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ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 8

Lili observó a Patricia llorar en silencio en la cocina, miró a su alrededor sin saber qué hacer. Ella también estaba triste por la pérdida de su tío Otis, su mamá le había explicado que él ya no volvería, pero que fue un héroe al sacrificar su vida por el niño herido.

―Señora Patricia ―susurró en voz baja acercándose a ella que elevó la mirada para verla con sus ojos rojos debido al llanto.

―Dime, cariño.

―A mí también me duele que el tío Otis no esté, pero él ahora nos cuida desde un mejor lugar. Él es una estrella ahora, todos lo somos al final.

Patricia asintió con su corazón latiendo desbocado, tomó a la niña de sus brazos con delicadeza y la acercó a su cuerpo en un abrazó.

―Gracias por tus palabras, pequeña ―pronunció un par de minutos después, soltandola―. Ve con tu abuelo.

Lili asintió marchándose en silencio. La casa se sentía más vacía en ese momento y el silencio lograba hacer eco en el lugar. Se detuvo al ver a los señores Grimes salir de la habitación junto a su abuelo y el hombre llamado T-Dog. Ninguno pareció percatarse de su presencia.

Quiso marcharse, más la curiosidad de saber cómo estaba el niño por el cual su tío se había sacrificado fue mayor. Se acercó a la habitación, intentó tener cuidado al abrir la puerta sin éxito alguno al oírla rechinar.

El niño la miró.

―Hola ―susurró con sus mejillas tornándose rosa.

―Hola ―pronunció débil.

―Perdón por molestar ―su momento de huir había llegado, giró su cuerpo, dispuesta a correr, sin embargo, su voz la detuvo.

―Espera ―se sentía cansado y aun así no quería que la extraña niña se fuera―. ¿Cómo... cómo te llamas?

―Soy Lilibeth, mamá me puso así por mi tía Beth ―todo rastro de timidez desapareció, sus pequeños pies resonaron al acercarse a la cama―. Puedes decirme Lili ―sonrió.

―Hola Lili, yo... yo soy... Carl.

―El gusto es todo mío, Carl ―sus inmensos ojos color avellana brillaron ―. Creo que ya me voy, dormir te ayudará a sentirte mejor, eso siempre decía mi abuela.

― ¿Volverás?

Por alguna extraña razón quería saber más de ella.

―Te prometo por la garrita que volveré y traeré conmigo mi libro de astronomía.

―Las... las promesas... no se rompen ―con cada palabra que decía el sueño lo consumía, Lili lo miró risueña.

―Yo no pienso romperla, Carl. La garrita es sagrada.

Leah no era fanática de los funerales, y aunque la noticia de la muerte del hombre no le provocó ningún sentimiento tampoco quería que muriera. Miró a su alrededor; la familia Greene estaba detrás de Hershel que leía un versículo de la biblia, la pequeña integrante sostenía la mano de la esposa de Otis y su madre tenía sus manos sobre sus pequeños hombros en apoyo.

Sintió la mirada de Glenn sobre ella, giró el rostro y él le sonrió con timidez. Se acercó un poco más a él indiscretamente. Lo había extrañado aquellas horas que no lo vio. Como amigos, claro.

―Murió como vivió con dignidad ―concluyó Hershel.

La mirada de Leah se detuvo en Shane, el hombre lucía perdido lo cual era extraño viniendo de una persona como él.

―Shane ―la voz de Hershel atrajo la atención de ambos―. ¿Podrías decir unas palabras?

Shane miró a todos sorprendido.

―No sirvo para eso... lo siento.

Leah frunció el ceño.

―Fuiste el último que estuvo con él ―la voz de Patricia atrajo la atención de todos ―. Compartiste sus últimos momentos, por favor, lo necesito ―sus ojos se cristalizaron ―. Saber que su muerte tuvo sentido.

―Bien ―aceptó en voz baja para luego relatar―. Estábamos casi rendidos, casi sin municiones. Disparábamos con las pistolas. Yo estaba cojo, estaba mal, tenía el tobillo hinchado ―bajó la mirada y Leah se acomodó mejor para escuchar ―. "Debemos salvar al niño" Eso es lo que dijo. Me dio su mochila y me empujo para que siguiera. "Corre" Me dijo ―su voz se quebró ―. Dijo: "iré detrás de ti, te cubriré". Y cuando me di vuelta ―se quedó pensando, miro a Patricia, luego al frente en donde se acercó a la improvisada tumba de piedras.

