ᴄᴀᴘɪᴛᴜʟᴏ 27
6 meses después...
Los brazos de Glenn rodeándola cada mañana hacían que Leah deseara permanecer todo el día en la celda que habían empezado a llamar hogar. La risa de Glenn llenando sus oídos al sentir al pequeño ser dentro de ella moverse la hacía sentirse viva. Nunca había pensado que algo así podría ser posible en un mundo de muerte, sin embargo, lo era.
―Desearía poder quemarse así para siempre ―la voz adormilada de Glenn la hizo sonreír, abrió uno de sus ojos deseando fuese aún de noche.
―Ya es de día ―contestó con desgano intentando levantarse en vano, Glenn rio.
―Pareces una tortu... ―no había terminado de hablar cuando el golpe de Leah en el brazo le sacó un quejido―. Perdón.
―Caes mal, Rhee ―frunciendo el entrecejo se giró a mirarlo―. Te recuerdo que tu pequeño dumpling ya casi llega al mundo.
―Lo sé y no puedo estar más emocionado por ello ―antes de que Leah pudiera contestar algo más, los labios de Glenn se cernieron sobre los suyos y sus brazos la rodearon atrayéndola más cerca.
― ¿En serio debes ir a esa expedición? ―cortando cualquier inspiración que Glenn empezará a sentir, Leah se alejó de sus labios para mirarlo―. No quiero que te alejes tanto.
Su bebé estaba próximo a nacer y, aunque, Hershel le había dicho que podría tardar una semana más de lo esperado no podía evitar sentirse nerviosa. No quería sucediera lo mismo que con su madre y sabía que Glenn compartía el mismo miedo.
―Volveré tan rápido que nunca notaras que me fui. Lo prometo.
Leah abrió la boca deseando poder contestarle, la cerró al instante al ver la mirada decidida en él. Asintió en silencio sintiendo los cálidos labios de Glenn esta vez en su frente mientras su bebé se removía en su interior apoyando a su padre o eso le gustaba creer a ella.
―Te amo, Leah.
―Yo te amo más, Rhee. Nunca lo olvides.
Tobías se encontraba cargando uno de los vehículos que usarían para la expedición cuando visualizo a Beth acercarse, una sonrisa se formó sobre sus labios sin disimulo, ella sonrió con timidez llevando uno de sus rubios mechones detrás de su oreja.
―Hola.
―Hola ―cerciorándose de que nadie los estuviera viendo, Beth plantó un rápido beso sobre la mejilla de Tobías.
―Justo estaba por irte a buscar ―pronunció con torpeza mirándola a los ojos con el rubor intensificándose sobre sus mejillas.
― ¿Sucede algo? ―la voz preocupada de Beth lo hizo negar de inmediato, tomó las manos de ella por unos segundos.
―No, no, es solo que el concejo quitó de la expedición de hoy a todo el equipo de carbón... están escasos de personal por lo que pensé en acompañarlos. Para ayudar. Solo quería que lo supieras y, bueno, verte antes de irme.
―No me agrada mucho la idea, Tobías.
―Estaré bien, fui policía, ¿lo recuerdas?
―Un novato...
―Hieres mi pobre corazoncito, jovencita ―soltó las manos de ella para llevarlas a su pecho en una exagerada muestra de dramatismo, Beth rio sin dejar de mirarlo.
―Son como una maldita novela romántica ―soltó Daryl de pronto caminando hacia ellos, sobresaltándolos ―. ¿Rompí su burbuja de amor? Ya bésense, parecen Glenn y Leah hace un año.
Beth y Tobías parecían dos peces fuera del agua, abriendo y cerrando la boca intentando decir algo, Daryl resopló dando media vuelta para volver con los demás cansado de tanta escena sentimental.
