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ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 6

Con cada paso que Leah daba sentía un ardor recorrer sus piernas y el cansancio le robaba el aire de manera feroz, pero no se iba a detener. Las lágrimas le nublaban la vista cada dos por tres cegándola. No iba a detenerse y ponerse a llorar como niña pequeña, no lo haría, Carl la necesitaba.

Luego del disparo un regordete hombre apareció, al ver lo que había causado se disculpó incontables veces, de no ser porque Carl ocupaba ayuda ella misma lo habría mandado al infierno. Él les prometió que un hombre llamado Hershel les podría ayudar en su granja.

Él era su única esperanza.

Los pasos de los demás a sus espaldas le hacían eco en sus oídos como el constante recordatorio de que debían darse prisa, aceleró el paso sin mirar atrás.

― ¡Hey, necesitamos ayuda! ―gritó con el poco aliento que le quedaba a la chica en el porche que la miraba extrañada, segundos después la puerta de la casa se abrió y varias personas salieron por ella.

― ¿Lo mordieron? ―preguntó el más mayor.

―Le dispararon ―Rick que ya había llegado a su lado hablo.

―Tu hombre ―completó ella.

― ¿Otis? ―preguntó la mujer mayor.

―Dijo que buscara a Hershel. ¿Eres tú? Ayúdame ―suplicó Grimes desesperado.

―Ayúdalo, por favor ―imploró Leah también.

―Tráelo adentro.

― ¡Ayuda a mi hijo, por favor!

El anciano asintió sin esperar más, Rick la miró, Leah lo siguió. No lo dejaría solo. Conformé los seguía se sintió mareada, observó a su alrededor aturdida notando por primera vez en la esquina de la habitación la presencia de una niña rubia; en su pequeño rostro había preocupación.

―Lili, cariño, ayúdame a buscar lo que el abuelo necesita ―escuchó como la chica del porche le llamaba.

La pequeña corrió al lado de ella sin rechistar, tomando la mano que le brindaban.

―Una funda ―pidió Hershel.

― ¿Está vivo? ―preguntó Rick sin salir aún del trance.

―La funda, rápido.

―Tenga ―ella corrió a alcanzársela.

No entendía lo que cruzaba por la mente de Rick en ese momento, sin embargo, Leah estaba segura de que era mucho peor de lo que ella sentía. Era un padre que recién había recuperado a su hijo para luego estar a punto de perderlo, a eso sumándole la culpa que debía estar sintiendo, era indescriptible.

― ¿Está vivo? ―volvió a preguntar Rick.

―Dóblala ―le pidió Hershel, ella obedeció―, haz un parche y ejerce presión en la herida.

Leah asintió, miró con sorpresa cómo las personas habían vuelto y se encontraban alrededor de la cama, ayudando, incluida la niña que tenía abrazado a su cuerpo tarros con medicina.

Hershel se colocó el estetoscopio, los segundos que duró intentando escuchar los latidos de Carl fueron eternos para Leah y Rick. Ambos sentían sus corazones latir frenéticos.

―Oigo un latido, pero es débil.

Leah suspiró, sus manos temblorosas seguían haciendo presión sobre la herida.

―Yo me encargo, córranse ―pidió la mayor, apartándolos.

―Maggie, por favor una vía.

Leah obedeció, no había tiempo que perder.

―Háganse a un lado, necesitamos espacio ―pidió la mujer que había salido con la niña.

― ¿Sus nombres?

―Ri... Rick y Le... Leah ―tartamudeo Grimes.

― ¿Rick y Leah? ―quiso confirmar Hershel.

―Sí, so... somos Rick y Leah.

―Rick y Leah, haremos todo lo posible, ¿sí? ―Hershel giró su cuerpo para mirarlos―. Retírense de la habitación. Ahora.

―Vamos, Rick ―obedeciendo Leah lo tomó del brazo para arrastrarlo fuera de la habitación.

No confiaba en ellos, pero ahora lo hacía por Carl... porque pudieran salvarlo.