Algo en su voz le hacía dudar a Leah de su honestidad.

―Sin la ayuda de Otis ―tomó una piedra para continuar―, no habría logrado salir vivo y eso también cuenta para Carl. Fue Otis ―miró a todos―, nos salvó a los dos. Si alguna muerte tuvo sentido, fue la de él ―concluyó mirando a la viuda.

No sabía con certeza que sucedía, pero sabía que algo estaba mal y ella, ella lo iba a averiguar. Algo muy raro ocurría con Shane y su discurso... había muchos huecos en la historia.

― ¿En qué piensas? ―murmuró Glenn sin dejar de armar una de las tiendas de campaña.

El funeral había acabado y ahora la mayoría charlaba sobre el capó de una camioneta. Ella por su parte se encontraba sentada con la espalda recostada a uno de los árboles mirando a Glenn hacer su magia.

―En nada ―mintió.

― ¿Segura?

―Solo... ―suspiró―, pensaba en lo extraño que era todo.

―Yo creo que todo puede mejorar ―clavó una de las varillas en el suelo, ella lo miró incrédula―. No me mires así, lo digo enserio.

―Yo no estoy segura de eso ―musito en voz baja desviando su mirada a los demás―. El mundo se acabó y estamos a la deriva, no hay a qué aferrarse.

Glenn tuvo que morder su lengua para no contestar que luego de semanas conviviendo juntos él estaba empezando a aferrarse a ella.

―Supongo ―fue lo único que atinó a pronunciar en respuesta.

Leah lo miró deseando muy en su interior que dijera algo más.

―Saben ―pronunció Carol acercándose a ellos para agacharse a su lado sin despegar su vista de Lili que corría hacía su abuelo―. Vi a esa niña rubia aparecer de pronto y por un momento creí que era mi Sophia. ¿Es hija de Hershel?

―Es su nieta ―pronunciaron ambos.

―Es muy bonita, creo que ambas se hubiesen llevado bien.

Leah y Glenn sabían que Carol intentaba ser fuerte, sin embargo, su voz denotaba la lucha que llevaba en su interior como una tormenta salvaje que deseaba hacerla llorar.

―Seguro que se van a llevar bien ―Leah le sonrió al Carol verla, la mayor también lo hizo por unos instantes.

Era mejor intentar reconfortar con esperanzas un corazón que hacerlo marchitar.

―Leah ―la voz de Lori atrajo la atención de los presentes, todos giraron sus rostros para mirarla―. ¿Puedes venir un momento?

Sin decir nada se levantó del suelo para acercarse a ella. Ambas empezaron a caminar en silencio.

―Yo... yo no tengo palabras para agradecerte lo que has hecho por Carl ―soltó Lori de pronto sorprendiendo a Leah.

―No es necesario, amo a Carl y haría cualquier cosa para que él esté bien.

―Lo sé y eso es algo que me hace... nos hace muy feliz a Rick y a mí ―se detuvo antes de llegar a la caravana, tomando por sorpresa las manos de Leah que la observó sin entender ―. Rick y yo estaríamos encantados en que de ahora en adelante lleves el apellido Grimes y formes parte de nuestra familia.

Los ojos de Leah se abrieron con asombro y sorpresa.

― ¿Qué?

―Leah Grimes, ¿no te gusta? ―los dedos de Lori acariciaron sus nudillos mientras su sonrisa se intensificó.

¿Formar parte de una nueva familia?

Quiso negarse. Quiso gritarle que no. Quiso correr.

No hizo nada, solo asentir como estúpida con los ojos cristalizándose.

Lori la abrazó con afecto, acariciando su espalda con su mano con cariño para luego alejarse no sin antes dejar un casto beso en su frente. El corazón de Leah se detuvo un segundo para luego empezar a latir con más fuerza.

―Iré a ayudar, cariño ―murmuró con alegría, alejándose―. Te veo luego, hija.

Leah no contestó nada.

Una opresión de felicidad y nostalgia se instaló en su pecho.