Un golpe en seco hizo a Lili retroceder, respiró agitada antes de lanzar el primer puñetazo que para su suerte logró dar directo en su objetivo, sonrió un poco echando su pequeño cuerpo hacia atrás esquivando un golpe. Ambos observaron el cuchillo en una esquina, el mismo pensamiento cruzó por su mente al momento de correr. Sin pensarlo dos veces la rubia se abalanzó sobre el objeto para tomarlo entre sus manos logrando obtener el objeto, rodó un par de veces con una sonrisa victoriosa sobre sus labios, sonrisa que no duró lo suficiente al sentir el frío metal sobre su cuello.
―Perdiste de nuevo ―susurró Connor mirando a su hija con orgullo―. Pero lo hiciste muy bien, chiqui.
―Un loco no hubiera pensado lo mismo, Connor.
―Con un loco no hubieras estado tan relajada.
Lili bajó la mirada asintiendo en silencio. Sabía que el hombre tenía razón, mordió su labio y elevó de nuevo la mirada para verlo, se sorprendió al instante de ver a su madre, observándolos.
Era curioso e intrigante para ella no saber porque su madre parecía odiar a Connor, lo contrario a él con ella. No quería entrometerse en lo que fuera que estaba sucediendo, sin embargo, deseaba preguntarle a su madre al respecto o a su abuelo; él lo sabía todo.
―Lili...
― ¿Sí?
―Seguiremos mañana, ¿está bien?
Asintió, sonriéndole, sus pies se movieron por instinto en buscar de cualquiera de sus amigos. Ya no seguía molesta con Carl, ciertamente su enojo duró poco, no podía enojarse con él, no cuando intentaba protegerla siempre. No era un mal chico, solo había vivido cosas demasiado difíciles, le había dicho su madre una vez.
― ¡Sophia! ―gritó al ver la silueta de la rubia, ella la miró desde la lejanía, a pesar de su cansancio corrió hacía ella―. No volviste a los entrenamientos.
―No es necesario ―respondió empezando a caminar―. Tendré un arma pronto igual que Carl, no necesito jugar al soldado.
Lili la observó sin comprender.
― ¿Jugar al soldado?
Sophia suspiró deteniendo su andar para mirarla.
―Siendo honestas, Lili, tú no sabes defenderte, eres pequeña y débil ―Lili sabía que esas palabras no iban con mala voluntad, pero dolían, aun así―. En vez de estar jugando con Connor como si fuera tu padre, mejor pídele a alguien que te enseñe a disparar, solo así podrías tener una oportunidad.
―Hoy estuve a punto de ganarle a Connor...
― ¿Eso creíste? Él te quiso dar esperanzas, eso fue todo ―la interrumpió, la mirada rota de Lili hizo que una sensación placentera recorriera el cuerpo de Sophia.
El silencio de parte de Lili fue la respuesta más satisfactoria que Sophia pudo obtener, la miro una última vez antes de marcharse con una sonrisa en sus labios.
El malestar creciente en el interior de Lili no duró lo suficiente, el sonido de la malla a sus espaldas mezclada con los gritos de varios niños la hizo empezar a caminar hacia ellos con curiosidad.
― ¿Qué hacen? ―preguntó llegó junto a ellos.
― ¿Los están nombrando? ―la voz de Carl a sus espaldas la sobresaltó, se giró para verlo llegar junto a Patrick, les sonrió a ambos.
―Bueno... uno de ellos tenía una etiqueta con nombre, así que nombramos a todos ―Mika fue la primera en hablar mientras los demás permanecían en silencio.
―Tenían nombres cuando estaban vivos. Ahora están muertos.
―No es cierto ―Lizzie habló atrayendo la atención de todos―. Son diferentes.
―Lizzie... ―sabiendo lo que se venía, Lili intentó cambiar de tema―. ¿Cómo está tu padre?
― ¡¿De qué demonios estás hablando?! ―y ahí estaba lo que justo Lili deseaba evitar―. Mira, ellos no hablan. No piensan. Se comen a las personas. Matan a las personas.
―Las personas lo hacen y aún tienen nombre.