Por la ventana se escuchó a Shane gritar, ella lo ignoró a comparación de Rick que salió a su encuentro. Se dejó caer aún lado de la puerta y sin importarle tener las manos cubiertas de sangre, cubrió su rostro con ellas dejando salir todas las lágrimas que había estado reteniendo.

Carl no podía morir.

Sophia no estaba y todo se estaba yendo al carajo, sus niños debían estar sanos y salvos, no así.

¿Qué había hecho ella para que las personas que amaba tuvieran trágicos finales?

―Oye.

Dejó de cubrir su rostro para mirar a las personas frente a ella, sin importarle ―en ese momento― que la vieran llorar.

―Vamos a lavarte las manos y te daré algo de ropa para que te cambies, soy Beth ―se presentó―. Oh y ella es Lilibeth ―la niña escondida detrás de la chica asomó su rostro y le sonrió.

―Pero puedes llamarme Lili ―agregó con voz dulce la pequeña.

―Leah ―susurró con voz ronca.

Beth le sonrió.

―Vamos, Leah ―Beth extendió su mano sin importarle mancharse de sangre ajena para ayudarle a ponerse de pie.

Leah dudó, aunque terminó aceptando.

Ambas la guiaron hasta una habitación en la segunda planta, mientras la rubia mayor buscaba algo en su closet, la pequeña se acercó a ella con un trapo húmedo en sus manos.

― ¿Te ayudo?

―No, nena, yo puedo ―murmuró con amabilidad.

Lili asintió y tomó asiento a su lado de la cama.

Bajó su mirada, Leah empezó a limpiar los rastros de sangre en sus manos, cuello y rostro. Su corazón bombeaba con fuerza con cada zona que limpiaba incapaz de creer que eso estuviera sucediendo.

―Creo esto puede quedarte ―Beth se acercó extendiendo las prendas.

Una camisa de cuadros en tonos azules y unos viejos jeans.

―Gracias.

―No hay de que, puedes cambiarte en mi baño, Lili y yo te esperamos.

Asintió y sin decir ni una palabra más, Leah se introdujo dentro del pequeño baño cerrando la puerta a sus espaldas. Ahí dentro se tomó el tiempo necesario para cambiar sus prendas; al parecer Beth y ella usaban la misma talla.

―Te ves bonita ―exclamó alegre Lili al verla salir, sus ojitos se achicaron cuando sonrió.

―Gracias a ambas ―una parte dentro de ella se sintió aliviada de no estar cubierta de la sangre de Carl.

―Te llevaremos con tu papá, debe de estar más preocupado ahora que no estás.

Lili asintió dándole la razón a Beth, por otro lado, ella quiso decirles que Rick no era su padre, aunque se abstuvo sin saber el porqué. Las tres bajaron hasta la primera planta en silencio, cada una sumida en sus propios pensamientos.

Leah se detuvo en la puerta, su corazón se rompió en miles de pedazos al escuchar a Carl llorar, distinguió las voces de Rick, Shane y el hombre llamado Hershel, dudo en entrar.

¿Cómo pretendía darle fuerzas a Carl si ella no las tenía?

No sabía cómo o de dónde, pero las encontraría. Por él. Sin dudarlo una vez más se adentro en la habitación, solo para mirar consternada como Carl se quedaba inmóvil.

―Carl... ―murmuró quedándose congelada.

No, no, no, no, no...

―Espera, espera... ―Shane miró en todas direcciones preocupado―Aguarde, no, oiga...

―Solo se desmayó ―informó Hershel haciendo que el alma le volviera al cuerpo a los tres.

Leah volvió a respirar con normalidad, se acercó a Rick sin despegar la vista de Hershel.

―Una menos ―comentó dejando lo que parecía ser un fragmento de bala en un recipiente―, quedan cinco.

Tres minutos después, ella se encontraba sentada en el borde de la cama mirando con atención lo que Patricia ―como escucho se llamaba― y Hershel hacían, Shane estaba a sus espaldas.

Quién diría que en ese preciso ella les debía tanto, aunque era culpa de su familiar no podía evitar agradecerles lo que estaban haciendo por Carl. Les debía más de lo que podía pagarles, porque la vida de Carl no tenía precio alguno.

―Su presión es normal.