No quería traicionar a su difunta madre, pero tampoco quería seguir sola. Ya no podía ni quería seguir siendo nadie.

Giró sobre sus talones para volver con Glenn, justo estaba llegando con él cuando Maggie apareció.

―Los estaba buscando.

―Hola ―saludo Glenn volteándose a mirarla.

―Hola, Maggie ―saludó ella también―. ¿Qué necesitas?

―Tengo que ir a la farmacia por medicinas, pero no puedo porque Lili y yo tenemos una actividad, Rick me dijo que ustedes tal vez podrían...

―Claro, ¿Por qué no? ―miró a Glenn que asintió.

Antes de que alguno pudiera hablar, Dale los interrumpió.

―Señorita, ¿qué tal estamos de agua?

Maggie lo miró.

―Tenemos cinco pozos en nuestra tierra. La casa recibe directamente del primero. El segundo está justo allí ―señaló a la lejanía―. Lo usamos para el ganado, pero igual es potable ―sonrió―, usen la que quieran. Hay una carreta y recipientes en el establo.

―Les ensillaré sus caballos ―los miró.

Ninguno dijo nada y ella se marchó.

― ¿Caballo? ―preguntó incrédulo mirándolos.

Dale bufó y se marchó junto a T-Dog, momento preciso que Leah aprovechó para acercarse más a él y susurrar bajo.

―Creo que esto puede ser divertido, ¿no crees?

― ¿Ir a una farmacia?

Leah rodó los ojos.

― ¿Aún recuerdas como entrar y salir?

Glenn abrió la boca con sorpresa al entender, ella se alejó divertida.

―Lo que faltaba ―exclamó con molestia mirando al asqueroso ser dentro del pozo ―. Ahora resulta que estos hijos de perra son acuáticos.

Se maldijo por dejar que la curiosidad la detuviera segundos antes de marcharse con Glenn, ahora tenían un nuevo problema. Uno grande y asqueroso.

―Parece que tenemos un nadador ―agregó Dale alumbrándole con su linterna.

Se alejó asqueada.

― ¿Cuánto tiempo llevaría ahí? ―escuchó a Glenn preguntar.

―Ya debe tener branquias ―contestó la insufrible.

―No podemos dejarlo ahí, quién sabe qué le está haciendo al agua ―Lori comentó preocupada.

―Deberíamos pegarle un tiro, cerrar el pozo y listo ―dio su opinión volviendo a acercarse―. No sé ustedes, pero yo no pienso tomar de esa agua ni bañarme con ella.

Ninguno dijo nada.

―Tenemos que sacarlo ―Shane alías calvito habló.

―Fácil. Dispárenle en la cabeza tal y como dijo Leah ―apoyó T-Dog―. Traeré una soga.

―Hey, no ―intervino Maggie―. No.

― ¿Por qué no? Es un buen plan ―quiso saber Glenn.

―Es un plan estúpido ―se metió Andrea―. Si esa cosa aún no ha contaminado el agua, dispararle al cerebro sin duda lo haría.

Leah rio atrayendo la mirada de todos.

― ¿En serio? Quién rayos va a tomar agua de ahí, yo no voy a beber agua de té de caminante. El solo hecho que esté ahí dentro del agua desde hace quién sabe cuánto significa que ya esa agua está contaminada.

― ¿Tú no deberías estar en reposo igual que Rick? ―Shane frunció el ceño girándose a verla y ella le mostró el dedo de en medio―. Andrea tiene razón, es riesgoso dispararle.

― ¿Tiene que salir vivo? ―cansado de esperar T-Dog habló.

―Por decir algo.

― ¿Cómo hacemos eso? ―quiso saber Glenn.

Leah pudo jurar en ese momento que todo iba a salir mal por culpa del imbécil de Shane.

―Quiere carne viva ―comentó Andrea girándose a mirar a Glenn después de que el estúpido plan con el jamón fallara.

Leah la miró con enojo al entender por dónde iba la cosa.

― ¿Por qué mierda no bajas tú, Andrea? Que yo sepa a ellos les da igual si la persona tiene cerebro o no.

―Cállate, niña ―tanto Glenn y Lori giraron su rostro con molestia al escuchar a Shane hablar.

―Me callo si bajas tú, Shane ―lo miró―. ¿Tienes los huevos para hacerlo?