Tenía un punto, un poco retorcido para Lili, pero un punto a final de cuentas. Abrió la boca para decir algo cerrándola al instante al escuchar de nuevo hablar a Carl.
― ¿Has visto lo que sucede? ¿Han visto a alguien morir así?
―Sí, lo he visto ―Mika y Lili se observaron sin saber qué decir.
―No son personas y no son mascotas. No les pongan nombres ―sentenció Carl ya cansado de la situación.
―Creo que ya es hora de la lectura en la biblioteca ―habló Lili deseando aligerar por fin el tenso ambiente, el grupo de niños frente a ella asintió marchándose uno por uno en fila india.
― ¿Vendrás a leer esta noche? ―con su voz llena de dulzura Mika se dirigió a Patrick.
Del grupo, Mika era la única niña que le caía bien.
―Ah... Sí ―contestó Patrick alegrando el corazón de la pequeña.
― ¡Te veo luego! ―exclamó con alegría empezando a caminar detrás de los demás ―. Adiós, Carl y Lili.
Los tres la observaron marchar, Lili se despidió con su mano y ella sonrió en respuesta. Una vez estuvo lo suficiente lejos, ambos observaron a un avergonzado, Patrick.
―Bueno, a veces voy. Soy inmaduro ―confesó haciendo reír a Lili.
―He escuchado que son buenos cuentos ―pronunció ella cruzando ambos brazos sobre su pecho.
―Lo son, pero a Carl dudo que le gusten porque son para niños ―Carl bajó su mirada―. Iré con ellos. Nos vemos luego, amigos.
Ambos sonrieron como despedida, Patrick los miro una última vez antes de marcharse a la biblioteca. Carl observó a Lili que parecía ida en sus pensamientos demasiado pronto.
― ¿Estás bien, Lili? ―se acercó a tomar su brazo, trayéndole de nuevo a la realidad.
―Sí, ¿por qué? ―su sonrisa no fue suficiente para calmar al adolescente frente a ella.
―No te ves como siempre.
Aquellas palabras llamaron por completo la atención de Lili.
― ¿Cómo me veo siempre?
―Alegre de verdad, no así...
―Pensaba en Connor... hoy estuve a punto de ganarle en el entrenamiento, sin embargo, creo que quiso darme esperanzas de que no soy débil.
Carl arrugó el rostro acercándose más a ella.
― ¿Débil? Tú no eres débil, Lili. Has pasado meses entrenando con él la mayoría de los días, no te diste por vencida y eso no lo hace una persona débil. Estoy seguro de que eso que hiciste hoy es porque has avanzado. Nunca has sido débil, Lili.
Lili sonrió, esta vez de verdad, Carl entonces se permitió estar tranquilo.
Glenn caminaba con sumo cuidado por uno de los pasillos de ese abandonado supermercado, la sonrisa victoriosa sobre sus labios podría iluminarle el día a cualquiera. Volvería a casa y terminaría sus planes. Giro sobre un pasillo deteniéndose un instante para observar con curiosidad algunos artículos de bebé; justo lo que necesitaba.
Su atención se posiciono sobre unas cámaras instantáneas, ignorando el libro sobre nombres a su lado. No necesitaban nombres cuando ya tenían algunos en mente, pero sí necesitaban una cámara para los recuerdos, los bebés crecían rápido, demasiado rápido para su gusto, lo comprobaban con la pequeña Judith cada día.
¿Niño o niña? Era algo que Leah y él solían preguntarse por las noches. No era porque a alguno le importase, solo querían que su bebé naciera con bien, sin embargo, les era más difícil imaginar sus pequeñas facciones.
¿Se parecería a él o a ella? Podría ser una hermosa mezcla de ambos.
Su pequeño dumpling, como Leah solía llamarle estaba cada vez más cerca y eso lo aterraba.
¿Sería un buen padre? Esperaba que sí.