―Lori debería estar aquí, ella ni siquiera sabe lo que sucedió ―comentó con la voz afligida Rick―. Debo ir a buscarla, debo traerla.

―No puedes hacer eso ―intervino Hershel.

― ¡Es su madre! Necesita saber lo que sucedió, su hijo está ahí, herido.

―Rick... ―murmuró ella por lo bajo, la culpa empezaba a tocar su puerta de nuevo.

―El niño necesitará más sangre ―miró a Leah y Shane en busca de apoyo ―. No puede alejarse más de quince metros de la cama.

―Puedes tomar de mi sangre también ―informó ella en el momento en que ayudó a Rick a mantenerse de pie.

― ¿Eres A+ igual que tu padre y hermano?

―No ―sintió la mirada de los presentes sobre ella―, soy O-.

―Eso es bueno ―por primera vez Leah vio al hombre sonreír ―, tampoco quiero que te alejes―la señaló con el dedo índice.

Asintió en respuesta.

Leah ayudó a su "padre" a salir de la habitación luego del intento de Shane por hacerlo sentir mejor, Rick tomó asiento en una silla al lado de la puerta y ella se acuclilló a su lado.

―Si lo deseas iré a buscar a Lori ―susurró no queriendo ser escuchada por los demás―, volveré rápido, solo tienes que pedirlo.

Rick negó.

Mantener a Leah a su lado era lo mejor, su sangre podía ayudar a Carl, además temía que le sucediera algo, no podría soportar otra pérdida.

―Por ahora está estable ―les informó Shane a los presentes al salir de la habitación.

Rick miró a su amigo.

―Lori tiene que estar aquí, tiene que saber ―le comentó con la intención en su voz de pedirle indiscretamente que él fuera.

―Ok, lo sé, yo me ocuparé de eso, pero ustedes ocúpense de hacer su parte.

― ¿Mi parte? ―preguntó Rick desconcertado y ella, bueno ella se mordió la lengua.

Leah se tensó al sentir a Shane acercarse, agachándose a su lado. Para su molestia en ese momento el policía no parecía un dolor en el trasero, por primera vez sintió que no era tan imbécil después de todo.

―Para tu hijo, aunque no necesitara tu sangre para sobrevivir, de ninguna manera te dejaría salir por esa puerta, yo... yo te rompería las piernas si lo intentaras. Lo sabes, ¿no?

Rick bajó la mirada.

―Si algo le pasara y tú no estuvieses aquí ―Leah retiraba lo pensado, Shane seguía siendo un imbécil ―. Si se fuera y tú no estás...

―Shane, cállate por favor ―pidió con amargura al ver a Rick llorar.

¿Cómo podía decir eso?

―Lo siento, es solo que...

―Ahórratelo por favor ―pidió girando el rostro para poder mirarlo.

Tal vez Shane no quería ser un idiota, pero sus palabras no estaban ayudando en nada. Pensar en perder a Carl era desgarrador, no era el momento para escuchar tan siquiera en el que pasaría si... No.

―Sabes Rick, cuando estuviste en ese hospital del que no tenías que haberte ido... Debiste ver a Lori, estaba... la fuerza de esa mujer ―Shane sonrió al recordar―. No te la imaginas, eso, eso es lo que debes tener ahora ―apoyó su mano sobre el hombro de su amigo―. Carl necesita eso de ti, así que debes ser fuerte, amigo.

Esta vez Shane tenía razón, Carl necesitaba que fueran fuertes, él necesitaba de ellos. La esperanza aún no estaba perdida, ella sabía que el niño era fuerte, nada lo vencería.

La puerta a sus espaldas se abrió mostrando a Hershel el cual limpiaba sus manos. Todos se pusieron de pie.

―Por el momento está fuera de peligro ―Rick le dio un suave apretón en el brazo a Leah ―, pero tendré que quitarle los fragmentos que faltan.

― ¿Cómo? Ya vio cómo se puso ―quiso saber Rick.

―Lo sé, y ese fue el más superficial. Debo escarbar más para sacar los otros.

―Oh, cielos ―se escuchó a Shane suspirar.

―Y eso no es todo.

