aceptarlo porque sé que amar duele y duele más de lo que debería, sé que muchas cosas están en nuestra contra, como la edad, el rechazo de la sociedad y todo eso, pero no me voy a rendir, porque ella es el amor de mi vida, mi musa, mi pequeña chica, mi gatita, ella lo es todo para mí.
- ¡Lisa, Lisa! - Corrió hasta a mí y me abrazó - Mira, se parece a ti - Me enseñó su peluche de oso y sonrió dejando ver sus pequeños dientes.
- ¿Insinúas qué soy un oso? - Pregunte fingiendo enojo.
- No lo insinúo, lo eres - Rió tiernamente.
En ese momento, ella parecía una niña, me sentí culpable por quitarle su inocencia pero, yo sabía que no era inocente en lo más mínimo, tal vez era tierna pero no inocente, alguien de me te así, no podría hacer todas las cosas que me hizo hace unos días.
Entonces, fijé mí mirada en una tienda, había un vestido en un maniquí qué me encantó, no para mí, si no para la gatita qué me estaba abrazando y mirando con amor al peluche en sus manos. Jennie.
- Bueno, como todo el día haz estado comprando cosas para ti y que solo a ti te gustan, ya es hora de que yo te compre algo que me guste para ti - Hablé separándome de ella.
Ella solo asintió con una sonrisa, yo la tomé de la mano y la guíe a la tienda que momentos antes había visto.
- ¿cuando es tu cumpleaños Jennie? - Le pregunté.
- Amm... Es una semana - Dijo restándole importancia.
- Muy bien, pues quiero que uses este vestido ese día y vengas a mi casa - Nos detuvimos justo enfrente del maniquí qué tenia el vestido puesto.
- ¡oh dios!, es hermoso - Acarició la tela del vestido y lo miró con admiración.
No me encantaba el diseño, ya qué dejaba ver mucha piel en la espalda, casi destapaba su espalda baja pero si a ella le gustó, entonces se lo daría porque haría cualquier cosa por verla feliz y contenta.
- ¿Lo quieres? - Pregunté mirándola y entrelazando mi mano con la de ella.
- Si puedes dármelo me encantaría - Admitió bajando la cabeza, gesto qué me pareció muy lindo.
- Puedo darte todo lo que quieras Jennie, sabes que es lo que tienes que hacer para conseguir todo de mi - Guiñé un ojo y ella entendió mi juego, así que solo sonrió maliciosa.
- Bueno, entonces necesito complacerte - Caminó lejos de mi, yo me quedé hipnotizada con la forma en la qué movía su caderas.
Esa Jennie, sexy, salvaje y sensual había vuelto y me encantaba.
Cuando pude reaccionar, vi que ella se adentró en una tienda de lencería, no pude evitar sonrojarme, yo solo la seguí.
Entré a la tienda y no la vi por ningún lado, hasta que la vi pagando en una caja recibiendo una bolsa de la cajera.
Caminé hasta ella, dispuesta a ver lo que había comprado, inmediatamente escondió la bolsa.
- Tendrás que esperar hasta mi cumpleaños para ver lo que compre, de todas formas no importa mucho, terminará en el suelo - Le agradeció a la cajera y se marchó, dejando su olor en el ambiente.
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