―Los tengo, pero no quepo, aunque viéndote bien tu sí. Hazlo ¿o tienes miedo?

Antes de que Leah pudiera contestar, Glenn habló.

―Ella no va a bajar a ningún lado, lo haré yo.

Leah se alejó molesta.

Y, cuando todo se salió de control fue peor. Lo único que cruzaba por la mente de la chica era matar a Shane.

Leah se lanzó a la orilla del pozo estirando su brazo en el intento desesperado de alcanzar a Glenn que gritaba asustado que lo sacarán de allí. La mano de Glenn se aferró a la suya y ahí fue donde Leah lo jalo atrayéndolo hacía ella fuera del pozo. Ambos cayeron hacia atrás.

― ¡Glenn, cariño! ―soltó sin pensar gateando hacia él―. ¡¿Estás bien?!

Con sus manos temblorosas revisó su rostro en busca de heridas, para luego pasar a sus brazos.

―Estoy bien, nena ―susurró él agitado.

Ambos se observaron.

―Volvemos al punto de inicio ―soltó Dale trayéndolos de vuelta a la realidad.

La realidad en la que Leah iba a matar a Shane y a la perra de Andrea.

Leah se levantó veloz. No prestó atención a nadie más que a su presa. Sus ojos se oscurecieron. Shane la miró con una sonrisa altanera y la ceja alzada.

―Ya todo que...

Las palabras quedaron atascadas en la garganta de Shane al recibir un golpe en las pelotas seguido de un puñetazo en el rostro. Todos a sus espaldas soltaron una exclamación de asombro y pronto varios brazos la rodearon para alejarla de él.

― ¡En tu puta vida vuelves a usar a Glenn para algo así! ―gritó con el enojo subiendo por su garganta―. Hijo de perra traicionero.

Sin esperar una respuesta o reacción, se alejó para ir por un caballo y terminar por fin con esa estupidez. Andrea quiso acercarse, pero la mirada que le lanzó la hizo desistir.

―Ahí está su mierda de caminante intacto ―exclamó con molestia acercándose a la mitad del cuerpo que quedó sobre el empolvado suelo ―. Tomate tu puta agua "limpia" Andrea ―masculló mientras desquitaba su enojo con la cabeza del ser.

Los miró a todos molesta antes de marcharse con Glenn detrás.

"Tome lo que necesita y que Dios te bendiga" Leyeron ambos al llegar a la farmacia.

El enojó de Leah se había disipado en el camino, lo suficiente para no querer matar a nadie ―por ahora―, miró los estantes medios vacíos con curiosidad.

Cuando se dividieron para buscar más rápido lo que necesitaban, su mirada recayó en un frasco que contenía las medicinas que su madre solía tomar, sin poder evitarlo recordó el inicio de todo; como ella y su padre salían a las farmacias de la ciudad a buscarlos y como para su mala suerte se fue agotando.

Sacudió su cabeza para borrar aquel recuerdo, tomó el frasco que necesitaban y volvió con Glenn.

― ¿Qué haces? ―preguntó al verlo tirar las cosas de sus manos debido al susto.

Glenn tomó lo primero que encontró y la miró.

―Nada, solo busco cosas en general.

― ¿Condones? ―sonrió―. Pensé aún nos quedaba la caja de la otra vez.

―Yo... no... yo ―balbuceo sin saber qué decir.

― ¿Quieres que lo hagamos aquí? ¿Es eso?

Glenn negó con nerviosismo aun no encontraba las palabras correctas.

―Estoy perdido por completo ―confesó sin saber que estaba sucediendo.

Leah rio acercándose con una sonrisa coqueta en los labios.

―Tengamos sexo, ¿quieres?

―Sí, yo...

No lo dejó seguir, Leah se abalanzó sobre él atrapando sus labios con los suyos en un desesperado beso. Sus lenguas juguetearon con la del otro en una lucha por tomar el control. Las manos de Leah bajaron hasta la entrepierna del chico en donde se detuvo, acariciándolo por encima de su pantalón. Su amiguito no tardó mucho en despertar para su satisfacción.  

Espero este capítulo sea de su agrado <3 ya saben voten y comenten que les parece.

¡Nos vemos el otro año!

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