―Dígame ―para Rick ya nada podía ser peor.

―Tiene el vientre distendido, la presión baja, lo que significa que hay una hemorragia interna ―esta vez fue el turno de Rick de sostenerla para evitar que cayera al suelo― un trozo debió cortar uno de los vasos sanguíneos. Debo abrir, encontrar la hemorragia y detenerla. No puede moverse para nada mientras lo hago. Si reacciona como antes lo hizo, podría dañar una arteria y moriría en minutos.

―Necesitamos anestesia, ¿no? ―intervino ella recuperándose.

Todos la miraron más no importaba, no iba a perder a Carl, ya había perdido a su madre, eso era suficiente.

―Sí, pero si lo hago no podrá respirar por su cuenta y llevaría a lo mismo.

Rick miró a Shane, luego a ella y por último a Hershel.

― ¿Qué necesitas?

―Un respirador ―Otis el imbécil que le había disparado a su niño intervino―, ¿qué más?

―El tubo que lo conecta, provisiones de todo tipo; paños, suturas...

―Si tuvieras todo eso, ¿podrías salvarlo? ―Rick y Leah preguntaron al unísono.

El mayor los miro.

―Si lo tuviera, lo intentaría.

― ¿Dónde queda el hospital más cercano? ―quiso saber ella.

―Se incendió hace un mes ―contó Otis para luego quedarse pensativo por unos instantes ―. La secundaria.

Leah los observó sin entender.

―Eso estaba pensando ―apoyo Hershel ―. Montaron una sala de emergencia, tendrá todo lo necesario.

― ¿Qué estamos esperando? Vamos.

―El lugar estaba invadido la última vez que lo vi, niña ―comentó Otis, ella le lanzó una mala mirada ―, quizás esté mejor ahora.

―Bueno, no hay tiempo que perder ―susurró ella encogiéndose de hombros ―, si ninguno quiere ir, yo iré sola.

Rick estuvo a punto de negarse, pero Shane habló primero.

―Tú no irás, Leah ―miró a Rick que le agradeció con la mirada ―, dije que me dejarán el resto a mí. ¿Es tarde para arrepentirse?

No queriendo hacer una escena, se soltó del agarre de Rick y salió del lugar, el piso de madera rechino a sus espaldas.

―Shane si no dejas de contradecirme... ―exclamó molesta girando sobre sus talones, el color subió a sus mejillas al ver a la chica del inicio.

―Lo siento, yo solo quería hacerte una pregunta.

―No, yo soy la que lo siente.

La mujer sonrió.

―No importa.

Leah asintió y espero que la desconocida hablara de nuevo, la chica se acercó a ella recostando sus antebrazos en el barandal de madera a sus espaldas.

― ¿Dónde está ella? ―Leah la miró sin entender―. Tu mamá.

Leah quiso decirle que, en el cielo, no obstante, se abstuvo al recordar que todos creían era hija de Rick, la idea de ser parte de la familia Grimes no le desagradó por completo así que solo contesto aquella pregunta con naturalidad.

― ¿Cuál es tu nombre? ―preguntó antes de que la chica desapareciera de su vista.

Ella detuvo su andar, se giró para poder contestar.

―Maggie.

―Un gusto Maggie, soy Leah.

Ambas se sonrieron en despedida, la puerta principal se abrió haciendo que la sonrisa de Leah se esfumara, miró a Shane, Otis, Rick y los demás salir en dirección a una vieja camioneta, se apresuró a ir con ellos.

―Solo tomen lo que necesiten y váyanse ―escuchó a Rick decir.

―Yo también iré ―interrumpió corriendo hacia ellos.

―No ―Shane negó.

―Tú no eres mi papá, Shane ―bufó frunciendo el entrecejo.

―Pero yo sí ―la seguridad con la que Rick lo dijo la sorprendió, estuvo dispuesta a reprochar más la mirada que él le lanzó la hizo replantearse la idea.

Shane rodó los ojos.

―Sé que no soy tu persona favorita, Leah ―susurró Shane solo para ella, Rick se había alejado para hablar con Otis.

Leah lo miró con fastidio.