Antes de que pudiera tomar un par de pañales, el estruendo en uno de los pasillos lo hizo detenerse.
¿Qué había sido eso?
Ignorando el grito de Zach ―uno de los chicos de la prisión― corrió en dirección del estruendo topándose en el camino con Tobías. Ambos observaron con horror como el techo se abría y uno de esos asquerosos seres quedaba colgando justo encima de los demás.
―De...deberíamos irnos ―balbuceo nervioso.
―Bob sigue atascado. Hay que sacarlo ―informó Daryl, Tobías pareció maldecir mientras se acercaba a ellos con preocupación.
―Buscaremos al resto ―informó Michonne antes de que empezaran a caer más caminantes del techo.
Retrocedieron con horror mirando como lo que prometía ser una expedición sencilla se volvía una pesadilla.
Glenn cayó de espaldas mientras dos de esas cosas se posicionaban sobre él, desesperado buscó su arma hasta encontrarla detrás suyo, estiró su brazo libre para tomarla entre su mano con presura. No iba a morir aún, no podía ni quería, además, estaba seguro que Leah lo reviviría y lo volvería a matar.
Disparo sin pensar contra el caminante sobre sus pies y luego con la culata de su arma golpeó al que estaba más cerca de su rostro. Se puso se pie de prisa con su corazón latiendo desenfrenado. Necesitaban salir de ahí.
Se abrió camino hasta Daryl, ayudándolo a deshacerse de los caminantes a su alrededor. Con miedo elevó el rostro ante el sonido encontrándose con la sorpresa del viejo helicóptero a punto de caer.
Leah lo iba a matar en cuanto se enterara.
―Daryl. ¡Ve!
Siguió disparando junto con Zach que había aparecido de nuevo, giró el rostro en la dirección contraria para ver a Tobías acercarse con un machete entre sus manos cubiertas de sangre.
―Me quede sin munición ―informó tomando posición a su lado.
―Debemos salir pronto o todos estaremos muertos.
―Leah te va a matar, hermano.
―Lo sé.
Ambos sonrieron por un instante, siguieron abriendo espacio mientras Daryl y Zach se encargaban de ayudar a Bob. Todo parecía ir bien, estaban a punto de salir del lugar cuando lo que más evitaban sucediera, sucedió.
Zach fue mordido, quiso acercarse a ayudarle, cuando se dio cuenta que ya era tarde. Con el corazón lleno de tristeza siguió a Daryl hasta la salida con la caída del helicóptero pisandoles los talones.
Lo siento, Zach, pensó.
Leah caminaba hasta la pequeña granja que su padre había construido. Aún se sentía extrañada de que el grupo no hubiera vuelto. Por órdenes de Hershel debía guardar reposo, sin embargo, su dumpling se encontraba bastante inquieto para quedarse dentro de la prisión.
―Papá, ¿qué sucede? ―preguntó al llegar a su lado, dirigió su mirada en la misma dirección y no pudo evitar sentirse triste―. Oh, mierda.
La cerdita Violet había muerto.
―Estaba bien en la mañana o eso creí ―murmuró su padre sin despegar la mirada de la cerda.
―Son cosas que pasan, papá.
Hasta los animales corrían la misma suerte que ellos, era triste.
―Deberías entrar, no sé qué le pasó, pero no quiero que estés aquí hasta averiguarlo.
―Papá... estaré bien.
―No, ve a dentro, por favor.
Quiso reprochar como siempre lo hacía; las palabras quedaron en su garganta cuando pudo visualizar los autos acercándose, miró a su padre que hizo un gesto con su cabeza indicándole volver, asintió regalándole una última mirada antes de marcharse al encuentro con su chico.
Espero estén amando la historia, poco a poco les muestro situaciones de las personas alrededor de Leah y Glenn además de que también deseo mostrar un poco de sus relaciones con su familia y amigos ♡
¿Qué les pareció el capítulo?
Espero les haya gustado, nos leemos pronto.
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