―Felicidades, descubriste América.

―Eres insoportable ―bramó con molestia ―, pero Rick te quiere, lo puedo ver en sus ojos, es por ello que debes quedarte aquí... tú eres la única que puede ayudar a Carl además de Rick, trata de no morir, aunque sea por unos días.

―Vete al carajo, Shane ―murmuró ella caminando devuelta a la casa.

―Tú también, linda.

Con el rostro húmedo por las lágrimas que se deslizaban silenciosas sin parar, Leah acariciaba el pálido rostro de Carl, en su interior los sollozos acumulados hacían estragos en un fallido intento de salir.

―Tienes que ser fuerte, Carl ―susurró sin dejar de mirarlo ―. Sabes, cuando mi mamá murió juré no volver a encariñarme con nadie, pero tú y los demás no me lo han dejado tan fácil.

Nada era sencillo en la vida, menos las palabras y sonrisas amables provenientes de otros.

―Te prometo que si no te das por vencido te conseguiré todos los comics que quieras, solo lucha, ¿sí?

Antes de que Leah pudiera proseguir, escuchó pasos a sus espaldas que la hicieron girar deseando no haberlo hecho.

Lori estaba en shock, incapaz de llorar, gritar o cualquier cosa. Tambaleante se acercó a su pequeño en donde por fin se derrumbó a su lado.

―Mi hijo ―sollozó―Mi bebé, mi bebé ―la miró ―, están bien, llegó mamá ―miró a Carl―, llegó mamá, vas a estar bien... vas a estar bien, te vamos a curar.

Rick tomó la mano de su esposa, sin intenciones de ser mal tercio Leah se puso de pie en silencio queriendo abandonar la habitación en vano porque Rick sostenía su mano.

Luego de la desastrosa noticia de que Hershel era un veterinario, las horas pasaron sin rastro alguno de Shane u Otis, mientras Hershel examinaba la presión de Carl, Leah se sentía un tanto mareada por la disminución de sangre en su cuerpo, Rick había estado demasiado débil horas atrás para volver a donar y, bueno, ella era terca.

―La presión vuelve a bajar, no podemos esperar mucho más.

―Quítame más sangre a mí, la que necesites y luego me iré ―desesperado Rick se acercó.

―O a mí, no importa, Hershel ―quiso ponerse de pie, pero se tambaleo.

Lori corrió a sostenerla.

―Irte ¿dónde? ―sin soltarla, Lori pregunto.

―Dijo ocho kilómetros. Ya deberían haber vuelto. Algo salio mal.

Rick las miró.

― ¿Estás loco? No irás tras ellos.

―Rick, escucha a tu esposa ―se metió a la conversación el anciano.

―Si ellos están en problemas...

―No estás en condiciones de hacer nada ―negó―, ni tu Leah ―se adelantó a lo que ella pudiera decir―. Dieron demasiada sangre, ambos apenas se pueden parar. Ninguno llegaría ni a la puerta.

Aunque quisiera negarlo, ella sabía que tenía razón. Sería una forma muy estúpida de morir, hasta el diablo se reiría de ello. Se dejó caer, abatida en la silla, escuchando a los mayores discutir.

―Si tienes que rezar, llorar o decirle a Dios que es cruel, hazlo, pero no te vas a ir Rick ―por primera vez Leah temió del carácter de Lori y, por si las moscas, mordió su lengua para no pronunciar nada.

Correría si no me sintiera tan débil, pensó bajando la mirada.

―Carl te necesita aquí ―pidió bajando el tono de voz ―, y nosotras no podemos hacer esto solas. Yo no puedo, no esta vez. No puedo ―negó.

―Te necesitamos ―añadió Leah ―, no nos abandones.

No de nuevo.

No otra vez.

Porque, aunque él no la había abandonado de momento, para ella no existían más que amargos recuerdos de promesas vacías que iban de la mano con abrazos y el triste llamado de un padre que no volvió.

Holi, holi ¿Cómo están?

Lamento el capítulo resulte un poco aburrido, por otro lado les tengo una pregunta... ¿Les gustaría varios puntos de vista en un mismo capítulo?

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